×

Usamos cookies para ayudar a mejorar LingQ. Al visitar este sitio, aceptas nuestras politicas de cookie.


image

NPR Radio Ambulante, Perú campeón (2)

Perú campeón (2)

Y 1, 2, 3, respira [inhala], no queda otra.

Ella lo que más quiere es que disfrutes esto. Y creo que al final esa es la mejor forma de… de recordarla.

ALARCÓN: Una pausa y volvemos.

COMERCIAL: Este mensaje viene de Squarespace, patrocinador de NPR. Si estás listo para empezar tu nuevo negocio, obtén un dominio único y crea una bonita página web con el apoyo del galardonado servicio al cliente, que está disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Ingresa a Squarespace.com/RADIO y obtén prueba gratuita. Y cuando estés listo para lanzar tu página, usa el código RADIO para ahorrarte 10 por ciento en la compra de tu primer sitio web o dominio. Imagínalo. Suéñalo. Hazlo. Con Squarespace.

GENE DEMBY: How can a family keep it's traumas from being past down from generation to generation? The answer for one family may lay on the tiny Alaskan community where their ancestors have lived for centuries.

HOMBRE: I remember my uncle saying, “here, take this 22 until you can shoot a grown squirrel through the eye you can hump with us”.

DEMBY: A story about what we inherit on this week Code Switch.

TERRY GROSS: This is Terry Gross, the host of Fresh Air. We do long form interviews with the people behind the best books, pop culture, journalism and more, so you can get to know the people whose work you love. You'll find Fresh Air on NPR One or wherever you get your podcasts.

ALARCÓN: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón.

Les quiero contar sobre mi tío Lucho. Estos son mis primos: César y Ciro.

CÉSAR: Mi tío es un tipo ingenioso.

CIRO: Era bien palabrero, bien hablador.

CÉSAR: Cada vez que se presenta ante alguien su frase es la siguiente, ¿no? : “Mi nombre es Luis Guzmán Segura, periodista colegiado”.

CIRO: Eh, lo de periodista colegiado habría que verificar cómo obtuvo la colegiatura, ¿no?, pero él siempre decía lo mismo. Era un tipo que usualmente lo que quería era hacerse el vivo, el payaso.

ALARCÓN: El tío Lucho era especial para nosotros. Lo queremos por ser divertido, gracioso. Tiene una voz gruesa y le encanta hacer chistes. En esa época, siempre usaba una chaqueta de cuero y lentes oscuros con marco dorado.

A principios de los años 80, mi tío tenía un programa de radio los domingos por la noche en Mollendo, un pueblo en la costa de Arequipa, a varias horas al sur de Lima.

CÉSAR: Se llamaba Marcas y Goles. Cuando mi tío habla enfatiza mucho la letra “s”. Decía: “Marcasss y Golesss”.

ALARCÓN: Era un programa deportivo, que bueno, en Perú significa ser un programa de fútbol.

Los días de partido, se iba en un bus a Lima con una grabadora. Cuando no tenía suficiente plata para pagar la entrada al estadio, se iba a la casa de mis primos, César y Ciro, y ahí veía el partido en su televisión a color, sentado en el sillón más cómodo de la sala. Le bajaba el volumen a la tele y empezaba a narrar las jugadas en su grabadora. Y para que se sintiera real, de vez en cuando mi tío decía:

CIRO: “¿Escuchan a la multitud?”. Y “pum”, subía el volumen y se escuchaba en el televisor, pues, la gente cuando gritaba…

ALARCÓN: Durante el medio tiempo, entrevistaba a Ciro, César y a Rafael —mi otro primo— como si fueran hinchas que había encontrado en las graderías. Ellos le seguían la corriente, contando emocionados los momentos más interesantes del partido, pronosticando la victoria para cualquier equipo que supuestamente apoyaban.

Pero no era todo. Mi tío Lucho incluso fingía estar en la cabina con los locutores de la televisión, y a veces hasta simulaba conversar con ellos. Agarraba su grabadora y…

CÉSAR: La pegaba al parlante del televisor y empezaba a grabar. De tal manera que parecía como que ambos realmente estuvieran juntos en la cabina de transmisión.

ALARCÓN: Le encantaba incluir los comentarios de Humberto Martínez Morosini, un periodista famoso, arequipeño. Es que mi familia paterna es de allá, y Morosini era el más querido de los locutores de la televisión nacional en esa época. Justo antes de que Martínez Morosini empezara a hablar, mi tío se acercaba al televisor…

CÉSAR: Y hacía una pequeña introducción. Algo así como: “Aquí estamos en la cabina de transmisión, codo a codo, con Humberto Martínez Morosini para que nos dé su comentario. ¡Adelante Humberto!”.

ALARCÓN: Y hacía su magia.

(SOUNDBITE DE PARTIDO)

HUMBERTO MARTÍNEZ MOROSINI: Nadie puede decir que no ha sido adulado por Lucho Reina. Cuando se cumplen 7:49 de esta primera etapa todo podía suceder. Y sucedió: bien Barbadillo, el trabajo inteligente de Leo Rojas proyectándose sobre aquel sector…

ALARCÓN: Cuando el partido terminaba, Lucho volvía a Mollendo, a la emisora, y sin editar el cassette, lo ponía al aire. Mis primos dicen que participar en esas dramatizaciones era la mejor forma de ver el partido. Te sentías como si fueras parte de algo especial.

Mi familia se mudó a Estados Unidos —a Birmingham, Alabama, para ser preciso— cuando yo tenía solo 3 años, o sea que mi educación futbolística fue un poco diferente a la de mis primos.

Los equipos de fútbol en los que yo jugué durante mi niñez gringa estaban llenos de chicos que no servían para ningún otro deporte. O eran demasiado pequeños para jugar al fútbol americano, demasiado bajitos para el básquet, o demasiado distraídos para soportar el tedio del béisbol.

Entrenábamos 2 veces por semana. Hacíamos las cosas que supongo que hacen todos los niños en entrenamientos alrededor del mundo: dribliábamos, dabamos pases largos, practicabamos controlar el balón. Pero en nuestro caso, el entrenador nos medía, nos ponía una nota, y cuando cumplíamos con el mínimo básico, nos daba como premio un parche. La idea era ganar varios. O todos.

Luego, nuestras mamás planchaban estos parches para pegarlos en las camisetas, como si fuéramos Boy Scouts.

Pero, a pesar de esto, me comparaba con mis compañeros y me consideraba un intelectual del fútbol. Simplemente por ser peruano. El país donde nací también se convirtió en mi apodo. En la cancha, mi nombre era “Perú”. Seguro empezó como bullying, pero se convirtió después en un motivo de orgullo personal. Me gustaba que me identificaran con mi país natal.

