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El 19 de Marzo y el 2 de Mayo by Benito Pérez Galdós, XXVII (2)

XXVII (2)

Invadiendo la casa, la ocupamos desde el piso bajo a las buhardillas: por todas las ventanas se hacía fuego arrojando al mismo tiempo cuanto la diligente valentía de sus moradores encontraba a mano. En el piso segundo un padre anciano, sosteniendo a sus dos hijas que medio desmayadas se abrazaban a sus rodillas, nos decía: «Haced fuego; coged lo que os convenga. Aquí tenéis pistolas; aquí tenéis mi escopeta de caza. Arrojad mis muebles por el balcón, y perezcamos todos y húndase mi casa si bajo sus escombros ha de quedar sepultada esa canalla. ¡Viva Femando! ¡Viva España! ¡Muera Napoleón!».

Estas palabras reanimaban a las dos doncellas, y la menor nos conducía a una habitación contigua, desde donde podíamos dirigir mejor el fuego. Pero nos escaseó la pólvora, nos faltó al fin, y al cuarto de hora de nuestra entrada ya los mamelucos daban violentos golpes en la puerta.

-Quemad las puertas y arrojadlas ardiendo a la calle -nos dijo el anciano-. Ánimo, hijas mías. No lloréis. En este día el llanto es indigno aun en las mujeres. ¡Viva España! ¿Vosotras sabéis lo que esEspaña? Pues es nuestra tierra, nuestros hijos, los sepulcros de nuestros padres, nuestras casas, nuestros reyes, nuestros ejércitos, nuestra riqueza, nuestra historia, nuestra grandeza, nuestro nombre, nuestra religión. Pues todo esto nos quieren quitar. ¡Muera Napoleón!

Entretanto los franceses asaltaban la casa, mientras otros de los suyos cometían las mayores atrocidades en la de Oñate.

-Ya entran, nos cogen y estamos perdidos -exclamamos con terror, sintiendo que los mamelucos se encarnizaban en los defensores del piso bajo.

-Subid a la buhardilla -nos dijo el anciano con frenesí- y saliendo al tejado, echad por el cañón de la escalera todas las tejas que podáis levantar. ¿Subirán los caballos de estos monstruos hasta el techo?

Las dos muchachas, medio muertas de terror, se enlazaban a los brazos de su padre, rogándole que huyese.

-¡Huir! -exclamaba el viejo-. No, mil veces no. Enseñemos a esos bandoleros cómo se defiende el hogar sagrado. Traedme fuego, fuego, y apresarán nuestras cenizas, no nuestras personas.

Los mamelucos subían. Estábamos perdidos. Yo me acordé de la pobre Inés, y me sentí más cobarde que nunca. Pero algunos de los nuestros habíanse en tanto internado en la casa, y con fuerte palancarompían el tabique de una de las habitaciones más escondidas. Al ruido, acudí allá velozmente, con la esperanza de encontrar escapatoria, y en efecto vi que habían abierto en la medianería un gran agujero, por donde podía pasarse a la casa inmediata. Nos hablaron de la otra parte, ofreciéndonos socorro, y nos apresuramos a pasar; pero antes de que estuviéramos del opuesto lado sentimos, a los mamelucos y otros soldados franceses vociferando en las habitaciones principales: oyose un tiro; después una de las muchachas lanzó un grito espantoso y desgarrador. Lo que allí debió ocurrir no es para contado.

Cuando pasamos a la casa contigua, con ánimo de tomar inmediatamente la calle, nos vimos en una habitación pequeña y algo oscura, donde distinguí dos hombres, que nos miraban con espanto. Yo me aterré también en su presencia, porque eran el uno el licenciado Lobo, y el otro Juan de Dios.

Habíamos pasado a una casa de la calle de Postas, a la misma casa en cuyo cuarto entresuelo había yo vivido hasta el día anterior al servicio de los Requejos. Estábamos en el piso segundo, vivienda del leguleyo trapisondista. El terror de este era tan grande que al vernos dijo:

-¿Están ahí los franceses? ¿Vienen ya? Huyamos.

Juan de Dios estaba también tan pálido y alterado, que era difícil reconocerle.

-¡Gabriel! -exclamó al verme-. ¡Ah!, tunante; ¿qué has hecho de Inés?

-Los franceses, los franceses -exclamó Lobo saliendo a toda prisa de la habitación y bajando la escalera de cuatro en cuatro peldaños-. ¡Huyamos!

La esposa del licenciado y sus tres hijas, trémulas de miedo, corrían de aquí para allí, recogiendo algunos objetos para salir a la calle. No era ocasión de disputar con Juan de Dios, ni de darnos explicaciones sobre los sucesos de la madrugada anterior, así es que salimos a todo escape, temiendo que los mamelucos invadieran aquella casa.

