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Trafalgar by Benito Pérez Galdós, -XVI-

-XVI-

Volvió, no sé cuándo, a iluminar turbiamente mi espíritu la noción de la vida; sentí un frío intensísimo, y sólo este accidente me dio a conocer la propia existencia, pues ningún recuerdo de lo pasado conservaba mi mente, ni podía hacerme cargo de mi nueva situación.

Cuando mis ideas se fueron aclarando y se desvanecía el letargo de mis sentidos, me encontré tendido en la playa. Algunos hombres estaban en derredor mío, observándome con interés. Lo primero que oí, fue: «¡Pobrecito...!, ya vuelve en sí». Poco a poco fui volviendo a la vida, y con ella al recuerdo de lo pasado.

Me acordé de Marcial, y creo que las primeras palabras articuladas por mis labios fueron para preguntar por él. Nadie supo contestarme. Entre los que me rodeaban reconocí a algunos marineros del Rayo , les pregunté por Medio-hombre, y todos convinieron en que había perecido. Después quise enterarme de cómo me habían salvado; pero tampoco me dieron razón. Diéronme a beber no sé qué; me llevaron a una casa cercana, y allí, junto al fuego, y cuidado por una vieja, recobré la salud, aunque no las fuerzas.

Entonces me dijeron que habiendo salido otra balandra a reconocer los restos del Rayo , y los de un navío francés que corrió igual suerte, me encontraron junto a Marcial, y pudieron salvarme la vida. Mi compañero de agonía estaba muerto. También supe que en la travesía del barco naufragado a la costa habían perecido algunos infelices. Quise saber qué había sido de Malespina, y no hubo quien me diera razón del padre ni del hijo.

Pregunté por el Santa Ana , y me dijeron que había llegado felizmente a Cádiz, por cuya noticia resolví ponerme inmediatamente en camino para reunirme con mi amo. Me encontraba a bastante distancia de Cádiz, en la costa que corresponde a la orilla derecha del Guadalquivir. Necesitaba, pues, emprender la marcha inmediatamente para recorrer lo más pronto posible tan largo proyecto. Esperé dos días más para reponerme, y al fin, acompañado de un marinero que llevaba el mismo camino, me puse en marcha hacia Sanlúcar. En la mañana del 27 recuerdo que atravesamos el río, y luego seguimos nuestro viaje a pie sin abandonar la costa. Como el marinero que me acompañaba era francote y alegre, el viaje fue todo lo agradable que yo podía esperar, dada la situación de mi espíritu, aún abatido por la muerte de Marcial y por las últimas escenas de que fui testigo a bordo. Por el camino íbamos departiendo sobre el combate y los naufragios que le sucedieron. «Buen marino era Medio-hombre—decía mi compañero de viaje—.

¿Pero quién le metió a salir a la mar con un cargamento de más de sesenta años? Bien empleado le está el fin que ha tenido. —Era un valiente marinero—dije yo—; y tan aficionado a la guerra, que ni sus achaques le arredraron cuando intentó venir a la escuadra.

—Pues de ésta me despido—prosiguió el marinero—.

No quiero más batallas en la mar. El Rey paga mal, y después, si queda uno cojo o baldado, le dan las buenas noches, y si te he visto no me acuerdo. Parece mentira que el Rey trate tan mal a los que le sirven. ¿Qué cree usted? La mayor parte de los comandantes de navío que se han batido el 21, hace muchos meses que no cobran sus pagas. El año pasado estuvo en Cádiz un capitán de navío que, no sabiendo cómo mantenerse y mantener a sus hijos, se puso a servir en una posada. Sus amigos le descubrieron, aunque él trataba de disimular su miseria, y, por último, lograron sacarle de tan vil estado.

Esto no pasa en ninguna nación del mundo; ¡y luego se espantan de que nos venzan los ingleses! Pues no digo nada del armamento. Los arsenales están vacíos, y por más que se pide dinero a Madrid, ni un cuarto. Verdad es que todos los tesoros del Rey se emplean en pagar sus sueldos a los señores de la Corte, y entre éstos el que más come es el Príncipe de la Paz, que reúne 40.000 durazos como Consejero de Estado, como Secretario de Estado, como Capitán General y como Sargento mayor de guardias... Lo dicho, no quiero servir al Rey. A mi casa me voy con mi mujer y mis hijos, pues ya he cumplido, y dentro de unos días me han de dar la licencia. —Pues no podrá usted quejarse, amiguito, si le tocó ir en el Rayo , navío que apenas entró en acción.

—Yo no estaba en el Rayo , sino en el Bahama , que sin duda fue de los barcos que mejor y por más tiempo pelearon.

—Ha sido apresado, y su comandante murió, si no recuerdo mal.

—Así fue—contestó—.

Y todavía me dan ganas de llorar cuando me acuerdo de Don Dionisio Alcalá Galiano, el más valiente brigadier de la armada. Eso sí: tenía el genio fuerte y no consentía la más pequeña falta; pero su mucho rigor nos obligaba a quererle más, porque el capitán que se hace temer por severo, si a la severidad acompaña la justicia, infunde respeto, y, por último, se conquista el cariño de la gente. También puede decirse que otro más caballero y más generoso que D. Dionisio Alcalá Galiano no ha nacido en el mundo. Así es que cuando quería obsequiar a sus amigos, no se andaba por las ramas, y una vez en la Habana gastó diez mil duros en cierto convite que dio a bordo de su buque. —También oí que era hombre muy sabio en la náutica.

