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Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, Capítulo 10 (3)

Capítulo 10 (3)

Remedios, la bella, fue proclamada reina. Úrsula, que se estremecía ante la belleza inquietante de la bisnieta, no pudo impedir la elección. Hasta entonces había conseguido que no saliera a la calle, como no fuera para ir a misa con Amaranta, pero la obligaba a cubrirse la cara con una mantilla negra. Los hombres menos piadosos, los que se disfrazaban de curas para decir misas sacrílegas en la tienda de Catarino, asistían a la iglesia con el único propósito de ver aunque fuera un instante el rostro de Remedios, la bella, de cuya hermosura legendaria se hablaba con un fervor sobrecogido en todo el ámbito de la ciénaga. Pasó mucho tiempo antes de que lo consiguieran, y más les hubiera valido que la ocasión no llegara nunca, porque la mayoría de ellos no pudo recuperar jamás la placidez del sueño. El hombre que lo hizo posible, un forastero, perdió para siempre la serenidad, se enredó en los tremedales de la abyección y la miseria, y años después fue despedazado por un tren nocturno cuando se quedó dormido sobre los rieles. Desde el momento en que se le vio en la iglesia, con un vestido de pana verde y un chaleco bordado, nadie puso en duda que iba desde muy lejos, tal vez de una remota ciudad del exterior, atraído por la fascinación mágica de Remedios, la bella. Era tan hermoso, tan gallardo y reposado, de una prestancia tan bien llevada, que Pietro Crespi junto a él habría parecido un sietemesino, y muchas mujeres murmuraron entre sonrisas de despecho que era él quien verdaderamente merecía la mantilla. No alternó con nadie en Macondo. Aparecía al amanecer del domingo, como un príncipe de cuento, en un caballo con estribos de plata y gualdrapas de terciopelo, y abandonaba el pueblo después de la misa.

Era tal el poder de su presencia, que desde la primera vez que se le vio en la iglesia todo el mundo dio por sentado que entre él y Remedios, la bella, se había establecido un duelo callado y tenso, un pacto secreto, un desafío irrevocable cuya culminación no podía ser solamente el amor sino también la muerte. El sexto domingo, el caballero apareció con una rosa amarilla en la mano. Oyó la misa de pie, como lo hacía siempre, y al final se interpuso al paso de Remedios, la bella, y le ofreció la rosa solitaria. Ella la recibió con un gesto natural, como si hubiera estado preparada para aquel homenaje, y entonces se descubrió el rostro por un instante y dio las gracias con una sonrisa. Fue todo cuanto hizo. Pero no solo para el caballero, sino para todos los hombres que tuvieron el desdichado privilegio de vivirlo, aquel fue un instante eterno.

El caballero instalaba desde entonces la banda de música junto a la ventana de Remedios, la bella, y a veces hasta el amanecer. Aureliano Segundo fue el único que sintió por él una compasión cordial, y trató de quebrantar su perseverancia. «No pierda más el tiempo», le dijo una noche. «Las mujeres de esta casa son peores que las mulas». Le ofreció su amistad, lo invitó a bañarse en champaña, trató de hacerle entender que las hembras de su familia tenían entrañas de pedernal, pero no consiguió vulnerar su obstinación. Exasperado por las interminables noches de música, el coronel Aureliano Buendía lo amenazó con curarle la aflicción a pistoletazos. Nada lo hizo desistir, salvo su propio y lamentable estado de desmoralización. De apuesto e impecable se hizo vil y harapiento. Se rumoraba que había abandonado poder y fortuna en su lejana nación, aunque en verdad no se conoció nunca su origen. Se volvió hombre de pleitos, pendenciero de cantina, y amaneció revolcado en sus propias excrecencias en la tienda de Catarino. Lo más triste de su drama era que Remedios, la bella, no se fijó en él ni siquiera cuando se presentaba a la iglesia vestido de príncipe. Recibió la rosa amarilla sin la menor malicia, más bien divertida por la extravagancia del gesto, y se levantó la mantilla para verle mejor la cara y no para mostrarle la suya.

En realidad, Remedios, la bella, no era un ser de este mundo. Hasta muy avanzada la pubertad, Santa Sofía de la Piedad tuvo que bañarla y ponerle la ropa, y aun cuando pudo valerse por sí misma había que vigilarla para que no pintara animalitos en las paredes con una varita embadurnada de su propia caca. Llegó a los veinte años sin aprender a leer y escribir, sin servirse de los cubiertos en la mesa, paseándose desnuda por la casa, porque su naturaleza se resistía a cualquier clase de convencionalismos. Cuando el joven comandante de la guardia le declaró su amor, lo rechazó sencillamente porque la asombró su frivolidad. «Fíjate qué simple es», le dijo a Amaranta. «Dice que se está muriendo por mí, como si yo fuera un cólico miserere». Cuando en efecto lo encontraron muerto junto a su ventana, Remedios, la bella, confirmó su impresión inicial.

