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Zurita - L. A. Clarín, 2.2

2.2

A los pocos días Zurita comenzaba a ser krausista como el señor don Cipriano, con quien asistía a una cátedra que ponía un señor muy triste. Sin dejar las clases en que estaba matriculado, consagró lo más y lo principal de su atención a la nueva filosofía (nueva para él) que le enseñaba el señor taciturno, con ayuda del filósofo de la posada. Don Cipriano le decía que al principio no entendería ni una palabra; que un año, y aun dos, eran pocos para comenzar a iniciarse en aquella filosofía armónica, que era la única; pero que no por eso debía desmayar, pues, como aseguraba el profesor, para ser filósofo no se necesita tener talento. Estas razones no le parecían muy fuertes a Zurita, porque ni él necesitaba tales consuelos, ni había dejado de entender una palabra de cuantas oyera al profesor.

A esto replicaba don Cipriano que lo de creer entenderle era un puro prejuicio, preocupación subjetiva, y el declarar que entendía, prueba segura de no entender.

Cada día iba estando más clara para el buen Aquiles la doctrina del maestro; pero como don Cipriano se obstinaba en probarle que era imposible que comprendiese de buenas a primeras lo que otros empezaban a vislumbrar a los tres años de estudio, el dócil alcarreño se persuadió al cabo de que vivía a oscuras y de que el ver la luz de la razón iba para largo. Tendría paciencia.

Cuando el catedrático de los anteojos le preguntó si era hijo de Peleo y lo que era conocimiento en Valencia, Aquiles desahogó la tristeza que le produjo el ridículo en el pecho de su filósofo de la posada.

—Merecida se tiene usted esa humillación, por asistir a esas cátedras de pensadores meramente subjetivos, que comienzan la ciencia desde la abstracción imponiendo ideas particulares como si fueran evidentes.

—Pero, señor don Cipriano, como yo necesito probar el doctorado...

—Déjese usted de títulos y relumbrones. ¿No es usted ya licenciado? ¿No le basta eso?

—Pero, como quiero hacer oposición a cátedras... —Hágalas usted. —¿Cómo, sin ser doctor?

—A cátedras de Instituto.

—Pero esas no tienen ascensos, ni derechos pasivos, y si llego a casarme...

—¡Ta, ta, ta! ¿Qué tiene que ver la ciencia con las clases pasivas ni con su futura de usted? El filósofo no se casa si no puede. ¿No sabe usted, señor mío, amar la ciencia por la ciencia?... Concrétese usted a una aspiración; determine usted su vocación, dedicándose, por ejemplo, a una cátedra de Psicología, Lógica y Ética, y prescinda de lo demás. Así se es filósofo, y sólo así.

Zurita no volvió a la cátedra del señor de los ojos ahumados.

Perdió el curso, es decir, no se examinó siquiera, ni volvió a pensar en el doctorado, que era su ambición única allá en Valencia.

Lo que a él le importaba ahora ya no era un título más, sino encontrar a Dios en la conciencia, siendo uno con Él y bajo Él.

Buscaba Aquiles, pero Dios no aparecía de ese modo.

Su vida material (la de Zurita) no tenía accidentes dignos de mención. Pasaba el día en la Universidad o en su cuartito junto a la cocina. En la mesa le dejaban los peores bocados y los comía sin protestar. La patrona, que era viuda de un escritor público y tenía un lunar amarillo con tres pelitos rizados cerca de la boca, la patrona miraba con ojos tiernos (restos de un romanticismo ahumado en la cocina) a su huésped predilecto, al pobre Zurita, capaz de comer suelas de alpargata si venían con los requisitos ordinarios de las chuletas rebozadas con pan tostado. Nunca atendía al subsuelo Aquiles. Debajo del pan, cualquier cosa; él de todos modos lo llamaría chuleta. Mascaba y tragaba distraído; si el bocado de estopa, o lo que fuese, oponía una resistencia heroica a convertirse en bolo alimenticio y no quería pasar del gaznate, a Zurita se le pasaba por la imaginación que estaba comiendo algo cuya finalidad no era la deglución ni la digestión; pero se resignaba. ¡Era cuestión tan baladí averiguar si aquello era carne o pelote!

¡Con qué lástima miraba Aquiles a un huésped, estudiante de Farmacia, que todos los días protestaba las chuletas de doña Concha (la patrona), diciendo que «aquello no constituía un plato fuerte, como exigían las bases del contrato, y que él no quería ser víctima de una mistificación»! ¡Si estaría lleno de prejuicios aquel estudiante! Doña Concha le servía un par de huevos fritos sucedáneos de la chuleta. El estudiante de Farmacia, por fórmula, pedía siempre la chuleta, pero dispuesto a comer los huevos. La criada acudía con el plato no constituyente, como le llamaban los otros huéspedes; el de Farmacia, con un gesto majestuoso, lo rechazaba y decía «¡huevos!» como pudiera haber dicho Delenda est Carthago. La chuleta del estudiante, según los maliciosos, ya no era de carne, era de madera, como la comida de teatro. Esto se confirmó un día en que doña Concha, haciendo la apología de la paciencia gástrica de Zurita, exclamó: «¡Ese ángel de Dios y de las escuelas sería capaz de comerse la chuleta del boticario!».