—¿En la náutica?

Sabía más que Merlín y que todos los doctores de la Iglesia. ¡Si había hecho un sinfín de mapas y había descubierto no sé qué tierras que están allá por el mismo infierno! ¡Y hombres así los mandan a una batalla para que perezcan como un grumete! Le contaré a usted lo que pasó en el Bahama . Desde que empezó la batalla, D. Dionisio Alcalá Galiano sabía que la habíamos de perder, porque aquella maldita virada en redondo... Nosotros estábamos en la reserva y nos quedamos a la cola. Nelson, que no era ningún rana, vio nuestra línea y dijo: «Pues si la corto por dos puntos distintos, y les cojo entre dos fuegos, no se me escapa ni tanto así de navío». Así lo hizo el maldito, y como nuestra línea era tan larga, la cabeza no podía ir en auxilio de la cola [6]. Nos derrotó por partes, atacándonos en dos fuertes columnas dispuestas al modo de cuña, que es, según dicen, el modo de combatir que usaba el capitán moro Alejandro Magno, y que hoy dicen usa también Napoleón. Lo cierto es que nos envolvió y nos dividió y nos fue rematando barco a barco de tal modo, que no podíamos ayudarnos unos a otros, y cada navío se veía obligado a combatir con tres o cuatro. »Pues verá usted: el Bahama fue de los que primero entraron en fuego. Alcalá Galiano revistó la tripulación al mediodía, examinó las baterías, y nos echó una arenga en que dijo, señalando la bandera: «Señores: estén ustedes todos en la inteligencia de que esa bandera está clavada». Ya sabíamos qué clase de hombre nos mandaba; y así, no nos asombró aquel lenguaje. Después le dijo al guardia marina D. Alonso Butrón, encargado de ella: «Cuida de defenderla. Ningún Galiano se rinde, y tampoco un Butrón debe hacerlo». —Lástima es—dije yo—, que estos hombres no hayan tenido un jefe digno de su valor, ya que no se les encargó del mando de la escuadra.

—Sí que es lástima, y verá usted lo que pasó.

Empezó la refriega, que ya sabrá usted fue cosa buena, si estuvo a bordo del Trinidad . Tres navíos nos acribillaron a balazos por babor y estribor. Desde los primeros momentos caían como moscas los heridos, y el mismo comandante recibió una fuerte contusión en la pierna, y después un astillazo en la cabeza, que le hizo mucho daño. ¿Pero usted cree que se acobardó, ni que anduvo con ungüentos ni parches? ¡Quiá! Seguía en el alcázar como si tal cosa, aunque personas muy queridas para él caían a su lado para no levantarse más. Alcalá Galiano mandaba la maniobra y la artillería como si hubiéramos estado haciendo el saludo frente a una plaza. Una balita de poca cosa le llevó el anteojo, y esto le hizo sonreír. Aún me parece que le estoy viendo. La sangre de las heridas le manchaba el uniforme y las manos; pero él no se cuidaba de esto más que si fueran gotas de agua salada salpicadas por el mar. Como su carácter era algo arrebatado y su genio vivo, daba las órdenes gritando y con tanto coraje, que si no las obedeciéramos porque era nuestro deber, las hubiéramos obedecido por miedo... Pero al fin todo se acabó de repente, cuando una bala de medio calibre le cogió la cabeza, dejándole muerto en el acto. »Con esto concluyó el entusiasmo, si no la lucha.

Cuando cayó muerto nuestro querido comandante, le ocultaron para que no le viéramos; pero nadie dejó de comprender lo que había pasado, y después de una lucha desesperada sostenida por el honor de la bandera, el Bahama se rindió a los ingleses, que se lo llevarán a Gibraltar si antes no se les va a pique, como sospecho». Al concluir su relación, y después de contar cómo había pasado del Bahama al Santa Ana , mi compañero dio un fuerte suspiro y calló por mucho tiempo. Pero como el camino se hacía largo y pesado, yo intenté trabar de nuevo la conversación, y principié contándole lo que había visto, y, por último, mi traslado a bordo del Rayo con el joven Malespina. «¡Ah!—dijo—.

¿Es un joven oficial de artillería que fue transportado a la balandra y de la balandra a tierra en la noche del 23? —El mismo—conteste—, y por cierto que nadie me ha dado razón de su paradero.

—Pues ese fue de los que perecieron en la segunda lancha, que no pudo tocar a tierra.

De los sanos se salvaron algunos, entre ellos el padre de ese señor oficial de artillería; pero los heridos se ahogaron todos, como es fácil comprender, no pudiendo los infelices ganar a nado la costa». Me quedé absorto al saber la muerte del joven Malespina, y la idea del pesar que aguardaba a mi infeliz e idolatrada amita llenó mi alma, ahogando todo resentimiento.