—Ya ven —comentó—. Era completamente simple.

Parecía como si una lucidez penetrante le permitiera ver la realidad de las cosas más allá de cualquier formalismo. Ese era al menos el punto de vista del coronel Aureliano Buendía, para quien Remedios, la bella, no era en modo alguno retrasada mental, como se creía, sino todo lo contrario. «Es como si viniera de regreso de veinte años de guerra», solía decir. Úrsula, por su parte, le agradecía a Dios que hubiera premiado a la familia con una criatura de una pureza excepcional, pero al mismo tiempo la conturbaba su hermosura, porque le parecía una virtud contradictoria, una trampa diabólica en el centro de la candidez. Fue por eso que decidió apartarla del mundo, preservarla de toda tentación terrenal, sin saber que Remedios, la bella, ya desde el vientre de su madre, estaba a salvo de cualquier contagio. Nunca le pasó por la cabeza la idea de que la eligieran reina de la belleza en el pandemónium de un carnaval. Pero Aureliano Segundo, embullado con la ventolera de disfrazarse de tigre, llevó al padre Antonio Isabel a la casa para que convenciera a Úrsula de que el carnaval no era una fiesta pagana, como ella decía, sino una tradición católica. Finalmente convencida, aunque a regañadientes, dio el consentimiento para la coronación.

La noticia de que Remedios Buendía iba a ser la soberana del festival rebasó en pocas horas los límites de la ciénaga, llegó hasta lejanos territorios donde se ignoraba el inmenso prestigio de su belleza, y suscitó la inquietud de quienes todavía consideraban su apellido como un símbolo de la subversión. Era una inquietud infundada. Si alguien resultaba inofensivo en aquel tiempo, era el envejecido y desencantado coronel Aureliano Buendía, que poco a poco había ido perdiendo todo contacto con la realidad de la nación. Encerrado en su taller, su única relación con el resto del mundo era el comercio de pescaditos de oro. Uno de los antiguos soldados que vigilaron su casa en los primeros días de la paz, iba a venderlos a las poblaciones de la ciénaga, y regresaba cargado de monedas y de noticias. Que el gobierno conservador, decía, con el apoyo de los liberales, estaba reformando el calendario para que cada presidente estuviera cien años en el poder. Que por fin se había firmado el concordato con la Santa Sede, y que había venido desde Roma un cardenal con una corona de diamantes y en un trono de oro macizo, y que los ministros liberales se habían hecho retratar de rodillas en el acto de besarle el anillo. Que la corista principal de una compañía española, de paso por la capital, había sido secuestrada en su camerino por un grupo de enmascarados, y el domingo siguiente había bailado desnuda en la casa de verano del presidente de la república. «No me hables de política», le decía el coronel. «Nuestro asunto es vender pescaditos». El rumor público de que no quería saber nada de la situación del país porque se estaba enriqueciendo con su taller, provocó las risas de Úrsula cuando llegó a sus oídos. Con su terrible sentido práctico, ella no podía entender el negocio del coronel, que cambiaba los pescaditos por monedas de oro, y luego convertía las monedas de oro en pescaditos, y así sucesivamente, de modo que tenía que trabajar cada vez más a medida que más vendía, para satisfacer un círculo vicioso exasperante. En verdad, lo que le interesaba a él no era el negocio sino el trabajo. Le hacía falta tanta concentración para engarzar escamas, incrustar minúsculos rubíes en los ojos, laminar agallas y montar timones, que no le quedaba un solo vacío para llenarlo con la desilusión de la guerra. Tan absorbente era la atención que le exigía el preciosismo de su artesanía, que en poco tiempo envejeció más que en todos los años de guerra, y la posición le torció la espina dorsal y la milimetría le desgastó la vista, pero la concentración implacable lo premió con la paz del espíritu. La última vez que se le vio atender algún asunto relacionado con la guerra fue cuando un grupo de veteranos de ambos partidos solicitó su apoyo para la aprobación de las pensiones vitalicias, siempre prometidas y siempre en el punto de partida. «Olvídense de eso», les dijo él. «Ya ven que yo rechacé mi pensión para quitarme la tortura de estarla esperando hasta la muerte». Al principio, el coronel Gerineldo Márquez lo visitaba al atardecer, y ambos se sentaban en la puerta de la calle a evocar el pasado. Pero Amaranta no pudo soportar los recuerdos que le suscitaba aquel hombre cansado cuya calvicie lo precipitaba al abismo de una ancianidad prematura, y lo atormentó con desaires injustos, hasta que no volvió sino en ocasiones especiales, y desapareció finalmente anulado por la parálisis. Taciturno, silencioso, insensible al nuevo soplo de vitalidad que estremecía la casa, el coronel Aureliano Buendía apenas si comprendió que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad. Se levantaba a las cinco después de un sueño superficial, tomaba en la cocina su eterno tazón de café amargo, se encerraba todo el día en el taller, y a las cuatro de la tarde pasaba por el corredor arrastrando un taburete, sin fijarse siquiera en el incendio de los rosales, ni en el brillo de la hora, ni en la impavidez de Amaranta, cuya melancolía hacía un ruido de marmita perfectamente perceptible al atardecer, y se sentaba en la puerta de la calle hasta que se lo permitían los mosquitos. Alguien se atrevió alguna vez a perturbar su soledad.

