¿Cuál es el sonido más FUERTE que puedes escuchar? 🔊
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Vivimos en un mundo lleno de sonidos, por eso tener oídos es sumamente útil. La capacidad
de escuchar nos ha ayudado a detectar posibles peligros, encontrar recursos y hasta hacer
amigos. Por eso no solo los animales hemos desarrollado este sentido; bacterias, plantas
y hongos pueden percibir –y generar– diferentes frecuencias. ¡Sí! Hay muchísimos sonidos
que no escuchamos y por eso hoy nos preguntamos; ¿Cuál es el sonido más fuerte que puedes
escuchar? El sonido es una onda de presión que se propaga
debido a la vibración de un objeto. Pero, ¿qué sucede realmente? si chasqueas tus
dedos el movimiento genera un desplazamiento de las partículas que están alrededor, provocando
que vibren. Esa energía se transfiere cuando chocan con las siguientes y luego con las
siguientes, propagando el sonido. Hay áreas en las que las partículas se concentran y
áreas donde se dispersan, esta diferencia de presión forma una onda. Las partículas
no se mueven junto con la onda, sino que vibran en su lugar pasando la energía. Por eso,
para que haya sonido es fundamental que haya materia que lo conduzca. Funciona algo así;
imagina que hay una fila de personas esperando en el banco. Justo cuando vas a formarte te
tropiezas y caes sobre la última persona de la fila, esa persona empuja a la siguiente
en la fila y así sucesivamente, como fichas de dominó. La persona sobre la cual caíste
no se desplazó: únicamente transfirió el movimiento a la siguiente y fue necesario
que hubiera personas para que se propagara, de lo contrario te darías un buen... trompazo.
El sonido tiene dos dimensiones que podemos medir: frecuencia y amplitud. La frecuencia
la medimos en Hertz y es el número de veces que se repite la onda en un segundo. Cuando
se repite pocas veces el sonido es grave y cuando se repite muchas veces es agudo.
La amplitud es el desplazamiento de las partículas y la podemos relacionar con la presión de
la onda. Si la onda es muy amplia las partículas se desplazan mucho, se genera mucha presión
entre las partículas y el sonido es fuerte. Cuando la amplitud es menor hay menos desplazamiento,
menos presión y el sonido disminuye. La relación entre la intensidad del sonido y el límite
de nuestra capacidad auditiva la representamos con los decibelios, la unidad que usamos para
decir qué tan fuerte escuchamos algo: el volumen.
Pero ¿de qué serviría el sonido si no lo pudiéramos escuchar? El oído externo capta
y concentra las ondas y las dirige al oído medio. Ahí la membrana timpánica vibra con
la presión de las ondas y mueve al martillo, yunque y estribo. Con cada movimiento del
estribo el líquido de la cóclea se mueve. Dentro de nuestra cóclea tenemos algo así
como el teclado de un piano enrollado. Cada tecla son grupos de células ciliadas que
vibran únicamente con frecuencias específicas. Cuando el líquido se mueve a frecuencias
altas se mueven las primeras células; a frecuencias bajas se mueven las de la parte final de la
cóclea. Cuando una célula ciliada detecta su frecuencia, transforma el movimiento mecánico
en una señal eléctrica que viaja por el nervio hasta la corteza auditiva donde es
interpretada. ¡A una impresionante velocidad ! Todo el proceso solo tarda un cuarto de
segundo! Las células ciliadas son las que limitan
nuestro rango de audición, que va desde los 20 hasta los 20,000 Hertz y es lo que llamamos
sonido. Las frecuencias que no escuchamos por ser muy graves las llamamos infrasonidos
y las demasiado agudas ultrasonidos. ¿Te imaginas poder escuchar todas las frecuencias?
Oiríamos volcanes, terremotos y auroras, pero... no sería tan agradable. Un sonido
puede ser extremadamente fuerte y estar en una frecuencia que no oímos. El viento produce
infrasonidos que llegan a 100 decibelios, tan fuerte como una motocicleta.
