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Niebla - Unamuno, XV

XV

—Pero ¿qué has hecho, chiquilla? —preguntó doña Ermelinda a su sobrina.

—¿Qué he hecho? Lo que usted, si es que tiene vergüenza, habría hecho en mi caso; estoy de ello segura. ¡Querer comprarme!, ¡querer comprarme a mí!

—Mira, chiquilla, es siempre mucho mejor que quieran comprarla a una que no es el que quieran venderla, no lo dudes.

—¡Querer comprarme!, ¡querer comprarme a mí!

—Pero si no es eso, Eugenia, si no es eso. Lo ha hecho por generosidad, por heroísmo...

—No quiero héroes. Es decir, los que procuran serlo. Cuando el heroísmo viene por sí, naturalmente, ¡bueno! ; pero ¿por cálculo? ¡Querer comprarme!, ¡querer comprarme a mí, a mí! Le digo a usted, tía, que me la ha de pagar. Me la ha de pagar ese...

—¿Ese... qué? ¡Vamos, acaba!

—Ese... panoli desaborido. Y para mí como si no existiera. ¡Como que no existe!

—Pero qué tonterías estás diciendo...

—¿Es que cree usted tía, que ese tío...?

—¿Quién, Fermín?

—No, ese... ese del canario, ¿tiene algo dentro?

—Tendrá por lo menos sus entrañas...

—Pero ¿usted cree que tiene entrañas? ¡Quiá! ¡Si es hueco, como si lo viera, hueco!

—Pero ven acá, chiquilla, hablemos fríamente y no digas ni hagas tonterías. Olvida eso. Yo creo que debes aceptarle...

—Pero si no le quiero, tía...

—Y tú ¿qué sabes lo que es querer? Careces de experiencia. Tú sabrás lo que es una fusa o una corchea, pero lo que es querer...

—Me parece, tía, que está usted hablando por hablar...

—¿Qué sabes tú lo que es querer, chiquilla?

—Pero si quiero a otro...

—¿A otro? ¿A ese gandul de Mauricio, a quien se le pasea el alma por el cuerpo? ¿A eso le llamas querer?, ¿a eso le llamas otro? Augusto es tu salvación y sólo Augusto. ¡Tan fino, tan rico, tan bueno...!

—Pues por eso no le quiero, porque es tan bueno como usted dice... No me gustan los hombres buenos.

—Ni a mí, hija, ni a mí, pero...

—¿Pero qué?

—Que hay que casarse con ellos. Para eso han nacido y son buenos, para maridos.

—Pero si no le quiero, ¿cómo he de casarme con él?

—¿Cómo? ¡Casándote! ¿No me casé yo con tu tío...?

—Pero, tía...

—Sí, ahora creo que sí, me parece que sí; pero cuando me casé no sé si le quería. Mira, eso del amor es una cosa de libros, algo que se ha inventado no más que para hablar y escribir de ello. Tonterías de poetas. Lo positivo es el matrimonio. El Código civil no habla del amor y sí del matrimonio. Todo eso del amor no es más que música...

—¿Música?

—Música, sí. Y ya sabes que la música apenas sirve sino para vivir de enseñarla, y que si no te aprovechas de una ocasión como esta que se te presenta vas a tardar en salir de tu purgatorio...

—Y ¿qué? ¿Les pido yo a ustedes algo? ¿No me gano por mí mi vida? ¿Les soy gravosa?

—No te sulfures así, polvorilla, ni digas esas cosas, porque vamos a reñir de veras. Nadie te habla de eso. Y todo lo que te digo y aconsejo es por tu bien.

—Sí, por mi bien... por mi bien... Por mi bien ha hecho el señor don Augusto Pérez esa hombrada, por mi bien... ¡Una hombrada, sí, una hombrada! ¡Quererme comprar...! ¡Quererme comprar a mí... a mí! ¡Una hombrada, lo dicho, una hombrada... una cosa de hombre! Los hombres, tía, ya lo voy viendo, son unos groseros, unos brutos, carecen de delicadeza. No saben hacer ni un favor sin ofender...

—¿Todos?

