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La gota de sangre - Emilia Pardo Bazán, La gota de sangre - 03

La gota de sangre - 03

Al acercarme a mi casa noté que bastantes papanatas permanecían inmóviles delante del solar.

Se precipitaron a ver cómo me bajaba del coche. Minutos después llegaba el juez con el escribano, y en otro coche, dos sujetos bien portados, pero que tenían ese aire basto y burgués, esa falta de soltura en el modo de llevar la ropa que caracteriza a la policía. Sus gabanes, sus sombreros, eran de líneas duras. No hice tal observación hasta que estuvimos dentro del hotel, pues fuera había obscurecido, y en el recibimiento iluminado fue donde nos saludamos.

-Los señores son de la policía -dije al juez-. Sean bienvenidos.

Uno se adelantó y se me acercó, afectando cordialidad. De cerca, sus ojos eran sagaces, buscones. Después supe que entre los de su profesión, pasa por ser quizá el más entendido y de más fino olfato. Lo sensacional del crimen, el revuelo que estaba iniciándose en Madrid, indujeron a que, desde los primeros pasos, se acudiese al renombrado Cordelero, poniendo en sus manos el asunto.

-Adelante, señores -me apresuré a decir.

Mi casa es una cómoda vivienda de soltero que ocupa posición desahogada y tiene gustos de arte y literatura. Está en perfecto orden, y mandé al criado Remigio, y a su mujer Teresa, mis dos antiguos y leales servidores, que franqueasen mis habitaciones. Los dos sirvientes tenían caras de desenterrados, en que se traslucía sin disimulo su terror a la justicia. Obedecieron, taciturnos, y entregadas mis llaves, fueron abriendo puertas y muebles. Harto debían de saber que allí no se había cometido ni sombra de acción criminal, y, sin embargo, comprendí el temblor de sus almas. Registramos el comedor, el saloncillo, un gabinete donde tengo el piano, la cocina, las dependencias. Todo revelaba una vida pacífica, legal. Subimos al segundo: allí están los dormitorios y el baño. Fuimos derechos a mi alcoba, donde guardo mis papeles, en un secreter Imperio, cuya llave presenté al juez. Mientras éste la hacía girar, Cordelero, que permanecía en segundo término, se acercaba a la ventana, y rápido, recogía del suelo un paquete.

-¿Qué es esto? -preguntó, como si hablase consigo mismo.

Me volví, y vi con extrañeza un envoltorio cubierto de tela obscura y amarrado con cinta negra, de seda.

-¿Qué es esto, Teresa? -pregunté a mi vez, dirigiéndome a la criada-. ¿Quién de ustedes puso ahí ese envoltorio?

-No sabemos qué es, señorito. No lo hemos puesto.

Cordelero colocó el paquete sospechoso, muy cuidadosamente, encima de la mesilla donde suelen servirme el desayuno, y me interrogó con la mirada antes de desatarlo.

Al signo afirmativo que hice, soltó los nudos de la cinta, separó la cubierta de percalina sedosa, y apareció un abrigo de paño, fino y elegante de corte, muy doblado, y dentro de él varios objetos: una cartera olorosa, de cuero inglés, un pañuelo, un reloj extraplano con su cadena, unos botones de pechera (ojos de gato y rubíes «calibrés»), unos guantes blancos, una petaca lisa con trébol de esmeraldas.

El juez me miraba más encapotado que cielo de tormenta.

-Cordelero -supliqué-, voy a pedir a usted un favor. Este hallazgo extrañísimo debe aprovecharse, venga de donde viniere. No toque usted a los objetos de metal y cuero. Es del mayor interés que se tomen las improntas digitales que sus superficies conservarán, de seguro. La huella de los dedos del criminal o de su cómplice está ahí.

El policía me miraba con expresión mixta de triunfo y de asombro. Para él era aplastante contra mí aquello de haber descubierto en mi casa el abrigo y los efectos de la víctima, después de hallarse su cuerpo en el solar. Y, a la vez, comprendía que mi observación era exacta y conforme al último figurín policíaco: allí estarían las improntas, las huellas de las yemas del asesino.

-No se tocará... -barbotó-. Señor juez, hay que tomar nota de lo que aquí aparece...

Adelantose el criado Remigio. Su voz la entrecortaba y la empañaba un sentimiento de indignación.

