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Libro Completo: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, El ingenioso hidalgo Don Quijote Capítulo VI

El ingenioso hidalgo Don Quijote Capítulo VI

Capítulo VI - Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo

El cual aún todavía dormía [1].

Pidió las llaves a la sobrina del aposento donde estaban los libros autores del daño, y ella se las dio de muy buena gana. Entraron dentro todos, y la ama con ellos, y hallaron más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados [2], y otros pequeños; y, así como el ama los vio [3], volvióse a salir del aposento con gran priesa, y tornó luego con una escudilla de agua bendita y un hisopo [4], y dijo: —Tome vuestra merced, señor licenciado; rocíe este aposento, no esté aquí algún encantador de los muchos que tienen estos libros, y nos encanten, en pena de las [*] que les queremos dar echándolos del mundo [5].

Causó risa al licenciado la simplicidad del ama [*][6] y mandó al barbero que le fuese dando de aquellos libros uno a uno, para ver de qué trataban, pues podía ser hallar algunos que no mereciesen castigo de fuego [7].

—No —dijo la sobrina—, no hay para qué perdonar a ninguno, porque todos han sido los dañadores: mejor será arrojallos [*] por las ventanas al patio y hacer un rimero dellos [8] y pegarles fuego; y, si no, llevarlos al corral, y allí se hará la hoguera, y no ofenderá el humo [9].

Lo mismo dijo el ama: tal era la gana que las dos tenían de la muerte de aquellos inocentes; mas el cura no vino en ello [10] sin primero leer siquiera los títulos.

Y el primero que maese Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula [11], y dijo el cura: —Parece cosa de misterio esta [12], porque, según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen deste; y, así, me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos sin escusa alguna condenar al fuego.

—No, señor —dijo el barbero—, que también he oído decir que es el mejor [*] de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar.

—Así es verdad —dijo el cura—, y por esa razón se le otorga la vida por ahora.

Veamos esotro que está junto a él. —Es —dijo el barbero— Las sergas de Esplandián [13], hijo legítimo de Amadís de Gaula [14].

—Pues en verdad —dijo el cura— que no le ha de valer al hijo la bondad del padre.

Tomad, señora ama, abrid esa ventana y echadle al corral, y dé principio al montón de la hoguera que se ha de hacer. Hízolo así el ama con mucho contento, y el bueno de Esplandián fue volando al corral, esperando con toda paciencia el fuego que le amenazaba.

—Adelante —dijo el cura.

—Este que viene —dijo el barbero— es Amadís de Grecia [15], y aun todos los deste lado, a lo que creo, son del mesmo linaje de Amadís.

—Pues vayan todos al corral —dijo el cura—, que a trueco de quemar a la reina Pintiquiniestra, y al pastor Darinel [*], y a sus églogas, y a las endiabladas y revueltas razones de su autor, quemaré [*] con ellos al padre que me engendró, si anduviera en figura de caballero andante.

—De ese parecer soy yo —dijo el barbero.

—Y aun yo —añadió la sobrina.

—Pues así es —dijo el ama—, vengan, y al corral con ellos.

Diéronselos, que eran muchos, y ella ahorró la escalera y dio con ellos por la ventana abajo.

—¿Quién es ese tonel [16]?

—dijo el cura.

—Este es —respondió el barbero— Don Olivante de Laura [17].

—El autor de ese libro —dijo el cura— fue el mesmo que compuso a Jardín [*] de flores [18], y en verdad que no sepa determinar cuál de los dos libros es más verdadero o, por decir mejor, menos mentiroso; solo sé decir que este irá al corral, por disparatado y arrogante.

—Este que se sigue es Florismarte [*] de Hircania [19] —dijo el barbero.

—¿Ahí está el señor Florismarte?

—replicó el cura—. Pues a fe que ha de parar presto en el corral, a pesar de su estraño nacimiento y soñadas [*] aventuras, que no da lugar a otra cosa la dureza y sequedad de su estilo. Al corral con él, y con esotro, señora ama. —Que me place, señor mío —respondía ella; y con mucha alegría ejecutaba lo que le era mandado.

—Este es El caballero Platir [20] —dijo el barbero.

—Antiguo libro es ese —dijo el cura—, y no hallo en él cosa que merezca venia [21].

Acompañe a los demás sin réplica. Y así fue hecho.

Abrióse otro libro y vieron que tenía por título El caballero de la Cruz [22]. —Por nombre tan santo como este libro tiene, se podía perdonar su ignorancia; mas también se suele decir «tras la cruz está el diablo» [23].

