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La Edad de Oro by Jose Marti, El Padre las Casas.

El Padre las Casas.

Cuatro siglos es mucho, son cuatrocientos años.

Cuatrocientos años hace que vivió el Padre las Casas, y parece que está vivo todavía, porque fue bueno. No se puede ver un lirio sin pensar en el Padre las Casas, porque con la bondad se le fue poniendo de lirio el color, y dicen que era hermoso verlo escribir, con su túnica blanca, sentado en su sillón de tachuelas, peleando con la pluma de ave porque no escribía de prisa. Y otras veces se levantaba del sillón, como si le quemase: se apretaba las sienes con las dos manos, andaba a pasos grandes por la celda, y parecía como si tuviera un gran dolor. Era que estaba escribiendo, en su libro famoso de la Destrucción de las Indias , los horrores que vio en las Américas cuando vino de España la gente a la conquista. Se le encendían los ojos, y se volvía a sentar, de codos en la mesa, con la cara llena de lágrimas. Así pasó la vida, defendiendo a los indios. Aprendió en España a licenciado, que era algo en aquellos tiempos, y vino con Colón a la isla Española en un barco de aquellos de velas infladas y como cáscara de nuez.

Hablaba mucho a bordo, y con muchos latines. Decían los marineros que era grande su saber para un mozo de veinticuatro años. El sol, lo veía él siempre salir sobre cubierta. Iba alegre en el barco, como aquel que va a ver maravillas. Pero desde que llegó, empezó a hablar poco. La tierra, sí, era muy hermosa, y se vivía como en una flor: ¡pero aquellos conquistadores asesinos debían de venir del infierno, no de España! Español era él también, y su padre, y su madre; pero él no salía por las islas Lucayas a robarse a los indios libres: ¡porque en diez años ya no quedaba indio vivo de los tres millones, o más, que hubo en la Española! : él no los iba cazando con perros hambrientos, para matarlos a trabajo en las minas: él no les quemaba las manos y los pies cuando se sentaban porque no podían andar, o se les caía el pico porque ya no tenían fuerzas: él no los azotaba, hasta verlos desmayar, porque no sabían decirle a su amo donde había más oro: él no se gozaba con sus amigos, a la hora de comer, porque el indio de la mesa no pudo con la carga que traía de la mina, y le mandó cortar en castigo las orejas: él no se ponía el jubón de lujo, y aquella capa que llamaban ferreruelo, para ir muy galán a la plaza a las doce, a ver la quema que mandaba hacer la justicia del gobernador, la quema de los cinco indios. El los vio quemar, los vio mirar con desprecio desde la hoguera a sus verdugos; y ya nunca se puso más que el jubón negro ni cargó caña de oro, como los otros licenciados ricos y regordetes, sino que se fue a consolar a los indios por el monte, sin más ayuda que su bastón de rama de árbol. Al monte se habían ido, a defenderse, cuantos indios de honor quedaban en la Española.

Como amigos habían recibido ellos a los hombres blancos de las barbas: ellos les habían regalado con su miel y su maíz, y el mismo rey Behechío le dio de mujer a un español hermoso su hija Higuemota, que era como la torcaza y como la palma real: ellos les habían enseñado sus montañas de oro, y sus ríos de agua de oro, y sus adornos, todos de oro fino, y les habían puesto sobre la coraza y guanteletes de la armadura pulseras de las suyas, y collares de oro: ¡y aquellos hombres crueles los cargaban de cadenas; les quitaban sus indias, y sus hijos; los metían en lo hondo de la mina, a halar la carga de piedra con la frente; se los repartían, y los marcaban con el hierro, como esclavos! : en la carne viva los marcaban con el hierro. En aquel país de pájaros y de frutas los hombres eran bellos y amables; pero no eran fuertes. Tenían el pensamiento azul como el cielo, y claro como el arroyo; pero no sabían matar, forrados de hierro, con el arcabuz cargado de pólvora. Con huesos de frutas y con gajos de mamey no se puede atravesar una coraza. Caían, como las plumas y las hojas. Morían de pena, de furia, de fatiga, de hambre, de mordidas de perros. ¡Lo mejor era irse al monte, con el valiente Guaroa, y con el niño Guarocuya, a defenderse con las piedras, a defenderse con el agua, a salvar al reyecito bravo, a Guairocuya! El saltaba el arroyo, de orilla a orilla; él clavaba la lanza lejos, como un guerrero; a la hora de andar, a la cabeza iba él; se le oía la risa de noche, como un canto; lo que él no quería era que lo llevase nadie en hombros. Así iban por el monte, cuando se les apareció entre los españoles armados el Padre las Casas, con sus ojos tristísimos, en su jubón y su ferreruelo. El no les disparaba el arcabuz: él les abría los brazos. Y le dio un beso a Guarocuya. Ya en la isla lo conocían todos, y en España hablaban de él.

Era flaco, y de nariz muy larga, y la ropa se le caía del cuerpo, y no tenía más poder que el de su corazón; pero de casa en casa andaba echando en cara a los encomenderos la muerte de los indios de las encomiendas; iba a palacio, a pedir al gobernador que mandase cumplir las ordenanzas reales; esperaba en el portal de la audiencia a los oidores, caminando de prisa, con las manos a la espalda, para decirles que venía lleno de espanto, que había visto morir a seis mil niños indios en tres meses. Y los oidores le decían: «Cálmese, licenciado, que ya se hará justicia»: se echaban el ferreruelo al hombro, y se iban a merendar con los encomenderos, que eran los ricos del país, y tenían buen vino y buena miel de Alcarria. Ni merienda ni sueño había para las Casas: sentía en sus carnes mismas los dientes de los molosos que los encomenderos tenían sin comer, para que con el apetito les buscasen mejor a los indios cimarrones: le parecía que era su mano la que chorreaba sangre, cuando sabía que, porque no pudo con la pala, le habían cortado a un indio la mano: creía que él era el culpable de toda la crueldad, porque no la remediaba; sintió como que se iluminaba y crecía, y como que eran sus hijos todos los indios americanos. De abogado no tenía autoridad, y lo dejaban solo: de sacerdote tendría la fuerza de la Iglesia, y volvería a España, y daría los recados del cielo, y si la corte no acababa con el asesinato, con el tormento, con la esclavitud, con las minas, haría temblar a la corte. Y el día en que entró de sacerdote, toda la isla fue a verlo, con el asombro de que tomara aquella carrera un licenciado de fortuna: y las indias le echaron al pasar a sus hijitos, a que le besasen los hábitos. Entonces empezó su medio siglo de pelea, para que los indios no fuesen esclavos; de pelea en las Américas; de pelea en Madrid; de pelea con el rey mismo: contra España toda, él solo, de pelea.