Había ido solo una vez al estadio en Lima, una experiencia que recuerdo más por lo que vi en la tribuna que por cualquier cosa que haya pasado en la cancha. Fuegos artificiales, cánticos y hinchas panzones sin camiseta a pesar del frío.

Esa visita al estadio me impactó, y sentía el fútbol como una especie de herencia. Era como uno de esos hipsters insoportables que hablan de una banda que ellos conocieron primero. Solo que tenía 9 años, y esa banda underground era nada menos que el deporte más popular del mundo.

La mayoría de mis compañeros de equipo nunca habían visto a un adulto jugar al fútbol, ni en persona ni en televisión. En los suburbios de Alabama, en los años 80, el fútbol era un juego de niños.

Cuando tenía 8 años, el entrenador del equipo de mi barrio decidió cambiar esto. Armó una biblioteca de videos, prestando cassettes de VHS donde había grabado partidos de algunas ligas europeas. Recuerdo que cada cassette venía marcado con lapicero: los equipos, la fecha del partido… Mi entrenador nos puso tarea. Debió haberse hartado de vernos correr por el campo como una nube de abejas. Quería que viéramos por lo menos un partido por semana.

Ahora tengo 41 años, y aunque sigo jugando, ahora paso más tiempo viendo fútbol por la tele. Cualquier fin de semana puedo elegir entre los mejores partidos del mundo, de las mejores ligas, y verlos en pantallas de todos los tamaños.

Mis amigos me envían links a videitos de las mejores jugadas, links que luego yo reenvío a otros amigos. Mi hijo de 12 años es más adicto que yo. Hasta que le cambié los settings en el teléfono recibía una alerta cada vez que había un gol en como 15 ligas diferentes. No exagero. Un sábado podría tener 100 notificaciones antes del almuerzo.

El año pasado, cuando Perú jugó contra Colombia, vimos el partido en nuestra televisión vía YouTube.

(SOUNDBITE DE PARTIDO)

LOCUTOR 1: Christian Cuevas, el centro de Carrillo para Paolo, ¡Paolo!

ALARCÓN: Mi esposa es colombiana y su hermana había venido a ver el partido con nosotros. Estábamos todos en la misma sala, frente a la misma pantalla, pero no estábamos viendo el mismo partido.

Ellas escuchaban en sus audífonos a los comentaristas colombianos, imaginándose que estaban en Bogotá. Yo miraba con mi teléfono en mano, mandándoles mensajes ansiosos de WhatsApp a mis primos en Lima, a un amigo en el estadio y a otro en Maine.

Cuando no aguantaba más, tuiteaba mi nerviosismo y me respondían docenas de peruanos igual de angustiados. Cuando Perú iba perdiendo por un gol y estaba casi afuera del Mundial, mi esposa, conmovida, me trajo un vaso de ron. Aparte de ese gesto, casi ni nos hablamos durante el partido. Solo cuando había terminado con un empate que servía a ambos equipos, volvimos a una especie de normalidad.

Ver un partido con Twitter es como verlo en un bar repleto de gente. Verlo por WhatsApp es como transportarse a la sala de un amigo. Verlo con ambos es un tipo de meditación, una sensación de estar en muchos lugares al mismo tiempo.

(SOUNDBITE DE CANCIÓN MUNDIAL MÉXICO 86)

CANCIÓN: ¡México! ¡México! ¡México! ¡México, México 86!

ALARCÓN: Mi primer Mundial fue México 86. Digo, el primero del que me recuerdo. Tenía 9 años. Fue también el primero de 8 torneos consecutivos a los cuales Perú no clasificaría. La verdad es que estaba tan cautivado por el espectáculo que apenas me di cuenta. Antes de ese verano, no sabía lo que era un Mundial, no tenía punto de comparación. No se me pasó por la cabeza que deberíamos estar ahí.

Más tarde, aprendí sobre nuestras tradiciones futbolísticas, sobre los elegantes equipos peruanos de los 70.

(SOUNDBITE DE PARTIDO)

LOCUTOR 1: Atención: J. J. Muñante, ¡Cubillas! ¡Gooooool! ¡Gooool Peruanoooo!...

ALARCÓN: Historias que mi padre y mis tíos compartían con orgullo, nostalgia, y cada vez más con un toque de melancolía. Nuestros héroes deportivos tenían nombres como Cubillas, Chumpitáz, Sotil, Oblitas…

(SOUNDBITE DE PARTIDO)

LOCUTOR 1: Vean ustedes el pase Muñante con la pierna derecha y ¡goooool peruano en el mismo sitio!

ALARCÓN: Pero ya eran viejos, glorias apagadas que nunca fueron reemplazadas. Mientras nuestra sequía de Mundiales se alargaba más y más, empezó a parecer que nunca íbamos a llegar. Un buen jugador podía aparecer por aquí o por allá, pero nos faltaba equipo.

No es fácil competir en Sudamérica, considerada por muchos como la región más difícil para clasificarse. 2 Mundiales sin Perú se convirtieron en 3. Estuvimos cerca en Francia 98, necesitando un empate con Chile en nuestro penúltimo partido. Viajamos a Santiago llenos de esperanza.

Y perdimos 4 a 0.

(SOUNDBITE DE PARTIDO)

LOCUTOR 1: Yo creo que Iván ahora se va mejorar más rápido para estar en la fiesta del 16 de noviembre. Con Marco Rezende dice que el partido ha terminado y Chile ha goleado a Perú.

ALARCÓN: En 2001 me mudé a Lima a estudiar literatura. Me junté con un grupo de estudiantes de arte —pintores, ilustradores, escultores— e incluso después de que dejé de ir a clases aún los visitaba, pasando largas tardes en el piso de cemento de un estrecho estudio que 2 de mis amigas compartían.

De este grupito salieron mis primeros amigos de verdad en Perú; es decir, los primeros que no eran familiares, y su aprobación significaba mucho para mí. Una tarde, mencioné que iría al estadio para ver a la selección. Era un partido de clasificación para Japón-Corea 2002, contra Uruguay.

Y el estudio se quedó en silencio.

“¿Qué vas a qué?”.

Recuerdo el coro de voces muy claramente: no vayas.

VOZ 1: Va a hacer frío.

VOZ 2: Es un estadio de porquería para un equipo malo.

VOZ 3: Te van a robar a la salida. Te prestaré mi cuchillo.

VOZ 4: Vamos a perder, lo sabes, ¿no? Siempre perdemos.

