×

LingQをより快適にするためCookieを使用しています。サイトの訪問により同意したと見なされます cookie policy.


image

La Ciudad de las Bestias, Capítulo 09 La gente de la neblina (2)

Capítulo 09 La gente de la neblina (2)

—Mira, abuela, hay ramas rotas y en algunas partes los arbustos están aplastados, como por patas enormes. Encontré unos pelos negros y duros... —señaló el muchacho.

—Puede haber sido el jabalí —dijo Kate.

—También hay muchos insectos, los mismos que hay sobre el cadáver. No los había visto antes. Apenas aclaró el día César Santos y Karakawe procedieron a colgar de un árbol, lo más alto que pudieron, el cuerpo del infortunado soldado envuelto en una hamaca. El profesor, tan nervioso que había desarrollado un tic en el ojo derecho y temblor en las rodillas, se dispuso a tomar una decisión. Dijo que corrían grave riesgo de morir todos y él, Ludovic Leblanc, como responsable del grupo, debía dar las órdenes. El asesinato del primer soldado confirmaba su teoría de que los indios eran unos asesinos naturales, solapados y traicioneros. La muerte del segundo, en tan raras circunstancias, podía atribuirse también a los indios, pero admitió que no se podía descartar a la Bestia. Lo mejor sería colocar sus trampas, a ver si con suerte caía la criatura que buscaban antes que volviera a matar a alguien, y enseguida regresar a Santa María de la Lluvia, donde podrían conseguir helicópteros. Los demás concluyeron que algo había aprendido el hombrecito con su revolcón en el charco de excremento.

—El capitán Ariosto no se atreverá a negar ayuda a Ludovic Leblanc —dijo el profesor. A medida que se internaban en territorio desconocido y la Bestia daba señales de vida, se había acentuado la tendencia del antropólogo a referirse a si mismo en tercera persona. Varios miembros del grupo estuvieron de acuerdo. Kate Cold, sin embargo, se manifestó decidida a seguir adelante y exigió que Timothy Bruce se quedara con ella, puesto que de nada serviría encontrar a la criatura si no tenían fotografías para probarlo. El profesor sugirió que se separaran y los que así lo desearan volvieran a la aldea en una de las lanchas. Los soldados y Matuwe, el guía indio, querían irse lo antes posible, estaban aterrorizados. La doctora Omayra Torres, en cambio, dijo que había llegado hasta allí con la intención de vacunar indios, que tal vez no tendría otra oportunidad de hacerlo en un futuro próximo y no pensaba echarse atrás al primer inconveniente.

—Eres una mujer muy valiente, Omayra —comentó César Santos, admirado—. Yo me quedo. Soy el guía, no puedo dejarlos aquí —agregó.

Alex y Nadia se dieron una mirada de complicidad: habían notado cómo César Santos seguía con la vista a la doctora y no perdía oportunidad de estar cerca de ella. Ambos habían adivinado, antes que lo dijera, que si ella se quedaba él lo haría también.

—¿Y cómo regresaremos los demás sin usted? —quiso saber Leblanc, bastante inquieto.

—Karakawe puede conducirlos —dijo César Santos.

—Me quedo —se negó éste, lacónico, como siempre.

—Yo también, no pienso dejar sola a mi abuela —dijo Alex.

—No te necesito y no quiero andar con mocosos, Alexander —gruñó su abuela, pero todos pudieron ver el brillo de orgullo en sus ojos de ave de rapiña ante la decisión de su nieto.

—Yo me voy a traer refuerzos —dijo Leblanc.

—¿No está usted a cargo de esta expedición, profesor? —preguntó Kate Cold fríamente.

—Soy más útil allá que aquí... —farfulló el antropólogo.

—Haga lo que quiera, pero si usted se va, yo me encargaré de publicarlo en el International Geographic y que todo el mundo sepa lo valiente que es el profesor Leblanc —lo amenazó ella.

Finalmente acordaron que uno de los soldados y Matuwe conducirían a Joel González de vuelta a Santa María de la Lluvia. El viaje sería más corto, porque iban con la corriente. Los demás, incluyendo a Ludovic Leblanc, que no se atrevió a desafiar a Kate Cold, se quedarían donde estaban hasta que llegaran refuerzos. A media mañana todo estuvo listo, los expedicionarios se despidieron y la lancha con el herido emprendió el regreso. Pasaron el resto de ese día y buena parte del siguiente instalando una trampa para la Bestia según las instrucciones del profesor Leblanc. Era de una sencillez infantil: un gran hoyo en el suelo, cubierto por una red disimulada con hojas y ramas. Se suponía que, al pisarla, el cuerpo caería al hueco, arrastrando la red. Al fondo del pozo había una alarma de pilas, que sonaría de inmediato para alertar a la expedición. El plan consistía en aproximarse, antes que la criatura lograra desenredarse de la red y salir del hueco, y dispararle varias cápsulas de un poderoso anestésico capaz de dormir a un rinoceronte.

