×

We use cookies to help make LingQ better. By visiting the site, you agree to our cookie policy.


image

Cuentos de la Selva, La guerra de los yacarés

La guerra de los yacarés

En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían peces, bichos que iban a tomar agua al río, pero sobre todo peces. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el agua cuando había noches de luna.

Todos vivían muy tranquilos y contentos. Pero una tarde, mientras dormían la siesta, un yacaré se despertó de golpe y levantó la cabeza porque creía haber sentido ruido. Prestó oídos, y lejos, muy lejos, oyó efectivamente un ruido sordo y profundo. Entonces llamó al yacaré que dormía a su lado.

—¡Despiértate! —le dijo—. Hay peligro.

—¿Qué cosa? —respondió el otro, alarmado.

—No sé —contestó el yacaré que se había despertado primero—. Siento un ruido desconocido.

El segundo yacaré oyó el ruido a su vez, y en un momento despertaron a los otros. Todos se asustaron y corrían de un lado para otro con la cola levantada.

Y no era para menos su inquietud, porque el ruido crecía, crecía. Pronto vieron como una nubecita de humo a lo lejos, y oyeron un ruido de chas-chas en el río como si golpearan el agua muy lejos.

Los yacarés se miraban unos a otros: ¿qué podía ser aquello?

Pero un yacaré viejo y sabio, el más sabio y viejo de todos, un viejo yacaré a quién no quedaban sino dos dientes sanos en los costados de la boca, y que había hecho una vez un viaje hasta el mar, dijo de repente:

—¡Yo sé lo que es! ¡Es una ballena! ¡Son grandes y echan agua blanca por la nariz! El agua cae para atrás.

Al oír esto, los yacarés chiquitos comenzaron a gritar como locos de miedo, zambullendo la cabeza. Y gritaban:

—¡Es una ballena! ¡Ahí viene la ballena!

Pero el viejo yacaré sacudió de la cola al yacarecito que tenía más cerca.

—¡No tengan miedo! —les gritó— ¡Yo sé lo que es la ballena! ¡Ella tiene miedo de nosotros! ¡Siempre tiene miedo!

Con lo cual los yacarés chicos se tranquilizaron. Pero en seguida volvieron a asustarse, porque el humo gris se cambió de repente en humo negro, y todos sintieron bien fuerte ahora el chas-chas-chas en el agua. Los yacarés, espantados, se hundieron en el río, dejando solamente fuera los ojos y la punta de la nariz. Y así vieron pasar delante de ellos aquella cosa inmensa, llena de humo y golpeando el agua, que era un vapor de ruedas que navegaba por primera vez por aquel río.

El vapor pasó, se alejó y desapareció. Los yacarés entonces fueron saliendo del agua, muy enojados con el viejo yacaré, porque los había engañado, diciéndoles que eso era una ballena.

—¡Eso no es una ballena! —le gritaron en las orejas, porqué era un poco sordo—. ¿Qué es eso que pasó?

El viejo yacaré les explicó entonces que era un vapor, lleno de fuego, y que los yacarés se iban a morir todos si el buque seguía pasando. Pero los yacarés se echaron a reír, porque creyeron que el viejo se había vuelto loco ¿Por qué se iban a morir ellos si el vapor seguía pasando? ¡Estaba bien loco el pobre yacaré viejo!

Y como tenían hambre, se pusieron a buscar peces.

Pero no había ni un pez. No encontraron un solo pez. Todos se habían ido, asustados por el ruido del vapor. No había más peces.

—¿No les decía yo? —dijo entonces el viejo yacaré— Ya no tenemos nada que comer. Todos los peces se han ido. Esperemos hasta mañana. Puede ser que el vapor no vuelva más, y los peces volverán cuando no tengan más miedo.

Pero al día siguiente sintieron de nuevo el ruido en el agua, y vieron pasar de nuevo al vapor, haciendo mucho ruido y largando tanto humo que oscurecía el cielo.

—Bueno —dijeron entonces los yacarés—; el buque pasó ayer, pasó hoy, y pasará mañana. Ya no habrá más peces ni bichos que vengan a tomar agua, y nos moriremos de hambre. Hagamos entonces un dique.

—¡Si, un dique! ¡Un dique gritaron todos, nadando a toda fuerza hacia la orilla—. ¡Hagamos un dique!

En seguida se pusieron a hacer el dique. Fueron todos al bosque y echaron abajo más de diez mil árboles, sobre todo lapachos y quebrachos, porqué tienen la madera muy dura… Los cortaron con la especie de serrucho que los yacarés tienen encima de la cola; los empujaron hasta el agua, y los clavaron a todo lo ancho del río, a un metro uno del otro. Ningún buque podía pasar por allí, ni grande ni chico. Estaban seguros de que nadie vendría a espantar los peces. Y como estaban muy cansados, se acostaron a dormir en la playa.

Al otro día dormían todavía cuando oyeron el chas-chas-chas del vapor. Todos oyeron, pero ninguno se levantó ni abrió los ojos siquiera. ¿qué les importaba el buque? Podía hacer todo el ruido que quisiera, por allí no iba a pasar.

En efecto: el vapor estaba muy lejos todavía cuando se detuvo. Los hombres que iban adentro miraron con anteojos aquella cosa atravesada en el río y mandaron un bote a ver qué era aquello que les impedía pasar. Entonces los yacarés se levantaron y fueron al dique, y miraron por entre los palos, riéndose del chasco que se había llevado el vapor.

El bote se acercó, vio el formidable dique que habían levantado los yacarés y se volvió al vapor. Pero después volvió otra vez al dique, y los hombres del bote gritaron:

—¡Eh, yacarés!

—¡Qué hay! —respondieron los yacarés, sacando la cabeza por entre los troncos del dique.

—¡Nos está estorbando eso! —continuaron los hombres.

—¡Ya lo sabemos!

—¡No podemos pasar!

—¡Es lo que queremos!

