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La Edad de Oro by Jose Marti, Un paseo por la tierra de los anamitas

Un paseo por la tierra de los anamitas

Cuentan un cuento de cuatro hindús ciegos, de allí del Indostán de Asia, que eran ciegos desde el nacer, y querían saber cómo era un elefante. «Vamos, dijo uno, adonde el elefante manso de la casa del rajá, que es príncipe generoso, y nos dejará saber cómo es.» Y a citas del príncipe se fueron, con su turbante blanco y su manto blanco; y oyeron en el camino rugir a la pantera y graznar al faisán de color de oro, que es como un pavo con dos plumas muy largas en la cola; y durmieron de noche en las ruinas de piedra de la famosa Jehanabad, donde hubo antes mucho comercio y poder; y pasaron por sobre un torrente colgándose mano a mano de una cuerda, que estaba a los dos lados levantada sobre una horquilla, como la cuerda floja en que bailan los gimnastas en los circos; y un carretero de buen corazón les dijo que se subieran en su carreta, porque su buey giboso de astas cortas era un buey bonazo, que debió ser algo así como abuelo en otra vida, y no se enojaba porque se le subieran los hombres encima, sino que miraba a los caminantes como convidándoles a entrar en el carro. Y así llegaron los cuatro ciegos al palacio del rajá, que era por fuera como un castillo, y por dentro como una caja de piedras preciosas, lleno todo de cojines y de colgaduras, y el techo bordado, y las paredes con florones de esmeraldas y zafiros, y las sillas de marfil, y el trono del rajá de marfil y de oro. «Venimos, señor rajá, a que nos deje ver con nuestras manos, que son los ojos de los pobres ciegos, cómo es de figura un elefante manso.» «Los ciegos son santos», dijo el rajá, «los hombres que desean saber son santos: los hombres deben aprenderlo todo por sí mismos, y no creer sin preguntar, ni hablar sin entender, ni pensar como esclavos lo que les mandan pensar otros: vayan los cuatro ciegos a ver con sus manos el elefante manso.» Echaron a correr los cuatro, como si les hubiera vuelto de repente la vista: uno cayó de nariz sobre las gradas del trono del rajá: otro dio tan recio contra la pared que se cayó sentado, viendo si se le había ido en el coscorrón algún retazo de cabeza: los otros dos, con los brazos abiertos, se quedaron de repente abrazados. El secretario del rajá los llevó adonde el elefante manso estaba, comiéndose su ración de treinta y nueve tortas de arroz y quince de maíz, en una fuente de plata con el pie de ébano; y cada ciego se echó, cuando el secretario dijo «¡ahora!», encima del elefante, que era de los pequeños y regordetes: uno se le abrazó por una pata: el otro se le prendió a la trompa, y subía en el aire y bajaba, sin quererla soltar: el otro le sujetaba la cola: otro tenía agarrada un asa de la fuente del arroz y el maíz. «Ya sé» decía el de la pata: «el elefante es alto y redondo, como una torre que se mueve.» «¡No es verdad!», decía el de la trompa: «el elefante es largo, y acaba en pico, como un embudo de carne.» «¡Falso y muy falso!», decía el de la cola: «el elefante es como un badajo de campana» «Todos se equivocan, todos; el elefante es de figura de anillo, y no se mueve», decía el del asa de la fuente. Y así son los hombres, que cada uno cree que sólo lo que él piensa y ve es la verdad, y dice en verso y en prosa que no se debe creer sino lo que él cree, lo mismo que los cuatro ciegos del elefante, cuando lo que se ha de hacer es estudiar con cariño lo que los hombres han pensado y hecho, y eso da un gusto grande, que es ver que todos los hombres tienen las mismas penas, y la historia igual, y el mismo amor, y que el mundo es un templo hermoso, donde caben en paz los hombres todos de la tierra, porque todos han querido conocer la verdad, y han escrito en sus libros que es útil ser bueno, y han padecido y peleado por ser libres, libres en su tierra, libres en el pensamiento.

También, y tanto como los más bravos, pelearon, y volverán a pelear, los pobres anamitas, los que viven de pescado y arroz y se visten de seda, allá lejos, en Asia, por la orilla del mar, debajo de China. No nos parecen de cuerpo hermoso, ni nosotros les parecemos hermosos a ellos: ellos dicen que es un pecado cortarse el pelo, porque la naturaleza nos dio pelo largo, y es un presumido el que se crea más sabio que la naturaleza, así que llevan el pelo en moño, lo mismo que las mujeres: ellos dicen que el sombrero es para que dé sombra, a no ser que se le lleve como señal de mando en la casa del gobernador, que entonces puede ser casquete sin alas: de modo que el sombrero anamita es como un cucurucho, con el pico arriba, y la boca muy ancha: ellos dicen que en su tierra caliente se ha de vestir suelto y ligero, de modo que llegue al cuerpo el aire, y no tener al cuerpo preso entre lanas y casimires, que se beben los rayos del sol, y sofocan y arden: ellos dicen que el hombre no necesita ser de espaldas fuertes, porque los cambodios son más altos y robustos que los anamitas, pero en la guerra los anamitas han vencido siempre a sus vecinos los cambodios; y que la mirada no debe ser azul, porque el azul engaña y abandona, como la nube del cielo y el agua del mar; y que el color no debe ser blanco, porque la tierra, que da todas las hermosuras, no es blanca, sino de los colores de bronce de los anamitas; y que los hombres no deben llevar barba, que es cosa de fieras: aunque los franceses, que son ahora los amos de Anam, responden que esto de la barba no es más que envidia, porque bien que se deja el anamita el poco bigote que tiene: ¿y en sus teatros, quién hace de rey, sino el que tiene la barba más larga? ¿y el mandarín, no sale a las tablas con bigotes de tigre? ¿y los generales, no llevan barba colorada? «¿Y para qué necesitamos tener los ojos más grandes», dicen los anamitas, «ni más juntos a la nariz? : con estos ojos de almendra que tenemos, hemos fabricado el Gran Buda de Hanoi, el dios de bronce, con cara que parece viva, y alto como una torre; hemos levantado la pagoda de Angkor, en un bosque de palmas, con corredores de a dos leguas, y lagos en los patios, y una casa en la pagoda para cada dios, y mil quinientas columnas, y calles de estatuas; hemos hecho en el camino de Saigón a Cholen, la pagoda donde duermen, bajo una corona de torres caladas, los poetas, que cantaron el patriotismo y el amor, los santos que vivieron entre los hombres con bondad y pureza, los héroes que pelearon por libertamos de los cambodios, de los siameses y de los chinos: y nada se parece tanto, a la luz como los colores de nuestras túnicas de seda. Usamos moño, y sombrero de pico, y calzones anchos, y blusón de color, y somos amarillos, chatos, canijos y feos; pero trabajamos a la vez el bronce y la seda: y cuando los franceses nos han venido a quitar nuestro Hanoi, nuestro Hue, nuestras ciudades de palacios de madera, nuestros puertos llenos de casas de bambú y de barcos de junco, nuestros almacenes de pescado y arroz, todavía, con estos ojos de almendra, hemos sabido morir, miles sobre miles, para cerrarles el camino. Ahora son nuestros amos; pero mañana ¡quién sabe!»

Y se pasean callados, a paso igual y triste, sin sorprenderse de nada, aprendiendo lo que no saben, con las manos en los bolsillos de la blusa: de la blusa azul, sujeta al cuello con un botón de cristal amarillo: y por zapato llevan una suela de cordón, atada al tobillo con cintas. Ese es el traje del pescador; del que fabrica las casas de caña, con el techo de paja de arroz; del marino ligero, en su barca de dos puntas; del ebanista, que maneja la herramienta con los pies y las manos, y embute los adornos de nácar en las camas y sillas de madera preciosa; del tejedor, que con los hilos de plata y de oro borda pájaros de tres cabezas, y leones con picos y alas, y cigüeñas con ojos de hombre, y dioses de mil brazos: ése es el traje del pobre cargador, que se muere joven del cansancio de halar la djirincka , que es el coche de dos ruedas, de que va halando el anamita pobre: trota, trota como un caballo: más que el caballo anda, y más aprisa: ¡y dentro, sin pena y sin vergüenza, va un hombre sentado! : como los caballos se mueren después, del mal de correr, los pobres cargadores. Y de beber clarete y borgoña, y del mucho comer, se mueren, colorados y gordos, los que se dejan halar en la djirincka , echándose aire con el abanico; los militares ingleses, los empleados franceses, los comerciantes chinos.