«¡Qué horrible desgracia!—exclamé—.

¿Y seré yo quien lleve tan triste noticia a su afligida familia? ¿Pero, señor, está usted seguro de lo que dice? —He visto con estos ojos al padre de ese joven, quejándose amargamente, y refiriendo los pormenores de la desgracia con tanta angustia que partía el corazón.

Según decía, él había salvado a todos los de la lancha, y aseguraba que si hubiera querido salvar sólo a su hijo, lo habría logrado a costa de la vida de todos los demás. Prefirió con todo dar la vida al mayor número, aun sacrificando la de su hijo en beneficio de muchos, y así lo hizo. Parece que es hombre de mucha alma, y sumamente diestro y valeroso». Esto me entristeció tanto, que no hablé más del asunto.

¡Muerto Marcial, muerto Malespina! ¡Qué terribles nuevas llevaba yo a casa de mi amo! Casi estuve por un momento decidido a no volver a Cádiz, dejando que el azar o la voz pública llevaran tan penosa comisión al seno del hogar, donde tantos corazones palpitaban de inquietud. Sin embargo, era preciso que me presentase a D. Alonso para darle cuenta de mi conducta. Llegamos por fin a Rota, y allí nos embarcamos para Cádiz.

No pueden ustedes figurarse qué alborotado estaba el vecindario con la noticia de los desastres de la escuadra. Poco a poco iban llegando las nuevas de lo sucedido, y ya se sabía la suerte de la mayor parte de los buques, aunque de muchos marineros y tripulantes se ignoraba todavía el paradero. En las calles ocurrían a cada momento escenas de desolación, cuando un recién llegado daba cuenta de los muertos que conocía, y nombraba las personas que no habían de volver. La multitud invadía el muelle para reconocer los heridos, esperando encontrar al padre, al hermano, al hijo o al marido. Presencié escenas de frenética alegría, mezcladas con lances dolorosos y terribles desconsuelos. Las esperanzas se desvanecían, las sospechas se confirmaban las más de las veces, y el número de los que ganaban en aquel agonioso juego de la suerte era bien pequeño, comparado con el de los que perdían. Los cadáveres que aparecieron en la costa de Santa María sacaban de dudas a muchas familias, y otras esperaban aún encontrar entre los prisioneros conducidos a Gibraltar a la persona amada. En honor del pueblo de Cádiz, debo decir que jamás vecindario alguno ha tomado con tanto empeño el auxilio de los heridos, no distinguiendo entre nacionales y enemigos, antes bien equiparando a todos bajo el amplio pabellón de la caridad.

Collingwood consignó en sus memorias esta generosidad de mis paisanos. Quizás la magnitud del desastre apagó todos los resentimientos. ¿No es triste considerar que sólo la desgracia hace a los hombres hermanos? En Cádiz pude conocer en su conjunto la acción de guerra que yo, a pesar de haber asistido a ella, no conocía sino por casos particulares, pues lo largo de la línea, lo complicado de los movimientos y la diversa suerte de los navíos, no permitían otra cosa.

Según allí me dijeron, además del Trinidad , se habían ido a pique el Argonauta , de 92, mandado por D. Antonio Pareja, y el San Agustín , de 80, mandado por D. Felipe Cajigal. Con Gravina, en el Príncipe de Asturias , habían vuelto a Cádiz el Montañés , de 80, comandante Alcedo, que murió en el combate en unión del segundo Castaños; el San Justo , de 76, mandado por D. Miguel Gastón; el San Leandro , de 74, mandado por D. José Quevedo; el San Francisco , de 74, mandado por D. Luis Flores; el Rayo , de 100, que mandaba Macdonell. De éstos, salieron el 23, para represar las naves que estaban a la vista, el Montañés , el San Justo , el San Francisco y el Rayo ; pero los dos últimos se perdieron en la costa, lo mismo que el Monarca , de 74, mandado por Argumosa, y el Neptuno , de 80, cuyo heroico comandante, D. Cayetano Valdés, ya célebre por la jornada del 14, estuvo a punto de perecer. Quedaron apresados el Bahama , que se deshizo antes de llegar a Gibraltar; el San Ildefonso , de 74, comandante Vargas, que fue conducido a Inglaterra, y el Nepomuceno , que por muchos años permaneció en Gibraltar, conservado como un objeto de veneración o sagrada reliquia. El Santa Ana llegó felizmente a Cádiz en la misma noche en que le abandonamos. Los ingleses también perdieron algunos de sus fuertes navíos, y no pocos de sus oficiales generales compartieron el glorioso fin del almirante Nelson. En cuanto a los franceses, no es necesario decir que tuvieron tantas pérdidas como nosotros. A excepción de los cuatro navíos que se retiraron con Dumanoir sin entrar en fuego, mancha que en mucho tiempo no pudo quitarse de encima la marina imperial, nuestros aliados se condujeron heroicamente en la batalla. Villeneuve, deseando que se olvidaran en un día sus faltas, peleó hasta el fin denodadamente, y fue llevado prisionero a Gibraltar. Otros muchos comandantes cayeron en poder de los ingleses, y algunos murieron. Sus navíos corrieron igual suerte que los nuestros: unos se retiraron con Gravina; otros fueron apresados, y muchos se perdieron en las costas. El Achilles se voló en medio del combate, como indiqué en mi relación. Pero a pesar de estos desastres, nuestra aliada, la orgullosa Francia, no pagó tan caro como España las consecuencias de aquella guerra.

