Temporada de huracanes (1)
Silvia Viñas: Hola, un anuncio antes de comenzar. La próxima semana es Giving Tuesday, un día especial para apoyar las causas y organizaciones que valoras. A pesar de la crisis en la industria, nosotros seguimos haciendo periodismo en audio de calidad, en español y gratuito. No es fácil: producir el episodio de cada semana implica una investigación rigurosa y trabajo constante. Pero contamos contigo. Ahora, tienes el poder de ayudarnos a alcanzar nuestra meta y contribuir a nuestra sostenibilidad. Queremos sumar mil nuevos Deambulantes antes de fin de año y estamos a cuatrocientos de lograrlo. Súmate en elhilo.audio/apóyanos. Gracias.
Silvia Viñas: Bienvenidos a El hilo, un podcast de Radio Ambulante Estudios. Soy Silvia Viñas.
Eliezer Budasoff: Y yo soy Eliezer Budasoff.
Esta temporada de huracanes, la más intensa en quince años, termina a finales de este mes.
Audio de archivo, noticiero: Este es el ojo del huracán Eta antes de tocar tierra en Nicaragua con categoría cuatro.
Audio de archivo, noticiero: Y otro de los países que sigue en alerta es El Salvador.
Audio de archivo, noticiero: En Guatemala también la devastación es enorme.
Audio de archivo, noticiero: En el archipiélago de San Andrés y Providencia y Santa Catalina varios son los estragos que ha dejado el coletazo del huracán Eta.
Algunos de estos desastres naturales, como Eta y ahora Iota, han afectado a más de cinco países y a millones de personas.
Silvia: Hoy, vamos a Honduras, uno de los países más afectados por estos últimos dos huracanes. ¿Cuáles serán las consecuencias de esta crisis climática en una región marcada por la pobreza, la violencia y la corrupción?
Es 27 de noviembre de 2020.
Carlos Martínez: Yo no, no, es decir, no recuerdo la última vez que tuve ganas de llorar viendo una comunidad. Es devastador.
Silvia: Él es Carlos Martínez.
Carlos: Soy reportero del periódico El Faro y formo parte de la sección de investigaciones especiales del mismo.
Silvia: Carlos estuvo en Honduras reportando las consecuencias de Eta, un huracán de categoría cuatro que tocó tierra en Nicaragua el pasado 3 de noviembre y luego tomó rumbo hacia Honduras, donde tardó tres días en salir del territorio.
Carlos: Fue particularmente cruel con la zona norte hondureña y que todo lo que se conoce como el Valle de Sula.
Silvia: El motor económico de Honduras. Donde se produce más del 60% del producto interno bruto del país.
Carlos: Son unas tierras súper fértiles. Está la mayor parte de la industria en Honduras y además es el lugar con la mayor carga poblacional.
Llegamos y lo que nos encontramos es la devastación que uno puede esperar de un huracán de esa naturaleza.
Audio de archivo, noticiero: Todo el Valle de Sula, recuerda que, o sea, todo está afectado. Qué lamentable, la verdad. Mucha fuerza para nuestros compatriotas que están sufriendo.
Audio de archivo, noticiero: Cada día que vamos avanzando en nuestra trayectoria, cada día que vamos llegando a otras comunidades, todavía el desastre es peor.
Audio de archivo, noticiero: Pues de repente los agarró las inundaciones. Perdimos todo. Los muchachos que viven allá atrás, la pareja, pues ellos perdieron también todo.
Silvia: Carlos se encontró con cultivos destruidos, comunidades enteras arrasadas, árboles y cables caídos, aguas estancadas, apestosas y turbias. Ganado ahogado y lodo intransitable.
Carlos: Nos encontramos, además, los efectos devastadores de la pobreza, de la extrema desigualdad en Honduras, que es el segundo país más desigual en América Latina después de Brasil.
Silvia: Seis de cada diez hondureños viven en la pobreza y cuatro de cada diez viven en pobreza extrema, es decir que no ganan suficiente dinero para comprar comida.
