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Esp - VisualPolitik, ¿Por qué MÉXICO ya NO es una POTENCIA del PETRÓLEO? - VisualPolitik

¿Por qué MÉXICO ya NO es una POTENCIA del PETRÓLEO? - VisualPolitik

México ha sufrido tanta corrupción política y durante tanto tiempo, que ha provocado que hoy un

líder como Andrés Manual López Obrador, antipremio VisualPolitik, sea un político muy popular a pesar

de todos los suspensos que ha cosechado en sus pocos años al frente del gobierno.

AMLO no es el clásico populista que grita e insulta, pero sí que tiene muy afinada

la que quizás es la cualidad más importante de todo buen político:

sabe ofrecer a los ciudadanos exactamente lo que más quieren en cada momento.

¿Qué los anteriores presidentes vivían a todo trapo? Pues, AMLO

lo tiene claro, por ejemplo, he aquí unas cuantas medidas: viajar en clase turista,

convertir la residencia presidencial de los Pinos en una especie de centro cultural y

prescindir el 787 presidencial. Con el cual por cierto parece que nadie sabe qué demonios hacer.

El caso es que decisiones de este estilo despiertan la simpatía popular.

Y no me malinterpretéis, muchas de estas cosas pueden estar bien, sobre todo si tenemos en

cuenta el lujoso tren de vida que caracteriza a los presidentes y altos políticos mexicanos.

Pero… El problema es cuando con estas cosas se pretende justificar toda la

acción del gobierno. Y es peor aún cuando se persigue que el apoyo popular cosechado sirva

para tapar que la economía vaya regular o que la gestión de la pandemia fuera mala.

El caso es que pese a los altísimos índices de criminalidad, la economía renqueante y la

pandemia, López Obrador mantiene un nivel de aprobación muy alto entre los electores

mexicanos. Tan alto como los palos que seguro nos van a caer por este vídeo.

Queridos amigos, amigas, López Obrador es popularmente conocido como AMLO,

para abreviar. Claro que el que no abrevia es el propio AMLO.

Prácticamente todos los días y para mayor gloria del presidente, sease para él mismo,

da ruedas de prensa que se extienden por más de dos horas. Y la pregunta es, ¿Es que acaso

el presidente de un país como México no tiene nada mejor que hacer? Pues parece ser que no.

Fijaos. (La guerra es sinónimo de

irracionalidad)

6 palabras en 19 segundos. Con ruedas de prensa taan largas a veces ya no sabes ni que decir.

Pero, ¿Por qué en VisualPolitik hablamos de AMLO? Pues, queridos amigos, amigas, no bajéis

la guardia ante este abuelito afable y cuando quiere también simpático y hasta enternecedor.

Y digo que no bajéis al guardia porque la Presidencia de AMLO está llevando a

cabo lo que se conoce como la Cuarta Transformación de México. Un plan

político que consiste en poner punto y final, derogar, derribar las reformas

de sus predecesores para poner en marcha sus propias iniciativas en todo tipo de campos.

El problema es que las iniciativas de AMLO tienen mucho que ver con las

típicas políticas latinoamericanas que una y otra y otra vez se han demostrado

fallidas y que pueden terminar por ahuyentar la inversión productiva.

Eso es, precisamente lo que está pasando con el sector energético en dos ámbitos muy claros.

Por un lado está la reforma eléctrica. Por otro,

el rumbo que ha tomado la petrolera estatal Pemex bajo esta presidencia.

Y, ¿Sabéis qué? Es la reforma energética de AMLO a la que queremos echar un vistazo en este vídeo.

¿Qué está pasando en el sector petrolero de México? ¿En qué

consiste la reforma eléctrica de AMLO? Y lo que es más importante:

¿Cómo pueden afectar todas estas medidas a la economía de México? Hoy en VisualPolitik

vamos a responder a estas preguntas. Pero antes, vamos a ver un poco de historia.

(EL MONOPOLIO ESTATAL)

Hace justo un siglo México era el segundo mayor productor de petróleo del mundo,

tan solo por detrás de Estados Unidos.

En aquel momento, el sector estaba dominado por compañías extranjeras. La antaño dominante

Compañía Mexicana El Águila había sido adquirida por la angloholandesa Royal Dutch Shell. También

había un montón de compañías estadounidenses que operaban al sur de la frontera.

Pero, sin embargo, pronto perdieron el interés en los yacimientos mexicanos.

Los ingleses comenzaron a explotar el petróleo en Oriente Medio y los estadounidenses en Venezuela.

Y es que, veréis, el problema para estas compañías es que el movimiento obrero

era uno de los pilares sobre los que se apoyaba el presidente Lázaro Cárdenas.

Cuando llegaron, las petroleras no tenían ni la

más remota idea del lío en el que se estaban metiendo.

(Un conflicto laboral saltó en 1938 a la arena política cuando las petroleras intentaron no

acatar una sentencia de la Suprema Corte a favor de las demandas de los trabajadores.

Al intentar evitar cumplir con el fallo, las compañías extranjeras vieron cómo un

asunto laboral se convirtió en toda una disputa sobre la soberanía de la nación.

