E8 Ser empleada doméstica en España
Episodio 8: Ser empleada doméstica en España (una conversación con mi madre).
Hola, estudiante. Te doy la bienvenida a un nuevo episodio. Hoy tenemos una invitada que ya ha estado en mi otro podcast: en el podcast para estudiantes de español de nivel intermedio. Es mi madre. En el podcast de nivel intermedio hablé con ella sobre la maternidad y la maternidad en España. Hablamos también de mi familia, que es una familia supernumerosa. Y hoy vamos a hablar de un tema algo distinto. Quiero recordarte antes de que escuches la entrevista, que puedes leer la transcripción, como siempre, puedes usar las flashcards de vocabulario y puedes también leer la guía de vocabulario que preparamos que ha preparado Lydia. Muchas gracias, Lydia, para poder entender algunas palabras que quizás no conozcas y te recomiendo que la leas antes de escuchar el episodio. Y ahora, sin más, te dejo con la entrevista. Antes te recuerdo también que le des a seguir. Si estás escuchando esto desde tu app o plataforma de podcast, que sigas el podcast. Que no se te olvide y que si lo puedes valorar. Si te está gustando el podcast, deja unas estrellitas o un comentario, pues te lo agradeceré mucho, porque eso ayuda también con la continuidad de este podcast. Muchas gracias y te dejo, ahora sí, con nuestra charla.
En los años 60, los payasos de la tele eran parte fundamental de lo que veían los niños pequeños españoles en la televisión. Estos payasos, entre otras cosas, cantaban canciones y una de sus canciones más famosas es "Los días de la semana". La canción empieza diciendo: "Lunes, antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que lavar. Así lavaba, así, así". Después llegaba el martes, el miércoles, el jueves, el viernes y la niña tenía que hacer diferentes tareas domésticas lavar, planchar, fregar. Puede parecer que es solo una canción, pero la verdad es que esta misma canción era la realidad de algunas casi niñas, prácticamente niñas, chicas muy jóvenes, de 13, 14 años que tuvieron que dejar el pueblo, se fueron a la ciudad y empezaron a trabajar como empleadas domésticas en familias acomodadas. Mi madre, María, que si escuchas el pódcast mío de nivel intermedio ya la conocerás, porque hicimos un episodio juntos titulado "Una conversación con mi madre", donde hablamos de maternidad y demás. Ella trabajó, sus primeras experiencias profesionales fueron durante varios años sirviendo en una casa y vamos a hablar de este tema que me parece bastante interesante. Además, ahora mismo estoy en Valencia y hemos aprovechado estos días para ver una exposición sobre los cuidados remunerados de las mujeres españolas y no españolas en España desde los años de posguerra hasta la actualidad. Entonces tenemos bastante información y aparte de la experiencia de mi madre, que es lo más importante y lo más relevante de la entrevista. Muchas gracias madre por tu tiempo de nuevo.
A ti, vida, gracias.
Bueno, cuéntanos primero por qué decidís dejar el pueblo a finales de... A mediados de los 70 y os venís a Valencia, a la gran ciudad o una de las grandes ciudades de España.
Pues la mayoría de familias éramos familias numerosas, casi todas. Entonces allí como que no había trabajo para la gente joven. Empezaba a no haber trabajo, y entonces la gente emigraba a las grandes ciudades y bueno, pues mi padre decidió que nos vengamos, irnos a Valencia y nos vinimos para Valencia, porque toda la familia por parte de mi padre estaba aquí, todos los hermanos. Entonces nos vinimos a Valencia y aquí pues enseguida mi padre encontró trabajo. Bueno, él ya venía con un puesto de trabajo y nosotras era ... Mi hermana, ya estaba trabajando, mis dos hermanas mayores ya estaban trabajando aquí, con lo cual yo era la tercera y así lo hicimos. Enseguida encontré trabajo.