VOZ 5: No vamos a clasificar. ¿Estás loco? ALARCÓN: Recuerdo que me sonrojé. Al rato comenzaron a analizarme: mi conexión emocional con la selección era un efecto secundario de haberme criado en Estados Unidos. Todos estaban de acuerdo que si hubiera crecido aquí no me importaría. Quizá me hubiera gustado el básquet. Pero no el fútbol, que es tan ordinario. Estás exagerando para encajar, me decían. Seguro tienes un tatuaje de Inca en el pecho que te hiciste de adolescente para probarle a las gringas que no eras blanco. Y todos se rieron. Yo tengo ese tatuaje, por supuesto. Me lo hice a los 17 años. Fui al estadio de todos modos. Mis amigos tenían razón: perdimos 2 a 0. A veces, me siento poco auténtico: no totalmente estadounidense, no del todo peruano. Estoy seguro de que no soy el único inmigrante que enfrenta una versión de esto. Sientes que hay una parte de ti que se escapa, que se va borrando. Pierdes tu idioma. Tus gustos ya son los mismos que tienen tus amigos gringos. Y mientras tanto, tu país de origen es complicado, problemático, su política es opaca. Lo que sabes de tu país se formó en un par de visitas, pasando por el filtro de tus padres y familiares, influenciado por su nostalgia o su decepción, ocasionalmente por su rabia. Ser inmigrante veces se siente como un privilegio, como tener acceso a un mundo más interesante, más vívido. En otras ocasiones, es una molestia. Pero está siempre ahí: ese otro país, ocupando espacio en tu corazón, en tu cabeza. A veces te gustaría que fuera más sencillo explicar lo uno siente cuando oye la palabra “Perú”. Te aferras a esas cosas que parecen sencillas, que se sienten como expresiones puras de un amor tan complejo que no puedes expresarlo, ni siquiera a ti mismo. Lo que buscas es una forma de celebrar tu país, sin tener que explicar nada. Entonces, incluso cuando hubo —en términos objetivos— muy poco que celebrar, apoyar a la selección peruana de fútbol se me hacía necesario, una manera de recordarme a mí mismo quién era. Ya hemos mencionado del partido decisivo para el Perú, se jugó el 15 de noviembre de 2017, en el Estadio Nacional de Lima, contra Nueva Zelanda. Volé a Lima para ver el partido en el estadio. Mi teléfono sonó minutos después de que mi avión aterrizó: era mi amigo Julio contándome que 3 chamanes —un chino, un brasileño y un peruano— habían consultado sus oráculos y predijeron que Perú ganaría esa tarde. Normalmente no le creo mucho a los chamanes, pero en este caso me sentí aliviado. Todos los periódicos tenían la misma portada, por supuesto, toda noticia que no fuera de fútbol se ignoraba. En las calles parecía que todos llevaban la camiseta: niños en el paradero del bus, bebés en cochecitos, abuelas comprando fruta en la calle, vendedores de helado, un oficinista con pantalones y un blazer azul sobre la tradicional camiseta blanca con su banda roja. Vi a varios perros paseando con saquitos de la selección. De madrugada, a eso de las 2, algunos hinchas peruanos se habían reunido afuera del hotel donde la selección neozelandesa dormía, y organizaron una especie de espectáculo improvisado de fuegos artificiales. Más tarde, a eso de las 11, me despertó de la siesta un ruido terrible: eran 2 aviones de combate de la Fuerza Aérea sobrevolando Lima. (SOUNDBITE DE NOTICIERO) PERIODISTA: Pasa por encima de nosotros con el “¡Vamos Perú!” blanquirrojo. ¡Qué espectáculo esto! Así nomás no se ha visto, Pámela. ALARCÓN: Desde la ventana vi cómo cruzaban la ciudad, dando vueltas por el hotel donde los jugadores neozelandeses seguramente intentaban descansar. Más tarde, un portavoz del gobierno dijo que no había sido con la intención de intimidar a nuestros visitantes, que se trataba simplemente de las fuerzas aéreas ofreciendo un “respaldo supersónico” a la selección peruana. La parte inferior de las alas de los aviones había sido pintada de rojo y blanco. (SOUNDBITE AMBIENTE EN EL PARTIDO) HINCHAS: Olé, olé olé, cada día te quiero más… ALARCÓN: Esa noche, cuando los jugadores de Nueva Zelanda salieron del túnel para calentar, se veían un poco aturdidos, un poco abrumados. Muchos sacaron sus teléfonos, tomando selfies o haciendo videos de la escena: 40.000 peruanos a plena voz, todo el estadio de rojo y blanco. Con la excepción de unos pocos neozelandeses que jugaban profesionalmente en Europa, la mayoría no había visto nunca algo así. (SOUNDBITE AMBIENTE EN EL PARTIDO) HINCHAS: Este sentimiento/ no lo puedo parar./ Olé, olé olé/ olé olé, olé olá/ Olé, olé olé, cada día te quiero más… ALARCÓN: Los cantos en el estadio comenzaron 2 horas antes del pitazo inicial y no pararían hasta más de una hora después del final del partido. Era una forma de alejar los nervios, pero aún sentía cómo la tensión iba acumulándose en mis hombros. 36 años es mucho tiempo. Afortunadamente, nuestros jugadores estaban menos nerviosos que yo: sólo 2 minutos después de la patada inicial, golpeamos el travesaño. Después de eso, la presión ofensiva no se detuvo hasta que… (SOUNDBITE DE PARTIDO) LOCUTOR 1: Gana Trauco, y ahora sí, ahora sí, la va a encontrar Cuevas con espacio, y la baja Cuevas para gambetear… ALARCÓN: Un contraataque relámpago por el lado izquierdo rematado por un cañonazo del delantero Jefferson Farfán. (SOUNDBITE DE PARTIDO) LOCUTORES: ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ALARCÓN: La pelota estiró la red y el estadio explotó. Farfán corrió hacia la línea lateral, donde se desplomó, abrumado por la emoción, sollozando. Mucha gente lloraba. (SOUNDBITE DE PARTIDO) LOCUTOR 1: ¡Goooool! ¡Goooool peruano! ALARCÓN: Yo lloré. Anotamos de nuevo en el segundo tiempo y ya estaba. El silbato final sonó poco después de las 11 hora local; un triunfo, pero también un exorcismo. Salí del estadio de madrugada con una sensación de alegría, catarsis y euforia. En un parque cerca del estadio, la gente cantaba y bailaba y se trepaba a las estatuas de héroes peruanos olvidados, estirando las camisetas de la selección sobre sus torsos de piedra, amarrando bufandas rojas alrededor de los cuellos de los monumentos. Más tarde, cerca del parque Kennedy, en Miraflores, vi pasar un camión de policías, sus puertas laterales abiertas, hinchas borrachos cantando desde adentro, retorciéndose y gritando como animales enjaulados. Encima, sobre el techo, algunos fans saltaban de un lado a otro mientras el camión avanzaba. HANS: Cuando llegamos al parque Kennedy habían diferentes barras que se habían formado con bombos, había gente sentada en una tina de baño que la estaban pasando por el medio de la pista que gente la cargaba. Fue una locura. ALARCÓN: Este es Hans, uno de los que estaba encima de ese camión de policías. (SOUNDBITE DE VIDEO) HINCHAS: ¡Oh, vamos peruanos! ALARCÓN: Al ver el camión de policías lleno de gente, Hans miró a su amigo Santiago, y… HANS: Yo le digo: “Oye, ya fue, vamos arriba”. Y empezamos a correr y yo, sin dar vuelta atrás, supuse que mi amigo me estaba siguiendo. Me trepé encima del camión y lo ayudé a subirse también. Y de la nada ya estábamos saltando encima, la gente filmaba, todo el mundo cantaba, fue increíble. Fue increíble. Era nuestro momento de felicidad, de… de un arranque de emoción que nos obligó a ser esa locura, ¿no? ALARCÓN: Y desde ahí, arriba de ese camión, mientras avanzaban lento, Hans y Santiago cantaban, animando a la multitud que rodeaba la calle: (SOUNDBITE DE VIDEO) HINCHAS: O, le le/ O, la la/ ¡Nos vamos para Rusia! ¿Qué chucha va a pasar? ALARCÓN: O, le le/ O, la la/ ¡Nos vamos para Rusia! ¿Qué chucha va a pasar? (SOUNDBITE DE VIDEO) HINCHAS: O, le lé; O, la la; ¡Nos vamos para Rusia! ¿Qué chucha va a pasar? ALARCÓN: He esperado toda la vida para hacerme esa pregunta. (SOUNDBITE DE VIDEO) HINCHAS: ¡Nos vamos para Rusia! ¿Qué chucha va a pasar?/ O, le lé; O, la la; ¡Nos vamos para Rusia! ¿Qué chucha va a pasar? ALARCÓN: Esta historia fue producida por mí con la ayuda de Luis Fernando Vargas, y editada por Camila Segura. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri. Gracias a mis primos César y Ciro. Nada para Rafael que nunca me mandó un solo audio, caramba. Ya te lo voy a cobrar. Gracias a nuestra amiga, Fe Martínez, por compartir su historia con nosotros. Gracias a Sabrina Duque que nos ayudó con traducciones, y Sheila Alvarado, Vanadis Phumpiú, Diego Salazar y Julio Villanueva Chang, que leyeron las voces de mis amigos. Una versión de este ensayo se publicó en inglés en The New Yorker. Tendremos un link en nuestra página web. Esta semana se incorporan dos nuevas voces al equipo. Recibimos más de 500 postulantes de toda América Latina, Estados Unidos y el mundo. Estamos muy felices de anunciar que nuestras pasantes son Lisette Arévalo, de Ecuador, y Victoria Estrada, de México. ¡Bienvenidas! El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Jorge Caraballo, Patrick Mosley, Barbara Sawhill, Luis Trelles, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa, y Silvia Viñas. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. Nos falta solo un episodio en esta temporada, ¿lo pueden creer? Pero no se pongan tristes porque todos los archivos —más de 100 episodios— están en nuestra página web, radioambulante.org. Y bueno, una cosita más antes de despedirme: espero que todos disfruten del Mundial y que gane un equipo latinoamericano. Entonces, como siempre: Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.


