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Oscar Wilde - El fantasma de Canterville, Oscar Wilde - El fantasma de Canterville - Capitulo VI

Oscar Wilde - El fantasma de Canterville - Capitulo VI

Diez minutos después sonó la campana para el té y Virginia no bajó.

Mistress Otis envió a uno de los criados a buscarla.

No tardó en volver, diciendo que no había podido descubrir a miss Virginia por ninguna parte.

Como la muchacha tenía la costumbre de ir todas las tardes al jardín a recoger flores para la cena, mistress Otis no se inquietó lo más leve. Pero sonaron las seis y Virginia no aparecía.

Entonces su madre se sintió seriamente intranquila y envió a sus hijos en su busca, mientras ella y su marido recorrían todas las habitaciones de la casa.

A las seis y media volvieron los gemelos, diciendo que no habían encontrado huellas de su hermana por parte alguna.

Entonces se conmovieron todos extraordinariamente, y nadie sabía qué hacer, cuando míster Otis recordó de repente que pocos días antes habían permitido acampar en el parque de una tribu de gitanos.

Así es que salió inmediatamente para Blackfell-Hollow, acompañado de su hijo mayor y de dos de sus criados de la granja.

El duquesito de Cheshire, completamente loco de inquietud, rogó con insistencia a míster Otis que lo dejase acompañarle, mas éste se negó temiendo algún jaleo.

Pero cuando llegó al sitio en cuestión vio que los gitanos se habían marchado.

Se dieron prisa a huir, sin duda alguna, pues el fuego ardía todavía y quedaban platos sobre la hierba.

Después de mandar a Washington y a los dos hombres que registrasen los alrededores, se apresuró a regresar y envió telegramas a todos los inspectores de Policía del condado, rogándoles buscasen a una joven raptada por unos vagabundos o gitanos.

Luego hizo que le trajeran su caballo, y después de insistir para que su mujer y sus tres hijos se sentaran a la mesa, partió con un "groom" por el camino de Ascot. Había recorrido apenas dos millas, cuando oyó un galope a su espalda.

Se volvió, viendo al duquesito que llegaba en su "poney", con la cara sofocada y la cabeza descubierta. -Lo siento muchísimo -le dijo el joven con voz entrecortada -, pero me es imposible comer mientras Virginia no aparezca. Se lo ruego: no se enfade conmigo. Si nos hubiera permitido casarnos el año último, no habría pasado esto nunca. No me rechaza usted, ¿verdad? ¡No puedo ni quiero irme!

El ministro no pudo menos que dirigir una sonrisa a aquel mozo guapo y atolondrado, conmovidísimo ante la abnegación que mostraba por Virginia.

Inclinándose sobre su caballo, le acarició los hombros bondadosamente, y le dijo:

-Pues bien, Cecil: ya que insiste usted en venir, no me queda más remedio que admitirle en mi compañía; pero, eso sí, tengo que comprarle un sombrero en Ascot.

-¡Al diablo sombreros! ¡Lo que quiero es Virginia! -exclamó el duquesito, riendo.

Y acto seguido galoparon hasta la estación.

Una vez allí, míster Otis preguntó al jefe si no habían visto en el andén de salida a una joven cuyas señas correspondiesen con las de Virginia, pero no averiguó nada sobre ella.

No obstante lo cual, el jefe de la estación expidió telegramas a las estaciones del trayecto, ascendentes y descendentes, y le prometió ejercer una vigilancia minuciosa.

En seguida, después de comprar un sombrero para el duquesito en una tienda de novedades que se disponía a cerrar, míster Otis cabalgó hasta Bexley, pueblo situado cuatro millas más allá, y que, según le dijeron, era muy frecuentado por los gitanos.

Hicieron levantarse al guarda rural, pero no pudieron conseguir ningún dato de él.

Así es que, después de atravesar la plaza, los dos jinetes tomaron otra vez el camino de casa, llegando a Canterville a eso de las once, rendidos de cansancio y con el corazón desgarrado por la inquietud.

Se encontraron allí con Washington y los gemelos, esperándolos a la puerta con linternas, porque la avenida estaba muy oscura.

No se había descubierto la menor señal de Virginia. Los gitanos fueron alcanzados en el prado de Brockley, pero no estaba la joven entre ellos.

Explicaron la prisa de su marcha, diciendo que habían equivocado el día en que debía celebrarse la feria de Chorton y que el temor de llegar demasiado tarde les obligó a darse prisa.