-Con licencia de usía, señor juez, ese paquete lo han tirado desde el solar a este cuarto: que me degüellen si no es así (y se pasaba la mano, de refilón, por el pescuezo). El señorito nos tiene mandado que la ventana de su dormitorio esté abierta siempre. Ya le tengo dicho que un día le darán un disgusto, que ese solar es muy mala vecindad; pero quien manda, manda. Él dice así, dice: «Más quiero que un día me roben, que respirar siempre aire malo». ¿Verdad, tú, Teresa, que es lo que dice el señorito? Y hoy, cuando vine a cerrar, de noche (tan cierto como que soy Remigio Camino y nací en Lugo), entré a obscuras y sólo con la vislumbre de la luz del pasillo, cerré y me salí. El paquete lo tiraron desde fuera, y estaría ya dentro.

La explicación del fámulo tenía todas las trazas de verdad. Miré a Cordelero con sonrisa irónica. Él apartó la cara, malhumorado. ¡«Mi pista» era tan lucida, tan aparatosa, tan cómoda! Siendo yo el asesino, no había que quebrarse los cascos ni riesgo de plancha policíaca. Ya me tenían entre sus uñas...

Terminado el registro, y sellados, por indicación mía, los papeles, me volví hacia el juez.

-Desearía -rogué- hablar con usted y con el Sr. Cordelero, reservadamente, un cuarto de hora.

Salieron los comparsas -escribano, criados, el policía que secundaba a Cordelero- y ofrecí asiento a mis interlocutores.

-En estas primeras diligencias -afirmé- se ha perdido un tiempo precioso, y lamento no haberme quedado a presenciar el levantamiento del cadáver por el juez de guardia. En el solar se habrían podido descubrir huellas del pie de los asesinos, que trajeron ahí el cuerpo desde el sitio en que se cometió el crimen.

-¿Por qué dice usted asesinos? -rezongó el policía-. ¿Está usted convencido de que son varios?

-Son lo menos dos, hombre y mujer. Y figúrese usted lo que valdría sorprender las huellas de un gentil piececito. ¡Ahora ya es inútil: cien pisadas las borraron! En fin, al grano, señores. Ustedes parten de la idea que yo soy el culpable. Hace unas horas, no lo extrañaba: no existía más apariencia que la mía; lo reconozco. Pero ahora, después de que han aparecido en mi dormitorio el abrigo y demás prendas de la víctima, hallo sumamente candoroso que no hayan ustedes cambiado de rumbo. Para quien tenga nariz, tal hallazgo es prueba refulgente de mi inocencia. Recuerden ustedes que yo mismo pedí el registro, y vean si, de ser culpable, no hubiese lanzado el paquete a una alcantarilla, que es lo de rigor. Sr. Cordelero, le creí a usted, más largo. Todo esto viene de que la prensa, por la mañana, empieza a asirse a mí, y abunda en reticencias acerca de dos hechos: que yo descubriese el cadáver, y que mi casa linde con el solar. La turbamulta me cree culpable; y los verdaderos culpables, en vista de eso, y de que estas prendas les comprometían, han discurrido venir a boca de noche a meterlas por mi ventana. Probablemente su plan era dejarlas en el solar; vieron la ventana abierta, e hicieron puntería. Y se fueron riendo. Se fue riendo, debo decir, porque no vendría sino uno. Esto reviste un carácter de trama burda, que no puede engañar a un funcionario judicial ni a un policía tan experto.

Cordelero no sabía lo que le pasaba. La evidencia de mis observaciones le confundía. Entreveía un mundo de ciencia policíaca y una escuela de arte a la europea, que le avergonzaban por no conocerlas.

-¿Por qué dice usted -preguntó- que los criminales son un hombre y una mujer?

Me di el gustazo de desafiarle con un sonreír compasivo; y el juez se precipitó, deseoso de manifestar que comprendía más que el desconcertado sabueso.

-¡Porque... amigo Cordelero, eso se cae de suyo! La víctima ha sido asesinada estando en la cama... Y como no fue asesinada en el hotel donde vivía, mujer tuvo que andar por medio...

