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Poesia - Octavio Paz, Octavio Paz - Piedra de Sol 1

Octavio Paz - Piedra de Sol 1

Un sauce de cristal, un chopo de agua,

un alto surtidor que el viento arquea,

un árbol bien plantado mas danzante,

un caminar de río que se curva,

avanza, retrocede, da un rodeo

y llega siempre:

un caminar tranquilo

de estrella o primavera sin premura,

agua que con los párpados cerrados

mana toda la noche profecías,

unánime presencia en oleaje,

ola tras ola hasta cubrirlo todo,

verde soberanía sin ocaso

como el deslumbramiento de las alas

cuando se abren en mitad del cielo,

un caminar entre las espesuras

de los días futuros y el aciago

fulgor de la desdicha como un ave

petrificando el bosque con su canto

y las felicidades inminentes

entre las ramas que se desvanecen,

horas de luz que pican ya los pájaros,

presagios que se escapan de la mano,

una presencia como un canto súbito,

como el viento cantando en el incendio,

una mirada que sostiene en vilo

al mundo con sus mares y sus montes,

cuerpo de luz filtrado por un ágata,

piernas de luz, vientre de luz, bahías,

roca solar, cuerpo color de nube,

color de día rápido que salta,

la hora centellea y tiene cuerpo,

el mundo ya es visible por tu cuerpo,

es transparente por tu transparencia,

voy entre galerías de sonidos,

fluyo entre las presencias resonantes,

voy por las transparencias como un ciego,

un reflejo me borra, nazco en otro,

oh bosque de pilares encantados,

bajo los arcos de la luz penetro

los corredores de un otoño diáfano,

voy por tu cuerpo como por el mundo,

tu vientre es una plaza soleada,

tus pechos dos iglesias donde oficia

la sangre sus misterios paralelos,

mis miradas te cubren como yedra,

eres una ciudad que el mar asedia,

una muralla que la luz divide

en dos mitades de color durazno,

un paraje de sal, rocas y pájaros

bajo la ley del mediodía absorto,

vestida del color de mis deseos

como mi pensamiento vas desnuda,

voy por tus ojos como por el agua,

los tigres beben sueño de esos ojos,

el colibrí se quema en esas llamas,

voy por tu frente como por la luna,

como la nube por tu pensamiento,

voy por tu vientre como por tus sueños,

tu falda de maíz ondula y canta,

tu falda de cristal, tu falda de agua,

tus labios, tus cabellos, tus miradas,

toda la noche llueves, todo el día

abres mi pecho con tus dedos de agua,

cierras mis ojos con tu boca de agua,

sobre mis huesos llueves, en mi pecho

hunde raíces de agua un árbol líquido,

voy por tu talle como por un río,

voy por tu cuerpo como por un bosque,

como por un sendero en la montaña

que en un abismo brusco se termina

voy por tus pensamientos afilados

y a la salida de tu blanca frente

mi sombra despeñada se destroza,

recojo mis fragmentos uno a uno

y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,

corredores sin fin de la memoria,

puertas abiertas a un salón vacío

donde se pudren todos lo veranos,

las joyas de la sed arden al fondo,

rostro desvanecido al recordarlo,

mano que se deshace si la toco,

cabelleras de arañas en tumulto

sobre sonrisas de hace muchos años,

a la salida de mi frente busco,

busco sin encontrar, busco un instante,

un rostro de relámpago y tormenta

corriendo entre los árboles nocturnos,

rostro de lluvia en un jardín a obscuras,

agua tenaz que fluye a mi costado,

busco sin encontrar, escribo a solas,

no hay nadie, cae el día, cae el año,

caigo en el instante, caigo al fondo,

invisible camino sobre espejos

que repiten mi imagen destrozada,

piso días, instantes caminados,

piso los pensamientos de mi sombra,

piso mi sombra en busca de un instante,

busco una fecha viva como un pájaro,

busco el sol de las cinco de la tarde

templado por los muros de tezontle:

la hora maduraba sus racimos

y al abrirse salían las muchachas

de su entraña rosada y se esparcían

por los patios de piedra del colegio,

alta como el otoño caminaba

envuelta por la luz bajo la arcada

y el espacio al ceñirla la vestía

de un piel más dorada y transparente,

tigre color de luz, pardo venado

por los alrededores de la noche,

entrevista muchacha reclinada

en los balcones verdes de la lluvia,

adolescente rostro innumerable,

he olvidado tu nombre, Melusina,

Laura, Isabel, Perséfona, María,

tienes todos los rostros y ninguno,

eres todas las horas y ninguna,

te pareces al árbol y a la nube,

eres todos los pájaros y un astro,

te pareces al filo de la espada

y a la copa de sangre del verdugo,

yedra ue avanza, envuelve y desarraiga

al alma y la divide de sí misma,

escritura de fuego sobre el jade,

grieta en la roca, reina de serpientes,

columna de vapor, fuente en la peña,

circo lunar, peñasco de las águilas,

grano de anís, espina diminuta

y mortal que da penas inmortales,

pastora de los valles submarinos

y guardiana del valle de los muertos,

liana que cuelga del cantil del vértigo,

enredadera, planta venenosa,

flor de resurrección, uva de vida,

señora de la flauta y del relámpago,

terraza del jazmín, sal en la herida,

ramo de rosas para el fusilado,

nieve en agosto, luna del patíbulo,

escritura del mar sobre el basalto,

escritura del viento en el desierto,

testamento del sol, granada, espiga,

rostro de llamas, rostro devorado,

adolescente rostro perseguido

años fantasmas, días circulares

que dan al mismo patio, al mismo muro,

arde el instante y son un solo rostro

los sucesivos rostros de la llama,

todos los nombres son un solo nombre

todos los rostros son un solo rostro,

todos los siglos son un solo instante

y por todos los siglos de los siglos

cierra el paso al futuro un par de ojos,

no hay nada frente a mí, sólo un instante

rescatado esta noche, contra un sueño

de ayuntadas imágenes soñado,

duramente esculpido contra el sueño,

arrancado a la nada de esta noche,

a pulso levantado letra a letra,

mientras afuera el tiempo se desboca

y golpea las puertas de mi alma

el mundo con su horario carnicero,

sólo un instante mientras las ciudades,

los nombres, lo sabores, lo vivido,

se desmoronan en mi frente ciega,

mientras la pesadumbre de la noche

mi pensamiento humilla y mi esqueleto,

y mi sangre camina más despacio

y mis dientes se aflojan y mis ojos

se nublan y los días y los años

sus horrores vacíos acumulan,

mientras el tiempo cierra su abanico

y no hay nada detrás de sus imágenes

el instante se abisma y sobrenada

rodeado de muerte, amenazado

por la noche y su lúgubre bostezo,

amenazado por la algarabía

de la muerte vivaz y enmascarada

el instante se abisma y se penetra,

como un puño se cierra, como un fruto

que madura hacia dentro de sí mismo

y a sí mismo se bebe y se derrama

el instante translúcido se cierra

y madura hacia dentro, echa raíces,

crece dentro de mí, me ocupa todo,

me expulsa su follaje delirante,

mis pensamientos sólo son su pájaros,

su mercurio circula por mis venas,

árbol mental, frutos sabor de tiempo,

oh vida por vivir y ya vivida,

tiempo que vuelve en una marejada

y se retira sin volver el rostro,

lo que pasó no fue pero está siendo

y silenciosamente desemboca

en otro instante que se desvanece:

frente a la tarde de salitre y piedra

armada de navajas invisibles

una roja escritura indescifrable

escribes en mi piel y esas heridas

como un traje de llamas me recubren,

ardo sin consumirme, busco el agua

y en tus ojos no hay agua, son de piedra,

y tus pechos, tu vientre, tus caderas

son de piedra, tu boca sabe a polvo,

tu boca sabe a tiempo emponzoñado,

tu cuerpo sabe a pozo sin salida,

pasadizo de espejos que repiten

los ojos del sediento, pasadizo

que vuelve siempre al punto de partida,

y tú me llevas ciego de la mano

por esas galerías obstinadas

hacia el centro del círculo y te yergues

como un fulgor que se congela en hacha,

como luz que desuella, fascinante

como el cadalso para el condenado,

flexible como el látigo y esbelta

como un arma gemela de la luna,

y tus palabras afiladas cavan

mi pecho y me despueblan y vacían,

uno a uno me arrancas los recuerdos,

he olvidado mi nombre, mis amigos

gruñen entre los cerdos o se pudren

comidos por el sol en un barranco,

no hay nada en mí sino una larga herida,

una oquedad que ya nadie recorre,

presente sin ventanas, pensamiento

que vuelve, se repite, se refleja

y se pierde en su misma transparencia,

conciencia traspasada por un ojo

que se mira mirarse hasta anegarse

de claridad:

yo vi tu atroz escama,

Melusina, brillar verdosa al alba,

dormías enroscada entre las sábanas

y al despertar gritaste como un pájaro

y caíste sin fin, quebrada y blanca,

nada quedó de ti sino tu grito,

y al cabo de los siglos me descubro

con tos y mala vista, barajando

viejas fotos:

no hay nadie, no eres nadie,

un montón de ceniza y una escoba,

un cuchillo mellado y un plumero,

un pellejo colgado de unos huesos,

un racimo ya seco, un hoyo negro

y en el fondo del hoyo los dos ojos

de una niña ahogada hace mil años,

miradas enterradas en un pozo,

miradas que nos ven desde el principio,

mirada niña de la madre vieja

que ve en el hijo grande un padre joven,

mirada madre de la niña sola

que ve en el padre grande un hijo niño,

miradas que nos miran desde el fondo

de la vida y son trampas de la muerte

—¿o es al revés: caer en esos ojos

es volver a la vida verdadera?,

¡caer, volver, soñarme y que me sueñen

otros ojos futuros, otra vida,

otras nubes, morirme de otra muerte!

—esta noche me basta, y este instante

que no acaba de abrirse y revelarme

dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,

cómo me llamo yo:

¿hacía planes

para el verano —y todos los veranos—

en Christopher Street, hace diez años,

con Filis que tenía dos hoyuelos

donde bebían luz los gorriones?,

¿por la Reforma Carmen me decía

"no pesa el aire, aquí siempre es octubre",

o se lo dijo a otro que he perdido

o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,

¿caminé por la noche de Oaxaca,

inmensa y verdinegra como un árbol,

hablando solo como el viento loco

y al llegar a mi cuarto —siempre un cuarto—

no me reconocieron los espejos?,

¿desde el hotel Vernet vimos al alba

bailar con los castaños — "ya es muy tarde"

decías al peinarte y yo veía

manchas en la pared, sin decir nada?,

¿subimos juntos a la torre, vimos

caer la tarde desde el arrecife?

¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos

gardenias en Perote?,

nombres, sitios,

calles y calles, rostros, plazas, calles,

estaciones, un parque, cuartos solos,

manchas en la pared, alguien se peina,

alguien canta a mi lado, alguien se viste,

cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,

Madrid, 1937,

en la Plaza del Ángel las mujeres

cosían y cantaban con sus hijos,

después sonó la alarma y hubo gritos,

casas arrodilladas en el polvo,

torres hendidas, frentes esculpidas

y el huracán de los motores, fijo:

los dos se desnudaron y se amaron

por defender nuestra porción eterna,

nuestra ración de tiempo y paraíso,

tocar nuestra raíz y recobrarnos,

recobrar nuestra herencia arrebatada

por ladrones de vida hace mil siglos,

los dos se desnudaron y besaron

porque las desnudeces enlazadas

saltan el tiempo y son invulnerables,

nada las toca, vuelven al principio,

no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,

verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,

oh ser total...