Lo más arduo fue cavar un hoyo tan profundo como para contener a una criatura de la altura de la Bestia. Todos se turnaron con la pala, menos Nadia y Leblanc, la primera porque se oponía a la idea de hacer daño a un animal y el segundo porque estaba con dolor de espalda. El terreno resultó muy diferente de lo que el profesor creía cuando diseñó su trampa cómodamente instalado en un escritorio en su casa, a miles de millas de distancia. Había una costra delgada de humus, más abajo una dura maraña de raíces, luego arcilla resbaladiza como jabón, y a medida que cavaban, el pozo iba llenándose de un agua rojiza donde nadaban toda suerte de animalejos. Por último desistieron, vencidos por los obstáculos. Alex sugirió utilizar las redes para colgarlas de los árboles mediante un sistema de cuerdas, y de poner una carnada debajo; al aproximarse la presa para apoderarse del cebo, sonaba la alarma y de inmediato le caía la red encima. Todos, menos Leblanc, consideraron que en teoría podía funcionar, pero estaban demasiado cansados para probarlo y decidieron postergar el proyecto hasta la mañana siguiente.

—Espero que tu idea no sirva, Jaguar —dijo Nadia.

—La Bestia es peligrosa —replicó el muchacho.

—¿Qué harán con ella si la atrapan? ¿Matarla? ¿Cortarla en pedacitos para estudiarla? ¿Meterla en una jaula por el resto de su vida?

—¿Qué solución tienes tú, Nadia?

—Hablar con ella y preguntarle qué quiere.

—¡Qué idea tan genial! Podríamos convidarla a tomar el té... —se burló él.

—Todos los animales se comunican —aseguró Nadia.

—Eso dice mi hermana Nicole, pero ella tiene nueve años.

—Veo que a los nueve sabe más que tú a los quince —replicó Nadia.

Se encontraban en un lugar muy hermoso. La densa y enmarañada vegetación de la orilla se despejaba hacia el interior, donde el bosque alcanzaba una gran majestad. Los troncos de los árboles, altos y rectos, eran pilares de una magnífica catedral verde. Orquídeas y otras flores aparecían suspendidas de las ramas y brillantes helechos cubrían el suelo. Era tan variada la fauna, que nunca había silencio, desde el amanecer hasta muy entrada la noche se escuchaba el canto de los tucanes y loros; por la noche empezaba la algarabía de sapos y monos aulladores. Sin embargo, aquel jardín del Edén ocultaba muchos peligros: las distancias eran enormes, la soledad absoluta y sin conocer el terreno era imposible ubicarse. Según Leblanc —y en eso César Santos estaba de acuerdo— la única manera de moverse en esa región era con la ayuda de los indios. Debían atraerlos. La doctora Omayra Torres era la más interesada en hacerlo, porque debía cumplir su misión de vacunarlos y establecer un sistema de control de salud, según explicó.

—No creo que los indios presenten voluntariamente los brazos para que los pinches, Omayra. No han visto una aguja en sus vidas —sonrió César Santos. Entre ambos había una corriente de simpatía y para entonces se trataban con familiaridad.

—Les diremos que es una magia muy poderosa de los blancos —dijo ella, guiñándole un ojo.

—Lo cual es totalmente cierto —aprobó César Santos.

Según el guía, había varias tribus en los alrededores que seguro habían tenido algún contacto, aunque breve, con el mundo exterior. Desde su avioneta había vislumbrado algunos shabonos, pero como no había dónde aterrizar por esos lados, se había limitado a señalarlos en su mapa. Las chozas comunitarias que había visto eran más bien pequeñas, lo cual significaba que cada tribu se componía de muy pocas familias. Según aseguraba el profesor Leblanc, quien se decía experto en la materia, el número mínimo de habitantes por shabono era de alrededor de cincuenta personas —menos no podrían defenderse de ataques enemigos— y rara vez sobrepasaba los doscientos cincuenta. César Santos sospechaba también la existencia de tribus aisladas, que no habían sido vistas aún, como esperaba la doctora Torres, y la única forma de llegar hasta ellas sería por el aire. Deberían ascender a la selva del altiplano, a la región encantada de las cataratas, donde nunca pudieron llegar los forasteros antes de la invención de aviones y helicópteros.

Con la idea de atraer a los indios, el guía amarró una cuerda entre dos árboles y de ella colgó algunos regalos: collares de cuentas, trapos de colores, espejos y chucherías de plástico. Reservó los machetes, cuchillos y utensilios de acero para más tarde, cuando comenzaran las verdaderas negociaciones y el trueque de regalos.

Esa tarde César Santos intentó comunicarse por radio con el capitán Ariosto y con Mauro Carías en Santa María de la Lluvia, pero el aparato no funcionaba. El profesor Leblanc se paseaba por el campamento, furioso ante esa nueva contrariedad, mientras los demás se turnaban tratando en vano de enviar o recibir un mensaje. Nadia se llevó a Alex aparte para contarle que la noche anterior, antes que el soldado fuera asesinado durante el turno de Karakawe, ella vio al indio manipulando la radio. Dijo que ella se acostó cuando terminó su vigilancia, pero no se durmió de inmediato y desde su hamaca pudo ver a Karakawe cerca del aparato.