—¿Cómo está, coronel? —le dijo al pasar.

—Aquí —contestó él—. Esperando que pase mi entierro.

De modo que la inquietud causada por la reaparición pública de su apellido, a propósito del reinado de Remedios, la bella, carecía de fundamento real. Muchos, sin embargo, no lo creyeron así. Inocente de la tragedia que lo amenazaba, el pueblo se desbordó en la plaza pública, en una bulliciosa explosión de alegría. El carnaval había alcanzado su más alto nivel de locura, Aureliano Segundo había satisfecho por fin su sueño de disfrazarse de tigre y andaba feliz entre la muchedumbre desaforada, ronco de tanto roncar, cuando apareció por el camino de la ciénaga una comparsa multitudinaria llevando en andas doradas a la mujer más fascinante que hubiera podido concebir la imaginación. Por un momento, los pacíficos habitantes de Macondo se quitaron las máscaras para ver mejor la deslumbrante criatura con corona de esmeraldas y capa de armiño, que parecía investida de una autoridad legítima, y no simplemente de una soberanía de lentejuelas y papel crespón. No faltó quien tuviera la suficiente clarividencia para sospechar que se trataba de una provocación. Pero Aureliano Segundo se sobrepuso de inmediato a la perplejidad, declaró huéspedes de honor a los recién llegados, y sentó salomónicamente a Remedios, la bella, y a la reina intrusa en el mismo pedestal. Hasta la medianoche, los forasteros disfrazados de beduinos participaron del delirio y hasta lo enriquecieron con una pirotecnia suntuosa y unas virtudes acrobáticas que hicieron pensar en las artes de los gitanos. De pronto, en el paroxismo de la fiesta, alguien rompió el delicado equilibrio.

Capítulo 10 (3) Kapitel 10 (3) Chapter 10 (3) Chapitre 10 (3) Capitolo 10 (3) Rozdział 10 (3) Capítulo 10 (3) Глава 10 (3) Розділ 10 (3)

Remedios, la bella, fue proclamada reina. Remedios, the beauty, was proclaimed queen. Úrsula, que se estremecía ante la belleza inquietante de la bisnieta, no pudo impedir la elección. Úrsula, who shuddered at the disturbing beauty of her great-granddaughter, could not prevent the choice. Ursula, qui frémit devant la beauté troublante de son arrière-petite-fille, ne put empêcher le choix. Hasta entonces había conseguido que no saliera a la calle, como no fuera para ir a misa con Amaranta, pero la obligaba a cubrirse la cara con una mantilla negra. Until then he had managed to keep her from going out into the street, except to go to mass with Amaranta, but he forced her to cover her face with a black mantilla. Los hombres menos piadosos, los que se disfrazaban de curas para decir misas sacrílegas en la tienda de Catarino, asistían a la iglesia con el único propósito de ver aunque fuera un instante el rostro de Remedios, la bella, de cuya hermosura legendaria se hablaba con un fervor sobrecogido en todo el ámbito de la ciénaga. The less pious men, those who disguised themselves as priests to say sacrilegious masses in Catarino's store, attended church with the sole purpose of seeing, even for an instant, the face of Remedios, the beauty, whose legendary beauty was spoken of with an overwhelming fervor throughout the swamp. Les hommes les moins pieux, ceux qui se déguisaient en prêtres pour dire des messes sacrilèges dans le magasin de Catarino, allaient à l'église dans le seul but de voir, ne serait-ce qu'un instant, le visage de Remedios, la beauté, dont on parlait de la beauté légendaire avec un écrasant ferveur dans tout le marais. Pasó mucho tiempo antes de que lo consiguieran, y más les hubiera valido que la ocasión no llegara nunca, porque la mayoría de ellos no pudo recuperar jamás la placidez del sueño. It was a long time before they succeeded, and it would have been better for them if the occasion had never come, because most of them could never recover the placidity of sleep. El hombre que lo hizo posible, un forastero, perdió para siempre la serenidad, se enredó en los tremedales de la abyección y la miseria, y años después fue despedazado por un tren nocturno cuando se quedó dormido sobre los rieles. The man who made it possible, an outsider, lost his serenity forever, became entangled in the quagmire of abjection and misery, and years later was torn to pieces by a night train when he fell asleep on the rails. L'homme qui a rendu cela possible, un étranger, a perdu sa sérénité à jamais, s'est empêtré dans le bourbier de l'abjection et de la misère, et des années plus tard a été déchiqueté par un train de nuit lorsqu'il s'est endormi sur les rails. Desde el momento en que se le vio en la iglesia, con un vestido de pana verde y un chaleco bordado, nadie puso en duda que iba desde muy lejos, tal vez de una remota ciudad del exterior, atraído por la fascinación mágica de Remedios, la bella. From the moment he was seen in church, wearing a green corduroy dress and an embroidered vest, no one doubted that he was coming from far away, perhaps from a remote city abroad, attracted by Remedios' magical fascination. The beauty. Desde el momento en que se le vio en la iglesia, con un vestido de pana verde y un chaleco bordado, nadie puso en duda que iba desde muy lejos, tal vez de una remota ciudad del exterior, atraído por la fascinación mágica de Remedios, la belle. Era tan hermoso, tan gallardo y reposado, de una prestancia tan bien llevada, que Pietro Crespi junto a él habría parecido un sietemesino, y muchas mujeres murmuraron entre sonrisas de despecho que era él quien verdaderamente merecía la mantilla. He was so handsome, so graceful and calm, of such well-cared poise, that Pietro Crespi would have looked like a seven-month-old next to him, and many women murmured with spiteful smiles that he was the one who truly deserved the mantilla. Il était si beau, si gracieux et calme, d'une tenue si soignée, que Pietro Crespi aurait ressemblé à un enfant de sept mois à côté de lui, et beaucoup de femmes murmuraient avec des sourires méchants que c'était lui qui méritait vraiment la mantille. No alternó con nadie en Macondo. He did not mix with anyone in Macondo. Aparecía al amanecer del domingo, como un príncipe de cuento, en un caballo con estribos de plata y gualdrapas de terciopelo, y abandonaba el pueblo después de la misa. He appeared at dawn on Sunday, like a prince from a fairy tale, on a horse with silver stirrups and velvet trappings, and left the town after mass. Il apparaissait le dimanche à l'aube, comme un prince de conte de fées, sur un cheval aux étriers d'argent et aux manteaux de velours, et il quittait la ville après la messe.

