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Niebla - Unamuno, XIX

XIX

A los dos días de esto anunciáronle a Augusto que una señora deseaba verle y hablarle. Salió a recibirla y se encontró con doña Ermelinda, que al: «¿usted por aquí?» de Augusto, contestó con un: «¡como no ha querido volver a vernos...!»

—Usted comprende, señora —contestó Augusto—, que después de lo que me ha pasado en su casa las dos últimas veces que he ido, la una con Eugenia a solas y la otra cuando no quiso verme, no debía volver. Yo me atengo a lo hecho y lo dicho, pero no puedo volver por allí...

—Pues traigo una misión para usted de parte de Eugenia...

—¿De ella?

—Sí, de ella. Yo no sé qué ha podido ocurrirle con el novio, pero no quiere oír hablar de él, está contra él furiosa, y el otro día, al volver a casa, se encerró en su cuarto y se negó a cenar. Tenía los ojos encendidos de haber llorado, pero con esas lágrimas que escaldan, ¿sabe usted?, las de rabia...

—¡Ah!, pero ¿es que hay diferentes clases de lágrimas?

—Naturalmente; hay lágrimas que refrescan y desahogan y lágrimas que encienden y sofocan más. Había llorado y no quiso cenar. Y me estuvo repitiendo su estribillo de que los hombres son ustedes todos unos brutos y nada más que unos brutos. Y ha estado estos días de morro, con un humor de todos los diablos. Hasta que ayer me llamó, me dijo que estaba arrepentida de cuanto le había dicho a usted, que se excedió y fue con usted injusta, que reconoce la rectitud y nobleza de las intenciones de usted y que quiere no ya que usted le perdone aquello que le dijo de que la quería comprar, sino que no cree semejante cosa. Es en esto en lo que hizo más hincapié. Dice que ante todo quiere que usted le crea que si dijo aquello fue por excitación, por despecho, pero que no lo cree...

—Y creo que no lo crea.

—Después... después me encargó que averiguase yo de usted con diplomacia...

—Y la mejor diplomacia, señora, es no tenerla, y sobre todo conmigo...

—Después me rogó que averiguase si le molestaría a usted el que ella aceptase, sin compromiso alguno, el regalo que usted le ha hecho de su propia casa...

—¿Cómo sin compromiso?

—Vamos, sí, el que acepte el regalo como tal regalo.

—Si como tal se lo doy, ¿cómo ha de aceptarlo?

—Porque dice que sí, que está dispuesta, para demostrarle su buena voluntad y lo sincero de su arrepentimiento por lo que le dijo, a aceptar su generosa donación, pero sin que eso implique...

—¡Basta, señora, basta! Ahora parece que sin darse cuenta vuelven a ofenderme...

—Será sin intención...

—Hay ocasiones en que las peores ofensas son esas que se infligen sin intención, según se dice.

—Pues no lo entiendo...

—Y es, sin embargo, cosa muy clara. Una vez entré en una reunión y uno que allí había y me conocía ni me saludó siquiera. Al salir me quejé de ello a un amigo y este me dijo: «No le extrañe a usted, no lo ha hecho aposta; es que no se ha percatado siquiera de la presencia de usted.» Y le contesté: «Pues ahí está la grosería mayor; no en que no me haya saludado, sino en que no se haya dado cuenta de mi presencia.» «Eso es en él involuntario; es un distraído...», me replicó. Y yo a mi vez: «Las mayores groserías son las llamadas involuntarias, y la grosería de las groserías distraerse delante de personas. Es, señora, como eso que llaman neciamente olvidos involuntarios, como si cupiese olvidarse voluntariamente de algo. El olvido involuntario suele ser una grosería.»

—Y a qué viene esto...

—Esto viene, señora doña Ermelinda, a que después de haberme pedido perdón por aquella especie ofensiva de que con mi donativo buscaba comprarla forzando su agradecimiento, no sé bien a qué viene aceptarlo pero haciendo constar que sin compromiso. ¿Qué compromiso, vamos, qué compromiso?

—¡No se exalte usted así, don Augusto...!

—¡Pues no he de exaltarme, señora, pues no he de exaltarme! ¿Es que esa... muchacha se va a burlar de mí y va a querer jugar conmigo? —y al decir esto se acordaba de Rosarito.

—¡Por Dios, don Augusto, por Dios...!

—Ya tengo dicho que la hipoteca se deshizo, que la he cancelado, y que si ella no se hace cargo de su casa yo nada tengo que ver con ella. ¡Y que me lo agradezca o no, ya no me importa!

—Pero, don Augusto, ¡no se ponga así! ¡Si lo que ella quiere es hacer las paces con usted, que vuelvan a ser amigos...!

—Sí, ahora que ha roto la guerra con el otro, ¿no es eso? Antes era yo el otro; ahora soy el uno, ¿no es eso? Ahora se trata de pescarme, ¿eh?

—Pero ¡si no he dicho tal cosa...!

—No, pero lo adivino.

—Pues se equivoca usted de medio a medio. Porque precisamente después de haberme mi sobrina dicho todo lo que acabo de repetirle a usted, al insinuarle yo y aconsejarle que pues ha reñido con el gandul de su novio procurase ganar a usted como tal, vamos, usted me entiende...

