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Libro Completo: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, El ingenioso hidalgo Don Quijote Capítulo V

El ingenioso hidalgo Don Quijote Capítulo V

Capítulo V - Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero

Viendo, pues, que, en efeto, no podía menearse, acordó de acogerse a su ordinario remedio, que era pensar en algún paso de sus libros [1], y trújole su locura a la memoria aquel de Valdovinos y del marqués de Mantua, cuando Carloto le dejó herido en la montiña [2], historia sabida de los niños [3], no ignorada de los mozos, celebrada y aun creída de los viejos, y, con todo esto, no más verdadera que los milagros de Mahoma [4].

Esta, pues, le pareció a él que le venía de molde para el paso en que se hallaba, y así, con muestras de grande sentimiento, se comenzó a volcar [5] por la tierra y a decir con debilitado aliento lo mesmo que dicen decía el herido caballero del bosque: —¿Dónde estás, señora mía,

que no te duele mi mal?

O no lo sabes, señora,

o eres falsa y desleal [6].

Y desta manera fue prosiguiendo el romance, hasta aquellos versos que dicen:

—¡Oh noble marqués de Mantua,

mi tío y señor carnal [7]!

Y quiso la suerte que, cuando llegó a este verso, acertó a pasar por allí un labrador de su mesmo lugar y vecino suyo, que venía de llevar una carga de trigo al molino [8]; el cual, viendo aquel hombre allí tendido, se llegó a él y le preguntó que quién era y qué mal sentía, que tan tristemente se quejaba.

Don Quijote creyó sin duda que aquel era el marqués de Mantua, su tío, y, así, no le respondió otra cosa sino fue proseguir en su romance, donde le daba cuenta de su desgracia y de los amores del hijo del Emperante con su esposa [9], todo de la mesma manera que el romance lo canta. El labrador estaba admirado oyendo aquellos disparates; y quitándole la visera, que ya estaba hecha pedazos, de los palos, le limpió el rostro, que le tenía cubierto [*] de polvo; y apenas le hubo limpiado, cuando le conoció [10] y le dijo:

—Señor Quijana [*][11] —que así se debía de llamar cuando él tenía juicio y no había pasado de hidalgo sosegado a caballero andante—, ¿quién ha puesto a vuestra merced desta suerte?

Pero él seguía con su romance a cuanto le preguntaba.

Viendo esto el buen hombre, lo mejor que pudo le quitó el peto y espaldar, para ver si tenía alguna herida, pero no vio sangre ni señal alguna. Procuró levantarle del suelo, y no con poco trabajo le subió sobre su jumento, por parecerle [*] caballería más sosegada. Recogió las armas, hasta las astillas de la lanza, y liólas sobre Rocinante, al cual tomó de la rienda, y del cabestro al asno, y se encaminó hacia su pueblo, bien pensativo de oír los disparates que don Quijote decía; y no menos iba don Quijote, que, de puro molido y quebrantado, no se podía tener sobre el borrico y de cuando en cuando daba unos suspiros, que los ponía en el cielo [12], de modo que de nuevo obligó a que el labrador le preguntase le dijese qué mal sentía [13]; y no parece sino que el diablo le traía a la memoria los cuentos acomodados a sus sucesos, porque en aquel punto, olvidándose de Valdovinos, se acordó del moro Abindarráez [14], cuando el alcaide de Antequera, Rodrigo de Narváez, le prendió y llevó cautivo [*] a su alcaidía [15]. De suerte que, cuando el labrador le volvió a preguntar que cómo estaba y qué sentía, le respondió las mesmas palabras y razones que el cautivo Abencerraje respondía a Rodrigo de Narváez, del mesmo modo que él había leído la historia en La Diana de Jorge de Montemayor, donde se escribe; aprovechándose della tan a propósito [*], que el labrador se iba dando al diablo [16] de oír tanta máquina de necedades; por donde conoció que su vecino estaba loco, y dábale [*] priesa a llegar al pueblo por escusar el enfado [17] que don Quijote le causaba con su larga arenga [18]. Al cabo de lo cual [*] dijo: —Sepa vuestra merced, señor don Rodrigo de Narváez, que esta hermosa Jarifa que he dicho es ahora la linda Dulcinea del Toboso, por quien yo he hecho, hago y haré los más famosos hechos de caballerías que se han visto, vean ni verán en el mundo.