Era tal el poder de su presencia, que desde la primera vez que se le vio en la iglesia todo el mundo dio por sentado que entre él y Remedios, la bella, se había establecido un duelo callado y tenso, un pacto secreto, un desafío irrevocable cuya culminación no podía ser solamente el amor sino también la muerte. Such was the power of his presence that from the first time he was seen in church everyone took it for granted that a quiet and tense duel had been established between him and Remedios, the beauty, a secret pact, a challenge. irrevocable whose culmination could not only be love but also death. El sexto domingo, el caballero apareció con una rosa amarilla en la mano. On the sixth Sunday, the gentleman appeared with a yellow rose in his hand. Oyó la misa de pie, como lo hacía siempre, y al final se interpuso al paso de Remedios, la bella, y le ofreció la rosa solitaria. He heard mass standing up, as he always did, and at the end he stood in the way of Remedios, the beauty, and offered her the solitary rose. Ella la recibió con un gesto natural, como si hubiera estado preparada para aquel homenaje, y entonces se descubrió el rostro por un instante y dio las gracias con una sonrisa. She received it with a natural gesture, as if she had been prepared for this homage, and then she uncovered her face for a moment and smiled her thanks. Fue todo cuanto hizo. It was all he did. Pero no solo para el caballero, sino para todos los hombres que tuvieron el desdichado privilegio de vivirlo, aquel fue un instante eterno. But not only for the gentleman, but for all the men who had the unfortunate privilege of experiencing it, that was an eternal moment.

