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Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, Capítulo 9 (3)

Capítulo 9 (3)

—Perdone —se excusó ante la petición de Úrsula—. Es que esta guerra ha acabado con todo.

En los días siguientes se ocupó de destruir todo rastro de su paso por el mundo. Simplificó el taller de platería hasta solo dejar los objetos impersonales, regaló sus ropas a los ordenanzas y enterró sus armas en el patio con el mismo sentido de penitencia con que su padre enterró la lanza que dio muerte a Prudencio Aguilar. Solo conservó una pistola, y con una sola bala. Úrsula no intervino. La única vez que lo disuadió fue cuando él estaba a punto de destruir el daguerrotipo de Remedios que se conservaba en la sala, alumbrado por una lámpara eterna. «Ese retrato dejó de pertenecerte hace mucho tiempo», le dijo. «Es una reliquia de familia». La víspera del armisticio, cuando ya no quedaba en la casa un solo objeto que permitiera recordarlo, llevó a la panadería el baúl con los versos en el momento en que Santa Sofía de la Piedad se preparaba para encender el horno.

—Préndalo con esto —le dijo él, entregándole el primer rollo de papeles amarillento—. Arde mejor, porque son cosas muy viejas.

Santa Sofía de la Piedad, la silenciosa, la condescendiente, la que nunca contrarió ni a sus propios hijos, tuvo la impresión de que aquel era un acto prohibido.

—Son papeles importantes —dijo.

—Nada de eso —dijo el coronel—. Son cosas que se escriben para uno mismo.

—Entonces —dijo ella— quémelos usted mismo, coronel.

No solo lo hizo, sino que despedazó el baúl con una hachuela y echó las astillas al fuego. Horas antes, Pilar Ternera había estado a visitarlo. Después de tantos años de no verla, el coronel Aureliano Buendía se asombró de cuánto había envejecido y engordado, y de cuánto había perdido el esplendor de su risa, pero se asombró también de la profundidad que había logrado en la lectura de las barajas. «Cuídate la boca», le dijo ella, y él se preguntó si la otra vez que se lo dijo, en el apogeo de la gloria, no había sido una visión sorprendentemente anticipada de su destino. Poco después, cuando su médico personal acabó de extirparle los golondrinos, él le preguntó sin demostrar un interés particular cuál era el sitio exacto del corazón. El médico lo auscultó y le pintó luego un círculo en el pecho con un algodón sucio de yodo.

El martes del armisticio amaneció tibio y lluvioso. El coronel Aureliano Buendía apareció en la cocina antes de las cinco y tomó su habitual café sin azúcar. «Un día como este viniste al mundo», le dijo Úrsula. «Todos se asustaron con tus ojos abiertos». Él no le puso atención, porque estaba pendiente de los aprestos de tropa, los toques de corneta y las voces de mando que estropeaban el alba. Aunque después de tantos años de guerra debían parecerle familiares, esta vez experimentó el mismo desaliento en las rodillas, y el mismo cabrilleo de la piel que había experimentado en su juventud en presencia de una mujer desnuda. Pensó confusamente, al fin capturado en una trampa de la nostalgia, que tal vez si se hubiera casado con ella hubiera sido un hombre sin guerra y sin gloria, un artesano sin nombre, un animal feliz. Ese estremecimiento tardío, que no figuraba en sus previsiones, le amargó el desayuno. A las siete de la mañana, cuando el coronel Gerineldo Márquez fue a buscarlo en compañía de un grupo de oficiales rebeldes, lo encontró más taciturno que nunca, más pensativo y solitario. Úrsula trató de echarle sobre los hombros una manta nueva. «Qué va a pensar el gobierno», le dijo. «Se imaginarán que te has rendido porque ya no tenías ni con qué comprar una manta». Pero él no la aceptó. Ya en la puerta, viendo que seguía la lluvia, se dejó poner un viejo sombrero de fieltro de José Arcadio Buendía.

—Aureliano —le dijo entonces Úrsula—, prométeme que si te encuentras por ahí con la mala hora, pensarás en tu madre.

Él le hizo una sonrisa distante, levantó la mano con todos los dedos extendidos, y sin decir una palabra abandonó la casa y se enfrentó a los gritos, vituperios y blasfemias que habían de perseguirlo hasta la salida del pueblo. Úrsula pasó la tranca en la puerta decidida a no quitarla en el resto de su vida. «Nos pudriremos aquí dentro», pensó. «Nos volveremos ceniza en esta casa sin hombres, pero no le daremos a este pueblo miserable el gusto de vernos llorar». Estuvo toda la mañana buscando un recuerdo de su hijo en los más secretos rincones, y no pudo encontrarlo.

El acto se celebró a veinte leguas de Macondo, a la sombra de una ceiba gigantesca en torno a la cual había de fundarse más tarde el pueblo de Neerlandia. Los delegados del gobierno y los partidos, y la comisión rebelde que entregó las armas, fueron servidos por un bullicioso grupo de novicias de hábitos blancos, que parecían un revuelo de palomas asustadas por la lluvia. El coronel Aureliano Buendía llegó en una mula embarrada. Estaba sin afeitar, más atormentado por el dolor de los golondrinos que por el inmenso fracaso de sus sueños, pues había llegado al término de toda esperanza, más allá de la gloria y de la nostalgia de la gloria. De acuerdo con lo dispuesto por él mismo, no hubo música, ni cohetes, ni campanas de júbilo, ni vítores, ni ninguna otra manifestación que pudiera alterar el carácter luctuoso del armisticio. Un fotógrafo ambulante que tomó el único retrato suyo que hubiera podido conservarse fue obligado a destruir las placas sin revelarlas.