Perú campeón (2) Peru Meister (2) Peru champion (2) Champion du Pérou (2) ペルーチャンピオン (2)

Y 1, 2, 3, respira [inhala], no queda otra. And 1, 2, 3, breathe [inhale], there is no other.

Ella lo que más quiere es que disfrutes esto. What she wants most is for you to enjoy this. Y creo que al final esa es la mejor forma de… de recordarla. And I think in the end that's the best way to ... remember her.

ALARCÓN: Una pausa y volvemos. ALARCON: A pause and we'll be back.

COMERCIAL: Este mensaje viene de Squarespace, patrocinador de NPR. Si estás listo para empezar tu nuevo negocio, obtén un dominio único y crea una bonita página web con el apoyo del galardonado servicio al cliente, que está disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana. If you're ready to start your new business, get a unique domain and create a beautiful website supported by award-winning customer service, which is available 24 hours a day, 7 days a week. Ingresa a Squarespace.com/RADIO y obtén prueba gratuita. Log in to Squarespace.com/RADIO and get a free trial. Y cuando estés listo para lanzar tu página, usa el código RADIO para ahorrarte 10 por ciento en la compra de tu primer sitio web o dominio. And when you're ready to launch your site, use the code RADIO to save 10 percent on the purchase of your first website or domain name. Imagínalo. Suéñalo. Dream it. Hazlo. Do. Con Squarespace.

GENE DEMBY: How can a family keep it's traumas from being past down from generation to generation? GENE DEMBY: How can a family keep it's traumas from being past down from generation to generation? The answer for one family may lay on the tiny Alaskan community where their ancestors have lived for centuries.

HOMBRE: I remember my uncle saying, “here, take this 22 until you can shoot a grown squirrel through the eye you can hump with us”.

DEMBY: A story about what we inherit on this week Code Switch.

TERRY GROSS: This is Terry Gross, the host of Fresh Air. We do long form interviews with the people behind the best books, pop culture, journalism and more, so you can get to know the people whose work you love. You'll find Fresh Air on NPR One or wherever you get your podcasts.

ALARCÓN: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. ALARCÓN: We are back on Radio Ambulante, this is Daniel Alarcón.

Les quiero contar sobre mi tío Lucho. I want to tell you about my uncle Lucho. Estos son mis primos: César y Ciro.

CÉSAR: Mi tío es un tipo ingenioso. CÉSAR: My uncle is a witty guy.

CIRO: Era bien palabrero, bien hablador. CIRO: He was very talkative, very talkative.

CÉSAR: Cada vez que se presenta ante alguien su frase es la siguiente, ¿no? CÉSAR: Every time you introduce yourself to someone your phrase is the following, isn't it? : “Mi nombre es Luis Guzmán Segura, periodista colegiado”. : "My name is Luis Guzmán Segura, a collegiate journalist."

CIRO: Eh, lo de periodista colegiado habría que verificar cómo obtuvo la colegiatura, ¿no?, pero él siempre decía lo mismo. CIRO: Eh, the collegiate journalist would have to verify how he obtained the tuition, right ?, but he always said the same thing. Era un tipo que usualmente lo que quería era hacerse el vivo, el payaso. He was a guy who usually wanted to play the clown.