—¿Lo viste bien, Nadia?

—No, porque estaba oscuro, pero los únicos que estaban en pie en ese turno eran los dos soldados y él. Estoy casi segura de que no era ninguno de los soldados —replicó ella—. Creo que Karakawe es la persona que mencionó Mauro Carías. Tal vez parte del plan es que no podamos pedir socorro en caso de necesidad.

—Debemos advertir a tu papá —determinó Alex.

César Santos no recibió la noticia con interés, se limitó a advertirles que antes de acusar a alguien debían estar bien seguros. Había muchas razones por las cuales un equipo de radio tan anticuado como ése podía fallar. Además, ¿qué razón tendría Karakawe para descomponerlo? Tampoco a él le convenía encontrarse incomunicado. Los tranquilizó diciendo que dentro de tres o cuatro días vendrían refuerzos.

—No estamos perdidos, sólo aislados —concluyó.

—¿Y la Bestia, papá? —preguntó Nadia, inquieta.

—No sabemos si existe, hija. De los indios, en cambio, podemos estar seguros. Tarde o temprano se aproximarán y esperemos que lo hagan en son de paz. En todo caso estamos bien armados.

—El soldado que murió tenía un fusil, pero no le sirvió de nada —refutó Alex.

—Se distrajo. De ahora en adelante tendremos que ser mucho más cuidadosos. Desgraciadamente somos sólo seis adultos para montar guardia.

—Yo cuento como un adulto —aseguró Alex.

—Está bien, pero Nadia no. Ella sólo podrá acompañarme en mi turno —decidió César Santos.

Ese día Nadia descubrió cerca del campamento un árbol de urucupo, arrancó varios de sus frutos, que parecían almendras peludas, los abrió y extrajo unas semillitas rojas del interior. Al apretarlas entre los dedos, mezcladas con un poco de saliva, formó una pasta roja con la consistencia del jabón, la misma que usaban los indios, junto con otras tinturas vegetales, para decorarse el cuerpo. Nadia y Alex se pintaron rayas, círculos y puntos en la cara, luego se ataron plumas y semillas en los brazos. Al verlos, Timothy Bruce y Kate Cold insistieron en tomarles fotos y Omayra Torres en peinar el cabello rizado de la chica y adornarlo con minúsculas orquídeas. César Santos, en cambio, no los celebró: la visión de su hija decorada como una doncella indígena pareció llenarlo de tristeza.

Cuando disminuyó la luz, calcularon que en alguna parte el sol se aprestaba para desaparecer en el horizonte, dando paso a la noche; bajo la cúpula de los árboles rara vez aparecía, su resplandor era difuso, filtrado por el encaje verde de la naturaleza. Sólo a veces, donde había caído un árbol, se veía claramente el ojo azul del cielo. A esa hora las sombras de la vegetación comenzaban a envolverlos como un cerco, en menos de una hora el bosque se tornaría negro y pesado. Nadia pidió a Alex que tocara la flauta para distraerlos y durante un rato la música, delicada y cristalina, invadió la selva. Borobá, el monito, seguía la melodía, moviendo la cabeza al compás de las notas. César Santos y la doctora Omayra Torres, en cuclillas junto a la fogata, estaban asando unos pescados para la cena. Kate Cold, Timothy Bruce y uno de los soldados se dedicaban a afirmar las carpas y proteger las provisiones de los monos y las hormigas. Karakawe y el otro soldado, armados y alertas, vigilaban. El profesor Leblanc dictaba las ideas que pasaban por su mente en una grabadora de bolsillo, que siempre llevaba a mano para cuando se le ocurría un pensamiento trascendental que la humanidad no debía perder, lo cual ocurría con tal frecuencia que los muchachos, fastidiados, esperaban la oportunidad de robarle las pilas. Como a los quince minutos del concierto de flauta, la atención de Borobá cambió súbitamente de foco; el mono comenzó a dar saltos, tironeando la ropa de su ama, inquieto. Al principio Nadia pretendió ignorarlo, pero el animal no la dejó en paz hasta que ella se puso de pie. Después de atisbar hacia la espesura, ella llamó a Alex con un gesto, guiándolo lejos del círculo de luz de la fogata, sin llamar la atención de los otros.

Capítulo 09 La gente de la neblina (2) Kapitel 09 Das Volk des Nebels (2) Chapter 09 The People of the Mist (2) Chapitre 09 Le peuple de la brume (2) Capitolo 09 Il Popolo della Nebbia (2) Capítulo 09 O povo da névoa (2) Глава 09 Люди тумана (2)

—Mira, abuela, hay ramas rotas y en algunas partes los arbustos están aplastados, como por patas enormes. Regarde, grand-mère, il y a des branches cassées et à certains endroits les buissons sont écrasés, comme par d'énormes pattes. Encontré unos pelos negros y duros... —señaló el muchacho. J'ai trouvé des poils durs et noirs... -dit le garçon.