A esto respondió el labrador:

—Mire vuestra merced, señor, pecador de mí, que yo no soy don Rodrigo de Narváez, ni el marqués [*] de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino; ni vuestra merced es Valdovinos, ni Abindarráez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana [*].

—Yo sé quién soy [19] —respondió don Quijote—, y sé que puedo ser, no solo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia [20], y aun todos los nueve de la Fama [21], pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron se aventajarán las mías [22].

En estas pláticas y en otras semejantes llegaron al lugar, a la hora que anochecía, pero el labrador aguardó a que fuese algo más noche, porque no viesen al molido hidalgo tan mal caballero [23].

Llegada, pues, la hora que le pareció, entró en el pueblo, y en la casa de don Quijote, la cual halló toda alborotada, y estaban en ella el cura y el barbero del lugar, que eran grandes amigos de don Quijote, que estaba [*] diciéndoles su ama a voces: —¿Qué le parece a vuestra merced, señor licenciado Pero Pérez —que así se llamaba el cura—, de la desgracia de mi señor?

Tres [*] días ha que no parecen él, ni el rocín, ni la adarga, ni la lanza, ni las armas [24]. ¡Desventurada de mí!, que me doy a entender, y así es ello la verdad como nací para morir, que estos malditos libros de caballerías que él tiene y suele leer tan de ordinario le han vuelto el juicio; que ahora me acuerdo haberle oído decir muchas veces, hablando entre sí, que quería hacerse caballero andante e irse a buscar las aventuras por esos mundos. Encomendados sean a Satanás y a Barrabás tales libros, que así han echado a perder el más delicado entendimiento que había en toda la Mancha [25]. La sobrina decía lo mesmo, y aun decía más:

—Sepa, señor maese Nicolás (que este era el nombre del barbero), que muchas veces le aconteció a mi señor tío estarse leyendo en estos desalmados libros de desventuras [26] dos días con sus noches, al cabo de los cuales arrojaba el libro de las manos, y ponía mano a la espada, y andaba a cuchilladas con las paredes; y cuando estaba muy cansado decía que había muerto a cuatro gigantes como cuatro torres [27], y el sudor que sudaba del cansancio decía que era sangre de las feridas que había recebido en la batalla, y bebíase luego un gran jarro de agua fría [28], y quedaba sano y sosegado, diciendo que aquella agua era una preciosísima bebida que le había traído el sabio Esquife [29], un grande encantador y amigo suyo.

Mas yo me tengo la culpa de todo, que no avisé a vuestras mercedes de los disparates de mi señor tío, para que los remediaran [*] antes de llegar a lo que ha llegado, y quemaran todos estos descomulgados libros, que tiene muchos que bien merecen ser abrasados, como si fuesen de herejes. —Esto digo yo también —dijo el cura—, y a fee [*] que no se pase el día de mañana sin que dellos no se haga acto público [30], y sean condenados al fuego, porque no den ocasión a quien los leyere de hacer lo que mi buen amigo debe de haber hecho.

Todo esto estaban oyendo el labrador y don Quijote, con que acabó de entender el labrador la enfermedad de su vecino y, así, comenzó a decir a voces:

—Abran vuestras mercedes al señor Valdovinos y al señor marqués de Mantua, que viene malferido [31], y al señor moro Abindarráez, que trae cautivo el valeroso Rodrigo de Narváez, alcaide de Antequera.

A estas voces salieron todos, y como conocieron los unos a su amigo, las otras a su amo y tío, que aún no se había apeado del jumento, porque no podía, corrieron a abrazarle.

