Automática y robótica (1)
La automática es una ciencia aplicada,
que empezó su trayectoria como tal, hace unos 60 años, y desde entonces se ha ido desarrollando de manera dinámica. El término automatización, derivado del inglés “automation”, se acuña en los años 40 del pasado siglo, en la última etapa de la revolución industrial, para describir aquellos métodos y procedimientos
cuya finalidad es la sustitución de un operador humano por un operador artificial en la consecución de una tarea física o mental. Su aplicación primordial fue, en aquellos años, en el contexto industrial para maximizar beneficios económicos de la producción.
Se pasaba de un producto manufacturado por una persona en todo su proceso, a otro producido en serie, en menos tiempo y con menos mano de obra. La automatización de la producción fue algo que produjo unos resultados espectaculares en cuanto a aumento de la productividad.
Inicialmente fue la industria del automóvil la que asumió toda esa tecnología. Fue cuando se produjeron los resultados espectaculares que permitieron la popularización del uso del automóvil. Desde entonces se ha aplicado en ámbitos más allá de la industria, tal y como son la generación y transmisión de energía,
la biología, la medicina, en la fabricación de bienes y equipos, en la comunicación, en telefonía móvil y desde luego en el mundo del entretenimiento y el ocio. La automática tiene unas características muy distintivas que la hacen singular frente a otros campos de la ingeniería.
Porque es una disciplina horizontal, es decir, tiene aplicaciones prácticamente en todos los campos. Siempre que hay algo que controlar, ese algo es ajeno al propio control, por lo tanto, el especialista en automática ha tenido que estar, a lo largo de su carrera profesional y académica, en contacto con problemas de dominios diversos.
La automática trata de cubrir las necesidades de los humanos en el comportamiento de los sistemas y una de las cosas que hace es tratar de emular lo que hace la naturaleza. Todos nosotros, todo nuestro cuerpo, toda nuestra sociedad está controlada de una manera que, muchas veces, es imperceptible. La temperatura de nuestro cuerpo es de 37 grados,
pero no por casualidad, sino porque hay dispositivos de control dentro de ella. Una de las tendencias actuales de la automática es tratar de implantar en sistemas artificiales lo que la naturaleza hace de forma magistral y de una manera que todavía no se comprende demasiado bien,
pero que muchos desarrollos tienden a acercarse a ese modo de funcionamiento. Es la sustitución del operador manual por un operador que es automático; y eso crees que no existe y lo tenemos en todas las cosas, pero de forma oculta. Esta capacidad de operación silenciosa es lo que le ha valido
la consideración de “tecnología oculta”. Desde que nos levantamos y ponemos un pan a tostar ya tenemos un sistema automático. Si coges el ascensor tienes un sistema automático. Si coges el coche e intentas ir a algún sitio seguro que hay un sistema de climatización
que tiene un sistema automático. Lo tenemos en todos lados, pero no lo vemos más que si no funciona. La automática tiene una ventaja y un inconveniente. Una ventaja porque aparece en cualquier actividad científica y social. Un inconveniente porque no hay, salvo raras excepciones,
ningún dispositivo que sea un regulador. El único y más conocido es el regulador de bolas de Watt, pero salvo eso siempre están empotrados, embebidos dentro de los sistemas. Los sistemas empotrados, embedded system en inglés, son sistemas informáticos que están metidos dentro de otras máquinas
o aparatos o dispositivos y son mucho más comunes que los ordenadores normales que todo el mundo conoce. Esto supone una de las desventajas y riesgos más graves de estos sistemas de control automático, ya que se han convertido en componentes determinantes de estos procesos,
y si falla el controlador también fallará el sistema. Eso ocurre en todos los sistemas empotrados en los que hay riesgos para la vida humana o riesgos económicos importantes. Estos sistemas se llaman sistemas de tiempo real, porque tienen que hacer cosas en un determinado intervalo de tiempo y si no las hacen en ese intervalo,
en el mejor de los casos no sirve para nada lo que hacen y en el peor tenemos consecuencias graves. Esto ocurre no sólo en los coches sino en aviones, trenes, dispositivos médicos y muchísimos otros tipos de sistemas empotrados. La automática siempre va en relación, o tratando de aplicar su principio y fundamento,
en los campos nuevos que están apareciendo. Por ejemplo, en el campo de la biología. La biología está empezando a ser una ciencia positiva en el sentido de que se tienen buenos modelos y mecanismos para saber cómo van a evolucionar los seres vivos y cuáles van a ser las expectativas
que van a tener en un futuro inmediato. En este campo, las personas que trabajan en automática están encontrando un campo muy abonado para aplicar sus teorías y sus cuestiones. Piensen que prácticamente hoy día la investigación de vanguardia, salvo la investigación muy básica, es esencialmente multidisciplinar.
