¿Controla USA el PETRÓLEO de IRAK? - VisualPolitik - YouTube (1)
En el 2023 se han cumplido 20 años de la invasión de Irak.
Posiblemente, estamos hablando de la guerra que marcó la adolescencia de todas las personas
de entre 30 y 40 años que veis este canal.
Seguro que muchos de vosotros aún tenéis en vuestra mente imágenes que ya forman parte
de la Historia.
Imágenes tan famosas como esta.
Ahora bien, seguro que muchos también recordáis las grandes manifestaciones y protestas en
contra de la guerra.
Y esto es algo interesante.
Porque esta guerra se produjo prácticamente al mismo tiempo que la Guerra de Afganistán.
Sin embargo, amigos, la intervención militar en Afganistán tuvo mucha mejor prensa.
Todo el mundo entendió que era una respuesta adecuada a los atentados del 11-S.
En cambio, la guerra de Irak fue muy polémica.
El No a la Guerra fue el lema de una serie de protestas multitudinarias en contra de
la decisión del Gobierno de Estados Unidos de invadir Irak.
Especial protagonismo tuvo el mundo del cine en España, que convirtieron la Gala de los
premios Goya en un acto protesta contra el apoyo del Gobierno de José María Aznar a
la guerra.
Pues bien, curiosamente, nadie duda 20 años después de que la guerra de Afganistán fue
un fracaso total que ha terminado con los talibanes de nuevo en el poder después de
una evacuación bastante bochornosa.
En cambio, en Irak, todavía hoy día permanecen alrededor de 2.500 soldados estadounidenses.
Es más, todo indica que no hay ninguna prisa para que se vayan.
(El primer ministro iraquí apoya la presencia indefinida de tropas estadounidenses.
WSJ)
Vamos, que un soldado estadounidense no puede entrar en Afganistán ni aunque quisiera mientras
al mismo tiempo en Irak son casi hasta bienvenidos.
Bueno, no del todo, pero ya me entendéis.
Así que la pregunta es: ¿Por qué se produjo la Guerra de Irak?
¿Hasta qué punto fue un fracaso?
¿Cómo es el Irak actual?
En VisualPolitik hoy vamos a dar respuesta a todas estas preguntas, pero antes, vamos
a ver un poco de Historia.
Atentos.
(T1.
EL MALO DE LA PELÍCULA) Hubo una época, allá por los años 90, en
el que la Unión Soviética ya daba menos miedo que Expediente X y la amenaza china
parecía más bien el nombre de una prueba de Humor Amarillo.
Así que durante muchos años Saddam Hussein fue el icono del mal.
En South Park era más malo que el propio demonio.
Era tan malo que ya en la guerra que enfrentó a Irak con Irán en los 80, la Casa Blanca
terminó por apoyar al régimen de los ayatolás.
Quizás para garantizar que nadie ganara y las dos partes perdieran.
(A mediados de los años 80 estalló el escándalo Irán-Contra.
La administración del presidente Ronald Reagan estaba vendiendo en secreto armas a Irán,
país sobre el que pesaba un embargo armamentístico decretado por Estados Unidos.
Con el dinero obtenido, la Casa Blanca financiaba a la Contra, un grupo armado que luchaba para
derrocar al gobierno nicaragüense surgido de la Revolución Sandinista.
Ambas operaciones, la venta de armas a Irán y la financiación de la Contra, estaban prohibidas
por el Senado estadounidense.)
El caso es que la paz entre Irak e Irán no llegó hasta 1988 y, por supuesto, nadie ganó:
las fronteras continuaron en el mismo lugar que estaban antes de la guerra.
Eso sí por el camino perdieron la vida casi un millón de personas.
Y tras 8 años de destrucción, las economías de ambos países también quedaron destrozadas.
Cuando acabo la guerra, Kuwait, que era una petromonarquía aliada de Saddam Hussein,
empezó a reclamar a Irak el dinero que le había prestado para combatir a los ayatolás.
Hablamos de ni más ni menos que 14.000 millones de dólares.
Así que la relación entre ambos países comenzó a torcerse hasta el punto de que
Irak acusó a Kuwait de robar su petróleo mediante el uso de técnicas avanzadas en
campos fronterizos.