—Puede haber sido el jabalí —dijo Kate. -Cela aurait pu être le sanglier", a déclaré Kate.

—También hay muchos insectos, los mismos que hay sobre el cadáver. No los había visto antes. Apenas aclaró el día César Santos y Karakawe procedieron a colgar de un árbol, lo más alto que pudieron, el cuerpo del infortunado soldado envuelto en una hamaca. As soon as it was light, Cesar Santos and Karakawe proceeded to hang the body of the unfortunate soldier wrapped in a hammock from a tree, as high as they could. El profesor, tan nervioso que había desarrollado un tic en el ojo derecho y temblor en las rodillas, se dispuso a tomar una decisión. The professor, so nervous that he had developed a twitch in his right eye and a tremor in his knees, was ready to make a decision. Le professeur, si nerveux qu'il a développé un tic dans l'œil droit et un tremblement dans les genoux, est prêt à prendre une décision. Dijo que corrían grave riesgo de morir todos y él, Ludovic Leblanc, como responsable del grupo, debía dar las órdenes. El asesinato del primer soldado confirmaba su teoría de que los indios eran unos asesinos naturales, solapados y traicioneros. Le meurtre du premier soldat confirme sa théorie selon laquelle les Indiens sont des tueurs naturels, sournois et perfides. La muerte del segundo, en tan raras circunstancias, podía atribuirse también a los indios, pero admitió que no se podía descartar a la Bestia. Lo mejor sería colocar sus trampas, a ver si con suerte caía la criatura que buscaban antes que volviera a matar a alguien, y enseguida regresar a Santa María de la Lluvia, donde podrían conseguir helicópteros. La meilleure chose à faire est de poser les pièges, de voir si la créature recherchée tombera avant de tuer à nouveau quelqu'un, puis de retourner à Santa Maria de la Lluvia, où ils pourront obtenir des hélicoptères. Los demás concluyeron que algo había aprendido el hombrecito con su revolcón en el charco de excremento. The others concluded that the little man had learned something from his wallowing in the puddle of excrement. Les autres en concluent que le petit homme a appris quelque chose de son immersion dans la flaque d'excréments.

—El capitán Ariosto no se atreverá a negar ayuda a Ludovic Leblanc —dijo el profesor. -Le capitaine Ariosto n'oserait pas refuser son aide à Ludovic Leblanc", dit le professeur. A medida que se internaban en territorio desconocido y la Bestia daba señales de vida, se había acentuado la tendencia del antropólogo a referirse a si mismo en tercera persona. Varios miembros del grupo estuvieron de acuerdo. Kate Cold, sin embargo, se manifestó decidida a seguir adelante y exigió que Timothy Bruce se quedara con ella, puesto que de nada serviría encontrar a la criatura si no tenían fotografías para probarlo. El profesor sugirió que se separaran y los que así lo desearan volvieran a la aldea en una de las lanchas. The professor suggested that they split up and those who wished to return to the village in one of the boats. Le professeur leur propose de se séparer et ceux qui le souhaitent retournent au village dans l'un des bateaux. Los soldados y Matuwe, el guía indio, querían irse lo antes posible, estaban aterrorizados. Les soldats et Matuwe, le guide indien, voulaient partir au plus vite, ils étaient terrifiés. La doctora Omayra Torres, en cambio, dijo que había llegado hasta allí con la intención de vacunar indios, que tal vez no tendría otra oportunidad de hacerlo en un futuro próximo y no pensaba echarse atrás al primer inconveniente. Dr. Omayra Torres, on the other hand, said that she had come there with the intention of vaccinating Indians, that she might not have another opportunity to do so in the near future and did not plan to back out at the first inconvenience.

—Eres una mujer muy valiente, Omayra —comentó César Santos, admirado—. Yo me quedo. Soy el guía, no puedo dejarlos aquí —agregó.

Alex y Nadia se dieron una mirada de complicidad: habían notado cómo César Santos seguía con la vista a la doctora y no perdía oportunidad de estar cerca de ella. Ambos habían adivinado, antes que lo dijera, que si ella se quedaba él lo haría también.

—¿Y cómo regresaremos los demás sin usted? —quiso saber Leblanc, bastante inquieto.

—Karakawe puede conducirlos —dijo César Santos.

—Me quedo —se negó éste, lacónico, como siempre.

—Yo también, no pienso dejar sola a mi abuela —dijo Alex.

—No te necesito y no quiero andar con mocosos, Alexander —gruñó su abuela, pero todos pudieron ver el brillo de orgullo en sus ojos de ave de rapiña ante la decisión de su nieto. Je n'ai pas besoin de toi et je ne veux pas traîner avec des morveux, Alexandre", grogna sa grand-mère, mais tout le monde pouvait voir la lueur de fierté dans ses yeux d'oiseau de proie face à la décision de son petit-fils.

