Capítulo 2. Cita en el parque
El sábado por la mañana Luz, Javi y el Greñas van temprano hacia el local para ensayar.
Álex ya está allí también y coloca los instrumentos de su tienda. Les da los buenos días con un movimiento de cabeza, como siempre.
—¡Buenos días! —dice Javi a Álex—. ¿Qué opinas de los grupos de ayer? ¿Y de nosotros? Estamos entre los mejores, ¿verdad?
El Greñas toma el brazo de Javi y empieza a empujarlo hacia la sala de ensayo. ¡Habla demasiado para Álex! De pronto, escuchan un grito:
—¡¿Dónde está mi bajo? !
Javi y el Greñas corren hacia la sala. Luz está delante del armario de los instrumentos, y mira dentro con ansia:
—Chicos, la funda de mi bajo está abierta y vacía. ¿Dónde está? Si se trata de una broma, es muy pesada.
—¿Estás segura? —dice Javi—. Mira bien en los armarios, a lo mejor lo tiene un chico de otro grupo...
—Eso no puede ser —protesta Álex, que se acerca cuando oye los gritos—. Vosotros sois el último grupo en salir y el primero en entrar por la mañana.
—Es verdad. De todas maneras, vamos a mirar bien por todo el local—propone el Greñas.
Buscan por todas partes, pero el bajo no aparece.
—¡No me lo puedo creer! ¡Mi primer bajo, un regalo de mi abuelo! —dice Luz—. ¿Qué voy a hacer? Ya me imagino la cara de mi madre: «eso te pasa por no hacerme caso». ¡Uf!
—¿Y los ensayos y el concurso? —exclama Javi.
—¡No pasa nada! Javi, si tu grupo gana el premio, puedes comprarle otro bajo a Luz—dice Álex con ironía—. Ahora podéis alquilar uno de los míos... ¡los precios de mis bajos son muy bajos! ¡Ja, ja, ja!
Álex se ríe a carcajadas de su propio chiste, y se va a trabajar en la tienda. Pero los chicos no están nada alegres. No consiguen decir nada.
—No me gusta nada la actitud de Álex —dice Javi, molesto—. Para mí, el ladrón puede ser él. Así gana más dinero: vende tu bajo y a ti te alquila otro.
—¡Pero qué dices! —protesta el Greñas—. Es amigo mío, eso no puede ser.
—Además, si Álex es un sospechoso, también puede ser sospechosa Sonia, porque está celosa y quiere vengarse de nosotros —dice Luz.
—O tu madre, porque quiere verte en casa todos los días y a todas horas —le contesta Javi.
Los chicos están nerviosos y enfadados. De repente, el Greñas nota una revista en el suelo. Es la Guía del Ocio de Madrid. «¿Qué hace esto aquí, en el suelo?», piensa. La abre y ve que hay una página con una esquina doblada; en esa página están los espectáculos del sábado. En el Parque del Retiro hay un espectáculo... ¡marcado con un círculo rojo!
—Chicos, no todo está perdido. Yo creo que la revista es del ladrón, y que esta es una pista que puede ayudarnos a encontrar el bajo. A lo mejor quiere venderlo en el Retiro, allí siempre hay artistas de la calle.
—¡Es verdad, Greñas! —dice Luz—. ¿A qué hora es ese espectáculo?
—A las doce. Aquí pone: mañana de jóvenes artistas de mímica.
—¿A qué esperamos? ¡Vamos! —dice Javi.
Los chicos van a la parada del metro más cercana y estudian el plano de las líneas del metro. Como el Retiro está lejos, deben cambiar dos veces de línea: en Tribunal y en Sol. Es una hora y media de viaje, pero son solo las nueve. Tienen mucho tiempo hasta las doce.
—Mejor, así tenemos tiempo para tomarnos un estupendo chocolate con churros, ¿no?
—Greñas, ¿quieres desayunar otra vez? Siempre piensas en comer. ¿Cómo puedes estar tan delgado? —le dice Luz.
—¡Tocar la batería me mantiene en forma! Vamos a hacer las paces en una churrería, ¿vale?
A los chicos les gusta mucho ir en metro, porque muchas veces hay gente que toca instrumentos. Además, siempre está lleno de personas que provienen de distintos países, vestidas de maneras muy diferentes y que hablan idiomas que no conocen. Todavía son jóvenes para viajar por el mundo, ¡pero el metro es como un mundo en miniatura!
Salen del metro, entran en un bar y toman el “desayuno de la paz”. Luego van al Parque del Retiro. Es una mañana soleada de primavera y todas las plantas se cubren de hojas nuevas: es perfecto para esconderse entre los arbustos y espiar los movimientos de la gente.
Los chicos se separan para observar al público reunido delante del grupo de mimos, que ya están preparados para actuar. ¡Es difícil no mirar a los jóvenes artistas, son muy interesantes y divertidos! Pasan así casi dos horas, el espectáculo termina, no hay movimientos extraños y no se ve el bajo de Luz. Por fin, los amigos se reunen de nuevo delante de los mimos.
—Nada: ni rastro del bajo —dice el Greñas.
—Al menos, el espectáculo de los mimos es estupendo —responde Luz—. ¿Vamos a conocerlos? Quién sabe: en el futuro, en un concierto nuestro...
—¡Vale! —dice Javi, y se acerca a uno de ellos—.
Hola, me llamo Javi. ¿Quién es vuestro portavoz?
—¿Cómo dices? —contesta el mimo.
—Eh... ¿puedo hablar con el protagonista?
—Ah. Es él —dice, y señala a su compañero.
—No soy yo, es él —dice su compañero, y señala al mimo que está a su lado.
Al final, todos los mimos se señalan entre ellos. Es una escena muy graciosa, pero Javi está un poco pensativo... El Greñas guiña un ojo a Luz: ¡Javi debe aprender a ser como ellos!
Los chicos dan una vuelta por el parque, sin saber qué hacer.
—Ya es mediodía —dice el Greñas—. ¡Tengo hambre! ¿Qué os parece si hoy comemos un bocata de calamares? Vamos a la Plaza Mayor; llegamos en diez minutos. Seguro que con el estómago lleno el cerebro funciona mejor, ¿no?
Luz y Javi no pueden evitar una carcajada; los tres están de acuerdo, así que van hacia la Plaza Mayor.