¿Y ese pueblo de hombres trotones es el que levantó las pagodas de tres pisos, con lagos en los patios, y casas para cada dios, y calles de estatuas; el que fabricó leones de porcelana y gigantes de bronce; el que tejió la seda con tanto color que centellea al sol, como una capa de brillantes? A eso llegan los pueblos que se cansan de defenderse: a halar como las bestias del carro de sus amos: y el amo va en el carro, colorado y gordo. Los anamitas están ahora cansados. A los pueblos pequeños les cuesta mucho trabajo vivir. El pueblo anamita se ha estado siempre defendiendo. Los vecinos fuertes, el chino y el siamés, lo han querido conquistar. Para defenderse del siamés, entró en amistades con el chino, que le dijo muchos amores, y lo recibió con procesiones y fuegos y fiestas en los ríos, y le llamó «querido hermano». Pero luego que entró en la tierra de Anam, lo quiso mandar como dueño, hace como dos mil años: ¡y dos mil años hace que los anamitas se están defendiendo de los chinos! Y con los franceses les sucedió así también, porque con esos modos de mando que tienen los reyes no llegan nunca los pueblos a crecer, y más allá, que es como en China, donde dicen que el rey es hijo del cielo, y creen pecado mirarlo cara a cara, aunque los reyes saben que son hombres como los demás, y pelean unos contra otros para tener más pueblos y riquezas: y los hombres mueren sin saber porqué, defendiendo a un rey o a otro. En una de esas peleas de reyes andaba por Anam un obispo francés, que hizo creer al rey vencido que Luis XVI de Francia le daría con qué pelear contra el que le quitó el mando al de Anam: y el obispo se fue a Francia con el hijo del rey, y luego vino solo, porque con la revolución que había en París no lo podía Luis XVI ayudar; juntó a los franceses que había por la India de Asia: entró en Anam; quitó el poder al rey nuevo; puso al rey de antes a mandar. Pero quien mandaba de veras eran los franceses, que querían para ellos todo lo del país, y quitaban lo de Anam para poner lo suyo, hasta que Anam vio que aquel amigo de afuera era peligroso, y valía más estar sin el amigo, y lo echó de una pelea de la tierra, que todavía sabía pelear: sólo que los franceses vinieron luego con mucha fuerza, y con cañones en sus barcos de combate, y el anamita no se pudo defender en el mar con sus barcos de junco, que no tenían cañones; ni pudo mantener sus ciudades, porque con lanzas no se puede pelear contra balas; y por Saigón, que fue por donde entró el francés, hay poca piedra con que fabricar murallas; ni estaba el anamita acostumbrado a ese otro modo de pelear, sino a sus guerras de hombre a hombre, con espada y lanza, pecho a pecho los hombres y los caballos. Pueblo a pueblo se ha estado defendiendo un siglo entero del francés, huyéndole unas veces, otras cayéndole encima, con todo el empuje de los caballos, y despedazándole el ejército: China le mandó sus jinetes de pelea, porque tampoco quieren los chinos al extranjero en su tierra, y echarlo de Anam era como echarlo de China: pero él francés es de otro mundo, que sabe más de guerras y de modos de matar; y pueblo a pueblo, con la sangre a la cintura, les ha ido quitando el país a los anamitas.

Los anamitas se pasean, callados, a paso igual y triste, con las manos en los bolsillos de la blusa azul. Trabajan. Parecen plateros finos en todo lo que hacen, en la madera, en el nácar, en la armería, en los tejidos, en las pinturas, en los bordados, en los arados. No aran con caballo ni con buey, sino con búfalo. La tela de los vestidos la pintan a mano. Con los cuchillos de tallar labran en la madera dura pueblos enteros, con la casa al fondo, y los barcos navegando en el río, y la gente a miles en los barcos, y árboles, y faroles, y puentes, y botes de pescadores, todo tan menudo como si lo hubieran hecho con la uña. La casa es como para enanos, y tan bien hecha que parece casa de juguete, toda hecha de piezas. Las paredes, las pintan: los techos, que son de madera, los tallan con mucha labor, como las paredes de afuera: por todos los rincones hay vasos de porcelana, y los grifos de bronce con las alas abiertas, y pantallas de seda bordada, con marcos de bambú. No hay casa sin su ataúd, que es allá un mueble de lujo, con los adornos de nácar: los hijos buenos le dan al padre como regalo un ataúd lujoso, y la muerte es allá como una fiesta, con su música de ruido y sus cantares de pagoda: no les parece que la vida es propiedad del hombre, sino préstamo que le hizo la naturaleza, y morir no es más que volver a la naturaleza de donde se vino, y en la que todo es como hermano del hombre; por lo que suele el que muere decir en su testamento que pongan un brazo o una pierna suya adonde lo puedan picar los pájaros, y devorarlo las fieras, y deshacerlo los animales invisibles que vuelan en el viento. Desde que viven en la esclavitud, van mucho los anamitas a sus pagodas, porque allí les hablan los sacerdotes de los santos del país, que no son los santos de los franceses: van mucho a los teatros, donde no les cuentan cosas de reír, sino la historia de sus generales y de sus reyes: ellos oyen encuclillados, callados, la historia de las batallas.

Por dentro es la pagoda como una cinceladura, con encajes de madera pintada de colores alrededor de los altares; y en las columnas sus mandamientos y sus bendiciones en letras plateadas y doradas; y los santos de oro, familias enteras de santos, en el altar tallado. Delante van y vienen los sacerdotes, con sus manteos de tisú precioso, o de seda verde y azul, y el bonete de tejido de oro, uno con la flor del loto, que es la flor de su dios, por lo hermosa y lo pura, y otro cargándole el manteo al de la flor, y otros cantando: detrás van los encapuchados, que son sacerdotes menores, con músicas y banderines, coreando la oración: en el altar, con sus mitras brillantes, ven la fiesta los dioses sentados. Buda es su gran dios, que no fue dios cuando vivió de veras, sino un príncipe bueno, tan fuerte de cuerpo que mano a mano echaba por tierra a leones jóvenes, y tan hermoso que lo quería como a su corazón el que lo veía una vez, y de tanto pensamiento que no podían los doctores discutir con él, porque de niño sabía más que los doctores más sabios y viejos. Y luego se casó, y quería mucho a su mujer y a su hijo; pero una tarde que salió en su carro de perlas y plata a pasear, vio a un viejo pobre, vestido de harapos, y volvió del paseo triste: y otra tarde vio a un moribundo, y no quiso pasear más: y otra tarde vio a un muerto, y su tristeza fue ya mucha: y otra vio a un monje que pedía limosnas, y el corazón le dijo que no debía andar en carro de plata y de perlas, sino pensar en la vida, que tenía tantas penas, y vivir solo, donde se pudiera pensar, y pedir limosna para los infelices, como el monje. Tres veces le dio en su palacio la vuelta a la cama de su mujer y de su hijo, como si fuera un altar, y sollozó: y sintió como que el corazón se le moría en el pecho. Pero se fue, en lo oscuro de la noche, al monte, a pensar en la vida, que tenía tanta pena, a vivir sin deseos y sin mancha, a decir sus pensamientos a los que se los querían oír, a pedir limosna para los pobres, como el monje. Y no comía, más que lo que un pájaro: y no bebía, más que para no morirse de sed: y no dormía, sino sobre la tierra de su cabaña: y no andaba, sino con los pies descalzos. Y cuando el demonio Mara le venía a hablar de la hermosura de su mujer, y de las gracias de su niño, y de la riqueza de su palacio, y de la arrogancia de mandar en su pueblo como rey, él llamaba a sus discípulos, para consagrarse otra vez ante ellos a la virtud: y el demonio Mara huía espantado. Esas son cosas que los hombres sueñan, y llaman demonios a los consejos malos que vienen de lado feo del corazón; sólo que como el hombre se ve con cuerpo y nombre, pone nombre y cuerpo, como si fuesen personas, a todos los poderes y fuerzas que imagina: ¡y ése es poder de veras, el que viene de lo feo del corazón, y dice al hombre que viva para sus gustos más que para sus deberes, cuando la verdad es que no hay gusto mayor, no hay delicia más grande, que la vida de un hombre que cumple con su deber, que está lleno alrededor de espinas! : ¿pero que es mas bello, ni da más aromas que una rosa? Del monte volvió Buda, porque pensó, después de mucho pensar, que con vivir sin comer y beber no se hacia bien a los hombres, ni con dormir en el suelo, ni con andar descalzo, sino que estaba la salvación en conocer las cuatro verdades, que dicen que la vida es toda de dolor, y que el dolor viene de desear, y que para vivir sin dolor es necesario vivir sin deseo, y que el dulce nirvana, que es la hermosura como de luz que le da al alma el desinterés, no se logra viviendo, como loco o glotón, para los gustos de lo material, y para amontonar a fuerza de odio y humillaciones el mando y la fortuna, sino entendiendo que no se ha de vivir para la vanidad, ni se ha de querer lo de otros y guardar rencor, ni se ha de dudar de la armonía del mundo o ignorar nada de él o mortificarse con la ofensa y la envidia, ni se ha de reposar hasta que el alma sea como una luz de aurora, que llena de claridad y hermosura al mundo, y llore y padezca por todo lo triste que hay en él, y se vea como médico y padre de todos los que tienen razón de dolor: es como vivir en un azul que no se acaba, con un gusto tan puro que debe ser lo que se llama gloria, y con los brazos siempre abiertos. Así vivió Buda, con su mujer y con su hijo, luego que volvió del monte. Después sus discípulos, que eran muchos, empezaron a vivir de lo que la gente les daba, porque les hablasen de las verdades de Buda, y de sus hazañas cuando era príncipe, y de cómo vivió en el monte; y el rey vio que en el nombre de Buda había poder, porque la gente miraba todo lo de Buda como cosa del cielo, tan hermoso que no podía ser hombre el que vivió y habló así. Mandó el rey juntar a los discípulos, para que pusiesen en libros la historia y los sermones y los consejos de Buda; y puso a los discípulos a sueldo, para que el pueblo viese juntos el poder del rey y el del cielo, de donde creía el pueblo que había venido al mundo Buda. Hubo unos discípulos que hicieron lo que el rey quería, y salieron con el ejército del rey a quitarles a los países de los alrededores la libertad, con el pretexto de que les iban a enseñar las verdades de Buda, que habían venido del cielo. Y hubo otros que dijeron que eso era engaño de los discípulos y robo del rey, y que la libertad de un pueblo pequeño es más necesaria al mundo que el poder de un rey ambicioso, y la mentira de los sacerdotes que sirven al rey por su dinero, y que si Buda hubiera vivido, habría dicho la verdad, que él no vino del cielo sino como vienen los hombres todos, que traen el cielo en sí mismos, y lo ven, como se ve el sol, cuando, por el cariño a los hombres y la honradez, llegan a ser como si no fuesen de carne y de hueso, sino de claridad, y al malo le tienen compasión, como a un enfermo a quien se ha de curar, y al bueno te dan fuerzas, para que no se canse de animar y de servir al mundo: ¡ése sí que es cielo, y gusto divino! Pero los discípulos que estaban con el rey pudieron más; y el rey les mandó hacer pagodas de muchas torres, donde ponían a Buda de dios en el altar, y los discípulos se mandaron hacer túnicas de seda y mantos con mucho oro y bonetes de picos, y a los discípulos más famosos los fueron enterrando en las pagodas, con sus estatuas sobre la sepultura, y les encendían luces de día y de noche, y la gente iba a arrodillarse delante de ellos, para que les consolaran las penas que da el mundo, y les dieran lo que deseaban tener en la tierra, y los recomendaran a Buda en la hora de morir. Miles de años han pasado, y hay miles de pagodas. Allí van los anamitas tristes, que ya no encuentran en la tierra ayuda, y la van a pedir a lo desconocido del cielo.