Carlos: Yo, digo, yo no soy suizo, yo soy salvadoreño. Yo vivo en Centroamérica y he hecho, he ejercido el periodismo en Centroamérica toda mi carrera. No me es ajena la pobreza, no me es ajena la desigualdad. Sin embargo, nunca había visto tanta miseria. Es miseria. Es decir, cuesta comprenderlo desde la comodidad de los privilegios de uno el contenido de la palabra “todo”. Cuando alguien te dice que lo perdió todo y que tiene por todo bien material lo que lleva puesto en ese momento. Es devastador sobre todo porque te das cuenta de que esa gente una vez que pasan los desastres y las calamidades que ocurren van a volver a esos sitios un poco más pobres si es que eso es posible.
Silvia: En su tiempo en el Valle de Sula, Carlos conoció muchas personas que reflejan esta realidad. Óscar Flores, un albañil de cincuenta y un años, fue uno de ellos.
Cuando comenzó a llover Oscar se refugió en casa de su yerno, Bryan, junto a más de diez personas. Pero el agua empezó a subir, hasta el punto de llegarles a la cintura, y se tuvieron que refugiar en el techo de la casa… donde pasaron tres noches, sin comida y con poca agua. Al cuarto día, unas lanchas de rescate los sacaron de allí.
Cuando Carlos encontró a Oscar, él estaba limpiando lo que había quedado de su casa.
Carlos: Adentro de su casa la pobreza había hecho una pataleta. Adentro de esa casa había muchas cosas y ninguna a la vez. El lodo lo había hecho todo una sola cosa. Pero cuando pensaba que la pobreza de este señor no podía ser más grave, te das cuenta de que la miseria tiene un montón de escalas para abajo.
Silvia: Carlos lo vio cuando conoció a María Amparo. Su casa también estaba bañada en lodo y era igual de pobre que Oscar, pero con una excepción.
Carlos: Con ocho niños a su cargo porque se había muerto una hermana de ella, de una enfermedad perfectamente curable. Y a su hija la mataron en medio de una balacera entre bandidos en esa comunidad. Había una chavalita en particular, listísima, con un arsenal de palabras muy impresionante, digamos, para las circunstancias en las que estaba, presumiendo de lo muy felicitada que estaba en su escuela por su inteligencia. Y jode saber que esa chica no tiene ninguna oportunidad, ninguna. Es decir, que las posibilidades de movilidad social que esa niña tiene son muy parecidas a cero.
Silvia: Así, bajo estas condiciones tan precarias, Eta dejó en la nada a los que ya tenían muy poco. Aún no se sabe la magnitud de los daños, pero al menos cuarenta y dos mil personas han sido alojadas en albergues, y ya se han contado más de setenta muertos.
Y una semana después, cuando el suelo ya no podía tragar ni una gota de agua más, un huracán de categoría cuatro se posó sobre el Valle de Sula.
Carlos: Apareció Iota, que terminó de llover sobre lo llovido y que profundizó los escenarios de la calamidad.
Audio de archivo, noticiero: El país no termina de recuperarse del azote de Eta cuando aparece este segundo monstruo en cuestión de menos de dos semanas.
Audio de archivo, noticiero: Tal y como sucediera con Eta, el aeropuerto de San Pedro Sula y la ciudades aledañas quedaron totalmente bajo el agua.
Audio de archivo, noticiero: Cientos de damnificados han tenido que refugiarse bajo puentes como este.
Silvia: Porque los más de quinientos albergues del gobierno ya estaban completamente llenos, con decenas de miles de personas. Iota tocó Honduras como huracán, y se debilitó hasta transformarse en tormenta tropical.
Carlos: Que no mejoró las cosas porque una tormenta tropical es más estacionaria y derrama una enorme cantidad de agua sobre un suelo que ya no tiene capacidad de absorción. Entonces, los ríos se desbordan y esta comunidad básicamente desapareció abajo del agua.
Silvia: ¿Sabes qué pasó con esa familia con el huracán?