Si perdía lo más florido de su marina, en tierra alcanzaba en aquellos mismos días ruidosos triunfos. Napoleón había transportado en poco tiempo el gran ejército desde las orillas del Canal de la Mancha a la Europa central, y ponía en ejecución su colosal plan de campaña contra el Austria. El 20 de Octubre, un día antes de Trafalgar, Napoleón presenciaba en el campo de Ulm el desfile de las tropas austriacas, cuyos generales le entregaban su espada, y dos meses después, el 2 de Diciembre del mismo año, ganaba en los campos de Austerlitz la más brillante acción de su reinado. Estos triunfos atenuaron en Francia la pérdida de Trafalgar; el mismo Napoleón mandó a los periódicos que no se hablara del asunto, y cuando se le dio cuenta de la victoria de sus implacables enemigos los ingleses, se contentó con encogerse de hombros diciendo: «Yo no puedo estar en todas partes».

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[6] Palabras de Nelson.

(N. del A.

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Volvió, no sé cuándo, a iluminar turbiamente mi espíritu la noción de la vida; sentí un frío intensísimo, y sólo este accidente me dio a conocer la propia existencia, pues ningún recuerdo de lo pasado conservaba mi mente, ni podía hacerme cargo de mi nueva situación.

Cuando mis ideas se fueron aclarando y se desvanecía el letargo de mis sentidos, me encontré tendido en la playa. Algunos hombres estaban en derredor mío, observándome con interés. Lo primero que oí, fue: «¡Pobrecito...!, ya vuelve en sí». Poco a poco fui volviendo a la vida, y con ella al recuerdo de lo pasado.

Me acordé de Marcial, y creo que las primeras palabras articuladas por mis labios fueron para preguntar por él. Nadie supo contestarme. Entre los que me rodeaban reconocí a algunos marineros del  Rayo , les pregunté por Medio-hombre, y todos convinieron en que había perecido. Parmi ceux qui m'entouraient, j'ai reconnu des marins du Lightning, je leur ai demandé Half-man, et ils ont tous convenu qu'il avait péri. Después quise enterarme de cómo me habían salvado; pero tampoco me dieron razón. Diéronme a beber no sé qué; me llevaron a una casa cercana, y allí, junto al fuego, y cuidado por una vieja, recobré la salud, aunque no las fuerzas.

Entonces me dijeron que habiendo salido otra balandra a reconocer los restos del  Rayo , y los de un navío francés que corrió igual suerte, me encontraron junto a Marcial, y pudieron salvarme la vida. Mi compañero de agonía estaba muerto. También supe que en la travesía del barco naufragado a la costa habían perecido algunos infelices. Quise saber qué había sido de Malespina, y no hubo quien me diera razón del padre ni del hijo.

Pregunté por el  Santa Ana , y me dijeron que había llegado felizmente a Cádiz, por cuya noticia resolví ponerme inmediatamente en camino para reunirme con mi amo. Me encontraba a bastante distancia de Cádiz, en la costa que corresponde a la orilla derecha del Guadalquivir. Necesitaba, pues, emprender la marcha inmediatamente para recorrer lo más pronto posible tan largo proyecto. Il fallait donc que je me lance tout de suite pour couvrir un projet aussi long au plus vite. Esperé dos días más para reponerme, y al fin, acompañado de un marinero que llevaba el mismo camino, me puse en marcha hacia Sanlúcar. En la mañana del 27 recuerdo que atravesamos el río, y luego seguimos nuestro viaje a pie sin abandonar la costa. Le 27 au matin, je me souviens que nous avons traversé le fleuve, puis nous avons continué notre route à pied sans quitter la côte. Como el marinero que me acompañaba era francote y alegre, el viaje fue todo lo agradable que yo podía esperar, dada la situación de mi espíritu, aún abatido por la muerte de Marcial y por las últimas escenas de que fui testigo a bordo. Comme le marin qui m'accompagnait était franc et joyeux, le voyage fut aussi agréable que je pouvais l'espérer, étant donné la situation de mon esprit, encore abattu par la mort de Marcial et par les dernières scènes dont j'ai été témoin à bord. Por el camino íbamos departiendo sobre el combate y los naufragios que le sucedieron. En chemin, nous parlions des combats et des naufrages qui lui sont arrivés. «Buen marino era Medio-hombre—decía mi compañero de viaje—.

¿Pero quién le metió a salir a la mar con un cargamento de más de sesenta años? Bien empleado le está el fin que ha tenido. Bien utilisé est la fin qu'il a eu. —Era un valiente marinero—dije yo—; y tan aficionado a la guerra, que ni sus achaques le arredraron cuando intentó venir a la escuadra. — C'était un brave marin, dis-je. et si amoureux de la guerre, que même ses maux ne l'ont pas découragé quand il a essayé de venir à l'escouade.