—¡Todos, sí todos! Los que son de veras hombres se entiende.

—¡Ah!

—Sí, porque los otros, los que no son groseros y brutos y egoístas, no son hombres.

—Pues ¿qué son?

—¡Qué sé yo... maricas!

—¡Vaya unas teorías, chiquilla!

—En esta casa hay que contagiarse.

—Pero eso no se lo has oído nunca a tu tío.

—No, se me ha ocurrido a mí observando a los hombres.

—¿También a tu tío?

—Mi tío no es un hombre... de esos.

—Entonces es un marica, ¿eh?, un marica. ¡Vamos, habla!

—No, no, no, tampoco. Mi tío es... vamos... mi tío... No me acostumbro del todo a que sea algo así... vamos... de carne y hueso.

—Pues ¿qué, qué crees de tu tío?

—Que no es más que... no sé cómo decirlo... que no es más que mi tío. Vamos, así como si no existiese de verdad.

—Eso te creerás tú, chiquilla. Pero yo te digo que tu tío existe, ¡vaya si existe!

—Brutos, todos brutos, brutos todos. ¿No sabe usted lo que ese bárbaro de Martín Rubio le dijo al pobre don Emeterio a los pocos días de quedarse este viudo?

—No lo he oído, creo.

—Pues verá usted; fue cuando la epidemia aquella, ya sabe usted. Todo el mundo estaba alarmadísimo, a mí no me dejaron ustedes salir de casa en una porción de días y hasta tomaba el agua hervida. Todos huían los unos de los otros, y si se veía a alguien de luto reciente era como si estuviese apestado. Pues bien; a los cinco o seis días de haber enviudado el pobre don Emeterio tuvo que salir de casa, de luto por supuesto, y se encontró de manos a boca con ese bárbaro de Martín. Este, al verle de luto, se mantuvo a cierta prudente distancia de él, como temiendo el contagio, y le dijo: «Pero, hombre, ¿qué es eso?, ¿alguna desgracia en tu casa?» «Sí —le contestó el pobre don Emeterio—, acabo de perder a mi pobre mujer...» «¡Lástima! Y ¿cómo, cómo ha sido eso?» «De sobreparto», le dijo don Emeterio. «¡Ah, menos mal!, le contestó el bárbaro de Martín, y entonces se le acercó a darle la mano. ¡Habráse visto caballería mayor...! ¡Una hombrada! Le digo a usted que son unos brutos, nada más que unos brutos.

—Y es mejor que sean unos brutos que no unos holgazanes, como, por ejemplo, ese zanguango de Mauricio, que te tiene, yo no sé por qué, sorbido el seso... Porque según mis informes, y son de buena tinta, te lo aseguro, maldito si el muy bausán está de veras enamorado de ti...

—¡Pero lo estoy yo de él y basta!

—Y ¿te parece que ese... tu novio quiero decir... es de veras hombre? Si fuese hombre, hace tiempo que habría buscado salida y trabajo.

—Pues si no es hombre, quiero yo hacerle tal. Es verdad, tiene el defecto que usted dice, tía, pero acaso es por eso por lo que le quiero. Y ahora, después de la hombrada de don Augusto... ¡quererme comprar a mí, a mí!... después de eso estoy decidida a jugarme el todo por el todo casándome con Mauricio.

—Y ¿de qué vais a vivir, desgraciada?

—¡De lo que yo gane! Trabajaré, y más que ahora. Aceptaré lecciones que he rechazado. Así como así, he renunciado ya a esa casa, se la he regalado a don Augusto. Era un capricho, nada más que un capricho. Es la casa en que nací. Y ahora, libre ya de esa pesadilla de la casa y de su hipoteca, me pondré a trabajar con más ahínco. Y Mauricio, viéndome trabajar para los dos, no tendrá más remedio que buscar trabajo y trabajar él. Es decir, si tiene vergüenza...

—¿Y si no la tiene?

—Pues si no la tiene... ¡dependerá de mí!

—Sí, ¡el marido de la pianista!

—Y aunque así sea. Será mío, mío, y cuanto más de mí dependa, más mío.