—Sí, que me reconquistase...

—¡Eso! Pues bien, al aconsejarle esto, me dijo una y cien veces que eso no y que no y que no; que le estimaba y apreciaba a usted para amigo y como tal, pero no le gustaba como marido, que no quería casarse sino con un hombre de quien estuviese enamorada...

—Y que de mí no podrá llegar a estarlo, ¿no es eso?

—No, tanto como eso no dijo...

—Vamos, sí; que esto también es diplomacia...

—¿Cómo?

—Sí, que viene usted no sólo a que yo perdone a esa... muchacha, sino a ver si accedo a pretenderla para mujer, ¿no es eso? Cosa convenida, ¿eh?, y ella se resignará...

—Le juro a usted, don Augusto, le juro por la santa memoria de mi santa madre que esté en gloria, le juro...

—El segundo, no jurar...

—Pues le juro que es usted el que ahora se olvida, involuntariamente por supuesto, de quién soy yo, de quién es Ermelinda Ruiz y Ruiz.

—Si así fuese...

—Sí, así es, así —y pronunció estas palabras con tal acento que no dejaba lugar a duda.

—Pues entonces... entonces... diga a su sobrina que acepto sus explicaciones, que se las agradezco profundamente, que seguiré siendo su amigo, un amigo leal y noble, pero sólo amigo, ¿eh?, nada más que amigo, sólo amigo... Y no le diga que yo no soy un piano en que se puede tocar a todo antojo, que no soy un hombre de hoy te dejo y luego te tomo, que no soy sustituto ni vicenovio, que no soy plato de segunda mesa...

—¡No se exalte usted así!

—¡No, si no me exalto! Pues bien, que sigo siendo su amigo...

—¿E irá usted pronto a vernos?

—Eso...

—Mire que si no la pobrecilla no me va a creer, va a sentirlo...

—Es que pienso emprender un viaje largo y lejano...

—Antes, de despedida...

—Bueno, veremos...

Separáronse. Cuando doña Ermelinda llegó a casa y contó a su sobrina la conversación con Augusto, Eugenia se dijo: «Aquí hay otra, no me cabe duda; ahora sí que le reconquisto.»

Augusto, por su parte, al quedarse solo púsose a pasearse por la estancia diciéndose: «Quiere jugar conmigo, como si yo fuese un piano... me deja, me toma, me volverá a dejar... Yo estaba de reserva... Diga lo que quiera, anda buscando que yo vuelva a solicitarla, acaso para vengarse, tal vez para dar celos al otro y volverle al retortero... Como si yo fuese un muñeco, un ente, un don nadie... ¡Y yo tengo mi carácter, vaya si le tengo, yo soy yo! Sí, ¡yo soy yo!, ¡yo soy yo! Le debo a ella, a Eugenia, ¿cómo negarlo?, el que haya despertado mi facultad amorosa; pero una vez que me la despertó y suscitó no necesito ya de ella; lo que sobran son mujeres.»

Al llegar a esto no pudo por menos que sonreírse, y es que se acordó de aquella frase de Víctor cuando anunciándoles Gervasio, recién casado, que se iba con su mujer a pasar una temporadita en París, le dijo: «¿A París y con mujer? ¡Eso es como ir con un bacalao a Escocia!» Lo que le hizo muchísima gracia a Augusto.

Y siguió diciéndose: «Lo que sobran son mujeres. ¡Y qué encanto la inocencia maliciosa, la malicia inocente de Rosarito, esta nueva edición de la eterna Eva!, ¡qué encanto de chiquilla! Ella, Eugenia, me ha bajado del abstracto al concreto, pero ella me llevó al genérico, y hay tantas mujeres apetitosas, tantas... ¡tantas Eugenias!, ¡tantas Rosarios! No, no, conmigo no juega nadie, y menos una mujer. ¡Yo soy yo! ¡Mi alma será pequeña, pero es mía!» Y sintiendo en esta exaltación de su yo como si este se le fuera hinchando, hinchando y la casa le viniera estrecha, salió a la calle para darle espacio y desahogo.

Apenas pisó la calle y se encontró con el cielo sobre la cabeza y las gentes que iban y venían, cada cual a su negocio o a su gusto y que no se fijaban en él, involuntariamente por supuesto, ni le hacían caso, por no conocerle sin duda, sintió que su yo, aquel yo del «¡yo soy yo!» se le iba achicando, achicando y se le replegaba en el cuerpo y aun dentro de este buscaba un rinconcito en que acurrucarse y que no se le viera. La calle era un cinematógrafo y él sentíase cinematográfico, una sombra, un fantasma. Y es que siempre un baño en muchedumbre humana, un perderse en la masa de hombres que iban y venían sin conocerle ni percatarse de él, le produjo el efecto mismo de un baño en naturaleza abierta a cielo abierto, y a la rosa de los vientos.

Sólo a solas se sentía él; sólo a solas podía decirse a sí mismo, tal vez para convencerse, «¡yo soy yo!»; ante los demás, metido en la muchedumbre atareada o distraída, no se sentía a sí mismo.