—¡Saquen el dique!

—¡No lo sacamos!

Los hombres del bote hablaron un rato en voz baja entre ellos y gritaron después:

—¡Yacarés!

—¿Qué hay? —contestaron ellos.

—¿No lo sacan?

—¡No!

—¡Hasta mañana, entonces!

—¡Hasta cuando quieran!

Y el bote volvió al vapor, mientras los yacarés, locos de contentos, daban tremendos colazos en el agua. Ningún vapor iba a pasar por allí y siempre, siempre, habría peces.

Pero al día siguiente volvió el vapor, y cuando los yacarés miraron el buque, quedaron mudos de asombro: ya no era el mismo buque. Era otro, un buque de color ratón, mucho más grande que el otro. ¿Qué nuevo vapor era ése? ¿Ése también quería pasar? No iba a pasar, no. ¡Ni ése, ni otro, ni ningún otro!

—¡No, no va a pasar! —gritaron los yacarés, lanzándose al dique, cada cual a su puesto entre los troncos.

El nuevo buque, como el otro, se detuvo lejos, y también como el otro bajó un bote que se acercó al dique.

Dentro venían un oficial y ocho marineros. El oficial gritó:

—¡Eh, yacarés!

—¡Qué hay! —respondieron éstos.

—¿No sacan el dique?

—No.

—¿No?

—¡No!

—Está bien —dijo el oficial—. Entonces lo vamos a echar a pique a cañonazos.

—¡Echen! —contestaron los yacarés.

Y el bote regresó al buque.

Ahora bien, ese buque de color ratón era un buque de guerra, un acorazado con terribles cañones. El viejo yacaré sabio que había ido una vez hasta el mar se acordó de repente, y apenas tuvo tiempo de gritar a los otros yacarés:

—¡Escóndanse bajo el agua! ¡Ligero! ¡Es un buque de guerra! ¡Cuidado! ¡Escóndanse!

Los yacarés desaparecieron en un instante bajo el agua y nadaron hacia la orilla, donde quedaron hundidos, con la nariz y los ojos únicamente fuera del agua. En ese mismo momento, del buque salió una gran nube blanca de humo, sonó un terrible estampido y una enorme bala de cañón cayó en pleno dique, justo en el medio. Dos o tres troncos volaron hechos pedazos, y en seguida cayó otra bala, y otra y otra más, y cada una hacía saltar por el aire en astillas un pedazo de dique, hasta que no quedó nada del dique. Ni un tronco, ni una astilla, ni una cáscara.

Todo había sido deshecho a cañonazos por el acorazado. Y los yacarés, hundidos en el agua, con los ojos y la nariz solamente afuera, vieron pasar el buque de guerra, silbando a toda fuerza.

Entonces los yacarés salieron del agua y dijeron:

—Hagamos otro dique mucho más grande que el otro.

Y en esa misma tarde y esa noche misma hicieron otro dique, con troncos inmensos. Después se acostaron a dormir, cansadísimos, y estaban durmiendo todavía al día siguiente cuando el buque de guerra llegó otra vez, y .el bote se acercó al dique.

—¡Eh, yacarés!

—gritó el oficial.

—¡Qué hay! —respondieron los yacarés.

—¡Saquen ese otro dique!

—¡No lo sacamos!

—¡Lo vamos a deshacer a cañonazos como al otro!…

—¡Deshagan… si pueden!

Y hablaban así con orgullo porque estaban seguros de que su nuevo dique no podría ser deshecho ni por todos los cañones del mundo.

Pero un rato después el buque volvió a llenarse de humo, y con un horrible estampido la bala reventó en el medio del dique, porque esta vez habían tirado con granada. La granada reventó contra los troncos, hizo saltar, despedazó, redujo a astillas las enormes vigas. La segunda reventó al lado de la primera y otro pedazo de dique voló por el aire. Y así fueron deshaciendo el dique. Y no quedó nada del dique; nada, nada. El buque de guerra pasó entonces delante de los yacarés, y los hombres les hacían burlas tapándose la boca.

—Bueno —dijeron entonces los yacarés, saliendo del agua—. Vamos a morir todos, porque el buque va a pasar siempre y los peces no volverán.

Y estaban tristes, porque los yacarés chiquitos se quejaban de hambre.

El viejo yacaré dijo entonces:

—Todavía tenemos una esperanza de salvarnos. Vamos a ver al Surubí. Yo hice el viaje con él cuando fui hasta el mar, y tiene un torpedo. El vio un combate entre dos buques de guerra, y trajo hasta aquí un torpedo que no reventó. Vamos a pedírselo, y aunque está muy enojado con nosotros los yacarés, tiene buen corazón y no querrá que muramos todos.

El hecho es que antes, muchos años antes, los yacarés se habían comido a un sobrinito del Surubí, y éste no había querido tener más relaciones con los yacarés. Pero a pesar de todo fueron corriendo a ver al Surubí, que vivía en una gruta grandísima en la orilla del río Paraná, y que dormía siempre al lado de su torpedo. Hay Surubíes que tienen hasta dos metros de largo y el dueño del torpedo era uno de ésos.

—¡Eh, Surubí! —gritaron todos los yacarés desde la entrada de la gruta, sin atreverse a entrar por aquel asunto del sobrinito.

—¿Quién me llama? —contestó el Surubí.

—¡Somos nosotros, los yacarés!

—No tengo ni quiero tener relación con ustedes —respondió el Surubí, de mal humor.

Entonces el viejo yacaré se adelantó un poco en la gruta y dijo:

—¡Soy yo, Surubí! ¡Soy tu amigo el yacaré que hizo contigo el viaje hasta el mar!

Al oír esa voz conocida, el Surubí salió de la gruta.

—¡Ah, no te había conocido! —le dijo cariñosamente a su viejo amigo—. ¿Qué quieres?