Era una acusación sin fundamento, pero el régimen de Saddam estaba preparando el terreno
para invadir Kuwait, algo que hizo en agosto de 1990, provocando un rechazo unánime de
la comunidad internacional.
(Durante 5 meses la diplomacia intentó que Saddam Hussein retirara sus tropas de Kuwait.
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó 5 resoluciones en este sentido.
Finalmente, el 16 de enero de 1991, una coalición internacional de 34 países encabezada por
Estados Unidos y bajo mandato de la ONU, inició una campaña militar para obligar al ejército
invasor a replegarse de Kuwait, atendiendo a la resolución 660 de la ONU, aprobada de
forma unánime.)
Así comenzó la Guerra del Golfo, la primera de toda la Historia en ser televisada en directo.
La Operación Tormenta del Desierto duró 6 semanas y fue un gran éxito.
Vamos, lo fue tanto que Estados Unidos hubiera podido derrocar fácilmente a Saddam Hussein.
El general Norman Schwarzkopf, al frente de la operación militar, asegura que le pidió
al presidente Bush padre una semana más para acabar con Saddam.
Pero la Casa Blanca no quiso.
En una entrevista para Frontline, de la cadena PBS, Schwarkopf ofrece detalles de por qué
no derrocaron a Saddam en 1991.
Fijaos.
(“Me hubiera encantado haber ido a Bagdad y capturar a Saddam Hussein, pero esta no
fue una decisión emocional, fue una decisión estratégica, y estratégicamente fuimos lo
suficientemente inteligentes como para ganar la guerra y ganar la paz.
(…) Si Saddam fuera reemplazado mañana, probablemente sería reemplazado por alguien
que es tan malo o peor que él”.
General Norman Schwarzkopf.)
Posiblemente, los más jóvenes estaréis pensando, vale, me queda claro que a finales
del siglo pasado Saddam Hussein era el malo de la película.
Pero, ¿qué hizo para convertirse en semejante villano?
Incluso muchos os preguntaréis: pero a ver Fonseca, ¿si era tan malo por qué no lo
derrocaron en 1991?
Pues bien, su historia arrancó en los años 60, en una época de golpes de Estado en Irak,
donde la posición de Saddam Hussein mejora tanto que pasa del exilio a la vicepresidencia
de la República gracias a su liderazgo en el Partido Baaz Árabe Socialista.
(El socialismo árabe fue una corriente ideológica muy popular a mediados del siglo XX.
Supone una mezcla de 3 elementos claves: socialismo, con una economía centralizada dirigida por
el Estado, laicismo, ya que están en contra de poner el liderazgo religioso por encima
del político, y militarismo, con un papel destacado de las fuerzas armadas en la organización
del Estado.)
El socialismo árabe fue evolucionando.
Comenzó siendo panarabista, con el objetivo de unir a todos los árabes en una sola patria
ya que consideraban las fronteras existentes como artificiales.
Pero al final, los enfrentamientos entre los dirigentes baazistas de los diferentes países
desembocó en la aparición de ramas nacionalistas del Baaz.
Así Saddam Hussein pudo rechazar cualquier injerencia y en 1979 se convirtió formalmente
en el presidente de Irak.
Gobernó con mano de hierro rodeándose de una élite que como él eran suníes, una
minoría que apenas constituía una quinta parte de la población iraquí.
Luego Saddam se dedicó a invertir el dinero que generaba el petróleo en el ejército.
Lo convirtió en el cuarto ejército más grande de todo el planeta, algo que no está
nada mal para un país que entonces apenas tenía 18 millones de habitantes.
Y hasta aquí muchos estaréis pensando: bueno, pues era un dictador como otro cualquiera.
Vale, es verdad, pero es que Saddam no es que oprimiera a su pueblo.
Es que les llegaba a matar con armas químicas.
Sí, sí, me habéis escuchado bien.
En los años 80 SaddaBVs países han calificado como un genocidio la operación Anfal, que
se saldó con la destrucción de 4.500 poblaciones y el asesinato de alrededor de 180.000 civiles.
Episodios como la masacre de Halabja, ciudad que fue bombardeada con armas químicas provocando
5.000 muertos en solo una noche, forman parte de la historia negra de la Humanidad.
Ahora bien, tampoco seamos ingenuos.
Probablemente, este no sea el motivo por el que se actuó con tanta fuerza contra de la
invasión de Kuwait.
Otro buen motivo está en el zumo de dinosaurio.