Vaya al fuego. Tomando el barbero otro libro, dijo:

—Este es Espejo de caballerías [24].

—Ya conozco a su merced —dijo el cura—.

Ahí anda el señor Reinaldos de Montalbán con sus amigos y compañeros, más ladrones que Caco [25], y los Doce Pares, con el verdadero historiador Turpín [26], y en verdad que estoy por condenarlos no más que a destierro perpetuo, siquiera porque tienen parte de la invención del famoso Mateo Boyardo [27], de donde también tejió su tela [28] el cristiano poeta Ludovico Ariosto [29]; al cual, si aquí le hallo, y que habla en otra lengua que la suya [30], no le guardaré respeto alguno, pero, si habla en su idioma, le pondré sobre mi cabeza [31]. —Pues yo le tengo en italiano —dijo el barbero—, mas no le entiendo.

—Ni aun fuera [*] bien que vos le entendiérades [32] —respondió el cura—; y aquí le perdonáramos al señor capitán que no le hubiera traído a España y hecho castellano, que le quitó mucho de su natural valor, y lo mesmo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua, que, por mucho cuidado que pongan y habilidad que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento.

Digo, en efeto, que este libro y todos los que se hallaren que tratan destas cosas de Francia [33] se echen y depositen en un pozo seco [34], hasta que con más acuerdo se vea lo que se ha de hacer dellos, ecetuando a un Bernardo del Carpio que anda por ahí [35], y a otro llamado Roncesvalles [36]; que estos, en llegando a mis manos, han de estar en las del ama, y dellas en las del fuego, sin remisión alguna. Todo lo confirmó el barbero y lo tuvo por bien y por cosa muy acertada, por entender que era el cura tan buen cristiano y tan amigo de la verdad, que no diría otra cosa por todas las del mundo.

Y abriendo otro libro vio que era Palmerín de Oliva [37], y junto a él estaba otro que se llamaba Palmerín de Ingalaterra [38]; lo cual visto por el licenciado, dijo: —Esa oliva se haga luego rajas y se queme [39], que aun no queden della las cenizas, y esa palma de Ingalaterra se guarde y se conserve como a cosa única, y se haga para ello [*] otra caja como la que halló Alejandro en los despojos de Dario [40], que la diputó para guardar en ella las obras del poeta Homero.

Este libro, señor compadre, tiene autoridad por dos cosas: la una, porque él por sí es muy bueno; y la otra, porque es fama que le compuso un discreto rey de Portugal. Todas las aventuras del castillo de Miraguarda son bonísimas y de grande artificio [41]; las razones, cortesanas y claras, que guardan y miran el decoro del que habla, con mucha propriedad y entendimiento. Digo, pues, salvo vuestro buen parecer, señor maese Nicolás, que este y Amadís de Gaula queden libres del fuego, y todos los demás, sin hacer más cala y cata [42], perezcan. —No, señor compadre —replicó el barbero—, que este que aquí tengo es el afamado Don Belianís [43].

—Pues ese —replicó el cura—, con la segunda, tercera y cuarta parte, tienen necesidad de un poco de ruibarbo para purgar la demasiada cólera suya [44], y es menester quitarles todo aquello del castillo de la Fama y otras impertinencias de más importancia [45], para lo cual se les da término ultramarino [46], y como se enmendaren, así se usará con ellos de misericordia o de justicia; y en tanto, tenedlos vos, compadre, en vuestra casa, mas no los dejéis leer a ninguno [47].

—Que me place —respondió el barbero.

Y, sin querer cansarse más en leer libros de caballerías, mandó [*] al ama que tomase todos los grandes [48] y diese con ellos en el corral.

No se dijo a tonta ni a sorda, sino a quien tenía más gana de quemallos que de echar una tela [49], por grande y delgada que fuera; y asiendo casi ocho de una vez, los arrojó por la ventana. Por tomar muchos juntos, se le cayó uno a los pies del barbero, que le tomó gana de ver de quién era, y vio que decía Historia del famoso caballero Tirante el Blanco [50]. —¡Válame Dios [51] —dijo el cura, dando una gran voz—, que aquí esté Tirante el Blanco!