El acto duró apenas el tiempo indispensable para que se estamparan las firmas. En torno de la rústica mesa colocada en el centro de una remendada carpa de circo, donde se sentaron los delegados, estaban los últimos oficiales que permanecieron fieles al coronel Aureliano Buendía. Antes de tomar las firmas, el delegado personal del presidente de la república trató de leer en voz alta el acta de la rendición, pero el coronel Aureliano Buendía se opuso. «No perdamos el tiempo en formalismos», dijo, y se dispuso a firmar los pliegos sin leerlos. Uno de sus oficiales rompió entonces el silencio soporífero de la carpa.

—Coronel —dijo—, háganos el favor de no ser el primero en firmar.

El coronel Aureliano Buendía accedió. Cuando el documento dio la vuelta completa a la mesa, en medio de un silencio tan nítido que habrían podido descifrarse las firmas por el garrapateo de la pluma en el papel, el primer lugar estaba todavía en blanco. El coronel Aureliano Buendía se dispuso a ocuparlo.

—Coronel —dijo entonces otro de sus oficiales—, todavía tiene tiempo de quedar bien.

Sin inmutarse, el coronel Aureliano Buendía firmó la primera copia. No había acabado de firmar la última cuando apareció en la puerta de la carpa un coronel rebelde llevando del cabestro una mula cargada con dos baúles. A pesar de su extremada juventud, tenía un aspecto árido y una expresión paciente. Era el tesorero de la revolución en la circunscripción de Macondo. Había hecho un penoso viaje de seis días, arrastrando la mula muerta de hambre, para llegar a tiempo al armisticio. Con una parsimonia exasperante descargó los baúles, los abrió, y fue poniendo en la mesa, uno por uno, setenta y dos ladrillos de oro. Nadie recordaba la existencia de aquella fortuna. En el desorden del último año, cuando el mando central saltó en pedazos y la revolución degeneró en una sangrienta rivalidad de caudillos, era imposible determinar ninguna responsabilidad. El oro de la rebelión, fundido en bloques que luego fueron recubiertos de barro cocido, quedó fuera de todo control. El coronel Aureliano Buendía hizo incluir los setenta y dos ladrillos de oro en el inventario de la rendición, y clausuró el acto sin permitir discursos. El escuálido adolescente permaneció frente a él, mirándolo a los ojos con sus serenos ojos color de almíbar.

—¿Algo más? —le preguntó el coronel Aureliano Buendía. El joven coronel apretó los dientes.

—El recibo —dijo.

El coronel Aureliano Buendía se lo extendió de su puño y letra. Luego tomó un vaso de limonada y un pedazo de bizcocho que repartieron las novicias, y se retiró a una tienda de campaña que le habían preparado por si quería descansar. Allí se quitó la camisa, se sentó en el borde del catre, y a las tres y cuarto de la tarde se disparó un tiro de pistola en el círculo de yodo que su médico personal le había pintado en el pecho. A esa hora, en Macondo, Úrsula destapó la olla de la leche en el fogón, extrañada de que se demorara tanto para hervir, y la encontró llena de gusanos.

—¡Han matado a Aureliano! —exclamó.

Miró hacia el patio, obedeciendo a una costumbre de su soledad, y entonces vio a José Arcadio Buendía, empapado, triste de lluvia y mucho más viejo que cuando murió. «Lo han matado a traición —precisó Úrsula— y nadie le hizo la caridad de cerrarle los ojos». Al anochecer vio a través de las lágrimas los raudos y luminosos discos anaranjados que cruzaron el cielo como una exhalación, y pensó que era una señal de la muerte. Estaba todavía bajo el castaño, sollozando en las rodillas de su esposo, cuando llevaron al coronel Aureliano Buendía envuelto en la manta acartonada de sangre seca y con los ojos abiertos de rabia.

Estaba fuera de peligro. El proyectil siguió una trayectoria tan limpia que el médico le metió por el pecho y le sacó por la espalda un cordón empapado de yodo. «Esta es mi obra maestra», le dijo satisfecho. «Era el único punto por donde podía pasar una bala sin lastimar ningún centro vital». El coronel Aureliano Buendía se vio rodeado de novicias misericordiosas que entonaban salmos desesperados por el eterno descanso de su alma, y entonces se arrepintió de no haberse dado el tiro en el paladar como lo tenía previsto, solo por burlar el pronóstico de Pilar Ternera.

—Si todavía me quedara autoridad —le dijo al doctor—, lo haría fusilar sin fórmula de juicio. No por salvarme la vida, sino por hacerme quedar en ridículo.

El fracaso de la muerte le devolvió en pocas horas el prestigio perdido. Los mismos que inventaron la patraña de que había vendido la guerra por un aposento cuyas paredes estaban construidas con ladrillos de oro, definieron la tentativa de suicidio como un acto de honor, y lo proclamaron mártir. Luego, cuando rechazó la Orden del Mérito que le otorgó el presidente de la república, hasta sus más encarnizados rivales desfilaron por su cuarto pidiéndole que desconociera los términos del armisticio y promoviera una nueva guerra. La casa se llenó de regalos de desagravio. Tardíamente impresionado por el respaldo masivo de sus antiguos compañeros de armas, el coronel Aureliano Buendía no descartó la posibilidad de complacerlos. Al contrario, en cierto momento pareció tan entusiasmado con la idea de una nueva guerra, que el coronel Gerineldo Márquez pensó que solo esperaba un pretexto para proclamarla. El pretexto se le ofreció, efectivamente, cuando el presidente de la república se negó a asignar las pensiones de guerra a los antiguos combatientes, liberales o conservadores, mientras cada expediente no fuera revisado por una comisión especial, y la ley de asignaciones aprobada por el congreso. «Esto es un atropello», tronó el coronel Aureliano Buendía. «Se morirán de viejos esperando el correo». Abandonó por primera vez el mecedor que Úrsula le compró para la convalecencia, y dando vueltas en la alcoba dictó un mensaje terminante para el presidente de la república. En ese telegrama, que nunca fue publicado, denunciaba la primera violación del tratado de Neerlandia y amenazaba con proclamar la guerra a muerte si la asignación de las pensiones no era resuelta en el término de quince días. Era tan justa su actitud, que permitía esperar, inclusive, la adhesión de los antiguos combatientes conservadores. Pero la única respuesta del gobierno fue el refuerzo de la guardia militar que se había puesto en la puerta de la casa, con el pretexto de protegerla, y la prohibición de toda clase de visitas. Medidas similares se adoptaron en todo el país con otros caudillos de cuidado. Fue una operación tan oportuna, drástica y eficaz, que dos meses después del armisticio, cuando el coronel Aureliano Buendía fue dado de alta, sus instigadores más decididos estaban muertos o expatriados, o habían sido asimilados para siempre por la administración pública.