Tu padre, mi abuelo, que siempre se había dedicado al campo, era pastor, pues en la gran ciudad obviamente no podía trabajar de pastor y encontró trabajo de barrendero y vosotras las hermanas mayores, empezasteis a trabajar como empleadas domésticas. ¿Había realmente una opción? Es decir, ¿tenías la posibilidad de trabajar con 13, 14 años en otro lugar que no fuera una casa sirviendo?
Pues posiblemente sí que habría otras posibilidades, pero como lo más fácil pienso que era eso, o sea, era trabajar de empleada de hogar, pues fuimos a hacer una entrevista y, bueno, pues me cogieron.
Y cuéntanos un poco cuáles eran las condiciones de... Había dos tipos de empleadas domésticas y cuáles eran las condiciones de tu tipo.
Pues mi tipo era interna, o sea, era estar toda la semana de lunes a domingo. El domingo libraba, pero libraba a partir de las 12 y luego salía a comer con la familia, con los amigos un ratito y tenía que volver ahí a las 21:00 de la noche tenía que volver a la casa.
O sea que realmente eran... No tenías ni un día libre. Eran nueve horas libres a la semana en estar en este régimen de empleada interna.
Exacto. Sí, así es.
Y luego las empleadas externas hablamos siempre en femenino, porque realmente...
Sí podía haber... Chóferes o... Pero éramos empleadas del hogar, internas o externas. Las externas, pues entraban a una hora, a las ocho, a las 09:00 o a las 07:00, y salían a las cinco o a las cuatro. A las seis. Cada una tenía un horario.
Y, cuéntame un poco cuáles eran las tareas más específicamente dentro de la casa. Era una casa, obviamente, no era una casa, era un piso porque tú trabajabas en Valencia, en Valencia no hay casas, son edificios, pero eran, imagino, pisos grandes. Exactamente, ¿cuáles eran tus tareas? ¿Qué tenías que hacer?
Pues mis tareas. Era toda la casa, mis obligaciones era lo que se hace, lo que conlleva una casa, pues lavar, planchar, limpiar, el cuidado de los niños, que había una nena pequeñita de año y medio, dos años y otro de nueve y otro de ocho. Entonces era todas las tareas domésticas.
¿Y cocinabas también?
Sí, también.
Pero yo imagino... A ver, tú en realidad a mi enseñaste a cocinar siendo pequeño. Me gustaba, te ayudaba, igual que con mi hermana, pero claro, yo me imagino hoy en día una chica superjoven con 13 14 años tampoco sabe cocinar un montón de platos. ¿Te enseñaron en la casa o tú ya sabías?
De hecho, yo no sabía cocinar nada, pero ella me enseñaba cosas: "Hazme esto, hazlo así". Me iba enseñando la dueña de la casa, la señora de la casa, me iba enseñando como quería y como le gustaba que yo hiciera las cosas. Ella prácticamente me enseñó a todo, a limpiar, pues a lo mejor si no lo hacía como ella quería, pues me lo decía.
Esto que has comentado, la señora de la casa, la señora de la casa, el señor de la casa. Siempre había que referirse a tus empleadores, a tus jefes.
Eran mis jefes.
Pero había una jerarquía muy marcada, ¿no?
Sí, yono lo recuerdo como... Era la señora y el señor. O sea, era así.
Y de hecho, aparte de esas tareas normales, si hay una relación laboral. Obviamente, contratas a alguien para que trabaje en tu casa. Sí que había ciertas cosas que hoy en día, espero que ya no se vean tanto, al menos, que de nuevo intentaban marcar mucho para qué estabas ahí y que era realmente para servir cosas tan extrañas como abrir la puerta. Es decir, una persona adulta tiene las llaves de su casa y abre la puerta. Pero ellos siempre tocaban al timbre y tú...
Yo tenía que abrir la puerta, claro. Y luego otra curiosidad es que estaba la puerta de servicio, o sea, estaba el ascensor de servicio que era por donde subíamos, si venían a traer compra o las sirvientas, o siempre veníamos por el ascensor de servicio y por la parte de atrás de la cocina de servicio. Y luego había otra puerta que era la puerta principal por donde venían los invitados o los señores.
