Paulino: Está bien, pero estoy ocupado.
Mejor se apura.
Juana: Espere por favor.
Yo realmente necesito su ayuda.
Paulino: Yo no puedo pasar todo el día respondiendo a sus preguntas.
Juana: No importa si me dan un tiquete.
Yo quiero que usted me ayude.
¿Qué pasaría si fuese su hermano?
Usted estaría en mi misma situación.
Paulino: Bueno, vaya al punto.
¿Qué es lo que usted quiere saber?
Juana: ¿Qué pasaría si yo le diera cien dólares?
¿Usted me ayudaría a averiguar más acerca de lo que mi hermano y su compañera de cuarto están haciendo?
Paulino: ¿Usted quiere que yo espíe a su hermano?
No, yo no haría eso.
No es justo para su hermano.
Juana: Y si yo le doy quinientos dólares, ¿usted lo haría entonces?
Paulino: Esa es una diferente historia.
Desde luego, yo realmente no debería hacerlo, pero por quinientos dólares yo podría estar dispuesto a hacerlo.
Juana: Bien!
Ahora yo sé la clase de persona con la que estoy tratando.
Paulino: ¿Qué quiere usted decir con eso?
¿Usted todavía quiere mi ayuda o no?
Juana: Si, yo quiero su ayuda.