Los niños hiper-regalados y la navidad: ¿nos estamos pasando con tanto juguete?
Se acerca la navidad, y es un momento perfecto para hablar de los niños y de
los regalos. ¿No creéis que nos estamos pasando?
No quiero decir que no haya que hacer regalos por navidad, ¡ni mucho menos! Pero
es que eso de inundar a los niños con tantas cosas, quizá, no es tan buena idea...
Muchas veces se habla de los niños caprichosos, que lo tienen todo, y que no
saben más que pedir, pedir, y pedir. Pero la verdad es que para cuando ellos
aprenden a pedir, habitualmente nosotros ya les hemos acostumbrado a
recibir, recibir, y recibir.
Ya desde antes de nacer les llenamos la habitación de
peluches, de juguetes, de cachivaches varios... la mayoría totalmente innecesarios.
Además, ¿cómo van a entender el valor de las cosas
si no paramos de regalarles cosas sin ningún motivo?
El caso es que, a veces, a los padres nos falta el tiempo para llegar a todo:
tenemos que trabajar, encargarnos de las tareas de casa, de la comida, de la ropa...
Necesitamos darles cosas para que ellos se entretengan, pero el problema está en que
nos hemos acostumbrado tanto a esa forma de funcionar que a veces, incluso
disponiendo de ese tiempo, seguimos dandolas cosas para que se entretengan solos,
cuando podríamos estar nosotros jugandocon ellos. Nos acostumbramos, y les
acostumbramos, a sustituir nuestra presencia
por cosas. Y al final, lo que tenemos, es un exceso de cosas y un distanciamiento
en las relaciones personales. De hecho, esto que pasa muchas veces con
los padres, que como hemos dicho, estamos muy ocupados con un montón de
obligaciones, también pasa con abuelos, con tíos, o con otros familiares, que en
principio podrían tener el tiempo para jugar y para conectar con los niños,
pero han olvidado cómo hacerlo. Y es que en este contexto parece que todos nos
hemos acostumbrado a sustituir la conexión con los niños por cosas: le
damos el regalo, le hacemos caso mientras lo están desenvolviendo,
le hacemos la foto de rigor... y rápido nos ponemos otra cosa. Seguimos
con nuestras conversaciones de adultos, o seguimos mirando el móvil, pasando del
crío que está sólo jugando con eso que hemos regalado, en vez de estar
tirados en el suelo jugando con eso, o simplemente con cualquiera de las muchas
otras cosas que ya tiene en casa. Les estamos acostumbrando a llenar ese
vacío de nuestra presencia con cosas, con objetos materiales... pero que luego
Pero es que luego llega su cumpleaños, el santo, la navidad o lo que sea...
"y es que claro, el niño se merece un regalo"
Pero es que nunca es UN regalo, es el regalo de los padres, es el regalo de
los abuelos, es el regalo de los tíos, es el regalo de los amigos... es una
montaña de regalos para niños que todavía no han aprendido ni siquiera a pedirlos.
¿Qué pasa con el juguete de la semana
pasada, si ahora tenemos otro nuevo muchísimo más atractivo que el otro?,
¿cómo podemos disfrutar de quince o veinte regalos a la vez, si nos juntamos
con todo esto en cada cumpleaños o en cada navidad?
Al final, no son objetos valiosos, sino simplemente trastos que están pendientes de ordenar.
El que ha tenido de pequeño un coche, o una pelota
seguro que lo recuerda con cariño. Pero ahora las cosas han cambiado, los niños
no es que tengan una pelota, sino que le regalamos una bolsa con 100 pelotas de
colores para que monten su propio parque de bolas en casa. No les compramos un
coche, les damos el super mega tráiler garaje mecánico con espacio
para otros diez coches dentro.
Y el problema es que el valor de cada coche y
de cada pelota disminuye. Cada pelota y cada coche de los que regalamos ahora
tiene muchísimo menos valor, porque simplemente son una pelota o un coche más.
En muchas ocasiones, no les hemos dado ni siquiera la oportunidad de desear
esos objetos. Se los hemos regalado antes de que apareciera en ellos la necesidad
o el deseo de tenerlos, con lo que el valor de lo que les hemos regalado
nuevamente desciende.
Pero es que además las casas son pequeñas, y rápido reina
el caos... ¡es que no nos caben tantas cosas!
Cuando los juguetes han invadido
la casa, pero a la vez se nos hace difícil jugar porque tenemos mezcladas las
piezas de construcción, con los animalitos de la granja y con los juguetes de la
playa, es que probablemente en casa haya demasiados juguetes. Y cuando a nosotros,
como adultos, nos cuesta mantener un cierto orden con los juguetes, para los
niños esto es casi imposible. Toca simplificar.
Así que, si queremos evitar este estrés, tanto para ellos como para
nosotros, quizá es una buena idea hacer una
selección y una limpieza de los juguetes que tenemos por casa y que ya no
utilizan demasiado, y también seleccionar con mucho cuidado los
juguetes que entran por cada ocasión especial como el cumple o por navidades
Con esos juguetes que hace días o semanas que no están utilizando,
podemos decidir si les damos una segunda oportunidad, y los bajamos al trastero, los subimos a algún
antillo, o si están en mal estado, los tiramos a la basura. O si están en
buen estado y no los queremos guardar, los podemos donar a alguna asociación o
alguna institución que recoja juguetes, como por ejemplo hacemos con la ropa.
Y con respecto a lo que entra en casa por esas ocasiones especiales,
tenemos que elegir unos pocos buenos juguetes (si es que queremos regalarles
juguetes, que también hay otras cosas que le podemos regalar) preferiblemente
juguetes con los que nosotros estemos dispuestos a pasar tiempo con nuestros
hijos, en vez de una montaña de juguetes de muy dudosa calidad que al final
rápido se van convirtiendo en trastos que sólo contribuye al caos en casa.
Recordad, el mejor regalo para nuestros hijos es aquel que va acompañado de
tiempo para disfrutar juntos.
Y hasta aquí y otra píldora de psicología,
espero que os haya gustado. Si es así, no os olvidéis de
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La semana que viene, ¡más! ¡Un saludooooo!