—Sí, tuyo... pero como puede serlo un perro. Y eso se llama comprar un hombre.

—¿No ha querido un hombre, con su capital, comprarme? Pues ¿qué de extraño tiene que yo, una mujer, quiera, con mi trabajo, comprar un hombre?

—Todo esto que estás diciendo, chiquilla, se parece mucho a eso que tu tío llama feminismo.

—No sé, ni me importa saberlo. Pero le digo a usted, tía, que todavía no ha nacido el hombre que me pueda comprar a mí. ¿A mí?, ¿a mí?, ¿comprarme a mí?

En este punto de la conversación entró la criada a anunciar que don Augusto esperaba a la señora.

—¿Él? ¡Vete! Yo no quiero verle. Dile que le he dicho ya mi última palabra.

—Reflexiona un poco, chiquilla, cálmate; no lo tomes así. Tú no has sabido interpretar las intenciones de don Augusto.

Cuando Augusto se encontró ante doña Ermelinda empezó a darle sus excusas. Estaba, según decía, profundamente afectado; Eugenia no había sabido interpretar sus verdaderas intenciones. Él, por su parte, había cancelado formalmente la hipoteca de la casa y esta aparecía legalmente libre de semejante carga y en poder de su dueña. Y si ella se obstinaba en no recibir las rentas, él, por su parte, tampoco podía hacerlo; de manera que aquello se perdería sin provecho para nadie, o mejor dicho, iría depositándose a nombre de su dueña. Además, él renunciaba a sus pretensiones a la mano de Eugenia y sólo quería que esta fuese feliz; hasta se hallaba dispuesto a buscar una buena colocación a Mauricio para que no tuviese que vivir de las rentas de su mujer.

—¡Tiene usted un corazón de oro! —exclamó doña Ermelinda.

—Ahora sólo falta, señora, que convenza a su sobrina de cuáles han sido mis verdaderas intenciones, y que si lo de deshipotecar la casa fue una impertinencia me la perdone. Pero me parece que no es cosa ya de volver atrás. Si ella quiere seré yo padrino de la boda. Y luego emprenderé un largo y lejano viaje.

Doña Ermelinda llamó a la criada, a la que dijo que llamase a Eugenia, pues don Augusto deseaba hablar con ella. «La señorita acaba de salir», contestó la criada.


XV XV

—Pero ¿qué has hecho, chiquilla? "Aber was hast du getan, kleines Mädchen?" —preguntó doña Ermelinda a su sobrina.

—¿Qué he hecho? Lo que usted, si es que tiene vergüenza, habría hecho en mi caso; estoy de ello segura. Was Sie, wenn Sie sich schämen, in meinem Fall getan hätten; Ich bin mir sicher. ¡Querer comprarme!, ¡querer comprarme a mí! Willst du bei mir kaufen Willst du bei mir kaufen!

—Mira, chiquilla, es siempre mucho mejor que quieran comprarla a una que no es el que quieran venderla, no lo dudes. - Hören Sie, Mädchen, es ist immer viel besser, wenn sie es von jemandem kaufen wollen, der es nicht verkaufen will, zögern Sie nicht. -Look, little girl, it is always much better that they want to buy one than that they want to sell it, don't doubt it.

—¡Querer comprarme!, ¡querer comprarme a mí! "Willst du mich kaufen! Willst du mich kaufen!"

—Pero si no es eso, Eugenia, si no es eso. Lo ha hecho por generosidad, por heroísmo...

—No quiero héroes. Es decir, los que procuran serlo. Das heißt, diejenigen, die versuchen, es zu sein. Cuando el heroísmo viene por sí, naturalmente, ¡bueno! ; pero ¿por cálculo? ¡Querer comprarme!, ¡querer comprarme a mí, a mí! Le digo a usted, tía, que me la ha de pagar. Me la ha de pagar ese...

—¿Ese... qué? ¡Vamos, acaba!

—Ese... panoli desaborido. Y para mí como si no existiera. ¡Como que no existe!

—Pero qué tonterías estás diciendo...

—¿Es que cree usted tía, que ese tío...?