Así llegó a aquel recatado jardincillo que había en la solitaria plaza del retirado barrio en que vivía. Era la plaza un remanso de quietud donde siempre jugaban algunos niños, pues no circulaban por allí tranvías ni apenas coches, a iban algunos ancianos a tomar el sol en las tardecitas dulces del otoño, cuando las hojas de la docena de castaños de Indias que allí vivían recluidos, después de haber temblado al cierzo, rodaban por el enlosado o cubrían los asientos de aquellos bancos de madera siempre pintada de verde, del color de la hoja fresca. Aquellos árboles domésticos, urbanos, en correcta formación, que recibían riego a horas fijas, cuando no llovía, por una reguera y que extendían sus raíces bajo el enlosado de la plaza; aquellos árboles presos que esperaban ver salir y ponerse el sol sobre los tejados de las casas; aquellos árboles enjaulados, que tal vez añoraban la remota selva, atraíanle con un misterioso tiro. En sus copas cantaban algunos pájaros urbanos también, de esos que aprenden a huir de los niños y alguna vez a acercarse a los ancianos que les ofrecen unas migas de pan.

¡Cuántas veces sentado solo y solitario en uno de los bancos verdes de aquella plazuela vio el incendio del ocaso sobre un tejado y alguna vez destacarse sobre el oro en fuego del espléndido arrebol el contorno de un gato negro sobre la chimenea de una casa! Y en tanto, en otoño, llovían hojas amarillas, anchas hojas como de vid, a modo de manos momificadas, laminadas, sobre los jardincillos del centro con sus arriates y sus macetas de flores. Y jugaban los niños entre las hojas secas, jugaban acaso a recogerlas, sin darse cuenta del encendido ocaso.

Cuando llegó aquel día a la tranquila plaza y se sentó en el banco, no sin antes haber despejado su asiento de las hojas secas que lo cubrían —pues era otoño—, jugaban allí cerca, como de ordinario, unos chiquillos. Y uno de ellos, poniéndole a otro junto al tronco de uno de los castaños de Indias, bien arrimadito a él, le decía: «Tú estabas ahí preso, te tenían unos ladrones...» «Es que yo ...», empezó malhumorado el otro, y el primero le replicó: «No, tú no eras tú...» Augusto no quiso oír más; levantóse y se fue a otro banco. Y se dijo: «Así jugamos también los mayores; ¡tú no eres tú!, ¡yo no soy yo! Y estos pobres árboles, ¿son ellos? Se les cae la hoja antes, mucho antes que a sus hermanos del monte, y se quedan en esqueleto, y estos esqueletos proyectan su recortada sombra sobre los empedrados al resplandor de los reverberos de luz eléctrica. ¡Un árbol iluminado por la luz eléctrica!, ¡qué extraña, qué fantástica apariencia la de su copa en primavera cuando el arco voltaico ese le da aquella apariencia metálica!, ¡y aquí que las brisas no los mecen...! ¡Pobres árboles que no pueden gozar de una de esas negras noches del campo, de esas noches sin luna, con su manto de estrellas palpitantes! Parece que al plantar a cada uno de estos árboles en este sitio les ha dicho el hombre: “¡tú no eres tú!” y para que no lo olviden le han dado esa iluminación nocturna por luz eléctrica... para que no se duerman... ¡pobres árboles trasnochadores! ¡No, no, conmigo no se juega como con vosotros!»

Levantóse y empezó a recorrer calles como un sonámbulo.


XIX XIX

A los dos días de esto anunciáronle a Augusto que una señora deseaba verle y hablarle. Two days later, it was announced to Augusto that a lady wished to see him and speak to him. Salió a recibirla y se encontró con doña Ermelinda, que al: «¿usted por aquí?» de Augusto, contestó con un: «¡como no ha querido volver a vernos...!» Er ging hinaus, um sie zu begrüßen, und traf Dona Ermelinda, die sagte: "Bist du hier?" Augustus antwortete er mit: "Wie er uns nicht wiedersehen wollte...!"

—Usted comprende, señora —contestó Augusto—, que después de lo que me ha pasado en su casa las dos últimas veces que he ido, la una con Eugenia a solas y la otra cuando no quiso verme, no debía volver. Yo me atengo a lo hecho y lo dicho, pero no puedo volver por allí... Ich bleibe bei dem, was getan und gesagt wurde, aber ich kann nicht dorthin zurückkehren ...

—Pues traigo una misión para usted de parte de Eugenia...

—¿De ella?

—Sí, de ella. Yo no sé qué ha podido ocurrirle con el novio, pero no quiere oír hablar de él, está contra él furiosa, y el otro día, al volver a casa, se encerró en su cuarto y se negó a cenar. Tenía los ojos encendidos de haber llorado, pero con esas lágrimas que escaldan, ¿sabe usted?, las de rabia...

—¡Ah!, pero ¿es que hay diferentes clases de lágrimas?