Colón fue el primero que mandó a España a los indios en esclavitud, para pagar con ellos las ropas y comidas que traían a América los barcos españoles. Y en América había habido repartimiento de indios, y cada cual de los que vino de conquista, tomó en servidumbre su parte de la indiada, y la puso a trabajar para él, a morir para él, a sacar el oro de que estaban llenos los montes y los ríos. La reina, allá en España, dicen que era buena, y mandó a un gobernador que sacase a los indios de la esclavitud; pero los encomenderos le dieron al gobernador buen vino, y muchos regalos, y su porción en las ganancias, y fueron más que nunca los muertos, las manos cortadas, los siervos de las encomiendas, los que se echaban de cabeza al fondo de las minas. «Yo, he visto traer a centenares maniatadas a estas amables criaturas, y darles muerte a todas juntas, como a las ovejas.»Fue a Cuba de cura con Diego Velázquez, y volvió de puro horror, porque antes que para hacer casas, derribaban los árboles para ponerlos de leñas a las quemazones de los taínos. En una isla donde había quinientos mil, «vio con sus ojos»los indios que quedaban: once. Eran aquellos conquistadores soldados bárbaros, que no sabían los mandamientos de la ley, ¡y tomaban a los indios de esclavos, para enseñarles la doctrina cristiana, a latigazos y a mordidas! De noche, desvelado de la angustia, hablaba con su amigo Rentería, otro español de oro. ¡Al rey había que ir a pedir justicia, al rey Fernando de Aragón! Se embarcó en la galera de tres palos, y se fue a ver al rey. Seis veces fue a España, con la fuerza de su virtud, aquel padre que «no probaba carne».

Ni al rey le tenía él miedo, ni a la tempestad. Se iba a cubierta cuando el tiempo era malo; y en la bonanza se estaba el día en el puente, apuntando sus razones en papel de hilo, y dando a que le llenaran de tinta el tintero de cuerno, «porque la maldad no se cura sino con decirla, y hay mucha maldad que decir, y la estoy poniendo donde no me la pueda negar nadie, en latín y en castellano». Si en Madrid estaba el rey, antes que a la posada a descansar del viaje, iba al palacio. Si estaba en Viena, cuando el rey Carlos de los españoles era emperador de Alemania, se ponía un hábito nuevo, y se iba a Viena. Si era su enemigo Fonseca el que mandaba en la junta de abogados y clérigos que tenía el rey para las cosas de América, a su enemigo se iba a ver, y a ponerle pleito al Consejo de Indias. Si el cronista Oviedo, el de la «Natural Historia de las Indias», había escrito de los americanos las falsedades que los que tenían las encomiendas le mandaban poner, le decía a Oviedo mentiroso, aunque le estuviera el rey pagando por escribir las mentiras. Si Sepúlveda, que era el maestro del rey Felipe, defendía en sus «Conclusiones»el derecho de la corona a repartir como siervos, y a dar muerte a los indios, porque no eran cristianos, a Sepúlveda le decía que no tenían culpa de estar sin la cristiandad los que no sabían que hubiera Cristo, ni conocían las lenguas en que de Cristo se hablaba, ni tenían más noticia de Cristo que la que les habían llevado los arcabuces. Y si el rey en persona le arrugaba las cejas, como para cortarle el discurso, crecía unas cuantas pulgadas a la vista del rey, se le ponía ronca y fuerte la voz, le temblaba en el puño el sombrero, y al rey le decía, cara a cara, que el que manda a los hombres ha de cuidar de ellos, y si no los sabe cuidar, no los puede mandar, y que lo había de oír en paz, porque él no venía con manchas de oro en el vestido blanco, ni traía más defensa que la cruz. O hablaba, o escribía, sin descanso.

Los frailes dominicanos lo ayudaban, y en el convento de los frailes se estuvo ocho años, escribiendo. Sabía religión y leyes, y autores latinos, que era cuanto en su tiempo se aprendía; pero todo lo usaba hábilmente para defender el derecho del hombre a la libertad, y el deber de los gobernantes de respetárselo. Eso era mucho decir, porque por eso quemaban entonces a los hombres. Llorente, que ha escrito la «Vida de Las Casas» escribió también la «Historia de la Inquisición» que era quien quemaba: el rey iba de gala a ver la quemazón, con la reina y los caballeros de la corte: delante de los condenados venían cantando los obispos, con un estandarte verde: de la hoguera salía un humo negro. Y Fonseca y Sepúlveda querían que «el clérigo»las Casas dijese en sus disputas algún pecado contra la autoridad de la Iglesia, para que los inquisidores lo condenaran por hereje. Pero «el clérigo»le decía a Fonseca: «¡Lo que yo digo es lo que dijo en su testamento la buena reina Isabel; y tú me quieres mal y me calumnias, porque te quito el pan de sangre que comes, y acuso la encomienda de indios que tienes en América!»Y a Sepúlveda, que ya era confesor de Felipe II, le decía: «Tú eres disputador famoso, y te llaman el Livio de España por tus historias; pero yo no tengo miedo al elocuente que habla contra su corazón, y que defiende la maldad, y te desafío a que me pruebes en plática abierta que los indios son malhechores y demonios, cuando son claros y buenos como la luz del día, e inofensivos y sencillos como las mariposas.»Y duró cinco días la plática con Sepúlveda. Sepúlveda empezó con desdén, y acabó turbado. El clérigo lo oía con la cabeza baja y los labios temblorosos, y se le veía hincharse la frente. En cuanto Sepúlveda se sentaba satisfecho, como el que hincó el alfiler donde quiso, se ponía el clérigo en pie, magnífico, regañón, confuso, apresurado. «¡No es verdad que los indios de México mataran cincuenta mil en sacrificios al año, sino veinte apenas, que es menos de lo que mata España en la horca!» «¡No es verdad que sean gente bárbara y de pecados horribles, porque no hay pecado suyo que no lo tengamos más los europeos; ni somos nosotros quién, con todos nuestros cañones y nuestra avaricia, para comparamos con ellos en tiernos y amigables; ni es para tratado como a fiera un pueblo que tiene virtudes, y poetas, y oficios, y gobierno, y artes!» «¡No es verdad, sino, iniquidad, que el modo mejor que tenga el rey para hacerse de súbditos sea exterminarlos, ni el modo mejor de enseñar la religión a un indio sea echarlo en nombre de la religión a los trabajos de las bestias; y quitarle los hijos y lo que tiene de comer; y ponerlo a halar de la carga con la frente como los bueyes!»Y citaba versículos de la Biblia, artículos de la ley, ejemplos de la historia, párrafos de los autores latinos, todo revuelto y de gran hermosura, como caen las aguas de un torrente, arrastrando en la espuma las piedras y las alimañas del monte. Solo estuvo en la pelea; solo cuando Fernando, que a nada se supo atrever, ni quería descontentar a los de la conquista, que le mandaban a la corte tan buen oro; solo cuando Carlos V, que de niño lo oyó con veneración, pero lo engañaba después, cuando entró en ambiciones que requerían mucho gastar, y no estaba para ponerse por las «cosas del clérigo» en contra de los de América, que le enviaban de tributo los galeones de oro y joyas; solo cuando Felipe II, que se gastó un reino en procurarse otro, y lo dejó todo a su muerte envenenado y frío, como el agujero en que ha dormido la víbora.