-Mujer anda por medio siempre -afirmé- pero a veces se queda entre bastidores. Aquí, me atrevo a jurar que tomó parte activa. Ese paquetito fue liado por una mujer. El pedazo de lustrina que lo envolvía no es cosa que tenga en su casa ningún hombre; sólo las mujeres conservan retales así en sus armarios. Acaban ustedes de ver los míos. No se parecen a los de una dama. La cinta es un accesorio que tampoco guarda ningún hombre. ¿Qué dice usted, Cordelero?

-Usted me permitirá -contestó involuntariamente mortificado- que me reserve mis impresiones.

-Resérvelas enhorabuena. Yo juego limpio y le doy a usted los triunfos. Los señores asesinos, sean quienes fueren, se han permitido procurar que recaigan en mí las sospechas. Voy a barrerles la telaraña: voy a descubrirles, y esto ha de ser en plazo breve. A lo sumo... invertiré tres días, a contar desde este instante. Y si cumplo mi propósito (que lo cumpliré), deseo que recaiga en el Sr. Cordelero toda la gloria. Diré a quien me quiera oír que fueron ustedes, el Sr. Cordelero y el digno señor juez, los que alumbraron las obscuridades de la instrucción. En cambio, impongo dos condiciones. La primera, que trabajen, cuanto más mejor, por establecer mi culpabilidad. La segunda, que me averigüe usted, Sr. Cordelero, esta misma noche, por los medios que tiene a su alcance, los nombres y el género de vida de las personas que habitan en las casas de las dos calles que desembocan en ésta. A los moradores de mi calle les conozco, y sé que no hay nada que aprovechar por ahí. Si usted tiene la bondad de traerme la relación mañana por la mañana, a medio día me pondré en campaña... y milagro será...

-La proposición me parece razonable, Cordelero -intervino el juez-. Selva no puede hacer más.

-Y vigile usted mi casa y mi persona entretanto; no se me ocurra escaparme al extranjero -añadí con el gesto de fina chunga que me placía adoptar-. Pero active esto de la lista. Y si usted no pudiese hacerlo, lo haré yo..., sólo que entonces necesito un día más.

Cordelero protestó.

-¿No se ha de poder hacer? ¡Inmediatamente!

Parecía un perro que no sabe si le ofrecen un hueso o un latigazo.

Mis criados declararon a su vez. Creyeron hacer una habilidad encerrándose en monosílabos y medias palabras.

La gota de sangre - 03 Der Blutstropfen - 03 The drop of blood - 03 La goutte de sang - 03

Al acercarme a mi casa noté que bastantes papanatas permanecían inmóviles delante del solar.

Se precipitaron a ver cómo me bajaba del coche. Minutos después llegaba el juez con el escribano, y en otro coche, dos sujetos bien portados, pero que tenían ese aire basto y burgués, esa falta de soltura en el modo de llevar la ropa que caracteriza a la policía. Minutes later the judge arrived with the notary, and in another car, two well behaved subjects, but who had that coarse and bourgeois air, that lack of ease in the way of wearing clothes that characterizes the police. Sus gabanes, sus sombreros, eran de líneas duras. Their coats, their hats, were of hard lines. No hice tal observación hasta que estuvimos dentro del hotel, pues fuera había obscurecido, y en el recibimiento iluminado fue donde nos saludamos. I did not make such an observation until we were inside the hotel, as it was dark outside, and it was in the lighted lobby that we greeted each other.

-Los señores son de la policía -dije al juez-. Sean bienvenidos.

Uno se adelantó y se me acercó, afectando cordialidad. De cerca, sus ojos eran sagaces, buscones. Después supe que entre los de su profesión, pasa por ser quizá el más entendido y de más fino olfato. I later learned that among those in his profession, he is perhaps the most knowledgeable and with the finest sense of smell. Lo sensacional del crimen, el revuelo que estaba iniciándose en Madrid, indujeron a que, desde los primeros pasos, se acudiese al renombrado Cordelero, poniendo en sus manos el asunto. The sensational nature of the crime, the commotion that was beginning in Madrid, induced, from the first steps, to turn to the renowned Cordelero, placing the matter in his hands.

-Adelante, señores -me apresuré a decir. -Go ahead, gentlemen," I hastened to say.