Dádmele acá, compadre, que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos. Aquí está don Quirieleisón de Montalbán, valeroso caballero, y su hermano Tomás de Montalbán, y el caballero Fonseca, con la batalla que el valiente de Tirante [*] hizo con el alano, y las agudezas de la doncella Placerdemivida, con los amores y embustes de la viuda Reposada, y la señora Emperatriz, enamorada de Hipólito, su escudero [52]. Dígoos verdad, señor compadre, que por su estilo es este el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con estas [*] cosas de que todos los demás libros deste género carecen [53]. Con todo eso, os digo que merecía el que le [*] compuso, pues no hizo [*] tantas necedades de industria, que le echaran a galeras por todos los días de su vida [54]. Llevadle a casa y leedle, y veréis que es verdad cuanto dél os he dicho. —Así será —respondió el barbero—, pero ¿qué haremos destos pequeños libros que quedan?

—Estos —dijo el cura— no deben de ser de caballerías, sino de poesía.

Y abriendo uno vio que era La Diana de Jorge de Montemayor [55], y dijo, creyendo que todos los demás eran del mesmo género:

—Estos no merecen ser quemados, como los demás, porque no hacen ni harán el daño que los de caballerías han hecho, que son libros de entretenimiento [*] sin perjuicio de tercero [56].

—¡Ay, señor!

—dijo la sobrina—, bien los puede vuestra merced mandar quemar como a los demás, porque no sería mucho que, habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo estos se le antojase de hacerse pastor [57] y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo, y, lo que sería peor, hacerse poeta, que según dicen es enfermedad incurable y pegadiza [58]. —Verdad dice esta doncella —dijo el cura—, y será bien quitarle a nuestro amigo este tropiezo y ocasión delante [*].

Y pues comenzamos por La Diana de Montemayor, soy de parecer que no se queme, sino que se le quite todo aquello que trata de la sabia Felicia y de la [*] agua encantada [59], y casi todos los versos mayores [60], y quédesele enhorabuena la prosa, y la honra de ser primero en semejantes libros. —Este que se sigue —dijo el barbero— es La Diana llamada segunda del Salmantino [61]; y este, otro que tiene el mesmo nombre, cuyo autor es Gil Polo [62].

—Pues la del Salmantino —respondió el cura— acompañe y acreciente el número de los condenados al corral, y la de Gil Polo se guarde como si fuera del mesmo Apolo; y pase adelante, señor compadre, y démonos prisa, que se va haciendo tarde.

—Este libro es —dijo el barbero abriendo otro— Los diez libros de Fortuna de amor [*], compuestos por Antonio de Lofraso, poeta sardo [63].

—Por las órdenes que recebí —dijo el cura— que desde que Apolo fue Apolo, y las musas musas, y los poetas poetas, tan gracioso ni tan disparatado libro como ese no se ha compuesto, y que, por su camino, es el mejor y el más único de cuantos deste género han salido a la luz del mundo [64], y el que no le ha leído puede hacer cuenta que no ha leído jamás cosa de gusto.

Dádmele acá, compadre, que precio más haberle hallado que si me dieran una sotana de raja de Florencia [65]. Púsole aparte con grandísimo gusto, y el barbero prosiguió diciendo:

—Estos que se siguen son El pastor de Iberia, Ninfas de Henares y Desengaños de celos [66].

—Pues no hay más que hacer —dijo el cura—, sino entregarlos al brazo seglar del ama [67], y no se me pregunte el porqué, que sería nunca acabar.

—Este que viene es El pastor de Fílida [68].

—No es ése pastor —dijo el cura—, sino muy discreto cortesano: guárdese como joya preciosa.

—Este grande que aquí viene se intitula —dijo el barbero— Tesoro de varias poesías [69].

—Como ellas no fueran tantas —dijo el cura—, fueran más estimadas: menester es que este libro se escarde y limpie de algunas bajezas que entre sus grandezas tiene; guárdese, porque su autor es amigo mío, y por respeto de otras más heroicas y levantadas obras que ha escrito.

—Este es —siguió el barbero— el Cancionero de López Maldonado [70].

—También el autor de ese libro —replicó el cura— es grande amigo mío, y sus versos en su boca admiran a quien los oye, y tal es la suavidad de la voz con que los canta, que encanta.

Algo largo es en las églogas, pero nunca lo bueno fue mucho; guárdese con los escogidos. Pero ¿qué libro es ese que está junto a él? —La Galatea de Miguel de Cervantes [71] —dijo el barbero.

—Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos.

Su libro tiene algo de buena invención: propone algo, y no concluye nada; es menester esperar la segunda parte que promete: quizá con la emienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega [72]; y entre tanto que esto [*] se ve, tenedle recluso en vuestra posada, señor compadre. —Que me place —respondió el barbero—.