—Venimos a pedirte el torpedo. Hay un buque de guerra que pasa por nuestro río y espanta a los peces. Es un buque de guerra, un acorazado. Hicimos un dique, y lo echó a pique. Hicimos otro, y lo echó también a pique. Los peces se han ido, y nos moriremos de hambre. Danos el torpedo, y lo echaremos a pique a él.

El Surubí, al oír esto, pensó un largo rato, y después dijo:

—Está bien; les prestaré el torpedo, aunque me acuerdo siempre de lo que hicieron con el hijo de mi hermano. ¿Quién sabe hacer reventar el torpedo?

Ninguno sabía, y todos callaron.

—Está bien —dijo el Surubí, con orgullo—, yo lo haré reventar. Yo sé hacer eso.

Organizaron entonces el viaje. Los yacarés se ataron todos unos con otros; de la cola de uno al cuello del otro; de la cola de éste al cuello de aquél, formando así una larga cadena de yacarés que tenía más de una cuadra. El inmenso Surubí empujó el torpedo hacia la corriente y se colocó bajo él, sosteniéndolo sobre el lomo para que flotara. Y como las lianas con que estaban atados los yacarés uno detrás del otro se habían concluido, el Suburí se prendió con los dientes de la cola del último yacaré, y así emprendieron la marcha. El Surubí sostenía el torpedo, y los yacarés tiraban, corriendo por la costa. Subían, bajaban, saltaban por sobre las piedras, corriendo siempre y arrastrando al torpedo, que levantaba olas como un buque por la velocidad de la corrida. Pero a la mañana siguiente, bien temprano, . llegaban al lugar donde habían construido su último dique, y comenzaron en seguida otro, pero mucho más fuerte que los anteriores, porque por consejo del Surubí colocaron los troncos bien juntos, uno al lado del otro. Era un dique realmente formidable.

Hacía apenas una hora que acababan de colocar el último tronco del dique, cuando el buque de guerra apareció otra vez, y el bote con el oficial y ocho marineros se acercó de nuevo al dique. Los yacarés se treparon entonces por los troncos y asomaron la cabeza del otro lado.

—¡Eh, yacarés!

—gritó el oficial.

—¡Qué hay! —respondieron los yacarés.

—¿Otra vez el dique?

—¡Sí, otra vez!

—¡Saquen ese dique!

—¡Nunca!

—¿No lo sacan?

—¡No!

—Bueno; entonces, oigan —dijo el oficial—. Vamos a deshacer este dique, y para que no quieran hacer otro los vamos a deshacer después a ustedes, a cañonazos. No va a quedar ni uno solo vivo, ni grandes, ni chicos, ni gordos, ni flacos, ni jóvenes, ni viejos, como ese viejísimo yacaré que veo allí, y que no tiene sino dos dientes en los costados de la boca.

El viejo y sabio yacaré, al ver que el oficial hablaba de él y se burlaba, le dijo:

—Es cierto que no me quedan sino pocos dientes, y algunos rotos. ¿Pero usted sabe qué van a comer mañana estos dientes? —añadió, abriendo su inmensa boca.

—¿Qué van a comer, a ver? —respondieron los marineros.

—A ese oficialito —dijo el yacaré y se bajó rápidamente de su tronco.

Entretanto, el Surubí había colocado su torpedo bien en medio del dique, ordenando a cuatro yacarés que lo agarraran con cuidado y lo hundieran en el agua hasta que él les avisara. Así lo hicieron. En seguida, los demás yacarés se hundieron a su vez cerca de la orilla, dejando únicamente la nariz y los ojos fuera del agua. El Surubí se hundió al lado de su torpedo.

De repente el buque de guerra se llenó de humo y lanzó el primer cañonazo contra el dique. La granada reventó justo en el centro del dique, hizo volar en mil pedazos diez o doce troncos.

Pero el Surubí estaba alerta y apenas quedó abierto el agujero en el dique, gritó a los yacarés que estaban bajo el agua sujetando el torpedo:

—¡Suelten el torpedo, ligero, suelten!

Los yacarés soltaron, y el torpedo vino a flor de agua.

En menos del tiempo que se necesita para contarlo, el Surubí colocó el torpedo bien en el centro del boquete abierto, apuntando con un solo ojo, y poniendo en movimiento el mecanismo del torpedo, lo lanzó contra el buque.

¡Ya era tiempo! En ese instante el acorazado lanzaba su segundo cañonazo y la granada iba a reventar entre los palos, haciendo saltar en astillas otro pedazo del dique.

Pero el torpedo llegaba ya al buque, y los hombres que estaban en él lo vieron: es decir, vieron el remolino que hace en el agua un torpedo. Dieron todos un gran grito de miedo y quisieron mover el acorazado para que el torpedo no lo tocara.

Pero era tarde; el torpedo llegó, chocó con el inmenso buque bien en el centro, y reventó.

No es posible darse cuenta del terrible ruido con que reventó el torpedo. Reventó, y partió el buque en quince mil pedazos; lanzó por el aire, a cuadras y cuadras de distancia, chimeneas, máquinas, cañones, lanchas, todo.

Los yacarés dieron un grito de triunfo y corrieron como locos al dique. Desde allí vieron pasar por el agujero abierto por la granada a los hombres muertos, heridos y algunos vivos que la corriente del río arrastraba.

Se treparon amontonados en los dos troncos que quedaban a ambos lados del boquete y cuando los hombres pasaban por allí, se burlaban tapándose la boca con las patas.

No quisieron comer a ningún hombre, aunque bien lo merecían. Sólo cuando pasó uno que tenía galones de oro en el traje y que estaba vivo, el viejo yacaré se lanzó de un salto al agua, y ¡tac! en dos golpes de boca se lo comió.

—¿Quién es ése? —preguntó un yacarecito ignorante.

—Es el oficial —le respondió el Surubí—. Mi viejo amigo le había prometido que lo iba a comer, y se lo ha comido.

