¿Por qué los ULTRAORTODOXOS son un PROBLEMA para ISRAEL? - VisualPolitik
Coronavirus, pandemia, confinamiento, vacunación, ... Palabras hasta hace poco extrañas y que
sin embargo han pasado a formar parte de nuestro vocabulario habitual.
Sí, el mundo ha cambiado. Pero, amigos, lo que no ha cambiado es que una imagen vale
más que mil palabras. Fijaos en esta gráfica.
Tal y cómo veis, Israel se ha convertido en el modelo a seguir a nivel mundial por
sus campañas de vacunación contra la Covid-19,
A comienzos del mes de febrero del 2021, 4 de cada 10 israelíes ya habían recibido
al menos una vacuna contra el sars-cov-2. Pero la cosa no queda ahí, en ese momento
más de una quinta parte de su población estaba ya totalmente inmunizada gracias a
las vacunas. Hablamos de casi 2 millones de personas en un país cuya población no llega
a los 10 millones de habitantes.
Sin embargo, la lucha de Israel contra el coronavirus está siendo bastante más complicada
de lo que indican estas cifras.
¿Por qué? Pues ni más ni menos que porque una parte de su población se resiste a seguir
algunas de las directrices marcadas por las autoridades sanitarias.
(Los líderes de Israel chocan con ultraortodoxos por los confinamientos y las vacunas del Covid-19.
WSJ)
Los judios ultraortodoxos anteponen la Torá, el texto que recoge las leyes de la religión
judía, sobre todos los demás aspectos de la vida cotidiana. Así que ahora las preguntas
que podemos hacernos son:
¿Qué implicaciones tiene la religiosidad para esta comunidad en su día a día? ¿Por
qué se resisten a cumplir con las medidas establecidas para luchar contra el coronavirus?
Y tal vez la pregunta más importante de todas:
¿Qué otros problemas supone para el estado de Israel que esta comunidad, la de los judios
ultraortodoxos, sea cada vez más grande? Y ojo, queridos amigos, porque este es uno
de los grandes retos a los que se enfrenta el país hebreo.
Así que hoy en VisualPolitik vamos a responder a todas estas preguntas, pero antes, antes
vamos a ver un poco de historia.
(LOS QUE TIEMBLAN ANTE DIOS)
Israel es el único país del mundo en el que el judaísmo es la religión mayoritaria
entre su población. El 80% de sus ciudadanos profesa la religión judía. Hasta aquí pocas
sorpresas, ¿verdad? La cuestión es que no todos los judíos son iguales.
Dentro del judaísmo hay diferentes ramas, ramas que podemos decir que se diferencian
unas de otras en función del grado de intensidad con el que viven su religión. La mayor parte
de los judíos de Israel son jiloní, laicos.
De hecho no podemos olvidar que Israel es un Estado creado sobre todo por personas con
ideales socialistas que sí, que obviamente eran judíos, pero que lo que instauraron
fue precisamente un Estado laico.
Y hoy en día la población de Israel sigue siendo así en su mayor parte: judíos que
mantienen algunas de sus prácticas y tradiciones religiosas y otros que ni siquiera eso. [Vamos,
como ocurre en cualquier otro país occidental con la religión]
Pero igual que hay judíos en los que su religiosidad apenas tiene influencia, en el otro extremo
encontramos a los judíos ultraortodoxos. Son los llamados jaredíes o haredim, que
en hebreo quiere decir los que tiemblan ante Dios.
Pero claro, que en un país haya una minoría que sitúa la ley judía, la Torá, en el
centro de sus vidas pues tendría una importancia reducida… si no fuera, amigos, porque cada
vez son más.
La población ultraortodoxa crece y los partidos políticos que representan a los jaredíes
tienen cada vez más peso en la vida política israelí, hasta el punto de poder llegar a
ser decisivos.
Y la pregunta es, ¿cómo ha llegado el Estado laico de Israel a verse en esta situación?
Pues para eso tenemos que viajar hasta mediados del siglo XX, precisamente hasta el origen
mismo del Estado de Israel.
(En 1948 David Ben-Gurión proclamó la independencia del Estado de Israel y se convirtió en su
primer ministro. Una de sus primeras decisiones fue aceptar la solicitud de los rabinos para
reconstruir en Israel las legendarias yeshivot de Europa, las academias de estudio de la
Torá y del Talmud que habían sido destruidas durante el Holocausto.
Los líderes políticos de Israel veían al judaísmo ultraortodoxo como un anacronismo
que pronto desaparecería. Aún así, consideraron conveniente proteger unas tradiciones que
estaban ya en peligro de extinción.)
Las yeshivot siempre habían sido un lugar reservado para estudiantes brillantes.