Irak es un país rico del mundo árabe, productor de importantes cantidades de petróleo y de
gas.
Y con Kuwait su poder hubiera sido excesivo.
Y, ojo, que hablamos de una época dónde todavía no había llegado el fracking.
El petróleo de Oriente Medio era también imprescindible para Estados Unidos.
Sin embargo, al mismo tiempo y por ese mismo motivo se necesitaba que Irak siguiera bombeando
crudo para mantener estables los precios en los mercados internacionales.
¿Y sabéis qué?
Es posible que esto explique en buena medida por qué Estados Unidos no quiso acabar con
el régimen de Saddam.
Sí, era un dictador terrible, pero tenía el país controlado y necesitaba vender petróleo
para seguir financiado al ejército.
Así que entonces se puso en marcha el juego del palo y la zanahoria: si te pasas de listo,
te damos un toque y amenazamos con invadirte; si te comportas, te dejamos estar porque así
Irak permanece estable.
Sin embargo, esta política cambió en 2003.
¿Por qué?
Pues…
Atentos.
(T.2 NO A LA GUERRA)
Los atentados del 11-S dejaron en shock a la gran superpotencia norteamericana.
Estados Unidos había sido atacado en su propio territorio por Al-Qaeda y el presidente Bush
había emprendido una guerra contra el terror.
Esto condujo a la invasión de Afganistán, donde el régimen talibán daba cobijo a Osama
Bin Laden.
El líde r de Al-Qaeda logró escabullirse de las fuerzas estadounidenses.
Así que la Casa Blanca empezó a ver en todas partes enemigos que pudieran echarle una mano.
Y claro, el historial de Saddam Hussein no ayudaba.
Claro que el tiempo ha demostrado que los nexos entre Al-Qaeda y Saddam Hussein eran
falsos.
Pero que ambos odiaran a Estados Unidos ya era suficiente para la Administración Bush.
De este modo el Gobierno estadounidense logró que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara
la resolución 1441, una resolución con la que la comunidad internacional instaba a Irak
a colaborar con los inspectores de desarme.
Pero Washington quería más.
Presionaba para que se otorgara un ultimátum a Saddam Hussein.
Sin embargo, amigos, este ultimátum no llegó y en marzo de 2003 la Casa Blanca decidió
hacer la guerra por su cuenta.
Hasta el último momento, Bush trató de convencer al mundo del peligro de no actuar.
Efectivamente, la razón oficial para invadir Irak fue que Saddam Hussein tenía ocultas
las famosas armas de destrucción masiva.
Había dudas y una parte importante de la comunidad internacional se oponía a la intervención.
Pero pese a ello, el Congreso de Estados Unidos autorizó en octubre de 2002 a atacar Irak
si la diplomacia fracasaba.
De hecho, el presidente Bush contó con un amplio apoyo de senadores del Partido Demócrata
como, por ejemplo, el propio Joseph Biden, actual presidente de Estados Unidos.
Sin embargo, a diferencia de la Guerra del Golfo, esta vez no hubo una gran coalición
internacional para combatir a Saddam Hussein.
Tan solo Reino Unido envió un fuerte contingente de tropas mientras que los Gobierno europeos
se dividían entre los que estaban en contra de la guerra, como Francia y Alemania, y los
que apoyaban la intervención, como España, Italia y gran parte de Europa del Este.
El caso es que, quizás, por esta división, la invasión causó una gran polémica y se
produjeron protestas multitudinarias por todo el mundo.
Nadie entendió por qué había que invadir Irak y artistas e intelectuales lideraron
movimientos populares internacionales como el No a la Guerra o el No blood for Oil.
Pero pese a todo, la invasión fue un gran éxito a nivel militar.
El Ejército estadounidense conquistó Bagdad en tan solo 3 semanas.
Y apenas 6 semanas después de que diera comienzo la guerra, el presidente Bush anunció el
final de las grandes operaciones militares en Irak.
Lo hizo bajo un gran cartel que ponía “Misión cumplida”, algo que fue muy criticado con
el paso del tiempo a la vista de que aún se estaba muy lejos de pacificar el país.
Además, en este discurso Bush se marcó un nuevo objetivo: conseguir un Irak democrático.
Se había conquistado Bagdad y se había derribado la gran estatua de Saddam Hussein.