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Narraciones inquietantes, La Dama de Picas - Alexander Pushkin – 07

La Dama de Picas - Alexander Pushkin – 07

Isabel Ivanovna estaba en su cuarto, en traje de baile todavía, sumida en profundas reflexiones. Al llegar a casa se apresuró a despedir a la adormilada doncella que de mala gana le ofrecía sus servicios, diciéndole que se desnudaría sola y, temblando, entró en su cuarto, esperando encontrar allí a Hermann y deseando al mismo tiempo no verle. La primera mirada que lanzó pudo convencerla de que allí no estaba y dio gracias al destino por el obstáculo que había opuesto a la entrevista. Se sentó sin desnudarse y pusose a recordar todas las circunstancias que en tan corto tiempo la habían llevado tan lejos. No habían pasado aún tres semanas desde el día en que, por vez primera, vio desde la ventana al joven y ya estaba en correspondencia con él y había logrado éste obtener de ella una entrevista nocturna. Ella sabía el nombre de él sólo porque algunas de sus cartas estaban firmadas por él. No había hablado con él jamás, no conocía el metal de su voz, no había oído hablar de él jamás. Hasta aquella misma noche. ¡Extraña cosa! Aquella misma noche el baile Tomski, molesto con la princesita Paulina que, contra su costumbre no coqueteaba con él, deseó vengarse, demostrándole indiferencia e invitó a Isabel Ivanovna a bailar una mazurca.

Todo el tiempo que duró ésta se burló de su inclinación hacia los ingenieros. Aseguró que estaba enterado de muchas cosas que ella no podía ni siquiera figurarse y algunas de sus burlas iban tan bien dirigidas que Isabel Ivanovna pensó más de una vez en que se había descubierto su secreto.

—¿Quién le ha dicho a usted todo eso? —preguntó sonriéndose.

—El amigo de una persona a quien usted conoce —le contestó Tomski—, un hombre muy notable.

—¿Y quién es ese hombre tan notable?

—Le llaman Hermann.

Isabel Ivanovna no contestó, pero se quedó helada.

—Este Hermann —prosiguió Tomski— es una persona verdaderamente romántica. Tiene un perfil napoleónico y alma de Mephistopheles. Yo creo que sobre su conciencia pesan lo menos tres crímenes.

—¡Qué pálida se pone usted!

—Me duele la cabeza…

—¿Qué le dijo a usted Hermann…o cómo se llame?

—Hermann está muy descontento con su amigo. Dice que en su lugar él hubiera procedido de distinto modo.

Yo llego hasta a suponer que Hermann tiene algún propósito con respecto a usted. A lo menos escucha con bastante disgusto las enamoradas razones de su amigo.

—Pero ¿dónde me ha visto?

—En la iglesia, tal vez, en el paseo. Dios sabe dónde… Quizá la haya visto a usted en su alcoba mientras usted dormía.

Tres señoras que se acercaron preguntando —«oubli ou regret»— interrumpieron una conversación que iba siendo cada vez más interesante y más dolorosa para Isabel Ivanovna.

La dama elegida por Tomski fue la misma princesa, que después de muchos rodeos y de muchos circunloquios logró ponerse al habla con él. Al volver a su sitio, Tomski no pensó en Hermann ni en Isabel Ivanovna, la cual quiso reanudar el interrumpido diálogo, pero concluyó la mazurca y poco después se retiró la condesa.

Las palabras de Tomski eran mera charla, pero quedaron grabadas en el alma de la joven.

El retrato bosquejado por Tomski coincidía con la imagen que ella misma había concebido, y gracias a las novelas más recientes, tan ruin figura asustaba y esclavizaba su fantasía. Sentada estaba, con las manos cruzadas, reclinada en la cabeza adornada todavía con flores, cuando de pronto se abrió la puerta y entró Hermann. Isabel Ivanovna se estremeció.

—¿Dónde estaba usted? —preguntó con voz apagada por el miedo.

—En la alcoba de la condesa —contestó Hermann—. Acabo de dejarla. La condesa ha muerto.

—Dios mío, ¿qué está usted diciendo?

—Y, según parece —proseguió Hermann—, soy yo la causa de su muerte.

Isabel Ivanovna le miró y las palabras de Tomski resonaron en su alma: «Ese hombre tiene lo menos tres crímenes sobre su conciencia.»