Y aquí vienen tres todos juntos: La Araucana [*] de don Alonso de Ercilla [*][73], La Austríada de Juan Rufo, jurado de Córdoba [74], y El Monserrato [*] de Cristóbal de Virués, poeta valenciano [75]. —Todos esos tres libros —dijo el cura— son los mejores que en verso heroico en lengua castellana están escritos [76], y pueden competir con los más famosos de Italia; guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España.

Cansóse el cura de ver más libros, y así, a carga cerrada [77], quiso que todos los demás se quemasen; pero ya tenía abierto uno el barbero, que se llamaba Las lágrimas de Angélica [78].

—Lloráralas yo —dijo el cura en oyendo el nombre— si tal libro hubiera mandado quemar, porque su autor fue uno de los famosos poetas del mundo, no solo de España, y fue felicísimo en la tradución de algunas fábulas de Ovidio [79].

El ingenioso hidalgo Don Quijote Capítulo VI Der geniale Hidalgo Don Quijote Kapitel VI The Ingenious Hidalgo Don Quixote Chapter VI L'ingénieux hidalgo Don Quichotte Chapitre VI L'ingegnoso Hidalgo Don Chisciotte Capitolo VI 独創的なイダルゴ ドン・キホーテ第六章 O Engenhoso Hidalgo Dom Quixote Capítulo VI

Capítulo VI - Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo

El cual aún todavía dormía [1].

Pidió las llaves a la sobrina del aposento donde estaban los libros autores del daño, y ella se las dio de muy buena gana. He asked for the keys to the niece of the room where the books that were the authors of the damage were, and she willingly gave them to him. Entraron dentro todos, y la ama con ellos, y hallaron más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados [2], y otros pequeños; y, así como el ama los vio [3], volvióse a salir del aposento con gran priesa, y tornó luego con una escudilla de agua bendita y un hisopo [4], y dijo: —Tome vuestra merced, señor licenciado; rocíe este aposento, no esté aquí algún encantador de los muchos que tienen estos libros, y nos encanten, en pena de las [*] que les queremos dar echándolos del mundo [5]. —Take your grace, my lord; sprinkle this room, some charming of the many who have these books are not here, and we love them, in pain of the [*] that we want to give them throwing them out of the world [5]. — Tome a honra, Sr. Licenciado; polvilhe esta sala, não há aqui um dos muitos encantadores que têm esses livros, e nós os amamos, com pena do [*] que queremos dar a eles jogando-os fora do mundo [5].

Causó risa al licenciado la simplicidad del ama [*][6] y mandó al barbero que le fuese dando de aquellos libros uno a uno, para ver de qué trataban, pues podía ser hallar algunos que no mereciesen castigo de fuego [7].

—No —dijo la sobrina—, no hay para qué perdonar a ninguno, porque todos han sido los dañadores: mejor será arrojallos [*] por las ventanas al patio y hacer un rimero dellos [8] y pegarles fuego; y, si no, llevarlos al corral, y allí se hará la hoguera, y no ofenderá el humo [9].

Lo mismo dijo el ama: tal era la gana que las dos tenían de la muerte de aquellos inocentes; mas el cura no vino en ello [10] sin primero leer siquiera los títulos.

Y el primero que maese Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula [11], y dijo el cura: And the first that Master Nicolás gave him in his hands was Los cuatro de Amadís de Gaula [11], and the priest said: —Parece cosa de misterio esta [12], porque, según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen deste; y, así, me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos sin escusa alguna condenar al fuego. —It seems a mystery this [12], because, as I have heard it said, this book was the first of chivalry that was printed in Spain, and all the others have taken their origin and origin from this one; and, thus, it seems to me that, as a dogmatizer of such a bad sect, we owe without any condemnation to fire.

—No, señor —dijo el barbero—, que también he oído decir que es el mejor [*] de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar.

—Así es verdad —dijo el cura—, y por esa razón se le otorga la vida por ahora.

Veamos esotro que está junto a él. Let's see another one next to him. —Es —dijo el barbero— Las sergas de Esplandián [13], hijo legítimo de Amadís de Gaula [14]. "It is," said the barber, "the sergas of Esplandián [13], legitimate son of Amadís de Gaula [14].

—Pues en verdad —dijo el cura— que no le ha de valer al hijo la bondad del padre. "Well, indeed," said the priest, "the goodness of the father should not be worth the son.

Tomad, señora ama, abrid esa ventana y echadle al corral, y dé principio al montón de la hoguera que se ha de hacer. Hízolo así el ama con mucho contento, y el bueno de Esplandián fue volando al corral, esperando con toda paciencia el fuego que le amenazaba.

