¿Los humanos somos peces?
Los humanos ¿somos peces? La pregunta suena absurda, de primer momento podemos decir que no nos
parecemos en nada, pero la respuesta es sí. ¡Eres un pez! ¡Curiosamente! ¿Quieres saber por qué? Bueno, te lo contamos.
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A los seres humanos nos encanta clasificar, lo hacemos de manera innata, y lo hacemos
porque ha servido para nuestra sobrevivencia. Clasificar nos ayuda a simplificar las cosas
para entenderlas, estudiarlas y encontrar relaciones que de primer momento nos parecen
ocultas. Aristóteles fue el primero en clasificar
animales: los de sangre roja y los que no tenían sangre roja. Luego Carlos Linneo clasificó
a los seres vivos de forma más precisa y así surgió la taxonomía, la ciencia encargada
de clasificar y nombrar todos los seres vivos. A las “cajas” donde colocamos a cada especie
les llamamos “categorías taxonómicas”. Con el tiempo los científicos observaron
que las categorías no eran tanto cajas sino ramas y que la forma en la que se agrupaban
los organismos podía contar una historia: la historia de la vida. Así surgieron la filogenia,
encargada de contar esta historia y la cladística: el sistema encargado de clasificar las especies
según su historia y sus relaciones. Nosotros compartimos historia con los peces:
tenemos un ancestro en común y no solo eso, sino que evolucionamos a partir de ellos.
Ellos fueron los primeros en tener huesos. De hecho, por eso peces y humanos nos parecemos
más entre nosotros ¡que los peces a un tiburón! (Los tiburones tiene un esqueleto de cartílago).
Pero, ¿cómo sabemos que compartimos historia con los peces? Pues hay mucha evidencia.
Para empezar, nos parecemos en varios aspectos; somos eucariotas, o sea que tenemos nuestro
ADN en un núcleo, no como las bacterias. También somos pluricelulares y además animales:
podemos movernos de lugar, no como los hongos. Peces y humanos somos cordados: tenemos una
“cuerda” que le da estructura a nuestro cuerpo, a diferencia de las medusas y los
caracoles. Y tanto peces y humanos, que somos vertebrados: esa cuerda es una columna vertebral.
Y no sólo eso: nuestro esqueleto es de hueso. Durante las primeras semanas de gestación
es casi imposible diferenciar a un pez de un ser humano. Es increíble pensar que a
pesar de 400 millones de años que nos separan de los peces en algún punto nos vemos iguales.
Compartimos el mismo plan básico. Incluso tenemos estructuras similares, algunas estructuras
puede que no formen los mismos órganos, pero otras sí; como los arcos branquiales. En
los peces se convierten en agallas o branquias, con las que respiran, y en los humanos en
parte de nuestra mandíbula inferior, parte del oído y cuerdas vocales.
Podemos rastrear el surgimiento de la cavidad de nuestro oído medio hasta los peces, hace
370 millones de años. La hyomandíbula (que es el hueso que une el cráneo con el paladar),
del pez Eusthenopteron era muy grande y obstruía sus agallas. Unos pocos millones de años
después, sus descendientes ya habían solucionado ese problema con una hyomandíbula más pequeña
y una cavidad más grande a su alrededor que le permitía respirar mejor. Pero, esa cavidad,
además, era capaz de percibir vibraciones externas y amplificarlas. Si avanzamos un
par de millones de años más hasta el tiktaalik, especie de transición entre peces y tetrápodos
(animales de cuatro patas), vemos que la hyomandíbula se ha reducido tanto que hasta permite levantar
la cabeza. Sabemos que el segundo arco branquial de los peces se convirtió en el estribo en
el oído de los reptiles… y los humanos.
¿Te has fijado en que algunas personas tienen un hoyito en la oreja? ¡Ah yo tengo uno! Pues el paleontólogo
Neil Shubin afirma que se trata de un vestigio de las branquias.
Las gónadas son otra evidencia; en todos los embriones se forman en el mismo lugar,
pero en los animales de sangre caliente, como nosotros, descienden, en los peces se quedan ahí arriba.
También compartimos genes, como Sonic Hedgehog,
este gen se encuentra en aves, peces e incluso en mantarrayas, y es el encargado de modelar
nuestras extremidades. En los peces se convierten en aletas, en las aves en alas, y en nosotros, en dedos.
Sonic Hedgehog no es único gen que compartimos, se ha comparado el ADN de
los peces cebra, y se ha encontrado que alrededor de 80% de sus genes también están presentes en el ser humano.
Y, ¿cómo podemos estar tan seguros de que los humanos surgieron después que los peces y que nuestro
tataratatatra abuelo de hace millones de años fue un pez?
Las capas de la Tierra nos ayudan con la historia, podemos ver como los organismos antiguos
poco a poco fueron cambiando hasta dar lugar a los que existimos en la actualidad.
Además, se han encontrado restos fósiles de organismos con características intermedias.
A continuación, te presentamos algunos: Este es Tiktaalik, es un pez, con escamas,
aletas y agallas, pero también tiene pulmones y un cuello. Y lo más sorprendente es que
ya tiene una estructura ósea similar a las extremidades de los tetrápodos, animales
de 4 extremidades, y algo similar a una muñeca.
Acanthostega, ya no parece tanto un pez, aunque vivía en aguas poco profundas, no tenía
escamas, sus extremidades ya estaban bien definidas y ¡hasta tenía 8 dedos en cada mano!
Sus patas no lo soportaban realmente y se cree que se desarrollaron para otros
usos, conservaba agallas, pero también tenía pulmones.
Tulerpeton, seguía viviendo en el agua, pero ya no tenía agallas, por lo que dependía
completamente de aire. Sus extremidades eran bastante fuertes, pero las usaba sólo para
remar. Tulerpeton tenía ya solo 6 dedos.
Como estos hay muchísimos fósiles que nos enseñan cómo fue la vida en el pasado y
como los peces siguen siendo parte de nosotros. Cada organismo actual surge de una mezcla
de características primitivas y nuevas, dando lugar a una historia evolutiva única.
Si volvemos al árbol de la vida, o cladograma, podemos corroborar que los peces y los humanos
estamos en la misma rama. Con confianza puedes decir que, siguiendo la cladística, eres
un tipo de pez ¡con pelo! Bueno yo no tanto. ¡Curiosamente! Si te interesa saber cómo nos relacionamos
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