Hermann se sentó al lado de su interlocutora y le contó lo acaecido.

Isabel Ivanovna le escuchó horrorizada. —De modo que aquellas cartas llenas de pasión, aquellas amorosas exigencias, aquella persecución tan insistente, no eran manifestaciones de amor… ¡Dinero y no otra cosa era lo que ansiaba su alma. No era ella la que podía satisfacer sus deseos y hacerle feliz! La pobre muchacha no era otra cosa que el ciego cómplice de un ladrón, la asesina de su anciana protectora. En su terrible desesperación derramó amargas lágrimas. Hermann la contempló en silencio. Su corazón se destrozaba también, pero ni las lágrimas de la joven ni el maravilloso encanto de su dolor dieron al traste con la dureza de su alma. No sintió remordimiento alguno por la muerte de la anciana. Solo una cosa le asustaba, la irreparable pérdida del secreto en que fundaba sus esperanzas de riqueza.

—¡Es usted un monstruo! —exclamó por fin Isabel Ivanovna.

—Yo no he querido matarla —contestó Hermann. La pistola no estaba cargada.

Ambos callaron.

Amaneció. Isabel Ivanovna apagó la vela. La pálida claridad del alba se difundió por la estancia.

Enjugó sus lágrimas y miró a Hermann. Estaba sentado éste al pie de la ventana con los brazos cruzados y la mirada torva. En esta postura recordaba asombrosamente el retrato de Napoleón. Este parecido sorprendió a Isabel Ivanovna.

—¿Y ahora cómo va usted a salir de la casa? —preguntó al fin la joven. —Pensaba yo conducirle por la escalera secreta, pero hay que pasar por la alcoba y tengo miedo.

—Dígame usted por dónde se va esa escalera y me iré.

Isabel Ivanovna se levantó, sacó una llave de la cómoda, la entregó a Hermann y le explicó lo que tenía que hacer. Hermann estrechó su helada mano, la besó en la frente y salió.

Bajó la escalera de caracol y entró en la alcoba de la condesa. La muerta, sentada, parecía de mármol. Su rostro revelaba una serenidad profunda. Hermann se detuvo ante ella, la contempló largo tiempo, cual si quisiera convencerse de la terrible verdad. Por último, entró en el gabinete, buscó a tientas la puerta y empezó a bajar por la escalera secreta, poseído de extraños pensamientos. «Por esta misma escalera, pensaba, bajó tal vez hace sesenta años algún feliz amante, de bordada casaca y sombrero de tres picos, el cual yace desde hace muchos años en el sepulcro y hoy ha dejado de latir el corazón de la mujer que amó.»

Al pie de la escalera encontró Hermann una puerta que abrió con la llave que le diera Isabel y por un oscuro corredor salió a la calle.

La Dama de Picas - Alexander Pushkin – 07 Die Pique Dame - Alexander Puschkin - 07 The Queen of Spades - Alexander Pushkin - 07 La Dame de Pique - Alexandre Pouchkine - 07 A Dama de Espadas - Alexander Pushkin - 07