Don Cipriano ya no almorzaba ni comía en la casa. No venía más que a dormir.

Zurita le veía pocas veces en la cátedra del filósofo triste. El otro le explicaba su ausencia diciendo:

—Es que ahora voy a oír a Salmerón y a Giner. Usted todavía no está para eso.

En efecto, Zurita, aunque empezaba a sospechar que su profesor de filosofía armónica no daba un paso, se guardaba de dar crédito a estas aprensiones subjetivas, y continuaba creyendo al sabio melancólico bajo su palabra.

Una noche D. Cipriano entró furioso en la alcoba; Zurita, que meditaba, con las manos cruzadas sobre la cabeza, metido en la cama, pero sentado y vestido de medio cuerpo arriba; Zurita, volviendo de sus espacios imaginarios, le preguntó:

—¿Qué hay, maestro?

—¡Lea V.! —gritó D. Cipriano, y le puso delante de los ojos un papel impreso en que al filósofo de seis reales sin principio y a otros como él les llamaban, sin nombrarles, attachés, o sea agregados, del krausismo. Zurita se encogió de hombros. No comprendía por qué D. Cipriano se irritaba; ni ser agregado de la ciencia le parecía un insulto, ni quien escribía aquello, que era un pensador meramente discursivo, de ingenio, pero irracional (según la suave jerga de D. Cipriano), merecía que se tomase en cuenta su opinión.

El filósofo llamó idiota a Zurita y apagó la luz con un soplo cargado de ira.


2.2 2.2 2.2

A los pocos días Zurita comenzaba a ser krausista como el señor don Cipriano, con quien asistía a una cátedra que ponía un señor muy triste. A few days later, Zurita began to be a Krausist like Mr. Cipriano, with whom she attended a class that a very sad man made. Sin dejar las clases en que estaba matriculado, consagró lo más y lo principal de su atención a la nueva filosofía (nueva para él) que le enseñaba el señor taciturno, con ayuda del filósofo de la posada. Without leaving the classes in which he was enrolled, he devoted most and the main of his attention to the new philosophy (new to him) that the taciturn gentleman taught him, with the help of the inn philosopher. Don Cipriano le decía que al principio no entendería ni una palabra; que un año, y aun dos, eran pocos para comenzar a iniciarse en aquella filosofía armónica, que era la única; pero que no por eso debía desmayar, pues, como aseguraba el profesor, para ser filósofo no se necesita tener talento. Don Cipriano told him that at first he wouldn't understand a word; that one year, and even two, were not enough to begin to be initiated into that harmonic philosophy, which was the only one; but that was not why he should faint, because, as the professor assured, to be a philosopher you don't need to have talent. Estas razones no le parecían muy fuertes a Zurita, porque ni él necesitaba tales consuelos, ni había dejado de entender una palabra de cuantas oyera al profesor. Zuritovi se tyto důvody nezdály příliš pádné, protože ani nepotřeboval takovou útěchu, ani nerozuměl jedinému slovu, které od profesora slyšel. These reasons did not seem very strong to Zurita, because he did not need such consolations, nor had he failed to understand a word of how many he had heard from the professor.

A esto replicaba don Cipriano que lo de creer entenderle era un puro prejuicio, preocupación subjetiva, y el declarar que entendía, prueba segura de no entender. Don Cipriano replied to this that believing that he understood him was pure prejudice, subjective concern, and declaring that he understood was sure proof that he did not understand.

Cada día iba estando más clara para el buen Aquiles la doctrina del maestro; pero como don Cipriano se obstinaba en probarle que era imposible que comprendiese de buenas a primeras lo que otros empezaban a vislumbrar a los tres años de estudio, el dócil alcarreño se persuadió al cabo de que vivía a oscuras y de que el ver la luz de la razón iba para largo. Every day the teacher's doctrine became clearer to good Achilles; but since Don Cipriano was obstinate in proving to him that it was impossible for him to understand right off the bat what others began to glimpse after three years of study, the docile Alcarriano was finally convinced that he was living in the dark and that seeing the light of the reason was long. Tendría paciencia. I would be patient.