Además, parecieron desconsolados por la desaparición de Virginia, pues estaban agradecidísimos a míster Otis por haberles permitido acampar en su parque.

Cuatro de ellos de quedaron detrás para tomar parte en las pesquisas.

Se hizo vaciar el estanque de las carpas. Registraron la finca en todos los sentidos pero no consiguieron nada.

Era evidente que Virginia estaba perdida, al menos por aquella noche, y fue con un aire de profundo abatimiento como entraron en casa míster Otis y los jóvenes, seguidos del "groom", que llevaba de las bridas al caballo y al "poney". En el "hall" encontráronse con el grupo de criados, llenos de terror. La pobre mistress Otis estaba tumbada sobre un sofá de la biblioteca, casi loca de espanto y de ansiedad, y la vieja ama de gobierno le humedecía la frente con agua de colonia.

Fue una comida tristísima.

No se hablaba apenas, y hasta los mismos gemelos parecían despavoridos y consternados, pues querían mucho a su hermana.

Cuando terminaron, míster Otis, a pesar de los ruegos del duquesito, mandó que todo el mundo se acostase, ya que no podía hacer cosa alguna aquella noche; al día siguiente telegrafiaría a Scotland Yard para que pusieran inmediatamente varios detectives a su disposición.

Pero he aquí que en el preciso momento en que salían del comedor sonaron las doce en reloj de la torre.

Apenas acababan de extinguirse las vibraciones de la última campanada, cuando oyóse un crujido acompañado de un grito penetrante.

Un trueno formidable bamboleó la casa, una melodía, que no tenía nada de terrenal, flotó en el aire. Un lienzo de la pared se despegó bruscamente en lo alto de la escalera, y sobre el rellano, muy pálida, casi blanca, apareció Virginia, llevando en la mano una cajita.

Inmediatamente se precipitaron todos hacia ella.

Mistress Otis la estrechó apasionadamente contra su corazón.

El duquesito casi la ahogó con la violencia de sus besos, y los gemelos ejecutaron una danza de guerra salvaje alrededor del grupo.

-¡Ah...! ¡Hija mía! ¿Dónde te habías metido? -dijo míster Otis, bastante enfadado, creyendo que les había querido dar una broma a todos ellos-. Cecil y yo hemos registrado toda la comarca en busca tuya, y tu madre ha estado a punto de morirse de espanto. No vuelvas a dar bromitas de ese género a nadie.

-¡Menos al fantasma, menos al fantasma! -gritaron los gemelos, continuando sus cabriolas.

-Hija mía querida, gracias a Dios que te hemos encontrado; ya no nos volveremos a separar -murmuraba mistress Otis, besando a la muchacha, toda trémula, y acariciando sus cabellos de oro, que se desparramaban sobre sus hombros.

-Papá -dijo dulcemente Virginia-, estaba con el fantasma. Ha muerto ya. Es preciso que vayáis a verle. Fue muy malo, pero se ha arrepentido sinceramente de todo lo que había hecho, y antes de morir me ha dado esta caja de hermosas joyas.

Toda la familia la contempló muda y aterrada, pero ella tenía un aire muy solemne y muy serio.

En seguida, dando media vuelta, les precedió a través del hueco de la pared y bajaron a un corredor secreto.

Washington los seguía llevando una vela encendida, que cogió de la mesa. Por fin, llegaron a una gran puerta de roble erizada de recios clavos.

Virginia la tocó, y entonces la puerta giró sobre sus goznes enormes y se hallaron en una habitación estrecha y baja, con el techo abovedado, y que tenía una ventanita.

Junto a una gran argolla de hierro empotrada en el muro, con la cual estaba encadenado, veíase un largo esqueleto, extendido cuan largo era sobre las losas.

Parecía estirar sus dedos descarnados, como intentando llegar a un plato y a un cántaro, de forma antigua, colocados de tal forma que no pudiese alcanzarlos.

El cántaro había estado lleno de agua, indudablemente, pues tenía su interior tapizado de moho verde.

Sobre el plato no quedaba más que un montón de polvo.

Virginia se arrodilló junto al esqueleto, y, uniendo sus manitas, se puso a rezar en silencio, mientras la familia contemplaba con asombro la horrible tragedia cuyo secreto acababa de ser revelado.

-¡Atiza! -exclamó de pronto uno de los gemelos, que había ido a mirar por la ventanita, queriendo adivinar de qué lado del edificio caía aquella habitación-.