—Pues de ésta me despido—prosiguió el marinero—. "Eh bien, je dis au revoir à celui-ci", a poursuivi le marin.

No quiero más batallas en la mar. El Rey paga mal, y después, si queda uno cojo o baldado, le dan las buenas noches, y si te he visto no me acuerdo. Le roi paie mal, et plus tard, si l'on est boiteux ou estropié, on dit bonsoir, et si je vous ai vu je ne m'en souviens pas. Parece mentira que el Rey trate tan mal a los que le sirven. ¿Qué cree usted? La mayor parte de los comandantes de navío que se han batido el 21, hace muchos meses que no cobran sus pagas. La plupart des commandants de navires qui ont combattu le 21 n'ont pas reçu leur solde depuis de nombreux mois. El año pasado estuvo en Cádiz un capitán de navío que, no sabiendo cómo mantenerse y mantener a sus hijos, se puso a servir en una posada. L'année dernière, un capitaine de vaisseau était à Cadix qui, ne sachant pas comment subvenir à ses besoins et à ceux de ses enfants, a commencé à servir dans une auberge. Sus amigos le descubrieron, aunque él trataba de disimular su miseria, y, por último, lograron sacarle de tan vil estado.

Esto no pasa en ninguna nación del mundo; ¡y luego se espantan de que nos venzan los ingleses! Cela n'arrive dans aucune nation du monde ; Et puis ils ont peur que les Anglais nous battent ! Pues no digo nada del armamento. Los arsenales están vacíos, y por más que se pide dinero a Madrid, ni un cuarto. Les arsenaux sont vides, et peu importe combien d'argent est demandé à Madrid, pas un quart. Verdad es que todos los tesoros del Rey se emplean en pagar sus sueldos a los señores de la Corte, y entre éstos el que más come es el Príncipe de la Paz, que reúne 40.000 durazos como Consejero de Estado, como Secretario de Estado, como Capitán General y como Sargento mayor de guardias... Lo dicho, no quiero servir al Rey. It is true that all the King's treasures are used to pay their salaries to the lords of the Court, and among these the one who eats the most is the Prince of Peace, who gathers 40,000 durazos as Councilor of State, as Secretary of State, as Captain General and as a Sergeant Major of the Guards ... I said, I don't want to serve the King. Il est vrai que tous les trésors du Roi servent à payer leurs salaires aux seigneurs de la Cour, et parmi ceux-ci celui qui mange le plus est le Prince de la Paix, qui rassemble 40 000 durazos comme Conseiller d'Etat, comme Secrétaire d'Etat, comme capitaine général et comme sergent-major des gardes... J'ai dit, je ne veux pas servir le roi. A mi casa me voy con mi mujer y mis hijos, pues ya he cumplido, y dentro de unos días me han de dar la licencia. Je rentre chez moi avec ma femme et mes enfants, car je l'ai déjà terminé, et dans quelques jours ils me donneront le permis. —Pues no podrá usted quejarse, amiguito, si le tocó ir en el  Rayo , navío que apenas entró en acción.

—Yo no estaba en el  Rayo , sino en el  Bahama , que sin duda fue de los barcos que mejor y por más tiempo pelearon.

—Ha sido apresado, y su comandante murió, si no recuerdo mal.

—Así fue—contestó—.

Y todavía me dan ganas de llorar cuando me acuerdo de Don Dionisio Alcalá Galiano, el más valiente brigadier de la armada. Eso sí: tenía el genio fuerte y no consentía la más pequeña falta; pero su mucho rigor nos obligaba a quererle más, porque el capitán que se hace temer por severo, si a la severidad acompaña la justicia, infunde respeto, y, por último, se conquista el cariño de la gente. Bien sûr : il avait un caractère fort et n'admettait pas la moindre faute ; mais sa grande rigueur nous forçait à l'aimer davantage, car le capitaine qui se fait craindre d'être sévère, si la justice s'accompagne de sévérité, inspire le respect, et, enfin, gagne l'affection du peuple. También puede decirse que otro más caballero y más generoso que D. Dionisio Alcalá Galiano no ha nacido en el mundo. Así es que cuando quería obsequiar a sus amigos, no se andaba por las ramas, y una vez en la Habana gastó diez mil duros en cierto convite que dio a bordo de su buque. Ainsi, lorsqu'il a voulu offrir des cadeaux à ses amis, il n'a pas tourné autour du pot, et une fois à La Havane, il a dépensé dix mille dollars pour un certain cadeau qu'il a offert à bord de son navire. —También oí que era hombre muy sabio en la náutica.

—¿En la náutica?

