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Niebla - Unamuno, VII

VII

«¡Ay, Orfeo! -decía ya en su casa Augusto, dándole la leche a aquel—. ¡Ay, Orfeo! Di el gran paso, el paso decisivo; entré en su hogar, entré en el santuario. ¿Sabes lo que es dar un paso decisivo? Los vientos de la fortuna nos empujan y nuestros pasos son decisivos todos. ¿Nuestros? ¿Son nuestros esos pasos? Caminamos, Orfeo mío, por una selva enmarañada y bravía, sin senderos. El sendero nos lo hacemos con los pies según caminamos a la ventura. Hay quien cree seguir una estrella; yo creo seguir una doble estrella, melliza. Y esa estrella no es sino la proyección misma del sendero al cielo, la proyección del azar.

»¡Un paso decisivo! Y dime, Orfeo, ¿qué necesidad hay de que haya ni Dios ni mundo ni nada? ¿Por qué ha de haber algo? ¿No te parece que esa idea de la necesidad no es sino la forma suprema que el azar toma en nuestra mente?

»¿De dónde ha brotado Eugenia? ¿Es ella una creación mía o soy creación suya yo?, ¿o somos los dos creaciones mutuas, ella de mí y yo de ella? ¿No es acaso todo creación de cada cosa y cada cosa creación de todo? Y ¿qué es creación?, ¿qué eres tú, Orfeo?, ¿qué soy yo?

» Muchas veces se me ha ocurrido pensar, Orfeo, que yo no soy, e iba por la calle antojándoseme que los demás no me veían. Y otras veces he fantaseado que no me veían como me veía yo, y que mientras yo me creía ir formalmente, con toda compostura, estaba, sin saberlo, haciendo el payaso, y los demás riéndose y burlándose de mí. ¿No te ha ocurrido alguna vez a ti esto, Orfeo? Aunque no, porque tú eres joven todavía y no tienes experiencia de la vida. Y además eres perro.

»Pero, dime, Orfeo, ¿no se os ocurrirá alguna vez a los perros creeros hombres, así como ha habido hombres que se han creído perros?

»¡Qué vida esta, Orfeo, qué vida, sobre todo desde que murió mi madre! Cada hora me llega empujada por las horas que le precedieron; no he conocido el porvenir. Y ahora que empiezo a vislumbrarlo me parece se me va a convertir en pasado. Eugenia es ya casi un recuerdo para mí. Estos días que pasan... este día, este eterno día que pasa... deslizándose en niebla de aburrimiento. Hoy como ayer, mañana como hoy. Mira, Orfeo, mira la ceniza que dejó mi padre en aquel cenicero...

»Esta es la revelación de la eternidad, Orfeo, de la terrible eternidad. Cuando el hombre se queda a solas y cierra los ojos al porvenir, al ensueño, se le revela el abismo pavoroso de la eternidad. La eternidad no es porvenir. Cuando morimos nos da la muerte media vuelta en nuestra órbita y emprendemos la marcha hacia atrás, hacia el pasado, hacia lo que fue. Y así, sin término, devanando la madeja de nuestro destino, deshaciendo todo el infinito que en una eternidad nos ha hecho, caminando a la nada, sin llegar nunca a ella, pues que ella nunca fue.

»Por debajo de esta corriente de nuestra existencia, por dentro de ella, hay otra corriente en sentido contrario; aquí vamos del ayer al mañana, allí se va del mañana al ayer. Se teje y se desteje a un tiempo. Y de vez en cuando nos llegan hálitos, vahos y hasta rumores misteriosos de ese otro mundo, de ese interior de nuestro mundo. Las entrañas de la historia son una contrahistoria, es un proceso inverso al que ella sigue. El río subterráneo va del mar a la fuente.

»Y ahora me brillan en el cielo de mi soledad los dos ojos de Eugenia. Me brillan con el resplandor de las lágrimas de mi madre. Y me hacen creer que existo, ¡dulce ilusión! Amo, ergo sum! Este amor, Orfeo, es como lluvia bienhechora en que se deshace y concreta la niebla de la existencia. Gracias al amor siento al alma de bulto, la toco. Empieza a dolerme en su cogollo mismo el alma, gracias al amor, Orfeo. Y el alma misma, ¿qué es sino amor, sino dolor encarnado?

»Vienen los días y van los días y el amor queda. Allá dentro, muy dentro, en las entrañas de las cosas se rozan y friegan la corriente de este mundo con la contraria corriente del otro, y de este roce y friega viene el más triste y el más dulce de los dolores: el de vivir.

