Como Granada, no hay nada (2)
Pero cuando era joven, me encantaban los turistas porque hablaban otras lenguas, vestían de forma diferente, eran altos, rubios… No sé, sentía curiosidad por saber de dónde venían, qué decían en sus lenguas extrañas, qué pensaban, cuál era su historia…
Aunque me gustaba Granada, también me llamaba la atención todo lo que era diferente, todo lo que no era lo típico que se veía en Granada todos los días.
O sea, aunque a mí me encantaba (y me encanta) mi ciudad, yo, sinceramente, creo que no era muy provinciano porque me encantaba todo lo de fuera, todo lo que venía de fuera. Quizás por eso me puse a estudiar inglés, para entender lo que pasaba fuera de Granada.
En Granada se puede vivir muy bien, se puede estar muy cómodo, muy a gustito, pero el problema, el problema es que si uno está muy a gustito en una situación pues no puede crecer, no puede cambiar, no puede madurar, ¿no? Si quieres crecer, si quieres madurar y desarrollarte a nivel personal y profesional, tienes que moverte, tienes que aprender cosas nuevas, tienes que vivir nuevas experiencias, arriesgarte a pasarlo mal…
Ese es el problema de estar demasiado cómodo en un sitio, ¿no? que uno acaba pensando que como se vive allí no se vive en ningún otro lugar y que lo mejor es no hacer nada, quedarse donde uno está y no cambiar nada.
Si uno se descuida, si uno no está atento, si uno piensa que la ciudad donde vive, la ciudad donde ha nacido, la ciudad en la que siempre ha estado, pues es la mejor ciudad del mundo, el lugar donde se vive mejor y que como se vive allí no se vive en ninguna otra parte, pues, entonces, claro, no te mueves, no cambias, no haces nada para progresar en tu vida…
Y es que la vida en una ciudad de provincias puede ser… puede ser muy provinciana.
Esa es una de las cosas que menos me gustaba de Granada... El provincialismo.
Quiero decir…
A mí siempre me ha gustado mucho conocer la historia de mi ciudad natal, el pasado, las costumbres, las leyendas…
De hecho, recuerdo que durante un tiempo, de joven, leía a menudo sobre la ciudad y su historia… Sobre todo me gustaba la pequeña historia (no la gran historia), o sea, que me interesaban más que nada las historias de algunos personajes que fueron célebres en su momento por algún motivo y a los que ya nadie recuerda…
Y además me aficioné mucho a la fotografía e iba por la ciudad haciendo fotos de los rincones que más me gustaban, especialmente de los rincones que pasaban desapercibidos para la mayoría de la gente…
Pero, lo que no me gustaba, lo que no me ha gustado nunca, es el provincialismo. Y la vida en Granada, como sucede en muchas ciudades de provincias, puede ser a veces muy provinciana.
Esto quizás hoy haya cambiado. No lo sé. Estoy hablando, claro, de la Granada que yo conocía hace 25 años. Hoy puede ser diferente. Hoy, la gente joven viaja mucho más que antes.
Hace 25 años venir a Londres era una aventura; era como volver a hacer el viaje de Marco Polo a China. Parecía que te ibas a la otra parte del mundo, a otro planeta.
Hoy en día, con los vuelos tan baratos que hay, el mundo digamos que se ha hecho más pequeño y es muy normal viajar a Londres o a cualquier ciudad de Europa o del mundo. De hecho, puedes encontrar jóvenes españoles en Berlín, en Roma, en Amsterdam o en cualquier ciudad… Eso hoy en día es normal.
Y también el Erasmus, supongo, ha hecho que la ciudad se haga más abierta. En Granada hay muchos estudiantes erasmus que vienen de Italia, de Francia, de Alemania, de Bélgica… y muchos estudiantes de Granada hacen su erasmus en otros países… Ese intercambio de culturas, de costumbres, supongo que ha hecho que la Granada de hoy no sea tan provinciana como la Granada que yo conocí.