—Yo me voy a traer refuerzos —dijo Leblanc. -Je vais amener des renforts, dit Leblanc.

—¿No está usted a cargo de esta expedición, profesor? —preguntó Kate Cold fríamente.

—Soy más útil allá que aquí... —farfulló el antropólogo.

—Haga lo que quiera, pero si usted se va, yo me encargaré de publicarlo en el International Geographic y que todo el mundo sepa lo valiente que es el profesor Leblanc —lo amenazó ella.

Finalmente acordaron que uno de los soldados y Matuwe conducirían a Joel González de vuelta a Santa María de la Lluvia. El viaje sería más corto, porque iban con la corriente. Los demás, incluyendo a Ludovic Leblanc, que no se atrevió a desafiar a Kate Cold, se quedarían donde estaban hasta que llegaran refuerzos. A media mañana todo estuvo listo, los expedicionarios se despidieron y la lancha con el herido emprendió el regreso. En milieu de matinée, tout était prêt, les membres de l'expédition ont fait leurs adieux et le bateau transportant le blessé a pris le chemin du retour. Pasaron el resto de ese día y buena parte del siguiente instalando una trampa para la Bestia según las instrucciones del profesor Leblanc. Era de una sencillez infantil: un gran hoyo en el suelo, cubierto por una red disimulada con hojas y ramas. C'était d'une simplicité enfantine : un grand trou dans le sol, recouvert d'un filet dissimulé par des feuilles et des branches. Se suponía que, al pisarla, el cuerpo caería al hueco, arrastrando la red. On supposait que, lorsqu'on marchait dessus, le corps tombait dans le trou, entraînant le filet avec lui. Al fondo del pozo había una alarma de pilas, que sonaría de inmediato para alertar a la expedición. At the bottom of the shaft was a battery-powered alarm, which would sound immediately to alert the expedition. Au fond du puits se trouve une alarme alimentée par des piles, qui se déclenche immédiatement pour alerter l'expédition. El plan consistía en aproximarse, antes que la criatura lograra desenredarse de la red y salir del hueco, y dispararle varias cápsulas de un poderoso anestésico capaz de dormir a un rinoceronte. Le plan consistait à s'approcher, avant que la créature ne parvienne à se dégager du filet et à sortir du trou, et à lui administrer plusieurs capsules d'un puissant anesthésique capable d'endormir un rhinocéros.

Lo más arduo fue cavar un hoyo tan profundo como para contener a una criatura de la altura de la Bestia. Todos se turnaron con la pala, menos Nadia y Leblanc, la primera porque se oponía a la idea de hacer daño a un animal y el segundo porque estaba con dolor de espalda. Tous se relaient avec la pelle, sauf Nadia et Leblanc, la première parce qu'elle est contre l'idée de faire du mal à un animal et le second parce qu'il a mal au dos. El terreno resultó muy diferente de lo que el profesor creía cuando diseñó su trampa cómodamente instalado en un escritorio en su casa, a miles de millas de distancia. Le terrain s'est avéré très différent de ce que pensait le professeur lorsqu'il a conçu son piège, confortablement installé à son bureau, à des milliers de kilomètres de chez lui. Había una costra delgada de humus, más abajo una dura maraña de raíces, luego arcilla resbaladiza como jabón, y a medida que cavaban, el pozo iba llenándose de un agua rojiza donde nadaban toda suerte de animalejos. There was a thin crust of humus, below it a hard tangle of roots, then slippery clay like soap, and as they dug, the well filled with reddish water where all kinds of animals swam. Il y avait une fine croûte d'humus, puis un dur enchevêtrement de racines, puis de l'argile glissante comme du savon, et à mesure qu'ils creusaient, la fosse se remplissait d'une eau rougeâtre dans laquelle nageaient toutes sortes de créatures. Por último desistieron, vencidos por los obstáculos. Finalement, ils abandonnent, vaincus par les obstacles. Alex sugirió utilizar las redes para colgarlas de los árboles mediante un sistema de cuerdas, y de poner una carnada debajo; al aproximarse la presa para apoderarse del cebo, sonaba la alarma y de inmediato le caía la red encima. Alex suggested using the nets to hang them from the trees by means of a rope system, and to put a bait underneath; when the prey approached to take the bait, the alarm would sound and the net would immediately fall on it. Alex a suggéré d'utiliser les filets pour les suspendre aux arbres par un système de cordes et de placer un appât en dessous ; lorsque la proie s'approchait pour prendre l'appât, l'alarme retentissait et le filet tombait immédiatement sur elle. Todos, menos Leblanc, consideraron que en teoría podía funcionar, pero estaban demasiado cansados para probarlo y decidieron postergar el proyecto hasta la mañana siguiente.

—Espero que tu idea no sirva, Jaguar —dijo Nadia.

—La Bestia es peligrosa —replicó el muchacho.

—¿Qué harán con ella si la atrapan? ¿Matarla? ¿Cortarla en pedacitos para estudiarla? ¿Meterla en una jaula por el resto de su vida?