Y al teatro van para que no se les acabe la fuerza del corazón. ¡En el teatro no hay franceses! En el teatro les cuentan los cómicos las historias de cuando Anam era país grande, y de tanta riqueza que los vecinos lo querían conquistar; pero había muchos reyes, y cada rey quería las tierras de los otros, así que en las peleas se gastó el país, y los de afuera, los chinos, los de Siam, los franceses, se juntaban con el caído para quitar el mando al vencedor, y luego se quedaban de amos, y tenían en odio a los partidos de la pelea, para que no se juntasen contra el de afuera, como se debían juntar, y lo echaran por entrometido y alevoso, que viene como amigo, vestido de paloma, y en cuanto se ve en el país, se quita las plumas, y se le ve como es, tigre ladrón. En Anam el teatro no es de lo que sucede ahora, sino la historia del país; y la guerra que el bravo An-Yang le ganó al chino Chau-Tu; y los combates de las dos mujeres, Cheng Tseh y Cheng Urh, que se vistieron de guerreras, y montaron a caballo, y fueron de generales de la gente de Anam, y echaron de sus trincheras a los chinos; y las guerras de los reyes, cuando el hermano del rey muerto quería mandar en Anam, en lugar de su sobrino, o venía el rey de lejos a quitarle la tierra al rey Hue. Los anamitas, encuclillados, oyen la historia, que no cuentan los cómicos hablando o cantando, como en los dramas o, en las óperas, sino con una música de mucho ruido que no deja oír lo que dicen los cómicos, que vienen vestidos con túnicas muy ricas, bordadas de flores y pájaros que nunca se han visto, con cascos de oro muy labrados en la cabeza, y alas en la cintura, cuando son generales, y dos plumas muy largas en el casco, si son príncipes: y si son gente así, de mucho poder, no se sientan en las sillas de siempre, sino en sillas muy altas. Y cuentan, y pelean, y saludan, y conversan, y hacen que toman té, y entran por la puerta de la derecha, y salen por la puerta de la izquierda: y la música toca sin parar, con sus platillos y su timbalón y su clarín y su violinete; y es un tocar extraño, que parece de aullidos y de gritos sin arreglo y sin orden, pero se ve que tiene un tono triste cuando se habla de muerte, y otro como de ataque cuando viene un rey de ganar una batalla, y otro como de procesión de mucha alegría cuando se casa la princesa, y otro como de truenos y de ruido cuando entra, con su barba blanca, el gran sacerdote y cada tono lo adornan los músicos como les parece bien, inventando el acompañamiento según lo van tocando, de modo que parece que es música sin regla, aunque si se pone bien el oído se ve que la regla de ellos es dejarle la idea libre al que toca, para que se entusiasme de veras con los pensamientos del drama, y ponga en la música la alegría, o la pena, o la poesía, o la furia que sienta en el corazón, sin olvidarse del tono de la música vieja, que todos los de la orquesta tienen que saber, para que haya una guía en medio del desorden de su invención, que es mucho de veras, porque el que no conoce sus tonos no oye más que los tamborazos y la algarabía; y así sucede en los teatros de Anam que a un europeo le da dolor de cabeza, y le parece odiosa, la música que al anamita que está junto a él le hace reír de gusto, o llorar de la pena, según estén los músicos contando la historia del letrado pobre que a fuerza de ingenio se fue burlando de los consejeros del rey, hasta que el consejero llegó a ser el pobre,—o la otra historia triste del príncipe que se arrepintió de haber llamado al extranjero a mandar en su país, y se dejó morir de hambre a los pies de Buda, cuando no había remedio ya, y habían entrado a miles en la tierra cobarde los extranjeros ambiciosos, y mandaban en el oro y las fábricas de seda, y en el reparto de las tierras, y en el tribunal de la justicia los extranjeros, y los hijos mismos de la tierra ayudaban al extranjero a maltratar al que defendía con el corazón la libertad de la tierra: la música entonces toca bajo y despacio, y como si llorase, y como si se escondiese debajo de la tierra: y los actores, como si pasase un entierro, se cubren con las mangas del traje las caras. Y así es la música de sus dramas de historia, y de los de pelea, y de los de casamiento, mientras los actores gritan y andan delante de los músicos en el escenario, y los generales se echan por la tierra, para figurar que están muertos, o pasan la pierna derecha por sobre la espalda de una silla, para decir que van a montar a caballo, o entran por entre unas cortinas el novio y la princesa, para que se sepa que se acaban de casar. Porque el teatro es un salón abierto, sin las bambalinas ni bastidores, y sin aparatos ni pinturas: sino que cuando la escena va a cambiar, sale un regidor de blusa y turbante, y se lo dice al público, o pone una mesa, que quiere decir banquete, o cuelga una lanza al fondo, que quiere decir batalla, o sopla el alcohol que trae en la boca sobre una antorcha encendida, lo que quiere decir que hay incendio. Y este de la blusa, que anda poniendo y quitando, sale y entra entre los que hacen de príncipes de seda y generales de oro, de mil años atrás, cuando los parientes del príncipe Ly-Tieng-Vuong querían darle a beber una taza de té envenenado. Allá adentro, en lo que no se ve del teatro, hay como un mostrador, con cajas de pintarse y espejos en la pared, y un rosario de barbas, de donde el que hace de loco toma la amarilla, y la colorada el que hace de fiero, y la negra el que hace de rey hermoso, y el que hace de viejo toma la barba blanca. Y se pinta la cara el que hace de gobernador, de colorado y de negro. Por encima de todo, en lo más alto de la pared, hay una estatua de Buda. Al salir del teatro, los anamitas van hablando mucho, como enojados, como si quisieran echar a correr, y parece que quieren convencer a sus amigos cobardes, y que los amenazan. De la pagoda salen callados, con la cabeza baja, con las manos en los bolsillos de la blusa azul. Y si un francés les pregunta algo en el camino, le dicen en su lengua: «No sé». Y si un anamita les habla de algo en secreto, le dicen: «¡Quién sabe!»