Digamos que solo los mejores se dedicaban en exclusiva al estudio de la Torá. Por eso
lo que Ben-Gurión pensaba era que habría unos 400 estudiantes de yeshivá. Y como no
eran muchos les otorgó el privilegio de estar exentos del servicio militar.
Con lo que no contaba era con que los rabinos alentaran a todo haredi a entrar en las escuelas
rabínicas. Que es exactamente lo que hicieron.
Actualmente son más de 100.000 los hombres jaredíes que no trabajan y pasan sus días
estudiando la Torá. Y os preguntareis. Entonces, si no trabajan: ¿de qué viven?
Pues podría responderos yo, pero mejor mirad lo que dijo hace unos años el que en este
momento es el líder de uno de los principales partidos políticos ultraortodoxos: Yaakov
Litzman, que también es el actual ministro de Vivienda.
(Legislador Haredi: Los hombres no necesitan trabajar: las esposas y los subsidios estatales
pueden pagar las facturas.)
Tal cual como lo escucháis.
De hecho, los gobiernos en los que han participado los partidos haredíes se han dedicado a ampliar
más y más los beneficios para las familias numerosas y los subsidios para pagar a los
estudiantes de las escuelas rabínicas.
De esta forma, Israel destina cada año unos 300 millones de dólares de su presupuesto
solo para las yeshivot. Y claro, el resultado de todo esto es que los hombres haredíes
saben mucho de sus libros sagrados pero poco del mercado laboral.
Tal y como podéis ver, la mitad de los hombres jaredíes no trabajan y es la mujer la que
se está incorporando cada vez más al mercado laboral.
Eso sí: los empleos a los que normalmente acceden las personas ultraortodoxas son más
precarios porque desde jóvenes se les ofrece una formación religiosa, no una destinada
a desempeñar una profesión.
Además, tampoco les sirve cualquier trabajo: tienen que ser empleos que separen los puestos
de hombres y mujeres, donde el comedor sirva alimentos kosher y en los que se respete el
sabbath.
(De esta forma la vida de la mujer haredí se ha convertido en un reto detrás de otro.
Además, de sostener económicamente a la familia con sus trabajos fuera del hogar,
en casa la carga familiar también recae sobre la mujer. Y, claro, las familias ultraortodoxas
son meganumerosas. Tienen 6 hijos o 7 hijos frente a los 2 hijos que tiene una familia
media no religiosa.
De hecho esto es lo que explica que el peso de la comunidad Haredi entre la población
israelí haya crecido un 30% en apenas 10 años, pasando del 10% en 2009 al 13% en 2020.)
Para el año 2065 se espera que los ultraortodoxos representen al menos un tercio de la población
del país. Y ya hoy aproximadamente un 25% de los niños de primer año en la escuela
primaria pertenece a familias ultraortodoxas, cuando tal y como os acabo de decir los haredíes
son solo el 13% de la población total.
Y, amigos, así estaban las cosas cuando llegó el coronavirus. Atentos.
(PIKUACH NEFESH)
El coronavirus se ha cebado con la comunidad ultraortodoxa de Israel. Acumula un tercio
de todas las infecciones por covid-19 del país.
Y la verdad no es sencillo dilucidar si ha sido por vulnerabilidad o directamente por
irresponsabilidad. Porque en los medios de comunicación y en las redes sociales no han
dejado de circular fotos y vídeos de grandes multitudes de haredíes orando bien juntitos,
sin ningún distanciamiento social y saltándose la prohibición de reuniones de más de 10
personas.
Como si estuviéramos en 2019, vaya.
(2 de abril de 2020 El ministro de Sanidad israelí, ultraortodoxo, positivo por coronavirus.
Heraldo)
Como os podéis imaginar, la mayor parte de la población israelí está indignada con
el comportamiento de los ultraortodoxos. Pensad que en marzo de 2020, cuando estalló el coronavirus,
cerraron todos los centros educativos mientras las yeshivot y las sinagogas seguían funcionando
porque decían que “la Torá protege y salva”.
Al final, los propios rabinos tuvieron que reconocer que la Torá está muy bien para
el alma, pero que para proteger la salud mejor la mascarilla y el distanciamiento social.
Claro que siempre hay algún que otro verso suelto.
(Rabino ultraortodoxo dice a sus seguidores que la vacuna del Covid "puede convertir a
las personas en homosexuales")
Si, vale, es cierto que estas palabras en condiciones normales no dejarían de ser una
anécdota, además, por supuesto, de una barbaridad. Pero al fin y al cabo un caso aislado.