Así que el presidente Lázaro Cárdenas intervino directamente en el asunto

decretando la nacionalización de la industria petrolera. Tres meses después Cárdenas decretó

la creación de Petróleos Mexicanos, Pemex, la empresa estatal que recibía

el monopolio para explotar y administrar los yacimientos de petróleo del país.)

La jugada a México pareció salirle de perlas. ¿Por qué? Pues digamos

que en los años 40 Estados Unidos y Reino Unido tenían otras preocupaciones mucho

más importantes que pasarle la factura a México.

Además, la Segunda Guerra Mundial y el crecimiento económico de la posguerra incrementaron

considerablemente la demanda de crudo, con lo que la nacionalización se convirtió en un gran necio.

Y ojo, porque el petrolero no fue el único ámbito energético intervenido por

el presidente Cárdenas. Antes ya había sido el turno del sector eléctrico.

(En 1937 Cárdenas fundó la CFE, la Comisión Federal de Electricidad.

Su propósito era operar en el sector sin ánimo de lucro basándose exclusivamente en

principios técnicos. El objetivo era obtener el mayor rendimiento posible al mínimo coste.

Esto hizo que las compañías privadas solo se interesaran por las zonas más rentables,

las principales ciudades y las zonas industrializadas.

Así que para la Comisión Federal de Electricidad quedaron las áreas rurales y dispersas.)

Evidentemente este sistema no funcionó. Era una ruina para la empresa estatal

y encima más de la mitad de los mexicanos seguían sin suministro eléctrico. Así que,

¿qué solución creéis que adoptó el Gobierno de México?

A ver, quizás, ¿Liberalizar el mercado, favorecer

la competencia e incentivar la inversión, por ejemplo?

Pues no, para nada

En 1960 el presidente Adolfo López Mateos completó la nacionalización

del sector eléctrico. ¿Y sabéis qué? En un primer momento tampoco pareció

salirles mal. México tenía recursos más que suficientes como para hacer frente a

las malas decisiones y mantener enormes subsidios al consumo de electricidad.

Pensad que los países con petróleo eran los nuevos ricos del panorama

internacional. Y más a partir de los años 70.

(Las crisis del petróleo de 1973 y de 1979 dispararon el precio del crudo, multiplicando los

ingresos de Pemex por sus exportaciones. Además, en 1979 comenzó a operar el Complejo Cantarell,

uno de los mayores yacimientos del mundo. El problema es que los Gobiernos mexicanos

tenían el control completo sobre la petrolera y no la dirigían con una mentalidad empresarial. Todo

lo contrario, la exprimían con múltiples impuestos y regalías con los que nutrir

las arcas del Estado. Lo que dejó a PEMEX con muchos menos recursos para invertir y crecer)

El complejo Cantarell alcanzó su pico de producción en 2004.

Aquel año fue también el de mayor producción de la historia de Pemex:

3,4 millones de barriles diarios de crudo. Desde entonces ha caído en

picado ejercicio tras ejercicio hasta situarse entorno a la mitad en 2020.

Claro que ante el declive de Cantarell, el remedio fue casi peor que la enfermedad. Pemex invirtió

70.000 millones de dólares entre los años 2008 y 2012 en la exploración y producción de crudo.

El problema es que la mayor parte lo invirtió en áreas para las que Pemex estaba técnicamente

mal preparada, como la perforación en aguas profundas o el fracking. El desastre estaba

garantizado. Para colmo las inversiones se hicieron fundamentalmente con deuda

porque el gobierno mexicano no estaba dispuesto a dejar de recibir sus cheques.

Así que la crisis de Pemex se agudizó con estas malas decisiones de inversión.

Y si a todo esto le sumamos la corrupción que dominó la compañía durante décadas y una toma

de decisiones de corte más política que empresarial que, por ejemplo,

hizo que la petrolera tuviera una plantilla mucho más grande de lo necesaria, lo que nos encontramos

es precisamente con una petrolera endeudada hasta las cejas y con una producción menguante.

La joya de México estaba a punto de caer. Para evitarlo

estaba claro que había que cambiar muchas cosas.

Y esa papeleta le tocó ni más ni menos que a uno de los gobiernos más manchados por

corrupción y peor valorados en la historia de México: el de Enrique Peña Nieto.

Así que, claro, daba igual lo que se hiciera,

cualquier medida quedaría manchada. Incluso aunque la reforma fuese en buena dirección.

(La reforma energética de 2013 acabó con el monopolio estatal de Pemex sobre el sector

petrolero, abriéndolo a la inversión privada. Se permitió que las empresas extranjeras pujaran en

subastas transparentes retransmitidas online por hacerse con la exploración y producción de

campos petroleros. También se abrió el camino a reducir el número de trabajadores de Pemex,

que ha pasado de 151.000 empleados en 2013 a los 120.000 de la actualidad.

Se completaron 9 subastas petroleras hasta que

se paralizaron en julio de 2018, cuando AMLO ganó las elecciones.)

El balance a día de hoy es que en aquellas subastas se adjudicaron 111 campos y 34

ya iniciaron su explotación. Hasta el momento se invirtieron 18.000 millones de dólares. La

renta petrolera del Estado mexicano establecida en los contratos es de aproximadamente un 74%,

uno de los mayores porcentajes en el mundo. ¿Qué quiere decir esto?