Un paseo por la tierra de los anamitas Ein Spaziergang durch das Land der Annamiten A walk through the land of the Annamites Une promenade au pays des Annamites Um passeio pela terra dos anamitas En vandring genom Annamiternas land 漫步安南人的土地

Cuentan un cuento de cuatro hindús ciegos, de allí del Indostán de Asia, que eran ciegos desde el nacer, y querían saber cómo era un elefante. They tell a tale of four blind Hindus, from there from Hindustan in Asia, who were blind from birth, and wanted to know what an elephant was like. «Vamos, dijo uno, adonde el elefante manso de la casa del rajá, que es príncipe generoso, y nos dejará saber cómo es.» Y a citas del príncipe se fueron, con su turbante blanco y su manto blanco; y oyeron en el camino rugir a la pantera y graznar al faisán de color de oro, que es como un pavo con dos plumas muy largas en la cola; y durmieron de noche en las ruinas de piedra de la famosa Jehanabad, donde hubo antes mucho comercio y poder; y pasaron por sobre un torrente colgándose mano a mano de una cuerda, que estaba a los dos lados levantada sobre una horquilla, como la cuerda floja en que bailan los gimnastas en los circos; y un carretero de buen corazón les dijo que se subieran en su carreta, porque su buey giboso de astas cortas era un buey bonazo, que debió ser algo así como abuelo en otra vida, y no se enojaba porque se le subieran los hombres encima, sino que miraba a los caminantes como convidándoles a entrar en el carro. "Come," said one, "where the gentle elephant of the Rajah's house, who is a generous prince, will let us know what it is like." And at the prince's appointments they left, with their white turban and white cloak; and on the way they heard the panther roar and quack the golden colored pheasant, which is like a turkey with two very long feathers in its tail; and they slept at night in the stone ruins of the famous Jehanabad, where there was much commerce and power before; and they passed over a torrent hanging hand to hand from a rope, which was on both sides raised on a fork, like the tightrope on which the gymnasts dance in circuses; and a good-hearted cartwright told them to get on their wagon, because their gibbous ox with short horns was a good-natured ox, which must have been something like a grandfather in another life, and he did not get upset because the men got on him, but he looked at the walkers as if inviting them to enter the car. Y así llegaron los cuatro ciegos al palacio del rajá, que era por fuera como un castillo, y por dentro como una caja de piedras preciosas, lleno todo de cojines y de colgaduras, y el techo bordado, y las paredes con florones de esmeraldas y zafiros, y las sillas de marfil, y el trono del rajá de marfil y de oro. And so the four blind men came to the Rajah's palace, which was like a castle on the outside, and inside like a box of precious stones, full of cushions and hangings, and the embroidered ceiling, and the walls with emerald flecks and sapphires, and ivory chairs, and the throne of the rajah of ivory and gold. «Venimos, señor rajá, a que nos deje ver con nuestras manos, que son los ojos de los pobres ciegos, cómo es de figura un elefante manso.» «Los ciegos son santos», dijo el rajá, «los hombres que desean saber son santos: los hombres deben aprenderlo todo por sí mismos, y no creer sin preguntar, ni hablar sin entender, ni pensar como esclavos lo que les mandan pensar otros: vayan los cuatro ciegos a ver con sus manos el elefante manso.» Echaron a correr los cuatro, como si les hubiera vuelto de repente la vista: uno cayó de nariz sobre las gradas del trono del rajá: otro dio tan recio contra la pared que se cayó sentado, viendo si se le había ido en el coscorrón algún retazo de cabeza: los otros dos, con los brazos abiertos, se quedaron de repente abrazados. "We come, Mr. Raja, to let us see with our hands, which are the eyes of the poor blind, how a meek elephant is." "The blind are holy," said Raja, "men who want to know they are saints: men must learn everything for themselves, and not believe without asking, or speak without understanding, or think as slaves what they are told to do by others: let the blind blind go with their hands the meek elephant. The four of them ran, as if they had suddenly turned their eyes: one fell on his nose on the steps of the rajah's throne: another so hard against the wall that he fell down sitting down, seeing if a piece of head: the other two, with open arms, were suddenly embraced. El secretario del rajá los llevó adonde el elefante manso estaba, comiéndose su ración de treinta y nueve tortas de arroz y quince de maíz, en una fuente de plata con el pie de ébano; y cada ciego se echó, cuando el secretario dijo «¡ahora!», encima del elefante, que era de los pequeños y regordetes: uno se le abrazó por una pata: el otro se le prendió a la trompa, y subía en el aire y bajaba, sin quererla soltar: el otro le sujetaba la cola: otro tenía agarrada un asa de la fuente del arroz y el maíz. The rajah's secretary took them to where the tame elephant was, eating his ration of thirty-nine rice cakes and fifteen of corn, in a silver platter with the ebony foot; and every blind man fell, when the secretary said "now!", on top of the elephant, which was one of the small and chubby: one embraced him by one leg: the other one caught on to the trunk, and climbed into the air and he went down, not wanting to let go: the other held his tail: another had a grip on the source of the rice and corn. «Ya sé» decía el de la pata: «el elefante es alto y redondo, como una torre que se mueve.» «¡No es verdad!», decía el de la trompa: «el elefante es largo, y acaba en pico, como un embudo de carne.» «¡Falso y muy falso!», decía el de la cola: «el elefante es como un badajo de campana» «Todos se equivocan, todos; el elefante es de figura de anillo, y no se mueve», decía el del asa de la fuente. "I know," the one with the leg said: "the elephant is tall and round, like a tower that moves." "It's not true!" Said the one with the trunk: "the elephant is long, and ends in a beak. , like a funnel of flesh. "False and very false!" said the one with the tail: "The elephant is like a bell clapper." "Everyone is wrong, everyone; the elephant is a ring figure, and it does not move, "said the one with the handle of the fountain. Y así son los hombres, que cada uno cree que sólo lo que él piensa y ve es la verdad, y dice en verso y en prosa que no se debe creer sino lo que él cree, lo mismo que los cuatro ciegos del elefante, cuando lo que se ha de hacer es estudiar con cariño lo que los hombres han pensado y hecho, y eso da un gusto grande, que es ver que todos los hombres tienen las mismas penas, y la historia igual, y el mismo amor, y que el mundo es un templo hermoso, donde caben en paz los hombres todos de la tierra, porque todos han querido conocer la verdad, y han escrito en sus libros que es útil ser bueno, y han padecido y peleado por ser libres, libres en su tierra, libres en el pensamiento. And so are men, who each believe that only what he thinks and sees is the truth, and says in verse and prose that he should not believe but what he believes, just as the four blind of the elephant, when what must be done is to study affectionately what men have thought and done, and that gives a great taste, which is to see that all men have the same sorrows, and history equal, and love itself, and that the world is a beautiful temple, where men all of the earth fit in peace, because all have wanted to know the truth, and have written in their books that it is useful to be good, and have suffered and fought for being free, free in their Earth, free in thought.

También, y tanto como los más bravos, pelearon, y volverán a pelear, los pobres anamitas, los que viven de pescado y arroz y se visten de seda, allá lejos, en Asia, por la orilla del mar, debajo de China. Also, and as much as the bravest, they fought, and will fight again, the poor Anamites, those who live on fish and rice and dress in silk, far away, in Asia, by the seashore, below China. No nos parecen de cuerpo hermoso, ni nosotros les parecemos hermosos a ellos: ellos dicen que es un pecado cortarse el pelo, porque la naturaleza nos dio pelo largo, y es un presumido el que se crea más sabio que la naturaleza, así que llevan el pelo en moño, lo mismo que las mujeres: ellos dicen que el sombrero es para que dé sombra, a no ser que se le lleve como señal de mando en la casa del gobernador, que entonces puede ser casquete sin alas: de modo que el sombrero anamita es como un cucurucho, con el pico arriba, y la boca muy ancha: ellos dicen que en su tierra caliente se ha de vestir suelto y ligero, de modo que llegue al cuerpo el aire, y no tener al cuerpo preso entre lanas y casimires, que se beben los rayos del sol, y sofocan y arden: ellos dicen que el hombre no necesita ser de espaldas fuertes, porque los cambodios son más altos y robustos que los anamitas, pero en la guerra los anamitas han vencido siempre a sus vecinos los cambodios; y que la mirada no debe ser azul, porque el azul engaña y abandona, como la nube del cielo y el agua del mar; y que el color no debe ser blanco, porque la tierra, que da todas las hermosuras, no es blanca, sino de los colores de bronce de los anamitas; y que los hombres no deben llevar barba, que es cosa de fieras: aunque los franceses, que son ahora los amos de Anam, responden que esto de la barba no es más que envidia, porque bien que se deja el anamita el poco bigote que tiene: ¿y en sus teatros, quién hace de rey, sino el que tiene la barba más larga? They do not seem beautiful to us, nor do we look beautiful to them: they say it is a sin to cut their hair, because nature gave us long hair, and it is a presumptuous one who thinks he is wiser than nature, so they wear the hair in a bow, the same as the women: they say that the hat is for shade, unless it is taken as a signal in the governor's house, which then can be a cap without wings: so that the Anamita hat is like a cone, with its beak up, and its mouth very wide: they say that in its warm earth it has to dress loose and light, so that the body reaches the air, and not have the body imprisoned between wool and casimires, which drink the rays of the sun, and smother and burn: they say that man does not need to be strong on his back, because the Cambodians are taller and more robust than the Annamese, but in the war the Annamese have always won to his neighbors the Cambodians; and that the look should not be blue, because the blue deceives and abandons, like the cloud of the sky and the water of the sea; and that the color should not be white, because the earth, which gives all the beauties, is not white, but of the bronze colors of the Annamese; and that men should not wear a beard, which is a thing of beasts: although the French, who are now the masters of Anam, reply that this beard is nothing but envy, because the Anamite is left the little mustache that he has: and in his theaters, who plays the king, but who has the longest beard? ¿y el mandarín, no sale a las tablas con bigotes de tigre? And the Mandarin does not come to the tables with tiger mustaches? ¿y los generales, no llevan barba colorada? And the generals, do not they wear red beards? «¿Y para qué necesitamos tener los ojos más grandes», dicen los anamitas, «ni más juntos a la nariz? "And why do we need to have the biggest eyes," say the Anamites, "no more together to the nose? : con estos ojos de almendra que tenemos, hemos fabricado el Gran Buda de Hanoi, el dios de bronce, con cara que parece viva, y alto como una torre; hemos levantado la pagoda de Angkor, en un bosque de palmas, con corredores de a dos leguas, y lagos en los patios, y una casa en la pagoda para cada dios, y mil quinientas columnas, y calles de estatuas; hemos hecho en el camino de Saigón a Cholen, la pagoda donde duermen, bajo una corona de torres caladas, los poetas, que cantaron el patriotismo y el amor, los santos que vivieron entre los hombres con bondad y pureza, los héroes que pelearon por libertamos de los cambodios, de los siameses y de los chinos: y nada se parece tanto, a la luz como los colores de nuestras túnicas de seda. : with these almond eyes that we have, we have manufactured the Great Buddha of Hanoi, the bronze god, with face that seems alive, and tall as a tower; we have raised the pagoda of Angkor, in a forest of palms, with corridors of two leagues, and lakes in the courtyards, and a house in the pagoda for each god, and fifteen hundred columns, and streets of statues; we have made on the way from Saigon to Cholen, the pagoda where they sleep, under a crown of fretted towers, the poets, who sang patriotism and love, the saints who lived among men with kindness and purity, the heroes who fought for We liberate ourselves from the Cambodians, from the Siamese and from the Chinese: and nothing is so similar, in the light as the colors of our silk tunics. Usamos moño, y sombrero de pico, y calzones anchos, y blusón de color, y somos amarillos, chatos, canijos y feos; pero trabajamos a la vez el bronce y la seda: y cuando los franceses nos han venido a quitar nuestro Hanoi, nuestro Hue, nuestras ciudades de palacios de madera, nuestros puertos llenos de casas de bambú y de barcos de junco, nuestros almacenes de pescado y arroz, todavía, con estos ojos de almendra, hemos sabido morir, miles sobre miles, para cerrarles el camino. We use bun, and peak hat, and wide shorts, and colored blouse, and we are yellow, flat, canijos and ugly; but we work at the same time the bronze and the silk: and when the French have come to take away our Hanoi, our Hue, our cities of wooden palaces, our ports full of houses of bamboo and reed boats, our fish warehouses and rice, still, with these almond eyes, we have known how to die, thousands upon thousands, to close the way for them. Ahora son nuestros amos; pero mañana ¡quién sabe!» Now they are our masters; but tomorrow, who knows! »