Carlos: Le perdí la pista a esa gente. Como te imaginarás, no tenían un teléfono al que llamarles y luego fueron evacuados. Quién sabe para dónde se fueron o… o a dónde, en qué calle terminaron viviendo.
El alcalde del municipio giró instrucciones para que la gente abandonara sus casas y advirtió que al tercer día lo haría por la fuerza. Pero no dijo ni para donde debían irse, ni cómo debían irse, ni a qué cojones debían irse, ni qué, ni bajo qué circunstancias, ni con qué recursos iba a vivir esa gente.
Silvia: Carlos dice que en ese momento el país no tenía nada parecido a un plan, salvo la evacuación. Él vio desfilar caravanas de personas huyendo del Valle de Sula con las pocas pertenencias que les quedaban.
¿Y llegó ayuda del Estado, cuando tú estabas… viste que estaban dando ayuda?
Carlos: Yo no vi en los días que estuve ahí, que fueron siete días y en los que recorrí las comunidades más afectadas del Valle de Sula, yo no vi ni hablé con alguien que me dijera haber visto una ayuda estatal. Probablemente el Estado haya conseguido donar algo a personas a las que yo no vi y con las que yo no hablé. Pero la experiencia que yo, que yo pude atestiguar y la que yo, y de la que doy fe en estas comunidades, es de abandono total.
Silvia: Carlos me contó que además de encontrarse con la pobreza extrema convertida en miseria, también vio de primera mano los efectos de la corrupción. Por ejemplo, la Comisión Permanente de Contingencias, COPECO por sus siglas, es la institución encargada de hacer frente a situaciones extremas como la pandemia o los huracanes y había cambiado de director tres veces desde marzo.
Carlos: El primero, se fue en medio de un escándalo de corrupción tan sonado que consiguió incluso escandalizar a los políticos de Honduras.
Silvia: El segundo, en octubre, fue designado como Embajador ante el Vaticano.
Carlos: Y el tercero, es un cantante de reguetón con toda la experiencia para las pandemias o para los desastres que puede tener un cantante de reguetón. Es decir, ninguna.
Silvia: Se llama Max Alejandro González. Su nombre artístico: “el Killa”. Y su nombramiento ha causado controversia, claro. No se le conoce ninguna formación para ocupar este puesto. Ha tenido un par de cargos públicos, fue candidato a diputado, y recientemente, comisionado presidencial para la entrega de mascarillas.
Carlos: Este tipo cuyo único mérito es ser un zalamero del presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, que de hecho es una persona que está terminando su segundo período pese a que la Constitución hondureña prohíbe repetida y rabiosamente la reelección. Su hermano está encausado en los tribunales de Nueva York por su vínculos con el gran narcotráfico. Pareciera que ese tipo de cosas no tiene que ver con un huracán, pero si le sumas a eso, se convierte eso en un caldo explosivo, y además se convierte eso en un caldo de destrucción social, de destrucción de lo social en todos los sentidos en que eso se puede destruir. Cruel, cruel.
Silvia: En Honduras, como en otros países de Centroamérica, allí donde no llega el Estado, el orden social, si es que lo hay, está en las manos de las bandas criminales y las pandillas.
Carlos: Hay tal ausencia del estado en estas comunidades, que algunas funciones elementales están llenadas por estas estructuras. Entramos a una comunidad que se llama Rivera Hernández, cuya parte más baja se llama Cerrito Lindo. En Cerrito Lindo los muchachos de la Pandilla 18 nos explicaron que la regla era la siguiente: si vos encontrabas algo en la calle te lo podías quedar, pero si te metías a la casa ajena te iban a matar. Entonces este pantalón que me arrastró y que ahora está lavando el que vive más abajo ahora es de él y este que viene en la riada ahora es mío. Hay gente que consiguió incluso encontrar el par completo de zapatos, que es una bendición. O hay quien se llevó unos tenedores o hay quien encontró un cumbo. Pero la pandilla lo que controlaba es que no hubiera saqueos o al menos saqueos ajenos a su estructura. Las pandillas cumplen una labor social porque sabés que el poder no deja vacíos y las pandillas llenan ese vacío.