ALARCÓN: El tío Lucho era especial para nosotros. Lo queremos por ser divertido, gracioso. We love him for being fun, funny. Tiene una voz gruesa y le encanta hacer chistes. He has a thick voice and loves to make jokes. En esa época, siempre usaba una chaqueta de cuero y lentes oscuros con marco dorado. At that time, he always wore a leather jacket and dark glasses with gold frames.

A principios de los años 80, mi tío tenía un programa de radio los domingos por la noche en Mollendo, un pueblo en la costa de Arequipa, a varias horas al sur de Lima. In the early 1980s, my uncle had a Sunday night radio program in Mollendo, a town on the coast of Arequipa, several hours south of Lima.

CÉSAR: Se llamaba Marcas y Goles. CÉSAR: It was called Marks and Goals. Cuando mi tío habla enfatiza mucho la letra “s”. When my uncle speaks he emphasizes the letter "s" a lot. Decía: “Marcasss y Golesss”. It said: "Marcasss y Golesss".

ALARCÓN: Era un programa deportivo, que bueno, en Perú significa ser un programa de fútbol. ALARCÓN: It was a sports program, which in Peru means to be a soccer program.

Los días de partido, se iba en un bus a Lima con una grabadora. On match days, he would take a bus to Lima with a tape recorder. Cuando no tenía suficiente plata para pagar la entrada al estadio, se iba a la casa de mis primos, César y Ciro, y ahí veía el partido en su televisión a color, sentado en el sillón más cómodo de la sala. When he didn't have enough money to pay for a ticket to the stadium, he would go to my cousins' house, César and Ciro, and there he would watch the game on their color TV, sitting in the most comfortable armchair in the living room. Le bajaba el volumen a la tele y empezaba a narrar las jugadas en su grabadora. He would turn down the volume on the TV and start narrating the plays on his tape recorder. Y para que se sintiera real, de vez en cuando mi tío decía: And to make it feel real, every now and then my uncle would say:

CIRO: “¿Escuchan a la multitud?”. CIRO: "Do you hear the crowd?". Y “pum”, subía el volumen y se escuchaba en el televisor, pues, la gente cuando gritaba… And “bang”, the volume went up and it was heard on the television, well, when people shouted…

ALARCÓN: Durante el medio tiempo, entrevistaba a Ciro, César y a Rafael —mi otro primo— como si fueran hinchas que había encontrado en las graderías. ALARCÓN: During halftime, I interviewed Ciro, César and Rafael -my other cousin- as if they were fans I had met in the stands. Ellos le seguían la corriente, contando emocionados los momentos más interesantes del partido, pronosticando la victoria para cualquier equipo que supuestamente apoyaban. They humored him, excitedly recounting the game's most interesting moments, predicting victory for whichever team they supposedly supported.

Pero no era todo. But that was not all. Mi tío Lucho incluso fingía estar en la cabina con los locutores de la televisión, y a veces hasta simulaba conversar con ellos. My uncle Lucho even pretended to be in the booth with the TV announcers, and sometimes even pretended to talk to them. Agarraba su grabadora y… He grabbed his tape recorder and…

CÉSAR: La pegaba al parlante del televisor y empezaba a grabar. CÉSAR: I would stick it to the television speaker and start recording. De tal manera que parecía como que ambos realmente estuvieran juntos en la cabina de transmisión. In such a way that it seemed as if the two of them really were together in the transmission cabin.

ALARCÓN: Le encantaba incluir los comentarios de Humberto Martínez Morosini, un periodista famoso, arequipeño. ALARCÓN: He loved to include the comments of Humberto Martínez Morosini, a famous journalist from Arequipa. Es que mi familia paterna es de allá, y Morosini era el más querido de los locutores de la televisión nacional en esa época. It's because my paternal family is from there, and Morosini was the most beloved of the national television announcers at that time. Justo antes de que Martínez Morosini empezara a hablar, mi tío se acercaba al televisor… Just before Martinez Morosini began to speak, my uncle approached the television set....

CÉSAR: Y hacía una pequeña introducción. CÉSAR: And I was making a small introduction. Algo así como: “Aquí estamos en la cabina de transmisión, codo a codo, con Humberto Martínez Morosini para que nos dé su comentario. Something like: “Here we are in the broadcast booth, side by side, with Humberto Martínez Morosini so that he can give us his comment. ¡Adelante Humberto!”. Go ahead Umberto!”

ALARCÓN: Y hacía su magia. ALARCÓN: And he worked his magic.

(SOUNDBITE DE PARTIDO)

HUMBERTO MARTÍNEZ MOROSINI: Nadie puede decir que no ha sido adulado por Lucho Reina. HUMBERTO MARTÍNEZ MOROSINI: Nobody can say that they haven't been flattered by Lucho Reina. Cuando se cumplen 7:49 de esta primera etapa todo podía suceder. At 7:49 of this first stage, anything could happen. Y sucedió: bien Barbadillo, el trabajo inteligente de Leo Rojas proyectándose sobre aquel sector… And it happened: well Barbadillo, the intelligent work of Leo Rojas projecting himself on that sector...

ALARCÓN: Cuando el partido terminaba, Lucho volvía a Mollendo, a la emisora, y sin editar el cassette, lo ponía al aire. ALARCÓN: When the game was over, Lucho returned to Mollendo, to the radio station, and without editing the cassette, he put it on the air. Mis primos dicen que participar en esas dramatizaciones era la mejor forma de ver el partido. My cousins say that participating in those skits was the best way to watch the game. Te sentías como si fueras parte de algo especial. You felt like you were part of something special.

Mi familia se mudó a Estados Unidos —a Birmingham, Alabama, para ser preciso— cuando yo tenía solo 3 años, o sea que mi educación futbolística fue un poco diferente a la de mis primos. My family moved to the United States – to Birmingham, Alabama, to be precise – when I was only 3 years old, so my football upbringing was a bit different from that of my cousins.

Los equipos de fútbol en los que yo jugué durante mi niñez gringa estaban llenos de chicos que no servían para ningún otro deporte. The soccer teams I played for during my gringo childhood were full of kids who weren't fit for any other sport. O eran demasiado pequeños para jugar al fútbol americano, demasiado bajitos para el básquet, o demasiado distraídos para soportar el tedio del béisbol.

Entrenábamos 2 veces por semana. We trained twice a week. Hacíamos las cosas que supongo que hacen todos los niños en entrenamientos alrededor del mundo: dribliábamos, dabamos pases largos, practicabamos controlar el balón. We did the things that I guess all kids do in training around the world: we dribbled, we made long passes, we practiced controlling the ball. Pero en nuestro caso, el entrenador nos medía, nos ponía una nota, y cuando cumplíamos con el mínimo básico, nos daba como premio un parche. But in our case, the coach measured us, gave us a grade, and when we met the basic minimum, he gave us a patch as a reward. La idea era ganar varios. The idea was to win several. O todos. Or all.