—¿Quién, Fermín?

—No, ese... ese del canario, ¿tiene algo dentro?

—Tendrá por lo menos sus entrañas...

—Pero ¿usted cree que tiene entrañas? ¡Quiá! ¡Si es hueco, como si lo viera, hueco!

—Pero ven acá, chiquilla, hablemos fríamente y no digas ni hagas tonterías. Olvida eso. Yo creo que debes aceptarle... Ich denke du solltest ihn akzeptieren...

—Pero si no le quiero, tía...

—Y tú ¿qué sabes lo que es querer? – Und du, was weißt du, was es heißt zu wollen? Careces de experiencia. Ihnen fehlt die Erfahrung. Tú sabrás lo que es una fusa o una corchea, pero lo que es querer... Sie werden wissen, was eine Fusa oder eine Achtelnote ist, aber was es heißt, zu wollen ...

—Me parece, tía, que está usted hablando por hablar... "Mir kommt es vor, Tante, du redest nur...

—¿Qué sabes tú lo que es querer, chiquilla? "Was weißt du, was es heißt zu lieben, kleines Mädchen?"

—Pero si quiero a otro... "Aber wenn ich noch einen will..."

—¿A otro? -Zum anderen? ¿A ese gandul de Mauricio, a quien se le pasea el alma por el cuerpo? Dieser faule Mauricio, dessen Seele durch seinen Körper wandert? ¿A eso le llamas querer?, ¿a eso le llamas otro? Nennst du das Wollen, nennst du das ein anderes? Augusto es tu salvación y sólo Augusto. Augustus ist deine Rettung und nur Augustus. ¡Tan fino, tan rico, tan bueno...!

—Pues por eso no le quiero, porque es tan bueno como usted dice... No me gustan los hombres buenos. "Nun, deshalb liebe ich ihn nicht, weil er so gut ist, wie du sagst ... ich mag keine guten Männer."

—Ni a mí, hija, ni a mí, pero... „Nicht ich, Tochter, nicht ich, aber …

—¿Pero qué?

—Que hay que casarse con ellos. "Dass du sie heiraten musst." Para eso han nacido y son buenos, para maridos. Dafür wurden sie geboren und sind gut für Ehemänner.

—Pero si no le quiero, ¿cómo he de casarme con él? "Aber wenn ich ihn nicht liebe, wie soll ich ihn dann heiraten?"

—¿Cómo? ¡Casándote! Heiraten! ¿No me casé yo con tu tío...? Habe ich deinen Onkel nicht geheiratet...?

—Pero, tía...

—Sí, ahora creo que sí, me parece que sí; pero cuando me casé no sé si le quería. – Ja, jetzt denke ich schon, ich denke schon; Aber als ich heiratete, wusste ich nicht, ob ich ihn liebte. Mira, eso del amor es una cosa de libros, algo que se ha inventado no más que para hablar y escribir de ello. Tonterías de poetas. Lo positivo es el matrimonio. Das Positive ist die Ehe. El Código civil no habla del amor y sí del matrimonio. Todo eso del amor no es más que música...

—¿Música?

—Música, sí. Y ya sabes que la música apenas sirve sino para vivir de enseñarla, y que si no te aprovechas de una ocasión como esta que se te presenta vas a tardar en salir de tu purgatorio... Und Sie wissen bereits, dass Musik nur gut ist, um Ihren Lebensunterhalt zu lehren, und dass es eine Weile dauern wird, bis Sie aus Ihrem Fegefeuer herauskommen, wenn Sie eine solche Gelegenheit nicht nutzen, die sich Ihnen bietet ...

—Y ¿qué? ¿Les pido yo a ustedes algo? Bitte ich dich um etwas? ¿No me gano por mí mi vida? Habe ich mir mein Leben nicht selbst verdient? ¿Les soy gravosa? Bin ich belastend?

—No te sulfures así, polvorilla, ni digas esas cosas, porque vamos a reñir de veras. -Werden Sie nicht so wütend, Mülleimer, oder sagen Sie solche Dinge, denn wir werden uns wirklich streiten. Nadie te habla de eso. Niemand redet mit dir darüber. Y todo lo que te digo y aconsejo es por tu bien. Und alles, was ich Ihnen sage und berate, ist zu Ihrem Besten.