Pues básicamente que la reforma atrajo multimillonarias inversiones de empresas

extranjeras. Compañías privadas que arriesgan su dinero en explorar y extraer el petróleo pero que

luego le pagan al Estado mexicano la mayor parte de los ingresos derivados de su producción. Todo

ello sin que el Gobierno mexicano invierta un solo peso. Parece un buen business, ¿no os parece?

Pues como siempre hay alguien que no está de acuerdo. Así se pronunciaba AMLO cuando

era el líder de la oposición. (Si nos quitan el petróleo,

sería como desangrar a México. )AMLO planteó una oposición feroz contra la reforma energética de

Peña Nieto. Como buen populista, llegó a prometer que haría un referéndum para que

el pueblo se pronunciara sobre la misma. Pero amigos, una cosa es la política y otra gobernar.

En diciembre de 2018 AMLO tomaba posesión como presidente de México. Es decir,

que ha pasado tiempo suficiente para empezar a ver

qué está pasando con la política energética de este presidente.

Atentos.

(DAME MÁS

GASOLINA)

López Obrador ha hecho consultas populares de todo tipo: para ver si construía una

línea ferroviaria o un aeropuerto. Pero la consulta prometida sobre qué

hacer con la reforma energética... pues no. Esa quedo en el olvido.

Claro que eso no ha evitado que Pemex siga siendo un quebradero de cabeza

para el Gobierno de México. Porque aunque AMLO hable de la petrolera estatal como si

fuera la joya de la Corona, la realidad es ya muy diferente.

Los años pasan y las pérdidas se acumulan para Pemex. Algo difícil de entender cuando

extraer un barril de crudo le cuesta una media de 7 dólares y lo vende por

10 veces más. Claro que, luego, el Estado mexicano asfixia a Pemex con impuestos.

Pensad que un tercio del gasto público del país azteca es sostenido por los recursos

extraídos de la petrolera estatal. Y si a eso le sumamos que el resto de negocios de

Pemex son una auténtica ruina, pues no sorprenden noticias como esta:

(Pemex, entre las 10 compañías más endeudadas del planeta. Forbes)

Hablamos ni más ni menos que de una deuda de más de 100.000 millones de dólares. Una

deuda que además no para de marcar cada nuevo tiempo nuevos récords históricos.

Así que López Obrador se ha puesto manos a la obra para reflotar a la petrolera

estatal. Lo primero que ha hecho AMLO es aprobar una nueva Ley de Hidrocarburos

con el propósito de favorecer a Pemex en el mercado de las estaciones de servicio.

Luego, respecto a la apertura a la inversión extranjera en los campos

petroleros mexicanos, AMLO apostó por revisar

los contratos ya adjudicados para comprobar si hubo o no corrupción.

Además, como ya hemos visto, se suspendieron las

subastas petroleras desde el mismo momento en que ganó las elecciones.

Recientemente lo más peligroso para México es que su Gobierno ha querido ir un paso más allá

y ha actuado directamente contra los intereses de un consorcio que ya ha invertido 325 millones

de dólares en México y está encabezado por la petrolera estadounidense Talos VEnergy.

El resultado de estas medidas es que se ha lanzado un mensaje muy negativo hacia

los inversores. ¿Y todo para qué? Pues para beneficiar a los mismos de siempre.

(El mayor hallazgo privado de petróleo de México será operado por la estatal Pemex)

De momento, el resultado es que a pesar de todo, cuando AMLO llegó al poder la

empresa petrolera mexicana producía 1,8 millones de barriles. Hoy la cifra está

en torno a los 1,6 millones. Y todo apunta a que las cosas no van a mejorar mucho.

Luego, si algo sorprende de la economía mexicana es que un país que tiene tantos

yacimientos de petróleo se vea obligado a importar

combustibles porque sus refinerías son de los tiempos de Pancho Villa.

Se trata de una anomalía que AMLO se ha propuesto resolver. El problema es que la

factura está acumulando demasiados ceros. De momento se han invertido más de 6.000

millones en modernizar las refinerías de la petrolera estatal y en comprar a Shell

la mitad de una refinería en Texas cuya propiedad estaba compartida con Pemex.

Lo cual si lo pensáis no tiene mucho sentido. ¿Para qué poner fin a una sociedad con Shell

que ha funcionado tan bien cuándo PEMEX gestiona mucho peor sus propios activos?

Pero esperad un momento, porque eso prácticamente no es nada si

lo comparamos con los casi 9.000 millones de dólares que AMLO se está gastando en uno

de sus proyectos estrella: construir una refinería en su estado natal de Tabasco.

AMLO no quiere que nada se interponga entre Pemex y la autosuficiencia de México

para producir combustibles. Y cuando decimos nada, os aseguro que es nada.

(Pemex está construyendo una refinería en un espacio natural que prometió proteger)

La cuestión es que el Gobierno mexicano está ahora mismo poniendo toda la carne

en el asador para que el país produzca todos los combustibles que consume para el año 2023.