Luego, nuestras mamás planchaban estos parches para pegarlos en las camisetas, como si fuéramos Boy Scouts. Then, our moms would iron these patches to stick on our T-shirts, as if we were Boy Scouts.

Pero, a pesar de esto, me comparaba con mis compañeros y me consideraba un intelectual del fútbol. But despite this, I compared myself to my peers and considered myself a football intellectual. Simplemente por ser peruano. Simply for being Peruvian. El país donde nací también se convirtió en mi apodo. The country where I was born also became my nickname. En la cancha, mi nombre era “Perú”. On the court, my name was "Peru". Seguro empezó como bullying, pero se convirtió después en un motivo de orgullo personal. Sure it started as bullying, but it later became a source of personal pride. Me gustaba que me identificaran con mi país natal. I liked to be identified with my native country.

Había ido solo una vez al estadio en Lima, una experiencia que recuerdo más por lo que vi en la tribuna que por cualquier cosa que haya pasado en la cancha. I had only been to the stadium once in Lima, an experience I remember more for what I saw in the stands than for anything that happened on the pitch. Fuegos artificiales, cánticos y hinchas panzones sin camiseta a pesar del frío. Fireworks, chants and potbellied fans without shirts despite the cold.

Esa visita al estadio me impactó, y sentía el fútbol como una especie de herencia. Era como uno de esos hipsters insoportables que hablan de una banda que ellos conocieron primero. It was like one of those obnoxious hipsters who talk about a band they knew first. Solo que tenía 9 años, y esa banda underground era nada menos que el deporte más popular del mundo.

La mayoría de mis compañeros de equipo nunca habían visto a un adulto jugar al fútbol, ni en persona ni en televisión. En los suburbios de Alabama, en los años 80, el fútbol era un juego de niños.

Cuando tenía 8 años, el entrenador del equipo de mi barrio decidió cambiar esto. Armó una biblioteca de videos, prestando cassettes de VHS donde había grabado partidos de algunas ligas europeas. He put together a video library, borrowing VHS cassettes where he had recorded matches from some European leagues. Recuerdo que cada cassette venía marcado con lapicero: los equipos, la fecha del partido… Mi entrenador nos puso tarea. I remember that each cassette was marked with a pen: the teams, the date of the game... My coach gave us homework. Debió haberse hartado de vernos correr por el campo como una nube de abejas. He must have had enough of watching us run across the field like a cloud of bees. Quería que viéramos por lo menos un partido por semana. He wanted us to watch at least one game a week.

Ahora tengo 41 años, y aunque sigo jugando, ahora paso más tiempo viendo fútbol por la tele. Cualquier fin de semana puedo elegir entre los mejores partidos del mundo, de las mejores ligas, y verlos en pantallas de todos los tamaños.

Mis amigos me envían links a videitos de las mejores jugadas, links que luego yo reenvío a otros amigos. Mi hijo de 12 años es más adicto que yo. Hasta que le cambié los settings en el teléfono recibía una alerta cada vez que había un gol en como 15 ligas diferentes. Until I changed the settings on the phone, I received an alert every time there was a goal in like 15 different leagues. No exagero. Un sábado podría tener 100 notificaciones antes del almuerzo.

El año pasado, cuando Perú jugó contra Colombia, vimos el partido en nuestra televisión vía YouTube.

(SOUNDBITE DE PARTIDO)

LOCUTOR 1: Christian Cuevas, el centro de Carrillo para Paolo, ¡Paolo!

ALARCÓN: Mi esposa es colombiana y su hermana había venido a ver el partido con nosotros. Estábamos todos en la misma sala, frente a la misma pantalla, pero no estábamos viendo el mismo partido.

Ellas escuchaban en sus audífonos a los comentaristas colombianos, imaginándose que estaban en Bogotá. Yo miraba con mi teléfono en mano, mandándoles mensajes ansiosos de WhatsApp a mis primos en Lima, a un amigo en el estadio y a otro en Maine. I watched with my phone in hand, sending anxious WhatsApp messages to my cousins in Lima, to a friend in the stadium and to another in Maine.

Cuando no aguantaba más, tuiteaba mi nerviosismo y me respondían docenas de peruanos igual de angustiados. When I couldn't take it anymore, I tweeted my nervousness and dozens of Peruvians responded as equally distressed. Cuando Perú iba perdiendo por un gol y estaba casi afuera del Mundial, mi esposa, conmovida, me trajo un vaso de ron. When Peru was losing by one goal and was almost out of the World Cup, my wife, moved, brought me a glass of rum. Aparte de ese gesto, casi ni nos hablamos durante el partido. Solo cuando había terminado con un empate que servía a ambos equipos, volvimos a una especie de normalidad. Only when it had ended with a tie that served both teams did we return to a kind of normalcy.

Ver un partido con Twitter es como verlo en un bar repleto de gente. Watching a game with Twitter is like watching it in a crowded bar. Verlo por WhatsApp es como transportarse a la sala de un amigo. Verlo con ambos es un tipo de meditación, una sensación de estar en muchos lugares al mismo tiempo.

(SOUNDBITE DE CANCIÓN MUNDIAL MÉXICO 86)

CANCIÓN: ¡México! ¡México! ¡México! ¡México, México 86!

ALARCÓN: Mi primer Mundial fue México 86. Digo, el primero del que me recuerdo. Tenía 9 años. Fue también el primero de 8 torneos consecutivos a los cuales Perú no clasificaría. It was also the first of 8 consecutive tournaments that Peru would not qualify for. La verdad es que estaba tan cautivado por el espectáculo que apenas me di cuenta. The truth is, I was so captivated by the show that I hardly noticed. Antes de ese verano, no sabía lo que era un Mundial, no tenía punto de comparación. No se me pasó por la cabeza que deberíamos estar ahí. It didn't occur to me that we should be there.

Más tarde, aprendí sobre nuestras tradiciones futbolísticas, sobre los elegantes equipos peruanos de los 70. Later, I learned about our football traditions, about the elegant Peruvian teams of the 70s.

(SOUNDBITE DE PARTIDO)

LOCUTOR 1: Atención: J. J. Muñante, ¡Cubillas! ¡Gooooool! ¡Gooool Peruanoooo!...

ALARCÓN: Historias que mi padre y mis tíos compartían con orgullo, nostalgia, y cada vez más con un toque de melancolía. Nuestros héroes deportivos tenían nombres como Cubillas, Chumpitáz, Sotil, Oblitas…

(SOUNDBITE DE PARTIDO)

LOCUTOR 1: Vean ustedes el pase Muñante con la pierna derecha y ¡goooool peruano en el mismo sitio!