Los yacarés sacaron el resto del dique, que para nada servía ya, puesto que ningún buque volvería a pasar por allí. El Surubí, que se había enamorado del cinturón y los cordones del oficial, pidió que se los regalaran, y tuvo que sacárselos de entre los dientes al viejo yacaré, pues habían quedado enredados allí. El Surubí se puso el cinturón, abrochándolo bajo las aletas y del extremo de sus grandes bigotes prendió los cordones de la espada. Como la piel del Surubí es muy bonita, y las manchas oscuras que tiene se parecen a las de una víbora, el Surubí nadó una hora pasando y repasando ante los yacarés que lo admiraban con la boca abierta.

Los yacarés lo acompañaron luego hasta su gruta y le dieron las gracias infinidad de veces. Volvieron después a su paraje. Los peces volvieron también, los yacarés vivieron y viven todavía muy felices, porque se han acostumbrado al fin a ver pasar vapores y buques que llevan naranjas.

Pero no quieren saber nada de buques de guerra.


La guerra de los yacarés Der Krieg der Yacaré The war of the yacaré La guerre des yacaré 야카레의 전쟁 Wojna yacaré A guerra dos yacaré Війна якаре

En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos yacarés. In a very large river, in a desert country where man had never been, there lived many yacaré. Eran más de cien o más de mil. There were more than a hundred or more than a thousand. Comían peces, bichos que iban a tomar agua al río, pero sobre todo peces. They ate fish, bugs that went to drink water from the river, but mostly fish. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el agua cuando había noches de luna. They napped on the sandy shore, and sometimes played in the water on moonlit nights.

Todos vivían muy tranquilos y contentos. Everyone lived very calm and happy. Pero una tarde, mientras dormían la siesta, un yacaré se despertó de golpe y levantó la cabeza porque creía haber sentido ruido. But one afternoon, while they were taking a nap, one of the yacaré woke up suddenly and raised his head because he thought he heard a noise. Prestó oídos, y lejos, muy lejos, oyó efectivamente un ruido sordo y profundo. He lent his ears, and far, far away, he did indeed hear a deep rumbling sound. Entonces llamó al yacaré que dormía a su lado. Then he called out to the yacaré that was sleeping next to him.

—¡Despiértate! -Wake up! —le dijo—. -he said. Hay peligro. There is danger.

—¿Qué cosa? -What is it? —respondió el otro, alarmado. -replied the other, alarmed.

—No sé —contestó el yacaré que se había despertado primero—. -I don't know," answered the yacaré that had woken up first. Siento un ruido desconocido. I feel an unfamiliar noise.

El segundo yacaré oyó el ruido a su vez, y en un momento despertaron a los otros. The second yacaré heard the noise in turn, and in a moment the others were awakened. Todos se asustaron y corrían de un lado para otro con la cola levantada. They all got scared and ran around with their tails up.

Y no era para menos su inquietud, porque el ruido crecía, crecía. And his concern was no wonder, because the noise grew and grew. Pronto vieron como una nubecita de humo a lo lejos, y oyeron un ruido de chas-chas en el río como si golpearan el agua muy lejos. Soon they saw a puff of smoke in the distance, and heard a clicking noise in the river as if they were hitting the water far away.

Los yacarés se miraban unos a otros: ¿qué podía ser aquello? The yacaré looked at each other: what could it be?

Pero un yacaré viejo y sabio, el más sabio y viejo de todos, un viejo yacaré a quién no quedaban sino dos dientes sanos en los costados de la boca, y que había hecho una vez un viaje hasta el mar, dijo de repente: But a wise old alligator, the wisest and oldest of all, an old alligator who had only two sound teeth left in the sides of his mouth, and who had once made a trip to the sea, suddenly said:

—¡Yo sé lo que es! -I know what it is! ¡Es una ballena! ¡Son grandes y echan agua blanca por la nariz! They're big and shoot white water out of their noses! El agua cae para atrás. The water falls backwards.

Al oír esto, los yacarés chiquitos comenzaron a gritar como locos de miedo, zambullendo la cabeza. Upon hearing this, the little alligators began to scream like crazy people with fear, shaking their heads. Y gritaban: And they shouted:

—¡Es una ballena! -It's a whale! ¡Ahí viene la ballena! Here comes the whale!

Pero el viejo yacaré sacudió de la cola al yacarecito que tenía más cerca. But the old yacaré shook the nearest yacarecito by the tail.

—¡No tengan miedo! -Do not be afraid! —les gritó— ¡Yo sé lo que es la ballena! -I know what the whale is! ¡Ella tiene miedo de nosotros! She is afraid of us! ¡Siempre tiene miedo! He is always afraid!

Con lo cual los yacarés chicos se tranquilizaron. The young yacaré calmed down. Pero en seguida volvieron a asustarse, porque el humo gris se cambió de repente en humo negro, y todos sintieron bien fuerte ahora el chas-chas-chas en el agua. But at once they were frightened again, because the gray smoke suddenly changed to black smoke, and they all now felt the loud crack-chas-chas in the water. Los yacarés, espantados, se hundieron en el río, dejando solamente fuera los ojos y la punta de la nariz. The yacaré, frightened, sank into the river, leaving out only their eyes and the tip of their noses. Y así vieron pasar delante de ellos aquella cosa inmensa, llena de humo y golpeando el agua, que era un vapor de ruedas que navegaba por primera vez por aquel río. And so they saw before them pass that immense thing, full of smoke and beating the water, which was a paddle steamer sailing for the first time on that river.

El vapor pasó, se alejó y desapareció. The steamer passed by, moved away and disappeared. Los yacarés entonces fueron saliendo del agua, muy enojados con el viejo yacaré, porque los había engañado, diciéndoles que eso era una ballena. The yacaré then came out of the water, very angry with the old yacaré, because he had deceived them, telling them that it was a whale.