Él dijo: —Ténganse todos, que vengo malferido, por la culpa de mi caballo.

Llévenme a mi lecho, y llámese, si fuere posible, a la sabia Urganda, que cure [*] y cate de mis feridas [32]. —¡Mirá, en hora maza [33] —dijo a este punto el ama—, si me decía a mí bien mi corazón del pie que cojeaba mi señor [34]!

Suba vuestra merced en buen hora, que, sin que venga esa hurgada [*][35], le sabremos aquí curar. ¡Malditos, digo, sean otra vez y otras ciento estos libros de caballerías, que tal han parado a vuestra merced [36]! Lleváronle [*] luego a la cama, y, catándole las feridas, no le hallaron ninguna; y él dijo que todo era molimiento, por haber dado una gran caída con Rocinante, su caballo, combatiéndose con diez jayanes [37], los más desaforados y atrevidos que se pudieran fallar en gran parte de la tierra [38].

—¡Ta, ta!

—dijo el cura—. ¿Jayanes hay en la danza? Para mi santiguada [39] que yo los queme mañana antes que llegue la noche. Hiciéronle a don Quijote mil preguntas, y a ninguna quiso responder otra cosa sino que le diesen de comer y le dejasen dormir [40], que era lo que más le importaba.

Hízose así, y el cura se informó muy a la larga del labrador del modo que había hallado a don Quijote. Él se lo contó todo, con los disparates que al hallarle y al traerle había dicho, que fue poner más deseo en el licenciado de hacer lo que otro día hizo [41], que fue llamar a su amigo el barbero maese Nicolás, con el cual se vino a casa de don Quijote.

El ingenioso hidalgo Don Quijote Capítulo V Der geniale Hidalgo Don Quijote Kapitel V The Ingenious Hidalgo Don Quixote Chapter V L'ingénieux hidalgo Don Quichotte Chapitre V L'ingegnoso Hidalgo Don Chisciotte Capitolo V 独創的なイダルゴ ドン・キホーテ 第五章 O Engenhoso Hidalgo Dom Quixote Capítulo V Хитроумный идальго Дон Кихот Глава V

Capítulo V - Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero Kapitel V - Wo die Erzählung über das Unglück unseres Ritters fortgesetzt wird Chapter V - Where the narration of the misfortune of our knight is continued

Viendo, pues, que, en efeto, no podía menearse, acordó de acogerse a su ordinario remedio, que era pensar en algún paso de sus libros [1], y trújole su locura a la memoria aquel de Valdovinos y del marqués de Mantua, cuando Carloto le dejó herido en la montiña [2], historia sabida de los niños [3], no ignorada de los mozos, celebrada y aun creída de los viejos, y, con todo esto, no más verdadera que los milagros de Mahoma [4]. Als er sah, dass er tatsächlich nicht wedeln konnte, stimmte er zu, sein gewöhnliches Mittel in Anspruch zu nehmen, das darin bestand, an eine Stelle in seinen Büchern zu denken [1], und seinen Wahnsinn in Erinnerung an das von Valdovinos und Valdovinos zu bringen der Marquis von Mantua, als Carloto ihn verwundet auf dem Berg zurückließ [2], eine Geschichte, die den Kindern bekannt war [3], von den Jugendlichen nicht ignoriert, von den alten Männern gefeiert und sogar geglaubt, und bei alledem nicht wahrer als die Wunder Mohammeds [4]. Seeing, then, that, in effect, he could not move, he remembered to avail himself of his ordinary remedy, which was to think of some passage in his books [1], and brought his madness to mind that of Valdovinos and the Marquis of Mantua, when Carloto left him wounded on the mountain [2], a story known to children [3], not ignored by the young, celebrated and even believed by the old, and, with all this, no truer than the miracles of Mohammed [ 4].

