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Viaje a la Alcarria - Cela, I UNOS DÍAS ANTES

I UNOS DÍAS ANTES

El viajero está echado, boca arriba, sobre una chaise-longue forrada de cretona. Mira, distraídamente, para el techo y deja volar libre la imaginación, que salta, como una torpe mariposa moribunda, rozando, en leves golpes, las paredes, los muebles, la lámpara encendida. Está cansado y nota un alivio grande dejando caer las piernas, como marionetas, en la primer postura que quieran encontrar.

El viajero es un hombre joven, alto, delgado. Está en mangas de camisa fumando un cigarrillo. Lleva ya varias horas sin hablar, varias horas que no tiene con quién hablar. De cuando en cuando bebe un sorbo —ni pequeño ni grande— de whisky o silba, por lo bajo, alguna cancioncilla.

En la casa todo es silencio; la familia del viajero duerme. En la calle sólo algún taxi errabundo rompe, muy de tarde en tarde, la piadosa intimidad de los serenos.

La habitación está revuelta. Sobre la mesa, cientos de cuartillas en desorden dan fe de muchas horas de trabajo. Extendidos sobre el suelo, clavados con chinchetas a las paredes, diez, doce, catorce mapas con notas y acotaciones en tinta, con fuertes trazos de lápiz rojo, con blancas banderitas sujetas con alfileres.

—Después, nada de esto sirve nunca para nada. ¡Siempre pasa igual!

A caballo de una silla duerme la chaqueta de dura pana. En la alfombra, al lado de un montón de novelas, descansan las remachadas botas de andar. Una cantimplora nueva espera su carga de espeso y saludable vino tinto. Suena en el noble, en el viejo reloj de nogal, la última campanada de una alta hora de la noche.

El viajero se levanta, pasea la habitación, pone derecho un cuadro, empuja un libro, huele unas flores. Ante un mapa de la península se para, ambas manos en los bolsillos del pantalón, las cejas casi imperceptiblemente fruncidas.

El viajero habla despacio, muy despacio, consigo mismo, en voz baja y casi como si quisiera disimular.

—Sí, la Alcarria. Debe ser un buen sitio para andar, un buen país. Luego, ya veremos; a lo mejor no salgo más; depende.

El viajero enciende otro cigarrillo —a poco más se quema el dedo con el mixto—, se sirve otro whisky.

—La Alcarria de Guadalajara. La de Cuenca, ya no; por Cuenca puede que ande el pinar; o la Mancha, ¡quién sabe!, con sus lentos caminos.

El viajero hace un gesto con la boca.

—Y tampoco importa que me salga un poco, si me salgo. Después de todo, ¿qué más da? Nadie me obliga a nada; nadie me dice: métase por aquí, suba por allí, camine aquel ribazo, esta laderilla, esta otra vaguada tierna y de buen andar.

El viajero revuelve entre los papeles de la mesa buscando un doble decímetro. Lo encuentra, se acerca de nuevo a la pared y, con el pitillo en la boca y el entrecejo arrugado para que no se le llenen los ojos de humo, pasea la regla sobre el mapa.

—Etapas ni cortas ni largas, es el secreto. Una legua y una hora de descanso, otra legua y otra hora, y así hasta el final. Veinte o veinticinco kilómetros al día ya es una buena marcha; es pasarse las mañanas en el camino. Después, sobre el terreno, todos estos proyectos son papel mojado y las cosas salen, como pasa siempre, por donde pueden.

Busca unas notas, consulta un cuadernillo, hojea una vieja geografía, extiende sobre la mesa un plano de la región.

—Sí; sin duda alguna, las regiones naturales. Los ríos unen y las montañas separan, es la vieja sabiduría; no hay otra división que valga.

El viajero se distrae un instante y toma, de la estantería, el primer libro que alcanza: la Historia de Galicia, de don Manuel Murguía, encuadernado en rojo cartoné ya desvaído por el tiempo. No lo necesita para nada; en realidad, lo coge sin darse cuenta.

—Es gracioso este libro..., es un libro lleno de paciencia.

El viajero está medio dormido y da un par de cabezadas mientras pasa las hojas. Se despierta de nuevo del todo, cuando lee al pie de una lámina: “Cromlech que existe en Pontes de García Rodríguez”. Lo devuelve a su sitio y piensa que, realmente, tiene los libros bastante mal ordenados. La Historia de Galicia queda entre una Fisiología e Higiene, del bachillerato, y el The sun also rises, de Hemingway.