Sí, esto de la puerta de servicio yo lo vi por primera vez en una de las casas en las que estuve en Londres viviendo. En un edificio cerca de Kensington, que la empresa donde estaba haciendo prácticas me pagaba la casa, y vi lo de la puerta de servicio y un ascensor diferente. Y luego en Madrid también lo he visto otra vez y me pareció tan clasista que tuviera que haber dos ascensores diferentes, dos entradas diferentes.
El portero. El portero siempre, siempre subía por la parte de atrás, o sea, la parte de servicio, la puerta de servicio.
Y ya, la cosa más ridícula que me has contado es lo de las camas. Esto es muy gracioso, bueno, muy gracioso si es que...
Bueno, es como un poquito como si fueran un poquito inútiles porque porque había que... Llegaba la noche y después de cenar o antes de cenar, no me acuerdo exactamente, había que abrirles la cama, el pico de la cama, dejárselo muy bonito, con el pijama y las zapatillas a cada uno en su parte, como diciendo vale, pues ya, ya pueden venir a dormir que ya tiene la camita abierta.
Yo quiero decir una cosa que obviamente me parece estupendo que exista el servicio doméstico y es un trabajo más, obviamente, pero es verdad que ese tipo de comportamiento y ese tipo de solicitudes me parecen superarcaicos, superantiguos y e innecesarios. No sé, pero bueno.
Eran muy... Ahora lo vemos así, pero lo veíamos como la cosa más normal del mundo, o sea, ellos y nosotros. Porque nosotras íbamos a trabajar y no conocíamos otra cosa, con lo cual había que portarse bien, digamos hacer bien el trabajo, que ellos estuvieran contentos con nosotros, cumplir lo que nos decían, o sea es que no hay más. O sea, claro, ahora visto atrás... ¿Qué necesidad? Incluso ya no está bien visto el servicio como tal, como antiguamente, creo que es una relación más normal, haciendo la misma..., haciendo el mismo trabajo.
Claro, es que a ver, yo he trabajado de los 15 a los 18 trabajé de camarero, que también de servir de alguna forma, y hay gente que trata a la gente que está sirviendo fatal, que te trata como una mierda. Hay gente que no entiende que es un trabajo y que no puedes llamar a la gente diciendole "ehhhh" o hablándole mal o intimidando. Hay gente, de verdad..., no siempre. La mayoría de la gente es, obviamente, respetuosa, educada, pero creo que sí, que antes se veía el servicio en general y especialmente el servicio doméstico, donde eran chicas muy jóvenes, sin experiencia, probablemente tampoco sin conocer los derechos laborales, que incluso todavía están muchas empleadas domésticas reclamando. Entonces había como una especie de abuso de poder. Y también otra cosa. Una anécdota que tú cuentas muchas veces es lo del uniforme que llevabas, uniforme que está bien, pero incluso tu jefa, cuando ibais a comprar a El Corte Inglés, a los grandes almacenes, te decía que te pusieses también el uniforme.
No, no me daba la opción de cambiarme directamente. Vamos, entonces yo tenía que salir con el uniforme, íbamos al mercado, íbamos a El Corte Inglés, y yo ahí con el uniforme de empleada de hogar. No era necesario.
Claro que de alguna forma era una forma de demostrar su estatus,
Exacto.
No vengo con mi hija. Ella es mi empleada. Para que lo sepas, lleva el uniforme, ¿no?
Sí, ese es el estatus. Como "tengo empleada". Sí.
De todos modos, tú siempre dices, y creo que es importante decirlo, que tú te sentiste muy bien tratada en general. Estuviste en varias familias. Y, además, estuviste también en una de las familias en las que estuviste era del Líbano. Así que aprendiste, conociste por primera vez una cultura completamente diferente.
Completamente diferente y superamables todos. Eran una familia supercariñosa. El habibi, el habibi era diario.