El problema es que tal y como hemos visto lo hace siguiendo una receta muy

similar a la que México ha seguido años atrás: Petróleo, nacionalismo y mucho

intervencionismo sin tener excesivamente en cuanto los criterios empresariales.

Bien, todo esto sobre el petróleo, pero qué ocurre con el otro brazo

de la reforma energética ¿Qué pasa con el sector eléctrico?

Pues… Atentos.

(LA REFORMA CONSTITUCIONAL)

La nacionalización de 1960 convirtió al sector eléctrico en un monopolio

estatal en manos de la Comisión Federal de Electricidad. Así fue hasta los años 90,

cuando se produjo una tímida apertura al sector privado.

Se puso en marcha el llamado modelo de autoabasto, un mecanismo que permitía a las empresas esquivar

a la Comisión y comprar electricidad a plantas de generación de compañías eléctricas privadas

en una fórmula similar a los PPAs, es decir, los contratos de compraventa de energía.

La apertura al sector privado cobró fuerza con la reforma energética de Peña Nieto,

que impulsó la inversión en generación eléctrica. Se estableció un mercado

mayorista de electricidad que daba prioridad a los proveedores de

energía más baratos y renovables. ¿Suena bastante bien, verdad? Pues para AMLO no.

Como Peña Nieto relegó a la CFE a un segundo plano,

AMLO dedicó buena parte de sus esfuerzos durante 2021 a poner en marcha una reforma

eléctrica que reforzara a la Comisión, séase al gobierno.

(La reforma eléctrica de AMLO causó gran polémica al cambiar el orden de despacho de energía por

parte de las centrales. En primer lugar entrarían en funcionamiento las hidroeléctricas y las

centrales de fuel y carbón de la CFE. En segundo lugar, los ciclos combinados de gas que generan

su energía para la Comisión. Tras esas plantas, se daría paso a los parques privados de energía

eólica y solar. Y por último, los ciclos combinados de gas de compañías privadas.)

Pero vamos a ver: ¿A quién se le ocurre dar prioridad a las térmicas sobre las renovables?

La eólica y la solar tienen que funcionar cuando hay sol y viento. Y cuando no lo hay, pues pones

a funcionar a las térmicas. Si no, pues no tiene mucho sentido. De primero de sistema eléctrico.

El caso es que López Obrador aprobó esta reforma hace meses,

pero un tribunal la paralizó. En un país con seguridad jurídica, aquí se hubiera acabado

la reforma eléctrica. En el México de AMLO, no.

(El presidente de México amenaza con un cambio constitucional si se anula la ley energética)

Y como decimos por aquí, dicho y hecho.

El problema a priori del presidente mexicano es

que no dispone de la mayoría suficiente para aprobarla.

Y ahora ya no se habla de orden de despacho sino de cuotas. Se pretende garantizar que

las centrales de la CFE produzcan un 54% de la electricidad de México. Y

ahora os preguntaréis: ¿A qué viene tanto empeño?

Pues básicamente a que en 2020 entró en vigor una nueva regulación internacional que limita

el azufre del combustible que utilizan las navieras. Hasta entonces este era uno de los

principales mercados para el fuel que producían las refinerías de Pemex, tan obsoletas que se

han mostrado incapaces de reducir sus niveles de azufre. Así que este es el objetivo de AMLO:

poner a las térmicas de la CFE a quemar el fuel que nadie le quiere comprar a Pemex.

Todo ello aunque contamine mucho más y sus costes de generación sean para

colmo un 25% superiores a los de las nuevas plantas renovables. Es decir,

que a AMLO le da igual que México produzca una energía más cara o más sucia. Lo único

que le preocupa es reflotar las empresas estatales mexicanas al precio que sea.

Y si al final eso supone aumentar los subsidios para que no suba la

factura que los mexicanos pagan por su electricidad, pues nada, a tirar de chequera.

Y aún con todo eso no es lo peor. Fijaos.

(Con la reforma de AMLO México no solo tendrá energía más cara y más sucia sino que además,

viendo el panorama, peligran inversiones por valor

de 40.000 millones de dólares en energía eólica y solar.

Todo esto resulta preocupante para el futuro de México porque se suma al bajón

que está sufriendo en las inversiones desde que AMLO ganó las elecciones.

Lo que puede terminar convirtiéndose en una oportunidad perdida ahora que las

multinacionales están buscando diversificar sus cadenas de suministro fuera de China. Pero es

que los inversores no se fían del presidente mexicano. Los datos hablan por sí solos.)

Pero llegados hasta aquí la pregunta es para ti:

¿Veis bien que se prioricen los intereses de las empresas estatales

sobre la instalación de renovables? ¿Qué os parecen las reformas emprendidas por AMLO?

Podéis dejarme vuestra respuesta en los comentarios. Y como siempre, si este

vídeo os ha resultado interesante no olvidéis darle a Like y suscribiros a VisualPolitik.

Un saludo y hasta la próxima.


¿Por qué MÉXICO ya NO es una POTENCIA del PETRÓLEO? - VisualPolitik Why is MEXICO NO LONGER an OIL POWER? - VisualPolitik

México ha sufrido tanta corrupción política y  durante tanto tiempo, que ha provocado que hoy un

líder como Andrés Manual López Obrador, antipremio  VisualPolitik, sea un político muy popular a pesar

de todos los suspensos que ha cosechado  en sus pocos años al frente del gobierno.