—Naturalmente; hay lágrimas que refrescan y desahogan y lágrimas que encienden y sofocan más. Había llorado y no quiso cenar. Er hatte geweint und wollte nicht zu Abend essen. Y me estuvo repitiendo su estribillo de que los hombres son ustedes todos unos brutos y nada más que unos brutos. Und er wiederholte seinen Refrain, dass Menschen alle Tiere sind und nichts weiter als Tiere. Y ha estado estos días de morro, con un humor de todos los diablos. Und es waren diese Tage des Morro, mit einem Humor aller Teufel. Hasta que ayer me llamó, me dijo que estaba arrepentida de cuanto le había dicho a usted, que se excedió y fue con usted injusta, que reconoce la rectitud y nobleza de las intenciones de usted y que quiere no ya que usted le perdone aquello que le dijo de que la quería comprar, sino que no cree semejante cosa. Bis gestern hat er mich angerufen, mir gesagt, dass ihm alles leid tut, was er Ihnen gesagt hat, dass er zu weit gegangen ist und Ihnen gegenüber unfair war, dass er die Aufrichtigkeit und den Adel Ihrer Absichten anerkennt und nicht mehr will, dass Sie es tun vergib ihm was er er sagte, er wolle es kaufen, aber er glaube nicht an so etwas. Es en esto en lo que hizo más hincapié. Dies betonte er am meisten. Dice que ante todo quiere que usted le crea que si dijo aquello fue por excitación, por despecho, pero que no lo cree... Er sagt, dass er zuerst möchte, dass Sie glauben, dass, wenn er sagte, es sei aus Aufregung, aus Trotz, aber dass er es nicht glaubt ...

—Y creo que no lo crea. "Und ich glaube nicht, dass du das denkst."

—Después... después me encargó que averiguase yo de usted con diplomacia... "Später ... dann haben Sie mich beauftragt, diplomatisch nach Ihnen zu fragen ..."

—Y la mejor diplomacia, señora, es no tenerla, y sobre todo conmigo... "Und die beste Diplomatie, Ma'am, ist, es nicht zu haben, und besonders bei mir ..."

—Después me rogó que averiguase si le molestaría a usted el que ella aceptase, sin compromiso alguno, el regalo que usted le ha hecho de su propia casa... "Dann bat sie mich, herauszufinden, ob es Sie stören würde, wenn sie das Geschenk, das Sie ihr von ihrem eigenen Zuhause gemacht haben, unverbindlich annimmt ..."

—¿Cómo sin compromiso?

—Vamos, sí, el que acepte el regalo como tal regalo.

—Si como tal se lo doy, ¿cómo ha de aceptarlo? "Wenn ich es dir als solches gebe, wie wirst du es akzeptieren?"

—Porque dice que sí, que está dispuesta, para demostrarle su buena voluntad y lo sincero de su arrepentimiento por lo que le dijo, a aceptar su generosa donación, pero sin que eso implique... - Weil sie ja sagt, dass sie bereit ist, ihm ihren guten Willen und das aufrichtige Bedauern über das, was sie ihr gesagt hat, zu zeigen, seine großzügige Spende anzunehmen, aber ohne zu implizieren ...

—¡Basta, señora, basta! Ahora parece que sin darse cuenta vuelven a ofenderme... Jetzt scheint es, dass sie mich versehentlich wieder beleidigen ...

—Será sin intención... "Es wird ohne Absicht sein ...

—Hay ocasiones en que las peores ofensas son esas que se infligen sin intención, según se dice. "Es gibt Zeiten, in denen die schlimmsten Vergehen diejenigen sind, die unbeabsichtigt zugefügt werden, heißt es."

—Pues no lo entiendo...

—Y es, sin embargo, cosa muy clara. Una vez entré en una reunión y uno que allí había y me conocía ni me saludó siquiera. Einmal ging ich in ein Meeting und jemand, der da war und mich kannte, sagte nicht einmal Hallo. Al salir me quejé de ello a un amigo y este me dijo: «No le extrañe a usted, no lo ha hecho aposta; es que no se ha percatado siquiera de la presencia de usted.» Y le contesté: «Pues ahí está la grosería mayor; no en que no me haya saludado, sino en que no se haya dado cuenta de mi presencia.» «Eso es en él involuntario; es un distraído...», me replicó. Als ich ging, beschwerte ich mich bei einem Freund darüber und er sagte mir: «Sei nicht überrascht, du hast es nicht mit Absicht getan; es ist so, dass er deine Anwesenheit nicht einmal bemerkt hat." Und ich antwortete: «Nun, es gibt die größte Unhöflichkeit; nicht, dass er mich nicht begrüßte, sondern dass er meine Anwesenheit nicht bemerkte. «Das ist bei ihm unfreiwillig; Er ist zerstreut ...», antwortete er. Y yo a mi vez: «Las mayores groserías son las llamadas involuntarias, y la grosería de las groserías distraerse delante de personas. Und ich wiederum: «Die größte Unhöflichkeit sind unfreiwillige Anrufe, und die Unhöflichkeit der Unhöflichkeit lenkt vor den Leuten ab. Es, señora, como eso que llaman neciamente olvidos involuntarios, como si cupiese olvidarse voluntariamente de algo. Es ist, Madam, wie das, was man törichterweise unfreiwilliges Vergessen nennt, als könnte man freiwillig etwas vergessen. El olvido involuntario suele ser una grosería.» Unfreiwilliges Vergessen ist oft unhöflich."