¡Atiza! El antiguo almendro, que estaba seco, ha florecido. Se ven admirablemente las hojas a la luz de la luna.

-¡Dios le ha perdonado! -dijo gravemente Virginia, levantándose. Y un magnífico resplandor parecía iluminar su rostro.

-¡Eres un ángel! -exclamó el duquesito, ciñéndole el cuello con sus brazos y besándola.

Oscar Wilde - El fantasma de Canterville - Capitulo VI Oscar Wilde - Das Gespenst von Canterville - Kapitel VI Oscar Wilde - The Canterville Ghost - Chapter VI Oscar Wilde - Le fantôme de Canterville - Chapitre VI Oscar Wilde - O Fantasma de Canterville - Capítulo VI

Diez minutos después sonó la campana para el té y Virginia no bajó. Ten minutes later the bell rang for tea and Virginia did not come down.

Mistress Otis envió a uno de los criados a buscarla.

No tardó en volver, diciendo que no había podido descubrir a miss Virginia por ninguna parte.

Como la muchacha tenía la costumbre de ir todas las tardes al jardín a recoger flores para la cena, mistress Otis no se inquietó lo más leve. As the girl was in the habit of going to the garden every afternoon to pick flowers for supper, Mrs. Otis was not in the least disturbed. Pero sonaron las seis y Virginia no aparecía.

Entonces su madre se sintió seriamente intranquila y envió a sus hijos en su busca, mientras ella y su marido recorrían todas las habitaciones de la casa.

A las seis y media volvieron los gemelos, diciendo que no habían encontrado huellas de su hermana por parte alguna.

Entonces se conmovieron todos extraordinariamente, y nadie sabía qué hacer, cuando míster Otis recordó de repente que pocos días antes habían permitido acampar en el parque de una tribu de gitanos. Dann waren sie alle außerordentlich bewegt, und niemand wusste, was sie tun sollten, als Mr. Otis sich plötzlich daran erinnerte, dass sie vor ein paar Tagen einem Stamm von Zigeunern erlaubt hatten, im Park zu zelten. Then everyone was extraordinarily moved, and no one knew what to do, when Mr. Otis suddenly remembered that a few days before they had allowed a tribe of gypsies to camp in the park.

Así es que salió inmediatamente para Blackfell-Hollow, acompañado de su hijo mayor y de dos de sus criados de la granja.

El duquesito de Cheshire, completamente loco de inquietud, rogó con insistencia a míster Otis que lo dejase acompañarle, mas éste se negó temiendo algún jaleo. The Duke of Cheshire, completely mad with anxiety, insistently begged Mr. Otis to let him accompany him, but he refused, fearing some ruckus.

Pero cuando llegó al sitio en cuestión vio que los gitanos se habían marchado.

Se dieron prisa a huir, sin duda alguna, pues el fuego ardía todavía y quedaban platos sobre la hierba. They hurried to flee, no doubt, for the fire was still burning and there were plates left on the grass.

Después de mandar a Washington y a los dos hombres que registrasen los alrededores, se apresuró a regresar y envió telegramas a todos los inspectores de Policía del condado, rogándoles buscasen a una joven raptada por unos vagabundos o gitanos.

Luego hizo que le trajeran su caballo, y después de insistir para que su mujer y sus tres hijos se sentaran a la mesa, partió con un "groom" por el camino de Ascot. He then had his horse brought to him, and after insisting that his wife and three children sit at table, he set off with a "groom" down the Ascot road. Había recorrido apenas dos millas, cuando oyó un galope a su espalda. He had barely gone two miles, when he heard a gallop behind him.

Se volvió, viendo al duquesito que llegaba en su "poney", con la cara sofocada y la cabeza descubierta. He turned, seeing the little duke arriving on his "pony", his face flushed and his head uncovered. -Lo siento muchísimo -le dijo el joven con voz entrecortada -, pero me es imposible comer mientras Virginia no aparezca. "I'm very sorry," the young man said in a broken voice, "but I can't eat until Virginia appears." Se lo ruego: no se enfade conmigo. I beg you: don't be mad at me. Si nos hubiera permitido casarnos el año último, no habría pasado esto nunca. No me rechaza usted, ¿verdad? You don't reject me, do you? ¡No puedo ni quiero irme! I can't and I don't want to leave!

El ministro no pudo menos que dirigir una sonrisa a aquel mozo guapo y atolondrado, conmovidísimo ante la abnegación que mostraba por Virginia. The minister could not help but smile at the handsome, giddy young man, deeply moved by the selflessness he showed for Virginia.

