El juez (2)
Y bueno, Quiché, el departamento donde trabaja Zapeta, fue una de las zonas más afectadas por la guerra. Después de 14 años de negociaciones, la guerrilla y los militares firmaron un acuerdo de paz en 1996. Desde entonces ha habido convenios, dos referéndums y mucha controversia. Pero hoy en día, esta es la situación: según la Constitución, el único responsable de administrar la justicia es el Estado. Lo cual significa que Juan Zapeta, a pesar del respeto y de la autoridad que puede tener dentro de su comunidad, legalmente está en un área gris.
No solo él, obviamente. Sino todo el sistema de justicia maya. Pero para muchos indígenas la constitución tiene menos importancia que la tradición.
Entonces, esa ambigüedad legal, también es una ambigüedad en la práctica. Por ejemplo: en Quiché cuando una persona es detenida puede ser juzgada de cualquiera de estas dos formas. Pero es la víctima y la comunidad, quienes deciden ante qué juez llevan su denuncia.
Pero esta situación tiene algunas excepciones: como en el sistema maya no existe ni la cárcel, ni la pena de muerte, la víctima —si quiere alguna de estas dos opciones— puede acudir al sistema oficial. O si se necesita más rigor científico para resolver el caso —por ejemplo, como una prueba de ADN— entonces el juez maya declina su autoridad y le pasa el caso a la justicia oficial.
Pero también puede suceder lo contrario. Ante la falta de presupuesto y de personal para trabajar en todas las comunidades del departamento, el sistema oficial también hace sus excepciones y deja que la justicia indígena se encargue.
Y bueno, también hay un detalle relevante: hay 350 municipios donde no hay una presencia estatal. Ninguna. Entonces en esas áreas, claro, funciona únicamente el sistema de justicia indígena.
ALARCÓN: Pero todo esto no significa que haya coordinación entre ambos sistemas.
Una pausa y volvemos.
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ALARCÓN: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa escuchábamos cómo funciona la justicia indígena en Quiché. Un sistema que muchos respetan sin cuestionamientos. Pero lo cierto es que también tiene sus detractores.
Melissa nos sigue contando.
MORALES: Policía Quiché, buena tarde. Permítame un segundito.
SILVA: La estación central de la policía está a tres calles de la plaza donde Zapeta hace sus juicios. Y para algunos ahí, Zapeta es una figura, digamos, complicada. Este es el jefe policial de Quiché, Sergio Morales.
MORALES: Han habido algunos casos ahí que… que… que ese señor, la verdad de que… aplica justicia cuando debería de dejar que sea la policía o… o las entes específicamente estatales.
SILVA: Según Morales, Zapeta, en el proceso, viola muchos derechos…
MORALES: Porque ellos entran a las casas sin permiso, sin autorización, sin orden judicial y sacan a la gente. O sea, ahí es donde… donde se pierde un poco el… el sentido de ellos. Que haya ayudado, en realidad, no lo creo. No lo creo porque para mí es un líder negativo. No aporta en… en lo más mínimo lo que podría ser.
SILVA: Morales dice que ha trabajado con otros líderes indígenas que han colaborado más con la policía que Zapeta. De hecho, Morales tiene claro cuál es el papel que debe tener Zapeta y este no es precisamente el de juez.
MORALES: Pues, digamos, que por su lado y… y nosotros por el nuestro. Yo siempre le he dicho que… que necesitamos estar unidos. Le digo: “Mire, don Juan, ustedes necesitan de nosotros y nosotros necesitamos de usted”.
SILVA: Para Morales, Zapeta debe conformarse con ser un líder espiritual. Solo debería hablar con la gente, servir de mediador y explicarles el papel de la policía.
Me enfatizó, además, que en el último año no ha habido ni un linchamiento en su departamento. Y es que en algunas partes de Guatemala, cuando no participa la justicia oficial, los linchamientos son comunes. Para Morales, el que no haya habido linchamientos en su departamento es un logro solo de la justicia estatal, no de un trabajo conjunto con la justicia maya.
Por su parte, Zapeta dice que sí quiere colaborar con la policía, pero ve la relación un poco diferente.
ZAPETA: El sistema de justicia estatal nos quiere invisibilizar. Que no nos reconoce. Que no nos respeta, ¿verdad?
SILVA: Me dijo que cuando él y doña María aplican una sanción, a veces viene la policía a interponerse. Y a él esta situación no le gusta nada.
ZAPETA: Porque realmente lo que nosotros queremos es que se practique la pluralidad jurídica aquí en Guatemala. O sea, así como vale el otro sistema, valemos nosotros; así como vale un juez, valemos nosotros.
SILVA: Y bueno, puede que llegue un momento en que en Guatemala los dos sistemas se reconozcan como legales. Pero por ahora, uno de los puntos más polémicos es el xik'a'y. MORALES: La constitución nos… nos obliga a que garanticemos la integridad física de todas las personas.
SILVA: Este es, otra vez, Morales. Entonces, si Zapeta está dando latigazos a alguien juzgado por la ley maya, ¿qué hace la policía de Quiché?