Mi casa es una cómoda vivienda de soltero que ocupa posición desahogada y tiene gustos de arte y literatura. Está en perfecto orden, y mandé al criado Remigio, y a su mujer Teresa, mis dos antiguos y leales servidores, que franqueasen mis habitaciones. It is in perfect order, and I ordered the servant Remigio and his wife Teresa, my two old and loyal servants, to open my rooms. Los dos sirvientes tenían caras de desenterrados, en que se traslucía sin disimulo su terror a la justicia. The two servants had faces of disinterested people, in which their terror of justice was undisguised. Obedecieron, taciturnos, y entregadas mis llaves, fueron abriendo puertas y muebles. They obeyed, taciturn, and once I handed them my keys, they opened doors and furniture. Harto debían de saber que allí no se había cometido ni sombra de acción criminal, y, sin embargo, comprendí el temblor de sus almas. They must have known that not a shadow of a criminal act had been committed there, and yet I understood the trembling of their souls. Registramos el comedor, el saloncillo, un gabinete donde tengo el piano, la cocina, las dependencias. We searched the dining room, the living room, a cabinet where I have the piano, the kitchen, the outbuildings. Todo revelaba una vida pacífica, legal. Subimos al segundo: allí están los dormitorios y el baño. Fuimos derechos a mi alcoba, donde guardo mis papeles, en un secreter Imperio, cuya llave presenté al juez. Mientras éste la hacía girar, Cordelero, que permanecía en segundo término, se acercaba a la ventana, y rápido, recogía del suelo un paquete. While he was turning it, Cordelero, who remained in the background, approached the window and quickly picked up a package from the floor.

-¿Qué es esto? -preguntó, como si hablase consigo mismo.

Me volví, y vi con extrañeza un envoltorio cubierto de tela obscura y amarrado con cinta negra, de seda.

-¿Qué es esto, Teresa? -pregunté a mi vez, dirigiéndome a la criada-. ¿Quién de ustedes puso ahí ese envoltorio?

-No sabemos qué es, señorito. No lo hemos puesto.

Cordelero colocó el paquete sospechoso, muy cuidadosamente, encima de la mesilla donde suelen servirme el desayuno, y me interrogó con la mirada antes de desatarlo.

Al signo afirmativo que hice, soltó los nudos de la cinta, separó la cubierta de percalina sedosa, y apareció un abrigo de paño, fino y elegante de corte, muy doblado, y dentro de él varios objetos: una cartera olorosa, de cuero inglés, un pañuelo, un reloj extraplano con su cadena, unos botones de pechera (ojos de gato y rubíes «calibrés»), unos guantes blancos, una petaca lisa con trébol de esmeraldas. At the affirmative sign I made, he loosened the knots of the ribbon, separated the silky percale cover, and there appeared a cloth coat, fine and elegantly cut, very folded, and inside it several objects: a fragrant wallet, made of English leather, a handkerchief, an extra-flat watch with its chain, some breast buttons (cat's eyes and "calibrated" rubies), some white gloves, a smooth flask with emerald clover.

El juez me miraba más encapotado que cielo de tormenta.

-Cordelero -supliqué-, voy a pedir a usted un favor. Este hallazgo extrañísimo debe aprovecharse, venga de donde viniere. No toque usted a los objetos de metal y cuero. Es del mayor interés que se tomen las improntas digitales que sus superficies conservarán, de seguro. La huella de los dedos del criminal o de su cómplice está ahí.

El policía me miraba con expresión mixta de triunfo y de asombro. Para él era aplastante contra mí aquello de haber descubierto en mi casa el abrigo y los efectos de la víctima, después de hallarse su cuerpo en el solar. Y, a la vez, comprendía que mi observación era exacta y conforme al último figurín policíaco: allí estarían las improntas, las huellas de las yemas del asesino. And, at the same time, I understood that my observation was accurate and in accordance with the latest police figure: there would be the imprints, the traces of the murderer's fingerprints.

-No se tocará... -barbotó-. -It won't be touched... -he barked. Señor juez, hay que tomar nota de lo que aquí aparece...

Adelantose el criado Remigio. The servant Remigio stepped forward. Su voz la entrecortaba y la empañaba un sentimiento de indignación. His voice cracked and was clouded by a feeling of indignation.