También tenemos un límite de la intensidad que podemos soportar. A los 125 decibelios
comenzamos a sentir un dolor agudo. Y a los 140 decibelios, aunque sea por unos segundos,
un sonido puede causar un daño permanente a tus oídos. 165 decibelios perforan tu tímpano.
Ruidos prolongados también dañan tus oídos; el límite seguro son 85 decibelios por 8
horas: Exponerte por más tiempo puede causar la muerte de las células ciliadas y pérdida
de la audición. A 110 decibelios el tiempo de exposición debe ser de menos de 1 minuto.
Los infrasonidos a 110 decibelios causan desequilibrio y cambios en la presión arterial y frecuencia
respiratoria. De 85 a 110 decibelios no parece haber mucha diferencia, pero el ruido es más
de 320 veces más fuerte. Técnicamente el sonido más fuerte en el
aire es de 194 decibelios. Arriba de esto, la enorme cantidad de energía distorsiona
la onda y se transforma en una onda de choque; el sonido ya no viaja en el aire, sino que
arrastra al aire. Y¿quieres saber cuál ha sido el ruido más fuerte escuchado por la
humanidad? La onda de choque más fuerte producida por el hombre, fue la Bomba del Zar. Una bomba
de hidrógeno 330 veces más potente que la bomba de Hiroshima. Fue detonada en 1961 como
demostración. Produjo 223 decibelios. ¡Bah, eso no es nada! La explosión del volcán
Krakatoa fue de 310 decibelios. Se escuchó a 4800 kilómetros de distancia. Como si un
sonido en Santiago de Chile se escuchara hasta la ciudad de Panamá. La onda de infrasonido
le dio la vuelta al mundo…4 veces y causó elevaciones en las olas.
No te recomendamos exponerte a un ruido tan fuerte porque no vivirías para contarlo.
Además, ya vimos que incluso un ruido mucho menor ya puede lastimarnos. La mitad de los
casos de pérdida de audición se deben a la exposición a sonidos fuertes. Según la
OMS, mil millones de adultos jóvenes se encuentran en riesgo de pérdida de la audición permanente
debido a prácticas inseguras. Claro que es normal que vayamos perdiendo
la audición con la edad. A partir de los 25 años se va perdiendo la capacidad de escuchar
frecuencias altas. Y con la edad también se dejan de escuchar sonidos débiles, como
el murmullo de las hojas. Aún así, la pérdida de audición por exposición
a ruidos fuertes es preocupante. Seguro después de un concierto o fiesta has sentido que el
sonido no es tan claro o te zumban los oídos. Los conciertos pueden llegar a los 120 decibelios,
solo 10 segundos de exposición a ese volumen ya daña tus oídos. Los dispositivos de audio
personal oscilan entre los 75 y 136 decibelios, 15 minutos escuchando música a 100 decibelios
es lo mismo que exponerte 8 horas a 85 decibelios. El daño al oído es acumulativo y gradual,
quizá no tengas un problema ahora, pero las células ciliadas se fatigan hasta morir y
estas no se regeneran. Algunas señales a las cuales estar atento
son: ¿Le pides a las personas que repitan lo que
dijeron? ¿Otras personas se quejan de que escuchas
la tele o la música muy fuerte? ¿Te zumban los oídos?
¿Te esfuerzas mucho por escuchar a los demás? ¿Has dejado de escuchar el sonido que hacen
las hojas al moverse con el viento o el ruido del refrigerador?
Recuerda que es importante cuidar tus oídos: evita exponerte a ruidos fuertes o por un
periodo prolongado, escucha música a un volumen moderado y usa protección cuando sea necesario.
Si no sabes si el lugar donde estás es muy ruidoso o no solo pregúntate si tienes que
alzar tu voz para hacerte oír. ¡Curiosamente!
Si se te dificulta escuchar, ¡se te dificultará aprender! 1 de cada 10 niños y 1 de cada
3 adultos sufren de pérdida de audición, lo que afecta el aprendizaje, las relaciones
interpersonales y la calidad de vida. Con la aplicación Sound Scouts puedes detectar
la pérdida de audición en niños o adultos. Ve a soundscouts.com/curiosamente para descargar
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