Parálisis por análisis: cómo salir del bloqueo
Seguramente os habrá pasado alguna vez que ante una decisión importante en la que queríais
tomar la mejor decisión, os habéis quedado un poco atascados en la fase de contemplar
todas las posibles opciones, los pros, los contras, los qué pasaría sí, el “vale,
ya lo tengo claro”...
Pero cuando asumes una opción no eres capaz de desprenderte de alguna de las otras: es
lo que se conoce como parálisis por análisis.
Vamos a ver con un poco más de detalle de qué va esto y qué es lo que podemos hacer
en este tipo de situaciones…
Tenemos que tomar una decisión que para nosotros es importante.
Puede tratarse de algo más o menos trascendente, pero el caso es que para nosotros en este
momento es algo a lo que le estamos dando importancia (aunque desde el punto de vista
de otras personas esta decisión no sea nada importante).
Pero el caso es que tenemos diferentes opciones a la hora de decidir, cada una con sus pros
y sus contras.
Y es que la mayoría de las veces, las decisiones a las que nos enfrentamos no tienen una opción
buena y otra mala como en un examen tipo test, sino que más bien son opciones en las que
por un lado ganamos algo, pero a la vez tenemos que renunciar a otro aspecto…
Que sí, que está muy bien el que nos paremos a reflexionar las posibles opciones antes
de tomar una decisión y actuar, de hecho hemos hablado de eso mismo en otros artículos
y vídeos.
El problema viene cuando nos quedamos atascados en esta fase de análisis, dándole excesivas
vueltas al problema, perdiendo tiempo y energía, sin llegar a decidirnos por ninguna opción
y por lo tanto sin actuar en uno u otro sentido.
Algunas personas se quedan atascados en la búsqueda de información, quieren saber todas
las posibles implicaciones de cada una de las opciones posibles y no llegan a dar el
siguiente paso.
Otras pueden estar conformes con la información que tienen, pero no son capaces de decidirse
por ninguna opción, quizá porque no quieren desprenderse de las otras.
A veces, simplemente se aplaza el tomar una decisión porque parece que no es el momento
o que no estamos preparados en ese momento para hacerlo.
Otras veces el miedo al fracaso es parte del problema que nos impide decidirnos y actuar.
Pero a pesar de todo, puede ocurrir que el coste de no llegar a tomar una decisión sea
en realidad mayor que el de equivocarnos en lo que elijamos.
Entonces, ¿qué es lo que podemos hacer cuando nos vemos atascados en una situación así?
Cuando somos conscientes de que nos estamos pasando con el tiempo o la energía que le
estamos dedicando a una decisión, podemos optar por varias opciones:
Una sería limitar el número de opciones.
Cuando estamos atascados en este tipo de situaciones menos es más.
Es imposible elegir entre todos los posibles modelos de coches, pantalones, zapatillas,
u ordenadores.
No podemos comparlos todos porque hay demasiados.
Es mejor limitar la elección a unas pocas opciones (quizá dos o tres) y dedicarle tiempo
a analizar solo estas, en lugar de intentar abarcar todas las posibles opciones.
Es por esto que muchos vamos siempre a las mismas tiendas de ropa o compramos siempre
los electrodomésticos o cacharritos de una determinada marca.
Tener demasiadas opciones puede llevarnos a quedarnos atascados y no llegar a elegir
ninguna.
Otra cosa que podemos hacer es decidirnos por la primera opción que consideremos suficientemente
razonable.
Si asumimos que es suficientemente buena, aunque no sea perfecta, podremos salir del
bloqueo y seguir adelante con este y otros asuntos importantes.
Nuestro tiempo y nuestras energías también son importantes y no tenemos porqué desperdiciarlos.
También podemos marcarnos plazos temporales.
Cuando estamos atascados sin saber muy bien por dónde tirar, ayuda tener una fecha tope
para tomar una decisión.
Si no nos viene dada esta fecha por las circunstancias, podemos fijarla nosotros mismos: nos damos
un plazo para tomar una decisión, y si pasado este tiempo no la hemos tomado, una de dos,
o asumimos la opción que consideremos más razonable en ese momento, o abandonamos la
idea y dejamos de dedicarle tiempo y energía.
También podemos intentar enfocarlo desde otro punto de vista.
En lugar de enfocarlo como una decisión definitiva, podemos plantearnos que probablemente podamos
cambiar de opinión en el futuro, cambiar de rumbo, realizar modificaciones, etc.
Si le quitamos un poco de hierro a la decisión probablemente sea más fácil decantarnos
por una u otra alternativa.
Si vemos que no somos capaces de tomar la decisión por nosotros mismos, podemos compartir
nuestras inquietudes con otras personas que nos ayuden a decidir.
En función de las circunstancias, estas personas pueden ser familiares, amigos, compañeros
de trabajo, o de en caso de ser necesario, también podemos solicitar ayuda profesional.
Finalmente, un último recurso sería imaginar posibles consecuencias de cada una de las
alternativas que barajamos, y exagerarlas llevándolas al extremo.
Si las consecuencias no son muy desastrosas llevándolas al extremo, probablemente podamos
asumir esa opción como buena o, al menos, elegir la que tenga consecuencias menos graves.
Esta es nuestra lista de opciones para salir de esa parálisis, y vosotros ¿qué hacéis
para salir de este tipo de situaciones?
Si tenéis un truco que os funciona para ayudaros a elegir cuando os sientes atascados, contárnoslo
en los comentarios.
Y hasta aquí, otra píldora de psicología, si os ha gustado tenéis muchos más vídeos
y artículos en el canal de YouTube y en albertosoler.es.
Y en todas las librerías nuestro libro “Hijos y Padres Felices”.
¡Un saludo!