Sin embargo, son importantes porque no sé si podéis imaginaros el daño que hace que
un rabino difunda “fake news” entre la comunidad ultraortodoxa.
La influencia que ejercen los rabinos sobre los haredíes es brutal. Les prohíben, por
ejemplo, tener televisiones o radios. Sí que pueden comprarse teléfonos móviles.
Pero, tal y como refleja este gráfico, lo de acceder a Internet ya es otra cuestión.
Todo esto ha sido un obstáculo para que las recomendaciones de salud pública lleguen
a esta parte de la población. Muchos no reciben los SMS que notifican que has estado en contacto
con un positivo por Covid. Y claro, una vez que un haredí se infecta, es muy sencillo
que la enfermedad se propague. Recordad lo que os decíamos antes.
Familias numerosas, pocos recursos económicos… es fácil intuir que bastantes de las familias
ultraortodoxas viven hacinadas en sus casas. Eso por no hablar de que muchos no están
dispuestos a renunciar a las celebraciones religiosas.
En enero de 2021 miles de personas asistieron al funeral masivo del rabino Dovid Soloveitchik,
lo que provocó el enfado del actual ministro de Defensa, Benny Gantz.
(Así es como se ve la aplicación desigual: millones de familias y niños están encerrados
en sus hogares y acatan las reglas mientras miles de personas ultraortodoxas se agolpan
en el funeral, la mayoría de ellos incluso sin mascarilla. No aceptaremos la continuación
de un encierro ineficaz. O todo el mundo está cerrado o todo el mundo abre. Los días de
la indulgencia se acabaron. Benny Gantz, Ministro de Defensa de Israel)
La verdad es que las autoridades tienen miedo a actuar. Porque cada vez que se han enviado
fuerzas policiales contra las multitudes ultraortodoxas, han sido recibidos literalmente a pedradas.
Por no hablar de la influencia política.
Y luego está la campaña de vacunación. Ya habéis visto que Israel se convirtió
en la referencia internacional de cómo hacer las cosas. Sin embargo, tampoco ha sido fácil.
(El ministro de Salud quiere vacunas las 24 horas del día, los 7 días de la semana,
pero los principales rabinos dicen que se oponen en Sabbat. Times Of Israel)
Al final se ha impuesto el criterio del ministro, ¡solo faltaba! Pero ha tenido que invocar
el [pikúaj nefesh] pikuach nefesh, un principio de la ley judía según el cual la preservación
de la vida humana anula prácticamente cualquier otra regla religiosa.
Aún así amigos, esperad un momento porque los rabinos han salido respondones: primero
dijeron que la situación no era tan grave como para invocar el [pikúaj nefesh] pikuach
nefesh. [Nah, apenas una pandemia]. Luego, más tarde, cambiaron de estrategia.
Pasaron a decir que vale, que no había problema en vacunar en Sabbat. Pero que primero tenía
que demostrarse que se administraba 24/6, es decir, 24 horas al día durante el resto
de días de la semana, antes de empezar a hacerlo en Sabbat. Finalmente salieron con
que lo que no se puede hacer en Sabbat es registrar los datos del paciente vacunado
o conducir hasta el centro de vacunación. Por fortuna para los israelíes, el Gobierno
sí se ha tomado el coronavirus en serio.
Y la verdad es que sus esfuerzos dieron resultado. Para mediados de febrero del 2021 en las áreas
donde se concentra la población haredí, el 72% de las personas de más de 60 años
ya habían sido inmunizadas, apenas un 8% por debajo del promedio nacional para ese
grupo de edad. Así que en este aspecto no hay motivos para
que salten las alarmas. Aún así, la cuestión del Sabbat sigue dando que hablar en la política
israelí. Y no es el único asunto polémico. Veámoslo.
(LA LLAVE DE LA KNESSET)
Los ultraortodoxos no querían que se creara el Estado de Israel. Para los haredíes eso
del sionismo y de someterse a las autoridades civiles es una especie de herejía. Así que,
¿qué hizo Ben-Gurión? Pues lo mismo que los políticos de hoy día. Buscó el apoyo
de los rabinos ultraortodoxos a un estado de Israel independiente.
Y Ben-Gurión lo consiguió prometiéndoles que los servicios públicos no operarían
en Sabbat.
El resultado más evidente se ve en el transporte público: durante más de 70 años, los autobuses
y trenes no han funcionado en la mayor parte de Israel desde la puesta del sol del viernes
hasta la noche del sábado.