—Sí, por mi bien... por mi bien... Por mi bien ha hecho el señor don Augusto Pérez esa hombrada, por mi bien... ¡Una hombrada, sí, una hombrada! ¡Quererme comprar...! Kaufen wollen ...! ¡Quererme comprar a mí... a mí! ¡Una hombrada, lo dicho, una hombrada... una cosa de hombre! Los hombres, tía, ya lo voy viendo, son unos groseros, unos brutos, carecen de delicadeza. Männer, Tante, ich sehe es jetzt, sie sind unhöflich, unhöflich, es fehlt ihnen an Zartheit. No saben hacer ni un favor sin ofender... Sie wissen nicht, wie man einen Gefallen tut, ohne zu beleidigen ...

—¿Todos?

—¡Todos, sí todos! Los que son de veras hombres se entiende. Diejenigen, die wirklich Männer sind, werden verstanden.

—¡Ah!

—Sí, porque los otros, los que no son groseros y brutos y egoístas, no son hombres.

—Pues ¿qué son?

—¡Qué sé yo... maricas!

—¡Vaya unas teorías, chiquilla!

—En esta casa hay que contagiarse. "In diesem Haus muss man sich anstecken."

—Pero eso no se lo has oído nunca a tu tío. "Aber das hast du noch nie von deinem Onkel gehört."

—No, se me ha ocurrido a mí observando a los hombres. "Nein, es ist mir eingefallen, die Männer zu beobachten."

—¿También a tu tío? "Auch dein Onkel?"

—Mi tío no es un hombre... de esos. "Mein Onkel ist kein Mann ... von denen."

—Entonces es un marica, ¿eh?, un marica. ¡Vamos, habla! Lass uns reden!

—No, no, no, tampoco. "Nein, nein, nein, auch nicht." Mi tío es... vamos... mi tío... No me acostumbro del todo a que sea algo así... vamos... de carne y hueso. Mein Onkel ist ... komm schon ... mein Onkel ... ich bin es nicht gewohnt, so etwas zu sein ... komm schon ... aus Fleisch und Blut.

—Pues ¿qué, qué crees de tu tío? "Nun was, was hältst du von deinem Onkel?"

—Que no es más que... no sé cómo decirlo... que no es más que mi tío. "Dass er nur ... ich weiß nicht, wie ich es ausdrücken soll ... dass er nur mein Onkel ist." Vamos, así como si no existiese de verdad. Komm schon, als ob es ihn nicht wirklich gäbe.

—Eso te creerás tú, chiquilla. "Das wirst du glauben, Kind." Pero yo te digo que tu tío existe, ¡vaya si existe! Aber ich sage dir, dein Onkel existiert, er existiert!

—Brutos, todos brutos, brutos todos. ¿No sabe usted lo que ese bárbaro de Martín Rubio le dijo al pobre don Emeterio a los pocos días de quedarse este viudo? Don't you know what that barbarian Martín Rubio said to poor Don Emeterio a few days after he became a widower?

—No lo he oído, creo. "Ich habe es nicht gehört, glaube ich."

—Pues verá usted; fue cuando la epidemia aquella, ya sabe usted. Todo el mundo estaba alarmadísimo, a mí no me dejaron ustedes salir de casa en una porción de días y hasta tomaba el agua hervida. Todos huían los unos de los otros, y si se veía a alguien de luto reciente era como si estuviese apestado. Sie rannten alle voreinander davon, und wenn man kürzlich jemanden in Trauer sah, war es, als ob er geplagt wäre. Pues bien; a los cinco o seis días de haber enviudado el pobre don Emeterio tuvo que salir de casa, de luto por supuesto, y se encontró de manos a boca con ese bárbaro de Martín. Este, al verle de luto, se mantuvo a cierta prudente distancia de él, como temiendo el contagio, y le dijo: «Pero, hombre, ¿qué es eso?, ¿alguna desgracia en tu casa?» «Sí —le contestó el pobre don Emeterio—, acabo de perder a mi pobre mujer...» «¡Lástima! Y ¿cómo, cómo ha sido eso?» «De sobreparto», le dijo don Emeterio. «¡Ah, menos mal!, le contestó el bárbaro de Martín, y entonces se le acercó a darle la mano. ¡Habráse visto caballería mayor...! Große Kavallerie muss man gesehen haben ...! ¡Una hombrada! Le digo a usted que son unos brutos, nada más que unos brutos.