Capítulo 9 (3) Kapitel 9 (3) Chapter 9 (3) Chapitre 9 (3) Capitolo 9 (3) Rozdział 9 (3) Capítulo 9 (3) Глава 9 (3)

—Perdone —se excusó ante la petición de Úrsula—. "Excuse me," he apologized to Úrsula's request. Es que esta guerra ha acabado con todo. It is that this war has ended everything.

En los días siguientes se ocupó de destruir todo rastro de su paso por el mundo. In the following days he took care to destroy all traces of his passage through the world. Simplificó el taller de platería hasta solo dejar los objetos impersonales, regaló sus ropas a los ordenanzas y enterró sus armas en el patio con el mismo sentido de penitencia con que su padre enterró la lanza que dio muerte a Prudencio Aguilar. He simplified the silver workshop until only impersonal objects were left, he gave his clothes to the orderlies and buried his weapons in the patio with the same sense of penitence with which his father buried the spear that killed Prudencio Aguilar. Solo conservó una pistola, y con una sola bala. He only kept one pistol, and with only one bullet. Úrsula no intervino. Úrsula did not intervene. La única vez que lo disuadió fue cuando él estaba a punto de destruir el daguerrotipo de Remedios que se conservaba en la sala, alumbrado por una lámpara eterna. The only time she dissuaded him was when he was about to destroy the daguerreotype of Remedios that was kept in the room, lit by an eternal lamp. La seule fois où elle l'en a dissuadé, c'est lorsqu'il s'apprêtait à détruire le daguerréotype de Remedios conservé dans la pièce, éclairé par une lampe éternelle. «Ese retrato dejó de pertenecerte hace mucho tiempo», le dijo. "That portrait ceased to belong to you a long time ago," he told her. "Ce portrait ne t'appartient plus depuis longtemps", lui dit-il. «Es una reliquia de familia». "It's a family heirloom." La víspera del armisticio, cuando ya no quedaba en la casa un solo objeto que permitiera recordarlo, llevó a la panadería el baúl con los versos en el momento en que Santa Sofía de la Piedad se preparaba para encender el horno. On the eve of the armistice, when there was no longer a single object in the house that would allow him to be remembered, he took the trunk with the verses to the bakery just as Santa Sofía de la Piedad was preparing to light the oven. À la veille de l'armistice, alors qu'il n'y avait plus aucun objet dans la maison qui permettrait de se souvenir de lui, il apporta le coffre avec les vers à la boulangerie au moment où Santa Sofía de la Piedad s'apprêtait à allumer le four.

—Préndalo con esto —le dijo él, entregándole el primer rollo de papeles amarillento—. "Turn it on with this," he told her, handing her the first roll of yellowish papers. "Allumez-le avec ça," lui dit-il, lui tendant le premier rouleau de papiers jaunâtres. Arde mejor, porque son cosas muy viejas. It burns better, because they are very old things.

Santa Sofía de la Piedad, la silenciosa, la condescendiente, la que nunca contrarió ni a sus propios hijos, tuvo la impresión de que aquel era un acto prohibido. Santa Sofía de la Piedad, the silent one, the condescending one, the one who never contradicted even her own children, had the impression that this was a prohibited act.

—Son papeles importantes —dijo. "These are important papers," he said.

—Nada de eso —dijo el coronel—. "Not at all," said the colonel. Son cosas que se escriben para uno mismo. They are things that are written for oneself.

—Entonces —dijo ella— quémelos usted mismo, coronel. "Then," she said, "burn them yourself, Colonel."

No solo lo hizo, sino que despedazó el baúl con una hachuela y echó las astillas al fuego. Not only did he do it, but he hacked the trunk to pieces with a hatchet and threw the splinters into the fire. Non seulement il l'a fait, mais il a brisé le coffre en morceaux avec une hachette et a jeté les éclats dans le feu. Horas antes, Pilar Ternera había estado a visitarlo. Hours before, Pilar Ternera had been to visit him. Después de tantos años de no verla, el coronel Aureliano Buendía se asombró de cuánto había envejecido y engordado, y de cuánto había perdido el esplendor de su risa, pero se asombró también de la profundidad que había logrado en la lectura de las barajas. After so many years of not seeing her, Colonel Aureliano Buendía was amazed at how much she had aged and gained weight, and how much she had lost the splendor of her laughter, but he was also amazed at the depth she had achieved in reading cards. Après tant d'années sans la voir, le colonel Aureliano Buendía a été étonné de voir à quel point elle avait vieilli et grossi, et combien elle avait perdu la splendeur de son rire, mais il a également été étonné de la profondeur qu'elle avait atteinte en lisant le cartes. «Cuídate la boca», le dijo ella, y él se preguntó si la otra vez que se lo dijo, en el apogeo de la gloria, no había sido una visión sorprendentemente anticipada de su destino. Watch your mouth, she told him, and he wondered if the other time she said it, at the height of her glory, it hadn't been a startlingly foreshadowing of her destiny. Poco después, cuando su médico personal acabó de extirparle los golondrinos, él le preguntó sin demostrar un interés particular cuál era el sitio exacto del corazón. Shortly afterward, when his personal physician had finished removing the swallows, he asked her without showing any particular interest the exact location of the heart. Peu de temps après, lorsque son médecin personnel eut fini de retirer les hirondelles, il lui demanda sans montrer d'intérêt particulier l'emplacement exact du cœur. El médico lo auscultó y le pintó luego un círculo en el pecho con un algodón sucio de yodo. The doctor listened to him and then painted a circle on his chest with a cotton ball soiled with iodine. Le médecin l'a écouté puis a peint un cercle sur sa poitrine avec un coton imbibé d'iode.