El mancebo no se separaba de mí, mientras que Lobo, harto ocupado de su propia seguridad, se cuidaba de mi presencia tanto como si yo no existiera.

-¿A dónde vamos? -preguntó una de las niñas al salir-. ¿A la calle de San Pedro la Nueva, en casa de la primita?

-¿Estáis locas? ¿Frente al parque de Monteleón?

-Allí se están batiendo -dijo Juan de Dios-. Se ha empeñado un combate terrible, porque la artillería española no quiere soltar el parque.

-¡Dios mío! ¡Corro allá! -exclamé sin poderme contener.

-¡Perro! -gritó Juan de Dios, asiéndome por un brazo-. ¿Allí la tienes guardada?

-Sí, allí está -contesté sin vacilar-. Corramos.

Juan de Dios y yo partimos como dos insensatos en dirección a mi casa.

En nuestra carrera no reparábamos en los mil peligros que a cada paso ofrecían las calles y plazas de Madrid, y andábamos sin cesar, tomando las vías más apartadas del centro, con tantas vueltas y rodeos, que empleamos cerca de dos horas para llegar a la puerta de Fuencarral por los pozos de nieve. Por un largo rato, ni yo hablaba a mi acompañante, ni él a mí tampoco, hasta que al fin Juan de Dios, con voz entrecortada por el fatigoso aliento, me dijo:

-¿Pero tú sacaste a Inés para entregármela después, o eres un tunante ladrón digno de ser fusilado por los franceses?

-Sr. Juan de Dios -repuse apretando más el paso-. No es ocasión de disputar, y vamos más a prisa, porque si los franceses llegan a meterse en mi casa...

-¡Cuánto se asustará la pobrecita! Pero di, ¿por qué la sacaste, por qué me encontré encerrado en el sótano con aquella maldita mujer...? ¡Oh!, me falta el aliento; pero no nos detengamos... ¿Inés no se asustó al verse en tu poder? ¿No te preguntó por mí, no te rogó que me llevases a su lado? ¡Qué confusión! ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Quién eres tú? ¿Eres un infame o un hombre de bien? Ya me daráscuenta y razón de todo. ¡Ay!, cuando me encontré en el sótano con Restituta... ¿Ves este rasguño que tengo en la mano?... Yo me quedé azorado y mudo de espanto cuando la vi. ¡Qué desdicha! Creo que fue castigo de Dios por los pecadillos de que te hablé... Ella me insultaba llamándome ladrón, y a mí un sudor se me iba y otro se me venía. Luego que tratamos de salir... La compuerta cerrada... ella parecía una gata rabiosa. ¿Ves este arañazo que tengo en la cara...? Descansemos un rato, porque me ahogo. ¿No llegamos nunca a tu casa? ¿Y mi Inés está allí? Pero tunante, modera un poco el paso y dime: ¿Inés me espera? ¿Te mandó en busca mía? ¿Sabe que a mí me debe su libertad? Gabriel, te juro que tengo la cabeza como una jaula de grillos, y que no sé qué pensar. Cuando vi entrar a Restituta... ¿Creerás que no puedo apartar de mi memoria su repugnante imagen? Lo que dije... aquellos dos pecadillos... Pero en cuanto Inés esté a mi lado, me confesaré... El Santísimo Sacramento sabe que mi intención es buena, y que el inmenso, el loco amor que me domina es causa de todo... ¿Pero no hablas? ¿Estás mudo? ¿Inés me espera? Dímelo francamente y no me hagas padecer. ¿Está contenta, está triste? ¿Ella quiso desde luego salir contigo para esperarme fuera?... ¡Mil demonios! ¿Cuándo llegamos a tu casa? Me aguarda, ¿no es verdad? Ahora le hablaré cara a cara por primera vez. ¿Sabes que me da vergüenza?...Pero ella quizás me dirá primero algunas palabras, dándome pie para que después siga yo hablando como un cotorro. ¿Estás tú seguro de que leyó mi carta? Pues si la leyó, ya está al corriente de mi ardiente amor, y en cuanto me vea se arrojará llorando en mis brazos, dándome gracias por su salvación. ¿No lo crees tú así? ¿Pero por qué callas? ¿Te has quedado sin lengua? ¿Qué le has dicho tú, qué te ha dicho ella? ¿No te habló de aquel pasaje de la carta en que le decía que mi amor es tan casto como el de los ángeles del cielo?... Me faltó decirle que mi corazón es el altar en que la adoro con tanto fervor como al Dios que hizo el mundo para todos y para nosotros una isla desierta llena de flores y pajaritos muy lindos que canten día y noche... ¡Ah, Gabriel! ¿Sabes que soy rico? Cogí lo mío, aunque la condenada me clavó las uñas para arrebatármelo. ¡Cuánto luchamos! ¡Espantosa noche! Por fin, ya muy avanzado el día, llega D. Mauro y abre el sótano para sacarte... Salimos Restituta y yo; ella está medio muerta. Su hermano, al vernos... ¡Jesús, cómo se pone! Después de insultarnos, nos dice que tenemos que casarnos el mismo día. Luego, al saber que Inés se ha fugado contigo, brama como un león, arráncase los cabellos, y después de amenazar con la muerte a su hermana y a mí, enciende las dos velas al santo patrono. Yo salgo de la casa sin contestar a nada, y como ya empiezan los tiros, merefugio en la del licenciado Lobo... Todos están allí llenos de terror... los franceses, los franceses... ¡ban, bun!, golpean un tabique, acudimos: se abre un agujero y apareces tú... ¿Pero llegaremos al fin? ¡Qué impaciente estará la pobrecita! Cuando me vea entrar, ella romperá a hablar, ¿no lo crees tú? Si no... yo estoy seguro de que me quedaré como una estatua. Si se me quitara esta vergüenza...