-Con licencia de usía, señor juez, ese paquete lo han tirado desde el solar a este cuarto: que me degüellen si no es así (y se pasaba la mano, de refilón, por el pescuezo). -With your permission, Judge, that package was thrown from the lot into this room: I'll be beheaded if it isn't (and he ran his hand, glancingly, down his throat). El señorito nos tiene mandado que la ventana de su dormitorio esté abierta siempre. The master has ordered us to keep his bedroom window open at all times. Ya le tengo dicho que un día le darán un disgusto, que ese solar es muy mala vecindad; pero quien manda, manda. I have already told him that one day they will give him an upset, that that lot is a very bad neighborhood; but he who rules, rules. Él dice así, dice: «Más quiero que un día me roben, que respirar siempre aire malo». He says: "I would rather be robbed one day than always breathe bad air". ¿Verdad, tú, Teresa, que es lo que dice el señorito? Y hoy, cuando vine a cerrar, de noche (tan cierto como que soy Remigio Camino y nací en Lugo), entré a obscuras y sólo con la vislumbre de la luz del pasillo, cerré y me salí. El paquete lo tiraron desde fuera, y estaría ya dentro.

La explicación del fámulo tenía todas las trazas de verdad. Miré a Cordelero con sonrisa irónica. Él apartó la cara, malhumorado. ¡«Mi pista» era tan lucida, tan aparatosa, tan cómoda! "My track" was so lucid, so gaudy, so comfortable! Siendo yo el asesino, no había que quebrarse los cascos ni riesgo de plancha policíaca. Since I was the killer, there was no need to break my helmets or risk a police plancha. Ya me tenían entre sus uñas...

Terminado el registro, y sellados, por indicación mía, los papeles, me volví hacia el juez.

-Desearía -rogué- hablar con usted y con el Sr. Cordelero, reservadamente, un cuarto de hora.

Salieron los comparsas -escribano, criados, el policía que secundaba a Cordelero- y ofrecí asiento a mis interlocutores.

-En estas primeras diligencias -afirmé- se ha perdido un tiempo precioso, y lamento no haberme quedado a presenciar el levantamiento del cadáver por el juez de guardia. -In these first proceedings," I said, "precious time has been lost, and I regret not having stayed to witness the removal of the body by the judge on duty. En el solar se habrían podido descubrir huellas del pie de los asesinos, que trajeron ahí el cuerpo desde el sitio en que se cometió el crimen.

-¿Por qué dice usted asesinos? -rezongó el policía-. ¿Está usted convencido de que son varios?

-Son lo menos dos, hombre y mujer. Y figúrese usted lo que valdría sorprender las huellas de un gentil piececito. ¡Ahora ya es inútil: cien pisadas las borraron! En fin, al grano, señores. Ustedes parten de la idea que yo soy el culpable. You start from the idea that I am to blame. Hace unas horas, no lo extrañaba: no existía más apariencia que la mía; lo reconozco. Pero ahora, después de que han aparecido en mi dormitorio el abrigo y demás prendas de la víctima, hallo sumamente candoroso que no hayan ustedes cambiado de rumbo. Para quien tenga nariz, tal hallazgo es prueba refulgente de mi inocencia. Recuerden ustedes que yo mismo pedí el registro, y vean si, de ser culpable, no hubiese lanzado el paquete a una alcantarilla, que es lo de rigor. Remember that I myself asked for the search, and see if, if I were guilty, I would not have thrown the package into a sewer, which is what is required. Sr. Cordelero, le creí a usted, más largo. Todo esto viene de que la prensa, por la mañana, empieza a asirse a mí, y abunda en reticencias acerca de dos hechos: que yo descubriese el cadáver, y que mi casa linde con el solar. All this comes from the fact that the press, in the morning, begins to grab hold of me, and abounds in reticence about two facts: that I discovered the corpse, and that my house borders the lot. La turbamulta me cree culpable; y los verdaderos culpables, en vista de eso, y de que estas prendas les comprometían, han discurrido venir a boca de noche a meterlas por mi ventana. The mob believes me guilty; and the real culprits, in view of that, and the fact that these garments compromised them, have thought of coming to my mouth at night to put them through my window. Probablemente su plan era dejarlas en el solar; vieron la ventana abierta, e hicieron puntería. Probably their plan was to leave them in the lot; they saw the open window, and took aim. Y se fueron riendo. Se fue riendo, debo decir, porque no vendría sino uno. He left laughing, I must say, because only one would come. Esto reviste un carácter de trama burda, que no puede engañar a un funcionario judicial ni a un policía tan experto. This has the character of a crude plot, which cannot fool a judicial officer or such an expert police officer.