—Adelante —dijo el cura.

—Este que viene —dijo el barbero— es Amadís de Grecia [15], y aun todos los deste lado, a lo que creo, son del mesmo linaje de Amadís.

—Pues vayan todos al corral —dijo el cura—, que a trueco de quemar a la reina Pintiquiniestra, y al pastor Darinel [*], y a sus églogas, y a las endiabladas y revueltas razones de su autor, quemaré [*] con ellos al padre que me engendró, si anduviera en figura de caballero andante. -Well, then, all of you go to the corral," said the priest, "for in return for burning Queen Pintiquiniestra, and the shepherd Darinel [*], and his eclogues, and the devilish and confused reasons of their author, I will burn [*] with them the father who begot me, if he were to walk in the figure of a knight-errant.

—De ese parecer soy yo —dijo el barbero. -I am of that opinion," said the barber.

—Y aun yo —añadió la sobrina. -And even me," added the niece.

—Pues así es —dijo el ama—, vengan, y al corral con ellos. -Well," said the mistress, "come along, and into the corral with them.

Diéronselos, que eran muchos, y ella ahorró la escalera y dio con ellos por la ventana abajo. She gave them to him, and there were many, and she saved the ladder and gave them to him through the window below.

—¿Quién es ese tonel [16]? -Who is that barrel [16]?

—dijo el cura.

—Este es —respondió el barbero— Don Olivante de Laura [17]. -This is," answered the barber, "Don Olivante de Laura [17].

—El autor de ese libro —dijo el cura— fue el mesmo que compuso a Jardín [*] de flores [18], y en verdad que no sepa determinar cuál de los dos libros es más verdadero o, por decir mejor, menos mentiroso; solo sé decir que este irá al corral, por disparatado y arrogante.

—Este que se sigue es Florismarte [*] de Hircania [19] —dijo el barbero. -This next one is Florismarte [*] of Hyrcania [19]," said the barber.

—¿Ahí está el señor Florismarte?

—replicó el cura—. Pues a fe que ha de parar presto en el corral, a pesar de su estraño nacimiento y soñadas [*] aventuras, que no da lugar a otra cosa la dureza y sequedad de su estilo. Well, by faith that he has to stop quickly in the corral, despite his strange birth and dreamed [*] adventures, that the harshness and dryness of his style does not give rise to anything else. Al corral con él, y con esotro, señora ama. —Que me place, señor mío —respondía ella; y con mucha alegría ejecutaba lo que le era mandado. -It pleases me, my lord," she replied; and with great joy she carried out what she was ordered to do.

—Este es El caballero Platir [20] —dijo el barbero. -This is El caballero Platir [20]," said the barber.

—Antiguo libro es ese —dijo el cura—, y no hallo en él cosa que merezca venia [21]. -That's an old book," said the priest, "and I don't find anything in it that deserves venia [21].

Acompañe a los demás sin réplica. Accompany others without reply. Y así fue hecho. And so it was done.

Abrióse otro libro y vieron que tenía por título El caballero de la Cruz [22]. —Por nombre tan santo como este libro tiene, se podía perdonar su ignorancia; mas también se suele decir «tras la cruz está el diablo» [23]. -For such a holy name as this book has, his ignorance could be forgiven; but it is also often said "behind the cross is the devil" [23].

Vaya al fuego. Go to the fire. Tomando el barbero otro libro, dijo:

—Este es Espejo de caballerías [24].

—Ya conozco a su merced —dijo el cura—.

Ahí anda el señor Reinaldos de Montalbán con sus amigos y compañeros, más ladrones que Caco [25], y los Doce Pares, con el verdadero historiador Turpín [26], y en verdad que estoy por condenarlos no más que a destierro perpetuo, siquiera porque tienen parte de la invención del famoso Mateo Boyardo [27], de donde también tejió su tela [28] el cristiano poeta Ludovico Ariosto [29]; al cual, si aquí le hallo, y que habla en otra lengua que la suya [30], no le guardaré respeto alguno, pero, si habla en su idioma, le pondré sobre mi cabeza [31]. There walks Senor Reinaldos de Montalban with his friends and companions, more thieves than Cacus [25], and the Twelve Peers, with the true historian Turpin [26], and indeed I am about to condemn them to no more than perpetual banishment, even because they have part of the invention of the famous Mateo Boyardo [27], from which also the Christian poet Ludovico Ariosto [29] wove his cloth [28]; Whom, if I find here, and he speaks in another language than his own [30], I will not respect him at all, but, if he speaks in his language, I will lay him on my head [31]. —Pues yo le tengo en italiano —dijo el barbero—, mas no le entiendo. -I have him in Italian," said the barber, "but I don't understand him.