ALARCÓN: Pero ya eran viejos, glorias apagadas que nunca fueron reemplazadas. (ALARCÓN): But they were old, faded glories that were never replaced. Mientras nuestra sequía de Mundiales se alargaba más y más, empezó a parecer que nunca íbamos a llegar. As our World Cup drought lengthened more and more, it began to seem like we were never going to make it. Un buen jugador podía aparecer por aquí o por allá, pero nos faltaba equipo. A good player could appear here or there, but we lacked equipment.

No es fácil competir en Sudamérica, considerada por muchos como la región más difícil para clasificarse. It is not easy to compete in South America, considered by many to be the most difficult region to qualify for. 2 Mundiales sin Perú se convirtieron en 3. 2 World Cups without Peru became 3. Estuvimos cerca en Francia 98, necesitando un empate con Chile en nuestro penúltimo partido. We were close at France 98, needing a draw with Chile in our penultimate match. Viajamos a Santiago llenos de esperanza.

Y perdimos 4 a 0.

(SOUNDBITE DE PARTIDO)

LOCUTOR 1: Yo creo que Iván ahora se va mejorar más rápido para estar en la fiesta del 16 de noviembre. ANNOUNCER 1: I think Iván is going to get better now faster to be at the party on November 16. Con Marco Rezende dice que el partido ha terminado y Chile ha goleado a Perú. With Marco Rezende he says that the game is over and Chile has thrashed Peru.

ALARCÓN: En 2001 me mudé a Lima a estudiar literatura. Me junté con un grupo de estudiantes de arte —pintores, ilustradores, escultores— e incluso después de que dejé de ir a clases aún los visitaba, pasando largas tardes en el piso de cemento de un estrecho estudio que 2 de mis amigas compartían. I hung out with a group of art students—painters, illustrators, sculptors—and even after I stopped going to class I still visited them, spending long afternoons on the cement floor of a cramped studio that 2 of my friends shared.

De este grupito salieron mis primeros amigos de verdad en Perú; es decir, los primeros que no eran familiares, y su aprobación significaba mucho para mí. From this group my first real friends in Peru came out; that is, the first ones that were unfamiliar, and their approval meant a lot to me. Una tarde, mencioné que iría al estadio para ver a la selección. Era un partido de clasificación para Japón-Corea 2002, contra Uruguay. It was a qualifying match for Japan-Korea 2002, against Uruguay.

Y el estudio se quedó en silencio. And the studio was silent.

“¿Qué vas a qué?”. "What are you going to what?"

Recuerdo el coro de voces muy claramente: no vayas. I remember the chorus of voices very clearly: don't go.

VOZ 1: Va a hacer frío. VOICE 1: It's going to be cold.

VOZ 2: Es un estadio de porquería para un equipo malo. VOICE 2: It is a filthy stadium for a bad team.

VOZ 3: Te van a robar a la salida. VOICE 3: They're going to rob you on the way out. Te prestaré mi cuchillo. I will lend you my knife.

VOZ 4: Vamos a perder, lo sabes, ¿no? VOICE 4: We're going to lose, you know that, right? Siempre perdemos.