Y se pasean callados, a paso igual y triste, sin sorprenderse de nada, aprendiendo lo que no saben, con las manos en los bolsillos de la blusa: de la blusa azul, sujeta al cuello con un botón de cristal amarillo: y por zapato llevan una suela de cordón, atada al tobillo con cintas. And they walk quietly, at the same sad pace, not surprised at anything, learning what they do not know, with their hands in the pockets of their blouses: the blue blouse, fastened to the neck with a yellow glass button: and per shoe They have a lace sole, tied to the ankle with ribbons. Ese es el traje del pescador; del que fabrica las casas de caña, con el techo de paja de arroz; del marino ligero, en su barca de dos puntas; del ebanista, que maneja la herramienta con los pies y las manos, y embute los adornos de nácar en las camas y sillas de madera preciosa; del tejedor, que con los hilos de plata y de oro borda pájaros de tres cabezas, y leones con picos y alas, y cigüeñas con ojos de hombre, y dioses de mil brazos: ése es el traje del pobre cargador, que se muere joven del cansancio de halar la  djirincka , que es el coche de dos ruedas, de que va halando el anamita pobre: trota, trota como un caballo: más que el caballo anda, y más aprisa: ¡y dentro, sin pena y sin vergüenza, va un hombre sentado! That is the fisherman's suit; of the one who makes the cane houses, with the rice straw roof; of the light sailor, in his boat of two ends; of the cabinetmaker, who handles the tool with his feet and hands, and stuffs the mother-of-pearl ornaments on the beds and chairs made of precious wood; of the weaver, who with the threads of silver and gold embroiders birds of three heads, and lions with beaks and wings, and storks with man's eyes, and gods of a thousand arms: that is the suit of the poor charger, who dies young from the fatigue of pulling the djirincka, which is the two-wheeled car, from which the poor little Anamita pulls: he jogs, jogs like a horse: more than the horse walks, and faster: and inside, without pain and without shame, a man sitting down! : como los caballos se mueren después, del mal de correr, los pobres cargadores. : how the horses die later, the evil of running, the poor porters. Y de beber clarete y borgoña, y del mucho comer, se mueren, colorados y gordos, los que se dejan halar en la  djirincka , echándose aire con el abanico; los militares ingleses, los empleados franceses, los comerciantes chinos. And of drinking claret and burgundy, and of much eating, they die, red and fat, those who allow themselves to be pulled on the djirincka, throwing themselves air with the fan; the English military, the French employees, the Chinese merchants.

¿Y ese pueblo de hombres trotones es el que levantó las pagodas de tres pisos, con lagos en los patios, y casas para cada dios, y calles de estatuas; el que fabricó leones de porcelana y gigantes de bronce; el que tejió la seda con tanto color que centellea al sol, como una capa de brillantes? And that town of trotting men is the one who built the three-storied pagodas, with lakes in the courtyards, and houses for each god, and streets of statues; the one who made porcelain lions and bronze giants; the one who wove silk with so much color that sparkles in the sun, like a layer of diamonds? A eso llegan los pueblos que se cansan de defenderse: a halar como las bestias del carro de sus amos: y el amo va en el carro, colorado y gordo. That is what the towns that get tired of defending themselves come up with: to pull like the beasts of the car of their masters: and the master goes in the car, red and fat. Los anamitas están ahora cansados. The Anamites are now tired. A los pueblos pequeños les cuesta mucho trabajo vivir. Small towns have a hard time living. El pueblo anamita se ha estado siempre defendiendo. The Annamese people have always been defending themselves. Los vecinos fuertes, el chino y el siamés, lo han querido conquistar. The strong neighbors, the Chinese and the Siamese, have wanted to conquer it. Para defenderse del siamés, entró en amistades con el chino, que le dijo muchos amores, y lo recibió con procesiones y fuegos y fiestas en los ríos, y le llamó «querido hermano». To defend himself against the Siamese, he entered into friendships with the Chinese, who told him many loves, and received him with processions and fires and parties in the rivers, and called him "dear brother". Pero luego que entró en la tierra de Anam, lo quiso mandar como dueño, hace como dos mil años: ¡y dos mil años hace que los anamitas se están defendiendo de los chinos! But after he entered the land of Anam, he wanted to be the owner, about two thousand years ago: and two thousand years ago the Annamese are defending themselves from the Chinese! Y con los franceses les sucedió así también, porque con esos modos de mando que tienen los reyes no llegan nunca los pueblos a crecer, y más allá, que es como en China, donde dicen que el rey es hijo del cielo, y creen pecado mirarlo cara a cara, aunque los reyes saben que son hombres como los demás, y pelean unos contra otros para tener más pueblos y riquezas: y los hombres mueren sin saber porqué, defendiendo a un rey o a otro. And with the French it happened to them also, because with those ways of command that the kings have, the peoples never reach to grow, and beyond, which is like in China, where they say that the king is a son of heaven, and they believe sin look at it face to face, although kings know they are men like others, and fight against each other to have more peoples and riches: and men die without knowing why, defending a king or another. En una de esas peleas de reyes andaba por Anam un obispo francés, que hizo creer al rey vencido que Luis XVI de Francia le daría con qué pelear contra el que le quitó el mando al de Anam: y el obispo se fue a Francia con el hijo del rey, y luego vino solo, porque con la revolución que había en París no lo podía Luis XVI ayudar; juntó a los franceses que había por la India de Asia: entró en Anam; quitó el poder al rey nuevo; puso al rey de antes a mandar. In one of those kings' fights a French bishop was walking through Anam, who made the defeated king believe that Louis XVI of France would give him what to fight against the one who took the command from Anam: and the bishop went to France with him. son of the king, and then came alone, because with the revolution that was in Paris Louis XVI could not help; He joined the French who were for the India of Asia: he entered Anam; he removed the power to the new king; He put the king of before to command. Pero quien mandaba de veras eran los franceses, que querían para ellos todo lo del país, y quitaban lo de Anam para poner lo suyo, hasta que Anam vio que aquel amigo de afuera era peligroso, y valía más estar sin el amigo, y lo echó de una pelea de la tierra, que todavía sabía pelear: sólo que los franceses vinieron luego con mucha fuerza, y con cañones en sus barcos de combate, y el anamita no se pudo defender en el mar con sus barcos de junco, que no tenían cañones; ni pudo mantener sus ciudades, porque con lanzas no se puede pelear contra balas; y por Saigón, que fue por donde entró el francés, hay poca piedra con que fabricar murallas; ni estaba el anamita acostumbrado a ese otro modo de pelear, sino a sus guerras de hombre a hombre, con espada y lanza, pecho a pecho los hombres y los caballos. But the one who really commanded were the French, who wanted for them everything in the country, and took away the Anam to put their own, until Anam saw that that friend from outside was dangerous, and it was better to be without the friend, and he threw off a fight from the land, which he still knew how to fight: only that the French came later with great force, and with cannons on their battle ships, and the Annamese could not defend himself in the sea with his reed boats, which They had guns; nor could he maintain his cities, because with spears one can not fight against bullets; and by Saigon, which was where the Frenchman entered, there is little stone with which to make walls; nor was the anamita accustomed to that other way of fighting, but to his wars from man to man, with sword and spear, chest to chest men and horses. Pueblo a pueblo se ha estado defendiendo un siglo entero del francés, huyéndole unas veces, otras cayéndole encima, con todo el empuje de los caballos, y despedazándole el ejército: China le mandó sus jinetes de pelea, porque tampoco quieren los chinos al extranjero en su tierra, y echarlo de Anam era como echarlo de China: pero él francés es de otro mundo, que sabe más de guerras y de modos de matar; y pueblo a pueblo, con la sangre a la cintura, les ha ido quitando el país a los anamitas. People to people have been defending themselves for a whole century of the French, fleeing him sometimes, others falling on him, with all the thrust of the horses, and tearing the army to pieces: China sent his fighting horsemen, because the Chinese do not want to go abroad either. his land, and throwing him out of Anam was like throwing him out of China: but he is French from another world, which knows more about wars and ways of killing; and town to town, with the blood to the waist, the Anamites have been taking the country from them.