El viajero vuelve ante el mapa.

—Las ciudades las bordearé, como los buhoneros y los gitanos, igual que el jabalí y el gato garduño.

Se rasca una ceja y arruga la frente. El viajero no está muy convencido.

—O no, no las bordearé. Las ciudades hay que cruzarlas, a media tarde, cuando las señoritas salen a pasear un rato, antes del rosario.

El viajero sonríe. Tiene los ojos semicerrados, como de estar soñando.

—Bueno, ya veremos.

Se queda un rato en silencio, pensando muy confuso, muy precipitadamente. Es ya muy tarde.

—¡Qué barbaridad!

El viajero —que se cansa de golpe, igual que un pájaro herido— piensa, al final, que ya sólo falta empezar, que quizás esté dándole demasiadas vueltas en la cabeza a un viaje que se quiere hacer un poco a rumbo, un poco como el fuego en una era: a la buena de Dios y a la que salga.

De la misma botella bebe el último trago.

—No. Estas son las cuentas de la lechera; lo mejor será coger el macuto y echarse a andar.

Se desnuda, desdobla la manta de pelo, apaga la luz y se echa a dormir sobre la chaise-longue forrada de cretona.

Fuera se oye el distante golpear del chuzo contra la acera. Por las rendijas de la persiana se cuela un hilito de claridad. Pasan lentos, entumecidos, los carros de los primeros traperos. El viajero se ha dormido al tiempo de nacer el día como un pollo que sale, un poco avergonzadamente, del derrotado y tibio cascarón.

I UNOS DÍAS ANTES ICH EIN PAAR TAGE ZUVOR I A FEW DAYS BEFORE I QUELQUES JOURS PLUS TÔT I QUALCHE GIORNO PRIMA I KILKA DNI WCZEŚNIEJ I ALGUNS DIAS ANTES BEN BIRKAÇ GÜN ÖNCE 我在几天前

El viajero está echado, boca arriba, sobre una chaise-longue forrada de cretona. The traveler is lying on his back on a chaise-longue lined with cretonne. Le voyageur est allongé sur le ventre sur une chaise longue doublée de chintz. Mira, distraídamente, para el techo y deja volar libre la imaginación, que salta, como una torpe mariposa moribunda, rozando, en leves golpes, las paredes, los muebles, la lámpara encendida. He looks, absent-mindedly, at the ceiling and lets his imagination fly free, which jumps, like a clumsy dying butterfly, brushing, in light strokes, the walls, the furniture, the lighted lamp. Il regarde distraitement le plafond et laisse libre cours à son imagination, sautant comme un maladroit papillon mourant, effleurant, par touches légères, les murs, les meubles, la lampe allumée. Está cansado y nota un alivio grande dejando caer las piernas, como marionetas, en la primer postura que quieran encontrar. He is tired and feels a great relief by dropping his legs, like puppets, in the first position they want to find.

El viajero es un hombre joven, alto, delgado. The traveler is a young, tall, thin man. Está en mangas de camisa fumando un cigarrillo. He is in his shirtsleeves smoking a cigarette. Lleva ya varias horas sin hablar, varias horas que no tiene con quién hablar. He hasn't spoken for several hours now, several hours without anyone to talk to. De cuando en cuando bebe un sorbo —ni pequeño ni grande— de whisky o silba, por lo bajo, alguna cancioncilla. From time to time he takes a sip - neither small nor large - of whiskey or whistles, under his breath, a ditty. De temps en temps, il prend une gorgée - ni petite ni grande - de whisky ou siffle une chansonnette dans sa barbe.

En la casa todo es silencio; la familia del viajero duerme. In the house all is silence; the traveler's family sleeps. En la calle sólo algún taxi errabundo rompe, muy de tarde en tarde, la piadosa intimidad de los serenos. In the street, only a stray cab breaks, very late in the afternoon, the pious intimacy of the serenity of the serenos. Dans la rue seuls quelques taxis errants s'arrêtent, très rarement, la pieuse intimité des veilleurs de nuit.

La habitación está revuelta. The room is disturbed. La pièce est en désordre. Sobre la mesa, cientos de cuartillas en desorden dan fe de muchas horas de trabajo. On the table, hundreds of pages in disarray attest to many hours of work. Sur la table, des centaines de feuilles de papier en désordre attestent de nombreuses heures de travail. Extendidos sobre el suelo, clavados con chinchetas a las paredes, diez, doce, catorce mapas con notas y acotaciones en tinta, con fuertes trazos de lápiz rojo, con blancas banderitas sujetas con alfileres. Spread out on the floor, tacked to the walls, ten, twelve, fourteen maps with notes and annotations in ink, with strong red pencil strokes, with white flags pinned to them. Étendues par terre, épinglées aux murs avec des punaises, dix, douze, quatorze cartes avec notes et annotations à l'encre, forts coups de crayon rouge, avec des petits drapeaux blancs épinglés.