VOZ 5: No vamos a clasificar. ¿Estás loco? ALARCÓN: Recuerdo que me sonrojé. Al rato comenzaron a analizarme: mi conexión emocional con la selección era un efecto secundario de haberme criado en Estados Unidos. Todos estaban de acuerdo que si hubiera crecido aquí no me importaría. Quizá me hubiera gustado el básquet. Pero no el fútbol, que es tan ordinario. Estás exagerando para encajar, me decían. Seguro tienes un tatuaje de Inca en el pecho que te hiciste de adolescente para probarle a las gringas que no eras blanco. Y todos se rieron. Yo tengo ese tatuaje, por supuesto. Me lo hice a los 17 años. Fui al estadio de todos modos. Mis amigos tenían razón: perdimos 2 a 0. A veces, me siento poco auténtico: no totalmente estadounidense, no del todo peruano. Estoy seguro de que no soy el único inmigrante que enfrenta una versión de esto. Sientes que hay una parte de ti que se escapa, que se va borrando. Pierdes tu idioma. Tus gustos ya son los mismos que tienen tus amigos gringos. Y mientras tanto, tu país de origen es complicado, problemático, su política es opaca. Lo que sabes de tu país se formó en un par de visitas, pasando por el filtro de tus padres y familiares, influenciado por su nostalgia o su decepción, ocasionalmente por su rabia. Ser inmigrante veces se siente como un privilegio, como tener acceso a un mundo más interesante, más vívido. En otras ocasiones, es una molestia. Pero está siempre ahí: ese otro país, ocupando espacio en tu corazón, en tu cabeza. A veces te gustaría que fuera más sencillo explicar lo uno siente cuando oye la palabra “Perú”. Te aferras a esas cosas que parecen sencillas, que se sienten como expresiones puras de un amor tan complejo que no puedes expresarlo, ni siquiera a ti mismo. Lo que buscas es una forma de celebrar tu país, sin tener que explicar nada. Entonces, incluso cuando hubo —en términos objetivos— muy poco que celebrar, apoyar a la selección peruana de fútbol se me hacía necesario, una manera de recordarme a mí mismo quién era. Ya hemos mencionado del partido decisivo para el Perú, se jugó el 15 de noviembre de 2017, en el Estadio Nacional de Lima, contra Nueva Zelanda. Volé a Lima para ver el partido en el estadio. Mi teléfono sonó minutos después de que mi avión aterrizó: era mi amigo Julio contándome que 3 chamanes —un chino, un brasileño y un peruano— habían consultado sus oráculos y predijeron que Perú ganaría esa tarde. Normalmente no le creo mucho a los chamanes, pero en este caso me sentí aliviado. Todos los periódicos tenían la misma portada, por supuesto, toda noticia que no fuera de fútbol se ignoraba. En las calles parecía que todos llevaban la camiseta: niños en el paradero del bus, bebés en cochecitos, abuelas comprando fruta en la calle, vendedores de helado, un oficinista con pantalones y un blazer azul sobre la tradicional camiseta blanca con su banda roja. Vi a varios perros paseando con saquitos de la selección. De madrugada, a eso de las 2, algunos hinchas peruanos se habían reunido afuera del hotel donde la selección neozelandesa dormía, y organizaron una especie de espectáculo improvisado de fuegos artificiales. Más tarde, a eso de las 11, me despertó de la siesta un ruido terrible: eran 2 aviones de combate de la Fuerza Aérea sobrevolando Lima. (SOUNDBITE DE NOTICIERO) PERIODISTA: Pasa por encima de nosotros con el “¡Vamos Perú!” blanquirrojo. ¡Qué espectáculo esto! Así nomás no se ha visto, Pámela. ALARCÓN: Desde la ventana vi cómo cruzaban la ciudad, dando vueltas por el hotel donde los jugadores neozelandeses seguramente intentaban descansar. Más tarde, un portavoz del gobierno dijo que no había sido con la intención de intimidar a nuestros visitantes, que se trataba simplemente de las fuerzas aéreas ofreciendo un “respaldo supersónico” a la selección peruana. La parte inferior de las alas de los aviones había sido pintada de rojo y blanco. (SOUNDBITE AMBIENTE EN EL PARTIDO) HINCHAS: Olé, olé olé, cada día te quiero más… ALARCÓN: Esa noche, cuando los jugadores de Nueva Zelanda salieron del túnel para calentar, se veían un poco aturdidos, un poco abrumados. Muchos sacaron sus teléfonos, tomando selfies o haciendo videos de la escena: 40.000 peruanos a plena voz, todo el estadio de rojo y blanco. Con la excepción de unos pocos neozelandeses que jugaban profesionalmente en Europa, la mayoría no había visto nunca algo así. (SOUNDBITE AMBIENTE EN EL PARTIDO) HINCHAS: Este sentimiento/ no lo puedo parar./ Olé, olé olé/ olé olé, olé olá/ Olé, olé olé, cada día te quiero más… ALARCÓN: Los cantos en el estadio comenzaron 2 horas antes del pitazo inicial y no pararían hasta más de una hora después del final del partido. Era una forma de alejar los nervios, pero aún sentía cómo la tensión iba acumulándose en mis hombros. 36 años es mucho tiempo. Afortunadamente, nuestros jugadores estaban menos nerviosos que yo: sólo 2 minutos después de la patada inicial, golpeamos el travesaño. Después de eso, la presión ofensiva no se detuvo hasta que… (SOUNDBITE DE PARTIDO) LOCUTOR 1: Gana Trauco, y ahora sí, ahora sí, la va a encontrar Cuevas con espacio, y la baja Cuevas para gambetear… ALARCÓN: Un contraataque relámpago por el lado izquierdo rematado por un cañonazo del delantero Jefferson Farfán. (SOUNDBITE DE PARTIDO) LOCUTORES: ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ALARCÓN: La pelota estiró la red y el estadio explotó. Farfán corrió hacia la línea lateral, donde se desplomó, abrumado por la emoción, sollozando. Mucha gente lloraba. (SOUNDBITE DE PARTIDO) LOCUTOR 1: ¡Goooool! ¡Goooool peruano! ALARCÓN: Yo lloré. Anotamos de nuevo en el segundo tiempo y ya estaba. El silbato final sonó poco después de las 11 hora local; un triunfo, pero también un exorcismo. Salí del estadio de madrugada con una sensación de alegría, catarsis y euforia. En un parque cerca del estadio, la gente cantaba y bailaba y se trepaba a las estatuas de héroes peruanos olvidados, estirando las camisetas de la selección sobre sus torsos de piedra, amarrando bufandas rojas alrededor de los cuellos de los monumentos. Más tarde, cerca del parque Kennedy, en Miraflores, vi pasar un camión de policías, sus puertas laterales abiertas, hinchas borrachos cantando desde adentro, retorciéndose y gritando como animales enjaulados. Encima, sobre el techo, algunos fans saltaban de un lado a otro mientras el camión avanzaba. HANS: Cuando llegamos al parque Kennedy habían diferentes barras que se habían formado con bombos, había gente sentada en una tina de baño que la estaban pasando por el medio de la pista que gente la cargaba. Fue una locura. ALARCÓN: Este es Hans, uno de los que estaba encima de ese camión de policías. (SOUNDBITE DE VIDEO) HINCHAS: ¡Oh, vamos peruanos! ALARCÓN: Al ver el camión de policías lleno de gente, Hans miró a su amigo Santiago, y… HANS: Yo le digo: “Oye, ya fue, vamos arriba”. Y empezamos a correr y yo, sin dar vuelta atrás, supuse que mi amigo me estaba siguiendo. Me trepé encima del camión y lo ayudé a subirse también. Y de la nada ya estábamos saltando encima, la gente filmaba, todo el mundo cantaba, fue increíble. Fue increíble. Era nuestro momento de felicidad, de… de un arranque de emoción que nos obligó a ser esa locura, ¿no? ALARCÓN: Y desde ahí, arriba de ese camión, mientras avanzaban lento, Hans y Santiago cantaban, animando a la multitud que rodeaba la calle: (SOUNDBITE DE VIDEO) HINCHAS: O, le le/ O, la la/ ¡Nos vamos para Rusia! ¿Qué chucha va a pasar? ALARCÓN: O, le le/ O, la la/ ¡Nos vamos para Rusia! ¿Qué chucha va a pasar? (SOUNDBITE DE VIDEO) HINCHAS: O, le lé; O, la la; ¡Nos vamos para Rusia! ¿Qué chucha va a pasar? ALARCÓN: He esperado toda la vida para hacerme esa pregunta. (SOUNDBITE DE VIDEO) HINCHAS: ¡Nos vamos para Rusia! ¿Qué chucha va a pasar?/ O, le lé; O, la la; ¡Nos vamos para Rusia! ¿Qué chucha va a pasar? ALARCÓN: Esta historia fue producida por mí con la ayuda de Luis Fernando Vargas, y editada por Camila Segura. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri. Gracias a mis primos César y Ciro. Nada para Rafael que nunca me mandó un solo audio, caramba. Ya te lo voy a cobrar. Gracias a nuestra amiga, Fe Martínez, por compartir su historia con nosotros. Gracias a Sabrina Duque que nos ayudó con traducciones, y Sheila Alvarado, Vanadis Phumpiú, Diego Salazar y Julio Villanueva Chang, que leyeron las voces de mis amigos. Una versión de este ensayo se publicó en inglés en The New Yorker. Tendremos un link en nuestra página web. Esta semana se incorporan dos nuevas voces al equipo. Recibimos más de 500 postulantes de toda América Latina, Estados Unidos y el mundo. Estamos muy felices de anunciar que nuestras pasantes son Lisette Arévalo, de Ecuador, y Victoria Estrada, de México. ¡Bienvenidas! El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Jorge Caraballo, Patrick Mosley, Barbara Sawhill, Luis Trelles, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa, y Silvia Viñas. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. Nos falta solo un episodio en esta temporada, ¿lo pueden creer? Pero no se pongan tristes porque todos los archivos —más de 100 episodios— están en nuestra página web, radioambulante.org. Y bueno, una cosita más antes de despedirme: espero que todos disfruten del Mundial y que gane un equipo latinoamericano. Entonces, como siempre: Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.