—Ni aun fuera [*] bien que vos le entendiérades [32] —respondió el cura—; y aquí le perdonáramos al señor capitán que no le hubiera traído a España y hecho castellano, que le quitó mucho de su natural valor, y lo mesmo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua, que, por mucho cuidado que pongan y habilidad que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento. -It would not even be [*] good for you to understand him [32]," replied the priest; "and here we would forgive the captain for not having brought him to Spain and made him Castilian, which took away much of his natural value, and the same will be done by all those who want to turn the books of verse into another language, who, however much care they take and skill they show, will never reach the point that they have at their first birth.

Digo, en efeto, que este libro y todos los que se hallaren que tratan destas cosas de Francia [33] se echen y depositen en un pozo seco [34], hasta que con más acuerdo se vea lo que se ha de hacer dellos, ecetuando a un Bernardo del Carpio que anda por ahí [35], y a otro llamado Roncesvalles [36]; que estos, en llegando a mis manos, han de estar en las del ama, y dellas en las del fuego, sin remisión alguna. I say, in effect, that this book and all those that are found that deal with these things in France [33] are thrown and deposited in a dry well [34], until with more agreement it is seen what has to be done of them, including a Bernardo del Carpio who is around [35], and another named Roncesvalles [36]; that these, in reaching my hands, must be in those of the mistress, and of them in those of the fire, without any remission. Todo lo confirmó el barbero y lo tuvo por bien y por cosa muy acertada, por entender que era el cura tan buen cristiano y tan amigo de la verdad, que no diría otra cosa por todas las del mundo. The barber confirmed all this and considered it good and very wise, because he understood that the priest was such a good Christian and such a friend of the truth, that he would not say anything else for all the world.

Y abriendo otro libro vio que era Palmerín de Oliva [37], y junto a él estaba otro que se llamaba Palmerín de Ingalaterra [38]; lo cual visto por el licenciado, dijo: —Esa oliva se haga luego rajas y se queme [39], que aun no queden della las cenizas, y esa palma de Ingalaterra se guarde y se conserve como a cosa única, y se haga para ello [*] otra caja como la que halló Alejandro en los despojos de Dario [40], que la diputó para guardar en ella las obras del poeta Homero. -That olive should then be cut into slits and burned [39], so that even the ashes do not remain, and that palm of Ingalaterra should be kept and preserved as a unique thing, and another box should be made for it [*] like the one that Alexander found in the remains of Darius [40], who placed it therein to keep the works of the poet Homer.

Este libro, señor compadre, tiene autoridad por dos cosas: la una, porque él por sí es muy bueno; y la otra, porque es fama que le compuso un discreto rey de Portugal. This book, mister compadre, has authority for two things: one, because it is very good in itself; and the other, because it is famous that a discreet king of Portugal composed it. Todas las aventuras del castillo de Miraguarda son bonísimas y de grande artificio [41]; las razones, cortesanas y claras, que guardan y miran el decoro del que habla, con mucha propriedad y entendimiento. All the adventures of Miraguarda's castle are very beautiful and of great artifice [41]; the reasons, courteous and clear, that keep and look at the decorum of the speaker, with great propriety and understanding. Digo, pues, salvo vuestro buen parecer, señor maese Nicolás, que este y Amadís de Gaula queden libres del fuego, y todos los demás, sin hacer más cala y cata [42], perezcan. I say, then, except in your good opinion, señor maese Nicolás, that this one and Amadís de Gaula be freed from the fire, and all the others, without doing more cala and cata [42], perish. —No, señor compadre —replicó el barbero—, que este que aquí tengo es el afamado Don Belianís [43].

—Pues ese —replicó el cura—, con la segunda, tercera y cuarta parte, tienen necesidad de un poco de ruibarbo para purgar la demasiada cólera suya [44], y es menester quitarles todo aquello del castillo de la Fama y otras impertinencias de más importancia [45], para lo cual se les da término ultramarino [46], y como se enmendaren, así se usará con ellos de misericordia o de justicia; y en tanto, tenedlos vos, compadre, en vuestra casa, mas no los dejéis leer a ninguno [47].

—Que me place —respondió el barbero.

Y, sin querer cansarse más en leer libros de caballerías, mandó [*] al ama que tomase todos los grandes [48] y diese con ellos en el corral.