Si iba a ver al rey, se encontraba la antesala llena de amigos de los encomenderos, todos de seda sombreros de plumas, con collares de oro de los indios americanos: al ministro no le podía hablar, porque tenía encomiendas él, y tenía minas, o gozaba los frutos de las que poseía en cabeza de otros. De miedo de perder el favor de la corte, no le ayudaban los mismos que no tenían en América interés. Los que más lo respetaban, por bravo, por justo, por astuto, por elocuente, no lo querían decir, o lo decían donde no los oyeran: porque los hombres suelen admirar al virtuoso mientras no los avergüenza con su virtud o les estorba las ganancias; pero en cuanto se les pone en su camino, bajan los ojos al verlo pasar, o dicen maldades de él, o dejan que otros las digan, o lo saludan a medio sombrero, y le van clavando la puñalada en la sombra. El hombre virtuoso debe ser fuerte de ánimo, y no tenerle miedo a la soledad, ni esperar a que los demás le ayuden, porque estará siempre solo: ¡pero con la alegría de obrar bien, que se parece al cielo de la mañana en la claridad! Y como él era tan sagaz que no decía cosa que pudiera ofender al rey ni a la Inquisición, sino que pedía la bondad con los indios para bien del rey, y para que se hiciesen más de veras cristianos, no tenían los de la corte modo de negársele a las claras, sino que fingían estimarle mucho el celo, y una vez le daban el título de «Protector Universal de los Indios», con la firma de Fernando, pero sin modo de que le acatasen la autoridad de proteger; y otra, al cabo de cuarenta años de razonar, le dijeron que pusiera en papel las razones por que opinaba que no debían ser esclavos los indios; y otra le dieron poder para que llevase trabajadores de España a una colonia de Cumaná donde se había de ver a los indios con amor, y no halló en toda España sino cincuenta que quisieran ir a trabajar, los cuales fueron, con un vestido que tenía una cruz al pecho, pero no pudieron poner la colonia, porque el «adelantado» había ido antes que ellos con las armas, y los indios enfurecidos disparaban sus flechas de punta envenenada contra todo el que llevaba cruz.

Y por fin le encargaron, como por entretenerlo, que pidiese las leyes que le parecían a él bien para los indios, «¡cuantas leyes quisiera, pues que por ley más o menos no hemos de pelear!», y él las escribía, y las mandaba el rey cumplir, pero en el barco iba la ley, y el modo de desobedecerla. El rey le daba audiencia, y hacía como que le tomaba consejo; pero luego entraba Sepúlveda, con sus pies blandos y sus ojos de zorra, a traer los recados de los que mandaban los galeones, Y lo que se hacía de verdad era lo que decía Sepúlveda. Las Casas lo sabía, lo sabía bien; pero ni bajó el tono, ni se cansó de acusar, ni de llamar crimen a lo que era, ni de contar en su «Descripción» las «crueldades», para que el rey mandara al menos que no fuesen tantas, por la vergüenza de que las supiera el mundo. El nombre de los malos no lo decía, porque era noble y les tuvo compasión. Y escribía como hablaba, con la letra fuerte y desigual, llena de chispazos de tinta, como caballo que lleva de jinete a quien quiere llegar pronto, y va levantando el polvo y sacando luces de la piedra. Fue obispo por fin, pero no de Cusco, que era obispado rico, sino de Chiapas, donde por lo lejos que estaba el virrey, vivían los indios en mayor esclavitud.

Fue a Chiapas, a llorar con los indios; pero no sólo a llorar, porque con lágrimas y quejas no se vence a los pícaros, sino a acusarlos sin miedo, a negarles la iglesia a los españoles que no cumplían con la ley nueva que mandaba poner libres a los indios, a hablar en los consejos del ayuntamiento, con discursos que eran a la vez tiernos y terribles, y dejaban a los encomenderos atrevidos como los árboles cuando ha pasado el vendabal. Pero los encomenderos podían más que él, porque tenían el gobierno de su lado; y le componían cantares en que le decían traidor y español malo; y le daban de noche músicas de cencerro, y le disparaban arcabuces a la puerta para ponerlo en temor, y le rodeaban el convento armados,—todos armados, contra un viejo flaco y solo. Y hasta le salieron al camino de Ciudad Real para que no volviera a entrar en la población. El venía a pie, con su bastón, y con dos españoles buenos, y un negro que lo quería como a padre suyo: porque es verdad que las Casas por el amor de los indios, aconsejó al principio de la conquista que se siguiese trayendo esclavos negros, que resistían mejor el calor; pero luego que los vio padecer, se golpeaba el pecho, y decía: «¡con mi sangre quisiera pagar el pecado de aquel consejo que di por mi amor a los indios!» Con su negro cariñoso venía, y los dos españoles buenos. Venía tal vez de ver cómo salvaba a la pobre india que se le abrazó a las rodillas a la puerta de su templo mexicano, loca de dolor porque los españoles le habían matado al marido de su corazón, que fue de noche a rezarles a los dioses: ¡y vio de pronto las Casas que eran indios los centinelas que los españoles le habían echado para que no entrase! ¡El les daba a los indios su vida, y los indios venían a atacar a su salvador, porque se lo mandaban los que los azotaban! Y no se quejó, sino que dijo así: «Pues por eso, hijos míos, os tengo de defender más, porque os tienen tan martirizados que no tenéis ya valor ni para agradecer.» Y los indios, llorando, se echaron a sus pies, y le pidieron perdón. Y, entró en Ciudad Real, donde los encomenderos lo esperaban, armados de arcabuz y cañón, como para ir a la guerra. Casi a escondidas tuvo que embarcarlo para España el virrey, porque los encomenderos lo querían matar. El se fue a su convento, a pelear, a defender, a llorar, a escribir. Y murió, sin cansarse, a los noventa y dos años.

El Padre las Casas. El Padre las Casas. Padre las Casas. El Padre las Casas. 엘 파드레 라스 카사. El Padre las Casas. El Padre las Casas. El Padre las Casas. El Padre las Casas.

Cuatro siglos es mucho, son cuatrocientos años. Four centuries is a lot, it's four hundred years.

