Parte (1)
Pepa Villa, taxista en Barcelona Una operación arriesgada Alicia Estopiñá y Neus Sans
Pepa Villa. Es una joven taxista que vive y trabaja en Barcelona. Javier Aguirre. Es la actual pareja de Pepa. Es médico y trabaja en una clínica de estética. Loli. Es peluquera y amiga de Pepa. Quiere aumentar el tamaño de sus pechos. Armando. Es un argentino que tiene un bar en el barrio de Gracia, donde viven Pepa y Loli. Arturo Melo. Es el médico propietario de la Clínica Melo, centro de estética donde trabaja Javier, el novio de Pepa. Carlo Occhiobello. Es un atractivo médico italiano que trabaja en la Clínica Melo. Es un adicto a la güija. Francisco Tilla. Es un periodista de la prensa del corazón. Condesa de Jabugo. Es una rica aristócrata, buena clienta de la Clínica Melo.
Capítulo 1 Hola. Me presento: me llamo Pepa Villa, tengo treinta y tres años, soy taxista y vivo en el barrio de Gracia1 de Barcelona. Me gusta mi trabajo porque me gusta conducir y conocer gente. La verdad es que conduzco muy bien; no siempre respeto las normas del tráfico, pero conduzco bien. Estoy soltera, sin hijos, y quiero seguir así. He tenido algunos novios. Mi madre y mi hermana dicen que demasiados. No sé. Quizás tienen razón. Yo creo que ahora, por fin, mi suerte ha cambiado. Conocí a Javier hace tres meses y es encantador. No nos hemos peleado ni una sola vez. Se llama Javier Aguirre, tiene cuarenta años, es médico y trabaja en una clínica de estética. Está divorciado y tiene dos hijos, de siete y nueve años, que pasan con él un fin de semana cada quince días. Él quiere que yo juegue con ellos, que los acompañe al cine o al parque; pero a mí me aburren sus juegos, no me gustan las películas infantiles y en el parque no sirven cerveza. Cuando toca2 niños, yo le digo a Javier que voy a ver a mi madre o a mis sobrinos, pero la verdad es que me voy con mis amigos. Tengo bastantes amigos. Ya he dicho que en mi trabajo se conoce a mucha gente.
Hoy tengo la tarde libre, pero Javier trabaja, así que voy a ir con Loli a tomar un café al bar de Armando, el argentino. Loli es peluquera y trabaja en la misma calle en la que yo vivo. Hay dos cosas en la vida de Loli que, según ella, necesitan un arreglo urgente: el local de la peluquería y sus tetas. Yo estoy de acuerdo en que tiene que pintar y modernizar el cuartito en el que lava, tiñe y peina cabezas, pero no veo la necesidad de pasar por un quirófano para ponerse silicona. Sí, sus tetas no soy muy grandes, ¿y qué? Pero a ella el tamaño sí le importa. Javier le ha dicho a Loli que en su clínica, la Clínica Melo, hacen milagros. Entras fea, gorda y con arrugas, y sales guapa, delgada y con la piel de un bebé. Loli ha estado ahorrando durante algún tiempo y ahora tiene el dinero suficiente para la operación. La peluquería puede esperar.
Capítulo 2 Hay poca gente en el bar. Loli no ha llegado. Armando sonríe al verme. Armando siempre sonríe. Armando es un argentino tan dulce como los panqueques3 que prepara. −¡Che, Pepa! ¿Cómo andás? −Se acerca y me da dos besos −¿Hoy no trabajás? Armando lleva treinta años viviendo en Barcelona, pero sigue hablando español con acento porteño. −No. Tengo la tarde libre. Estoy esperando a Loli. ¡Ponme un café, por favor! −¿Un café solo? ¿Sin azúcar? Entra Loli. Lleva un pantalón blanco muy ajustado, zapatos blancos de tacón y una chaqueta de piel de color rojo. Nos damos un par de besos. A mí no me gustan los besos, pero... ¿qué puedo hacer? −¡Pero qué linda! −Armando silba al verla entrar−. ¿Tenés una cita? −Sí, conmigo –digo yo. −Sí –dice Loli−, pero luego vamos a ir a un sitio… −¿Adónde? –pregunta Armando−. ¿A la ópera? Porque, nena, te pusiste muy linda. −Armando, por favor, ponme un café con leche −pide Loli−. ¿Os gusta mi peinado?