El caballero instalaba desde entonces la banda de música junto a la ventana de Remedios, la bella, y a veces hasta el amanecer. Since then, the gentleman installed the music band next to the window of Remedios, the beautiful, and sometimes until dawn. Depuis, le monsieur a installé le groupe de musique à côté de la fenêtre de Remedios, la belle, et parfois jusqu'à l'aube. Aureliano Segundo fue el único que sintió por él una compasión cordial, y trató de quebrantar su perseverancia. Aureliano Segundo was the only one who felt cordial compassion for him, and he tried to break his perseverance. Aureliano Segundo était le seul à ressentir une compassion cordiale pour lui et il a essayé de briser sa persévérance. «No pierda más el tiempo», le dijo una noche. "Don't waste any more time," he told her one night. «Las mujeres de esta casa son peores que las mulas». "The women in this house are worse than mules." Le ofreció su amistad, lo invitó a bañarse en champaña, trató de hacerle entender que las hembras de su familia tenían entrañas de pedernal, pero no consiguió vulnerar su obstinación. He befriended him, invited him to a champagne bath, tried to make him understand that the females in his family had guts made of flint, but he couldn't break his obstinacy. Il s'est lié d'amitié avec lui, l'a invité à un bain de champagne, a essayé de lui faire comprendre que les femelles de sa famille avaient des tripes en silex, mais il n'a pas pu briser son obstination. Exasperado por las interminables noches de música, el coronel Aureliano Buendía lo amenazó con curarle la aflicción a pistoletazos. Exasperated by the endless nights of music, Colonel Aureliano Buendía threatened to cure his affliction with a pistol shot. Exaspéré par les interminables nuits de musique, le colonel Aureliano Buendía menaça de guérir son mal d'un coup de pistolet. Nada lo hizo desistir, salvo su propio y lamentable estado de desmoralización. Nothing stopped him, except his own sorry state of demoralization. De apuesto e impecable se hizo vil y harapiento. From handsome and impeccable he became vile and ragged. Se rumoraba que había abandonado poder y fortuna en su lejana nación, aunque en verdad no se conoció nunca su origen. It was rumored that he had abandoned power and fortune in his distant nation, although in truth his origin was never known. Se volvió hombre de pleitos, pendenciero de cantina, y amaneció revolcado en sus propias excrecencias en la tienda de Catarino. He became a man of lawsuits, a rowdy bartender, and he woke up wallowing in his own excrescences in Catarino's store. Lo más triste de su drama era que Remedios, la bella, no se fijó en él ni siquiera cuando se presentaba a la iglesia vestido de príncipe. The saddest part of his drama was that Remedios, the beauty, did not notice him even when he appeared at church dressed as a prince. Recibió la rosa amarilla sin la menor malicia, más bien divertida por la extravagancia del gesto, y se levantó la mantilla para verle mejor la cara y no para mostrarle la suya. She received the yellow rose without the slightest malice, rather amused by the extravagance of the gesture, and lifted her mantilla to better see her face and not to show her hers.

En realidad, Remedios, la bella, no era un ser de este mundo. In reality, Remedios the Beauty was not a being of this world. Hasta muy avanzada la pubertad, Santa Sofía de la Piedad tuvo que bañarla y ponerle la ropa, y aun cuando pudo valerse por sí misma había que vigilarla para que no pintara animalitos en las paredes con una varita embadurnada de su propia caca. Until puberty was well advanced, Santa Sofía de la Piedad had to bathe her and put her clothes on, and even when she was able to fend for herself, she had to be watched so that she did not paint little animals on the walls with a wand smeared with her own poop. Jusqu'à ce que la puberté soit bien avancée, Santa Sofía de la Piedad devait la laver et s'habiller, et même lorsqu'elle était capable de se débrouiller seule, il fallait la surveiller pour qu'elle ne peigne pas de petits animaux sur les murs avec un baguette enduite de son propre caca. Llegó a los veinte años sin aprender a leer y escribir, sin servirse de los cubiertos en la mesa, paseándose desnuda por la casa, porque su naturaleza se resistía a cualquier clase de convencionalismos. She reached the age of twenty without learning to read and write, without using cutlery at the table, walking around the house naked, because her nature resisted any kind of convention. Elle atteignit l'âge de vingt ans sans apprendre à lire et à écrire, sans utiliser de couverts à table, se promenant nue dans la maison, car sa nature résistait à toute sorte de convention. Cuando el joven comandante de la guardia le declaró su amor, lo rechazó sencillamente porque la asombró su frivolidad. When the young commander of the guard declared his love for her, she turned him down simply because she was amazed at his frivolity. Lorsque le jeune commandant de la garde lui a déclaré sa flamme, elle l'a refusé simplement parce qu'elle était étonnée de sa frivolité. «Fíjate qué simple es», le dijo a Amaranta. "Look how simple it is," he told Amaranta. "Regardez comme c'est simple", a-t-il dit à Amaranta. «Dice que se está muriendo por mí, como si yo fuera un cólico miserere». "He says he's dying for me, as if I were colic miserere." "Il dit qu'il est en train de mourir pour moi, comme si j'étais une colique miserere." Cuando en efecto lo encontraron muerto junto a su ventana, Remedios, la bella, confirmó su impresión inicial. When he was indeed found dead by his window, Remedios the Beauty confirmed her initial impression.

—Ya ven —comentó—. "You see," he commented. Era completamente simple. It was completely simple.