Cuatrocientos años hace que vivió el Padre las Casas, y parece que está vivo todavía, porque fue bueno. Four hundred years ago Father Las Casas lived, and it seems he is still alive, because it was good. No se puede ver un lirio sin pensar en el Padre las Casas, porque con la bondad se le fue poniendo de lirio el color, y dicen que era hermoso verlo escribir, con su túnica blanca, sentado en su sillón de tachuelas, peleando con la pluma de ave porque no escribía de prisa. You can not see a lily without thinking of Father Las Casas, because with the kindness he got the color of lily, and they say it was beautiful to see him write, with his white tunic, sitting in his tacks chair, fighting with the bird feather because he did not write in a hurry. Y otras veces se levantaba del sillón, como si le quemase: se apretaba las sienes con las dos manos, andaba a pasos grandes por la celda, y parecía como si tuviera un gran dolor. And at other times he would get up from the chair, as if he were burning him: he would press his temples with both hands, walk at a great pace through the cell, and it seemed as if he were in great pain. Era que estaba escribiendo, en su libro famoso de la  Destrucción de las Indias , los horrores que vio en las Américas cuando vino de España la gente a la conquista. It was that he was writing, in his famous book of the Destruction of the Indies, the horrors he saw in the Americas when people came from Spain to conquer. Se le encendían los ojos, y se volvía a sentar, de codos en la mesa, con la cara llena de lágrimas. His eyes lit up and he sat down again, his elbows on the table, his face full of tears. Así pasó la vida, defendiendo a los indios. That's how life went, defending the Indians. Aprendió en España a licenciado, que era algo en aquellos tiempos, y vino con Colón a la isla Española en un barco de aquellos de velas infladas y como cáscara de nuez. He learned a license in Spain, which was something in those days, and he came with Columbus to the island of Hispaniola in a boat of those with inflated candles and walnut shells.

Hablaba mucho a bordo, y con muchos latines. He talked a lot on board, and with many Latinos. Decían los marineros que era grande su saber para un mozo de veinticuatro años. Sailors said that their knowledge was great for a twenty-four year old boy. El sol, lo veía él siempre salir sobre cubierta. The sun, I saw him always come out on deck. Iba alegre en el barco, como aquel que va a ver maravillas. He was happy on the boat, like the one who will see wonders. Pero desde que llegó, empezó a hablar poco. But since he arrived, he began to speak little. La tierra, sí, era muy hermosa, y se vivía como en una flor: ¡pero aquellos conquistadores asesinos debían de venir del infierno, no de España! The earth, yes, was very beautiful, and lived like a flower: but those murderous conquerors must come from hell, not from Spain! Español era él también, y su padre, y su madre; pero él no salía por las islas Lucayas a robarse a los indios libres: ¡porque en diez años ya no quedaba indio vivo de los tres millones, o más, que hubo en la Española! Spanish was he too, and his father, and his mother; but he did not go out through the Lucayan Islands to rob the free Indians: because in ten years there was no longer a living Indian of the three million or more that was in Hispaniola! : él no los iba cazando con perros hambrientos, para matarlos a trabajo en las minas: él no les quemaba las manos y los pies cuando se sentaban porque no podían andar, o se les caía el pico porque ya no tenían fuerzas: él no los azotaba, hasta verlos desmayar, porque no sabían decirle a su amo donde había más oro: él no se gozaba con sus amigos, a la hora de comer, porque el indio de la mesa no pudo con la carga que traía de la mina, y le mandó cortar en castigo las orejas: él no se ponía el jubón de lujo, y aquella capa que llamaban ferreruelo, para ir muy galán a la plaza a las doce, a ver la quema que mandaba hacer la justicia del gobernador, la quema de los cinco indios. : he was not hunting them with hungry dogs, to kill them to work in the mines: he did not burn their hands and feet when they sat down because they could not walk, or their beak fell because they no longer had strength: he did not he lashed, until he saw them faint, because they could not tell his master where there was more gold: he did not enjoy his friends, at lunchtime, because the Indian at the table could not handle the load he had brought from the mine, and He ordered him to cut his ears in punishment: he would not put on his fancy doublet, and that cloak they called ferreruelo, to go to the plaza at twelve o'clock, to see the burning that ordered the governor's justice, the burning of the five Indians. El los vio quemar, los vio mirar con desprecio desde la hoguera a sus verdugos; y ya nunca se puso más que el jubón negro ni cargó caña de oro, como los otros licenciados ricos y regordetes, sino que se fue a consolar a los indios por el monte, sin más ayuda que su bastón de rama de árbol. He saw them burn, he saw them look with scorn from the bonfire at his executioners; and he never put on more than the black doublet or loaded gold cane, like the other rich and chubby graduates, but he went to console the Indians for the mountain, with no other help than his cane stick. Al monte se habían ido, a defenderse, cuantos indios de honor quedaban en la Española. To the mountain they had gone, to defend themselves, how many Indians of honor remained in Hispaniola.

Como amigos habían recibido ellos a los hombres blancos de las barbas: ellos les habían regalado con su miel y su maíz, y el mismo rey Behechío le dio de mujer a un español hermoso su hija Higuemota, que era como la torcaza y como la palma real: ellos les habían enseñado sus montañas de oro, y sus ríos de agua de oro, y sus adornos, todos de oro fino, y les habían puesto sobre la coraza y guanteletes de la armadura pulseras de las suyas, y collares de oro: ¡y aquellos hombres crueles los cargaban de cadenas; les quitaban sus indias, y sus hijos; los metían en lo hondo de la mina, a halar la carga de piedra con la frente; se los repartían, y los marcaban con el hierro, como esclavos! As friends they had received the white men of the beards: they had given them with their honey and their corn, and King Behechío himself gave a beautiful Spaniard his daughter Higuemota, who was like the pigeon and like the palm they had taught them their mountains of gold, and their rivers of gold water, and their ornaments, all of fine gold, and had put on their armor and gauntlets of the armor bracelets of theirs, and gold necklaces: And those cruel men loaded them with chains; they took away their Indian women and their children; they put them in the depths of the mine, to pull the stone load with their foreheads; they were distributed, and marked with iron, as slaves! : en la carne viva los marcaban con el hierro. : in the raw flesh they marked them with iron. En aquel país de pájaros y de frutas los hombres eran bellos y amables; pero no eran fuertes. In that country of birds and fruits, men were beautiful and kind; But they were not strong. Tenían el pensamiento azul como el cielo, y claro como el arroyo; pero no sabían matar, forrados de hierro, con el arcabuz cargado de pólvora. They thought blue as the sky, and clear as the stream; but they didn't know how to kill, lined with iron, with the arcabuz loaded with gunpowder. Con huesos de frutas y con gajos de mamey no se puede atravesar una coraza. With fruit bones and with mamey segments you can not go through a shell. Caían, como las plumas y las hojas. They fell, like feathers and leaves. Morían de pena, de furia, de fatiga, de hambre, de mordidas de perros. They died of grief, of fury, of fatigue, of hunger, of dog bites. ¡Lo mejor era irse al monte, con el valiente Guaroa, y con el niño Guarocuya, a defenderse con las piedras, a defenderse con el agua, a salvar al reyecito bravo, a Guairocuya! The best thing was to go to the mountain, with the brave Guaroa, and with the Guarocuya child, to defend themselves with stones, to defend themselves with water, to save the brave little warrior, to Guairocuya! El saltaba el arroyo, de orilla a orilla; él clavaba la lanza lejos, como un guerrero; a la hora de andar, a la cabeza iba él; se le oía la risa de noche, como un canto; lo que él no quería era que lo llevase nadie en hombros. The stream leapt from shore to shore; he stabbed the spear away, like a warrior; At the time of walking, he was at the head; you could hear the laughter at night, like a song; what he did not want was for anyone to carry him on his shoulders. Así iban por el monte, cuando se les apareció entre los españoles armados el Padre las Casas, con sus ojos tristísimos, en su jubón y su ferreruelo. Thus they went by the mountain, when Father Las Casas appeared to them among the armed Spaniards, with his saddest eyes, in his doublet and his ferreruelo. El no les disparaba el arcabuz: él les abría los brazos. He didn't shoot the arcabuz: he opened his arms. Y le dio un beso a Guarocuya. And he kissed Guarocuya. Ya en la isla lo conocían todos, y en España hablaban de él. Already on the island everyone knew him, and in Spain they talked about him.

