Siempre acojonados
Hola, chicos, ¿qué tal?
Vaya año, ¿no? Vaya año de mierda que llevamos… Bueno, mejor dicho, vaya años de mierda porque el 2020 y el 2021 fueron también años duros, con el tema del Covid y todo eso…
Y ahora, ahora que ya parecía que se estaba terminando el problema del Covid, llega la guerra en Ucrania…
Yo no sé vosotros, pero a veces tengo la impresión de que vivimos siempre con miedo, ¿no? O sea, yo, desde que recuerdo, desde que tengo conciencia, creo que siempre hemos vivido con miedo…
¡Estamos siempre asustados!
Yo recuerdo que en los años ochenta, cuando yo era muy joven, se tenía miedo a la guerra nuclear, ¿no? Había una división entre los países comunistas del este de Europa, lo que se llamaba el telón de acero, y Europa occidental.
Recuerdo que se hablaba mucho del miedo a la guerra nuclear. Había una canción de los años ochenta, de la época de la Movida madrileña, que se llamaba “¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?”
Era una canción muy famosa de un grupo que se llamaba, creo recordar… POLANSKY Y EL ARDOR.
¡Ay! ¡Qué tiempos aquellos!
¿Quién me iba a decir a mí que esa canción se haría realidad algún día?
Pues sí, así es. Ahora, 40 años después el ataque preventivo de la URSS se ha hecho realidad y nos ha metido a todos de lleno en una pesadilla.
Y recuerdo también una canción de Joaquín Sabina, uno de mis cantautores españoles favoritos. Si no lo conocéis, yo os lo recomiendo… Él tenía en aquella época una canción que hablaba de un hombre que estaba triste porque su amante lo había abandonado y decía: “Así estoy yo sin ti: más triste que un torero al otro lado del telón de acero”.
Me gustaba mucho esa metáfora: “más triste que un torero al otro lado del telón de acero”.
El telón de acero, me imagino que sabéis lo que era, ¿no?
El telón de acero se refería a la división, a la frontera política, ideológica que había entonces entre la Europa Occidental o capitalista y la Europa del Este o comunista.
Eran dos mundos completamente separados. En Europa occidental, por lo menos en España, teníamos una idea muy vaga de los países del Este de Europa. Para nosotros eran unos países tristes, fríos, de colores grises y apagados, siempre con lluvia, con nieve, sin pasión, sin alegría, sin vida…
Entonces, esa metáfora que hacía Joaquín Sabina en la canción: “estoy más triste que un torero al otro lado del telón de acero”, yo la entendía perfectamente. Al tío lo había dejado su amante y estaba tristísimo. Estaba más triste que un torero en Rusia, en Polonia o en Bulgaria.
Era una comparación muy buena porque un torero, independientemente de si te gustan los toros o no, es la imagen de la fiesta, de la pasión, de los colores, de la alegría…
En fin, lo que estaba diciendo es que… Sí, que, a ver, en aquellos años todos vivíamos con miedo a la bomba nuclear de la URSS, del Pacto de Varsovia, ¿no?
Luego, cuando al final de los años ochenta y principios de los noventa el bloque comunista desapareció y poco a poco todos esos países se fueron convirtiendo en democracias, pues yo pensé que el mundo podría, por fin, vivir en paz, ¿no? Que ya no había motivo para seguir sintiendo miedo a la guerra, ¿no?
¡Ah! Y ahora recuerdo también, ya casi nadie se acuerda, pero en los años noventa, cuando nos acercábamos al cambio de milenio, teníamos miedo de que hubiera un caos mundial debido a que los ordenadores no estaban programados para entrar en el nuevo milenio. Se decía que a las doce en punto de la noche del 31 de diciembre del año 1999 habría un caos total a nivel global que colapsaría el mundo.
Todos acojonados otra vez, claro.
En España todavía teníamos a ETA, que seguía matando. Supongo que ya sabéis qué era ETA, ¿verdad? Una organización terrorista que durante muchos años hizo un montón de atentados en España y cometió muchos crímenes.
Pero, digamos, que a nivel mundial, yo, en mi inocencia, pensaba que el mundo podría vivir por fin en paz, que ya no había que tener miedo a la guerra nuclear…
Inocente de mí.
Tras la caída del Telón de Acero, empezó la guerra del Golfo Pérsico, la guerra en la ex-Yugoslavia, ataques terroristas cada vez cada vez más graves, como por ejemplo el ataque a las torres gemelas de Nueva York o el atentado de la estación de Atocha en Madrid. Luego llegó la guerra de Irak y Afganistán…
Tras el atentado a las torres gemelas de Nueva York el mundo cambió. Recuerdo que por aquellos días, unos días después del 11 de Septiembre del año 2001, uno de mis estudiantes me dijo “El mundo ya no será el mismo de antes, Juan”. Y tenía razón. A partir de entonces ya nada fue igual.
Todos teníamos miedo de los ataques terroristas, nos daba miedo volar, teníamos miedo de estar en lugares donde había mucha gente…
Si en cualquier lugar veías una maleta o un bolso abandonado, enseguida pensabas que podía tratarse de una bomba…
Recuerdo que muchos de mis amigos dejaron de viajar en metro o en autobús por miedo a que hubiera un atentado.
En fin, todos acojonados. Siempre acojonados. Siempre con miedo.