No se concebiría un equipo en biología sin que existan matemáticos, físicos y, por supuesto, ingenieros en automática que desarrollan los experimentos, aplican los principios de los conceptos de la alimentación y todo lo que ella conlleva, al desarrollo de nuevos modelos para este tipo de disciplina.
Las jornadas que organiza cada año desde 1977 el Comité Español de Automática (CEA), asociación sin ánimo de lucro, miembro nacional de la Federación Internacional de Control Automático (IFAC), constituye un importante punto de encuentro para las personas expertas que provienen de disciplinas diversas
a las que les une la pasión por la automática. La automática, y prueba de ello son los numerosos grupos que hay dentro de IFAC y CEA, abarca desde cuestiones teóricas, de modelado, de simulación, aplicaciones electrónicas, eléctricas, en marina, nucleares; siempre que haya un proceso dinámico hay que controlarlo,
modular su comportamiento y ahí es donde la automática juega su papel. Entorno a la automática, en España hay el Comité español de Automática, CEA, que en estos momentos estamos ya en 49 años desde su nacimiento aunque antes había otras asociaciones similares y eso quiere decir que hay madurez; prácticamente tenemos 50 años,
estamos a las puertas de las bodas de oro de una asociación que agrupa gente, que al principio eran unos poquitos y que ahora, como en estas jornadas, va a haber unas 300 personas. Eso significa una relación humana impresionante, un ponerse en contacto unos con otros y un ayudarse para poder formar y para hacer investigación de primera clase.
Otro de los campos dentro de la automática, o más bien junto a ella, que está teniendo un desarrollo exponencial y suscitando mucho interés, es la robótica. Un tema de mucha actualidad, del que se debatió también, en el marco de esta trigésimoséptima edición
de las Jornadas de Automática organizadas por CEA, celebradas en la Facultad de Informática de la Universidad Complutense. La robótica va un poco más allá, pero es heredera de la automática, en el sentido de que lo que trata es de sustituir o de emular el comportamiento del ser humano. Un robot es una máquina que de alguna manera va a hacer operaciones,
va a hacer comportamientos, va a dirigirse en su acción concreta de una manera similar a la que hace un ser humano. Para que esto se pueda realizar es fundamental, imprescindible, que este sistema, esta máquina, esté controlada. Este control es lo que aporta la automática. Uno de los primeros objetivos de la humanidad
ha sido replicarse en seres artificiales que se comporten como las personas. La robótica ha cogido esa inquietud en determinadas áreas fabricando máquinas que, desde un punto de vista físico, se comporten como las personas. Hoy en día sabemos que están en venta como juguetes
determinados humanoides que caminan, que manejan los brazos y demás.Múltiples medios de comunicación, películas, novelas, han aparecido como uno de los paradigmas de nuestra época. Tiene una realidad, no solamente es la ficción sino que son máquinas que realmente podemos encontrar funcionando y haciendo una labor importante en muchas de nuestras empresas
y en otros campos como la cirugía, como la exploración, la recuperación en casos excepcionales como pueden ser catástrofes naturales, etc. Cuando hablo de futuro de la robótica lo comparo con la informática. La informática, hace 60 años, era una cosa del futuro, después fue entrando en ambientes profesionales
y acabaron teniendo todos un computador en su casa. Yo creo que la robótica se va a consolidar el día que todos tengamos un robot en nuestra casa. No quiero ponerle fechas, pero es evidente que eso llegará. Temas, desde luego, apasionantes, que están seduciendo cada vez, a un mayor número de investigadores e investigadoras.
El Comité Español de Automática, en estas jornadas, ha querido rendir homenaje a dos expertos, que empezaron sus respectivos trabajos hace ya décadas y cuyo interés por esta disciplina sigue tan vivo como el primer día. Uno de ellos es Rafael Araceil Santonja, catedrático del Departamento de Informática
de la Universidad Politécnica de Madrid, que inició su trayectoria profesional y académica en los años 70 estudiando la automatización de los procesos productivos. Es una persona que ha desarrollado una labor extensísima en el campo de la robótica.