—¡Eso no es una ballena! -That's not a whale! —le gritaron en las orejas, porqué era un poco sordo—. -They shouted in his ears, because he was a little deaf. ¿Qué es eso que pasó? What is it that happened?

El viejo yacaré les explicó entonces que era un vapor, lleno de fuego, y que los yacarés se iban a morir todos si el buque seguía pasando. The old yacaré then explained that it was a steamer, full of fire, and that the yacaré would all die if the ship continued to pass. Pero los yacarés se echaron a reír, porque creyeron que el viejo se había vuelto loco ¿Por qué se iban a morir ellos si el vapor seguía pasando? ¡Estaba bien loco el pobre yacaré viejo!

Y como tenían hambre, se pusieron a buscar peces.

Pero no había ni un pez. No encontraron un solo pez. Todos se habían ido, asustados por el ruido del vapor. No había más peces.

—¿No les decía yo? —dijo entonces el viejo yacaré— Ya no tenemos nada que comer. Todos los peces se han ido. Esperemos hasta mañana. Puede ser que el vapor no vuelva más, y los peces volverán cuando no tengan más miedo.

Pero al día siguiente sintieron de nuevo el ruido en el agua, y vieron pasar de nuevo al vapor, haciendo mucho ruido y largando tanto humo que oscurecía el cielo. But the next day they heard the noise in the water again, and they saw the steamer go by again, making a lot of noise and sending out so much smoke that it darkened the sky.

—Bueno —dijeron entonces los yacarés—; el buque pasó ayer, pasó hoy, y pasará mañana. Ya no habrá más peces ni bichos que vengan a tomar agua, y nos moriremos de hambre. Hagamos entonces un dique. So let's make a dam.

—¡Si, un dique! ¡Un dique gritaron todos, nadando a toda fuerza hacia la orilla—. ¡Hagamos un dique!

En seguida se pusieron a hacer el dique. They immediately began to build the dike. Fueron todos al bosque y echaron abajo más de diez mil árboles, sobre todo lapachos y quebrachos, porqué tienen la madera muy dura… Los cortaron con la especie de serrucho que los yacarés tienen encima de la cola; los empujaron hasta el agua, y los clavaron a todo lo ancho del río, a un metro uno del otro. Ningún buque podía pasar por allí, ni grande ni chico. Estaban seguros de que nadie vendría a espantar los peces. Y como estaban muy cansados, se acostaron a dormir en la playa.

Al otro día dormían todavía cuando oyeron el chas-chas-chas del vapor. Todos oyeron, pero ninguno se levantó ni abrió los ojos siquiera. ¿qué les importaba el buque? Podía hacer todo el ruido que quisiera, por allí no iba a pasar.

En efecto: el vapor estaba muy lejos todavía cuando se detuvo. Los hombres que iban adentro miraron con anteojos aquella cosa atravesada en el río y mandaron un bote a ver qué era aquello que les impedía pasar. Entonces los yacarés se levantaron y fueron al dique, y miraron por entre los palos, riéndose del chasco que se había llevado el vapor.

El bote se acercó, vio el formidable dique que habían levantado los yacarés y se volvió al vapor. Pero después volvió otra vez al dique, y los hombres del bote gritaron:

—¡Eh, yacarés!

—¡Qué hay! —respondieron los yacarés, sacando la cabeza por entre los troncos del dique.

—¡Nos está estorbando eso! —continuaron los hombres.

—¡Ya lo sabemos!

—¡No podemos pasar!

—¡Es lo que queremos!

—¡Saquen el dique!

—¡No lo sacamos!

Los hombres del bote hablaron un rato en voz baja entre ellos y gritaron después:

—¡Yacarés!

—¿Qué hay? —contestaron ellos.

—¿No lo sacan?

—¡No!

—¡Hasta mañana, entonces!

—¡Hasta cuando quieran!

Y el bote volvió al vapor, mientras los yacarés, locos de contentos, daban tremendos colazos en el agua. Ningún vapor iba a pasar por allí y siempre, siempre, habría peces.

Pero al día siguiente volvió el vapor, y cuando los yacarés miraron el buque, quedaron mudos de asombro: ya no era el mismo buque. Era otro, un buque de color ratón, mucho más grande que el otro. ¿Qué nuevo vapor era ése? ¿Ése también quería pasar? No iba a pasar, no. ¡Ni ése, ni otro, ni ningún otro!

—¡No, no va a pasar! —gritaron los yacarés, lanzándose al dique, cada cual a su puesto entre los troncos. —the alligators shouted, throwing themselves onto the dam, each one taking his place between the trunks.

El nuevo buque, como el otro, se detuvo lejos, y también como el otro bajó un bote que se acercó al dique.

Dentro venían un oficial y ocho marineros. El oficial gritó:

—¡Eh, yacarés!

—¡Qué hay! —respondieron éstos.

—¿No sacan el dique?

—No.

—¿No?

—¡No!

—Está bien —dijo el oficial—. Entonces lo vamos a echar a pique a cañonazos.

—¡Echen! —contestaron los yacarés.

Y el bote regresó al buque.

Ahora bien, ese buque de color ratón era un buque de guerra, un acorazado con terribles cañones. El viejo yacaré sabio que había ido una vez hasta el mar se acordó de repente, y apenas tuvo tiempo de gritar a los otros yacarés:

—¡Escóndanse bajo el agua! ¡Ligero! ¡Es un buque de guerra! ¡Cuidado! ¡Escóndanse!

Los yacarés desaparecieron en un instante bajo el agua y nadaron hacia la orilla, donde quedaron hundidos, con la nariz y los ojos únicamente fuera del agua. En ese mismo momento, del buque salió una gran nube blanca de humo, sonó un terrible estampido y una enorme bala de cañón cayó en pleno dique, justo en el medio. Dos o tres troncos volaron hechos pedazos, y en seguida cayó otra bala, y otra y otra más, y cada una hacía saltar por el aire en astillas un pedazo de dique, hasta que no quedó nada del dique. Ni un tronco, ni una astilla, ni una cáscara.