AMLO no es el clásico populista que grita  e insulta, pero sí que tiene muy afinada

la que quizás es la cualidad más  importante de todo buen político:

sabe ofrecer a los ciudadanos exactamente  lo que más quieren en cada momento.

¿Qué los anteriores presidentes  vivían a todo trapo? Pues, AMLO

lo tiene claro, por ejemplo, he aquí unas  cuantas medidas: viajar en clase turista,

convertir la residencia presidencial de los  Pinos en una especie de centro cultural y

prescindir el 787 presidencial. Con el cual por  cierto parece que nadie sabe qué demonios hacer.

El caso es que decisiones de este  estilo despiertan la simpatía popular.

Y no me malinterpretéis, muchas de estas cosas  pueden estar bien, sobre todo si tenemos en

cuenta el lujoso tren de vida que caracteriza  a los presidentes y altos políticos mexicanos.

Pero… El problema es cuando con estas  cosas se pretende justificar toda la

acción del gobierno. Y es peor aún cuando se  persigue que el apoyo popular cosechado sirva

para tapar que la economía vaya regular o  que la gestión de la pandemia fuera mala.

El caso es que pese a los altísimos índices  de criminalidad, la economía renqueante y la

pandemia, López Obrador mantiene un nivel  de aprobación muy alto entre los electores

mexicanos. Tan alto como los palos que  seguro nos van a caer por este vídeo.

Queridos amigos, amigas, López Obrador  es popularmente conocido como AMLO,

para abreviar. Claro que el que  no abrevia es el propio AMLO.

Prácticamente todos los días y para mayor  gloria del presidente, sease para él mismo,

da ruedas de prensa que se extienden por más  de dos horas. Y la pregunta es, ¿Es que acaso

el presidente de un país como México no tiene  nada mejor que hacer? Pues parece ser que no.

Fijaos. (La guerra es sinónimo de

irracionalidad)

6 palabras en 19 segundos. Con ruedas de prensa  taan largas a veces ya no sabes ni que decir.

Pero, ¿Por qué en VisualPolitik hablamos de  AMLO? Pues, queridos amigos, amigas, no bajéis

la guardia ante este abuelito afable y cuando  quiere también simpático y hasta enternecedor.

Y digo que no bajéis al guardia porque  la Presidencia de AMLO está llevando a

cabo lo que se conoce como la Cuarta  Transformación de México. Un plan

político que consiste en poner punto y  final, derogar, derribar las reformas

de sus predecesores para poner en marcha sus  propias iniciativas en todo tipo de campos.

El problema es que las iniciativas  de AMLO tienen mucho que ver con las

típicas políticas latinoamericanas que  una y otra y otra vez se han demostrado

fallidas y que pueden terminar por  ahuyentar la inversión productiva.

Eso es, precisamente lo que está pasando con  el sector energético en dos ámbitos muy claros.

Por un lado está la reforma eléctrica. Por otro,

el rumbo que ha tomado la petrolera  estatal Pemex bajo esta presidencia.

Y, ¿Sabéis qué? Es la reforma energética de AMLO  a la que queremos echar un vistazo en este vídeo.

¿Qué está pasando en el sector  petrolero de México? ¿En qué

consiste la reforma eléctrica de  AMLO? Y lo que es más importante:

¿Cómo pueden afectar todas estas medidas a  la economía de México? Hoy en VisualPolitik

vamos a responder a estas preguntas. Pero  antes, vamos a ver un poco de historia.

(EL MONOPOLIO ESTATAL)

Hace justo un siglo México era el segundo  mayor productor de petróleo del mundo,

tan solo por detrás de Estados Unidos.

En aquel momento, el sector estaba dominado  por compañías extranjeras. La antaño dominante

Compañía Mexicana El Águila había sido adquirida  por la angloholandesa Royal Dutch Shell. También

había un montón de compañías estadounidenses  que operaban al sur de la frontera.

Pero, sin embargo, pronto perdieron el  interés en los yacimientos mexicanos.

Los ingleses comenzaron a explotar el petróleo en  Oriente Medio y los estadounidenses en Venezuela.

Y es que, veréis, el problema para estas  compañías es que el movimiento obrero

era uno de los pilares sobre los que se  apoyaba el presidente Lázaro Cárdenas.

Cuando llegaron, las petroleras no tenían ni la

más remota idea del lío en  el que se estaban metiendo.

(Un conflicto laboral saltó en 1938 a la arena  política cuando las petroleras intentaron no

acatar una sentencia de la Suprema Corte a  favor de las demandas de los trabajadores.

Al intentar evitar cumplir con el fallo,  las compañías extranjeras vieron cómo un

asunto laboral se convirtió en toda una  disputa sobre la soberanía de la nación.

Así que el presidente Lázaro Cárdenas  intervino directamente en el asunto

decretando la nacionalización de la industria  petrolera. Tres meses después Cárdenas decretó

la creación de Petróleos Mexicanos,  Pemex, la empresa estatal que recibía

el monopolio para explotar y administrar  los yacimientos de petróleo del país.)