Yo no sé qué decir. Se ha cortado el pelo de forma desigual, muy corto en la parte de atrás y largo por los lados, y se lo ha teñido negro brillante con mechones de color naranja y amarillo. De lejos, parece un sombrero de esos que se ven en las carreras de Ascot. −Original –digo. −Sí, muy original –dice Armando. −Los zapatos y el pantalón son nuevos –dice Loli. −Están bárbaros –miente Armando−. Te quedan rebién. −¿Voy bien, Pepa? Tú entiendes más que yo de estas cosas… −Pues claro que vas bien. Pero… ¿adónde quieres ir? −¡A la clínica, mujer! Tengo una cita con el doctor Melo. El doctor Arturo Melo es el jefe de Javier y el dueño de la clínica. Es un tipo de unos sesenta años, pero parece de cuarenta. Su mujer tiene cuarenta y parece que tenga diez. Tiene cara de niña, habla como una niña y pide cosas continuamente: un bolso, un abrigo, un collar, un anillo, un yate… Javier y yo cenamos con ellos la semana pasada. Fue una noche inolvidable. −¿Y quieres que yo te acompañe? –pregunto−. No tengo ganas de volver a ver al doctor Melo. −¡Pues claro! Yo… ¡Ay, tengo unos nervios! Armando le pregunta a Loli adónde va y para qué. Ella le explica que quiere operarse las tetas. Los dos pasan un buen rato hablando de operaciones. Armando conoce a mucha gente. A la gente le gusta contarle sus problemas.
Capítulo 3 9 Salimos a la calle y vamos andando hasta la parada del autobús. La Clínica Melo está en la parte alta de Barcelona, donde viven y trabajan los ricos. Hay poca gente en el autobús y podemos sentarnos una al lado de la otra. −Y tú, Pepa ¿no quieres hacerte algún arreglillo? −Yo, Loli, no tengo arreglo. −Te hablo en serio, Pepa. −¿Tú crees que debo arreglarme algo? −¡Ay, no sé! Yo te veo bien −mentira, pienso yo−, pero siempre hay alguna cosilla, no sé, celulitis, o flaccidez… −Voy a preguntar si hacen descuentos para grupos. Mi madre vio en casa un folleto de la clínica y ahora está pensando en quitarse unas arruguitas y en estirarse un poco la piel del cuello. Mi hermana Susana, que también vio el folleto, quiere hacerse una liposucción, porque después de los dos embarazos tiene grasa en la barriga. ¡Vaya chorrada! −¿Tu madre y tu hermana conocen ya a Javier? −No. No se lo he presentado. Pero a las dos les parece «ideal» que salga con un médico. Quieren conocerlo, in- formarse y probar todas las cosas que hacen en su clínica. −Claro, chica. Es que un médico… Y, además, Javier es muy guay.
−Sí, pero cuando estoy desnuda me parece que me estudia como a sus clientes. No tengo un tipo perfecto, ya lo sé. Yo no me paso la vida en el gimnasio, como mi hermana Susana. Yo estoy sentada en el taxi muchas horas, no hago ejercicio y bebo mucha cerveza. ¡Claro que tengo barriga! ¡Y celulitis en el culo y en las caderas! ¡No te jode! Pero no voy a pasar por la clínica milagrosa. −Pues una liposucción… Eso de quitar la grasa, ya sabes. He leído que quedas perfecta. ¿Javier no te lo ha dicho? −No hablo de trabajo con mis novios. −Ya. Pero ¿no te ha dicho Javier que con una liposucción puedes quitarte la celulitis del culo y de las caderas? −Si se atreve, lo mando a la mierda. −Eres muy bruta, Pepa. Por eso no te duran los novios. Mira: ya llegamos. ¡Ay, qué nervios! ¿Es simpático el doctor Melo?