El martes del armisticio amaneció tibio y lluvioso. Armistice Tuesday dawned warm and rainy. El coronel Aureliano Buendía apareció en la cocina antes de las cinco y tomó su habitual café sin azúcar. Colonel Aureliano Buendía appeared in the kitchen before five and drank his usual coffee without sugar. «Un día como este viniste al mundo», le dijo Úrsula. "On a day like this you came into the world," Úrsula told him. «Todos se asustaron con tus ojos abiertos». "Everyone freaked out with your eyes open." Él no le puso atención, porque estaba pendiente de los aprestos de tropa, los toques de corneta y las voces de mando que estropeaban el alba. Er schenkte ihr keine Beachtung, denn er achtete auf das Treiben der Truppen, die Trompetenrufe und die Kommandostimmen, die die Morgendämmerung störten. He didn't pay attention to her, because he was aware of the preparations of the troops, the bugle calls and the voices of command that marred the dawn. Il ne lui prêta aucune attention, car il était au courant des préparatifs des troupes, des appels de clairon et des voix de commandement qui gâchaient l'aube. Aunque después de tantos años de guerra debían parecerle familiares, esta vez experimentó el mismo desaliento en las rodillas, y el mismo cabrilleo de la piel que había experimentado en su juventud en presencia de una mujer desnuda. Obwohl sie ihm nach so vielen Jahren des Krieges vertraut vorkommen mussten, verspürte er diesmal dasselbe Entsetzen in den Knien und dasselbe Kribbeln in der Haut, das er in seiner Jugend in der Gegenwart einer nackten Frau erlebt hatte. Although after so many years of war they must have seemed familiar, this time he experienced the same despondency in his knees, and the same prickling of the skin that he had experienced in his youth in the presence of a naked woman. Bien qu'après tant d'années de guerre, ils aient dû lui sembler familiers, il éprouva cette fois le même affaissement des genoux et le même picotement de la peau qu'il avait éprouvés dans sa jeunesse en présence d'une femme nue. Pensó confusamente, al fin capturado en una trampa de la nostalgia, que tal vez si se hubiera casado con ella hubiera sido un hombre sin guerra y sin gloria, un artesano sin nombre, un animal feliz. Er dachte verwirrt, endlich in der Falle der Nostalgie gefangen, dass er vielleicht, wenn er sie geheiratet hätte, ein Mann ohne Krieg und ohne Ruhm gewesen wäre, ein namenloser Handwerker, ein glückliches Tier. He thought in a confused way, finally caught in a trap of nostalgia, that perhaps if he had married her he would have been a man without war and without glory, a craftsman without a name, a happy animal. Ese estremecimiento tardío, que no figuraba en sus previsiones, le amargó el desayuno. That belated shudder, which was not in his forecasts, made his breakfast bitter. Ce frisson tardif, qui n'avait pas figuré dans ses prévisions, rendit son petit déjeuner amer. A las siete de la mañana, cuando el coronel Gerineldo Márquez fue a buscarlo en compañía de un grupo de oficiales rebeldes, lo encontró más taciturno que nunca, más pensativo y solitario. At seven in the morning, when Colonel Gerineldo Márquez went looking for him in the company of a group of rebel officers, he found him more taciturn than ever, more thoughtful and lonely. Úrsula trató de echarle sobre los hombros una manta nueva. Úrsula tried to throw a new blanket over his shoulders. Ursula essaya de jeter une nouvelle couverture sur ses épaules. «Qué va a pensar el gobierno», le dijo. “What is the government going to think?” he told her. «Se imaginarán que te has rendido porque ya no tenías ni con qué comprar una manta». "Sie werden denken, dass du aufgegeben hast, weil du nicht einmal genug Geld hast, um eine Decke zu kaufen. “They will imagine that you have given up because you no longer had the money to buy a blanket.” Pero él no la aceptó. But he did not accept it. Ya en la puerta, viendo que seguía la lluvia, se dejó poner un viejo sombrero de fieltro de José Arcadio Buendía. Already at the door, seeing that the rain continued, he let himself wear an old felt hat by José Arcadio Buendía. Déjà à la porte, voyant que la pluie continuait, il se laissa porter un vieux chapeau de feutre de José Arcadio Buendía.

—Aureliano —le dijo entonces Úrsula—, prométeme que si te encuentras por ahí con la mala hora, pensarás en tu madre. "Aureliano," Úrsula then said to him, "promise me that if you find yourself out there in a bad hour, you'll think of your mother."