Parecía como si una lucidez penetrante le permitiera ver la realidad de las cosas más allá de cualquier formalismo. It seemed as if a penetrating lucidity allowed him to see the reality of things beyond any formalism. Ese era al menos el punto de vista del coronel Aureliano Buendía, para quien Remedios, la bella, no era en modo alguno retrasada mental, como se creía, sino todo lo contrario. That was at least the point of view of Colonel Aureliano Buendía, for whom Remedios the Beauty was by no means mentally retarded, as was believed, quite the contrary. «Es como si viniera de regreso de veinte años de guerra», solía decir. "It's like coming back from twenty years of war," he used to say. Úrsula, por su parte, le agradecía a Dios que hubiera premiado a la familia con una criatura de una pureza excepcional, pero al mismo tiempo la conturbaba su hermosura, porque le parecía una virtud contradictoria, una trampa diabólica en el centro de la candidez. Úrsula, for her part, thanked God for having rewarded the family with a creature of exceptional purity, but at the same time her beauty disturbed her, because it seemed to her a contradictory virtue, a diabolical trap in the center of naivete. Ursula, pour sa part, remercie Dieu d'avoir récompensé la famille d'une créature d'une pureté exceptionnelle, mais en même temps sa beauté la trouble, car elle lui apparaît comme une vertu contradictoire, un piège diabolique au centre de son innocence. Fue por eso que decidió apartarla del mundo, preservarla de toda tentación terrenal, sin saber que Remedios, la bella, ya desde el vientre de su madre, estaba a salvo de cualquier contagio. That is why he decided to separate her from the world, to preserve her from all earthly temptation, without knowing that Remedios, the beauty, already from her mother's womb, was safe from any contagion. C'est pourquoi il décida de la séparer du monde, de la préserver de toute tentation terrestre, sans savoir que Remedios, la belle, déjà du sein de sa mère, était à l'abri de toute contagion. Nunca le pasó por la cabeza la idea de que la eligieran reina de la belleza en el pandemónium de un carnaval. The idea of being elected beauty queen in the pandemonium of a carnival never crossed her mind. L'idée d'être élue reine de beauté dans le tohu-bohu d'un carnaval ne lui a jamais traversé l'esprit. Pero Aureliano Segundo, embullado con la ventolera de disfrazarse de tigre, llevó al padre Antonio Isabel a la casa para que convenciera a Úrsula de que el carnaval no era una fiesta pagana, como ella decía, sino una tradición católica. But Aureliano Segundo, excited by the fanfare of dressing up as a tiger, took Father Antonio Isabel to the house to convince Úrsula that carnival was not a pagan festival, as she said, but a Catholic tradition. Finalmente convencida, aunque a regañadientes, dio el consentimiento para la coronación. Finally convinced, if reluctantly, she consented to the coronation.