Recientemente, claro, el tema de la pandemia nos ha tenido a todos con miedo a morir durante un par de años y ahora, por si esto fuera poco, la guerra en Ucrania y el miedo a una tercera guerra mundial, que sería, probablemente con armas nucleares.
La guerra en Ucrania es lo que faltaba. En España se dice: “estábamos pocos y parió la abuela”.
Esta expresión se dice cuando estamos viviendo una mala situación, con muchos problemas y, de pronto, surge otro problema más que nadie se esperaba. Completamente inesperado. Cuando ya estamos muy mal, hechos polvo, pum, surge otro problema completamente inesperado.
“Estábamos pocos y parió la abuela”.
Parir es tener un hijo. Dar a luz a un hijo.
Entonces, imagina que una familia tiene muchos hijos: están los dos padres, el abuelo, la abuela y ocho hijos. El padre está en paro y no puede trabajar. La mujer tiene que hacer trabajos muy duros para sacar un poco de dinero (limpiar escaleras, por ejemplo), pero nunca es suficiente para dar de comer a tantas personas como están en esa familia y para vestir y darle una educación a tantos hijos
En fin, que lo están pasando muy mal. Que están muchos en la familia y no tienen dinero para cuidar de tantas personas.
De repente, la abuela anuncia que se ha quedado embarazada y que va a tener un hijo.
¿Entendéis? ¿Entendéis la imagen? Parir es dar a luz, tener un hijo.
O sea, que en esa familia en la que ya están tantos (los padres, los abuelos y ocho hijos), la abuela además se queda embarazada y tiene un hijo, da a luz a un hijo.
Entonces es cuando se puede decir: “estábamos pocos y parió la abuela”.
Se dice “estábamos pocos” de forma irónica, claro. En realidad, lo que se quiere decir es que ya hay muchas personas en la familia.
Espero que ahora se entienda un poco mejor esta expresión y cómo la usamos: cuando tenemos muchos problemas y, de pronto, nos encontramos con otro problema que nadie se esperaba.
En fin, que no tenemos un momento de tranquilidad, que siempre hay que tener miedo por algo…
Parece como si alguien tuviera interés en tener a la gente controlada, ¿no? Porque el miedo es un buen método de control.
O sea, yo no quiero decir que haya ninguna confabulación internacional para tenernos siempre acojonados con algo… No, no es eso. Yo no creo en ese tipo de “confabulaciones”.
Pero, caray, es que no pasa un año que no haya algo por lo que estar acojonado, algo por lo que tener miedo…
¡Ah! ¡Se me olvidaba! Estos últimos años también hemos estado acojonados con el tema del cambio climático, ¿no? Ahora tenemos la cabeza en otra parte, pero durante muchos años, antes del Covid, lo que más miedo nos daba era el cambio climático. El mundo se estaba acercando a una catástrofe que podría significar la desaparición de la vida en la tierra tal y como la conocemos. Y estábamos todos también acojonados por eso.
En fin que, yo no sé cómo, por una razón o por otra, tenemos que estar siempre acojonados, con miedo a algo.
Bueno, chicos, yo os quería decir solo que estoy muy preocupado por lo que está pasando en Ucrania. Sé que vosotros también. Lo que nos llega, las imágenes y las noticias que nos llegan desde Ucrania son terribles, estamos todos horrorizados…
Yo he notado que desde que todo esto empezó no me puedo concentrar bien. Me cuesta mucho pensar en otra cosa que no sea lo que está pasando en Ucrania.
Por eso no había publicado ningún episodio de nuestro podcast hasta ahora.
No sabía de qué hablar….
Me parecía estúpido contar una historia divertida, hacer un chiste, explicar algo de gramática o una expresión, un dicho… Mientras las bombas seguían cayendo y matando gente en Ucrania.
Quería hacer algo para mostrar mi apoyo y mi empatía a la gente que lo está pasando tan mal en estos momentos, pero no sabía muy bien qué hacer.
He hecho algunas donaciones a asociaciones que trabajan con refugiados, pero no me parecía suficiente…
Entonces, esta mañana he tenido la oportunidad de hablar con Irina, una seguidora de Español Con Juan que está en este momento en Ucrania, en Kiev.
Irina me ha dicho que ella es una fan de nuestro podcast, que lo escucha desde hace mucho tiempo, que ha aprendido mucho escuchando Español Con Juan y, en fin…
He hablado con ella y me ha contado cómo están viviendo estos días ella y su familia en Kiev. Ha sido una conversación muy interesante y también muy emocionante que intentaré compartir con todos vosotros en el próximo episodio de nuestro podcast. ¿De acuerdo?
Me voy a poner rápidamente a editar el audio de la conversación que he tenido con ella, para que esté listo lo antes posible y que su testimonio llegue a todo el mundo. Que todo el mundo sepa lo que se está viviendo allí.
Para los que no estamos en Ucrania en este momento es inimaginable entender lo que estas personas deben de estar pasando estos días y lo menos que podemos hacer, creo, es tener un poco de empatía hacia ellos.
Entonces, os emplazo a todos a escuchar el próximo episodio de nuestro podcast en el que hablaré con Irina, una seguidora de Español con Juan que se encuentra en este momento en Kieve.
¿De acuerdo?
Un abrazo a todos y nos vemos… No, no nos vemos. Nos escuchamos en el próximo episodio de nuestro podcast, aquí, en Español Con Juan.