Habibi, es cómo te llamaba la abuela, que no hablaba español. Pero solamente con la mirada. Y me tocaba y me decía "habibi, habibi". Qué maja. Y cosas muy particulares, como lo del uniforme, lo de abrir la cama. También lo de las campanitas. Esto a mí, de verdad, me suena a Cenicienta. Es que, bueno, cuéntalo tú. Pues cada habitación, el salón, el comedor, las habitaciones tenían como las llaves de la luz, pero era un timbre, un timbre en el que la cocina saltaba un numerito. Cada habitación y cada... Tenía un número. Entonces, yo sabía qué número era cada habitación, si sonaba el timbre, tenía que ir a ver lo que querían. Así que decimos de nuevo, te trataban muy bien y todo esto. De hecho, pues imagino que también se creaba un vínculo siendo chicas tan jóvenes que de repente, de la noche a la mañana te alejan de tu familia, a tu familia solo la puedes ver unas horas a la semana, ¿se creaba algún tipo de vínculo emocional entre tus empleados, los señores y tú? ¿Los veías como una figura paterna y materna o había mucha o había una separación clara de lo que era cada persona? No, cada uno teníamos claro nuestro papel. Cada uno estaba en su sitio. Es verdad que se portaron superbien. Yo no tengo queja, pero siempre cada uno en su parte. También había un momento al día, ¿no? Donde sí que podías socializar un poquito, aunque continuaras trabajando, que era cuando os reuníais todas las empleadas del hogar en el parque con los niños pequeños. Cuéntame un poco cuáles eran... ¿De qué cosas hablábais? Porque imagino que era el momento para desahogarse también, ¿no? Hablábamos principalmente de cada uno, cómo vivía en la casa, de "pues es que estas niñas" o "es que hoy me ha dicho"... Cosas cotidianas, ¿no? Había gente que decía "estamos supercontentos", "pues yo hago lo que quiero", "me deja hacer a mi manera". Había otras muy exigentes, por ejemplo, fregar el suelo a rodillas, o sea, se fregaba el suelo a rodillas. Esto también... Porque ya existía la fregona con palo, que estamos hablando de finales de los 70, principios de los 80. ¿Por qué esa obsesión de las señoras de la casa, principalmente, por que los suelos fregaran a rodillas? Posiblemente porque no tendrían que fregarlo ellas. Seguro. Pero tenía su lógica. Ah, vale, vale. ¿Hay alguna...? ¿Se quedan mucho mejor? Sí, sí. A ver, está claro que un mocho. Una fregona, mocho es valenciano. Una fregona no llega a los rincones, mientras que con la mano sí llegas a los rincones. Entonces era una forma de limpiar más profundamente. Tú jamás te has avergonzado de haber trabajado de asistenta. No porque... Conocemos personas que sí, un poquito. Te has sentido siempre muy orgullosa y ,de hecho, dices que una de las cosas que más aprendiste siendo tan joven es lo importante de ser libre, ¿no? Claro. Para mí lo peor no era hacer lo que hacía, me adapté a hacer lo que hacía, pero la libertad. O sea, me faltaba la libertad... No estar libre. Me sentía presa y necesitaba libertad. Es que, realmente, si lo analizas era estar trabajando y viviendo en el mismo lugar donde trabajabas con tus jefes, con nueve horas al día a la semana de descanso. Vamos, que el derecho laboral se lo pasaban por el forro. De hecho, no había derechos laborales ni contrato, nada, o sea, te pagaban lo que consideraban que te tendrían que pagar y punto. Ya está. Y, además, el salario ni siquiera era para ti. No, nada. Lo contrataron... Lo contrató mi padre directamente. Yo es que era una niña, no opinaba para nada. Yo tenía que portarme bien y trabajar. Yo recuerdo, como digo, jamás te has avergonzado de haberlo hecho. Y obviamente es que este tipo... No es nada vergonzoso. Obviamente. Pero sí que recuerdo cuando estaba en Londres y acabé la universidad, salió la oportunidad de trabajar. Hice la entrevista y me ofrecieron