Él le hizo una sonrisa distante, levantó la mano con todos los dedos extendidos, y sin decir una palabra abandonó la casa y se enfrentó a los gritos, vituperios y blasfemias que habían de perseguirlo hasta la salida del pueblo. Er schenkte ihr ein distanziertes Lächeln, hob seine Hand mit ausgestreckten Fingern und verließ wortlos das Haus, um sich den Rufen, Beschimpfungen und Lästereien zu stellen, die ihn den ganzen Weg aus dem Dorf verfolgen sollten. He gave her a distant smile, raised his hand with all fingers extended, and without a word left the house and faced the shouts, taunts and blasphemies that were to follow him to the edge of town. Il lui adressa un sourire distant, leva la main tous doigts tendus, et sans un mot quitta la maison et fit face aux cris, railleries et blasphèmes qui allaient le suivre jusqu'aux abords de la ville. Úrsula pasó la tranca en la puerta decidida a no quitarla en el resto de su vida. Úrsula put the bar on the door, determined not to remove it for the rest of her life. Úrsula posa la barre à la porte, déterminée à ne pas l'enlever pour le reste de sa vie. «Nos pudriremos aquí dentro», pensó. We'll rot in here, he thought. «Nos volveremos ceniza en esta casa sin hombres, pero no le daremos a este pueblo miserable el gusto de vernos llorar». "We will turn to ashes in this house without men, but we will not give this miserable town the pleasure of seeing us cry." Estuvo toda la mañana buscando un recuerdo de su hijo en los más secretos rincones, y no pudo encontrarlo. He spent the whole morning looking for a memory of his son in the most secret corners, and he could not find it. Elle passa toute la matinée à chercher un souvenir de son fils dans les recoins les plus secrets, et elle ne le trouva pas.

El acto se celebró a veinte leguas de Macondo, a la sombra de una ceiba gigantesca en torno a la cual había de fundarse más tarde el pueblo de Neerlandia. The ceremony was held twenty leagues from Macondo, in the shade of a gigantic ceiba tree around which the town of Neerlandia was later to be founded. La cérémonie se déroula à vingt lieues de Macondo, à l'ombre d'un gigantesque arbre ceiba autour duquel devait plus tard se fonder la ville de Neerlandia. Los delegados del gobierno y los partidos, y la comisión rebelde que entregó las armas, fueron servidos por un bullicioso grupo de novicias de hábitos blancos, que parecían un revuelo de palomas asustadas por la lluvia. The government and party delegates, and the rebel commission that handed over their weapons, were served by a boisterous group of novices in white robes, like a flurry of pigeons frightened by the rain. El coronel Aureliano Buendía llegó en una mula embarrada. Colonel Aureliano Buendía arrived on a muddy mule. Le colonel Aureliano Buendía est arrivé sur une mule boueuse. Estaba sin afeitar, más atormentado por el dolor de los golondrinos que por el inmenso fracaso de sus sueños, pues había llegado al término de toda esperanza, más allá de la gloria y de la nostalgia de la gloria. Er war unrasiert, mehr vom Schmerz der Schwalben gequält als von dem ungeheuren Scheitern seiner Träume, denn er war am Ende aller Hoffnung angelangt, jenseits von Ruhm und Ruhmessehnsucht. He was unshaven, more tormented by the pain of the swallows than by the immense failure of his dreams, since he had reached the end of all hope, beyond glory and nostalgia for glory. Il n'était pas rasé, plus tourmenté par la douleur des hirondelles que par l'immense échec de ses rêves, puisqu'il était arrivé au bout de tout espoir, au-delà de la gloire et de la nostalgie de la gloire. De acuerdo con lo dispuesto por él mismo, no hubo música, ni cohetes, ni campanas de júbilo, ni vítores, ni ninguna otra manifestación que pudiera alterar el carácter luctuoso del armisticio. In accordance with what he himself arranged, there was no music, no rockets, no jubilant bells, no cheers, or any other manifestation that could alter the mournful character of the armistice. Conformément à ce qu'il avait lui-même prévu, il n'y eut ni musique, ni fusées, ni cloches jubilatoires, ni acclamations, ni aucune autre manifestation susceptible d'altérer le caractère lugubre de l'armistice. Un fotógrafo ambulante que tomó el único retrato suyo que hubiera podido conservarse fue obligado a destruir las placas sin revelarlas. An itinerant photographer who took the only surviving portrait of him was forced to destroy the plates without developing them. Un photographe itinérant qui a pris le seul portrait survivant de lui a été contraint de détruire les plaques sans les développer.

El acto duró apenas el tiempo indispensable para que se estamparan las firmas. The act lasted just enough time for the signatures to be affixed. L'acte dura juste le temps d'apposer les signatures. En torno de la rústica mesa colocada en el centro de una remendada carpa de circo, donde se sentaron los delegados, estaban los últimos oficiales que permanecieron fieles al coronel Aureliano Buendía. Around the rustic table placed in the center of a patched-up circus tent, where the delegates sat, were the last officers who remained faithful to Colonel Aureliano Buendía. Antes de tomar las firmas, el delegado personal del presidente de la república trató de leer en voz alta el acta de la rendición, pero el coronel Aureliano Buendía se opuso. Before taking the signatures, the personal delegate of the President of the Republic tried to read aloud the act of surrender, but Colonel Aureliano Buendía opposed it. «No perdamos el tiempo en formalismos», dijo, y se dispuso a firmar los pliegos sin leerlos. "Let's not waste time on formalities," he said, and prepared to sign the documents without reading them. Uno de sus oficiales rompió entonces el silencio soporífero de la carpa. One of his officers then broke the soporific silence of the tent.

—Coronel —dijo—, háganos el favor de no ser el primero en firmar. "Colonel," he said, "do us the favor of not being the first to sign."

El coronel Aureliano Buendía accedió. Colonel Aureliano Buendía agreed. Cuando el documento dio la vuelta completa a la mesa, en medio de un silencio tan nítido que habrían podido descifrarse las firmas por el garrapateo de la pluma en el papel, el primer lugar estaba todavía en blanco. When the document went all the way around the table, in a silence so clear that the signatures could have been deciphered by the scrawl of the pen on the paper, the first place was still blank. Quand le document fit le tour de la table, dans un silence si clair que les signatures auraient pu être déchiffrées par le griffonnage du stylo sur le papier, la première place était encore vide. El coronel Aureliano Buendía se dispuso a ocuparlo. Colonel Aureliano Buendía prepared to occupy it. Le colonel Aureliano Buendía s'est préparé à l'occuper.