»Mira, Orfeo, las lizas, mira la urdimbre, mira cómo la trama ya viene con la lanzadera, mira cómo juegan las primideras; pero, dime, ¿dónde está el enjullo a que se arrolla la tela de nuestra existencia, dónde?»

Como Orfeo no había visto nunca un telar, es muy difícil que entendiera a su amo. Pero mirándole a los ojos mientras hablaba adivinaba su sentir.


VII VII. VII VII

«¡Ay, Orfeo! -decía ya en su casa Augusto, dándole la leche a aquel—. - sagte Augusto zu Hause und gab ihm die Milch. ¡Ay, Orfeo! Di el gran paso, el paso decisivo; entré en su hogar, entré en el santuario. ¿Sabes lo que es dar un paso decisivo? Los vientos de la fortuna nos empujan y nuestros pasos son decisivos todos. ¿Nuestros? ¿Son nuestros esos pasos? Caminamos, Orfeo mío, por una selva enmarañada y bravía, sin senderos. Wir gehen, mein Orpheus, durch einen verworrenen und wilden Dschungel, ohne Wege. El sendero nos lo hacemos con los pies según caminamos a la ventura. Wir gehen den Weg mit unseren Füßen, während wir zufällig gehen. Hay quien cree seguir una estrella; yo creo seguir una doble estrella, melliza. Es gibt diejenigen, die glauben, einem Stern zu folgen; Ich glaube, ich folge einem Doppelstern, Zwilling. Y esa estrella no es sino la proyección misma del sendero al cielo, la proyección del azar. Und dieser Stern ist nichts anderes als die Projektion des Weges zum Himmel, die Projektion des Zufalls.

»¡Un paso decisivo! Y dime, Orfeo, ¿qué necesidad hay de que haya ni Dios ni mundo ni nada? Und sag mir, Orpheus, wozu braucht es weder Gott noch Welt noch irgendetwas? And tell me, Orpheus, what need is there for there to be neither God nor the world nor anything else? ¿Por qué ha de haber algo? Warum muss da was sein? ¿No te parece que esa idea de la necesidad no es sino la forma suprema que el azar toma en nuestra mente? Scheint Ihnen nicht, dass diese Vorstellung von Notwendigkeit nichts anderes ist als die höchste Form, die der Zufall in unserem Kopf annimmt? Does it not seem to you that this idea of necessity is nothing but the supreme form that chance takes in our mind?

»¿De dónde ha brotado Eugenia? »Woher kam Eugenia? ¿Es ella una creación mía o soy creación suya yo?, ¿o somos los dos creaciones mutuas, ella de mí y yo de ella? Ist sie eine meiner Schöpfungen oder bin ich ihre Schöpfung, oder sind wir beide gemeinsame Schöpfungen, sie von mir und ich von ihr? ¿No es acaso todo creación de cada cosa y cada cosa creación de todo? Ist nicht alles die Schöpfung von allem und alles die Schöpfung von allem? Y ¿qué es creación?, ¿qué eres tú, Orfeo?, ¿qué soy yo?

» Muchas veces se me ha ocurrido pensar, Orfeo, que yo no soy, e iba por la calle antojándoseme que los demás no me veían. „Oft ist mir der Gedanke gekommen, Orpheus, dass ich es nicht bin, und ich ging die Straße entlang und tat so, als ob andere mich nicht sahen. Y otras veces he fantaseado que no me veían como me veía yo, y que mientras yo me creía ir  formalmente, con toda compostura, estaba, sin saberlo, haciendo el payaso, y los demás riéndose y burlándose de mí. Und ein anderes Mal habe ich mir vorgestellt, dass sie mich nicht so sahen, wie ich es tat, und dass ich, während ich glaubte, mit aller Fassung förmlich zu gehen, ohne es zu wissen, Clowns zu machen, und die anderen lachten und machten sich über mich lustig. ¿No te ha ocurrido alguna vez a ti esto, Orfeo? Ist dir das noch nie passiert, Orpheus? Aunque no, porque tú eres joven todavía y no tienes experiencia de la vida. Y además eres perro.

»Pero, dime, Orfeo, ¿no se os ocurrirá alguna vez a los perros creeros hombres, así como ha habido hombres que se han creído perros? Aber sag mir, Orpheus, wird dir nicht jemals einfallen, dass Hunde dich für Menschen halten, so wie es Menschen gegeben hat, die sich für Hunde gehalten haben? "But tell me, Orpheus, won't it ever occur to you dogs to think yourselves men, just as there have been men who have thought themselves dogs?