Sabía más que Merlín y que todos los doctores de la Iglesia. ¡Si había hecho un sinfín de mapas y había descubierto no sé qué tierras que están allá por el mismo infierno! ¡Y hombres así los mandan a una batalla para que perezcan como un grumete! Et de tels hommes sont envoyés au combat pour périr comme un garçon de cabine ! Le contaré a usted lo que pasó en el  Bahama . Desde que empezó la batalla, D. Dionisio Alcalá Galiano sabía que la habíamos de perder, porque aquella maldita virada en redondo... Nosotros estábamos en la reserva y nos quedamos a la cola. Depuis le début de la bataille, D. Dionisio Alcalá Galiano savait qu'il fallait la perdre, à cause de ce foutu tour de passe-passe... On était dans la réserve et on restait en ligne. Nelson, que no era ningún rana, vio nuestra línea y dijo: «Pues si la corto por dos puntos distintos, y les cojo entre dos fuegos, no se me escapa ni tanto así de navío». Nelson, qui n'était pas une grenouille, a vu notre ligne et a dit : "Eh bien, si je la coupe en deux points différents, et que je les attrape entre deux feux, cela ne m'échappe pas par tant de bateau." Así lo hizo el maldito, y como nuestra línea era tan larga,  la cabeza no podía ir en auxilio de la cola [6]. Les damnés aussi, et comme notre ligne était si longue, la tête ne pouvait venir au secours de la queue [6]. Nos derrotó por partes, atacándonos en dos fuertes columnas dispuestas al modo de cuña, que es, según dicen, el modo de combatir que usaba el capitán moro Alejandro Magno, y que hoy dicen usa también Napoleón. Il nous a vaincus en partie, nous attaquant en deux fortes colonnes disposées à la manière d'un coin, qui est, selon ce qu'ils disent, le mode de combat utilisé par le capitaine maure Alexandre le Grand, et dont on dit aujourd'hui que Napoléon utilise également . Lo cierto es que nos envolvió y nos dividió y nos fue rematando barco a barco de tal modo, que no podíamos ayudarnos unos a otros, y cada navío se veía obligado a combatir con tres o cuatro. La vérité est qu'il nous enveloppait et nous divisait et nous achevait bateau par bateau de telle manière que nous ne pouvions pas nous entraider, et chaque bateau était obligé de se battre à trois ou quatre. »Pues verá usted: el  Bahama fue de los que primero entraron en fuego. Eh bien, voyez-vous : le Bahama était l'un de ceux qui ont pris feu pour la première fois. Alcalá Galiano revistó la tripulación al mediodía, examinó las baterías, y nos echó una arenga en que dijo, señalando la bandera: «Señores: estén ustedes todos en la inteligencia de que esa bandera está clavada». Alcalá Galiano a habillé l'équipage à midi, a examiné les batteries et nous a fait une harangue dans laquelle il a dit, en montrant le drapeau : « Messieurs, vous savez tous que ce drapeau est cloué. Ya sabíamos qué clase de hombre nos mandaba; y así, no nos asombró aquel lenguaje. Después le dijo al guardia marina D. Alonso Butrón, encargado de ella: «Cuida de defenderla. Ningún Galiano se rinde, y tampoco un Butrón debe hacerlo». —Lástima es—dije yo—, que estos hombres no hayan tenido un jefe digno de su valor, ya que no se les encargó del mando de la escuadra.

—Sí que es lástima, y verá usted lo que pasó.

Empezó la refriega, que ya sabrá usted fue cosa buena, si estuvo a bordo del  Trinidad . Tres navíos nos acribillaron a balazos por babor y estribor. Desde los primeros momentos caían como moscas los heridos, y el mismo comandante recibió una fuerte contusión en la pierna, y después un astillazo en la cabeza, que le hizo mucho daño. ¿Pero usted cree que se acobardó, ni que anduvo con ungüentos ni parches? ¡Quiá! Seguía en el alcázar como si tal cosa, aunque personas muy queridas para él caían a su lado para no levantarse más. Alcalá Galiano mandaba la maniobra y la artillería como si hubiéramos estado haciendo el saludo frente a una plaza. Alcala Galiano commandait la manœuvre et l'artillerie comme si nous avions salué devant une place. Una balita de poca cosa le llevó el anteojo, y esto le hizo sonreír. Une petite balita lui apporta ses lunettes, et cela le fit sourire. Aún me parece que le estoy viendo. La sangre de las heridas le manchaba el uniforme y las manos; pero él no se cuidaba de esto más que si fueran gotas de agua salada salpicadas por el mar. Como su carácter era algo arrebatado y su genio vivo, daba las órdenes gritando y con tanto coraje, que si no las obedeciéramos porque era nuestro deber, las hubiéramos obedecido por miedo... Pero al fin todo se acabó de repente, cuando una bala de medio calibre le cogió la cabeza, dejándole muerto en el acto. Comme son caractère était un peu ravi et son génie vivant, il donnait les ordres en criant et avec tellement de courage que si nous ne les avions pas obéis parce que c'était notre devoir, nous les aurions obéi par peur... s'est soudainement terminé, lorsqu'une balle de moyen calibre a atteint sa tête, le laissant mort sur le coup. »Con esto concluyó el entusiasmo, si no la lucha. Avec cela l'enthousiasme a pris fin, sinon la lutte.