Cuando el catedrático de los anteojos le preguntó si era hijo de Peleo y lo que era conocimiento en Valencia, Aquiles desahogó la tristeza que le produjo el ridículo en el pecho de su filósofo de la posada. Když se ho obrýlený profesor zeptal, zda je synem Pelea a co je to vědění ve Valencii, Achilles si vylil smutek svého posměchu na hrudi svého hospodského filozofa. When the professor with the glasses asked him if he was the son of Peleus and what was knowledge in Valencia, Achilles vented the sadness caused by the ridicule in the chest of his philosopher at the inn.

—Merecida se tiene usted esa humillación, por asistir a esas cátedras de pensadores meramente subjetivos, que comienzan la ciencia desde la abstracción imponiendo ideas particulares como si fueran evidentes. —You deserved that humiliation, for attending those chairs of merely subjective thinkers, who begin science from abstraction, imposing particular ideas as if they were obvious.

—Pero, señor don Cipriano, como yo necesito probar el doctorado... —But, Mr. Cipriano, since I need to prove my doctorate...

—Déjese usted de títulos y relumbrones. —Let go of titles and flashes. ¿No es usted ya licenciado? Aren't you already licensed? ¿No le basta eso? Isn't that enough for you?

—Pero, como quiero hacer oposición a cátedras... —Hágalas usted. —But, since I want to take exams for professorships... —Do it yourself. —¿Cómo, sin ser doctor? "How, without being a doctor?"

—A cátedras de Instituto. —To Institute chairs.

—Pero esas no tienen ascensos, ni derechos pasivos, y si llego a casarme... —But those don't have promotions, or passive rights, and if I get married...

—¡Ta, ta, ta! ¿Qué tiene que ver la ciencia con las clases pasivas ni con su futura de usted? What does science have to do with passive classes or your future of you? El filósofo no se casa si no puede. The philosopher does not marry if he cannot. ¿No sabe usted, señor mío, amar la ciencia por la ciencia?... Don't you know, my lord, how to love science for science's sake?... Concrétese usted a una aspiración; determine usted su vocación, dedicándose, por ejemplo, a una cátedra de Psicología, Lógica y Ética, y prescinda de lo demás. Confine yourself to an aspiration; you determine your vocation, devoting yourself, for example, to a chair of Psychology, Logic and Ethics, and dispense with the rest. Así se es filósofo, y sólo así. Thus one is a philosopher, and only thus.

Zurita no volvió a la cátedra del señor de los ojos ahumados. Zurita did not return to the chair of the man with smoky eyes.

Perdió el curso, es decir, no se examinó siquiera, ni volvió a pensar en el doctorado, que era su ambición única allá en Valencia. He failed the course, that is, he did not even take the exam, nor did he ever think about the doctorate, which was his only ambition back in Valencia.

Lo que a él le importaba ahora ya no era un título más, sino encontrar a Dios en la conciencia, siendo uno con Él y bajo Él. What mattered to him now was no longer a title, but finding God in consciousness, being one with Him and under Him.

Buscaba Aquiles, pero Dios no aparecía de ese modo. I was looking for Achilles, but God did not appear that way.

Su vida material (la de Zurita) no tenía accidentes dignos de mención. His (Zurita's) material life had no accidents worth mentioning. Pasaba el día en la Universidad o en su cuartito junto a la cocina. He spent the day at the University or in his little room next to the kitchen. En la mesa le dejaban los peores bocados y los comía sin protestar. The worst morsels were left for him at the table and he ate them without protest. La patrona, que era viuda de un escritor público y tenía un lunar amarillo con tres pelitos rizados cerca de la boca, la patrona miraba con ojos tiernos (restos de un romanticismo ahumado en la cocina) a su huésped predilecto, al pobre Zurita, capaz de comer suelas de alpargata si venían con los requisitos ordinarios de las chuletas rebozadas con pan tostado. The landlady, who was the widow of a public writer and had a yellow mole with three curly hairs near her mouth, the landlady looked with tender eyes (remnants of a romanticism smoked in the kitchen) at her favorite guest, poor Zurita, capable of eating espadrille soles if they came with the ordinary requisites of battered chops with toasted bread. Nunca atendía al subsuelo Aquiles. He never attended to the Achilles underground. Debajo del pan, cualquier cosa; él de todos modos lo llamaría chuleta. Under the bread, anything; he would call it a cutlet anyway. Mascaba y tragaba distraído; si el bocado de estopa, o lo que fuese, oponía una resistencia heroica a convertirse en bolo alimenticio y no quería pasar del gaznate, a Zurita se le pasaba por la imaginación que estaba comiendo algo cuya finalidad no era la deglución ni la digestión; pero se resignaba. He chewed and swallowed absently; if the morsel of tow, or whatever it was, put up a heroic resistance to becoming a bolus of food and did not want to go past the gullet, Zurita imagined that she was eating something whose purpose was not swallowing or digestion; but he resigned himself. ¡Era cuestión tan baladí averiguar si aquello era carne o pelote! It was such a trivial matter to find out if that was meat or ball!