Isabel Ivanovna estaba en su cuarto, en traje de baile todavía, sumida en profundas reflexiones. Isabel Ivanovna was in her room, still dressed in her dance attire, lost in deep thoughts. Al llegar a casa se apresuró a despedir a la adormilada doncella que de mala gana le ofrecía sus servicios, diciéndole que se desnudaría sola y, temblando, entró en su cuarto, esperando encontrar allí a Hermann y deseando al mismo tiempo no verle. Upon arriving home, she quickly dismissed the drowsy maid who reluctantly offered her services, telling her she would undress on her own, and trembling, she entered her room, hoping to find Hermann there and at the same time wishing not to see him. Arrivée à la maison, elle s'empresse de congédier la servante endormie qui lui a offert ses services à contrecœur, lui dit qu'elle se déshabillera elle-même et, tremblante, entre dans sa chambre, s'attendant à y trouver Hermann et souhaitant en même temps ne pas le voir. La primera mirada que lanzó pudo convencerla de que allí no estaba y dio gracias al destino por el obstáculo que había opuesto a la entrevista. The first glance she cast could convince her that he was not there, and she thanked fate for the obstacle that had prevented the meeting. Le premier coup d'œil qu'elle a jeté l'a convaincue qu'il n'était pas là et elle a remercié le destin pour l'obstacle qu'il avait placé sur le chemin de l'entretien. Se sentó sin desnudarse y pusose a recordar todas las circunstancias que en tan corto tiempo la habían llevado tan lejos. She sat down without undressing and began to recall all the circumstances that had taken her so far in such a short time. No habían pasado aún tres semanas desde el día en que, por vez primera, vio desde la ventana al joven y ya estaba en correspondencia con él y había logrado éste obtener de ella una entrevista nocturna. It had not even been three weeks since the day she first saw the young man from the window and she was already corresponding with him, and he had managed to obtain a nighttime meeting from her. Ella sabía el nombre de él sólo porque algunas de sus cartas estaban firmadas por él. She only knew his name because some of his letters were signed by him. No había hablado con él jamás, no conocía el metal de su voz, no había oído hablar de él jamás. She had never spoken to him, did not know the sound of his voice, had never heard of him before. Hasta aquella misma noche. Until that very night. ¡Extraña cosa! Strange thing! Aquella misma noche el baile Tomski, molesto con la princesita Paulina que, contra su costumbre no coqueteaba con él, deseó vengarse, demostrándole indiferencia e invitó a Isabel Ivanovna a bailar una mazurca. That very night, at the ball, Tomski, annoyed with Princess Paulina who, contrary to her usual habit, was not flirting with him, wanted to get back at her, by showing indifference, and invited Isabel Ivanovna to dance a mazurka. Le soir même, le danseur Tomski, agacé par la petite princesse Paulina qui, contrairement à son habitude, ne flirtait pas avec lui, voulut se venger en montrant son indifférence et invita Elizabeth Ivanovna à danser une mazurka.

Todo el tiempo que duró ésta se burló de su inclinación hacia los ingenieros. Throughout the dance, he mocked her inclination towards engineers. Aseguró que estaba enterado de muchas cosas que ella no podía ni siquiera figurarse y algunas de sus burlas iban tan bien dirigidas que Isabel Ivanovna pensó más de una vez en que se había descubierto su secreto. He claimed to know many things that she couldn't even imagine, and some of his taunts were so well aimed that Isabel Ivanovna thought more than once that her secret had been discovered. Il prétendait savoir beaucoup de choses qu'elle ne pouvait même pas imaginer, et certaines de ses railleries étaient si bien dirigées qu'Elizabeth Ivanovna pensa plus d'une fois que son secret avait été découvert.

—¿Quién le ha dicho a usted todo eso? "Who told you all that?" she asked, smiling. —preguntó sonriéndose. "The friend of someone you know," Tomski replied, "a very notable man."

—El amigo de una persona a quien usted conoce —le contestó Tomski—, un hombre muy notable. "And who is this notable man?" -L'ami d'une personne que vous connaissez, répondit Tomski, un homme très remarquable.

—¿Y quién es ese hombre tan notable? "He is called Hermann."

—Le llaman Hermann. Isabel Ivanovna did not reply, but she felt frozen.

Isabel Ivanovna no contestó, pero se quedó helada.

—Este Hermann —prosiguió Tomski— es una persona verdaderamente romántica. "This Hermann," Tomski continued, "is a truly romantic person." Tiene un perfil napoleónico y alma de Mephistopheles. He has a Napoleonic profile and the soul of Mephistopheles. Yo creo que sobre su conciencia pesan lo menos tres crímenes. I believe that at least three crimes weigh on his conscience.

—¡Qué pálida se pone usted! "How pale you're getting!"

—Me duele la cabeza… "I have a headache..."

—¿Qué le dijo a usted Hermann…o cómo se llame? "What did Hermann...or whatever his name is, tell you?" Qu'est-ce que Hermann... ou quel que soit son nom, vous a dit ?

—Hermann está muy descontento con su amigo. "Hermann is very dissatisfied with his friend." Dice que en su lugar él hubiera procedido de distinto modo. He says that in his place, he would have acted differently.

Yo llego hasta a suponer que Hermann tiene algún propósito con respecto a usted. I even suspect that Hermann has some purpose regarding you. Je suppose même qu'Hermann a un objectif à votre égard. A lo menos escucha con bastante disgusto las enamoradas razones de su amigo. At least he listens with quite some displeasure to his friend's amorous reasons. En tout cas, il écoute avec beaucoup de dégoût les raisons enthousiastes de son ami.