La noticia de que Remedios Buendía iba a ser la soberana del festival rebasó en pocas horas los límites de la ciénaga, llegó hasta lejanos territorios donde se ignoraba el inmenso prestigio de su belleza, y suscitó la inquietud de quienes todavía consideraban su apellido como un símbolo de la subversión. The news that Remedios Buendía was going to be the sovereign of the festival went beyond the limits of the swamp in a few hours, reaching distant territories where the immense prestige of her beauty was unknown, and raised the concern of those who still considered her last name as a symbol of subversion. La nouvelle que Remedios Buendía allait être le souverain du festival a dépassé les limites du marais en quelques heures, atteignant des territoires lointains où l'immense prestige de sa beauté était inconnu, et a soulevé l'inquiétude de ceux qui la considéraient encore comme la dernière. nom comme symbole de subversion. Era una inquietud infundada. It was an unfounded concern. Si alguien resultaba inofensivo en aquel tiempo, era el envejecido y desencantado coronel Aureliano Buendía, que poco a poco había ido perdiendo todo contacto con la realidad de la nación. If anyone was harmless at that time, it was the aging and disenchanted Colonel Aureliano Buendía, who little by little had been losing all contact with the reality of the nation. Encerrado en su taller, su única relación con el resto del mundo era el comercio de pescaditos de oro. Locked up in his workshop, his only relationship with the rest of the world was the trade in gold fish. Uno de los antiguos soldados que vigilaron su casa en los primeros días de la paz, iba a venderlos a las poblaciones de la ciénaga, y regresaba cargado de monedas y de noticias. One of the former soldiers who guarded his house in the first days of peace, went to sell them to the towns of the swamp, and returned laden with coins and news. Que el gobierno conservador, decía, con el apoyo de los liberales, estaba reformando el calendario para que cada presidente estuviera cien años en el poder. That the Conservative government, he said, with the support of the Liberals, was reforming the calendar so that each president would be in power for one hundred years. Que por fin se había firmado el concordato con la Santa Sede, y que había venido desde Roma un cardenal con una corona de diamantes y en un trono de oro macizo, y que los ministros liberales se habían hecho retratar de rodillas en el acto de besarle el anillo. That at last the concordat had been signed with the Holy See, and that a cardinal had come from Rome with a diamond crown and on a solid gold throne, and that the liberal ministers had been photographed kneeling in the act of kissing him the ring. Que por fin se había firmado el concordato con la Santa Sede, y que había venido desde Roma un cardenal con una corona de diamantes y en un trono de oro macizo, y que los ministros liberales se habían hecho retratar de rodillas en el acto de besarle la bague. Que la corista principal de una compañía española, de paso por la capital, había sido secuestrada en su camerino por un grupo de enmascarados, y el domingo siguiente había bailado desnuda en la casa de verano del presidente de la república. That the main showgirl of a Spanish company, passing through the capital, had been kidnapped in her dressing room by a group of masked men, and the following Sunday she had danced naked in the summer house of the president of the republic. Que la showgirl principale d'une compagnie espagnole, de passage dans la capitale, avait été kidnappée dans sa loge par un groupe d'hommes masqués, et que le dimanche suivant elle avait dansé nue dans la résidence d'été du président de la république. «No me hables de política», le decía el coronel. "Don't talk to me about politics," the colonel told him. «Nuestro asunto es vender pescaditos». "Our business is to sell little fish." El rumor público de que no quería saber nada de la situación del país porque se estaba enriqueciendo con su taller, provocó las risas de Úrsula cuando llegó a sus oídos. The public rumor that he didn't want to know anything about the situation in the country because he was getting rich with his workshop caused Úrsula to laugh when it reached her ears. Con su terrible sentido práctico, ella no podía entender el negocio del coronel, que cambiaba los pescaditos por monedas de oro, y luego convertía las monedas de oro en pescaditos, y así sucesivamente, de modo que tenía que trabajar cada vez más a medida que más vendía, para satisfacer un círculo vicioso exasperante. With her terrible practical sense, she couldn't understand the colonel's business, which exchanged fishies for gold coins, and then turned gold coins into fishies, and so on, so that she had to work harder and harder as she went. the more he sold, to satisfy an exasperating vicious circle. En verdad, lo que le interesaba a él no era el negocio sino el trabajo. In truth, what interested him was not business but work. Le hacía falta tanta concentración para engarzar escamas, incrustar minúsculos rubíes en los ojos, laminar agallas y montar timones, que no le quedaba un solo vacío para llenarlo con la desilusión de la guerra. It took so much concentration to socket scales, set tiny rubies in eyes, laminate gills, and assemble rudders that there was not a single void left for him to fill with the disillusionment of war. Il lui fallait tellement de concentration pour enfoncer des écailles, placer de minuscules rubis dans les yeux, laminer des branchies et assembler des gouvernails qu'il ne lui restait plus un seul vide à combler avec la désillusion de la guerre. Tan absorbente era la atención que le exigía el preciosismo de su artesanía, que en poco tiempo envejeció más que en todos los años de guerra, y la posición le torció la espina dorsal y la milimetría le desgastó la vista, pero la concentración implacable lo premió con la paz del espíritu. So absorbing was the attention that the preciousness of his craftsmanship demanded of him, that in a short time he grew older than in all the years of war, and the position twisted his spine and the millimeter worn his eyesight, but the relentless concentration rewarded him with peace of mind. La última vez que se le vio atender algún asunto relacionado con la guerra fue cuando un grupo de veteranos de ambos partidos solicitó su apoyo para la aprobación de las pensiones vitalicias, siempre prometidas y siempre en el punto de partida. The last time he was seen attending to any war-related issue was when a group of veterans from both parties requested his support for the approval of life pensions, always promised and always at the starting point. La dernière fois qu'on l'a vu s'occuper d'un problème lié à la guerre, c'est lorsqu'un groupe d'anciens combattants des deux partis a demandé son appui pour l'approbation des pensions viagères, toujours promises et toujours au point de départ. «Olvídense de eso», les dijo él. "Forget about it," he told them. «Ya ven que yo rechacé mi pensión para quitarme la tortura de estarla esperando hasta la muerte». «You see that I refused my pension to take away the torture of waiting for it until death». Al principio, el coronel Gerineldo Márquez lo visitaba al atardecer, y ambos se sentaban en la puerta de la calle a evocar el pasado. At first, Colonel Gerineldo Márquez would visit him at sunset, and they would both sit at the door to the street to evoke the past. Pero Amaranta no pudo soportar los recuerdos que le suscitaba aquel hombre cansado cuya calvicie lo precipitaba al abismo de una ancianidad prematura, y lo atormentó con desaires injustos, hasta que no volvió sino en ocasiones especiales, y desapareció finalmente anulado por la parálisis. But Amaranta could not bear the memories that aroused in her that tired man whose baldness plunged him into the abyss of premature old age, and she tormented him with unfair slights, until he only returned on special occasions, and finally disappeared, nullified by paralysis. Taciturno, silencioso, insensible al nuevo soplo de vitalidad que estremecía la casa, el coronel Aureliano Buendía apenas si comprendió que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad. Taciturn, silent, insensitive to the new breath of vitality that shook the house, Colonel Aureliano Buendía barely understood that the secret of a good old age is nothing other than an honest pact with solitude. Taciturne, silencieux, insensible au nouveau souffle de vitalité qui secoue la maison, le colonel Aureliano Buendía comprend à peine que le secret d'une bonne vieillesse n'est rien d'autre qu'un pacte honnête avec la solitude. Se levantaba a las cinco después de un sueño superficial, tomaba en la cocina su eterno tazón de café amargo, se encerraba todo el día en el taller, y a las cuatro de la tarde pasaba por el corredor arrastrando un taburete, sin fijarse siquiera en el incendio de los rosales, ni en el brillo de la hora, ni en la impavidez de Amaranta, cuya melancolía hacía un ruido de marmita perfectamente perceptible al atardecer, y se sentaba en la puerta de la calle hasta que se lo permitían los mosquitos. He got up at five o'clock after a superficial sleep, drank his eternal cup of bitter coffee in the kitchen, shut himself up in the workshop all day, and at four in the afternoon he passed through the corridor dragging a stool, without even noticing the fire of the rose bushes, nor in the brilliance of the hour, nor in the impassiveness of Amaranta, whose melancholy made a perfectly perceptible noise like a kettle at dusk, and she would sit on the street door until the mosquitoes allowed her. Alguien se atrevió alguna vez a perturbar su soledad. Someone ever dared to disturb his loneliness.