La jugada a México pareció salirle  de perlas. ¿Por qué? Pues digamos

que en los años 40 Estados Unidos y Reino  Unido tenían otras preocupaciones mucho

más importantes que pasarle la factura a México.

Además, la Segunda Guerra Mundial y el crecimiento  económico de la posguerra incrementaron

considerablemente la demanda de crudo, con lo que  la nacionalización se convirtió en un gran necio.

Y ojo, porque el petrolero no fue el  único ámbito energético intervenido por

el presidente Cárdenas. Antes ya había  sido el turno del sector eléctrico.

(En 1937 Cárdenas fundó la CFE, la  Comisión Federal de Electricidad.

Su propósito era operar en el sector sin  ánimo de lucro basándose exclusivamente en

principios técnicos. El objetivo era obtener  el mayor rendimiento posible al mínimo coste.

Esto hizo que las compañías privadas solo  se interesaran por las zonas más rentables,

las principales ciudades y  las zonas industrializadas.

Así que para la Comisión Federal de Electricidad  quedaron las áreas rurales y dispersas.)

Evidentemente este sistema no funcionó.  Era una ruina para la empresa estatal

y encima más de la mitad de los mexicanos  seguían sin suministro eléctrico. Así que,

¿qué solución creéis que  adoptó el Gobierno de México?

A ver, quizás, ¿Liberalizar el mercado, favorecer

la competencia e incentivar  la inversión, por ejemplo?

Pues no, para nada

En 1960 el presidente Adolfo López  Mateos completó la nacionalización

del sector eléctrico. ¿Y sabéis qué?  En un primer momento tampoco pareció

salirles mal. México tenía recursos más  que suficientes como para hacer frente a

las malas decisiones y mantener enormes  subsidios al consumo de electricidad.

Pensad que los países con petróleo  eran los nuevos ricos del panorama

internacional. Y más a partir de los años 70.

(Las crisis del petróleo de 1973 y de 1979  dispararon el precio del crudo, multiplicando los

ingresos de Pemex por sus exportaciones. Además,  en 1979 comenzó a operar el Complejo Cantarell,

uno de los mayores yacimientos del mundo. El problema es que los Gobiernos mexicanos

tenían el control completo sobre la petrolera y no  la dirigían con una mentalidad empresarial. Todo

lo contrario, la exprimían con múltiples  impuestos y regalías con los que nutrir

las arcas del Estado. Lo que dejó a PEMEX con  muchos menos recursos para invertir y crecer)

El complejo Cantarell alcanzó  su pico de producción en 2004.

Aquel año fue también el de mayor  producción de la historia de Pemex:

3,4 millones de barriles diarios de  crudo. Desde entonces ha caído en

picado ejercicio tras ejercicio hasta  situarse entorno a la mitad en 2020.

Claro que ante el declive de Cantarell, el remedio  fue casi peor que la enfermedad. Pemex invirtió

70.000 millones de dólares entre los años 2008  y 2012 en la exploración y producción de crudo.

El problema es que la mayor parte lo invirtió  en áreas para las que Pemex estaba técnicamente

mal preparada, como la perforación en aguas  profundas o el fracking. El desastre estaba

garantizado. Para colmo las inversiones  se hicieron fundamentalmente con deuda

porque el gobierno mexicano no estaba  dispuesto a dejar de recibir sus cheques.

Así que la crisis de Pemex se agudizó  con estas malas decisiones de inversión.

Y si a todo esto le sumamos la corrupción que  dominó la compañía durante décadas y una toma

de decisiones de corte más política  que empresarial que, por ejemplo,

hizo que la petrolera tuviera una plantilla mucho  más grande de lo necesaria, lo que nos encontramos

es precisamente con una petrolera endeudada  hasta las cejas y con una producción menguante.

La joya de México estaba a  punto de caer. Para evitarlo

estaba claro que había que cambiar muchas cosas.

Y esa papeleta le tocó ni más ni menos que  a uno de los gobiernos más manchados por

corrupción y peor valorados en la historia  de México: el de Enrique Peña Nieto.

Así que, claro, daba igual lo que se hiciera,

cualquier medida quedaría manchada. Incluso  aunque la reforma fuese en buena dirección.

(La reforma energética de 2013 acabó con el  monopolio estatal de Pemex sobre el sector

petrolero, abriéndolo a la inversión privada. Se  permitió que las empresas extranjeras pujaran en

subastas transparentes retransmitidas online  por hacerse con la exploración y producción de

campos petroleros. También se abrió el camino  a reducir el número de trabajadores de Pemex,

que ha pasado de 151.000 empleados en  2013 a los 120.000 de la actualidad.

Se completaron 9 subastas petroleras hasta que

se paralizaron en julio de 2018,  cuando AMLO ganó las elecciones.)

El balance a día de hoy es que en aquellas  subastas se adjudicaron 111 campos y 34

ya iniciaron su explotación. Hasta el momento  se invirtieron 18.000 millones de dólares. La

renta petrolera del Estado mexicano establecida  en los contratos es de aproximadamente un 74%,

uno de los mayores porcentajes en  el mundo. ¿Qué quiere decir esto?