Cuando cayó muerto nuestro querido comandante, le ocultaron para que no le viéramos; pero nadie dejó de comprender lo que había pasado, y después de una lucha desesperada sostenida por el honor de la bandera, el  Bahama se rindió a los ingleses, que se lo llevarán a Gibraltar si antes no se les va a pique, como sospecho». Quand notre cher commandant est tombé mort, ils l'ont caché pour que nous ne le voyions pas ; Mais personne n'a cessé de comprendre ce qui s'était passé, et après un combat désespéré pour l'honneur du drapeau, le Bahama s'est rendu aux Anglais, qui l'emmèneront à Gibraltar s'ils ne coulent pas les premiers, comme je le soupçonne. Al concluir su relación, y después de contar cómo había pasado del  Bahama al  Santa Ana , mi compañero dio un fuerte suspiro y calló por mucho tiempo. Pero como el camino se hacía largo y pesado, yo intenté trabar de nuevo la conversación, y principié contándole lo que había visto, y, por último, mi traslado a bordo del  Rayo con el joven Malespina. «¡Ah!—dijo—.

¿Es un joven oficial de artillería que fue transportado a la balandra y de la balandra a tierra en la noche del 23? Est-ce un jeune officier d'artillerie qui a été transporté sur le sloop et du sloop à terre dans la nuit du 23 ? —El mismo—conteste—, y por cierto que nadie me ha dado razón de su paradero.

—Pues ese fue de los que perecieron en la segunda lancha, que no pudo tocar a tierra.

De los sanos se salvaron algunos, entre ellos el padre de ese señor oficial de artillería; pero los heridos se ahogaron todos, como es fácil comprender, no pudiendo los infelices ganar a nado la costa». Quelques-uns des sains furent sauvés, parmi eux le père de ce gentilhomme officier d'artillerie ; mais les blessés se sont tous noyés, comme on le comprend aisément, les malheureux n'ayant pu nager jusqu'au rivage ». Me quedé absorto al saber la muerte del joven Malespina, y la idea del pesar que aguardaba a mi infeliz e idolatrada amita llenó mi alma, ahogando todo resentimiento. J'ai été absorbé quand j'ai appris la mort du jeune Malespina, et la pensée de la douleur qui attendait mon petit ami malheureux et idolâtré a rempli mon âme, noyant tout ressentiment.

«¡Qué horrible desgracia!—exclamé—.

¿Y seré yo quien lleve tan triste noticia a su afligida familia? ¿Pero, señor, está usted seguro de lo que dice? —He visto con estos ojos al padre de ese joven, quejándose amargamente, y refiriendo los pormenores de la desgracia con tanta angustia que partía el corazón.

Según decía, él había salvado a todos los de la lancha, y aseguraba que si hubiera querido salvar sólo a su hijo, lo habría logrado a costa de la vida de todos los demás. Prefirió con todo dar la vida al mayor número, aun sacrificando la de su hijo en beneficio de muchos, y así lo hizo. Parece que es hombre de mucha alma, y sumamente diestro y valeroso». Esto me entristeció tanto, que no hablé más del asunto.

¡Muerto Marcial, muerto Malespina! ¡Qué terribles nuevas llevaba yo a casa de mi amo! Casi estuve por un momento decidido a no volver a Cádiz, dejando que el azar o la voz pública llevaran tan penosa comisión al seno del hogar, donde tantos corazones palpitaban de inquietud. Sin embargo, era preciso que me presentase a D. Alonso para darle cuenta de mi conducta. Cependant, il me fallut me présenter à D. Alonso pour lui rendre compte de ma conduite. Llegamos por fin a Rota, y allí nos embarcamos para Cádiz.

No pueden ustedes figurarse qué alborotado estaba el vecindario con la noticia de los desastres de la escuadra. Vous ne pouvez pas imaginer à quel point le quartier était excité par la nouvelle des catastrophes de l'équipe. Poco a poco iban llegando las nuevas de lo sucedido, y ya se sabía la suerte de la mayor parte de los buques, aunque de muchos marineros y tripulantes se ignoraba todavía el paradero. En las calles ocurrían a cada momento escenas de desolación, cuando un recién llegado daba cuenta de los muertos que conocía, y nombraba las personas que no habían de volver. La multitud invadía el muelle para reconocer los heridos, esperando encontrar al padre, al hermano, al hijo o al marido. Presencié escenas de frenética alegría, mezcladas con lances dolorosos y terribles desconsuelos. Las esperanzas se desvanecían, las sospechas se confirmaban las más de las veces, y el número de los que ganaban en aquel agonioso juego de la suerte era bien pequeño, comparado con el de los que perdían. Los cadáveres que aparecieron en la costa de Santa María sacaban de dudas a muchas familias, y otras esperaban aún encontrar entre los prisioneros conducidos a Gibraltar a la persona amada. En honor del pueblo de Cádiz, debo decir que jamás vecindario alguno ha tomado con tanto empeño el auxilio de los heridos, no distinguiendo entre nacionales y enemigos, antes bien equiparando a todos bajo el amplio pabellón de la caridad. En l'honneur du peuple de Cadix, je dois dire qu'aucun quartier n'a jamais porté secours aux blessés avec une telle détermination, ne faisant pas de distinction entre nationaux et ennemis, mais assimilant plutôt tout le monde sous le large drapeau de la charité.