Esta, pues, le pareció a él que le venía de molde para el paso en que se hallaba, y así, con muestras de grande sentimiento, se comenzó a volcar [5] por la tierra y a decir con debilitado aliento lo mesmo que dicen decía el herido caballero del bosque: —¿Dónde estás, señora mía,

que no te duele mi mal? that my pain does not hurt you?

O no lo sabes, señora,

o eres falsa y desleal [6]. or you are false and disloyal [6].

Y desta manera fue prosiguiendo el romance, hasta aquellos versos que dicen: And in this way the romance went on, until those verses that say:

—¡Oh noble marqués de Mantua,

mi tío y señor carnal [7]! my uncle and carnal lord [7]!

Y quiso la suerte que, cuando llegó a este verso, acertó a pasar por allí un labrador de su mesmo lugar y vecino suyo, que venía de llevar una carga de trigo al molino [8]; el cual, viendo aquel hombre allí tendido, se llegó a él y le preguntó que quién era y qué mal sentía, que tan tristemente se quejaba.

Don Quijote creyó sin duda que aquel era el marqués de Mantua, su tío, y, así, no le respondió otra cosa sino fue proseguir en su romance, donde le daba cuenta de su desgracia y de los amores del hijo del Emperante con su esposa [9], todo de la mesma manera que el romance lo canta. El labrador estaba admirado oyendo aquellos disparates; y quitándole la visera, que ya estaba hecha pedazos, de los palos, le limpió el rostro, que le tenía cubierto [*] de polvo; y apenas le hubo limpiado, cuando le conoció [10] y le dijo: The farmer was amazed to hear such nonsense; and taking off his visor, which was already in tatters, from the sticks, he wiped his face, which was covered [*] with dust; and no sooner had he wiped him, when he met him [10] and said to him:

—Señor Quijana [*][11] —que así se debía de llamar cuando él tenía juicio y no había pasado de hidalgo sosegado a caballero andante—, ¿quién ha puesto a vuestra merced desta suerte? Lord Quijana [*][11] -that must have been his name when he was of sound mind and had not gone from a gentleman of leisure to a knight-errant-, who has put your worship in such a position?

Pero él seguía con su romance a cuanto le preguntaba.

Viendo esto el buen hombre, lo mejor que pudo le quitó el peto y espaldar, para ver si tenía alguna herida, pero no vio sangre ni señal alguna. Seeing this, the good man, as best he could, removed his breastplate and back, to see if he had any wounds, but saw no blood or any sign. Procuró levantarle del suelo, y no con poco trabajo le subió sobre su jumento, por parecerle [*] caballería más sosegada. He tried to lift him off the ground, and with no little effort he lifted him onto his donkey, as it seemed to him [*] to be a more sedate cavalry. Recogió las armas, hasta las astillas de la lanza, y liólas sobre Rocinante, al cual tomó de la rienda, y del cabestro al asno, y se encaminó hacia su pueblo, bien pensativo de oír los disparates que don Quijote decía; y no menos iba don Quijote, que, de puro molido y quebrantado, no se podía tener sobre el borrico y de cuando en cuando daba unos suspiros, que los ponía en el cielo [12], de modo que de nuevo obligó a que el labrador le preguntase le dijese qué mal sentía [13]; y no parece sino que el diablo le traía a la memoria los cuentos acomodados a sus sucesos, porque en aquel punto, olvidándose de Valdovinos, se acordó del moro Abindarráez [14], cuando el alcaide de Antequera, Rodrigo de Narváez, le prendió y llevó cautivo [*] a su alcaidía [15]. De suerte que, cuando el labrador le volvió a preguntar que cómo estaba y qué sentía, le respondió las mesmas palabras y razones que el cautivo Abencerraje respondía a Rodrigo de Narváez, del mesmo modo que él había leído la historia en La Diana de Jorge de Montemayor, donde se escribe; aprovechándose della tan a propósito [*], que el labrador se iba dando al diablo [16] de oír tanta máquina de necedades; por donde conoció que su vecino estaba loco, y dábale [*] priesa a llegar al pueblo por escusar el enfado [17] que don Quijote le causaba con su larga arenga [18]. Al cabo de lo cual [*] dijo: Whereupon [*] said: —Sepa vuestra merced, señor don Rodrigo de Narváez, que esta hermosa Jarifa que he dicho es ahora la linda Dulcinea del Toboso, por quien yo he hecho, hago y haré los más famosos hechos de caballerías que se han visto, vean ni verán en el mundo. -You may know, Senor Don Rodrigo de Narvaez, that this beautiful Jarifa that I have said is now the beautiful Dulcinea del Toboso, for whom I have done, do, and will do the most famous acts of chivalry that have ever been seen, ever will be seen, or ever will be seen in the world.