¡Con qué lástima miraba Aquiles a un huésped, estudiante de Farmacia, que todos los días protestaba las chuletas de doña Concha (la patrona), diciendo que «aquello no constituía un plato fuerte, como exigían las bases del contrato, y que él no quería ser víctima de una mistificación»! With what pity Achilles looked at a guest, a Pharmacy student, who every day protested Doña Concha's (the landlady's) chops, saying that "that was not a main course, as required by the terms of the contract, and that he did not I wanted to be the victim of a mystification»! ¡Si estaría lleno de prejuicios aquel estudiante! If that student would be full of prejudices! Doña Concha le servía un par de huevos fritos sucedáneos de la chuleta. Doña Concha served him a couple of fried eggs that were substitutes for the chop. El estudiante de Farmacia, por fórmula, pedía siempre la chuleta, pero dispuesto a comer los huevos. The Pharmacy student, by formula, always asked for the chop, but was willing to eat the eggs. La criada acudía con el plato no constituyente, como le llamaban los otros huéspedes; el de Farmacia, con un gesto majestuoso, lo rechazaba y decía «¡huevos!» como pudiera haber dicho Delenda est Carthago. The maid came with the non-constituent dish, as the other guests called it; the one from Pharmacy, with a majestic gesture, rejected him and said "eggs!" as Delenda est Carthago might have said. La chuleta del estudiante, según los maliciosos, ya no era de carne, era de madera, como la comida de teatro. The student's chop, according to the malicious, was no longer made of meat, it was made of wood, like theater food. Esto se confirmó un día en que doña Concha, haciendo la apología de la paciencia gástrica de Zurita, exclamó: «¡Ese ángel de Dios y de las escuelas sería capaz de comerse la chuleta del boticario!». This was confirmed one day when Dona Concha, defending Zurita's gastric patience, exclaimed: "That angel of God and of the schools would be capable of eating the apothecary's chop!"

Don Cipriano ya no almorzaba ni comía en la casa. Don Cipriano no longer lunched or ate in the house. No venía más que a dormir. He only came to sleep.

Zurita le veía pocas veces en la cátedra del filósofo triste. Zurita saw him a few times in the chair of the sad philosopher. El otro le explicaba su ausencia diciendo: The other explained his absence by saying:

—Es que ahora voy a oír a Salmerón y a Giner. —It's just that now I'm going to listen to Salmerón and Giner. Usted todavía no está para eso. You are not up to that yet.

En efecto, Zurita, aunque empezaba a sospechar que su profesor de filosofía armónica no daba un paso, se guardaba de dar crédito a estas aprensiones subjetivas, y continuaba creyendo al sabio melancólico bajo su palabra. Indeed, Zurita, although he was beginning to suspect that his professor of harmonic philosophy was not taking a step, was careful not to believe these subjective apprehensions, and continued to believe the melancholy sage on his word.

Una noche D. Cipriano entró furioso en la alcoba; Zurita, que meditaba, con las manos cruzadas sobre la cabeza, metido en la cama, pero sentado y vestido de medio cuerpo arriba; Zurita, volviendo de sus espacios imaginarios, le preguntó: One night D. Cipriano entered the bedroom furious; Zurita, who was meditating, with his hands crossed over his head, tucked into bed, but sitting up and dressed halfway up; Zurita, returning from her imaginary spaces, asked him:

—¿Qué hay, maestro? "What's up, master?"

—¡Lea V.! —Leah V! —gritó D. Cipriano, y le puso delante de los ojos un papel impreso en que al filósofo de seis reales sin principio y a otros como él les llamaban, sin nombrarles, attachés, o sea agregados, del krausismo. D. Cipriano shouted, and put before his eyes a printed piece of paper in which the philosopher of six reals without beginning and others like him were called, without naming them, attachés, that is, attachés, of Krausism. Zurita se encogió de hombros. Zurita shrugged. No comprendía por qué D. Cipriano se irritaba; ni ser agregado de la ciencia le parecía un insulto, ni quien escribía aquello, que era un pensador meramente discursivo, de ingenio, pero irracional (según la suave jerga de D. Cipriano), merecía que se tomase en cuenta su opinión. He did not understand why Don Cipriano was angry; Nor did being added to science seem like an insult, nor did the person who wrote that, who was a merely discursive thinker, ingenious, but irrational (according to the smooth jargon of D. Cipriano), deserve that his opinion be taken into account.

El filósofo llamó idiota a Zurita y apagó la luz con un soplo cargado de ira. The philosopher called Zurita an idiot and turned off the light with a breath full of anger.