MORALES: Si la están golpeando, ya hay agresión. Entonces, eh, optamos a veces por no… Pero yo les dije eso en ese momento: “Si ustedes le van a golpear yo me retiro. No comparto. Ustedes saben que yo como policía no comparto este tipo de situación”.
SILVA: Es decir, en términos estrictamente legales, al implementar este castigo, Juan Zapeta se convierte en delincuente. Aunque, bueno, la policía nunca ha detenido a Zapeta por aplicar el xik´a´y. Pero esto no lo ha salvado de las denuncias.
En una visita al Palacio de Justicia me enteré que Juan Zapeta es el hombre con más expedientes judiciales en Quiché. Más de 40 juicios abiertos. Por lo general, los que denuncian son personas declaradas culpables por la justicia maya que no están conformes con su castigo. Entonces buscan ayuda de la justicia oficial.
Y aquí hay un detalle importante: aunque Zapeta aplica la justicia maya tanto a indígenas como a no indígenas, la mayoría de estas denuncias son de indígenas —su propia gente.
ZAPETA: Aquí hay gente que, inclusive de nuestra misma gente, pues, que yo no sé si detrás de ellos hay, digamos, una mano peluda; hay gente, digamos, que esté tratando de perjudicarnos, digamos, nuestro propio sistema. Y otros hermanos indígenas se prestan a eso, ¿verdad?
SILVA: Y lo que rechazan, específicamente, es el xik'a'y. Pero la acusación que más persigue a Zapeta y por la que recibe muchísimas críticas, no tiene nada que ver con su rol como juez maya. En el 2012 fue acusado de la violación a una niña de seis años. Nadie quiso comentar sobre este caso, pero la fiscalía me confirmó que había sido resuelto por falta de pruebas. Aún quedan unos cuantos graffitis en el centro de la ciudad en los que se pueden leer: “Juan Zapeta violador”.
ZAPETA: De verdad, Melissa, duele en el alma, duele en el alma porque han habido calumnias que de veras… Ahorita mermó, antes mire usted: denuncia y denuncia y denuncia y denuncia; y yo me presentaba y todo se desvanecía, porque se comprobaba de que yo, pues no… no, no. Soy inocente de lo que se me acusa.
SILVA: Lo que sí demuestran las denuncias contra Zapeta es que hay gente de la comunidad que no está de acuerdo del todo con ciertos aspectos de la justicia maya.
Y parece ser algo generacional. Los jóvenes con los que hablé no dudaron en rechazar el xik'a'y, mientras que muchos ancianos todavía están a favor. Desde el año pasado hay un grupo de indígenas que está pidiendo hacer un nuevo referéndum sobre el xik'a'y. Aún no se sabe si se hará.
Pero Zapeta tiene otras preocupaciones, quizá más graves. Desde que comenzó su mandato, ha recibido más de 100 amenazas de muerte. De hecho, Zapeta me contó que dos motociclistas encapuchados le habían tirado una piedra grande a la ventana del auto que conducía. Se estrelló, pero por suerte no se lesionó.
Según Zapeta, las amenazas vienen de gente que él ha acusado de delincuentes.
Quizá por eso, Zapeta —al igual que doña María— me dice que se siente cansado. Ya tiene 60 años y el trabajo es agotador.
ZAPETA: A veces no dormimos, a veces no comemos.
SILVA: Me consta. Lo llaman a cada rato. En los días que pasamos juntos su teléfono no paraba de sonar. Me dice que a veces tiene la comida ya lista, que está a punto de sentarse a comer, y lo llaman.
ZAPETA: “Mirá”, le digo a mi mujer, “mirá, guardá mi comida. Ya regreso”. “¡Comé todavía, hombre!”, “No, me tengo que ir”.
SILVA: Y se va. Porque es su responsabilidad.
Pero me deja algunas preguntas: ¿Quién lo reemplazaría? Y el próximo juez maya, ¿tendrá la misma visión de Zapeta? ¿Se seguirá aplicando el xik'a'y si los jóvenes parecen rechazarlo? En Quiché hay 20 mediadores indígenas que podrían reemplazarlo. Pero por ahora, no hay candidatos.
ALARCÓN: En el 2016 inició la discusión para reformar la constitución guatemalteca. Una de las modificaciones propuestas era reconocer el pluralismo jurídico —o sea, oficializar la coexistencia de la justicia indígena y el sistema judicial tradicional— pero la propuesta no avanzó en el congreso por falta de apoyo de los diputados, y se retiró de la agenda.
A la fecha de publicación, Zapeta sigue siendo el alcalde indígena y juez maya de Santa Cruz del Quiché.
Melissa Silva Franco es una periodista y documentalista basada en España. Gracias a Pedro Ixchiu por su ayuda corroborando datos de esta historia y gracias también a Oswaldo Hernández.
Esta historia fue editada por Martina Castro, Camila Segura, Silvia Viñas, y por mí. La música y el diseño de sonido son de Andrés Azpiri y Rémy Lozano.
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