—Y a qué viene esto...

—Esto viene, señora doña Ermelinda, a que después de haberme pedido perdón por aquella especie ofensiva de que con mi donativo buscaba comprarla forzando su agradecimiento, no sé bien a qué viene aceptarlo pero haciendo constar que sin compromiso. – Das kommt, Frau Doña Ermelinda, denn nachdem ich mich um Verzeihung für diese beleidigende Spezies gebeten habe, die ich mit meiner Spende kaufen wollte, um Ihre Dankbarkeit zu erzwingen, weiß ich nicht genau, was es bedeutet, es anzunehmen, aber das zu sagen unverbindlich. ¿Qué compromiso, vamos, qué compromiso?

—¡No se exalte usted así, don Augusto...! "Reg dich nicht so auf, Don Augusto...!"

—¡Pues no he de exaltarme, señora, pues no he de exaltarme! "Nun, ich werde mich nicht erhöhen, Lady, denn ich werde mich nicht erhöhen!" ¿Es que esa... muchacha se va a burlar de mí y va a querer jugar conmigo? Wird das ... Mädchen sich über mich lustig machen und mit mir spielen wollen? —y al decir esto se acordaba de Rosarito. Und als er das sagte, erinnerte er sich an Rosarito.

—¡Por Dios, don Augusto, por Dios...!

—Ya tengo dicho que la hipoteca se deshizo, que la he cancelado, y que si ella no se hace cargo de su casa yo nada tengo que ver con ella. "Ich habe bereits gesagt, dass die Hypothek rückgängig gemacht wurde, dass ich sie storniert habe und dass ich nichts mit ihr zu tun habe, wenn sie sich nicht um ihr Haus kümmert." ¡Y que me lo agradezca o no, ya no me importa! Und ob er sich bei mir bedankt oder nicht, ist mir egal!

—Pero, don Augusto, ¡no se ponga así! "Aber Don Augusto, sei nicht so!" ¡Si lo que ella quiere es hacer las paces con usted, que vuelvan a ser amigos...! Wenn sie es wieder gut machen will, lassen Sie sie wieder Freunde sein ...!

—Sí, ahora que ha roto la guerra con el otro, ¿no es eso? "Ja, jetzt, wo Sie den Krieg mit dem anderen gebrochen haben, nicht wahr?" Antes era yo el otro; ahora soy el uno, ¿no es eso? Vorher war ich der andere; Ich bin jetzt derjenige, nicht wahr? Ahora se trata de pescarme, ¿eh? Jetzt geht es darum, mich zu fangen, oder?

—Pero ¡si no he dicho tal cosa...! "Aber ich habe so etwas nicht gesagt...!"

—No, pero lo adivino. "Nein, aber ich denke."

—Pues se equivoca usted de medio a medio. "Nun, du liegst halb bis halb falsch." Porque precisamente después de haberme mi sobrina dicho todo lo que acabo de repetirle a usted, al insinuarle yo y aconsejarle que pues ha reñido con el gandul de su novio procurase ganar a usted como tal, vamos, usted me entiende... Denn genau nachdem meine Nichte mir alles erzählt habe, was ich dir gerade wiederholt habe, als ich dich andeutungsweise andeutungsweise gemacht habe, weil du dich mit dem Faulenzen deines Freundes gestritten hast, solltest du versuchen, dich als solchen zu gewinnen, komm schon, du verstehst mich .. .

—Sí, que me reconquistase... "Ja, um mich zurückzugewinnen ..."

—¡Eso! Pues bien, al aconsejarle esto, me dijo una y cien veces que eso no y que no y que no; que le estimaba y apreciaba a usted para amigo y como tal, pero no le gustaba como marido, que no quería casarse sino con un hombre de quien estuviese enamorada... Nun, als ich ihn dazu beriet, sagte er mir ein- und hundertmal, nein und nein und nein; dass sie dich als Freund und als solche schätzte und schätzte, dich aber als Ehemann nicht mochte, dass sie nicht heiraten wollte, sondern mit einem Mann, in den sie verliebt war ...

—Y que de mí no podrá llegar a estarlo, ¿no es eso? "Und dass er nicht von mir sein kann, oder?"

—No, tanto como eso no dijo...

—Vamos, sí; que esto también es diplomacia...

—¿Cómo?

—Sí, que viene usted no sólo a que yo perdone a esa... muchacha, sino a ver si accedo a pretenderla para mujer, ¿no es eso? "Ja, dass du nicht nur kommst, damit ich diesem ... Mädchen verzeihe, sondern um zu sehen, ob ich damit einverstanden bin, sie für eine Frau zu beanspruchen, nicht wahr?" -Yes, you've come not only to get me to forgive this... girl, but to see if I agree to pretend to be a woman, isn't that it? Cosa convenida, ¿eh?, y ella se resignará... Vereinbarte Sache, eh, und sie wird zurücktreten ...