—¿Cómo está, coronel? "How are you, Colonel?" —le dijo al pasar. he told her as he passed.

—Aquí —contestó él—. "Here," he replied. Esperando que pase mi entierro. Waiting for my funeral to pass. En attendant que mes funérailles aient lieu.

De modo que la inquietud causada por la reaparición pública de su apellido, a propósito del reinado de Remedios, la bella, carecía de fundamento real. So the concern caused by the public reappearance of his surname, regarding the reign of Remedios, la bella, had no real basis. Muchos, sin embargo, no lo creyeron así. Many, however, did not think so. Inocente de la tragedia que lo amenazaba, el pueblo se desbordó en la plaza pública, en una bulliciosa explosión de alegría. Innocent of the tragedy that threatened it, the town spilled out into the public square, in a boisterous explosion of joy. El carnaval había alcanzado su más alto nivel de locura, Aureliano Segundo había satisfecho por fin su sueño de disfrazarse de tigre y andaba feliz entre la muchedumbre desaforada, ronco de tanto roncar, cuando apareció por el camino de la ciénaga una comparsa multitudinaria llevando en andas doradas a la mujer más fascinante que hubiera podido concebir la imaginación. The carnival had reached its highest level of madness, Aureliano Segundo had finally fulfilled his dream of dressing up as a tiger and was happily walking among the wild crowd, hoarse from snoring, when a massive comparsa appeared along the path of the swamp carrying on a litter golden to the most fascinating woman that the imagination could conceive. Le carnaval avait atteint son plus haut niveau de folie, Aureliano Segundo avait enfin réalisé son rêve de se déguiser en tigre et se promenait joyeusement parmi la foule sauvage, rauque de ronflements, lorsqu'un énorme comparsa est apparu le long du chemin du marais portant un portée dorée à la femme la plus fascinante que l'imagination puisse concevoir. Por un momento, los pacíficos habitantes de Macondo se quitaron las máscaras para ver mejor la deslumbrante criatura con corona de esmeraldas y capa de armiño, que parecía investida de una autoridad legítima, y no simplemente de una soberanía de lentejuelas y papel crespón. For a moment, the peaceful inhabitants of Macondo took off their masks to better see the dazzling creature with a crown of emeralds and an ermine cape, who seemed invested with a legitimate authority, and not simply a sovereignty of sequins and crepe paper. No faltó quien tuviera la suficiente clarividencia para sospechar que se trataba de una provocación. There was no shortage of those who had enough clairvoyance to suspect that it was a provocation. Pero Aureliano Segundo se sobrepuso de inmediato a la perplejidad, declaró huéspedes de honor a los recién llegados, y sentó salomónicamente a Remedios, la bella, y a la reina intrusa en el mismo pedestal. But Aureliano Segundo immediately overcame his perplexity, declared the newcomers guests of honor, and Solomonically seated Remedios the Beauty and the intruding queen on the same pedestal. Hasta la medianoche, los forasteros disfrazados de beduinos participaron del delirio y hasta lo enriquecieron con una pirotecnia suntuosa y unas virtudes acrobáticas que hicieron pensar en las artes de los gitanos. Until midnight, the strangers disguised as Bedouins participated in the delirium and even enriched it with sumptuous fireworks and acrobatic virtues that made one think of the arts of the gypsies. Jusqu'à minuit, des étrangers déguisés en bédouins participaient au délire et l'enrichissaient même de somptueuses vertus pyrotechniques et acrobatiques qui faisaient penser aux arts des gitans. De pronto, en el paroxismo de la fiesta, alguien rompió el delicado equilibrio. Suddenly, in the paroxysm of the party, someone broke the delicate balance.