—Y es mejor que sean unos brutos que no unos holgazanes, como, por ejemplo, ese zanguango de Mauricio, que te tiene, yo no sé por qué, sorbido el seso... Porque según mis informes, y son de buena tinta, te lo aseguro, maldito si el muy bausán está de veras enamorado de ti... -Und es ist besser, dass sie rohe sind als faule Menschen, wie zum Beispiel dieser Zanguango von Mauricio, der dich hat, ich weiß nicht warum, sein Gehirn saugte ... Denn nach meinen Berichten sind sie von Gut Tinte, ich versichere dir, verdammt, wenn der Bausan wirklich in dich verliebt ist ...

—¡Pero lo estoy yo de él y basta! "Aber er tut mir leid und das reicht!"

—Y ¿te parece que ese... tu novio quiero decir... es de veras hombre? "Und denkst du, dass... dein Freund, ich meine... wirklich ein Mann ist?" Si fuese hombre, hace tiempo que habría buscado salida y trabajo. Wenn er ein Mann wäre, hätte er lange nach einem Ausweg und einer Arbeit gesucht.

—Pues si no es hombre, quiero yo hacerle tal. "Nun, wenn er kein Mann ist, möchte ich ihn dazu machen." -Well, if he is not a man, I want to make him one. Es verdad, tiene el defecto que usted dice, tía, pero acaso es por eso por lo que le quiero. Y ahora, después de la hombrada de don Augusto... ¡quererme comprar a mí, a mí!... después de eso estoy decidida a jugarme el todo por el todo casándome con Mauricio. Danach bin ich entschlossen, alles für alles zu riskieren, indem ich Mauricio heirate.

—Y ¿de qué vais a vivir, desgraciada? "Und wovon wirst du leben, Wicht?" -And what are you going to live on, you wretch?

—¡De lo que yo gane! "Von dem, was ich gewinne!" Trabajaré, y más que ahora. Ich werde arbeiten, und mehr als jetzt. Aceptaré lecciones que he rechazado. Ich akzeptiere Lektionen, die ich abgelehnt habe. Así como así, he renunciado ya a esa casa, se la he regalado a don Augusto. So habe ich dieses Haus schon aufgegeben, ich habe es Don Augusto geschenkt. Era un capricho, nada más que un capricho. Es war eine Laune, nichts weiter als eine Laune. Es la casa en que nací. Es ist das Haus, in dem ich geboren wurde. Y ahora, libre ya de esa pesadilla de la casa y de su hipoteca, me pondré a trabajar con más ahínco. Y Mauricio, viéndome trabajar para los dos, no tendrá más remedio que buscar trabajo y trabajar él. Und Mauricio, der mich für beide arbeiten sieht, wird keine andere Wahl haben, als sich Arbeit zu suchen und selbst zu arbeiten. Es decir, si tiene vergüenza... Das heißt, wenn Sie sich schämen ...

—¿Y si no la tiene? "Was ist, wenn er es nicht tut?"

—Pues si no la tiene... ¡dependerá de mí! "Nun, wenn Sie es nicht haben ... es hängt von mir ab!"

—Sí, ¡el marido de la pianista!

—Y aunque así sea. "Und selbst wenn es so ist." Será mío, mío, y cuanto más de mí dependa, más mío. Es wird meins sein, meins, und je mehr es von mir abhängt, desto mehr wird es mir gehören.

—Sí, tuyo... pero como puede serlo un perro. "Ja, deins... aber wie kann ein Hund sein?" -Yes, yours... but how can a dog be yours? Y eso se llama comprar un hombre. Und das nennt man einen Mann kaufen. And that's called buying a man.