—¿Qué solución tienes tú, Nadia?

—Hablar con ella y preguntarle qué quiere.

—¡Qué idea tan genial! Podríamos convidarla a tomar el té... —se burló él. We could invite her to tea... -he teased. Nous pourrions l'inviter à prendre le thé ? dit-il en taquinant.

—Todos los animales se comunican —aseguró Nadia.

—Eso dice mi hermana Nicole, pero ella tiene nueve años.

—Veo que a los nueve sabe más que tú a los quince —replicó Nadia.

Se encontraban en un lugar muy hermoso. La densa y enmarañada vegetación de la orilla se despejaba hacia el interior, donde el bosque alcanzaba una gran majestad. La végétation dense et enchevêtrée du littoral s'est éclaircie à l'intérieur des terres, où la forêt a atteint une grande majesté. Los troncos de los árboles, altos y rectos, eran pilares de una magnífica catedral verde. Orquídeas y otras flores aparecían suspendidas de las ramas y brillantes helechos cubrían el suelo. Des orchidées et d'autres fleurs apparaissaient suspendues aux branches et des fougères éclatantes couvraient le sol. Era tan variada la fauna, que nunca había silencio, desde el amanecer hasta muy entrada la noche se escuchaba el canto de los tucanes y loros; por la noche empezaba la algarabía de sapos y monos aulladores. The fauna was so varied that there was never silence, from dawn until late at night you could hear the song of toucans and parrots; at night the toads and howler monkeys began to chirp. La faune était si variée qu'il n'y avait jamais de silence, de l'aube jusque tard dans la nuit, on entendait le chant des toucans et des perroquets ; la nuit, les crapauds et les singes hurleurs se mettaient à bavarder. Sin embargo, aquel jardín del Edén ocultaba muchos peligros: las distancias eran enormes, la soledad absoluta y sin conocer el terreno era imposible ubicarse. Según Leblanc —y en eso César Santos estaba de acuerdo— la única manera de moverse en esa región era con la ayuda de los indios. Debían atraerlos. They had to attract them. Il fallait les attirer. La doctora Omayra Torres era la más interesada en hacerlo, porque debía cumplir su misión de vacunarlos y establecer un sistema de control de salud, según explicó. Le Dr Omayra Torres était la plus intéressée, car elle devait remplir sa mission de les vacciner et d'établir un système de contrôle sanitaire, a-t-elle expliqué.

—No creo que los indios presenten voluntariamente los brazos para que los pinches, Omayra. -I don't think the Indians voluntarily present their arms for you to pinch them, Omayra. -Je ne pense pas que les Indiens présentent volontairement leurs bras pour que vous les piquiez, Omayra. No han visto una aguja en sus vidas —sonrió César Santos. Ils n'ont jamais vu une aiguille de leur vie", sourit César Santos. Entre ambos había una corriente de simpatía y para entonces se trataban con familiaridad. There was an undercurrent of sympathy between the two and by then they were on familiar terms.

—Les diremos que es una magia muy poderosa de los blancos —dijo ella, guiñándole un ojo. Nous leur dirons que c'est de la magie blanche très puissante", dit-elle en lui faisant un clin d'œil.

—Lo cual es totalmente cierto —aprobó César Santos.

Según el guía, había varias tribus en los alrededores que seguro habían tenido algún contacto, aunque breve, con el mundo exterior. Desde su avioneta había vislumbrado algunos shabonos, pero como no había dónde aterrizar por esos lados, se había limitado a señalarlos en su mapa. Il avait aperçu quelques shabonos depuis son avion, mais comme il n'y avait pas d'endroit où atterrir dans ces régions, il les avait simplement marqués sur sa carte. Las chozas comunitarias que había visto eran más bien pequeñas, lo cual significaba que cada tribu se componía de muy pocas familias. Les huttes communes que j'avais vues étaient plutôt petites, ce qui signifiait que chaque tribu était composée de très peu de familles. Según aseguraba el profesor Leblanc, quien se decía experto en la materia, el número mínimo de habitantes por shabono era de alrededor de cincuenta personas —menos no podrían defenderse de ataques enemigos— y rara vez sobrepasaba los doscientos cincuenta. César Santos sospechaba también la existencia de tribus aisladas, que no habían sido vistas aún, como esperaba la doctora Torres, y la única forma de llegar hasta ellas sería por el aire. Deberían ascender a la selva del altiplano, a la región encantada de las cataratas, donde nunca pudieron llegar los forasteros antes de la invención de aviones y helicópteros. They should ascend to the jungle of the altiplano, to the enchanted region of the waterfalls, where outsiders could never reach before the invention of airplanes and helicopters. Ils devraient monter dans la jungle des hautes terres, dans la région enchantée des chutes d'eau, où les étrangers ne pouvaient jamais se rendre avant l'invention des avions et des hélicoptères.