—Después, nada de esto sirve nunca para nada. "Afterward, none of this is ever good for anything." ¡Siempre pasa igual!

A caballo de una silla duerme la chaqueta de dura pana. The hard corduroy jacket sleeps astride a saddle. À califourchon sur une chaise, la veste en velours côtelé dur dort. 硬质灯芯绒夹克睡在椅子上。 En la alfombra, al lado de un montón de novelas, descansan las remachadas botas de andar. On the carpet, next to a pile of novels, rest the riveted walking boots. Sur le tapis, à côté d'une pile de romans, reposent les bottes de marche rivetées. Una cantimplora nueva espera su carga de espeso y saludable vino tinto. A new canteen awaits its load of thick, healthy red wine. Une nouvelle cantine attend votre chargement de vin rouge épais et sain. Suena en el noble, en el viejo reloj de nogal, la última campanada de una alta hora de la noche. The nobleman, in the old walnut clock, rings the last chime of a high hour of the night. Sonne dans la noble, dans la vieille horloge de noyer, le dernier carillon d'une heure tardive de la nuit.

El viajero se levanta, pasea la habitación, pone derecho un cuadro, empuja un libro, huele unas flores. Ante un mapa de la península se para, ambas manos en los bolsillos del pantalón, las cejas casi imperceptiblemente fruncidas. Il se tient devant une carte de la péninsule, les deux mains dans les poches de son pantalon, les sourcils presque imperceptiblement froncés.

El viajero habla despacio, muy despacio, consigo mismo, en voz baja y casi como si quisiera disimular.

—Sí, la Alcarria. Debe ser un buen sitio para andar, un buen país. Luego, ya veremos; a lo mejor no salgo más; depende.

El viajero enciende otro cigarrillo —a poco más se quema el dedo con el mixto—, se sirve otro whisky.

—La Alcarria de Guadalajara. La de Cuenca, ya no; por Cuenca puede que ande el pinar; o la Mancha, ¡quién sabe!, con sus lentos caminos. Die in Cuenca, nicht mehr; in Cuenca gibt es vielleicht Pinienwälder; oder La Mancha, wer weiß, mit seinen langsamen Straßen. The one in Cuenca, no longer; in Cuenca may be the pine forest; or La Mancha, who knows, with its slow roads. Celui de Cuenca, plus maintenant ; à travers Cuenca, la forêt de pins peut marcher; ou La Mancha, qui sait !, avec ses sentiers lents.

El viajero hace un gesto con la boca. The traveler makes a gesture with his mouth.

—Y tampoco importa que me salga un poco, si me salgo. Después de todo, ¿qué más da? Après tout, quelle différence cela fait-il ? Nadie me obliga a nada; nadie me dice: métase por aquí, suba por allí, camine aquel ribazo, esta laderilla, esta otra vaguada tierna y de buen andar. No one forces me to do anything; no one tells me: go this way, go up there, walk that bank, this little slope, this other tender and easy to walk watercourse. Personne ne m'oblige à faire quoi que ce soit ; personne ne me dit : entre ici, monte là-haut, marche sur cette rive, ce coteau, cette autre vallée tendre et douce.

El viajero revuelve entre los papeles de la mesa buscando un doble decímetro. Le voyageur fouille dans les papiers sur la table à la recherche d'un double décimètre. Lo encuentra, se acerca de nuevo a la pared y, con el pitillo en la boca y el entrecejo arrugado para que no se le llenen los ojos de humo, pasea la regla sobre el mapa. He finds it, goes back to the wall and, with his cigarette in his mouth and his brow furrowed so that his eyes don't fill with smoke, he moves the ruler over the map.

—Etapas ni cortas ni largas, es el secreto. Una legua y una hora de descanso, otra legua y otra hora, y así hasta el final. Veinte o veinticinco kilómetros al día ya es una buena marcha; es pasarse las mañanas en el camino. Twenty or twenty-five kilometers a day is already a good walk; it is spending the mornings on the road. Después, sobre el terreno, todos estos proyectos son papel mojado y las cosas salen, como pasa siempre, por donde pueden. Afterwards, on the ground, all these projects are a dead letter and things turn out, as always, where they can.