No se dijo a tonta ni a sorda, sino a quien tenía más gana de quemallos que de echar una tela [49], por grande y delgada que fuera; y asiendo casi ocho de una vez, los arrojó por la ventana. It was not said to a fool or a deaf woman, but to one who was more eager to burn them than to throw out a cloth [49], however large and thin it might be; and seizing almost eight at once, she threw them out of the window. Por tomar muchos juntos, se le cayó uno a los pies del barbero, que le tomó gana de ver de quién era, y vio que decía Historia del famoso caballero Tirante el Blanco [50]. —¡Válame Dios [51] —dijo el cura, dando una gran voz—, que aquí esté Tirante el Blanco!

Dádmele acá, compadre, que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos. Aquí está don Quirieleisón de Montalbán, valeroso caballero, y su hermano Tomás de Montalbán, y el caballero Fonseca, con la batalla que el valiente de Tirante [*] hizo con el alano, y las agudezas de la doncella Placerdemivida, con los amores y embustes de la viuda Reposada, y la señora Emperatriz, enamorada de Hipólito, su escudero [52]. Here is Don Quirieleisón de Montalbán, a brave knight, and his brother Tomás de Montalbán, and the knight Fonseca, with the battle that the brave man from Tirante [*] made with the Alano, and the wit of the maiden Placerdemivida, with the loves and lies of the Reposada widow, and the Empress, in love with Hipólito, her squire [52]. Aqui está Dom Quirieleisón de Montalbán, valente cavaleiro, e seu irmão Tomás de Montalbán, e o cavaleiro Fonseca, com a batalha que o bravo de Tirant [*] travou com o alano, e a inteligência da donzela Placerdemivida, com os amores e mentiras da viúva Reposada, e dona Emperatriz, apaixonada por Hipólito, seu escudeiro [52]. Dígoos verdad, señor compadre, que por su estilo es este el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con estas [*] cosas de que todos los demás libros deste género carecen [53]. Con todo eso, os digo que merecía el que le [*] compuso, pues no hizo [*] tantas necedades de industria, que le echaran a galeras por todos los días de su vida [54]. Llevadle a casa y leedle, y veréis que es verdad cuanto dél os he dicho. —Así será —respondió el barbero—, pero ¿qué haremos destos pequeños libros que quedan? -So be it," replied the barber, "but what shall we do with these little books that are left?

—Estos —dijo el cura— no deben de ser de caballerías, sino de poesía.

Y abriendo uno vio que era La Diana de Jorge de Montemayor [55], y dijo, creyendo que todos los demás eran del mesmo género:

—Estos no merecen ser quemados, como los demás, porque no hacen ni harán el daño que los de caballerías han hecho, que son libros de entretenimiento [*] sin perjuicio de tercero [56].

—¡Ay, señor!

—dijo la sobrina—, bien los puede vuestra merced mandar quemar como a los demás, porque no sería mucho que, habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo estos se le antojase de hacerse pastor [57] y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo, y, lo que sería peor, hacerse poeta, que según dicen es enfermedad incurable y pegadiza [58]. -You may as well have them burned as the others," said the niece, "for it would not be very much that, my uncle having recovered from his chivalrous illness, reading these, he might feel like becoming a shepherd [57] and going about the woods and meadows singing and singing, and, what would be worse, becoming a poet, which they say is an incurable and catchy illness [58]. —Verdad dice esta doncella —dijo el cura—, y será bien quitarle a nuestro amigo este tropiezo y ocasión delante [*].

Y pues comenzamos por La Diana de Montemayor, soy de parecer que no se queme, sino que se le quite todo aquello que trata de la sabia Felicia y de la [*] agua encantada [59], y casi todos los versos mayores [60], y quédesele enhorabuena la prosa, y la honra de ser primero en semejantes libros. And since we begin with La Diana de Montemayor, I believe that it does not burn, but that everything that deals with the wise Felicia and the [*] enchanted water [59] is taken away from her, and almost all the major verses [60 ], and congratulations to the prose, and the honor of being first in such books. —Este que se sigue —dijo el barbero— es La Diana llamada segunda del Salmantino [61]; y este, otro que tiene el mesmo nombre, cuyo autor es Gil Polo [62].

—Pues la del Salmantino —respondió el cura— acompañe y acreciente el número de los condenados al corral, y la de Gil Polo se guarde como si fuera del mesmo Apolo; y pase adelante, señor compadre, y démonos prisa, que se va haciendo tarde.