Todo había sido deshecho a cañonazos por el acorazado. Y los yacarés, hundidos en el agua, con los ojos y la nariz solamente afuera, vieron pasar el buque de guerra, silbando a toda fuerza.

Entonces los yacarés salieron del agua y dijeron:

—Hagamos otro dique mucho más grande que el otro. -Let's make another dam much bigger than the other one.

Y en esa misma tarde y esa noche misma hicieron otro dique, con troncos inmensos. And that same afternoon and that same night they made another dam, with huge logs. Después se acostaron a dormir, cansadísimos, y estaban durmiendo todavía al día siguiente cuando el buque de guerra llegó otra vez, y .el bote se acercó al dique. Then they lay down to sleep, very tired, and were still sleeping the next day when the warship arrived again, and the boat approached the dock.

—¡Eh, yacarés! -Hey, yacaré!

—gritó el oficial. -shouted the officer.

—¡Qué hay! -What's up! —respondieron los yacarés.

—¡Saquen ese otro dique! "Take out that other dam!"

—¡No lo sacamos! -We didn't take it out!

—¡Lo vamos a deshacer a cañonazos como al otro!… -We're going to undo him with cannon shots like the other one!

—¡Deshagan… si pueden! -Undo... if you can!

Y hablaban así con orgullo porque estaban seguros de que su nuevo dique no podría ser deshecho ni por todos los cañones del mundo. And they spoke thus with pride because they were sure that their new dam could not be undone even by all the cannons in the world.

Pero un rato después el buque volvió a llenarse de humo, y con un horrible estampido la bala reventó en el medio del dique, porque esta vez habían tirado con granada. But a while later the ship was again filled with smoke, and with a horrible boom the bullet burst in the middle of the dike, because this time they had shot with a grenade. La granada reventó contra los troncos, hizo saltar, despedazó, redujo a astillas las enormes vigas. The grenade burst against the trunks, blew up, shattered, reduced the huge beams to splinters. La segunda reventó al lado de la primera y otro pedazo de dique voló por el aire. The second burst next to the first and another piece of dam flew through the air. Y así fueron deshaciendo el dique. And so they were undoing the dam. Y no quedó nada del dique; nada, nada. And there was nothing left of the dam; nothing, nothing. El buque de guerra pasó entonces delante de los yacarés, y los hombres les hacían burlas tapándose la boca. The warship then passed in front of the alligators, and the men made fun of them by covering their mouths.

—Bueno —dijeron entonces los yacarés, saliendo del agua—. -Well," said the yacaré, getting out of the water. Vamos a morir todos, porque el buque va a pasar siempre y los peces no volverán. We are all going to die, because the ship will always pass and the fish will never come back.

Y estaban tristes, porque los yacarés chiquitos se quejaban de hambre. And they were sad, because the little yacaré were complaining of hunger.

El viejo yacaré dijo entonces: The old yacaré then said:

—Todavía tenemos una esperanza de salvarnos. -We still have a hope of salvation. Vamos a ver al Surubí. Let's go to see the Surubí. Yo hice el viaje con él cuando fui hasta el mar, y tiene un torpedo. I made the trip with him when I went to the sea, and he has a torpedo. El vio un combate entre dos buques de guerra, y trajo hasta aquí un torpedo que no reventó. He saw a fight between two warships, and he brought a torpedo here that didn't explode. Vamos a pedírselo, y aunque está muy enojado con nosotros los yacarés, tiene buen corazón y no querrá que muramos todos. We are going to ask him, and although he is very angry with us alligators, he has a good heart and he does not want us all to die.

El hecho es que antes, muchos años antes, los yacarés se habían comido a un sobrinito del Surubí, y éste no había querido tener más relaciones con los yacarés. The fact is that before, many years before, the yacaré had eaten a little nephew of the Surubí, and the latter had not wanted to have any more relations with the yacaré. Pero a pesar de todo fueron corriendo a ver al Surubí, que vivía en una gruta grandísima en la orilla del río Paraná, y que dormía siempre al lado de su torpedo. But in spite of everything, they ran to see the Surubí, who lived in a huge grotto on the shore of the Paraná River, and who always slept next to his torpedo. Hay Surubíes que tienen hasta dos metros de largo y el dueño del torpedo era uno de ésos. There are Surubíes that are up to two meters long and the owner of the torpedo was one of those.

—¡Eh, Surubí! -Hey, Surubí! —gritaron todos los yacarés desde la entrada de la gruta, sin atreverse a entrar por aquel asunto del sobrinito. -shouted all the yacares from the entrance of the cave, not daring to enter because of the nephew's business.

—¿Quién me llama? -Who is calling me? —contestó el Surubí. -Surubí replied.

—¡Somos nosotros, los yacarés! -It's us, the yacaré!

—No tengo ni quiero tener relación con ustedes —respondió el Surubí, de mal humor. -I have no relationship with you, nor do I want to have any relationship with you," replied Surubí, in a bad mood.

Entonces el viejo yacaré se adelantó un poco en la gruta y dijo: Then the old yacaré stepped forward a little into the grotto and said:

—¡Soy yo, Surubí! -It's me, Surubi! ¡Soy tu amigo el yacaré que hizo contigo el viaje hasta el mar! I am your friend the yacaré that made the journey to the sea with you!

Al oír esa voz conocida, el Surubí salió de la gruta. Hearing that familiar voice, the Surubí came out of the grotto.

—¡Ah, no te había conocido! -Oh, I didn't know you! —le dijo cariñosamente a su viejo amigo—. -he said affectionately to his old friend. ¿Qué quieres? What do you want?