—Coronel —dijo entonces otro de sus oficiales—, todavía tiene tiempo de quedar bien. -Oberst", sagte ein anderer seiner Offiziere, "Sie haben noch Zeit, sich gut zu machen. "Colonel," another of his officers then said, "you still have time to look good." "Colonel", dit alors un autre de ses officiers, "vous avez encore le temps de faire bonne figure."

Sin inmutarse, el coronel Aureliano Buendía firmó la primera copia. Without flinching, Colonel Aureliano Buendía signed the first copy. Sans broncher, le colonel Aureliano Buendía a signé le premier exemplaire. No había acabado de firmar la última cuando apareció en la puerta de la carpa un coronel rebelde llevando del cabestro una mula cargada con dos baúles. Er hatte die letzte Unterschrift noch nicht geleistet, als ein Rebellenoberst an der Zelttür erschien und ein mit zwei Stiefeln beladenes Maultier am Halfter trug. He had not finished signing the last one when a rebel colonel appeared at the door of the tent, leading a mule loaded with two trunks by a halter. Il n'avait pas fini de signer la dernière lorsqu'un colonel rebelle se présenta à la porte de la tente, conduisant par un licou une mule chargée de deux malles. A pesar de su extremada juventud, tenía un aspecto árido y una expresión paciente. Despite his extreme youth, he had a dry look and a patient expression. Era el tesorero de la revolución en la circunscripción de Macondo. He was the treasurer of the revolution in the constituency of Macondo. Había hecho un penoso viaje de seis días, arrastrando la mula muerta de hambre, para llegar a tiempo al armisticio. He had made a painful journey of six days, dragging his starving mule, to reach the armistice in time. Il avait fait un pénible voyage de six jours, traînant sa mule affamée, pour arriver à temps à l'armistice. Con una parsimonia exasperante descargó los baúles, los abrió, y fue poniendo en la mesa, uno por uno, setenta y dos ladrillos de oro. With exasperating parsimony he unloaded the trunks, opened them, and placed seventy-two gold bricks on the table one by one. Avec une parcimonie exaspérante, il déchargea les malles, les ouvrit et posa une à une soixante-douze briques d'or sur la table. Nadie recordaba la existencia de aquella fortuna. No one remembered the existence of that fortune. En el desorden del último año, cuando el mando central saltó en pedazos y la revolución degeneró en una sangrienta rivalidad de caudillos, era imposible determinar ninguna responsabilidad. In the turmoil of the last year, when the central command fell to pieces and the revolution degenerated into a bloody warlord rivalry, it was impossible to determine any responsibility. Dans la tourmente de l'année écoulée, lorsque le commandement central s'est effondré et que la révolution a dégénéré en une rivalité sanglante entre chefs de guerre, il était impossible de déterminer une quelconque responsabilité. El oro de la rebelión, fundido en bloques que luego fueron recubiertos de barro cocido, quedó fuera de todo control. The gold of the rebellion, melted into blocks that were later covered with baked clay, was left out of control. L'or de la rébellion, fondu en blocs recouverts plus tard de terre cuite, n'est plus maîtrisé. El coronel Aureliano Buendía hizo incluir los setenta y dos ladrillos de oro en el inventario de la rendición, y clausuró el acto sin permitir discursos. Colonel Aureliano Buendía had the seventy-two gold bricks included in the surrender inventory, and closed the act without allowing speeches. Le colonel Aureliano Buendía fit inclure les soixante-douze briques d'or dans l'inventaire de reddition et clôtura l'acte sans autoriser les discours. El escuálido adolescente permaneció frente a él, mirándolo a los ojos con sus serenos ojos color de almíbar. The scrawny teenager stood before him, looking him in the eye with his serene, syrup-colored eyes. L'adolescent maigre se tenait devant lui, le regardant dans les yeux avec ses yeux sereins couleur de sirop.

—¿Algo más? -Sonst noch etwas? -Anything else? —le preguntó el coronel Aureliano Buendía. asked Colonel Aureliano Buendía. El joven coronel apretó los dientes. The young colonel gritted his teeth.

—El recibo —dijo. "The receipt," he said. "Le reçu," dit-il.

El coronel Aureliano Buendía se lo extendió de su puño y letra. Colonel Aureliano Buendía handed it to him in his own handwriting. Le colonel Aureliano Buendía le lui a remis de sa propre écriture. Luego tomó un vaso de limonada y un pedazo de bizcocho que repartieron las novicias, y se retiró a una tienda de campaña que le habían preparado por si quería descansar. Then he had a glass of lemonade and a piece of cake that the novices distributed, and he retired to a tent that had been prepared for him in case he wanted to rest. Puis il prit un verre de limonade et un morceau de gâteau que les novices distribuèrent, et il se retira dans une tente qui lui avait été préparée au cas où il voudrait se reposer. Allí se quitó la camisa, se sentó en el borde del catre, y a las tres y cuarto de la tarde se disparó un tiro de pistola en el círculo de yodo que su médico personal le había pintado en el pecho. There he took off his shirt, sat on the edge of the cot, and at a quarter past three in the afternoon he fired a pistol shot into the circle of iodine that his personal physician had painted on his chest. A esa hora, en Macondo, Úrsula destapó la olla de la leche en el fogón, extrañada de que se demorara tanto para hervir, y la encontró llena de gusanos. Damals, in Macondo, deckte Ursula den Topf mit Milch auf dem Herd auf, weil sie sich wunderte, dass es so lange dauerte, bis sie kochte, und fand ihn voller Würmer. At that time, in Macondo, Úrsula uncovered the pot of milk on the stove, surprised that it took so long to boil, and found it full of worms. A cette époque, à Macondo, Ursula découvrit la marmite de lait sur la cuisinière, surprise qu'il ait mis si longtemps à bouillir, et la trouva pleine de vers.