—Pero ¿dónde me ha visto? "But where have you seen me?"

—En la iglesia, tal vez, en el paseo. "In church, perhaps, on our walk." Dios sabe dónde… Quizá la haya visto a usted en su alcoba mientras usted dormía. God knows where... Perhaps he has seen you in your bedroom while you were sleeping.

Tres señoras que se acercaron preguntando —«oubli ou regret»— interrumpieron una conversación que iba siendo cada vez más interesante y más dolorosa para Isabel Ivanovna. Three ladies who approached asking, "oubli ou regret," interrupted a conversation that was becoming more interesting and more painful for Isabel Ivanovna.

La dama elegida por Tomski fue la misma princesa, que después de muchos rodeos y de muchos circunloquios logró ponerse al habla con él. The lady chosen by Tomski was the same princess, who, after many detours and circumlocutions, managed to engage in conversation with him. L'élue de Tomski était la princesse elle-même, qui, après avoir tourné autour du pot et multiplié les circonlocutions, parvint à lui parler. Al volver a su sitio, Tomski no pensó en Hermann ni en Isabel Ivanovna, la cual quiso reanudar el interrumpido diálogo, pero concluyó la mazurca y poco después se retiró la condesa. Upon returning to his seat, Tomski did not think of Hermann or Isabel Ivanovna, who wanted to resume the interrupted dialogue, but the mazurka ended and shortly afterward the countess left. En retournant à sa place, Tomski ne pense ni à Hermann ni à Isabella Ivanovna, qui veut reprendre le dialogue interrompu, mais la mazurka se termine et la comtesse s'en va peu après.

Las palabras de Tomski eran mera charla, pero quedaron grabadas en el alma de la joven. Tomski's words were just chatter, but they remained etched in the young woman's soul. Les paroles de Tomski ne sont que des paroles en l'air, mais elles restent gravées dans l'âme de la jeune femme.

El retrato bosquejado por Tomski coincidía con la imagen que ella misma había concebido, y gracias a las novelas más recientes, tan ruin figura asustaba y esclavizaba su fantasía. The portrait sketched by Tomski coincided with the image she herself had conceived, and thanks to the most recent novels, such a vile figure frightened and enslaved her imagination. Le portrait esquissé par Tomski correspondait à l'image qu'elle avait elle-même conçue, et grâce aux romans les plus récents, une telle figure ignoble effrayait et asservissait sa fantaisie. Sentada estaba, con las manos cruzadas, reclinada en la cabeza adornada todavía con flores, cuando de pronto se abrió la puerta y entró Hermann. She was sitting, with crossed hands, resting her head still adorned with flowers, when suddenly the door opened and Hermann entered. Elle était assise, les mains croisées, penchée en arrière sur sa tête encore ornée de fleurs, quand soudain la porte s'ouvrit et Hermann entra. Isabel Ivanovna se estremeció. Isabel Ivanovna trembled.

—¿Dónde estaba usted? "Where were you?" —preguntó con voz apagada por el miedo. —He asked with a fearful voice.

—En la alcoba de la condesa —contestó Hermann—. —In the countess's bedroom —Hermann replied—. Acabo de dejarla. I just left her. La condesa ha muerto. The countess is dead.

—Dios mío, ¿qué está usted diciendo? —Oh my God, what are you saying?

—Y, según parece —proseguió Hermann—, soy yo la causa de su muerte. —And it seems —Hermann continued—, I am the cause of her death.

Isabel Ivanovna le miró y las palabras de Tomski resonaron en su alma: «Ese hombre tiene lo menos tres crímenes sobre su conciencia.» Isabel Ivanovna looked at him, and Tomski's words echoed in her soul: "That man has at least three crimes on his conscience."

Hermann se sentó al lado de su interlocutora y le contó lo acaecido. Hermann sat down next to her and told her what had happened.