Pues básicamente que la reforma atrajo  multimillonarias inversiones de empresas

extranjeras. Compañías privadas que arriesgan su  dinero en explorar y extraer el petróleo pero que

luego le pagan al Estado mexicano la mayor parte  de los ingresos derivados de su producción. Todo

ello sin que el Gobierno mexicano invierta un  solo peso. Parece un buen business, ¿no os parece?

Pues como siempre hay alguien que no está  de acuerdo. Así se pronunciaba AMLO cuando

era el líder de la oposición. (Si nos quitan el petróleo,

sería como desangrar a México. )AMLO planteó una  oposición feroz contra la reforma energética de

Peña Nieto. Como buen populista, llegó a  prometer que haría un referéndum para que

el pueblo se pronunciara sobre la misma. Pero  amigos, una cosa es la política y otra gobernar.

En diciembre de 2018 AMLO tomaba posesión  como presidente de México. Es decir,

que ha pasado tiempo suficiente para empezar a ver

qué está pasando con la política  energética de este presidente.

Atentos.

(DAME MÁS

GASOLINA)

López Obrador ha hecho consultas populares  de todo tipo: para ver si construía una

línea ferroviaria o un aeropuerto.  Pero la consulta prometida sobre qué

hacer con la reforma energética...  pues no. Esa quedo en el olvido.

Claro que eso no ha evitado que Pemex  siga siendo un quebradero de cabeza

para el Gobierno de México. Porque aunque  AMLO hable de la petrolera estatal como si

fuera la joya de la Corona, la  realidad es ya muy diferente.

Los años pasan y las pérdidas se acumulan  para Pemex. Algo difícil de entender cuando

extraer un barril de crudo le cuesta  una media de 7 dólares y lo vende por

10 veces más. Claro que, luego, el Estado  mexicano asfixia a Pemex con impuestos.

Pensad que un tercio del gasto público del  país azteca es sostenido por los recursos

extraídos de la petrolera estatal. Y si a  eso le sumamos que el resto de negocios de

Pemex son una auténtica ruina, pues  no sorprenden noticias como esta:

(Pemex, entre las 10 compañías más  endeudadas del planeta. Forbes)

Hablamos ni más ni menos que de una deuda  de más de 100.000 millones de dólares. Una

deuda que además no para de marcar cada  nuevo tiempo nuevos récords históricos.

Así que López Obrador se ha puesto manos  a la obra para reflotar a la petrolera

estatal. Lo primero que ha hecho AMLO es  aprobar una nueva Ley de Hidrocarburos

con el propósito de favorecer a Pemex en  el mercado de las estaciones de servicio.

Luego, respecto a la apertura a la  inversión extranjera en los campos

petroleros mexicanos, AMLO apostó por revisar

los contratos ya adjudicados para  comprobar si hubo o no corrupción.

Además, como ya hemos visto, se suspendieron las

subastas petroleras desde el mismo  momento en que ganó las elecciones.

Recientemente lo más peligroso para México es  que su Gobierno ha querido ir un paso más allá

y ha actuado directamente contra los intereses  de un consorcio que ya ha invertido 325 millones

de dólares en México y está encabezado por  la petrolera estadounidense Talos VEnergy.

El resultado de estas medidas es que se  ha lanzado un mensaje muy negativo hacia

los inversores. ¿Y todo para qué? Pues  para beneficiar a los mismos de siempre.

(El mayor hallazgo privado de petróleo de  México será operado por la estatal Pemex)

De momento, el resultado es que a pesar  de todo, cuando AMLO llegó al poder la

empresa petrolera mexicana producía 1,8  millones de barriles. Hoy la cifra está

en torno a los 1,6 millones. Y todo apunta  a que las cosas no van a mejorar mucho.

Luego, si algo sorprende de la economía  mexicana es que un país que tiene tantos

yacimientos de petróleo se vea obligado a importar

combustibles porque sus refinerías  son de los tiempos de Pancho Villa.

Se trata de una anomalía que AMLO se ha  propuesto resolver. El problema es que la

factura está acumulando demasiados ceros.  De momento se han invertido más de 6.000

millones en modernizar las refinerías de  la petrolera estatal y en comprar a Shell

la mitad de una refinería en Texas cuya  propiedad estaba compartida con Pemex.

Lo cual si lo pensáis no tiene mucho sentido.  ¿Para qué poner fin a una sociedad con Shell

que ha funcionado tan bien cuándo PEMEX  gestiona mucho peor sus propios activos?

Pero esperad un momento, porque  eso prácticamente no es nada si

lo comparamos con los casi 9.000 millones  de dólares que AMLO se está gastando en uno

de sus proyectos estrella: construir una  refinería en su estado natal de Tabasco.

AMLO no quiere que nada se interponga  entre Pemex y la autosuficiencia de México

para producir combustibles. Y cuando  decimos nada, os aseguro que es nada.

(Pemex está construyendo una refinería en  un espacio natural que prometió proteger)

La cuestión es que el Gobierno mexicano  está ahora mismo poniendo toda la carne

en el asador para que el país produzca todos  los combustibles que consume para el año 2023.