—¡Han matado a Aureliano! "They've killed Aureliano!" —exclamó. he exclaimed.

Miró hacia el patio, obedeciendo a una costumbre de su soledad, y entonces vio a José Arcadio Buendía, empapado, triste de lluvia y mucho más viejo que cuando murió. He looked towards the patio, obeying a habit of his solitude, and then he saw José Arcadio Buendía, drenched, sad from the rain and much older than when he died. Il regarda vers le patio, obéissant à une habitude de sa solitude, puis il vit José Arcadio Buendía, trempé, triste de la pluie et bien plus âgé qu'à sa mort. «Lo han matado a traición —precisó Úrsula— y nadie le hizo la caridad de cerrarle los ojos». Sie haben ihn durch Verrat getötet", sagte Ursula, "und niemand tat ihm den Gefallen, seine Augen zu schließen. "They have treacherously killed him," Úrsula specified, "and no one did him the charity of closing his eyes." "Ils l'ont traîtreusement tué", précise Ursula, "et personne ne lui a fait la charité de fermer les yeux." Al anochecer vio a través de las lágrimas los raudos y luminosos discos anaranjados que cruzaron el cielo como una exhalación, y pensó que era una señal de la muerte. At dusk he saw through his tears the swift and luminous orange discs that crossed the sky like an exhalation, and he thought it was a sign of death. Au crépuscule, il vit à travers ses larmes les disques orange rapides et lumineux qui traversaient le ciel comme une expiration, et il crut que c'était un signe de mort. Estaba todavía bajo el castaño, sollozando en las rodillas de su esposo, cuando llevaron al coronel Aureliano Buendía envuelto en la manta acartonada de sangre seca y con los ojos abiertos de rabia. She was still under the chestnut tree, sobbing on her husband's knees, when they brought Colonel Aureliano Buendía wrapped in the stiff blanket of dried blood and with his eyes wide with rage. Elle était encore sous le marronnier, sanglotant sur les genoux de son mari, quand le colonel Aureliano Buendía fut amené, enveloppé dans la couverture raide de sang séché et les yeux ouverts de rage.

Estaba fuera de peligro. He was out of danger. El proyectil siguió una trayectoria tan limpia que el médico le metió por el pecho y le sacó por la espalda un cordón empapado de yodo. Das Projektil folgte einer so sauberen Flugbahn, dass der Arzt eine mit Jod getränkte Schnur durch seinen Brustkorb und aus seinem Rücken herausführte. The projectile followed such a clean trajectory that the doctor inserted an iodine-soaked cord through his chest and out his back. Le projectile a suivi une trajectoire si propre que le médecin a inséré une corde imbibée d'iode dans sa poitrine et dans son dos. «Esta es mi obra maestra», le dijo satisfecho. "Das ist mein Meisterwerk", sagte er ihr zufrieden. "This is my masterpiece," he told her satisfied. «Era el único punto por donde podía pasar una bala sin lastimar ningún centro vital». "It was the only point where a bullet could pass without injuring any vital center." El coronel Aureliano Buendía se vio rodeado de novicias misericordiosas que entonaban salmos desesperados por el eterno descanso de su alma, y entonces se arrepintió de no haberse dado el tiro en el paladar como lo tenía previsto, solo por burlar el pronóstico de Pilar Ternera. Oberst Aureliano Buendía war von barmherzigen Novizen umgeben, die verzweifelte Psalmen für die ewige Ruhe seiner Seele sangen, und dann bedauerte er, dass er sich nicht, wie geplant, in den Gaumen geschossen hatte, nur um Pilar Terneras Prognose zu überlisten. Colonel Aureliano Buendía found himself surrounded by merciful novices singing desperate psalms for the eternal rest of his soul, and then he regretted not having shot himself in the palate as he had planned, only to circumvent Pilar Ternera's prognosis. Le colonel Aureliano Buendía s'est retrouvé entouré de novices miséricordieux chantant des psaumes désespérés pour le repos éternel de son âme, puis il a regretté de ne pas s'être tiré une balle dans le palais comme il l'avait prévu, pour contourner le pronostic de Pilar Ternera.

—Si todavía me quedara autoridad —le dijo al doctor—, lo haría fusilar sin fórmula de juicio. "If I still had authority," he told the doctor, "I would have him shot without trial." « Si j'avais encore de l'autorité, dit-il au médecin, je le ferais fusiller sans procès. No por salvarme la vida, sino por hacerme quedar en ridículo. Nicht dafür, dass er mein Leben gerettet hat, sondern dafür, dass er mich zum Narren gehalten hat. Not for saving my life, but for making me look ridiculous. Pas pour m'avoir sauvé la vie, mais pour m'avoir rendu ridicule.