trabajar en un club privado, que es algo muy típico de Reino Unido, un club privado de caballeros, donde tenía que ayudar en la organización de eventos. Era como trabajar como organizador de eventos, pero sí que me advirtieron de que, bueno, que además de la administración de eventos podría a lo mejor un día tener que ayudar a montar mesas u otro día tendría que limpiar la plata del club, que había mucha plata por todos lados. Y cuando yo te conté lo de la plata, lo de limpiar la plata, a ti no te hizo mucha gracia, como que me dijiste: "Bueno César, has estudiado, tienes más posibilidades, no te quedes limpiando plata porque ya he limpiado yo suficiente plata". Es que, como que, te visualizaba como el mayordomo cuando tiene tiempo libre, que tiene que limpiar la plata. Ahora que sobra tiempo, pues nada, vamos a tenerlo ocupado, a limpiar la plata. Ese trabaja, que bueno, que alguien lo tiene que hacer, pero que lo haga otro, no mi hijo. Claro. Además yo sabía ya limpiar plata porque tú, tú no has criado un inútil y desde muy pequeño siempre me has enseñado a hacer muchas cosas, entre otras cosas limpiar la plata con Aladín que era el producto que se usaba. Y esto es otra cosa, porque cuando me cuentas que tú le hacías todo a los niños, o sea, niños pequeños de, tenías una de dos, pero en otra familia ocho o nueve años, que ni se hacía en la cama, ni ponían la mesa ni recogían la mesa. Hoy en día, obviamente, no van a hacerlo todo, pero sí que colaboran en la medida de sus posibilidades con las tareas de la casa. No, esos niños no aprendían a hacer absolutamente nada, estaban acostumbrados a que todo se le diese hecho. Claro, es que los niños entendían que yo estaba ahí para eso, para eso, para hacer esas tareas estaba yo. No se les educaba. No, no, es que estaba mal visto que lo hicieran los niños. Claro. Bueno, estuviste en una familia interna, bueno en dos familias internas. El cambio entre familias, había un proceso porque tenías que pedir un informe cuando te ibas. Sí, claro, para que te cogiera en otro trabajo con más facilidad. Si los informes eran buenos, te cogían. Si no, no te cogían, no encontrabas trabajo. Era como una especie de carta de recomendación, ¿no? Pero, y esto, en algunos países la ley lo mira con mucho detalle porque puede haber casos de discriminación y demás. Por ejemplo, en empresas británicas en las que yo trabajaba, he trabajado, no dan cartas de recomendación, simplemente sí certifican que has trabajado en esa empresa, pero ya está. No dicen si ha sido un buen empleado o no lo has sido. Pero imagino que en esas circunstancias, en ese tipo de trabajo doméstico, estás todavía un poco más presionada porque, normalmente, son trabajos precarios y las chicas que trabajabais ahí era porque vuestras familias necesitaban ese dinero. Y como... No sé si de alguna forma algunos empleadores usaban lo de las referencias, la carta de recomendación, como una forma de presionar o que no exigieses demasiado. Posiblemente. Claro, tú sabías que si te ibas, si querían, si no estaban contentos, podían ponerte malas referencias. Entonces, claro. Pues sí, es una presión, claro. Y ¿por qué pasa que, dentro de la categoría de empleada del hogar decimos que hay empleadas internas y externas, y te conviertes en empleada externa? Que era como tu aspiración trabajar en una casa, pero de forma externa. Más libre. Eso de trabajar ya externa era como: "Guau ¡Qué bien! Vamos mejorando. Tengo libertad, un poquito". Pues empezaba a las 09:00 y terminaba a las 18:00. Hacía lo mismo, prácticamente dejaba la cena incluso hecha y todo, pero ya terminar..., ya veía una salida, una salida, una hora en la que yo terminaba y ya salía, me iba para casa. Y, finalmente, después de estar un tiempo en esta casa como externa, te vas, decides