Los anamitas se pasean, callados, a paso igual y triste, con las manos en los bolsillos de la blusa azul. The Annamites walk, silent, at the same sad pace, with their hands in the pockets of their blue blouses. Trabajan. They work. Parecen plateros finos en todo lo que hacen, en la madera, en el nácar, en la armería, en los tejidos, en las pinturas, en los bordados, en los arados. They look like fine silversmiths in everything they do, in the wood, in the nacre, in the armory, in the fabrics, in the paintings, in the embroidery, in the plows. No aran con caballo ni con buey, sino con búfalo. They do not plow with horse or ox, but with buffalo. La tela de los vestidos la pintan a mano. The cloth of the dresses is painted by hand. Con los cuchillos de tallar labran en la madera dura pueblos enteros, con la casa al fondo, y los barcos navegando en el río, y la gente a miles en los barcos, y árboles, y faroles, y puentes, y botes de pescadores, todo tan menudo como si lo hubieran hecho con la uña. With the carving knives they carve whole villages in the hardwood, with the house in the background, and the boats sailing in the river, and the people with thousands in the boats, and trees, and lanterns, and bridges, and boats of fishermen, everything as small as if they had done it with the nail. La casa es como para enanos, y tan bien hecha que parece casa de juguete, toda hecha de piezas. The house is like for dwarves, and so well made that it looks like a toy house, all made of pieces. Las paredes, las pintan: los techos, que son de madera, los tallan con mucha labor, como las paredes de afuera: por todos los rincones hay vasos de porcelana, y los grifos de bronce con las alas abiertas, y pantallas de seda bordada, con marcos de bambú. The walls paint them: the ceilings, which are made of wood, are carved with much labor, like the outside walls: porcelain vases are everywhere, bronze faucets with open wings, and embroidered silk screens , with bamboo frames. No hay casa sin su ataúd, que es allá un mueble de lujo, con los adornos de nácar: los hijos buenos le dan al padre como regalo un ataúd lujoso, y la muerte es allá como una fiesta, con su música de ruido y sus cantares de pagoda: no les parece que la vida es propiedad del hombre, sino préstamo que le hizo la naturaleza, y morir no es más que volver a la naturaleza de donde se vino, y en la que todo es como hermano del hombre; por lo que suele el que muere decir en su testamento que pongan un brazo o una pierna suya adonde lo puedan picar los pájaros, y devorarlo las fieras, y deshacerlo los animales invisibles que vuelan en el viento. There is no house without its coffin, which is a luxury piece of furniture with mother-of-pearl ornaments: the good sons give the father as a gift a luxurious coffin, and death is there as a party, with its music of noise and its pagoda songs: they do not think that life is the property of man, but a loan that nature made, and dying is nothing more than returning to the nature from which it came, and in which everything is like the brother of man; so it is usually the one who dies to say in his will that they put an arm or a leg of him where the birds can sting him, and devour him the beasts, and undo the invisible animals that fly in the wind. Desde que viven en la esclavitud, van mucho los anamitas a sus pagodas, porque allí les hablan los sacerdotes de los santos del país, que no son los santos de los franceses: van mucho a los teatros, donde no les cuentan cosas de reír, sino la historia de sus generales y de sus reyes: ellos oyen encuclillados, callados, la historia de las batallas. Since they live in slavery, the Annamese go much to their pagodas, because there they are spoken by the priests of the saints of the country, who are not the saints of the French: they go to the theaters a lot, where they do not tell them things to laugh, but the history of their generals and their kings: they hear squatting, silent, the history of battles.