—Le juro a usted, don Augusto, le juro por la santa memoria de mi santa madre que esté en gloria, le juro... "Ich schwöre dir, Don Augusto, ich schwöre bei der heiligen Erinnerung an meine heilige Mutter, dass sie in Herrlichkeit sein wird, ich schwöre ..."

—El segundo, no jurar...

—Pues le juro que es usted el que ahora se olvida, involuntariamente por supuesto, de quién soy yo, de quién es Ermelinda Ruiz y Ruiz. - Nun, ich schwöre dir, jetzt vergisst du natürlich unwillkürlich, wer ich bin, wer Ermelinda Ruiz y Ruiz ist.

—Si así fuese... "Wenn ja ...

—Sí, así es, así —y pronunció estas palabras con tal acento que no dejaba lugar a duda. „Ja, das stimmt, das stimmt“, und er sprach diese Worte mit einem solchen Akzent, dass es keinen Raum für Zweifel ließ.

—Pues entonces... entonces... diga a su sobrina que acepto sus explicaciones, que se las agradezco profundamente, que seguiré siendo su amigo, un amigo leal y noble, pero sólo amigo, ¿eh?, nada más que amigo, sólo amigo... Y no le diga que yo no soy un piano en que se puede tocar a todo antojo, que no soy un hombre de hoy te dejo y luego te tomo, que no soy sustituto ni vicenovio, que no soy plato de segunda mesa... - Na dann ... dann ... sag deiner Nichte, dass ich deine Erklärungen akzeptiere, dass ich sie sehr schätze, dass ich weiterhin dein Freund sein werde, ein treuer und edler Freund, aber nur ein Freund, oder? ein Freund, nur Freund ... Und sag ihm nicht, dass ich kein Klavier bin, das nach Lust und Laune gespielt werden kann, dass ich kein Mann von heute bin, ich verlasse dich und dann nehme ich dich, dass ich kein Ersatz bin oder ein Vicenovio, dass ich kein Teller des zweiten Tisches bin ...

—¡No se exalte usted así! "Rede dich nicht so auf!"

—¡No, si no me exalto! "Nein, wenn ich nicht aufgeregt bin!" Pues bien, que sigo siendo su amigo... Nun, ich bin immer noch dein Freund...

—¿E irá usted pronto a vernos? "Und wirst du uns bald sehen?"

—Eso...

—Mire que si no la pobrecilla no me va a creer, va a sentirlo... „Schau, wenn das arme Ding mir nicht glaubt, wird es ihr leid tun …

—Es que pienso emprender un viaje largo y lejano... „Es ist nur so, dass ich auf eine lange und weit entfernte Reise gehe …

—Antes, de despedida... „Vorher, leb wohl...

—Bueno, veremos...

Separáronse. Sie trennten sich. Cuando doña Ermelinda llegó a casa y contó a su sobrina la conversación con Augusto, Eugenia se dijo: «Aquí hay otra, no me cabe duda; ahora sí que le reconquisto.» Als Dona Ermelinda nach Hause kam und ihrer Nichte von ihrem Gespräch mit Augusto erzählte, sagte sich Eugenia: «Hier ist noch eine, da habe ich keinen Zweifel; jetzt gewinne ich ihn zurück."

Augusto, por su parte, al quedarse solo púsose a pasearse por la estancia diciéndose: «Quiere jugar conmigo, como si yo fuese un piano... me deja, me toma, me volverá a dejar... Yo estaba de reserva... Diga lo que quiera, anda buscando que yo vuelva a solicitarla, acaso para vengarse, tal vez para dar celos al otro y volverle al retortero... Como si yo fuese un muñeco, un ente, un don nadie... ¡Y yo tengo mi carácter, vaya si le tengo, yo soy yo! Augusto seinerseits begann, als er allein war, im Zimmer herumzulaufen und sagte sich: «Er will mit mir spielen, als ob ich ein Klavier wäre ... er verlässt mich, er nimmt mich, er wird gehen» mich wieder ... ich war in der Reserve .. Sagen Sie, was Sie wollen, Sie suchen mich, um es erneut zu fordern, vielleicht um sich zu rächen, vielleicht um den anderen eifersüchtig zu machen und ihn in die Retorte zurückzubringen ... Als ob ich es wäre eine Puppe, ein Wesen, ein Niemand ... Und ich habe meinen Charakter, nun, ich habe ihn, ich bin ich! Augusto, for his part, when he was left alone, began to walk around the room saying to himself: "He wants to play with me, as if I were a piano... he leaves me, takes me, he will leave me again.... I was in reserve... Say what you want, he is looking for me to ask for it again, maybe to take revenge, maybe to make the other one jealous and return to the retort... As if I were a puppet, an entity, a nobody? And I have my character, I have my character, I am me! Sí, ¡yo soy yo!, ¡yo soy yo! Le debo a ella, a Eugenia, ¿cómo negarlo?, el que haya despertado mi facultad amorosa; pero una vez que me la despertó y suscitó no necesito ya de ella; lo que sobran son mujeres.» Ich schulde es ihr, Eugenia, wie kann ich es leugnen?Diejenige, die meine Liebesfähigkeit erweckt hat; aber als sie sie aufgeweckt und aufgerichtet hat, brauche ich sie nicht mehr; Was übrig bleibt, sind Frauen."