Inclinándose sobre su caballo, le acarició los hombros bondadosamente, y le dijo:

-Pues bien, Cecil: ya que insiste usted en venir, no me queda más remedio que admitirle en mi compañía; pero, eso sí, tengo que comprarle un sombrero en Ascot. “Well, Cecil, since you insist on coming, I have no choice but to admit you to my company; but mind you, I have to buy him a hat at Ascot.

-¡Al diablo sombreros! ¡Lo que quiero es Virginia! -exclamó el duquesito, riendo.

Y acto seguido galoparon hasta la estación. And then they galloped to the station.

Una vez allí, míster Otis preguntó al jefe si no habían visto en el andén de salida a una joven cuyas señas correspondiesen con las de Virginia, pero no averiguó nada sobre ella.

No obstante lo cual, el jefe de la estación expidió telegramas a las estaciones del trayecto, ascendentes y descendentes, y le prometió ejercer una vigilancia minuciosa. Notwithstanding which, the station chief sent telegrams to the stations along the way, ascending and descending, and promised to exercise close surveillance.

En seguida, después de comprar un sombrero para el duquesito en una tienda de novedades que se disponía a cerrar, míster Otis cabalgó hasta Bexley, pueblo situado cuatro millas más allá, y que, según le dijeron, era muy frecuentado por los gitanos. Presently, after buying a hat for the little duchess at a novelty store which was about to close, Mr. Otis rode to Bexley, a village four miles beyond, and which, he was told, was much frequented by gypsies.

Hicieron levantarse al guarda rural, pero no pudieron conseguir ningún dato de él. They made the country guard get up, but couldn't get any information from him.

Así es que, después de atravesar la plaza, los dos jinetes tomaron otra vez el camino de casa, llegando a Canterville a eso de las once, rendidos de cansancio y con el corazón desgarrado por la inquietud. So, after crossing the square, the two riders took the road home again, arriving in Canterville at about eleven o'clock, exhausted with exhaustion and with hearts torn by restlessness.

Se encontraron allí con Washington y los gemelos, esperándolos a la puerta con linternas, porque la avenida estaba muy oscura.

No se había descubierto la menor señal de Virginia. Los gitanos fueron alcanzados en el prado de Brockley, pero no estaba la joven entre ellos.

Explicaron la prisa de su marcha, diciendo que habían equivocado el día en que debía celebrarse la feria de Chorton y que el temor de llegar demasiado tarde les obligó a darse prisa. They explained the haste of their departure, saying that they had mistaken the day on which the Chorton fair was to be held and that the fear of arriving too late forced them to hurry.

Además, parecieron desconsolados por la desaparición de Virginia, pues estaban agradecidísimos a míster Otis por haberles permitido acampar en su parque.

Cuatro de ellos de quedaron detrás para tomar parte en las pesquisas. Four of them stayed behind to take part in the inquiries.

Se hizo vaciar el estanque de las carpas. The carp pond was emptied. Registraron la finca en todos los sentidos pero no consiguieron nada. They searched the farm in every way but came up empty.

Era evidente que Virginia estaba perdida, al menos por aquella noche, y fue con un aire de profundo abatimiento como entraron en casa míster Otis y los jóvenes, seguidos del "groom", que llevaba de las bridas al caballo y al "poney". En el "hall" encontráronse con el grupo de criados, llenos de terror. In the "hall" they met the group of servants, full of terror. La pobre mistress Otis estaba tumbada sobre un sofá de la biblioteca, casi loca de espanto y de ansiedad, y la vieja ama de gobierno le humedecía la frente con agua de colonia.

Fue una comida tristísima. It was a very sad meal.

No se hablaba apenas, y hasta los mismos gemelos parecían despavoridos y consternados, pues querían mucho a su hermana.

Cuando terminaron, míster Otis, a pesar de los ruegos del duquesito, mandó que todo el mundo se acostase, ya que no podía hacer cosa alguna aquella noche; al día siguiente telegrafiaría a Scotland Yard para que pusieran inmediatamente varios detectives a su disposición.

Pero he aquí que en el preciso momento en que salían del comedor sonaron las doce en reloj de la torre.

Apenas acababan de extinguirse las vibraciones de la última campanada, cuando oyóse un crujido acompañado de un grito penetrante. The vibrations of the last bell had just died away when a crack was heard accompanied by a piercing scream.