A esto respondió el labrador:

—Mire vuestra merced, señor, pecador de mí, que yo no soy don Rodrigo de Narváez, ni el marqués [*] de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino; ni vuestra merced es Valdovinos, ni Abindarráez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana [*]. -Look you, sir, sinner of me, that I am not Don Rodrigo de Narváez, nor the Marquis [*] of Mantua, but Pedro Alonso, your neighbor; nor is your worship Valdovinos, nor Abindarráez, but the honored nobleman of Senor Quijana [*].

—Yo sé quién soy [19] —respondió don Quijote—, y sé que puedo ser, no solo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia [20], y aun todos los nueve de la Fama [21], pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron se aventajarán las mías [22].

En estas pláticas y en otras semejantes llegaron al lugar, a la hora que anochecía, pero el labrador aguardó a que fuese algo más noche, porque no viesen al molido hidalgo tan mal caballero [23]. In these and other similar talks they arrived at the place, at the time of nightfall, but the farmer waited until it was a little later in the evening, so that they would not see the worn-out nobleman, such a bad gentleman [23].

Llegada, pues, la hora que le pareció, entró en el pueblo, y en la casa de don Quijote, la cual halló toda alborotada, y estaban en ella el cura y el barbero del lugar, que eran grandes amigos de don Quijote, que estaba [*] diciéndoles su ama a voces: When, therefore, the hour came, he entered the village and Don Quixote's house, which he found all in commotion, and the priest and the local barber, who were great friends of Don Quixote, were there, and he was [*] shouting his mistress to them: —¿Qué le parece a vuestra merced, señor licenciado Pero Pérez —que así se llamaba el cura—, de la desgracia de mi señor? -What do you think, Mr. Licentiate Pero Pérez -that was the priest's name- about my lord's misfortune?

Tres [*] días ha que no parecen él, ni el rocín, ni la adarga, ni la lanza, ni las armas [24]. ¡Desventurada de mí!, que me doy a entender, y así es ello la verdad como nací para morir, que estos malditos libros de caballerías que él tiene y suele leer tan de ordinario le han vuelto el juicio; que ahora me acuerdo haberle oído decir muchas veces, hablando entre sí, que quería hacerse caballero andante e irse a buscar las aventuras por esos mundos. Unhappy me, I give myself to understand, and it is as true as I was born to die, that these accursed books of chivalry that he has and usually reads so often have turned his mind; that now I remember having heard him say many times, talking to each other, that he wanted to become a knight-errant and go in search of adventures in those worlds. Encomendados sean a Satanás y a Barrabás tales libros, que así han echado a perder el más delicado entendimiento que había en toda la Mancha [25]. Commended to Satan and to Barabbas are such books, which have thus spoiled the most delicate understanding that was in all the Spot [25]. La sobrina decía lo mesmo, y aun decía más:

—Sepa, señor maese Nicolás (que este era el nombre del barbero), que muchas veces le aconteció a mi señor tío estarse leyendo en estos desalmados libros de desventuras [26] dos días con sus noches, al cabo de los cuales arrojaba el libro de las manos, y ponía mano a la espada, y andaba a cuchilladas con las paredes; y cuando estaba muy cansado decía que había muerto a cuatro gigantes como cuatro torres [27], y el sudor que sudaba del cansancio decía que era sangre de las feridas que había recebido en la batalla, y bebíase luego un gran jarro de agua fría [28], y quedaba sano y sosegado, diciendo que aquella agua era una preciosísima bebida que le había traído el sabio Esquife [29], un grande encantador y amigo suyo. -You know, Master Nicolás (that was the barber's name), that it often happened to my master uncle to read these heartless books of misfortunes [26] for two days and nights, at the end of which time he would throw the book out of his hands and reach for his sword, and would go stabbing at the walls; And when he was very tired, he would say that he had killed four giants like four towers [27], and the sweat he sweated from exhaustion he would say was blood from the wounds he had received in battle, and then he would drink a large jug of cold water [28], and he would be healthy and calm, saying that the water was a very precious drink that the wise Esquife [29], a great enchanter and friend of his, had brought him.

Mas yo me tengo la culpa de todo, que no avisé a vuestras mercedes de los disparates de mi señor tío, para que los remediaran [*] antes de llegar a lo que ha llegado, y quemaran todos estos descomulgados libros, que tiene muchos que bien merecen ser abrasados, como si fuesen de herejes. —Esto digo yo también —dijo el cura—, y a fee [*] que no se pase el día de mañana sin que dellos no se haga acto público [30], y sean condenados al fuego, porque no den ocasión a quien los leyere de hacer lo que mi buen amigo debe de haber hecho. "This is what I say too," said the priest, "now that tomorrow [*] does not go by without their not having a public act [30], and they are condemned to the fire, because they do not give an opportunity to whoever reads them to do what my good friend must have done.

Todo esto estaban oyendo el labrador y don Quijote, con que acabó de entender el labrador la enfermedad de su vecino y, así, comenzó a decir a voces:

—Abran vuestras mercedes al señor Valdovinos y al señor marqués de Mantua, que viene malferido [31], y al señor moro Abindarráez, que trae cautivo el valeroso Rodrigo de Narváez, alcaide de Antequera.

A estas voces salieron todos, y como conocieron los unos a su amigo, las otras a su amo y tío, que aún no se había apeado del jumento, porque no podía, corrieron a abrazarle.

Él dijo: —Ténganse todos, que vengo malferido, por la culpa de mi caballo.

Llévenme a mi lecho, y llámese, si fuere posible, a la sabia Urganda, que cure [*] y cate de mis feridas [32]. —¡Mirá, en hora maza [33] —dijo a este punto el ama—, si me decía a mí bien mi corazón del pie que cojeaba mi señor [34]!

Suba vuestra merced en buen hora, que, sin que venga esa hurgada [*][35], le sabremos aquí curar. ¡Malditos, digo, sean otra vez y otras ciento estos libros de caballerías, que tal han parado a vuestra merced [36]! Lleváronle [*] luego a la cama, y, catándole las feridas, no le hallaron ninguna; y él dijo que todo era molimiento, por haber dado una gran caída con Rocinante, su caballo, combatiéndose con diez jayanes [37], los más desaforados y atrevidos que se pudieran fallar en gran parte de la tierra [38].

—¡Ta, ta!

—dijo el cura—. ¿Jayanes hay en la danza? Para mi santiguada [39] que yo los queme mañana antes que llegue la noche. Hiciéronle a don Quijote mil preguntas, y a ninguna quiso responder otra cosa sino que le diesen de comer y le dejasen dormir [40], que era lo que más le importaba.

Hízose así, y el cura se informó muy a la larga del labrador del modo que había hallado a don Quijote. Él se lo contó todo, con los disparates que al hallarle y al traerle había dicho, que fue poner más deseo en el licenciado de hacer lo que otro día hizo [41], que fue llamar a su amigo el barbero maese Nicolás, con el cual se vino a casa de don Quijote.