Al llegar a esto no pudo por menos que sonreírse, y es que se acordó de aquella frase de Víctor cuando anunciándoles Gervasio, recién casado, que se iba con su mujer a pasar una temporadita en París, le dijo: «¿A París y con mujer? Als er dazu kam, konnte er sich ein Lächeln nicht verkneifen, und das liegt daran, dass er sich an diesen Satz von Victor erinnerte, als Gervasio, der kürzlich verheiratet war, ihnen ankündigte, dass er mit seiner Frau ein wenig Zeit nach Paris verbringen würde, sagte er: «Nach Paris und mit Frau? ¡Eso es como ir con un bacalao a Escocia!» Lo que le hizo muchísima gracia a Augusto. Das ist, als würde man mit einem Kabeljau nach Schottland fahren!" Was Augusto sehr lustig war.

Y siguió diciéndose: «Lo que sobran son mujeres. Und er sagte sich immer wieder: «Was bleibt, sind Frauen. ¡Y qué encanto la inocencia maliciosa, la malicia inocente de Rosarito, esta nueva edición de la eterna Eva!, ¡qué encanto de chiquilla! Und was für ein Reiz ist die boshafte Unschuld, die unschuldige Bosheit des Rosarito, diese Neuauflage der ewigen Eva, was für ein mädchenhafter Reiz! Ella, Eugenia, me ha bajado del abstracto al concreto, pero ella me llevó al genérico, y hay tantas mujeres apetitosas, tantas... ¡tantas Eugenias!, ¡tantas Rosarios! Sie, Eugenia, hat mich vom Abstrakten zum Konkreten gebracht, aber sie hat mich zum Generischen gebracht, und es gibt so viele appetitliche Frauen, so viele ... so viele Eugenien!, so viele Rosenkränze! No, no, conmigo no juega nadie, y menos una mujer. Nein, nein, niemand spielt mit mir, am allerwenigsten eine Frau. ¡Yo soy yo! ¡Mi alma será pequeña, pero es mía!» Y sintiendo en esta exaltación de su yo como si este se le fuera hinchando, hinchando y la casa le viniera estrecha, salió a la calle para darle espacio y desahogo. Meine Seele wird klein sein, aber sie gehört mir!" Und fühlte in dieser Erhöhung seines Selbst, als ob es anschwellen würde, anschwellen und das Haus eng wäre, ging er auf die Straße, um ihm Raum und Erleichterung zu verschaffen.

Apenas pisó la calle y se encontró con el cielo sobre la cabeza y las gentes que iban y venían, cada cual a su negocio o a su gusto y que no se fijaban en él, involuntariamente por supuesto, ni le hacían caso, por no conocerle sin duda, sintió que su yo, aquel yo del «¡yo soy yo!» se le iba achicando, achicando y se le replegaba en el cuerpo y aun dentro de este buscaba un rinconcito en que acurrucarse y que no se le viera. Kaum trat er auf die Straße und fand den Himmel über seinem Kopf und die Leute, die kamen und gingen, jeder auf seine Weise oder nach seinem Geschmack und die ihn natürlich unwillkürlich nicht bemerkten und auch nicht auf ihn achteten, weil sie ihn nicht zweifelsfrei kannten, fühlte er sein Ich, dieses Ich von "Ich bin ich!" Er wurde kleiner, kleiner und er wurde in seinen Körper zurückgezogen und selbst darin suchte er eine kleine Ecke, in der er sich zusammenrollen und nicht gesehen werden konnte. La calle era un cinematógrafo y él sentíase cinematográfico, una sombra, un fantasma. Y es que siempre un baño en muchedumbre humana, un perderse en la masa de hombres que iban y venían sin conocerle ni percatarse de él, le produjo el efecto mismo de un baño en naturaleza abierta a cielo abierto, y a la rosa de los vientos. Und es ist so, dass immer ein Bad in einer Menschenmenge, die sich in der Masse der Menschen verlor, die kamen und gingen, ohne ihn zu kennen oder zu bemerken, dieselbe Wirkung wie ein Bad in freier Natur unter freiem Himmel und aufsteigender Winde erzeugte .

Sólo a solas se sentía él; sólo a solas podía decirse a sí mismo, tal vez para convencerse, «¡yo soy yo!»; ante los demás, metido en la muchedumbre atareada o distraída, no se sentía a sí mismo.