—Venimos a pedirte el torpedo. -We came to ask you for the torpedo. Hay un buque de guerra que pasa por nuestro río y espanta a los peces. There is a warship passing through our river and scaring the fish away. Es un buque de guerra, un acorazado. It is a warship, a battleship. Hicimos un dique, y lo echó a pique. We made a dike, and it washed him out. Hicimos otro, y lo echó también a pique. We made another one, and he also threw it away. Los peces se han ido, y nos moriremos de hambre. The fish are gone, and we will starve. Danos el torpedo, y lo echaremos a pique a él. Give us the torpedo, and we'll scuttle him.

El Surubí, al oír esto, pensó un largo rato, y después dijo: Surubí, hearing this, thought for a long time, and then said:

—Está bien; les prestaré el torpedo, aunque me acuerdo siempre de lo que hicieron con el hijo de mi hermano. -It's okay; I'll lend you the torpedo, although I always remember what they did with my brother's son. ¿Quién sabe hacer reventar el torpedo? Who knows how to burst the torpedo?

Ninguno sabía, y todos callaron. No one knew, and everyone kept quiet.

—Está bien —dijo el Surubí, con orgullo—, yo lo haré reventar. -All right," said the Surubi, proudly, "I'll blow it up. Yo sé hacer eso. I know how to do that.

Organizaron entonces el viaje. They then organized the trip. Los yacarés se ataron todos unos con otros; de la cola de uno al cuello del otro; de la cola de éste al cuello de aquél, formando así una larga cadena de yacarés que tenía más de una cuadra. The yacaré were all tied to each other; from the tail of one to the neck of the other; from the tail of this one to the neck of the other, thus forming a long chain of yacaré that was more than a block long. El inmenso Surubí empujó el torpedo hacia la corriente y se colocó bajo él, sosteniéndolo sobre el lomo para que flotara. The immense Surubi pushed the torpedo into the current and positioned himself under it, holding it on his back so that it floated. Y como las lianas con que estaban atados los yacarés uno detrás del otro se habían concluido, el Suburí se prendió con los dientes de la cola del último yacaré, y así emprendieron la marcha. And as the lianas with which the yacaré were tied one after the other had been completed, the Suburí grabbed the tail of the last yacaré with its teeth, and so they set out on their march. El Surubí sostenía el torpedo, y los yacarés tiraban, corriendo por la costa. The Surubí held the torpedo, and the yacares pulled, running along the shore. Subían, bajaban, saltaban por sobre las piedras, corriendo siempre y arrastrando al torpedo, que levantaba olas como un buque por la velocidad de la corrida. They went up, down, and jumped over the stones, always running and dragging the torpedo, which raised waves like a ship due to the speed of the run. Pero a la mañana siguiente, bien temprano, . But the next morning, bright and early, . llegaban al lugar donde habían construido su último dique, y comenzaron en seguida otro, pero mucho más fuerte que los anteriores, porque por consejo del Surubí colocaron los troncos bien juntos, uno al lado del otro. They arrived at the place where they had built their last dam, and immediately began another one, but much stronger than the previous ones, because on Surubí's advice they placed the logs close together, one next to the other. Era un dique realmente formidable. It was a truly formidable dam.

Hacía apenas una hora que acababan de colocar el último tronco del dique, cuando el buque de guerra apareció otra vez, y el bote con el oficial y ocho marineros se acercó de nuevo al dique. It was barely an hour since they had finished laying the last log of the dyke, when the warship appeared again, and the boat with the officer and eight sailors approached the dyke again. Los yacarés se treparon entonces por los troncos y asomaron la cabeza del otro lado. The caimans then climbed up the trunks and poked their heads out of the other side.

—¡Eh, yacarés! -Hey, yacaré!

—gritó el oficial. -shouted the officer.

—¡Qué hay! -What's up! —respondieron los yacarés. -the yacares replied.

—¿Otra vez el dique? -The dam again?

—¡Sí, otra vez! -Yes, again!

—¡Saquen ese dique!

—¡Nunca! -Never!

—¿No lo sacan? -Don't they take it out?

—¡No!

—Bueno; entonces, oigan —dijo el oficial—. -Well, then, listen," said the officer. Vamos a deshacer este dique, y para que no quieran hacer otro los vamos a deshacer después a ustedes, a cañonazos. We are going to undo this dam, and so that you do not want to build another one, we are going to undo you later, with cannon shots. No va a quedar ni uno solo vivo, ni grandes, ni chicos, ni gordos, ni flacos, ni jóvenes, ni viejos, como ese viejísimo yacaré que veo allí, y que no tiene sino dos dientes en los costados de la boca. Not a single one will be left alive, neither big, nor small, neither fat, nor skinny, neither young, nor old, like that very old alligator I see there, which has only two teeth on the sides of its mouth.

El viejo y sabio yacaré, al ver que el oficial hablaba de él y se burlaba, le dijo: The wise old yacaré, seeing that the officer was talking about him and mocking him, said to him:

—Es cierto que no me quedan sino pocos dientes, y algunos rotos. -It is true that I have only a few teeth left, and some of them are broken. ¿Pero usted sabe qué van a comer mañana estos dientes? But do you know what these teeth will eat tomorrow? —añadió, abriendo su inmensa boca. -he added, opening his huge mouth.

—¿Qué van a comer, a ver? -What are you going to eat, let's see? —respondieron los marineros. -replied the sailors.

—A ese oficialito —dijo el yacaré y se bajó rápidamente de su tronco. -To that little officer," said the yacaré and quickly climbed down from his trunk.

Entretanto, el Surubí había colocado su torpedo bien en medio del dique, ordenando a cuatro yacarés que lo agarraran con cuidado y lo hundieran en el agua hasta que él les avisara. In the meantime, Surubí had placed his torpedo well in the middle of the dam, ordering four yacaré to carefully grab it and sink it in the water until he gave them a warning. Así lo hicieron. They did so. En seguida, los demás yacarés se hundieron a su vez cerca de la orilla, dejando únicamente la nariz y los ojos fuera del agua. Immediately, the other yacares sank in turn near the shore, leaving only their nose and eyes out of the water. El Surubí se hundió al lado de su torpedo. The Surubí sank alongside her torpedo.