Estoy diciendo que Granada puede ser una ciudad muy provinciana, pero, claro, todo depende también y mucho de la persona.. Como en cualquier lugar, en Granada hay gente muy diferente. Cada uno es hijo de su padre y de su madre y no se puede generalizar.
Lo que quiero decir es que cuando yo vivía en Granada, no había Erasmus y viajar no era tan fácil ni tan popular como ahora.
De hecho, para mucha gente, la idea de irse a vivir, no ya a otro país, sino a otra ciudad, era algo inconcebible. Recuerdo que me solían decir “¿Pero donde vas a ir que estés mejor que aquí?”
De hecho, en Granada se dice a menudo esta frase: “Como Graná, no hay na”. Es decir, como Granada, no hay nada.
O sea, que como se vive en Granada, no se vive en ningún lugar.
El problema es que muchas de las personas que dicen eso, que dicen que como en Granada no se vive en ningún lugar y que “como graná no hay na”, pues es, en muchos casos, gente que no ha salido mucho fuera, que no ha viajado mucho, ¿no?
Pero… Un poco es verdad. Un poco tienen razón los que dicen que como Granada no hay nada. Granada es una ciudad genial para vivir y tiene un montón de cosas positivas que la hacen una ciudad muy vivible.
Todo depende, claro, de las circunstancias de cada uno… “Yo soy yo y mis circunstancias”, como decía Ortega, Ortega y Gasset, el famoso filósofo… Creo que ya lo he mencionado antes, ¿no?
Si eres camarero en un bar de tapas y trabajas diez o doce horas al día… Entonces, sinceramente, no sé si vas a disfrutar mucho de la ciudad.
Pero bueno, ese es otro tema… Lo que quería decir es que, sí, que Granada, al menos la Granada que yo conocí, puede ser una ciudad muy provinciana, muy tradicional, con una mentalidad anticuada, donde es muy difícil hacer cosas nuevas, cambiar, donde la gente que es diferente se mira siempre de forma sospechosa…
Recuerdo ahora una anécdota que me ocurrió hace ya algunos años, una mañana que estaba desayunando en una cafetería del centro de Granada. Había dos chicas trabajando detrás de la barra, sirviendo a la gente. De repente, una de ellas, llamó a la otra y le dijo “¡María, María, mira, mira! ¡Lleva el pelo verde!” Y las dos tías, las dos camareras, que, por cierto, eran bastante jóvenes las dos, salieron de detrás de la barra del bar y fueron a la puerta a ver pasar a una chica, probablemente extranjera, que llevaba el pelo teñido de verde… de verde o de azul, no lo recuerdo.
Yo, que ya entonces vivía en Londres, pensé que aquella dos chicas deberían salir más a menudo de la ciudad y ver un poco más de mundo…
Supongo que hoy en día las cosas han cambiado y que por las calles de Granada te puedes pasear con el pelo teñido de verde o de azul sin llamar la atención… De hecho, en el último viaje que he hecho a Granada he visto chicos y chicas jóvenes de Granada que llamarían la atención si pasearan por las calles de Londres… En ese sentido, la ciudad ha cambiado un montón y ya no es la polvorienta ciudad de provincias de antes.
Pero, de todas formas, esa escena del bar, de las dos camareras asomadas a la puerta del bar para ver pasar a una chica con el pelo verde se me quedó grabada en la memoria…
Y es que Granada puede ser una ciudad muy provinciana, con una mentalidad muy tradicional y cerrada donde es muy difícil hacer las cosas de forma diferente a cómo se han hecho toda la vida.
Seguramente, alguno de vosotros pensará que, claro, es una ciudad de provincias y las ciudades de provincias son así… provincianas.
Bueno, no necesariamente.
No todas las ciudades de provincias son así. Málaga, por ejemplo, que está muy cerca de Granada, es bastante diferente. Al menos esa es la impresión que tengo yo.