Y, claro, tal y cómo os podéis imaginar na aplastante mayoría de la población israelí
está hasta el gorro de que llegue el fin de semana y darse cuenta de todas las cosas
que no pueden hacer por el Sabbat. Y así ha sido hasta que a finales de 2019 pudimos
ver noticias como esta: (Los autobuses se desbordan cuando Tel Aviv
lanza el transporte público en Sabbat)
La iniciativa ha sido todo un éxito y ha sido imitada por otras ciudades. Ahora bien,
está por verse si se mantendrá en el tiempo porque la financiación de las entidades locales
depende del Ministerio del Interior.
Y hasta ahora se han beneficiado de que en los últimos 2 años Israel no ha tenido un
gobierno sólido después de pasar por las urnas hasta en 3 ocasiones. El día 23 de
marzo es la cuarta.
La verdad es que la presión ejercida por los ultraortodoxos molesta mucho a los ciudadanos
israelíes. Incluso a buena parte de los votantes de derechas. Pero el problema es que el apoyo
de los partidos haredíes suele ser vital para formar Gobierno.
(Israel es una democracia parlamentaria en la que su primer ministro es elegido por la
mayoría de la Knesset, su asamblea legislativa. Por lo tanto, se necesita el apoyo de 61 de
los 120 miembros de la Knesset. Desde hace 30 años ningún partido político consigue
más de 40 representantes. Así que se tienen que formar unos Gobiernos de coalición multitudinarios,
en algunos casos con casi 30 ministerios.)
Ya sabéis, hay que contentar a todas las partes.
Por lo tanto, conseguir el apoyo de los ultraortodoxos para formar Gobierno es muy jugoso ya que
entre los dos partidos que representan a los haredies suelen conseguir una quincena de
parlamentarios. Con esos 15 ya se está más cerca de los 61.
Así que después del 23 de marzo veremos si el transporte público en Sabbat ha venido
para quedarse. Y si esto ya es algo polémico, esperad un momento porque hay un asunto que
indigna aún más a los israelíes.
El servicio militar en Israel es obligatorio para todos sus ciudadanos. De hecho Israel
es uno de los 9 países del mundo en el que las mujeres también realizan el servicio
militar. Hasta Wonder Woman ha hecho el servicio militar. Vale, no Wonder Woman pero sí Gal
Gadot, lo que ha provocado noticias tan curiosas como esta.
(Wonder Woman prohibida en el Líbano porque la actriz principal es israelí. CNN)
El caso es que todos los ciudadanos israelíes realizan el servicio militar. ¿Todos? ¡No!
La comunidad religiosa de irreductibles haredies resiste ahora y siempre al reclutamiento.
Bueno, los ultraortodoxos y también los árabes israelíes; porque llamadme loco pero me da
que, por mucho que hayan mejorado las relaciones con otros países árabes, Israel no ve con
buenos ojos dar adiestramiento militar a su población árabe.
Pero eso de que muy poquitos haredíes acepten realizar el servicio militar de 2 años y
medio para los hombres y de 2 años para las mujeres molesta mucho a la mayoría de los
ciudadanos israelíes, que sí que tienen que interrumpir sus estudios o su desarrollo
profesional para servir al Estado.
Como podéis imaginaros, mantener esta exención es una de las líneas rojas de los partidos
haredíes. Ya sabéis, la Torá protege y salva.
(El problema que tienen los haredíes es que el Tribunal Supremo de Israel ya ha declarado
en 2 ocasiones que las leyes que eximen a los judíos ultraortodoxos del servicio militar
son inconstitucionales porque son discriminatorias. Así que el Supremo ha abierto un plazo temporal
para que se desarrolle una normativa que no sea discriminatoria. )
Los tiros van por hacer que la obligación de incorporar a la comunidad haredi al servicio
militar sea progresiva y respetando todas sus particularidades. Ya sabéis, comida kosher,
que los hombres no compartan espacios con las mujeres… sin embargo, como os hemos
contado antes, Israel no tiene un gobierno sólido desde hace 2 años y el plazo temporal
se agotó. Lo último que se sabe es que se ha solicitado
una última prórroga:
(La Fiscalía General solicita que el reclutamiento universal del Ejército se aplique al sector
haredi el 6 de julio)
En fin, este asunto tiene todas las papeletas de ser uno de los principales temas sobre
la mesa de negociación del próximo o próximos Gobierno de Israel. Estaremos atentos a esta
cuestión en VisualPolitik y también os hablaremos más de los retos que esta comunidad supone
para el futuro del estado de Israel
Pero ahora la pregunta es para ti: ¿Crees que se terminará creando un batallón haredi
o que seguirán incorporándose al ejército con cuentagotas?¿Podrá resistir el estado
de Israel el peso de una población creciente que se niega a trabajar y que depende de las
arcas públicas para su subsistencia? Déjanos tu respuesta en los comentarios y si este
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Un saludo y hasta la próxima.