Busca unas notas, consulta un cuadernillo, hojea una vieja geografía, extiende sobre la mesa un plano de la región.

—Sí; sin duda alguna, las regiones naturales. Los ríos unen y las montañas separan, es la vieja sabiduría; no hay otra división que valga. Rivers unite and mountains separate, is the old wisdom; no other division is valid.

El viajero se distrae un instante y toma, de la estantería, el primer libro que alcanza: la Historia de Galicia, de don Manuel Murguía, encuadernado en rojo cartoné ya desvaído por el tiempo. Le voyageur est distrait un instant et prend, sur l'étagère, le premier livre qu'il atteint : l'Histoire de la Galice, de Don Manuel Murguía, relié en carton rouge déjà délavé par le temps. No lo necesita para nada; en realidad, lo coge sin darse cuenta.

—Es gracioso este libro..., es un libro lleno de paciencia.

El viajero está medio dormido y da un par de cabezadas mientras pasa las hojas. Le voyageur est à moitié endormi et s'assoupit plusieurs fois en feuilletant les pages. Se despierta de nuevo del todo, cuando lee al pie de una lámina: “Cromlech que existe en Pontes de García Rodríguez”. Lo devuelve a su sitio y piensa que, realmente, tiene los libros bastante mal ordenados. La Historia de Galicia queda entre una Fisiología e Higiene, del bachillerato, y el The sun also rises, de Hemingway. L'Histoire de la Galice se situe entre Physiologie et Hygiène, dès le lycée, et Le soleil se lève également d'Hemingway.

El viajero vuelve ante el mapa. Le voyageur revient à la carte.

—Las ciudades las bordearé, como los buhoneros y los gitanos, igual que el jabalí y el gato garduño. — Je longerai les villes, comme les colporteurs et les gitans, comme le sanglier et le chat garduño.

Se rasca una ceja y arruga la frente. El viajero no está muy convencido.

—O no, no las bordearé. Las ciudades hay que cruzarlas, a media tarde, cuando las señoritas salen a pasear un rato, antes del rosario.

El viajero sonríe. Tiene los ojos semicerrados, como de estar soñando.

—Bueno, ya veremos.

Se queda un rato en silencio, pensando muy confuso, muy precipitadamente. Es ya muy tarde.

—¡Qué barbaridad!

El viajero —que se cansa de golpe, igual que un pájaro herido— piensa, al final, que ya sólo falta empezar, que quizás esté dándole demasiadas vueltas en la cabeza a un viaje que se quiere hacer un poco a rumbo, un poco como el fuego en una era: a la buena de Dios y a la que salga. The traveler - who gets tired all at once, like a wounded bird - thinks, in the end, that he only needs to start, that perhaps he is thinking too much in his head about a trip that he wants to make a little on course, a little like a fire in a threshing floor: at the drop of a hat and at the drop of a hat. Le voyageur — qui se fatigue tout d'un coup, comme un oiseau blessé — pense, à la fin, qu'il n'a qu'à partir, qu'il pense peut-être trop à un voyage qu'il veut faire un peu sur le route, un peu comme le feu dans une époque : au bien de Dieu et à celui qui en sort.

De la misma botella bebe el último trago.

—No. Estas son las cuentas de la lechera; lo mejor será coger el macuto y echarse a andar. Ce sont les comptes de la laitière; le mieux serait de prendre le sac à dos et de commencer à marcher.

Se desnuda, desdobla la manta de pelo, apaga la luz y se echa a dormir sobre la chaise-longue forrada de cretona.

Fuera se oye el distante golpear del chuzo contra la acera. Dehors, vous pouvez entendre le bruit lointain du chuzo contre le trottoir. Por las rendijas de la persiana se cuela un hilito de claridad. Par les interstices du store se faufile un fil de clarté. Pasan lentos, entumecidos, los carros de los primeros traperos. The wagons of the first ragpickers pass slowly, numb. Lentes, engourdies, passent les voitures des premiers chiffonniers. El viajero se ha dormido al tiempo de nacer el día como un pollo que sale, un poco avergonzadamente, del derrotado y tibio cascarón. The traveler has fallen asleep at the time of daybreak like a chicken that comes out, a little embarrassedly, from its defeated and lukewarm shell. Le voyageur s'est endormi à l'aube du jour comme un poulet qui sort, un peu gêné, de la carapace vaincue et tiède.