cuartos a la deriva

entre ciudades que se van a pique,

cuartos y calles, nombres como heridas,

el cuarto con ventanas a otros cuartos

con el mismo papel descolorido

donde un hombre en camisa lee el periódico

o plancha una mujer; el cuarto claro

que visitan las ramas de un durazno;

el otro cuarto: afuera siempre llueve

y hay un patio y tres niños oxidados;

cuartos que son navíos que se mecen

en un golfo de luz; o submarinos:

el silencio se esparce en olas verdes,

todo lo que tocamos fosforece;

mausoleos de lujo, ya roídos

los retratos, raídos los tapetes;

trampas, celdas, cavernas encantadas,

pajareras y cuartos numerados,

todos se transfiguran, todos vuelan,

cada moldura es nube, cada puerta

da al mar, al campo, al aire, cada mesa

es un festín; cerrados como conchas

el tiempo inútilmente los asedia,

no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio,

abre la mano, coge esta riqueza,

corta los frutos, come de la vida,

tiéndete al pie del árbol, bebe el agua!,

todo se transfigura y es sagrado,

es el centro del mundo cada cuarto,

es la primera noche, el primer día,

el mundo nace cuando dos se besan,

gota de luz de entrañas transparentes

el cuarto como un fruto se entreabre

o estalla como un astro taciturno

y las leyes comidas de ratones,

las rejas de los bancos y las cárceles,

las rejas de papel, las alambradas,

los timbres y las púas y los pinchos,

el sermón monocorde ede las armas,

el escorpión meloso y con bonete,

el tigre con chistera, presidente

del Club Vegetariano y la Cruz Roja,

el burro pedagogo, el cocodrilo

metido a redentor, padre de pueblos,

el Jefe, el tiburón, el arquitecto

del porvenir, el cerdo uniformado,

el hijo pedilecto de la Iglesia

que se lava la negra dentadura

con el agua bendita y toma clases

de inglés y democracia...


Octavio Paz - Piedra de Sol 1

Un sauce de cristal, un chopo de agua, A crystal willow, a water poplar,

un alto surtidor que el viento arquea, a high jet that the wind arches,

un árbol bien plantado mas danzante, a well planted tree more dancing,

un caminar de río que se curva, a river walk that curves,

avanza, retrocede, da un rodeo Go back, go back, take a detour

y llega siempre: and always comes:

un caminar tranquilo

de estrella o primavera sin premura,

agua que con los párpados cerrados

mana toda la noche profecías,

unánime presencia en oleaje,

ola tras ola hasta cubrirlo todo,

verde soberanía sin ocaso

como el deslumbramiento de las alas

cuando se abren en mitad del cielo,

un caminar entre las espesuras

de los días futuros y el aciago

fulgor de la desdicha como un ave

petrificando el bosque con su canto

y las felicidades inminentes

entre las ramas que se desvanecen,

horas de luz que pican ya los pájaros,

presagios que se escapan de la mano,

una presencia como un canto súbito,

como el viento cantando en el incendio,

una mirada que sostiene en vilo

al mundo con sus mares y sus montes,

cuerpo de luz filtrado por un ágata,

piernas de luz, vientre de luz, bahías,

roca solar, cuerpo color de nube,

color de día rápido que salta,

la hora centellea y tiene cuerpo,

el mundo ya es visible por tu cuerpo,

es transparente por tu transparencia,

voy entre galerías de sonidos,

fluyo entre las presencias resonantes,

voy por las transparencias como un ciego,

un reflejo me borra, nazco en otro,

oh bosque de pilares encantados,

bajo los arcos de la luz penetro

los corredores de un otoño diáfano,

voy por tu cuerpo como por el mundo,

tu vientre es una plaza soleada,

tus pechos dos iglesias donde oficia

la sangre sus misterios paralelos,

mis miradas te cubren como yedra,

eres una ciudad que el mar asedia,

una muralla que la luz divide

en dos mitades de color durazno,

un paraje de sal, rocas y pájaros

bajo la ley del mediodía absorto,

vestida del color de mis deseos

como mi pensamiento vas desnuda,

voy por tus ojos como por el agua,

los tigres beben sueño de esos ojos,

el colibrí se quema en esas llamas,

voy por tu frente como por la luna,

como la nube por tu pensamiento,

voy por tu vientre como por tus sueños,

tu falda de maíz ondula y canta,

tu falda de cristal, tu falda de agua,

tus labios, tus cabellos, tus miradas,

toda la noche llueves, todo el día

abres mi pecho con tus dedos de agua,

cierras mis ojos con tu boca de agua,

sobre mis huesos llueves, en mi pecho

hunde raíces de agua un árbol líquido,

voy por tu talle como por un río,

voy por tu cuerpo como por un bosque,

como por un sendero en la montaña

que en un abismo brusco se termina

voy por tus pensamientos afilados

y a la salida de tu blanca frente

mi sombra despeñada se destroza,

recojo mis fragmentos uno a uno

y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,

corredores sin fin de la memoria,

puertas abiertas a un salón vacío

donde se pudren todos lo veranos,

las joyas de la sed arden al fondo,

rostro desvanecido al recordarlo,

mano que se deshace si la toco,

cabelleras de arañas en tumulto

sobre sonrisas de hace muchos años,

a la salida de mi frente busco,

busco sin encontrar, busco un instante,

un rostro de relámpago y tormenta

corriendo entre los árboles nocturnos,

rostro de lluvia en un jardín a obscuras,

agua tenaz que fluye a mi costado,

busco sin encontrar, escribo a solas,

no hay nadie, cae el día, cae el año,

caigo en el instante, caigo al fondo,

invisible camino sobre espejos

que repiten mi imagen destrozada,

piso días, instantes caminados,

piso los pensamientos de mi sombra,

piso mi sombra en busca de un instante,

busco una fecha viva como un pájaro,

busco el sol de las cinco de la tarde

templado por los muros de tezontle:

la hora maduraba sus racimos

y al abrirse salían las muchachas

de su entraña rosada y se esparcían

por los patios de piedra del colegio,

alta como el otoño caminaba

envuelta por la luz bajo la arcada

y el espacio al ceñirla la vestía

de un piel más dorada y transparente,

tigre color de luz, pardo venado

por los alrededores de la noche,

entrevista muchacha reclinada

en los balcones verdes de la lluvia,

adolescente rostro innumerable,

he olvidado tu nombre, Melusina,

Laura, Isabel, Perséfona, María,

tienes todos los rostros y ninguno,

eres todas las horas y ninguna,

te pareces al árbol y a la nube,

eres todos los pájaros y un astro,

te pareces al filo de la espada

y a la copa de sangre del verdugo,

yedra ue avanza, envuelve y desarraiga

al alma y la divide de sí misma,

escritura de fuego sobre el jade,

grieta en la roca, reina de serpientes,

columna de vapor, fuente en la peña,

circo lunar, peñasco de las águilas,

grano de anís, espina diminuta

y mortal que da penas inmortales,

pastora de los valles submarinos

y guardiana del valle de los muertos,

liana que cuelga del cantil del vértigo,

enredadera, planta venenosa,

flor de resurrección, uva de vida,

señora de la flauta y del relámpago,

terraza del jazmín, sal en la herida,

ramo de rosas para el fusilado,

nieve en agosto, luna del patíbulo,

escritura del mar sobre el basalto,

escritura del viento en el desierto,

testamento del sol, granada, espiga,

rostro de llamas, rostro devorado,

adolescente rostro perseguido

años fantasmas, días circulares

que dan al mismo patio, al mismo muro,

arde el instante y son un solo rostro

los sucesivos rostros de la llama,

todos los nombres son un solo nombre

todos los rostros son un solo rostro,

todos los siglos son un solo instante

y por todos los siglos de los siglos

cierra el paso al futuro un par de ojos,

no hay nada frente a mí, sólo un instante

rescatado esta noche, contra un sueño

de ayuntadas imágenes soñado,

duramente esculpido contra el sueño,

arrancado a la nada de esta noche,

a pulso levantado letra a letra,

mientras afuera el tiempo se desboca

y golpea las puertas de mi alma

el mundo con su horario carnicero,

sólo un instante mientras las ciudades,

los nombres, lo sabores, lo vivido,

se desmoronan en mi frente ciega,

mientras la pesadumbre de la noche

mi pensamiento humilla y mi esqueleto,

y mi sangre camina más despacio

y mis dientes se aflojan y mis ojos

se nublan y los días y los años

sus horrores vacíos acumulan,

mientras el tiempo cierra su abanico

y no hay nada detrás de sus imágenes

el instante se abisma y sobrenada

rodeado de muerte, amenazado

por la noche y su lúgubre bostezo,

amenazado por la algarabía

de la muerte vivaz y enmascarada

el instante se abisma y se penetra,

como un puño se cierra, como un fruto

que madura hacia dentro de sí mismo

y a sí mismo se bebe y se derrama

el instante translúcido se cierra

y madura hacia dentro, echa raíces,

crece dentro de mí, me ocupa todo,

me expulsa su follaje delirante,

mis pensamientos sólo son su pájaros,

su mercurio circula por mis venas,

árbol mental, frutos sabor de tiempo,

oh vida por vivir y ya vivida,

tiempo que vuelve en una marejada

y se retira sin volver el rostro,

lo que pasó no fue pero está siendo

y silenciosamente desemboca

en otro instante que se desvanece:

frente a la tarde de salitre y piedra

armada de navajas invisibles

una roja escritura indescifrable

escribes en mi piel y esas heridas

como un traje de llamas me recubren,

ardo sin consumirme, busco el agua

y en tus ojos no hay agua, son de piedra,

y tus pechos, tu vientre, tus caderas

son de piedra, tu boca sabe a polvo,

tu boca sabe a tiempo emponzoñado,

tu cuerpo sabe a pozo sin salida,

pasadizo de espejos que repiten

los ojos del sediento, pasadizo

que vuelve siempre al punto de partida,

y tú me llevas ciego de la mano

por esas galerías obstinadas

hacia el centro del círculo y te yergues

como un fulgor que se congela en hacha,

como luz que desuella, fascinante

como el cadalso para el condenado,

flexible como el látigo y esbelta

como un arma gemela de la luna,

y tus palabras afiladas cavan

mi pecho y me despueblan y vacían,

uno a uno me arrancas los recuerdos,

he olvidado mi nombre, mis amigos

gruñen entre los cerdos o se pudren

comidos por el sol en un barranco,

no hay nada en mí sino una larga herida,

una oquedad que ya nadie recorre,

presente sin ventanas, pensamiento

que vuelve, se repite, se refleja

y se pierde en su misma transparencia,

conciencia traspasada por un ojo

que se mira mirarse hasta anegarse

de claridad:

yo vi tu atroz escama,

Melusina, brillar verdosa al alba,

dormías enroscada entre las sábanas

y al despertar gritaste como un pájaro

y caíste sin fin, quebrada y blanca,

nada quedó de ti sino tu grito,

y al cabo de los siglos me descubro

con tos y mala vista, barajando

viejas fotos:

no hay nadie, no eres nadie,

un montón de ceniza y una escoba,

un cuchillo mellado y un plumero,

un pellejo colgado de unos huesos,

un racimo ya seco, un hoyo negro

y en el fondo del hoyo los dos ojos

de una niña ahogada hace mil años,

miradas enterradas en un pozo,

miradas que nos ven desde el principio,

mirada niña de la madre vieja

que ve en el hijo grande un padre joven,

mirada madre de la niña sola

que ve en el padre grande un hijo niño,

miradas que nos miran desde el fondo

de la vida y son trampas de la muerte

—¿o es al revés: caer en esos ojos

es volver a la vida verdadera?,

¡caer, volver, soñarme y que me sueñen

otros ojos futuros, otra vida,

otras nubes, morirme de otra muerte!