Así llegó a aquel recatado jardincillo que había en la solitaria plaza del retirado barrio en que vivía. Era la plaza un remanso de quietud donde siempre jugaban algunos niños, pues no circulaban por allí tranvías ni apenas coches, a iban algunos ancianos a tomar el sol en las tardecitas dulces del otoño, cuando las hojas de la docena de castaños de Indias que allí vivían recluidos, después de haber temblado al cierzo, rodaban por el enlosado o cubrían los asientos de aquellos bancos de madera siempre pintada de verde, del color de la hoja fresca. Aquellos árboles domésticos, urbanos, en correcta formación, que recibían riego a horas fijas, cuando no llovía, por una reguera y que extendían sus raíces bajo el enlosado de la plaza; aquellos árboles presos que esperaban ver salir y ponerse el sol sobre los tejados de las casas; aquellos árboles enjaulados, que tal vez añoraban la remota selva, atraíanle con un misterioso tiro. Diese einheimischen Stadtbäume in richtiger Formation, die zu bestimmten Zeiten, wenn es nicht regnete, durch einen Graben bewässert wurden und ihre Wurzeln unter dem Pflaster des Platzes ausbreiteten; diese eingesperrten Bäume, die auf den Dächern der Häuser darauf warten, die Sonne auf- und untergehen zu sehen; diese eingesperrten Bäume, die sich vielleicht nach dem abgelegenen Dschungel sehnten, lockten ihn mit einem mysteriösen Schuss. En sus copas cantaban algunos pájaros urbanos también, de esos que aprenden a huir de los niños y alguna vez a acercarse a los ancianos que les ofrecen unas migas de pan.

¡Cuántas veces sentado solo y solitario en uno de los bancos verdes de aquella plazuela vio el incendio del ocaso sobre un tejado y alguna vez destacarse sobre el oro en fuego del espléndido arrebol el contorno de un gato negro sobre la chimenea de una casa! Wie oft, allein und einsam auf einer der grünen Bänke dieses Platzes sitzend, sah er das Sonnenuntergangsfeuer auf einem Dach und einmal ragten die Umrisse einer schwarzen Katze auf dem Schornstein eines Hauses aus dem feurigen Gold der Pracht heraus erröten! Y en tanto, en otoño, llovían hojas amarillas, anchas hojas como de vid, a modo de manos momificadas, laminadas, sobre los jardincillos del centro con sus arriates y sus macetas de flores. Und währenddessen regnete im Herbst gelbes Laub, breite weinartige Blätter, wie mumifizierte, laminierte Hände, auf die kleinen Gärten in der Mitte mit ihren Blumenbeeten und Blumentöpfen. Y jugaban los niños entre las hojas secas, jugaban acaso a recogerlas, sin darse cuenta del encendido ocaso. Und die Kinder spielten zwischen den trockenen Blättern, spielten vielleicht, um sie zu sammeln, ohne den feurigen Sonnenuntergang zu bemerken.

Cuando llegó aquel día a la tranquila plaza y se sentó en el banco, no sin antes haber despejado su asiento de las hojas secas que lo cubrían —pues era otoño—, jugaban allí cerca, como de ordinario, unos chiquillos. Y uno de ellos, poniéndole a otro junto al tronco de uno de los castaños de Indias, bien arrimadito a él, le decía: «Tú estabas ahí preso, te tenían unos ladrones...» «Es que yo ...», empezó malhumorado el otro, y el primero le replicó: «No, tú no eras tú...» Augusto no quiso oír más; levantóse y se fue a otro banco. Und einer von ihnen, der einen anderen neben den Stamm eines der Rosskastanienbäume ganz in seine Nähe stellte, sagte: "Du warst dort im Gefängnis, einige Diebe haben dich ..." "Ich bin es ...", der andere fing an zu schmollen, und der erste antwortete: "Nein, du warst nicht ..." Augusto wollte nicht mehr hören; stand auf und ging zu einer anderen Bank. Y se dijo: «Así jugamos también los mayores; ¡tú no eres tú!, ¡yo no soy yo! Y estos pobres árboles, ¿son ellos? Se les cae la hoja antes, mucho antes que a sus hermanos del monte, y se quedan en esqueleto, y estos esqueletos proyectan su recortada sombra sobre los empedrados al resplandor de los reverberos de luz eléctrica. Das Blatt fällt früher, lange vor ihren Brüdern in den Bergen, und sie bleiben skelettiert, und diese Skelette werfen ihre gezackten Schatten auf das Kopfsteinpflaster im grellen Licht des elektrischen Lichts. ¡Un árbol iluminado por la luz eléctrica!, ¡qué extraña, qué fantástica apariencia la de su copa en primavera cuando el arco voltaico ese le da aquella apariencia metálica!, ¡y aquí que las brisas no los mecen...! ¡Pobres árboles que no pueden gozar de una de esas negras noches del campo, de esas noches sin luna, con su manto de estrellas palpitantes! Parece que al plantar a cada uno de estos árboles en este sitio les ha dicho el hombre: “¡tú no eres tú!” y para que no lo olviden le han dado esa iluminación nocturna por luz eléctrica... para que no se duerman... ¡pobres árboles trasnochadores! Es scheint, dass der Mann, als er jeden dieser Bäume auf dieser Seite pflanzte, ihnen sagte: "Du bist nicht du!" und damit sie es nicht vergessen, haben sie diese Nacht mit elektrischem Licht beleuchtet ... damit sie nicht einschlafen ... arme Nachteulenbäume! ¡No, no, conmigo no se juega como con vosotros!»

Levantóse y empezó a recorrer calles como un sonámbulo.