Era flaco, y de nariz muy larga, y la ropa se le caía del cuerpo, y no tenía más poder que el de su corazón; pero de casa en casa andaba echando en cara a los encomenderos la muerte de los indios de las encomiendas; iba a palacio, a pedir al gobernador que mandase cumplir las ordenanzas reales; esperaba en el portal de la audiencia a los oidores, caminando de prisa, con las manos a la espalda, para decirles que venía lleno de espanto, que había visto morir a seis mil niños indios en tres meses. He was skinny, with a very long nose, and his clothes fell from his body, and he had no more power than his heart; but from house to house he went around throwing in front of the encomenderos the death of the Indians of the encomiendas; went to the palace, to ask the governor to enforce the royal ordinances; he was waiting in the doorway of the audience for the oidores, walking in a hurry, with his hands behind his back, to tell them that he was coming full of fright, that he had seen six thousand Indian children die in three months. Y los oidores le decían: «Cálmese, licenciado, que ya se hará justicia»: se echaban el ferreruelo al hombro, y se iban a merendar con los encomenderos, que eran los ricos del país, y tenían buen vino y buena miel de Alcarria. And the oidores said to him: "Calm down, licensed, justice will be done": they put the iron on their shoulders, and went to have tea with the encomenderos, who were the rich of the country, and had good wine and good honey from Alcarria . Ni merienda ni sueño había para las Casas: sentía en sus carnes mismas los dientes de los molosos que los encomenderos tenían sin comer, para que con el apetito les buscasen mejor a los indios cimarrones: le parecía que era su mano la que chorreaba sangre, cuando sabía que, porque no pudo con la pala, le habían cortado a un indio la mano: creía que él era el culpable de toda la crueldad, porque no la remediaba; sintió como que se iluminaba y crecía, y como que eran sus hijos todos los indios americanos. There was no snack or dream for the Houses: he felt in his own flesh the teeth of the Molossians that the encomenderos had not eaten, so that with the appetite they would look for the Maroons better: it seemed to him that his hand was dripping with blood, when he knew that, because he could not with the shovel, an Indian had been cut off by the hand: he believed that he was the culprit of all the cruelty, because he did not remedy it; He felt like he was enlightened and growing, and that his children were all American Indians. De abogado no tenía autoridad, y lo dejaban solo: de sacerdote tendría la fuerza de la Iglesia, y volvería a España, y daría los recados del cielo, y si la corte no acababa con el asesinato, con el tormento, con la esclavitud, con las minas, haría temblar a la corte. As a lawyer he had no authority, and left him alone: ​​as a priest he would have the strength of the Church, and he would return to Spain, and he would give the messages from heaven, and if the court did not end with murder, with torment, with slavery, with the mines, it would shake the court. Y el día en que entró de sacerdote, toda la isla fue a verlo, con el asombro de que tomara aquella carrera un licenciado de fortuna: y las indias le echaron al pasar a sus hijitos, a que le besasen los hábitos. And the day he entered as a priest, the whole island went to see him, with the astonishment that this career took a graduate of fortune: and the Indians threw him in passing his children, to kiss his habits. Entonces empezó su medio siglo de pelea, para que los indios no fuesen esclavos; de pelea en las Américas; de pelea en Madrid; de pelea con el rey mismo: contra España toda, él solo, de pelea. Then began its half century of fight, so that the Indians were not slaves; of fighting in the Americas; of fight in Madrid; of fight with the king himself: against Spain all, he alone, of fight.

Colón fue el primero que mandó a España a los indios en esclavitud, para pagar con ellos las ropas y comidas que traían a América los barcos españoles. Columbus was the first to send the Indians to Spain in slavery, to pay with them for the clothes and meals brought to America by Spanish ships. Y en América había habido repartimiento de indios, y cada cual de los que vino de conquista, tomó en servidumbre su parte de la indiada, y la puso a trabajar para él, a morir para él, a sacar el oro de que estaban llenos los montes y los ríos. And in America there had been repartimiento of Indians, and each one of those that came of conquest, took in servitude its part of the indiada one, and put it to work for him, to die for him, to remove the gold of which were full mountains and rivers. La reina, allá en España, dicen que era buena, y mandó a un gobernador que sacase a los indios de la esclavitud; pero los encomenderos le dieron al gobernador buen vino, y muchos regalos, y su porción en las ganancias, y fueron más que nunca los muertos, las manos cortadas, los siervos de las encomiendas, los que se echaban de cabeza al fondo de las minas. The queen, back in Spain, says it was good, and ordered a governor to take the Indians out of slavery; but the encomenderos gave the governor good wine, and many gifts, and his portion in the profits, and they were more than ever the dead, the hands cut, the servants of the encomiendas, those who threw themselves head to the bottom of the mines . «Yo, he visto traer a centenares maniatadas a estas amables criaturas, y darles muerte a todas juntas, como a las ovejas.»Fue a Cuba de cura con Diego Velázquez, y volvió de puro horror, porque antes que para hacer casas, derribaban los árboles para ponerlos de leñas a las quemazones de los taínos. "I have seen hundreds of these kindly creatures brought to slaughter, and kill them all together, like the sheep." He went to Cuba as a priest with Diego Velázquez, and returned from sheer horror, because before demolishing the trees to put them of firewoods to the burnings of the taínos. En una isla donde había quinientos mil, «vio con sus ojos»los indios que quedaban: once. On an island where there were five hundred thousand, he "saw with his eyes" the remaining Indians: eleven. Eran aquellos conquistadores soldados bárbaros, que no sabían los mandamientos de la ley, ¡y tomaban a los indios de esclavos, para enseñarles la doctrina cristiana, a latigazos y a mordidas! They were those conquering barbarian soldiers, who did not know the commandments of the law, and took the Indians from slaves, to teach them Christian doctrine, to lashes and bites! De noche, desvelado de la angustia, hablaba con su amigo Rentería, otro español de oro. At night, wakeful of the anguish, he spoke with his friend Renteria, another golden Spaniard. ¡Al rey había que ir a pedir justicia, al rey Fernando de Aragón! The king had to go to ask for justice, King Ferdinand of Aragon! Se embarcó en la galera de tres palos, y se fue a ver al rey. He embarked on the galley of three suits, and went to see the king. Seis veces fue a España, con la fuerza de su virtud, aquel padre que «no probaba carne». Six times he went to Spain, with the strength of his virtue, that father who "did not taste meat."