—esta noche me basta, y este instante

que no acaba de abrirse y revelarme

dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,

cómo me llamo yo:

¿hacía planes

para el verano —y todos los veranos—

en Christopher Street, hace diez años,

con Filis que tenía dos hoyuelos

donde bebían luz los gorriones?,

¿por la Reforma Carmen me decía

"no pesa el aire, aquí siempre es octubre",

o se lo dijo a otro que he perdido

o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,

¿caminé por la noche de Oaxaca,

inmensa y verdinegra como un árbol,

hablando solo como el viento loco

y al llegar a mi cuarto —siempre un cuarto—

no me reconocieron los espejos?,

¿desde el hotel Vernet vimos al alba

bailar con los castaños — "ya es muy tarde"

decías al peinarte y yo veía

manchas en la pared, sin decir nada?,

¿subimos juntos a la torre, vimos

caer la tarde desde el arrecife?

¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos

gardenias en Perote?,

nombres, sitios,

calles y calles, rostros, plazas, calles,

estaciones, un parque, cuartos solos,

manchas en la pared, alguien se peina,

alguien canta a mi lado, alguien se viste,

cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,

Madrid, 1937,

en la Plaza del Ángel las mujeres

cosían y cantaban con sus hijos,

después sonó la alarma y hubo gritos,

casas arrodilladas en el polvo,

torres hendidas, frentes esculpidas

y el huracán de los motores, fijo:

los dos se desnudaron y se amaron

por defender nuestra porción eterna,

nuestra ración de tiempo y paraíso,

tocar nuestra raíz y recobrarnos,

recobrar nuestra herencia arrebatada

por ladrones de vida hace mil siglos,

los dos se desnudaron y besaron

porque las desnudeces enlazadas

saltan el tiempo y son invulnerables,

nada las toca, vuelven al principio,

no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,

verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,

oh ser total...

cuartos a la deriva

entre ciudades que se van a pique,

cuartos y calles, nombres como heridas,

el cuarto con ventanas a otros cuartos

con el mismo papel descolorido

donde un hombre en camisa lee el periódico

o plancha una mujer; el cuarto claro

que visitan las ramas de un durazno;

el otro cuarto: afuera siempre llueve

y hay un patio y tres niños oxidados;

cuartos que son navíos que se mecen

en un golfo de luz; o submarinos:

el silencio se esparce en olas verdes,

todo lo que tocamos fosforece;

mausoleos de lujo, ya roídos

los retratos, raídos los tapetes;

trampas, celdas, cavernas encantadas,

pajareras y cuartos numerados,

todos se transfiguran, todos vuelan,

cada moldura es nube, cada puerta

da al mar, al campo, al aire, cada mesa

es un festín; cerrados como conchas

el tiempo inútilmente los asedia,

no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio,

abre la mano, coge esta riqueza,

corta los frutos, come de la vida,

tiéndete al pie del árbol, bebe el agua!,

todo se transfigura y es sagrado,

es el centro del mundo cada cuarto,

es la primera noche, el primer día,

el mundo nace cuando dos se besan,

gota de luz de entrañas transparentes

el cuarto como un fruto se entreabre

o estalla como un astro taciturno

y las leyes comidas de ratones,

las rejas de los bancos y las cárceles,

las rejas de papel, las alambradas,

los timbres y las púas y los pinchos,

el sermón monocorde ede las armas,

el escorpión meloso y con bonete,

el tigre con chistera, presidente

del Club Vegetariano y la Cruz Roja,

el burro pedagogo, el cocodrilo

metido a redentor, padre de pueblos,

el Jefe, el tiburón, el arquitecto

del porvenir, el cerdo uniformado,

el hijo pedilecto de la Iglesia

que se lava la negra dentadura

con el agua bendita y toma clases

de inglés y democracia...