El fracaso de la muerte le devolvió en pocas horas el prestigio perdido. Das Scheitern des Todes stellte sein verlorenes Prestige innerhalb weniger Stunden wieder her. The failure of death gave him back his lost prestige in a few hours. L'échec de la mort lui rendit en quelques heures son prestige perdu. Los mismos que inventaron la patraña de que había vendido la guerra por un aposento cuyas paredes estaban construidas con ladrillos de oro, definieron la tentativa de suicidio como un acto de honor, y lo proclamaron mártir. Dieselben Leute, die den Schwindel erfunden haben, er habe den Krieg für ein Zimmer mit goldenen Wänden verkauft, haben den Selbstmordversuch als einen Akt der Ehre definiert und ihn zum Märtyrer erklärt. The same ones who invented the lie that he had sold the war for a room whose walls were built with gold bricks, defined the suicide attempt as an act of honor, and proclaimed him a martyr. Les mêmes qui ont inventé le canular selon lequel il avait vendu la guerre pour une chambre dont les murs étaient construits avec des briques d'or, ont défini la tentative de suicide comme un acte d'honneur, et l'ont proclamé martyr. Luego, cuando rechazó la Orden del Mérito que le otorgó el presidente de la república, hasta sus más encarnizados rivales desfilaron por su cuarto pidiéndole que desconociera los términos del armisticio y promoviera una nueva guerra. Als er dann den ihm vom Präsidenten der Republik verliehenen Verdienstorden ablehnte, zogen sogar seine schärfsten Gegner in sein Zimmer und forderten ihn auf, die Bedingungen des Waffenstillstands zu missachten und einen neuen Krieg zu beginnen. Later, when he rejected the Order of Merit awarded to him by the President of the Republic, even his fiercest rivals paraded through his room asking him to disregard the terms of the armistice and promote a new war. Plus tard, lorsqu'il a rejeté l'Ordre du mérite que lui avait décerné le président de la République, même ses rivaux les plus farouches ont défilé dans sa chambre en lui demandant de ne pas respecter les termes de l'armistice et de promouvoir une nouvelle guerre. La casa se llenó de regalos de desagravio. The house was filled with gifts of reparation. La maison était remplie de dons de réparation. Tardíamente impresionado por el respaldo masivo de sus antiguos compañeros de armas, el coronel Aureliano Buendía no descartó la posibilidad de complacerlos. Belatedly impressed by the massive support of his former comrades-in-arms, Colonel Aureliano Buendía did not rule out the possibility of pleasing them. Impressionné tardivement par le soutien massif de ses anciens compagnons d'armes, le colonel Aureliano Buendía n'exclut pas la possibilité de leur plaire. Al contrario, en cierto momento pareció tan entusiasmado con la idea de una nueva guerra, que el coronel Gerineldo Márquez pensó que solo esperaba un pretexto para proclamarla. On the contrary, at a certain moment he seemed so enthusiastic about the idea of a new war that Colonel Gerineldo Márquez thought he was only waiting for a pretext to proclaim it. El pretexto se le ofreció, efectivamente, cuando el presidente de la república se negó a asignar las pensiones de guerra a los antiguos combatientes, liberales o conservadores, mientras cada expediente no fuera revisado por una comisión especial, y la ley de asignaciones aprobada por el congreso. The pretext was offered, in effect, when the president of the republic refused to allocate war pensions to former combatants, liberal or conservative, as long as each file was not reviewed by a special commission, and the allocation law approved by the congress. Le prétexte a été offert, en effet, lorsque le président de la République a refusé d'allouer des pensions de guerre aux anciens combattants, libéraux ou conservateurs, tant que chaque dossier n'était pas examiné par une commission spéciale, et la loi d'attribution approuvée par le congrès. «Esto es un atropello», tronó el coronel Aureliano Buendía. "This is an outrage," Colonel Aureliano Buendía thundered. "C'est un scandale", a tonné le colonel Aureliano Buendía. «Se morirán de viejos esperando el correo». "Sie werden an Altersschwäche sterben, während sie auf die Post warten. "They will die of old waiting for the mail." Abandonó por primera vez el mecedor que Úrsula le compró para la convalecencia, y dando vueltas en la alcoba dictó un mensaje terminante para el presidente de la república. For the first time, he abandoned the rocking chair that Úrsula bought him for his convalescence, and walking around the bedroom he dictated a final message to the President of the Republic. Pour la première fois, il quitta la chaise berçante qu'Úrsula lui avait achetée pour sa convalescence, et faisant les cent pas dans la chambre dicta un dernier message au Président de la République. En ese telegrama, que nunca fue publicado, denunciaba la primera violación del tratado de Neerlandia y amenazaba con proclamar la guerra a muerte si la asignación de las pensiones no era resuelta en el término de quince días. In that telegram, which was never published, he denounced the first violation of the Neerlandia treaty and threatened to declare war to the death if the allocation of pensions was not resolved within fifteen days. Dans ce télégramme, jamais publié, il dénonçait la première violation du traité de Neerlandia et menaçait de déclarer la guerre à mort si l'attribution des pensions n'était pas réglée dans les quinze jours. Era tan justa su actitud, que permitía esperar, inclusive, la adhesión de los antiguos combatientes conservadores. His attitude was so fair that it even allowed him to hope for the adherence of the former conservative combatants. Pero la única respuesta del gobierno fue el refuerzo de la guardia militar que se había puesto en la puerta de la casa, con el pretexto de protegerla, y la prohibición de toda clase de visitas. But the only response from the government was the reinforcement of the military guard that had been posted at the door of the house, under the pretext of protecting it, and the prohibition of all kinds of visits. Medidas similares se adoptaron en todo el país con otros caudillos de cuidado. Similar measures were adopted throughout the country with other caudillos of care. Des mesures similaires ont été adoptées dans tout le pays avec d'autres caudillos de soins. Fue una operación tan oportuna, drástica y eficaz, que dos meses después del armisticio, cuando el coronel Aureliano Buendía fue dado de alta, sus instigadores más decididos estaban muertos o expatriados, o habían sido asimilados para siempre por la administración pública. Es war eine so rechtzeitige, drastische und wirksame Aktion, dass zwei Monate nach dem Waffenstillstand, als Oberst Aureliano Buendía entlassen wurde, die entschlossensten Anstifter tot oder ausgebürgert oder für immer von der öffentlichen Verwaltung assimiliert worden waren. It was such a timely, drastic, and effective operation that two months after the armistice, when Colonel Aureliano Buendía was discharged, his most determined instigators were dead or expatriates, or had been assimilated forever into the public administration.