Ni al rey le tenía él miedo, ni a la tempestad. He was not afraid of the king, nor of the storm. Se iba a cubierta cuando el tiempo era malo; y en la bonanza se estaba el día en el puente, apuntando sus razones en papel de hilo, y dando a que le llenaran de tinta el tintero de cuerno, «porque la maldad no se cura sino con decirla, y hay mucha maldad que decir, y la estoy poniendo donde no me la pueda negar nadie, en latín y en castellano». He went on deck when the weather was bad; and in the bonanza was the day on the bridge, pointing their reasons in paper of thread, and giving to fill with ink the inkwell of horn, "because the evil is not cured but to say it, and there is much evil to say , and I'm putting it where no one can deny me, in Latin and in Spanish ». Si en Madrid estaba el rey, antes que a la posada a descansar del viaje, iba al palacio. If the king was in Madrid, before the inn to rest from the trip, he went to the palace. Si estaba en Viena, cuando el rey Carlos de los españoles era emperador de Alemania, se ponía un hábito nuevo, y se iba a Viena. If he was in Vienna, when King Charles of the Spaniards was emperor of Germany, he put on a new habit, and went to Vienna. Si era su enemigo Fonseca el que mandaba en la junta de abogados y clérigos que tenía el rey para las cosas de América, a su enemigo se iba a ver, y a ponerle pleito al Consejo de Indias. If it was his enemy Fonseca who commanded the board of lawyers and clerics that the king had for the things of America, his enemy was to be seen, and to sue the Council of the Indies. Si el cronista Oviedo, el de la «Natural Historia de las Indias», había escrito de los americanos las falsedades que los que tenían las encomiendas le mandaban poner, le decía a Oviedo mentiroso, aunque le estuviera el rey pagando por escribir las mentiras. If the chronicler Oviedo, that of the "Natural History of the Indies," had written of the Americans the falsehoods that those who had the encomiendas ordered him to put, he told Oviedo a liar, even if the king were paying to write the lies. Si Sepúlveda, que era el maestro del rey Felipe, defendía en sus «Conclusiones»el derecho de la corona a repartir como siervos, y a dar muerte a los indios, porque no eran cristianos, a Sepúlveda le decía que no tenían culpa de estar sin la cristiandad los que no sabían que hubiera Cristo, ni conocían las lenguas en que de Cristo se hablaba, ni tenían más noticia de Cristo que la que les habían llevado los arcabuces. If Sepúlveda, who was the master of King Felipe, defended in his "Conclusions" the right of the crown to distribute as servants, and to kill the Indians, because they were not Christians, Sepúlveda told him that they were not to blame for being without Christianity those who did not know that there was Christ, nor knew the languages ​​in which Christ was spoken, nor had more news of Christ than the one that had been brought to them by the arquebuses. Y si el rey en persona le arrugaba las cejas, como para cortarle el discurso, crecía unas cuantas pulgadas a la vista del rey, se le ponía ronca y fuerte la voz, le temblaba en el puño el sombrero, y al rey le decía, cara a cara, que el que manda a los hombres ha de cuidar de ellos, y si no los sabe cuidar, no los puede mandar, y que lo había de oír en paz, porque él no venía con manchas de oro en el vestido blanco, ni traía más defensa que la cruz. And if the king himself wrinkled his eyebrows, as if to cut off his speech, he grew a few inches in sight of the king, his voice was hoarse and loud, his hat shook in his fist, and the king said, face to face, that the one who sends the men has to take care of them, and if he does not know how to take care of them, he can not send them, and that he had to hear him in peace, because he did not come with gold marks on the white dress , nor brought more defense than the cross. O hablaba, o escribía, sin descanso. Or spoke, or wrote, without rest.