Málaga está en la costa, al lado del mar, y ha atraído siempre a miles de turistas que van allí buscando el buen tiempo, la playa… Muchos, incluso, se han quedado a vivir allí, en Málaga o en cualquiera de los muchos pueblos de la provincia como Marbella, Fuengirola, Torremolinos, Benalmadena… Eso ha sido así desde los años sesenta, más o menos.
A Granada, en cambio, los turistas van solo uno o dos días. El turista típico que va a Granada pasa allí uno o dos días máximo. Ve la Alhambra, el Albaicín, un poco del centro y se va; vuelve a Málaga, al sol, a la playa, al chiringuito en la playa…
Es decir, la influencia del turismo en Málaga ha sido siempre mucho mayor que en Granada. Hay mucho más contacto entre los turistas extranjeros y la gente de la ciudad en Málaga que en Granada. En Granada hay menos turistas y el contacto entre turistas y granadinos es mucho más limitado. Eso, supongo, se refleja en la mentalidad de la gente.
Gracias al mayor contacto con los turistas, en Málaga hay una mentalidad más abierta, más tolerante con el cambio; una actitud de mayor aceptación de otras costumbres diferentes a las locales, que en Granada.
Granada, es, o por lo menos así lo recuerdo yo, mucho más tradicional y chapada a la antigua que Málaga. Más bonita, más bella, pero más anticuada, digamos.
En fin, lo que quería decir con todo esto es, bueno, responder a algunos comentarios que me llegan de vez en cuando diciéndome “Pero Juan, ¿por qué vives en Londres? ¿Por qué no vives en Granada, una ciudad tan bonita…?”
O sea, lo que quería decir es que hay que ir un poco más allá de lo que se ven en los vídeos de YouTube y en las fotos de Instagram. No se puede elegir vivir en una ciudad solo porque es bonita y hace buen tiempo (aunque eso, sin duda, son aspectos muy importantes a tener en cuenta, claro que sí).
De hecho, el tiempo de Inglaterra y el cielo gris de Londres son las dos cosas que menos soporto de Londres. Antes me daba igual. Cuando era joven, no me importaba el tiempo. Estaba preocupado por otras cosas, como encontrar un buen trabajo, aprender inglés, descubrir la ciudad, hacer amigos…
El tiempo era la cosa menos importante para mí. ¿Qué me importaba si hacía frío, llovía o nevaba? Era todo tan nuevo, tan emocionante; había tantas cosas por hacer, por descubrir… El tiempo era lo de menos.
Es normal, ¿no? Cuando uno es joven, el frío o el calor se soportan mejor.
De hecho, el tiempo es algo a lo que nunca he prestado mucha atención hasta recientemente, quizás porque al hacerse viejo los intereses de uno van cambiando.
Pero…
¡Ah! Otra cosa antes de terminar…
Con todo esto no quiero decir que todo el mundo en Granada tiene necesariamente una mentalidad cerrada y provinciana y que en Londres todo el mundo tiene una mentalidad abierta y global… Nada de eso.
De hecho, en Londres hay también gente que no ha salido nunca de su barrio, que piensa que como se vive en su barrio no se vive en ningún otro barrio de Londres…
Yo antes, por ejemplo, vivía en el oeste de Londres y me mudé al norte, al norte de Londres. No es que me fuera a otra ciudad o a otro país. No. Simplemente me fui a vivir a otro barrio.
Bueno, pues ¿queréis creer que mucha gente aquí, en Londres, me dijo lo mismo que me decían en Granada? Me decían “¿pero, tío, dónde vas a ir que estés mejor que aquí, en este barrio? ¡Pero si este es el mejor barrio de Londres! Pero si como se vive aquí no se vive en ningún otro lugar de Londres…”
O sea, que no es tanto el lugar donde uno vive, sino la mentalidad que uno tiene. Es, obviamente, más fácil caer en el provincialismo si vives en una ciudad pequeña de provincias, pero… pero, de verdad, aquí en Londres también puedes encontrar la misma mentalidad provinciana y estrecha.