Por dentro es la pagoda como una cinceladura, con encajes de madera pintada de colores alrededor de los altares; y en las columnas sus mandamientos y sus bendiciones en letras plateadas y doradas; y los santos de oro, familias enteras de santos, en el altar tallado. Inside is the pagoda like a chisel, with wooden laces painted in colors around the altars; and in the columns his commandments and his blessings in silver and gold letters; and the golden saints, whole families of saints, on the carved altar. Delante van y vienen los sacerdotes, con sus manteos de tisú precioso, o de seda verde y azul, y el bonete de tejido de oro, uno con la flor del loto, que es la flor de su dios, por lo hermosa y lo pura, y otro cargándole el manteo al de la flor, y otros cantando: detrás van los encapuchados, que son sacerdotes menores, con músicas y banderines, coreando la oración: en el altar, con sus mitras brillantes, ven la fiesta los dioses sentados. In front the priests come and go, with their precious tissue mantels, or green and blue silk, and the gold woven bonnet, one with the lotus flower, which is the flower of their god, so beautiful and pure , and another carrying the manteo to the one of the flower, and others singing: behind are the hooded ones, who are minor priests, with music and pennants, chanting the prayer: on the altar, with their bright mitres, they see the fiesta the seated gods. Buda es su gran dios, que no fue dios cuando vivió de veras, sino un príncipe bueno, tan fuerte de cuerpo que mano a mano echaba por tierra a leones jóvenes, y tan hermoso que lo quería como a su corazón el que lo veía una vez, y de tanto pensamiento que no podían los doctores discutir con él, porque de niño sabía más que los doctores más sabios y viejos. Buddha is his great god, who was not a god when he really lived, but a good prince, so strong of body that hand to hand he overthrew young lions, and so beautiful that he loved him as to his heart that saw him time, and of so much thought that the doctors could not argue with him, because as a child he knew more than the wisest and oldest doctors. Y luego se casó, y quería mucho a su mujer y a su hijo; pero una tarde que salió en su carro de perlas y plata a pasear, vio a un viejo pobre, vestido de harapos, y volvió del paseo triste: y otra tarde vio a un moribundo, y no quiso pasear más: y otra tarde vio a un muerto, y su tristeza fue ya mucha: y otra vio a un monje que pedía limosnas, y el corazón le dijo que no debía andar en carro de plata y de perlas, sino pensar en la vida, que tenía tantas penas, y vivir solo, donde se pudiera pensar, y pedir limosna para los infelices, como el monje. And then he got married, and he loved his wife and his son very much; but one afternoon when he left in his carriage of pearls and silver to walk, he saw a poor old man, dressed in rags, and returned from the sad walk: and another afternoon he saw a dying man, and he did not want to walk anymore: and another afternoon he saw a dead man, and his sadness was already great: and another saw a monk who asked for alms, and his heart told him that he should not ride in silver and pearls, but think of life, that he had so many sorrows, and live alone, where you could think, and beg for the unhappy, like the monk. Tres veces le dio en su palacio la vuelta a la cama de su mujer y de su hijo, como si fuera un altar, y sollozó: y sintió como que el corazón se le moría en el pecho. Three times he gave her in his palace the return to the bed of his wife and his son, as if it were an altar, and he sobbed: and he felt as if his heart was dying in his chest. Pero se fue, en lo oscuro de la noche, al monte, a pensar en la vida, que tenía tanta pena, a vivir sin deseos y sin mancha, a decir sus pensamientos a los que se los querían oír, a pedir limosna para los pobres, como el monje. But he went, in the dark of the night, to the mountain, to think about life, that he had so much pain, to live without desires and without stain, to say his thoughts to those who wanted to hear them, to ask for alms for poor, like the monk. Y no comía, más que lo que un pájaro: y no bebía, más que para no morirse de sed: y no dormía, sino sobre la tierra de su cabaña: y no andaba, sino con los pies descalzos. And he did not eat, more than what a bird: and he drank, not to die of thirst: and he slept not, but on the earth of his hut: and he walked not, but with bare feet. Y cuando el demonio Mara le venía a hablar de la hermosura de su mujer, y de las gracias de su niño, y de la riqueza de su palacio, y de la arrogancia de mandar en su pueblo como rey, él llamaba a sus discípulos, para consagrarse otra vez ante ellos a la virtud: y el demonio Mara huía espantado. And when the devil Mara came to talk about the beauty of his wife, and the graces of his child, and the wealth of his palace, and the arrogance of command in his town as king, he called his disciples, to devote themselves to virtue again before them: and the demon Mara fled in terror. Esas son cosas que los hombres sueñan, y llaman demonios a los consejos malos que vienen de lado feo del corazón; sólo que como el hombre se ve con cuerpo y nombre, pone nombre y cuerpo, como si fuesen personas, a todos los poderes y fuerzas que imagina: ¡y ése es poder de veras, el que viene de lo feo del corazón, y dice al hombre que viva para sus gustos más que para sus deberes, cuando la verdad es que no hay gusto mayor, no hay delicia más grande, que la vida de un hombre que cumple con su deber, que está lleno alrededor de espinas! These are things that men dream of, and they call demons the bad advice that comes from the ugly side of the heart; only that as man looks with body and name, he puts name and body, as if they were people, to all the powers and forces that he imagines: and that is real power, the one that comes from the ugly of the heart, and says the man who lives for his tastes more than for his duties, when the truth is that there is no greater taste, there is no greater delight, than the life of a man who does his duty, who is full around thorns! : ¿pero que es mas bello, ni da más aromas que una rosa? : But what is more beautiful, does not give more aromas than a rose? Del monte volvió Buda, porque pensó, después de mucho pensar, que con vivir sin comer y beber no se hacia bien a los hombres, ni con dormir en el suelo, ni con andar descalzo, sino que estaba la salvación en conocer las cuatro verdades, que dicen que la vida es toda de dolor, y que el dolor viene de desear, y que para vivir sin dolor es necesario vivir sin deseo, y que el dulce nirvana, que es la hermosura como de luz que le da al alma el desinterés, no se logra viviendo, como loco o glotón, para los gustos de lo material, y para amontonar a fuerza de odio y humillaciones el mando y la fortuna, sino entendiendo que no se ha de vivir para la vanidad, ni se ha de querer lo de otros y guardar rencor, ni se ha de dudar de la armonía del mundo o ignorar nada de él o mortificarse con la ofensa y la envidia, ni se ha de reposar hasta que el alma sea como una luz de aurora, que llena de claridad y hermosura al mundo, y llore y padezca por todo lo triste que hay en él, y se vea como médico y padre de todos los que tienen razón de dolor: es como vivir en un azul que no se acaba, con un gusto tan puro que debe ser lo que se llama gloria, y con los brazos siempre abiertos. Buddha returned from the mountain, because he thought, after much thought, that living without eating and drinking did not do good to men, neither to sleep on the floor, nor to walk barefoot, but there was salvation in knowing the four truths , who say that life is all in pain, and that pain comes from desiring, and that to live without pain it is necessary to live without desire, and that sweet nirvana, which is the beauty as light that gives the soul disinterested, is not achieved living, as crazy or gluttonous, for the tastes of the material, and to pile up by force of hatred and humiliation the command and the fortune, but understanding that one does not have to live for the vanity, neither has to love others and to hold a grudge, nor to doubt the harmony of the world or to ignore anything about it or to mortify oneself with offense and envy, nor to rest until the soul is like an aurora light, which fills of clarity and beauty to the world, and cry and suffer for all the sadness that is in it, and be seen as m physician and father of all those who are right pain: it is like living in a blue that does not end with such a pure pleasure to be what is called glory, and always with open arms. Así vivió Buda, con su mujer y con su hijo, luego que volvió del monte. This is how Buddha lived, with his wife and son, after he returned from the mountain. Después sus discípulos, que eran muchos, empezaron a vivir de lo que la gente les daba, porque les hablasen de las verdades de Buda, y de sus hazañas cuando era príncipe, y de cómo vivió en el monte; y el rey vio que en el nombre de Buda había poder, porque la gente miraba todo lo de Buda como cosa del cielo, tan hermoso que no podía ser hombre el que vivió y habló así. Then his disciples, who were many, began to live on what the people gave them, because they talked about the truths of Buddha, and his exploits when he was a prince, and how he lived on the mountain; and the king saw that in the name of the Buddha there was power, because people looked at everything about Buddha as a thing of heaven, so beautiful that it could not be a man who lived and spoke like that. Mandó el rey juntar a los discípulos, para que pusiesen en libros la historia y los sermones y los consejos de Buda; y puso a los discípulos a sueldo, para que el pueblo viese juntos el poder del rey y el del cielo, de donde creía el pueblo que había venido al mundo Buda. The king commanded to gather the disciples, so that they would put into history the history and the sermons and the advice of the Buddha; and he put the disciples on a salary, so that the people could see together the power of the king and of heaven, from where the people who had come to the Buddha world believed. Hubo unos discípulos que hicieron lo que el rey quería, y salieron con el ejército del rey a quitarles a los países de los alrededores la libertad, con el pretexto de que les iban a enseñar las verdades de Buda, que habían venido del cielo. There were some disciples who did what the king wanted, and they left with the king's army to take freedom from the surrounding countries, on the pretext that they were going to teach them the truths of the Buddha, who had come from heaven. Y hubo otros que dijeron que eso era engaño de los discípulos y robo del rey, y que la libertad de un pueblo pequeño es más necesaria al mundo que el poder de un rey ambicioso, y la mentira de los sacerdotes que sirven al rey por su dinero, y que si Buda hubiera vivido, habría dicho la verdad, que él no vino del cielo sino como vienen los hombres todos, que traen el cielo en sí mismos, y lo ven, como se ve el sol, cuando, por el cariño a los hombres y la honradez, llegan a ser como si no fuesen de carne y de hueso, sino de claridad, y al malo le tienen compasión, como a un enfermo a quien se ha de curar, y al bueno te dan fuerzas, para que no se canse de animar y de servir al mundo: ¡ése sí que es cielo, y gusto divino! And there were others who said that it was deceit of the disciples and robbery of the king, and that the freedom of a small town is more necessary to the world than the power of an ambitious king, and the lie of the priests who serve the king for his money, and that if Buddha had lived, he would have told the truth, that he did not come from heaven but that all men come, who bring heaven in themselves, and see it, as the sun looks, when, by affection to men and honesty, they come to be as if they were not of flesh and bone, but of clarity, and to the wicked they have compassion, as to a sick person to be healed, and to the good they give you strength, for Do not tire of encouraging and serving the world: that is heaven, and divine pleasure! Pero los discípulos que estaban con el rey pudieron más; y el rey les mandó hacer pagodas de muchas torres, donde ponían a Buda de dios en el altar, y los discípulos se mandaron hacer túnicas de seda y mantos con mucho oro y bonetes de picos, y a los discípulos más famosos los fueron enterrando en las pagodas, con sus estatuas sobre la sepultura, y les encendían luces de día y de noche, y la gente iba a arrodillarse delante de ellos, para que les consolaran las penas que da el mundo, y les dieran lo que deseaban tener en la tierra, y los recomendaran a Buda en la hora de morir. But the disciples who were with the king could do more; and the king commanded them to make pagodas of many towers, where they put the Buddha of God on the altar, and the disciples were made to make tunics of silk and mantles with much gold and bonnets of picks, and the most famous disciples were buried in the pagodas, with their statues on the grave, and they lit lights day and night, and the people were going to kneel before them, to be comforted by the pains that the world gives, and to give them what they wanted to have on earth , and recommend them to Buddha at the time of death. Miles de años han pasado, y hay miles de pagodas. Thousands of years have passed, and there are thousands of pagodas. Allí van los anamitas tristes, que ya no encuentran en la tierra ayuda, y la van a pedir a lo desconocido del cielo. There are the sad Annamites, who no longer find on earth help, and will ask the unknown of heaven.