De repente el buque de guerra se llenó de humo y lanzó el primer cañonazo contra el dique. Suddenly the warship filled with smoke and fired the first cannon shot against the levee. La granada reventó justo en el centro del dique, hizo volar en mil pedazos diez o doce troncos. The grenade burst right in the center of the dam, blowing ten or twelve logs into a thousand pieces.

Pero el Surubí estaba alerta y apenas quedó abierto el agujero en el dique, gritó a los yacarés que estaban bajo el agua sujetando el torpedo: But the Surubí was alert and as soon as the hole in the dam was opened, it shouted to the yacaré that were underwater holding the torpedo:

—¡Suelten el torpedo, ligero, suelten! -Release the torpedo, light, release!

Los yacarés soltaron, y el torpedo vino a flor de agua. The alligators let go, and the torpedo came to the surface.

En menos del tiempo que se necesita para contarlo, el Surubí colocó el torpedo bien en el centro del boquete abierto, apuntando con un solo ojo, y poniendo en movimiento el mecanismo del torpedo, lo lanzó contra el buque. In less than the time it takes to count it, the Surubi placed the torpedo well in the center of the open gap, aimed with one eye, and setting the torpedo mechanism in motion, launched it against the ship.

¡Ya era tiempo! It was time! En ese instante el acorazado lanzaba su segundo cañonazo y la granada iba a reventar entre los palos, haciendo saltar en astillas otro pedazo del dique. At that instant the battleship launched its second cannon shot and the grenade was about to burst between the masts, blowing another piece of the dyke into splinters.

Pero el torpedo llegaba ya al buque, y los hombres que estaban en él lo vieron: es decir, vieron el remolino que hace en el agua un torpedo. But the torpedo was already reaching the ship, and the men on it saw it: that is, they saw the whirlpool that a torpedo makes in the water. Dieron todos un gran grito de miedo y quisieron mover el acorazado para que el torpedo no lo tocara. They all gave a great cry of fear and wanted to move the battleship so that the torpedo would not touch it.

Pero era tarde; el torpedo llegó, chocó con el inmenso buque bien en el centro, y reventó. But it was too late; the torpedo arrived, hit the huge ship well amidships, and burst.

No es posible darse cuenta del terrible ruido con que reventó el torpedo. It is not possible to realize the terrible noise with which the torpedo burst. Reventó, y partió el buque en quince mil pedazos; lanzó por el aire, a cuadras y cuadras de distancia, chimeneas, máquinas, cañones, lanchas, todo. It burst, and broke the ship into fifteen thousand pieces; it hurled through the air, blocks and blocks away, chimneys, engines, cannons, boats, everything.

Los yacarés dieron un grito de triunfo y corrieron como locos al dique. The yacaré gave a shout of triumph and ran like mad to the dam. Desde allí vieron pasar por el agujero abierto por la granada a los hombres muertos, heridos y algunos vivos que la corriente del río arrastraba. From there they saw the dead, wounded and some living men that the current of the river carried away through the hole opened by the grenade.

Se treparon amontonados en los dos troncos que quedaban a ambos lados del boquete y cuando los hombres pasaban por allí, se burlaban tapándose la boca con las patas. They climbed in a pile on the two logs that were on either side of the gap and when the men passed by, they mocked by covering their mouths with their paws.

No quisieron comer a ningún hombre, aunque bien lo merecían. They did not want to eat any man, although they well deserved it. Sólo cuando pasó uno que tenía galones de oro en el traje y que estaba vivo, el viejo yacaré se lanzó de un salto al agua, y ¡tac! Only when one who had gold stripes on his suit and was alive passed by, did the old alligator jump into the water, and tac! en dos golpes de boca se lo comió. in two blows of the mouth he ate it.

—¿Quién es ése? -Who is that? —preguntó un yacarecito ignorante. -asked an ignorant little yacarecito.

—Es el oficial —le respondió el Surubí—. -It is the officer," Surubí replied. Mi viejo amigo le había prometido que lo iba a comer, y se lo ha comido. My old friend had promised him that he would eat it, and he has eaten it.

Los yacarés sacaron el resto del dique, que para nada servía ya, puesto que ningún buque volvería a pasar por allí. The alligators removed the rest of the dock, which was no longer useful, since no ship would ever pass through it again. El Surubí, que se había enamorado del cinturón y los cordones del oficial, pidió que se los regalaran, y tuvo que sacárselos de entre los dientes al viejo yacaré, pues habían quedado enredados allí. The Surubí, who had fallen in love with the officer's belt and cords, asked for them to be given to him, and had to pull them out of the old alligator's teeth, because they had become entangled there. El Surubí se puso el cinturón, abrochándolo bajo las aletas y del extremo de sus grandes bigotes prendió los cordones de la espada. The Surubí put on his belt, fastening it under his fins and from the end of his large mustaches he fastened the cords of the sword. Como la piel del Surubí es muy bonita, y las manchas oscuras que tiene se parecen a las de una víbora, el Surubí nadó una hora pasando y repasando ante los yacarés que lo admiraban con la boca abierta. As the skin of the Surubí is very beautiful, and the dark spots on it resemble those of a snake, the Surubí swam for an hour passing and passing before the alligators who admired him with their mouths open.

Los yacarés lo acompañaron luego hasta su gruta y le dieron las gracias infinidad de veces. The alligators then accompanied him to his cave and thanked him countless times. Volvieron después a su paraje. They then returned to their place. Los peces volvieron también, los yacarés vivieron y viven todavía muy felices, porque se han acostumbrado al fin a ver pasar vapores y buques que llevan naranjas. The fish also returned, the alligators lived and still live very happily, because they have finally gotten used to seeing steamers and ships carrying oranges go by.

Pero no quieren saber nada de buques de guerra. But they don't want to know anything about warships.