Isabel Ivanovna le escuchó horrorizada. Isabel Ivanovna listened to him horrified. —De modo que aquellas cartas llenas de pasión, aquellas amorosas exigencias, aquella persecución tan insistente, no eran manifestaciones de amor… ¡Dinero y no otra cosa era lo que ansiaba su alma. —So those letters full of passion, those demanding love letters, that persistent pursuit, were not manifestations of love… Money and nothing else was what his soul craved. Ainsi, ces lettres pleines de passion, ces demandes amoureuses, cette poursuite insistante, n'étaient pas des manifestations d'amour - l'argent et rien d'autre était ce que son âme désirait. No era ella la que podía satisfacer sus deseos y hacerle feliz! She was not the one who could fulfill his desires and make him happy! La pobre muchacha no era otra cosa que el ciego cómplice de un ladrón, la asesina de su anciana protectora. The poor girl was nothing but the blind accomplice of a thief, the murderer of her elderly protector. En su terrible desesperación derramó amargas lágrimas. In her terrible despair, she shed bitter tears. Dans son terrible désespoir, il verse des larmes amères. Hermann la contempló en silencio. Hermann watched her in silence. Su corazón se destrozaba también, pero ni las lágrimas de la joven ni el maravilloso encanto de su dolor dieron al traste con la dureza de su alma. His heart was breaking too, but neither the young woman's tears nor the wonderful charm of her pain softened his hardened soul. Son cœur se brisait aussi, mais ni les larmes de la jeune femme, ni le charme merveilleux de son chagrin ne parvinrent à briser la dureté de son âme. No sintió remordimiento alguno por la muerte de la anciana. He felt no remorse for the death of the old woman. Solo una cosa le asustaba, la irreparable pérdida del secreto en que fundaba sus esperanzas de riqueza. Only one thing scared him, the irreparable loss of the secret on which he based his hopes of wealth.

—¡Es usted un monstruo! —You are a monster! —exclamó por fin Isabel Ivanovna. —Isabel Ivanovna finally exclaimed.

—Yo no he querido matarla —contestó Hermann. —I didn't mean to kill her —Hermann responded. La pistola no estaba cargada.

Ambos callaron.

Amaneció. Isabel Ivanovna apagó la vela. La pálida claridad del alba se difundió por la estancia.

Enjugó sus lágrimas y miró a Hermann. Elle essuie ses larmes et regarde Hermann. Estaba sentado éste al pie de la ventana con los brazos cruzados y la mirada torva. Il s'est assis au pied de la fenêtre, les bras croisés et le regard penché. En esta postura recordaba asombrosamente el retrato de Napoleón. Este parecido sorprendió a Isabel Ivanovna.

—¿Y ahora cómo va usted a salir de la casa? —preguntó al fin la joven. —Pensaba yo conducirle por la escalera secreta, pero hay que pasar por la alcoba y tengo miedo.

—Dígame usted por dónde se va esa escalera y me iré. Dis-moi dans quelle direction va cette échelle et j'irai.

Isabel Ivanovna se levantó, sacó una llave de la cómoda, la entregó a Hermann y le explicó lo que tenía que hacer. Hermann estrechó su helada mano, la besó en la frente y salió. Hermann serra sa main glacée, l'embrassa sur le front et sortit.

Bajó la escalera de caracol y entró en la alcoba de la condesa. Il descend l'escalier en colimaçon et entre dans la chambre de la comtesse. La muerta, sentada, parecía de mármol. Su rostro revelaba una serenidad profunda. Hermann se detuvo ante ella, la contempló largo tiempo, cual si quisiera convencerse de la terrible verdad. Por último, entró en el gabinete, buscó a tientas la puerta y empezó a bajar por la escalera secreta, poseído de extraños pensamientos. «Por esta misma escalera, pensaba, bajó tal vez hace sesenta años algún feliz amante, de bordada casaca y sombrero de tres picos, el cual yace desde hace muchos años en el sepulcro y hoy ha dejado de latir el corazón de la mujer que amó.» "Par ce même escalier, je me suis dit qu'il y a peut-être soixante ans, un amoureux heureux est descendu, en manteau brodé et chapeau à trois coins, qu'il est couché dans la tombe depuis de nombreuses années, et qu'aujourd'hui le cœur de la femme qu'il aimait a cessé de battre".

Al pie de la escalera encontró Hermann una puerta que abrió con la llave que le diera Isabel y por un oscuro corredor salió a la calle. At the bottom of the stairs, Hermann found a door that he opened with the key that Isabel had given him, and he walked out onto the street through a dark corridor.