Con la idea de atraer a los indios, el guía amarró una cuerda entre dos árboles y de ella colgó algunos regalos: collares de cuentas, trapos de colores, espejos y chucherías de plástico. With the idea of attracting the Indians, the guide tied a rope between two trees and hung some gifts on it: beaded necklaces, colored rags, mirrors and plastic knick-knacks. Dans l'idée d'attirer les Indiens, le guide a noué une corde entre deux arbres et y a accroché des cadeaux : colliers de perles, chiffons colorés, miroirs et bibelots en plastique. Reservó los machetes, cuchillos y utensilios de acero para más tarde, cuando comenzaran las verdaderas negociaciones y el trueque de regalos.

Esa tarde César Santos intentó comunicarse por radio con el capitán Ariosto y con Mauro Carías en Santa María de la Lluvia, pero el aparato no funcionaba. El profesor Leblanc se paseaba por el campamento, furioso ante esa nueva contrariedad, mientras los demás se turnaban tratando en vano de enviar o recibir un mensaje. Professor Leblanc paced around the camp, furious at this new setback, while the others took turns trying in vain to send or receive a message. Le professeur Leblanc fait les cent pas dans le camp, furieux de ce nouvel échec, tandis que les autres se relaient pour tenter en vain d'envoyer ou de recevoir un message. Nadia se llevó a Alex aparte para contarle que la noche anterior, antes que el soldado fuera asesinado durante el turno de Karakawe, ella vio al indio manipulando la radio. Nadia prend Alex à part pour lui dire que la nuit précédente, avant que le soldat ne soit tué pendant la garde de Karakawe, elle a vu l'Indien tripoter la radio. Dijo que ella se acostó cuando terminó su vigilancia, pero no se durmió de inmediato y desde su hamaca pudo ver a Karakawe cerca del aparato. Elle a déclaré qu'elle s'était couchée à la fin de la surveillance, mais qu'elle ne s'était pas endormie tout de suite et que, depuis son hamac, elle pouvait voir Karakawe près de l'appareil.

—¿Lo viste bien, Nadia?

—No, porque estaba oscuro, pero los únicos que estaban en pie en ese turno eran los dos soldados y él. Non, parce qu'il faisait nuit, mais les seuls à se tenir debout à ce moment-là étaient les deux soldats et lui. Estoy casi segura de que no era ninguno de los soldados —replicó ella—. I'm pretty sure it wasn't any of the soldiers," she replied. Creo que Karakawe es la persona que mencionó Mauro Carías. Tal vez parte del plan es que no podamos pedir socorro en caso de necesidad.

—Debemos advertir a tu papá —determinó Alex.

César Santos no recibió la noticia con interés, se limitó a advertirles que antes de acusar a alguien debían estar bien seguros. Había muchas razones por las cuales un equipo de radio tan anticuado como ése podía fallar. De nombreuses raisons peuvent expliquer la défaillance d'un équipement radio aussi démodé. Además, ¿qué razón tendría Karakawe para descomponerlo? D'ailleurs, quelle raison aurait Karakawe de le démolir ? Tampoco a él le convenía encontrarse incomunicado. Los tranquilizó diciendo que dentro de tres o cuatro días vendrían refuerzos.

—No estamos perdidos, sólo aislados —concluyó.

—¿Y la Bestia, papá? —preguntó Nadia, inquieta.

—No sabemos si existe, hija. De los indios, en cambio, podemos estar seguros. Tarde o temprano se aproximarán y esperemos que lo hagan en son de paz. Sooner or later they will approach and hopefully they will do so in peace. En todo caso estamos bien armados.

—El soldado que murió tenía un fusil, pero no le sirvió de nada —refutó Alex.

—Se distrajo. -He was distracted. -Il a été distrait. De ahora en adelante tendremos que ser mucho más cuidadosos. Desgraciadamente somos sólo seis adultos para montar guardia.

—Yo cuento como un adulto —aseguró Alex.

—Está bien, pero Nadia no. Ella sólo podrá acompañarme en mi turno —decidió César Santos.

Ese día Nadia descubrió cerca del campamento un árbol de urucupo, arrancó varios de sus frutos, que parecían almendras peludas, los abrió y extrajo unas semillitas rojas del interior. That day Nadia discovered an urucupo tree near the camp, plucked several of its fruits, which looked like hairy almonds, opened them and extracted some little red seeds from inside. Ce jour-là, Nadia a découvert un urucupo près du camp, a cueilli plusieurs de ses fruits, qui ressemblaient à des amandes velues, les a coupés et a extrait quelques petites graines rouges à l'intérieur. Al apretarlas entre los dedos, mezcladas con un poco de saliva, formó una pasta roja con la consistencia del jabón, la misma que usaban los indios, junto con otras tinturas vegetales, para decorarse el cuerpo. En les pressant entre ses doigts, mélangés à un peu de salive, il forme une pâte rouge ayant la consistance du savon, la même que celle utilisée par les Indiens, avec d'autres teintures végétales, pour décorer leur corps. Nadia y Alex se pintaron rayas, círculos y puntos en la cara, luego se ataron plumas y semillas en los brazos. Nadia and Alex painted stripes, circles and dots on their faces, then tied feathers and seeds on their arms. Nadia et Alex ont peint des rayures, des cercles et des points sur leur visage, puis ont attaché des plumes et des graines sur leurs bras. Al verlos, Timothy Bruce y Kate Cold insistieron en tomarles fotos y Omayra Torres en peinar el cabello rizado de la chica y adornarlo con minúsculas orquídeas. Upon seeing them, Timothy Bruce and Kate Cold insisted on taking photos of them and Omayra Torres on styling the girl's curly hair and adorning it with tiny orchids. En les voyant, Timothy Bruce et Kate Cold ont insisté pour prendre des photos et Omayra Torres a tenu à coiffer les cheveux bouclés de la jeune fille et à les orner de petites orchidées. César Santos, en cambio, no los celebró: la visión de su hija decorada como una doncella indígena pareció llenarlo de tristeza.