Y al teatro van para que no se les acabe la fuerza del corazón. And they go to the theater so they do not run out of strength of heart. ¡En el teatro no hay franceses! There are no French in the theater! En el teatro les cuentan los cómicos las historias de cuando Anam era país grande, y de tanta riqueza que los vecinos lo querían conquistar; pero había muchos reyes, y cada rey quería las tierras de los otros, así que en las peleas se gastó el país, y los de afuera, los chinos, los de Siam, los franceses, se juntaban con el caído para quitar el mando al vencedor, y luego se quedaban de amos, y tenían en odio a los partidos de la pelea, para que no se juntasen contra el de afuera, como se debían juntar, y lo echaran por entrometido y alevoso, que viene como amigo, vestido de paloma, y en cuanto se ve en el país, se quita las plumas, y se le ve como es, tigre ladrón. In the theater the comedians tell the stories of when Anam was a big country, and of so much wealth that the neighbors wanted to conquer it; but there were many kings, and each king wanted the lands of the others, so in the fights the country was spent, and the outsiders, the Chinese, the Siam, the French, joined with the fallen to remove the command to the victor, and then they stayed as masters, and had in hatred of the parties of the fight, so that they did not join against the outsider, as they were supposed to join, and they dismissed him as meddlesome and treacherous, who comes as a friend, dressed as Dove, and as soon as he sees himself in the country, he takes off his feathers, and he looks like he is, tiger thief. En Anam el teatro no es de lo que sucede ahora, sino la historia del país; y la guerra que el bravo An-Yang le ganó al chino Chau-Tu; y los combates de las dos mujeres, Cheng Tseh y Cheng Urh, que se vistieron de guerreras, y montaron a caballo, y fueron de generales de la gente de Anam, y echaron de sus trincheras a los chinos; y las guerras de los reyes, cuando el hermano del rey muerto quería mandar en Anam, en lugar de su sobrino, o venía el rey de lejos a quitarle la tierra al rey Hue. In Anam the theater is not what happens now, but the history of the country; and the war that the brave An-Yang beat the Chinese Chau-Tu; and the combats of the two women, Cheng Tseh and Cheng Urh, who dressed as warriors, and rode horses, and were generals of the people of Anam, and threw the Chinese out of their trenches; and the wars of the kings, when the brother of the dead king wanted to command in Anam, instead of his nephew, or the king came from afar to take away the land from King Hue. Los anamitas, encuclillados, oyen la historia, que no cuentan los cómicos hablando o cantando, como en los dramas o, en las óperas, sino con una música de mucho ruido que no deja oír lo que dicen los cómicos, que vienen vestidos con túnicas muy ricas, bordadas de flores y pájaros que nunca se han visto, con cascos de oro muy labrados en la cabeza, y alas en la cintura, cuando son generales, y dos plumas muy largas en el casco, si son príncipes: y si son gente así, de mucho poder, no se sientan en las sillas de siempre, sino en sillas muy altas. The Anamites, squatting, hear the story, which comedians do not talk or sing, as in the dramas or, in the operas, but with a loud music that does not let hear what the comedians say, who come dressed in tunics very rich, embroidered with flowers and birds that have never been seen, with gold helmets very carved on the head, and wings at the waist, when they are general, and two very long feathers on the helmet, if they are princes: and if they are People like that, with a lot of power, do not sit in the usual chairs, but in very tall chairs. Y cuentan, y pelean, y saludan, y conversan, y hacen que toman té, y entran por la puerta de la derecha, y salen por la puerta de la izquierda: y la música toca sin parar, con sus platillos y su timbalón y su clarín y su violinete; y es un tocar extraño, que parece de aullidos y de gritos sin arreglo y sin orden, pero se ve que tiene un tono triste cuando se habla de muerte, y otro como de ataque cuando viene un rey de ganar una batalla, y otro como de procesión de mucha alegría cuando se casa la princesa, y otro como de truenos y de ruido cuando entra, con su barba blanca, el gran sacerdote y cada tono lo adornan los músicos como les parece bien, inventando el acompañamiento según lo van tocando, de modo que parece que es música sin regla, aunque si se pone bien el oído se ve que la regla de ellos es dejarle la idea libre al que toca, para que se entusiasme de veras con los pensamientos del drama, y ponga en la música la alegría, o la pena, o la poesía, o la furia que sienta en el corazón, sin olvidarse del tono de la música vieja, que todos los de la orquesta tienen que saber, para que haya una guía en medio del desorden de su invención, que es mucho de veras, porque el que no conoce sus tonos no oye más que los tamborazos y la algarabía; y así sucede en los teatros de Anam que a un europeo le da dolor de cabeza, y le parece odiosa, la música que al anamita que está junto a él le hace reír de gusto, o llorar de la pena, según estén los músicos contando la historia del letrado pobre que a fuerza de ingenio se fue burlando de los consejeros del rey, hasta que el consejero llegó a ser el pobre,—o la otra historia triste del príncipe que se arrepintió de haber llamado al extranjero a mandar en su país, y se dejó morir de hambre a los pies de Buda, cuando no había remedio ya, y habían entrado a miles en la tierra cobarde los extranjeros ambiciosos, y mandaban en el oro y las fábricas de seda, y en el reparto de las tierras, y en el tribunal de la justicia los extranjeros, y los hijos mismos de la tierra ayudaban al extranjero a maltratar al que defendía con el corazón la libertad de la tierra: la música entonces toca bajo y despacio, y como si llorase, y como si se escondiese debajo de la tierra: y los actores, como si pasase un entierro, se cubren con las mangas del traje las caras. And they count, and they fight, and they greet, and they talk, and they make tea, and they go in through the door on the right, and they go out through the door on the left: and the music plays nonstop, with its cymbals and its timpani and his bugle and violinete; and it is a strange touch, which seems to be howling and screaming without arrangement and without order, but it is seen that it has a sad tone when it is spoken of death, and another one of attack when a king comes to win a battle, and another as procession of great joy when the princess is married, and another as of thunder and noise when he enters, with his white beard, the high priest and each tone is adorned by the musicians as they see fit, inventing the accompaniment as they play it, so it seems that it is music without a rule, although if you get your ear right you see that their rule is to leave the free idea to the one who plays, so that he gets really excited with the thoughts of the drama, and put in the music the joy, or the sorrow, or the poetry, or the fury that feels in the heart, without forgetting the tone of the old music, that all the ones of the orchestra have to know, so that there is a guide in the middle of the disorder of its invention, which is very real, because the one who does not know its tones does not he hears more than the tamborazos and the cacophony; and so it happens in the theaters of Anam that gives a European headache, and it seems odious, the music that the Anamita that is next to him makes him laugh with pleasure, or cry of grief, according to the musicians counting the story of the poor lawyer who by dint of ingenuity made fun of the king's counselors, until the councilor became the poor, or the other sad story of the prince who regretted having called the foreigner to rule in his country , and he let himself die of hunger at the feet of Buddha, when there was no remedy already, and thousands of cowards had entered the cowardly land of ambitious foreigners, and they commanded in gold and silk factories, and in the distribution of lands , and in the court of justice the foreigners, and the children of the land themselves, helped the foreigner to mistreat the one who defended with the heart the freedom of the land: the music then plays low and slowly, and as if it were crying, and as if he were hiding under the earth: and the As if a burial were going on, the faces were covered with the sleeves of the suit. Y así es la música de sus dramas de historia, y de los de pelea, y de los de casamiento, mientras los actores gritan y andan delante de los músicos en el escenario, y los generales se echan por la tierra, para figurar que están muertos, o pasan la pierna derecha por sobre la espalda de una silla, para decir que van a montar a caballo, o entran por entre unas cortinas el novio y la princesa, para que se sepa que se acaban de casar. And this is the music of their historical dramas, and those of fights, and those of marriage, while the actors shout and walk in front of the musicians on the stage, and the generals throw themselves on the ground, to pretend that they are dead, or they put their right leg over the back of a chair, to say that they are going to ride a horse, or the bridegroom and the princess enter through some curtains, so that it is known that they have just married. Porque el teatro es un salón abierto, sin las bambalinas ni bastidores, y sin aparatos ni pinturas: sino que cuando la escena va a cambiar, sale un regidor de blusa y turbante, y se lo dice al público, o pone una mesa, que quiere decir banquete, o cuelga una lanza al fondo, que quiere decir batalla, o sopla el alcohol que trae en la boca sobre una antorcha encendida, lo que quiere decir que hay incendio. Because the theater is an open room, without the scenes or wings, and without apparatus or paintings: but when the scene is about to change, a councilor in a blouse and turban comes out, and tells the public, or sets a table, which it means banquet, or he hangs a spear at the bottom, which means battle, or he blows the alcohol he brings in his mouth onto a burning torch, which means there is a fire. Y este de la blusa, que anda poniendo y quitando, sale y entra entre los que hacen de príncipes de seda y generales de oro, de mil años atrás, cuando los parientes del príncipe Ly-Tieng-Vuong querían darle a beber una taza de té envenenado. And this one with the blouse, who is putting on and taking off, goes in and out among those who play silk princes and gold generals, from a thousand years ago, when the relatives of Prince Ly-Tieng-Vuong wanted to give him a cup of poisoned tea. Allá adentro, en lo que no se ve del teatro, hay como un mostrador, con cajas de pintarse y espejos en la pared, y un rosario de barbas, de donde el que hace de loco toma la amarilla, y la colorada el que hace de fiero, y la negra el que hace de rey hermoso, y el que hace de viejo toma la barba blanca. There inside, in what is not seen of the theater, there is a counter, with boxes of paint and mirrors on the wall, and a rosary of beards, from where the one who plays crazy takes the yellow one, and the red one the one who does of fierce, and the black one that makes of beautiful king, and the one that makes of old takes the white beard. Y se pinta la cara el que hace de gobernador, de colorado y de negro. And the face is painted as governor, red and black. Por encima de todo, en lo más alto de la pared, hay una estatua de Buda. Above all, on top of the wall, there is a Buddha statue. Al salir del teatro, los anamitas van hablando mucho, como enojados, como si quisieran echar a correr, y parece que quieren convencer a sus amigos cobardes, y que los amenazan. When leaving the theater, the Anamites are talking a lot, as if they were angry, as if they wanted to run, and they seem to want to convince their cowardly friends, and threaten them. De la pagoda salen callados, con la cabeza baja, con las manos en los bolsillos de la blusa azul. From the pagoda they are silent, with their heads down, their hands in the pockets of their blue blouses. Y si un francés les pregunta algo en el camino, le dicen en su lengua: «No sé». And if a Frenchman asks them something on the way, they say in their language: "I don't know." Y si un anamita les habla de algo en secreto, le dicen: «¡Quién sabe!» And if an Anamita tells them something in secret, they say: "Who knows!"