—¿No ha querido un hombre, con su capital, comprarme? "Hat mich nicht ein Mann mit seinem Kapital kaufen wollen?" Pues ¿qué de extraño tiene que yo, una mujer, quiera, con mi trabajo, comprar un hombre? For what is so strange about me, a woman, wanting, with my work, to buy a man?

—Todo esto que estás diciendo, chiquilla, se parece mucho a eso que tu tío llama feminismo. "Das alles, was du sagst, Junge, klingt sehr nach dem, was dein Onkel Feminismus nennt." -All this you're saying, little girl, sounds a lot like what your uncle calls feminism.

—No sé, ni me importa saberlo. "Ich weiß es nicht und möchte es auch nicht wissen." Pero le digo a usted, tía, que todavía no ha nacido el hombre que me pueda comprar a mí. Aber ich sage dir, Tante, der Mann, der mich kaufen kann, ist noch nicht geboren. ¿A mí?, ¿a mí?, ¿comprarme a mí? Ich, ich, kaufe mich?

En este punto de la conversación entró la criada a anunciar que don Augusto esperaba a la señora. An diesem Punkt des Gesprächs kam die Magd herein, um zu verkünden, dass Don Augusto auf die Dame warte.

—¿Él? ¡Vete! Yo no quiero verle. Ich will ihn nicht sehen. Dile que le he dicho ya mi última palabra. Sag ihm, ich habe ihm schon mein letztes Wort gesagt.

—Reflexiona un poco, chiquilla, cálmate; no lo tomes así. - Denken Sie an ein kleines, kleines Mädchen, beruhigen Sie sich; Nimm es nicht so. Tú no has sabido interpretar las intenciones de don Augusto. Sie haben Don Augustos Absichten nicht deuten können.

Cuando Augusto se encontró ante doña Ermelinda empezó a darle sus excusas. Estaba, según decía, profundamente afectado; Eugenia no había sabido interpretar sus verdaderas intenciones. Él, por su parte, había cancelado formalmente la hipoteca de la casa y esta aparecía legalmente libre de semejante carga y en poder de su dueña. Y si ella se obstinaba en no recibir las rentas, él, por su parte, tampoco podía hacerlo; de manera que aquello se perdería sin provecho para nadie, o mejor dicho, iría depositándose a nombre de su dueña. And if she was obstinate in not receiving the rents, he, for his part, could not do so either; so that it would be lost without benefit to anyone, or rather, it would be deposited in the name of its owner. Además, él renunciaba a sus pretensiones a la mano de Eugenia y sólo quería que esta fuese feliz; hasta se hallaba dispuesto a buscar una buena colocación a Mauricio para que no tuviese que vivir de las rentas de su mujer. Außerdem verzichtete er auf seine Ansprüche auf Eugenias Hand und wollte nur, dass sie glücklich war; Er war sogar bereit, für Mauricio eine gute Stelle zu finden, damit er nicht vom Einkommen seiner Frau leben musste.

—¡Tiene usted un corazón de oro! "Du hast ein Herz aus Gold!" —exclamó doña Ermelinda. rief Dona Ermelinda aus.

—Ahora sólo falta, señora, que convenza a su sobrina de cuáles han sido mis verdaderas intenciones, y que si lo de deshipotecar la casa fue una impertinencia me la perdone. Pero me parece que no es cosa ya de volver atrás. Aber mir scheint, dass es nicht mehr darum geht, zurückzugehen. Si ella quiere seré yo padrino de la boda. Wenn sie will, bin ich Trauzeuge bei der Hochzeit. Y luego emprenderé un largo y lejano viaje. Und dann werde ich auf eine lange und ferne Reise gehen.

Doña Ermelinda llamó a la criada, a la que dijo que llamase a Eugenia, pues don Augusto deseaba hablar con ella. Doña Ermelinda rief die Magd an, der sie sagte, sie solle Eugenia anrufen, da Don Augusto mit ihr sprechen wollte. «La señorita acaba de salir», contestó la criada. "Die junge Dame ist gerade gegangen", antwortete die Magd.