Cordelero no sabía lo que le pasaba. Cordelero did not know what was wrong with him. La evidencia de mis observaciones le confundía. The evidence of my observations confused him. Entreveía un mundo de ciencia policíaca y una escuela de arte a la europea, que le avergonzaban por no conocerlas. He glimpsed a world of police science and a European-style art school, which embarrassed him for not knowing them.

-¿Por qué dice usted -preguntó- que los criminales son un hombre y una mujer?

Me di el gustazo de desafiarle con un sonreír compasivo; y el juez se precipitó, deseoso de manifestar que comprendía más que el desconcertado sabueso. I took the pleasure of challenging him with a compassionate smile; and the judge rushed in, eager to show that he understood more than the bewildered hound.

-¡Porque... amigo Cordelero, eso se cae de suyo! -Because... my friend Cordelero, that falls out of its own! La víctima ha sido asesinada estando en la cama... Y como no fue asesinada en el hotel donde vivía, mujer tuvo que andar por medio... The victim was killed while lying in bed... And since she was not killed in the hotel where she lived, the woman had to walk through the middle...

-Mujer anda por medio siempre -afirmé- pero a veces se queda entre bastidores. Aquí, me atrevo a jurar que tomó parte activa. Ese paquetito fue liado por una mujer. That little package was bundled by a woman. El pedazo de lustrina que lo envolvía no es cosa que tenga en su casa ningún hombre; sólo las mujeres conservan retales así en sus armarios. Acaban ustedes de ver los míos. No se parecen a los de una dama. La cinta es un accesorio que tampoco guarda ningún hombre. ¿Qué dice usted, Cordelero?

-Usted me permitirá -contestó involuntariamente mortificado- que me reserve mis impresiones.

-Resérvelas enhorabuena. Reserve them -Congratulations. Yo juego limpio y le doy a usted los triunfos. Los señores asesinos, sean quienes fueren, se han permitido procurar que recaigan en mí las sospechas. Voy a barrerles la telaraña: voy a descubrirles, y esto ha de ser en plazo breve. A lo sumo... invertiré tres días, a contar desde este instante. Y si cumplo mi propósito (que lo cumpliré), deseo que recaiga en el Sr. Cordelero toda la gloria. Diré a quien me quiera oír que fueron ustedes, el Sr. I will say to anyone who will listen that it was you, Mr. Cordelero y el digno señor juez, los que alumbraron las obscuridades de la instrucción. Cordelero and the worthy judge, who illuminated the obscurities of the investigation. En cambio, impongo dos condiciones. Instead, I impose two conditions. La primera, que trabajen, cuanto más mejor, por establecer mi culpabilidad. La segunda, que me averigüe usted, Sr. Cordelero, esta misma noche, por los medios que tiene a su alcance, los nombres y el género de vida de las personas que habitan en las casas de las dos calles que desembocan en ésta. Cordelero, this very night, by the means at his disposal, the names and the kind of life of the people who live in the houses of the two streets that lead to this one. A los moradores de mi calle les conozco, y sé que no hay nada que aprovechar por ahí. I know the people on my street, and I know that there is nothing to take advantage of there. Si usted tiene la bondad de traerme la relación mañana por la mañana, a medio día me pondré en campaña... y milagro será... If you will be good enough to bring me the report tomorrow morning, I will go on campaign at noon... and it will be a miracle....

-La proposición me parece razonable, Cordelero -intervino el juez-. -The proposal seems reasonable to me, Cordelero," said the judge. Selva no puede hacer más. Selva can do no more.

-Y vigile usted mi casa y mi persona entretanto; no se me ocurra escaparme al extranjero -añadí con el gesto de fina chunga que me placía adoptar-. -And you keep an eye on my house and myself in the meantime; don't let it occur to me to run away abroad," I added with the fine chunky gesture I was so fond of adopting. Pero active esto de la lista. But activate this from the list. Y si usted no pudiese hacerlo, lo haré yo..., sólo que entonces necesito un día más.

Cordelero protestó. Cordelero protested.

-¿No se ha de poder hacer? -Shouldn't it be possible to do it? ¡Inmediatamente! Immediately!

Parecía un perro que no sabe si le ofrecen un hueso o un latigazo.

Mis criados declararon a su vez. Creyeron hacer una habilidad encerrándose en monosílabos y medias palabras. They thought they were making a skill by locking themselves into monosyllables and half-words.