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Alejandra Pizarnik - “Árbol de Diana”, Árbol de Diana: 21 a 30

Árbol de Diana: 21 a 30

21

He nacido tanto

y doblemente sufrido

en la memoria de aquí y de allá.

22

En la noche

un espejo para la pequeña muerta

un espejo de cenizas.

23

Una mirada desde la alcantarilla

puede ser una visión del mundo

La rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos.

24 (Un dibujo de Wols)

Estos hilos aprisionan a las sombras

y las obligan a rendir cuentas del silencio

Estos hilos unen la mirada al sollozo.

25 (Exposición Goya)

Un agujero en la noche

súbitamente invadido por un ángel.

26 (Un dibujo de Klee)

Cuando el palacio de la noche

encienda su hermosura

pulsaremos los espejos

hasta que nuestros rostros

canten como ídolos.

27

Un golpe del alba en las flores

me abandona ebria de nada

y de luz lila

ebria de inmovilidad y de certeza.

28

Te alejas de los nombres

que hilan el silencio de las cosas.

29

Aquí vivimos con una mano en la garganta. Que nada es posible ya lo

sabían los que inventaban lluvias y tejían palabras de tormento de la

ausencia. Por eso en sus plegarias había un sonido de manos enamoradas

de la niebla.

(a André Pierre de Mandiargues)

30

En el invierno fabuloso

la endecha de las alas en la lluvia

en la memoria del agua dedos de niebla.


Árbol de Diana: 21 a 30

21

He nacido tanto

y doblemente sufrido

en la memoria de aquí y de allá.

22

En la noche

un espejo para la pequeña muerta

un espejo de cenizas.

23

Una mirada desde la alcantarilla

puede ser una visión del mundo

La rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos.

24 (Un dibujo de Wols)

Estos hilos aprisionan a las sombras

y las obligan a rendir cuentas del silencio

Estos hilos unen la mirada al sollozo.

25 (Exposición Goya)

Un agujero en la noche

súbitamente invadido por un ángel.

26 (Un dibujo de Klee)

Cuando el palacio de la noche

encienda su hermosura

pulsaremos los espejos

hasta que nuestros rostros

canten como ídolos.

27

Un golpe del alba en las flores

me abandona ebria de nada

y de luz lila

ebria de inmovilidad y de certeza.

28

Te alejas de los nombres

que hilan el silencio de las cosas.

29

Aquí vivimos con una mano en la garganta. Que nada es posible ya lo

sabían los que inventaban lluvias y tejían palabras de tormento de la

ausencia. Por eso en sus plegarias había un sonido de manos enamoradas

de la niebla.

(a André Pierre de Mandiargues)

30

En el invierno fabuloso

la endecha de las alas en la lluvia

en la memoria del agua dedos de niebla.