Uno de los primeros investigadores en España en este tema. Ha desarrollado muchos tipos de robots con características nuevas muy importantes y, en particular, todo su trabajo ha estado orientado a la industria, esto es lo que quisiera destacar. Ha realizado un tipo de investigación con una gran proyección industrial
y un gran interés para la industria española en primer lugar y para la internacional también. El profesor Aracil ha desarrollado una labor institucional importante, fue el creador y el primer director de la Escuela de Ingenieros Industriales de Elche donde dirigió un equipo que desarrolló un robot trepador
para coger los dátiles de las palmeras que tuvo gran repercusión también. Nos dedicamos fundamentalmente a desarrollar robots para que tuvieran una incidencia en la sociedad. Para mejorar la forma de vida de las personas, mejorar su calidad. En ese sentido he desarrollado robots,
por ejemplo, para trabajar en entornos hostiles. Robots para manipulación de objetos sometidos a alta tensión, para trabajar en entornos radioactivos, robots submarinos que trabajan en el fondo del mar. Otro aspecto interesante hoy en día en este sentido son todos los temas de robótica
para aplicaciones médicas y de asistencia. Ahí hay un campo inmenso de desarrollo de prótesis artificiales, robots para cirugía, robots para rehabilitación de personas, para asistencia de discapacitados, etc. Yo creo que esos son los temas que en estos momentos
se ven con más futuro dentro de la robótica. Otro de estos expertos, que ha dedicado toda su trayectoria profesional y académica a esta disciplina, es Sebastián Dormido, catedrático del Departamento de Informática y Automática de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la UNED.
Está también reconocido a nivel internacional. El profesor Dormido actualmente es el coordinador del grupo de educaciónde la Federación Internacional de Automática. Es una figura plenamente reconocida en este domino, en este ámbito. Especialmente quiero destacar su labor en la creación de una plataforma de educación a distancia
mediante laboratorios virtuales en el campo de la automática, que se utiliza en muchas universidades y que es la base de otros trabajos que han surgido posteriormente. Me incorporo a la UNED en 1982, accedo a la Cátedra de Ingeniería de Sistemas y Automática y, en aquel momento, llegar a la UNED me supuso a mí un shock tremendo
porque no estaba acostumbrado a la enseñanza a distancia. Rápidamente empecé a pensar cómo podía ayudar a mis alumnos a desarrollar las asignaturas de prácticas. Nuestra especialidad tiene muchas asignaturas donde el alumno tiene que hacer prácticas. En aquel momento eso requería que viniesen a nuestros edificios
en la sede central durante dos semanas a hacer las prácticas y nos planteamos dos retos. Queríamos desarrollar una línea de investigación que tuviese eco y fuese reconocida no sólo a nivel nacional sino internacional. Eso era una propuesta que teníamos, por tanto había que trabajar duro para hacerlo y, en segundo lugar,
lo que era más importante, que fuera útil a nuestros alumnos, no sólo en la universidad en la que estaba trabajando sino en general a todos los alumnos de la universidad española. Iniciamos un proyecto, que yo creo que fue muy novedoso, que se llamó Automatlab. Pudimos coordinar a ocho universidades españolas,
donde ponían recursos de sus laboratorios, de manera que los alumnos de estas universidades podían hacer prácticas utilizando recursos de otras universidades. El alumno cuando se incorporaba no sabía dónde estaba el recurso, pero las hacía. Al principio tenía mis temores de que aquello pudiera funcionar.
La realidad fue mucho mejor porque los alumnos en el uso de las tecnologías están mucho más habituados que nosotros, o sea, conviven naturalmente con ellas. Este proyecto nos ilusionó mucho y fue reconocido internacionalmente en muchos sitios
como un proyecto clave en el desarrollo de esta tecnología de los laboratorios remotos y virtuales. No es un campo cerrado, es un campo abierto en el que lo único que hay que estar con las antenas abiertas tratando de buscar esos nuevos retos que efectivamente están apareciendo. Por lo tanto, los jóvenes que nos siguen a continuación
tienen ahí un reto muy importante.