Un trueno formidable bamboleó la casa, una melodía, que no tenía nada de terrenal, flotó en el aire. A formidable thunder rocked the house, a melody, which had nothing of earthly, hung in the air. Un lienzo de la pared se despegó bruscamente en lo alto de la escalera, y sobre el rellano, muy pálida, casi blanca, apareció Virginia, llevando en la mano una cajita. At the top of the stairs, a canvas came off abruptly from the wall, and on the landing, very pale, almost white, Virginia appeared, carrying a small box in her hand.

Inmediatamente se precipitaron todos hacia ella.

Mistress Otis la estrechó apasionadamente contra su corazón.

El duquesito casi la ahogó con la violencia de sus besos, y los gemelos ejecutaron una danza de guerra salvaje alrededor del grupo.

-¡Ah...! ¡Hija mía! ¿Dónde te habías metido? -dijo míster Otis, bastante enfadado, creyendo que les había querido dar una broma a todos ellos-. Cecil y yo hemos registrado toda la comarca en busca tuya, y tu madre ha estado a punto de morirse de espanto. No vuelvas a dar bromitas de ese género a nadie.

-¡Menos al fantasma, menos al fantasma! -Less of the ghost, less of the ghost! -gritaron los gemelos, continuando sus cabriolas.

-Hija mía querida, gracias a Dios que te hemos encontrado; ya no nos volveremos a separar -murmuraba mistress Otis, besando a la muchacha, toda trémula, y acariciando sus cabellos de oro, que se desparramaban sobre sus hombros.

-Papá -dijo dulcemente Virginia-, estaba con el fantasma. Ha muerto ya. He has already died. Es preciso que vayáis a verle. You must go to see him. Fue muy malo, pero se ha arrepentido sinceramente de todo lo que había hecho, y antes de morir me ha dado esta caja de hermosas joyas.

Toda la familia la contempló muda y aterrada, pero ella tenía un aire muy solemne y muy serio.

En seguida, dando media vuelta, les precedió a través del hueco de la pared y bajaron a un corredor secreto. Then, turning, he led them through the gap in the wall and down a secret corridor.

Washington los seguía llevando una vela encendida, que cogió de la mesa. Por fin, llegaron a una gran puerta de roble erizada de recios clavos. At last they came to a great oak door bristling with stout nails.

Virginia la tocó, y entonces la puerta giró sobre sus goznes enormes y se hallaron en una habitación estrecha y baja, con el techo abovedado, y que tenía una ventanita.

Junto a una gran argolla de hierro empotrada en el muro, con la cual estaba encadenado, veíase un largo esqueleto, extendido cuan largo era sobre las losas. Next to a large iron ring embedded in the wall, with which he was chained, there was a long skeleton, stretched as long as it was on the slabs.

Parecía estirar sus dedos descarnados, como intentando llegar a un plato y a un cántaro, de forma antigua, colocados de tal forma que no pudiese alcanzarlos. He seemed to stretch out his stark fingers, as if trying to reach a plate and pitcher, old-fashioned in shape, placed in such a way that he could not reach them.

El cántaro había estado lleno de agua, indudablemente, pues tenía su interior tapizado de moho verde.

Sobre el plato no quedaba más que un montón de polvo.

Virginia se arrodilló junto al esqueleto, y, uniendo sus manitas, se puso a rezar en silencio, mientras la familia contemplaba con asombro la horrible tragedia cuyo secreto acababa de ser revelado. Virginia knelt by the skeleton, and, clasping her little hands, began to pray in silence, while the family gazed in amazement at the horrible tragedy whose secret had just been revealed.

-¡Atiza! -Poke! -exclamó de pronto uno de los gemelos, que había ido a mirar por la ventanita, queriendo adivinar de qué lado del edificio caía aquella habitación-. suddenly exclaimed one of the twins, who had gone to look through the little window, trying to guess which side of the building the room fell on.

¡Atiza! Hit! El antiguo almendro, que estaba seco, ha florecido. The old almond tree, which was dry, has flourished. Se ven admirablemente las hojas a la luz de la luna. The leaves are admirably seen in the moonlight.

-¡Dios le ha perdonado! -dijo gravemente Virginia, levantándose. said Virginia gravely, getting up. Y un magnífico resplandor parecía iluminar su rostro.

-¡Eres un ángel! -exclamó el duquesito, ciñéndole el cuello con sus brazos y besándola. exclaimed the little duke, wrapping his arms around her neck and kissing her.