El problema es que tal y como hemos  visto lo hace siguiendo una receta muy

similar a la que México ha seguido años  atrás: Petróleo, nacionalismo y mucho

intervencionismo sin tener excesivamente  en cuanto los criterios empresariales.

Bien, todo esto sobre el petróleo,  pero qué ocurre con el otro brazo

de la reforma energética ¿Qué  pasa con el sector eléctrico?

Pues… Atentos.

(LA REFORMA CONSTITUCIONAL)

La nacionalización de 1960 convirtió  al sector eléctrico en un monopolio

estatal en manos de la Comisión Federal de  Electricidad. Así fue hasta los años 90,

cuando se produjo una tímida  apertura al sector privado.

Se puso en marcha el llamado modelo de autoabasto,  un mecanismo que permitía a las empresas esquivar

a la Comisión y comprar electricidad a plantas  de generación de compañías eléctricas privadas

en una fórmula similar a los PPAs, es decir,  los contratos de compraventa de energía.

La apertura al sector privado cobró fuerza  con la reforma energética de Peña Nieto,

que impulsó la inversión en generación  eléctrica. Se estableció un mercado

mayorista de electricidad que daba  prioridad a los proveedores de

energía más baratos y renovables. ¿Suena  bastante bien, verdad? Pues para AMLO no.

Como Peña Nieto relegó a  la CFE a un segundo plano,

AMLO dedicó buena parte de sus esfuerzos  durante 2021 a poner en marcha una reforma

eléctrica que reforzara a la  Comisión, séase al gobierno.

(La reforma eléctrica de AMLO causó gran polémica  al cambiar el orden de despacho de energía por

parte de las centrales. En primer lugar entrarían  en funcionamiento las hidroeléctricas y las

centrales de fuel y carbón de la CFE. En segundo  lugar, los ciclos combinados de gas que generan

su energía para la Comisión. Tras esas plantas,  se daría paso a los parques privados de energía

eólica y solar. Y por último, los ciclos  combinados de gas de compañías privadas.)

Pero vamos a ver: ¿A quién se le ocurre dar  prioridad a las térmicas sobre las renovables?

La eólica y la solar tienen que funcionar cuando  hay sol y viento. Y cuando no lo hay, pues pones

a funcionar a las térmicas. Si no, pues no tiene  mucho sentido. De primero de sistema eléctrico.

El caso es que López Obrador  aprobó esta reforma hace meses,

pero un tribunal la paralizó. En un país con  seguridad jurídica, aquí se hubiera acabado

la reforma eléctrica. En el México de AMLO, no.

(El presidente de México amenaza con un cambio  constitucional si se anula la ley energética)

Y como decimos por aquí, dicho y hecho.

El problema a priori del presidente mexicano es

que no dispone de la mayoría  suficiente para aprobarla.

Y ahora ya no se habla de orden de despacho  sino de cuotas. Se pretende garantizar que

las centrales de la CFE produzcan un  54% de la electricidad de México. Y

ahora os preguntaréis: ¿A qué viene tanto empeño?

Pues básicamente a que en 2020 entró en vigor  una nueva regulación internacional que limita

el azufre del combustible que utilizan las  navieras. Hasta entonces este era uno de los

principales mercados para el fuel que producían  las refinerías de Pemex, tan obsoletas que se

han mostrado incapaces de reducir sus niveles  de azufre. Así que este es el objetivo de AMLO:

poner a las térmicas de la CFE a quemar el  fuel que nadie le quiere comprar a Pemex.

Todo ello aunque contamine mucho más  y sus costes de generación sean para

colmo un 25% superiores a los de las  nuevas plantas renovables. Es decir,

que a AMLO le da igual que México produzca  una energía más cara o más sucia. Lo único

que le preocupa es reflotar las empresas  estatales mexicanas al precio que sea.

Y si al final eso supone aumentar  los subsidios para que no suba la

factura que los mexicanos pagan por su  electricidad, pues nada, a tirar de chequera.

Y aún con todo eso no es lo peor. Fijaos.

(Con la reforma de AMLO México no solo tendrá  energía más cara y más sucia sino que además,

viendo el panorama, peligran inversiones por valor

de 40.000 millones de dólares  en energía eólica y solar.

Todo esto resulta preocupante para el  futuro de México porque se suma al bajón

que está sufriendo en las inversiones  desde que AMLO ganó las elecciones.

Lo que puede terminar convirtiéndose en  una oportunidad perdida ahora que las

multinacionales están buscando diversificar sus  cadenas de suministro fuera de China. Pero es

que los inversores no se fían del presidente  mexicano. Los datos hablan por sí solos.)

Pero llegados hasta aquí la pregunta es para ti:

¿Veis bien que se prioricen los  intereses de las empresas estatales

sobre la instalación de renovables? ¿Qué os  parecen las reformas emprendidas por AMLO?

Podéis dejarme vuestra respuesta en los  comentarios. Y como siempre, si este

vídeo os ha resultado interesante no olvidéis  darle a Like y suscribiros a VisualPolitik.

Un saludo y hasta la próxima.