Los frailes dominicanos lo ayudaban, y en el convento de los frailes se estuvo ocho años, escribiendo. The Dominican friars helped him, and in the convent of the friars he spent eight years writing. Sabía religión y leyes, y autores latinos, que era cuanto en su tiempo se aprendía; pero todo lo usaba hábilmente para defender el derecho del hombre a la libertad, y el deber de los gobernantes de respetárselo. He knew religion and laws, and Latin authors, that was how much in his time was learned; but he used everything skillfully to defend man's right to freedom, and the duty of the rulers to respect him. Eso era mucho decir, porque por eso quemaban entonces a los hombres. That was saying a lot, because that's why they burned men. Llorente, que ha escrito la «Vida de Las Casas» escribió también la «Historia de la Inquisición» que era quien quemaba: el rey iba de gala a ver la quemazón, con la reina y los caballeros de la corte: delante de los condenados venían cantando los obispos, con un estandarte verde: de la hoguera salía un humo negro. Llorente, who has written the "Life of the Houses" also wrote the "History of the Inquisition" that was the one who burned: the king went to show the burning, with the queen and the knights of the court: in front of the condemned The bishops were singing, with a green banner: black smoke was coming out of the bonfire. Y Fonseca y Sepúlveda querían que «el clérigo»las Casas dijese en sus disputas algún pecado contra la autoridad de la Iglesia, para que los inquisidores lo condenaran por hereje. And Fonseca and Sepulveda wanted "the clergyman" the Houses to say in their disputes some sin against the authority of the Church, so that the inquisitors would condemn him as a heretic. Pero «el clérigo»le decía a Fonseca: «¡Lo que yo digo es lo que dijo en su testamento la buena reina Isabel; y tú me quieres mal y me calumnias, porque te quito el pan de sangre que comes, y acuso la encomienda de indios que tienes en América!»Y a Sepúlveda, que ya era confesor de Felipe II, le decía: «Tú eres disputador famoso, y te llaman el Livio de España por tus historias; pero yo no tengo miedo al elocuente que habla contra su corazón, y que defiende la maldad, y te desafío a que me pruebes en plática abierta que los indios son malhechores y demonios, cuando son claros y buenos como la luz del día, e inofensivos y sencillos como las mariposas.»Y duró cinco días la plática con Sepúlveda. But "the clergyman" said to Fonseca: "What I say is what the good Queen Isabel said in her will; and you want me badly and you slander me, because I take away the blood bread you eat, and I accuse the Indians you have in America! "And Sepulveda, who was already confessor to Felipe II, said to him:" You are a disputer famous, and they call you the Livio of Spain for your stories; but I am not afraid of the eloquent who speaks against his heart, and who defends evil, and I challenge you to test me in open talk that the Indians are evildoers and demons, when they are clear and good as the light of day, and harmless and simple as the butterflies. "And the conversation with Sepulveda lasted five days. Sepúlveda empezó con desdén, y acabó turbado. Sepulveda began with disdain, and ended up troubled. El clérigo lo oía con la cabeza baja y los labios temblorosos, y se le veía hincharse la frente. The cleric could hear him with his head down and his lips trembling, and he could see his forehead swelling. En cuanto Sepúlveda se sentaba satisfecho, como el que hincó el alfiler donde quiso, se ponía el clérigo en pie, magnífico, regañón, confuso, apresurado. As soon as Sepulveda sat satisfied, like the one who put the pin where he wanted, the clergyman stood up, magnificent, scolding, confused, hurried. «¡No es verdad que los indios de México mataran cincuenta mil en sacrificios al año, sino veinte apenas, que es menos de lo que mata España en la horca!» «¡No es verdad que sean gente bárbara y de pecados horribles, porque no hay pecado suyo que no lo tengamos más los europeos; ni somos nosotros quién, con todos nuestros cañones y nuestra avaricia, para comparamos con ellos en tiernos y amigables; ni es para tratado como a fiera un pueblo que tiene virtudes, y poetas, y oficios, y gobierno, y artes!» «¡No es verdad, sino, iniquidad, que el modo mejor que tenga el rey para hacerse de súbditos sea exterminarlos, ni el modo mejor de enseñar la religión a un indio sea echarlo en nombre de la religión a los trabajos de las bestias; y quitarle los hijos y lo que tiene de comer; y ponerlo a halar de la carga con la frente como los bueyes!»Y citaba versículos de la Biblia, artículos de la ley, ejemplos de la historia, párrafos de los autores latinos, todo revuelto y de gran hermosura, como caen las aguas de un torrente, arrastrando en la espuma las piedras y las alimañas del monte. "It is not true that the Indians of Mexico killed fifty thousand in sacrifices a year, but only twenty, which is less than what Spain kills in the gallows!" "It is not true that they are barbarous people and of horrible sins, because there is no sin of his that we Europeans do not have anymore; nor are we who, with all our guns and our greed, to compare with them in tender and friendly; nor is it for treated like a beast a people that has virtues, and poets, and trades, and government, and arts! "" It is not true, but, iniquity, that the best way for the king to become a subject is to exterminate them. , nor the best way to teach religion to an Indian is to throw it in the name of religion to the works of the beasts; and take away his children and what he has to eat; and to bring him to pull the load with his forehead like the oxen! "And he cited verses from the Bible, articles of the law, examples of history, paragraphs of the Latin authors, all mixed up and of great beauty, as the waters of a torrent, dragging in the foam the stones and the vermin of the mountain. Solo estuvo en la pelea; solo cuando Fernando, que a nada se supo atrever, ni quería descontentar a los de la conquista, que le mandaban a la corte tan buen oro; solo cuando Carlos V, que de niño lo oyó con veneración, pero lo engañaba después, cuando entró en ambiciones que requerían mucho gastar, y no estaba para ponerse por las «cosas del clérigo» en contra de los de América, que le enviaban de tributo los galeones de oro y joyas; solo cuando Felipe II, que se gastó un reino en procurarse otro, y lo dejó todo a su muerte envenenado y frío, como el agujero en que ha dormido la víbora. He was only in the fight; only when Fernando, who knew nothing at all, did not want to displease those of the conquest, who sent him such a good gold to the court; only when Carlos V, who as a child heard it with veneration, but deceived him later, when he entered into ambitions that required a lot of spending, and was not about to put on the "things of the clergyman" against those of America, who sent him I pay tribute to the gold galleons and jewels; only when Felipe II, who spent a kingdom in procuring another, and left everything to his death poisoned and cold, like the hole in which the viper has slept.

Si iba a ver al rey, se encontraba la antesala llena de amigos de los encomenderos, todos de seda sombreros de plumas, con collares de oro de los indios americanos: al ministro no le podía hablar, porque tenía encomiendas él, y tenía minas, o gozaba los frutos de las que poseía en cabeza de otros. If he went to see the king, there was the anteroom full of friends of the encomenderos, all in silk feather hats, with gold collars of the American Indians: the minister could not talk to him, because he had commissions, and he had mines, or enjoyed the fruits of those he possessed in the heads of others. De miedo de perder el favor de la corte, no le ayudaban los mismos que no tenían en América interés. In fear of losing the favor of the court, they were not helped by the same ones who did not have interest in America. Los que más lo respetaban, por bravo, por justo, por astuto, por elocuente, no lo querían decir, o lo decían donde no los oyeran: porque los hombres suelen admirar al virtuoso mientras no los avergüenza con su virtud o les estorba las ganancias; pero en cuanto se les pone en su camino, bajan los ojos al verlo pasar, o dicen maldades de él, o dejan que otros las digan, o lo saludan a medio sombrero, y le van clavando la puñalada en la sombra. Those who respected him the most, for bravo, for just, for astute, for eloquent, did not want to say it, or said it where they could not hear: because men tend to admire the virtuoso while not shaming them with their virtue or getting in the way of profits ; but as soon as they are put in their path, they lower their eyes when they see him pass by, or they say evil things about him, or they let others say them, or they greet him in a hat, and they stab him in the shade. El hombre virtuoso debe ser fuerte de ánimo, y no tenerle miedo a la soledad, ni esperar a que los demás le ayuden, porque estará siempre solo: ¡pero con la alegría de obrar bien, que se parece al cielo de la mañana en la claridad! The virtuous man must be strong in spirit, and not be afraid of loneliness, nor wait for others to help him, because he will always be alone: ​​but with the joy of doing well, which resembles the morning sky in the clarity! Y como él era tan sagaz que no decía cosa que pudiera ofender al rey ni a la Inquisición, sino que pedía la bondad con los indios para bien del rey, y para que se hiciesen más de veras cristianos, no tenían los de la corte modo de negársele a las claras, sino que fingían estimarle mucho el celo, y una vez le daban el título de «Protector Universal de los Indios», con la firma de Fernando, pero sin modo de que le acatasen la autoridad de proteger; y otra, al cabo de cuarenta años de razonar, le dijeron que pusiera en papel las razones por que opinaba que no debían ser esclavos los indios; y otra le dieron poder para que llevase trabajadores de España a una colonia de Cumaná donde se había de ver a los indios con amor, y no halló en toda España sino cincuenta que quisieran ir a trabajar, los cuales fueron, con un vestido que tenía una cruz al pecho, pero no pudieron poner la colonia, porque el «adelantado» había ido antes que ellos con las armas, y los indios enfurecidos disparaban sus flechas de punta envenenada contra todo el que llevaba cruz. And since he was so sagacious that he did not say anything that might offend the king or the Inquisition, but asked for kindness with the Indians for the king's sake, and for them to become more truly Christian, they did not have those of the court of denying himself plainly, but pretending to esteem him a great deal of zeal, and once they gave him the title of "Universal Protector of the Indians," with Fernando's signature, but with no way of having the authority to protect him; and another, after forty years of reasoning, they told him to put on paper the reasons why he thought that the Indians should not be slaves; and another gave him power to take workers from Spain to a colony of Cumana where the Indians were to be seen with love, and found in all Spain but fifty who wanted to go to work, which they were, with a dress that had a cross to the chest, but they could not put the colony, because the "advance" had gone before them with the weapons, and the angry Indians shot their poisoned arrows at everyone who wore a cross.