dejar el servicio doméstico y empiezas otro trabajo diferente en una cocina. Imagino que también fue como otro progreso para ti. Claro. Trabajar con muchas compañeras juntas, con muchos compañeros era bonito porque éramos todos gente joven. Era un cambio muy brusco. Ya no tenías que hacer las tareas de la casa, sino... Era otro trabajo completamente diferente. Era era una zumería que tenía cocina. Yo trabajaba en la cocina y, también, cuando se acababa el trabajo de la cocina podía estar de camarera. Pues estabas en tanto en servicio de mesas como en la cocina. Hemos empezado el episodio haciendo referencia a esa canción de los payasos de la tele donde una niña no podía jugar porque tenía que lavar, planchar, lavar. Y hace poco, dos cantantes españolas llamadas Rigoberta Bandini y Amaya lanzaron una canción que se titula "Así Bailaba" que a tí te gusta mucho. La escuché yo, te la pasé y la hemos escuchado muchas veces juntos, a todo volumen. Y esta canción utiliza parte de esa letra, de la canción antigua de los payasos, pero la modifican ligeramente, aunque el mensaje cambió completamente. Y ahora la canción dice "Lunes, antes de almorzar, una niña fue a lavar, pero no pudo lavar porque tenía que bailar. Así bailaba así, así. Ahora las niñas bailan". Es verdad que esa canción, yo cuando la escuché, me acordé mucho de ti por todo lo que me contabas. Imagino que a ti cuando la escuchaste por primera vez... Me encantó, digo cómo ha cambiado, cómo ha cambiado la canción y cómo ha cambiado también la vida. Porque ahora ya no la vamos solamente las mujeres, lavamos todos. Sí, bueno, todavía... Hay mucho, mucho que hacer todavía. La mayoría de cuidados, tanto remunerados como no remunerados, siguen recayendo en las mujeres. Y, de hecho, todo lo que hemos contado ahora sigue pasando en España de alguna forma. Ahora son las mujeres migrantes, indocumentadas, las que normalmente hacen este tipo de trabajos de cuidados, de personas mayores en situaciones muy precarias, con salarios superbajos, con la presión de no tener otra cosa porque no hay otra oportunidad. Y hay una cosa que vimos en la exposición, una especie de lema que utiliza una de las organizaciones de empleadas domésticas en España, que es "Pidieron manos y llegaron personas" haciendo referencia un poco a ver al servicio doméstico cómo, pues, de una forma un poco deshumanizada. Que, efectivamente, es alguien que realiza una labor, pero son personas y, además, normalmente en situaciones vulnerables, como hemos visto en el caso de los 70, 80 o actualmente con con mujeres migrantes. Así que no sé, madre, ¿quieres decir algo más antes de cerrar el episodio? Pues nada, que que creo que se ha avanzado, pero queda mucho por hacer todavía. Pues aquí estaremos, decirte, ya lo sabes, porque te lo digo siempre, pero te lo digo también aquí, que me siento superorgulloso de que seas mi madre y eres toda una inspiración y espero que la persona que nos esté oyendo también salga un poquito inspirada también por todo lo que nos has contado. Gracias, cariño. Te quiero. Y yo a ti. Chao. Muchísimas gracias, madre y gracias a ti por escucharnos. Espero que hayas disfrutado de la charla, que hayas aprendido un poco también de este fenómeno del éxodo rural en España, de lo que pasaba con las familias supernumerosas, familias de clase trabajadora y toda esta dinámica. A mí me parecía un tema interesante y espero que lo hayas disfrutado. Te espero en el próximo episodio Y también te pido un pequeño favor: si conoces a otros estudiantes de español a los que crees que este podcast les pueda parecer interesante, pues por favor recomiéndalo, envíalo por WhatsApp o por Instagram, y eso también ayuda con la continuidad del podcast. Muchísimas gracias y te espero en el próximo episodio. Un abrazo grande.