Collingwood consignó en sus memorias esta generosidad de mis paisanos. Collingwood a consigné dans ses mémoires cette générosité de mes compatriotes. Quizás la magnitud del desastre apagó todos los resentimientos. ¿No es triste considerar que sólo la desgracia hace a los hombres hermanos? En Cádiz pude conocer en su conjunto la acción de guerra que yo, a pesar de haber asistido a ella, no conocía sino por casos particulares, pues lo largo de la línea, lo complicado de los movimientos y la diversa suerte de los navíos, no permitían otra cosa. A Cadix, j'ai pu connaître dans son ensemble l'action de guerre que je, bien qu'y ayant assisté, ne connaissais que des cas particuliers, car le long de la ligne, la complexité des mouvements et le sort différent des navires, ne permettaient-ils pas autre chose.

Según allí me dijeron, además del  Trinidad , se habían ido a pique el  Argonauta , de 92, mandado por D. Antonio Pareja, y el  San Agustín , de 80, mandado por D. Felipe Cajigal. D'après ce qu'ils m'ont dit, en plus de Trinidad, l'Argonauta, 92 ans, commandé par D. Antonio Pareja, et le San Agustín, 80 ans, commandé par D. Felipe Cajigal, étaient tombés. Con Gravina, en el  Príncipe de Asturias , habían vuelto a Cádiz el  Montañés , de 80, comandante Alcedo, que murió en el combate en unión del segundo Castaños; el  San Justo , de 76, mandado por D. Miguel Gastón; el  San Leandro , de 74, mandado por D. José Quevedo; el  San Francisco , de 74, mandado por D. Luis Flores; el  Rayo , de 100, que mandaba Macdonell. De éstos, salieron el 23, para represar las naves que estaban a la vista, el  Montañés , el  San Justo , el  San Francisco y el  Rayo ; pero los dos últimos se perdieron en la costa, lo mismo que el  Monarca , de 74, mandado por Argumosa, y el  Neptuno , de 80, cuyo heroico comandante, D. Cayetano Valdés, ya célebre por la jornada del 14, estuvo a punto de perecer. Parmi ceux-ci, ils partirent le 23, pour endiguer les navires qui étaient en vue, le Montañés, le San Justo, le San Francisco et le Rayo ; mais les deux derniers ont été perdus sur la côte, le même que le monarque de 74 ans, commandé par Argumosa, et le Neptune de 80 ans, dont le commandant héroïque, D. Cayetano Valdés, déjà célèbre pour le jour de la le 14, était sur le point de périr. Quedaron apresados el  Bahama , que se deshizo antes de llegar a Gibraltar; el  San Ildefonso , de 74, comandante Vargas, que fue conducido a Inglaterra, y el  Nepomuceno , que por muchos años permaneció en Gibraltar, conservado como un objeto de veneración o sagrada reliquia. El  Santa Ana llegó felizmente a Cádiz en la misma noche en que le abandonamos. Los ingleses también perdieron algunos de sus fuertes navíos, y no pocos de sus oficiales generales compartieron el glorioso fin del almirante Nelson. En cuanto a los franceses, no es necesario decir que tuvieron tantas pérdidas como nosotros. A excepción de los cuatro navíos que se retiraron con Dumanoir sin entrar en fuego, mancha que en mucho tiempo no pudo quitarse de encima la marina imperial, nuestros aliados se condujeron heroicamente en la batalla. Villeneuve, deseando que se olvidaran en un día sus faltas, peleó hasta el fin denodadamente, y fue llevado prisionero a Gibraltar. Villeneuve, souhaitant que ses fautes fussent oubliées en un jour, combattit vaillamment jusqu'au bout et fut fait prisonnier à Gibraltar. Otros muchos comandantes cayeron en poder de los ingleses, y algunos murieron. Sus navíos corrieron igual suerte que los nuestros: unos se retiraron con Gravina; otros fueron apresados, y muchos se perdieron en las costas. El  Achilles se voló en medio del combate, como indiqué en mi relación. Pero a pesar de estos desastres, nuestra aliada, la orgullosa Francia, no pagó tan caro como España las consecuencias de aquella guerra.

Si perdía lo más florido de su marina, en tierra alcanzaba en aquellos mismos días ruidosos triunfos. Napoleón había transportado en poco tiempo el gran ejército desde las orillas del Canal de la Mancha a la Europa central, y ponía en ejecución su colosal plan de campaña contra el Austria. El 20 de Octubre, un día antes de Trafalgar, Napoleón presenciaba en el campo de Ulm el desfile de las tropas austriacas, cuyos generales le entregaban su espada, y dos meses después, el 2 de Diciembre del mismo año, ganaba en los campos de Austerlitz la más brillante acción de su reinado. Estos triunfos atenuaron en Francia la pérdida de Trafalgar; el mismo Napoleón mandó a los periódicos que no se hablara del asunto, y cuando se le dio cuenta de la victoria de sus implacables enemigos los ingleses, se contentó con encogerse de hombros diciendo: «Yo no puedo estar en todas partes». These triumphs mitigated in France the loss of Trafalgar; Napoleon himself ordered the newspapers not to discuss the matter, and when he learned of the victory of his implacable enemies the English, he contented himself with shrugging his shoulders saying: "I cannot be everywhere."

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[6] Palabras de Nelson.

(N. del A.