Y por fin le encargaron, como por entretenerlo, que pidiese las leyes que le parecían a él bien para los indios, «¡cuantas leyes quisiera, pues que por ley más o menos no hemos de pelear!», y él las escribía, y las mandaba el rey cumplir, pero en el barco iba la ley, y el modo de desobedecerla. And at last they charged him, as if to entertain him, to ask for the laws that seemed good to him for the Indians, "how many laws I would like, because by law we are not about to fight!", And he wrote them, and the king ordered them to comply, but the law went on the boat, and the way to disobey it. El rey le daba audiencia, y hacía como que le tomaba consejo; pero luego entraba Sepúlveda, con sus pies blandos y sus ojos de zorra, a traer los recados de los que mandaban los galeones, Y lo que se hacía de verdad era lo que decía Sepúlveda. The king gave him an audience, and pretended to take advice; but then Sepulveda entered, with his soft feet and his fox's eyes, to bring the messages of those who ordered the galleons, and what was really done was what Sepulveda said. Las Casas lo sabía, lo sabía bien; pero ni bajó el tono, ni se cansó de acusar, ni de llamar crimen a lo que era, ni de contar en su «Descripción» las «crueldades», para que el rey mandara al menos que no fuesen tantas, por la vergüenza de que las supiera el mundo. Las Casas knew it, he knew it well; but neither did he lower his tone, nor did he tire of accusing, or calling crime what it was, nor of telling in his "Description" the "cruelties", so that the king would order at least that there were not so many, because of the shame of that the world knew. El nombre de los malos no lo decía, porque era noble y les tuvo compasión. The name of the bad guys did not say it, because he was noble and he had compassion. Y escribía como hablaba, con la letra fuerte y desigual, llena de chispazos de tinta, como caballo que lleva de jinete a quien quiere llegar pronto, y va levantando el polvo y sacando luces de la piedra. And he wrote as he spoke, with the strong and unequal letter, full of sparks of ink, like a horse that carries a rider to those who want to arrive soon, and goes up the dust and taking lights out of the stone. Fue obispo por fin, pero no de Cusco, que era obispado rico, sino de Chiapas, donde por lo lejos que estaba el virrey, vivían los indios en mayor esclavitud. He was a bishop at last, but not from Cusco, which was a rich bishopric, but from Chiapas, where, as far as the viceroy was, the Indians lived in greater slavery.

Fue a Chiapas, a llorar con los indios; pero no sólo a llorar, porque con lágrimas y quejas no se vence a los pícaros, sino a acusarlos sin miedo, a negarles la iglesia a los españoles que no cumplían con la ley nueva que mandaba poner libres a los indios, a hablar en los consejos del ayuntamiento, con discursos que eran a la vez tiernos y terribles, y dejaban a los encomenderos atrevidos como los árboles cuando ha pasado el vendabal. He went to Chiapas, to mourn with the Indians; but not only to cry, because with tears and complaints the rogues are not defeated, but to accuse them without fear, to deny the church to the Spaniards who did not comply with the new law that commanded to set the Indians free, to speak in the councils of the town hall, with speeches that were both tender and terrible, and left the encomenderos bold as the trees when the vendabal has passed. Pero los encomenderos podían más que él, porque tenían el gobierno de su lado; y le componían cantares en que le decían traidor y español malo; y le daban de noche músicas de cencerro, y le disparaban arcabuces a la puerta para ponerlo en temor, y le rodeaban el convento armados,—todos armados, contra un viejo flaco y solo. But the encomenderos could more than him, because they had the government on their side; and they composed songs in which they said traitor and bad Spanish; and they gave him bells at night, and they shot arquebuses at the door to put him in fear, and they surrounded him the convent armed, -all armed, against a skinny old man and alone. Y hasta le salieron al camino de Ciudad Real para que no volviera a entrar en la población. And they even went to the road to Ciudad Real so that it would not enter the town again. El venía a pie, con su bastón, y con dos españoles buenos, y un negro que lo quería como a padre suyo: porque es verdad que las Casas por el amor de los indios, aconsejó al principio de la conquista que se siguiese trayendo esclavos negros, que resistían mejor el calor; pero luego que los vio padecer, se golpeaba el pecho, y decía: «¡con mi sangre quisiera pagar el pecado de aquel consejo que di por mi amor a los indios!» Con su negro cariñoso venía, y los dos españoles buenos. He came on foot, with his cane, and with two good Spaniards, and a black man who loved him as his father: because it is true that Las Casas, for the love of the Indians, advised at the beginning of the conquest that slaves should continue to be brought blacks, who resisted the heat better; but after he saw them suffer, he beat his chest, and said: "With my blood I would pay the sin of that advice I gave for my love to the Indians!" With his affectionate black came, and the two good Spaniards. Venía tal vez de ver cómo salvaba a la pobre india que se le abrazó a las rodillas a la puerta de su templo mexicano, loca de dolor porque los españoles le habían matado al marido de su corazón, que fue de noche a rezarles a los dioses: ¡y vio de pronto las Casas que eran indios los centinelas que los españoles le habían echado para que no entrase! Maybe he came to see how he saved the poor Indian woman who hugged her knees at the door of her Mexican temple, mad with pain because the Spaniards had killed the husband of her heart, who went at night to pray to the gods And suddenly he saw the Houses that were Indians, the sentinels that the Spaniards had thrown out for him not to enter! ¡El les daba a los indios su vida, y los indios venían a atacar a su salvador, porque se lo mandaban los que los azotaban! He gave the Indians his life, and the Indians came to attack his savior, because they were sent by those who beat them! Y no se quejó, sino que dijo así: «Pues por eso, hijos míos, os tengo de defender más, porque os tienen tan martirizados que no tenéis ya valor ni para agradecer.» Y los indios, llorando, se echaron a sus pies, y le pidieron perdón. And he did not complain, but said: "Because of that, my children, I have to defend you more, because they have you so martyred that you do not have the courage to thank." And the Indians, crying, fell at his feet , and they asked for forgiveness. Y, entró en Ciudad Real, donde los encomenderos lo esperaban, armados de arcabuz y cañón, como para ir a la guerra. And, he entered Ciudad Real, where the encomenderos were waiting for him, armed with arcabuz and cannon, as if to go to war. Casi a escondidas tuvo que embarcarlo para España el virrey, porque los encomenderos lo querían matar. Almost secretly he had to ship it to Spain the viceroy, because the encomenderos wanted to kill him. El se fue a su convento, a pelear, a defender, a llorar, a escribir. He went to his convent, to fight, to defend, to cry, to write. Y murió, sin cansarse, a los noventa y dos años. And he died, without getting tired, at ninety-two.