Capítulo 4 11 La recepcionista parece salida del folleto de propaganda de la clínica. Me pregunto si alguna vez deja de sonreír. −Hola, Pepa. −Me conoce. Me ha visto otras veces con Javier−. ¿Llamo al doctor Aguirre? ¿Le digo que estás aquí? −No, no te molestes. Vengo a acompañar a mi amiga Loli. –La recepcionista mira a Loli de la cabeza a los pies. Sé lo que está pensando, pero como es una chica muy educada, sigue sonriendo−. Tiene una cita con el doctor Melo. −¡Ah, muy bien! –Mira el ordenador−. Dolores Martínez, ¿no? −Sí, Loli Martínez −precisa mi amiga. −Podéis pasar a la sala de espera. Las paredes de la sala de espera están cubiertas de títulos, diplomas y certificados. El famoso doctor Arturo Melo los colecciona como si fueran sellos. Yo los miro y Loli mira revistas. Pasados unos minutos, la puerta se abre y una chica que parece un clon de la recepcionista nos dice que entremos. El doctor se levanta y nos damos un par de besos. −¡Pepa! ¡Qué sorpresa! −Hola, Arturo. Esta es mi amiga Loli. He venido a acompañarla.
−Hola, Loli. –Arturo le da también un par de besos. Loli se emociona. El doctor se parece a George Clooney y su consulta parece la recepción de un hotel de superlujo−. Vamos a sentarnos –dice, y nos indica un sofá y unos sillones−. ¿Queréis tomar algo? ¿Un café, una Coca-Cola? Light, por supuesto –ríe. Loli también ríe. Yo no le veo la gracia, pero sonrío. En esta clínica hay que sonreír. Todo el mundo es feliz. −No, no quiero nada. Gracias –digo. −Yo tampoco –dice Loli. −Bueno, pues... ¿En qué puedo ayudarte? –le pregunta Arturo a Loli. Loli le explica lo que quiere. −Una mamoplastia de aumento. Muy bien –dice Artu- ro−. Ningún problema. Voy a presentarte a mi compañero, el doctor Carlo Occhiobello, que es el especialista en este tipo de intervenciones. Es italiano y ha trabajado en Milán y Nueva York. Tiene mucha experiencia y es el mejor. Va- mos –se pone en pie y nosotras también−. Os acompaño a su consulta. Arturo llama a la puerta que hay frente a su consulta y, sin esperar respuesta, abre. Un hombre alto, rubio, joven y bronceado se levanta del sillón en el que estaba sentado detrás de una gran mesa. «¡Joder, cómo está el tío!» Artu- ro hace las presentaciones. Esta vez, nada de besitos. ¡Qué lástima! El doctor Occhiobello nos estrecha las manos y nos enseña unos dientes blancos y perfectos. De repente, recuerdo que no me he lavado los dientes después de co-
13 mer. ¡Dios! Estoy en la exposición universal de dentaduras impecables y yo con restos de comida en la boca. El doctor Occhiobello le hace preguntas a Loli y le explica todos los detalles de la operación. Operarse las tetas parece más fácil que cambiar de peinado. Después llega una enfermera −también es feliz, sonríe continuamente− y ella, Loli y el doctor pasan a otra habitación. Para una valoración anatómica, dicen. También hay que hacer fotos.
−¿Fotos? ¿A mí? –pregunta Loli. Conozco bien a mi amiga y sé que no ha entendido nada de lo que le han dicho. Los médicos usan palabras difíciles de comprender. −A tus tetas, tonta –le explico yo. Me quedo sola y espero. Vuelven. Ya está todo arreglado. El próximo viernes, día 15, Loli va a tener las tetas que siempre soñó. Arturo nos acompaña hasta la salida. Me dice que Javier no puede saludarme porque está haciéndole una blefaro- plastia a una señora. −¿Qué es lo que le está haciendo a una señora? Suena a guarrería –me dice Loli en voz baja. Nos despedimos. «Hasta pronto.»
Capítulo 5 15 Cogemos el autobús para ir a casa. Loli se ha enamorado del doctor Occhiobello. Es el hombre perfecto. Médico, italiano y guapísimo. −¡Ay, Pepa! –suspira−. Este tío está buenísimo. ¿Sabes si está casado? −No lo sé. −¿Puedes preguntárselo a Javier? ¡Llámalo, venga! −Pero, ¿tú estás loca? ¡Cómo voy a llamar a Javier solo para preguntarle si el italiano está casado! −Me han hecho fotos, ¿sabes? Fotos de las tetas. Y el doctor me miraba de una forma… −¡Pues claro, boba! Es su trabajo. −Ya lo sé, pero… Suena mi móvil. Es Javier. Le han dicho que he estado en la clínica.