»¡Qué vida esta, Orfeo, qué vida, sobre todo desde que murió mi madre! Was ist das für ein Leben, Orpheus, was für ein Leben, zumal meine Mutter gestorben ist! Cada hora me llega empujada por las horas que le precedieron; no he conocido el porvenir. Jede Stunde kommt zu mir, getrieben von den Stunden davor; Ich habe die Zukunft nicht gekannt. Y ahora que empiezo a vislumbrarlo me parece se me va a convertir en pasado. Und jetzt, da ich anfange, es zu erahnen, scheint es mir, als würde es der Vergangenheit angehören. Eugenia es ya casi un recuerdo para mí. Eugenia ist für mich fast eine Erinnerung. Estos días que pasan... este día, este eterno día que pasa... deslizándose en niebla de aburrimiento. Hoy como ayer, mañana como hoy. Mira, Orfeo, mira la ceniza que dejó mi padre en aquel cenicero...

»Esta es la revelación de la eternidad, Orfeo, de la terrible eternidad. Cuando el hombre se queda a solas y cierra los ojos al porvenir, al ensueño, se le revela el abismo pavoroso de la eternidad. La eternidad no es porvenir. Cuando morimos nos da la muerte media vuelta en nuestra órbita y emprendemos la marcha hacia atrás, hacia el pasado, hacia lo que fue. Wenn wir sterben, dreht uns der Tod in unserer Umlaufbahn um und wir beginnen den Marsch zurück, in die Vergangenheit, in das, was war. Y así, sin término, devanando la madeja de nuestro destino, deshaciendo todo el infinito que en una eternidad nos ha hecho, caminando a la nada, sin llegar nunca a ella, pues que ella nunca fue. Und so, ohne Ende, den Strang unseres Schicksals aufwickeln, all die Unendlichkeit auflösen, die uns in einer Ewigkeit gemacht hat, zu nichts gehen, ohne es jemals zu erreichen, da es nie war.

»Por debajo de esta corriente de nuestra existencia, por dentro de ella, hay otra corriente en sentido contrario; aquí vamos del ayer al mañana, allí se va del mañana al ayer. Se teje y se desteje a un tiempo. Es ist gewebt und ungewebt zugleich. Y de vez en cuando nos llegan hálitos, vahos y hasta rumores misteriosos de ese otro mundo, de ese interior de nuestro mundo. Las entrañas de la historia son una contrahistoria, es un proceso inverso al que ella sigue. El río subterráneo va del mar a la fuente. Der unterirdische Fluss führt vom Meer zur Quelle.

»Y ahora me brillan en el cielo de mi soledad los dos ojos de Eugenia. Me brillan con el resplandor de las lágrimas de mi madre. Y me hacen creer que existo, ¡dulce ilusión! Amo, ergo sum! Este amor, Orfeo, es como lluvia bienhechora en que se deshace y concreta la niebla de la existencia. Gracias al amor siento al alma de bulto, la toco. Dank der Liebe spüre ich die Seele der Masse, ich berühre sie. Empieza a dolerme en su cogollo mismo el alma, gracias al amor, Orfeo. Y el alma misma, ¿qué es sino amor, sino dolor encarnado?

»Vienen los días y van los días y el amor queda. Allá dentro, muy dentro, en las entrañas de las cosas se rozan y friegan la corriente de este mundo con la contraria corriente del otro, y de este roce y friega viene el más triste y el más dulce de los dolores: el de vivir.

»Mira, Orfeo, las lizas, mira la urdimbre, mira cómo la trama ya viene con la lanzadera, mira cómo juegan las primideras; pero, dime, ¿dónde está el enjullo a que se arrolla la tela de nuestra existencia, dónde?» Sieh, Orfeo, die Listen, sieh dir die Kette an, sieh dir an, wie der Schuss schon mit dem Schiffchen kommt, sieh dir an, wie sich die Primideras spielen; aber sag mir, wo ist das Enjullo, in das das Gewebe unserer Existenz gewickelt ist, wo? » "See, Orpheus, look at the scales, see the warp, see how the weft already comes with the shuttle, see how the primers play; but, tell me, where is the swarm to which the fabric of our existence is rolled up, where?"

Como Orfeo no había visto nunca un telar, es muy difícil que entendiera a su amo. Da Orpheus noch nie einen Webstuhl gesehen hatte, ist es für ihn sehr schwierig, seinen Meister zu verstehen. Since Orpheus had never seen a loom, it is very difficult for him to understand his master. Pero mirándole a los ojos mientras hablaba adivinaba su sentir. Aber als er sprach, sah sie ihm in die Augen und erriet seine Gefühle. But looking into his eyes as he spoke I could guess his feelings.