—Este libro es —dijo el barbero abriendo otro— Los diez libros de Fortuna de amor [*], compuestos por Antonio de Lofraso, poeta sardo [63].

—Por las órdenes que recebí —dijo el cura— que desde que Apolo fue Apolo, y las musas musas, y los poetas poetas, tan gracioso ni tan disparatado libro como ese no se ha compuesto, y que, por su camino, es el mejor y el más único de cuantos deste género han salido a la luz del mundo [64], y el que no le ha leído puede hacer cuenta que no ha leído jamás cosa de gusto.

Dádmele acá, compadre, que precio más haberle hallado que si me dieran una sotana de raja de Florencia [65]. Dá-lhe aqui, compadre, que preço mais alto tê-lo encontrado do que se me dessem uma batina de rajá de Florença [65]. Púsole aparte con grandísimo gusto, y el barbero prosiguió diciendo:

—Estos que se siguen son El pastor de Iberia, Ninfas de Henares y Desengaños de celos [66].

—Pues no hay más que hacer —dijo el cura—, sino entregarlos al brazo seglar del ama [67], y no se me pregunte el porqué, que sería nunca acabar. "Well, there is nothing else to do," said the priest, "but to hand them over to the secular arm of the mistress [67], and don't ask me why, which would be never ending. "Bem, não há mais nada a fazer", disse o padre, "a não ser entregá-los ao braço secular da senhora [67], e não me pergunte por quê, seria sem fim."

—Este que viene es El pastor de Fílida [68].

—No es ése pastor —dijo el cura—, sino muy discreto cortesano: guárdese como joya preciosa. "He is not that pastor," said the priest, "but a very discreet courtier: keep yourself as a precious jewel."

—Este grande que aquí viene se intitula —dijo el barbero— Tesoro de varias poesías [69].

—Como ellas no fueran tantas —dijo el cura—, fueran más estimadas: menester es que este libro se escarde y limpie de algunas bajezas que entre sus grandezas tiene; guárdese, porque su autor es amigo mío, y por respeto de otras más heroicas y levantadas obras que ha escrito. "As they were not so many," said the priest, "they were more esteemed: it is necessary for this book to weed and cleanse itself of some baseness that it has among its greatness; beware, because its author is a friend of mine, and out of respect for other more heroic and uplifting works that he has written. “Se não fossem tantos”, disse o padre, “são mais estimados: é preciso que este livro seja extirpado e limpo de alguma baixeza que tem entre suas grandezas; cuidado, porque seu autor é meu amigo, e por respeito a outras obras mais heróicas e sublimes que ele escreveu.

—Este es —siguió el barbero— el Cancionero de López Maldonado [70].

—También el autor de ese libro —replicó el cura— es grande amigo mío, y sus versos en su boca admiran a quien los oye, y tal es la suavidad de la voz con que los canta, que encanta.

Algo largo es en las églogas, pero nunca lo bueno fue mucho; guárdese con los escogidos. Pero ¿qué libro es ese que está junto a él? —La Galatea de Miguel de Cervantes [71] —dijo el barbero.

—Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos.

Su libro tiene algo de buena invención: propone algo, y no concluye nada; es menester esperar la segunda parte que promete: quizá con la emienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega [72]; y entre tanto que esto [*] se ve, tenedle recluso en vuestra posada, señor compadre. His book has something of a good invention: it proposes something, and does not conclude anything; it is necessary to wait for the second part that he promises: perhaps with the emienda he will fully achieve the mercy that is now being denied him [72]; and while this [*] is seen, keep him a recluse in your inn, mister compadre. —Que me place —respondió el barbero—.

Y aquí vienen tres todos juntos: La Araucana [*] de don Alonso de Ercilla [*][73], La Austríada de Juan Rufo, jurado de Córdoba [74], y El Monserrato [*] de Cristóbal de Virués, poeta valenciano [75]. —Todos esos tres libros —dijo el cura— son los mejores que en verso heroico en lengua castellana están escritos [76], y pueden competir con los más famosos de Italia; guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España.

Cansóse el cura de ver más libros, y así, a carga cerrada [77], quiso que todos los demás se quemasen; pero ya tenía abierto uno el barbero, que se llamaba Las lágrimas de Angélica [78].

—Lloráralas yo —dijo el cura en oyendo el nombre— si tal libro hubiera mandado quemar, porque su autor fue uno de los famosos poetas del mundo, no solo de España, y fue felicísimo en la tradución de algunas fábulas de Ovidio [79].