Cuando disminuyó la luz, calcularon que en alguna parte el sol se aprestaba para desaparecer en el horizonte, dando paso a la noche; bajo la cúpula de los árboles rara vez aparecía, su resplandor era difuso, filtrado por el encaje verde de la naturaleza. When the light diminished, they calculated that somewhere the sun was preparing to disappear over the horizon, giving way to night; under the dome of the trees it rarely appeared, its glow was diffuse, filtered by the green lace of nature. Lorsque la lumière diminue, ils calculent que quelque part le soleil s'apprête à disparaître à l'horizon pour laisser place à la nuit ; sous le dôme des arbres, il apparaît rarement, son rayonnement est diffus, filtré par la dentelle verte de la nature. Sólo a veces, donde había caído un árbol, se veía claramente el ojo azul del cielo. A esa hora las sombras de la vegetación comenzaban a envolverlos como un cerco, en menos de una hora el bosque se tornaría negro y pesado. At that hour the shadows of the vegetation began to envelop them like a fence, in less than an hour the forest would become black and heavy. A ce moment-là, les ombres de la végétation commençaient à les envelopper comme une haie, et dans moins d'une heure, la forêt serait noire et lourde. Nadia pidió a Alex que tocara la flauta para distraerlos y durante un rato la música, delicada y cristalina, invadió la selva. Nadia a demandé à Alex de jouer de la flûte pour les distraire et pendant un moment, la musique, délicate et cristalline, a envahi la jungle. Borobá, el monito, seguía la melodía, moviendo la cabeza al compás de las notas. Borobá, the little monkey, followed the melody, moving his head to the beat of the notes. César Santos y la doctora Omayra Torres, en cuclillas junto a la fogata, estaban asando unos pescados para la cena. César Santos and Dr. Omayra Torres, squatting by the campfire, were grilling fish for dinner. César Santos et le Dr Omayra Torres, accroupis près du feu de camp, faisaient griller du poisson pour le dîner. Kate Cold, Timothy Bruce y uno de los soldados se dedicaban a afirmar las carpas y proteger las provisiones de los monos y las hormigas. Kate Cold, Timothy Bruce and one of the soldiers were engaged in securing the tents and protecting the supplies from monkeys and ants. Kate Cold, Timothy Bruce et l'un des soldats sont occupés à sécuriser les tentes et à protéger les provisions des singes et des fourmis. Karakawe y el otro soldado, armados y alertas, vigilaban. El profesor Leblanc dictaba las ideas que pasaban por su mente en una grabadora de bolsillo, que siempre llevaba a mano para cuando se le ocurría un pensamiento trascendental que la humanidad no debía perder, lo cual ocurría con tal frecuencia que los muchachos, fastidiados, esperaban la oportunidad de robarle las pilas. Le professeur Leblanc dictait les idées qui lui passaient par la tête dans un enregistreur de poche qu'il gardait toujours à portée de main lorsqu'il lui venait une idée capitale que l'humanité ne devait pas perdre, ce qui arrivait si souvent que les garçons, agacés, attendaient l'occasion de lui voler ses piles. Como a los quince minutos del concierto de flauta, la atención de Borobá cambió súbitamente de foco; el mono comenzó a dar saltos, tironeando la ropa de su ama, inquieto. Un quart d'heure après le début du concert de flûte, l'attention de Borobá change brusquement d'objet ; le singe se met à sauter de haut en bas, tirant avec agitation sur les vêtements de sa maîtresse. Al principio Nadia pretendió ignorarlo, pero el animal no la dejó en paz hasta que ella se puso de pie. Después de atisbar hacia la espesura, ella llamó a Alex con un gesto, guiándolo lejos del círculo de luz de la fogata, sin llamar la atención de los otros. After peering into the thicket, she called Alex over with a gesture, leading him away from the circle of campfire light, without drawing the attention of the others. Après avoir jeté un coup d'œil dans le fourré, elle fit signe à Alex d'un geste, l'entraînant à l'écart du cercle de lumière du feu, sans attirer l'attention des autres.