Yo no contestaba a ninguna de las atropelladas e inconexas razones de Juan de Dios, pues más que la verbosidad de aquel desgraciado, ocupaba mi mente la idea de los peligros que corrían Inés y su tío en mi casa. Nuestra marcha era sumamente fatigosa, pues algunas veces después de recorrer toda una calle, teníamos que volver atrás huyendo de los mamelucos: otras veces nos detenía algún grupo compuesto en su mayor parte de mujeres y ancianos que con lamentos y gritos rodeaban un cadáver, víctima reciente de los invasores; más adelante veíamos desfilar precipitadamente pelotones de granaderos que hacían retroceder a todo el mundo; luego el espectáculo de una lucha parcial, tan encarnizada como las anteriores, era lo que de improviso nos estorbaba el paso.

En la calle de Fuencarral el gentío era grande, y todos corrían hacia arriba, como en dirección al parque. Oíanse fuertes descargas, que aterraron a mi acompañante, y cuando embocamos a la calle de laPalma por la casa de Aranda, los gritos de los héroes llegaban hasta nuestros oídos.

Era entre doce y una. Dando un gran rodeo pudimos al fin entrar en la calle de San José, y desde lejos distinguí las altas ventanas de mi casa entre el denso humo de la pólvora.

-No podemos subir a nuestra casa -dije a Juan de Dios-, a menos que no nos metamos en medio del fuego.

-¡En medio del fuego! ¡Qué horror! No: no expongamos la vida. Veo que también hacen fuego desde algún balcón. Escondámonos, Gabriel.

-No avancemos. Parece que cesa el fuego.

-Tienes razón. Ya no se oyen sino pocos tiros, y me parece que oigo decir: «victoria, victoria».

-Sí, y el paisanaje se despliega, y vienen algunos hacia acá. ¡Ah! ¿No son franceses aquellos que corren hacia la calle de la Palma? Sí: ¿no ve Vd. los sombreros de piel?

-Vamos allá. ¡Qué algazara! Parece que están contentos. Mira cómo agitan las gorras aquellos que están en el balcón.

-Inés, allí está Inés, en el balcón de arriba, arriba... Allí está: mira hacia el parque, parece que tiene miedo y se retira. También sale a curiosear don Celestino. Corramos y ahora nos será fácil entrar en la casa.

Después de una empeñada refriega, el combatehabía cesado en el parque con la derrota y retirada del primer destacamento francés que fue a atacarlo. Pero si el crédulo paisanaje se entregó a la alegría creyendo que aquel triunfo era decisivo; los jefes militares conocieron que serían bien pronto atacados con más fuerzas, y se preparaban para la resistencia. Pacorro Chinitas, que había sido uno de los que primero acudieron a aquel sitio, se llegó a mí ponderándome la victoria alcanzada con las cuatro piezas que Daoíz había echado a la calle; pero bien pronto él y los demás se convencieron de que los franceses no habían retrocedido sino para volver pronto con numerosa artillería. Así fue en efecto, y cuando subíamos la escalera de mi casa, sentí el alarmante rumor de la tropa cercana.

El mancebo tropezaba a cada peldaño, circunstancia que cualquiera hubiera atribuido al miedo, y yo atribuí a la emoción. Cuando llegamos a presencia de Inés y D. Celestino, estos se alegraron en extremo de verme sano, y ella me señaló una imagen de la Virgen, ante la cual habían encendido dos velas. Juan de Dios permaneció un rato en el umbral, medio cuerpo fuera y dentro el otro medio, con el sombrero en la mano, el rostro pálido y contraído, la actitud embarazosa, sin atreverse a hablar ni tampoco a retirarse, mientras que Inés, enteramente ocupada de mi vuelta, no ponía en él la menor atención.

-Aquí, Gabriel -me dijo el clérigo-, hemos presenciado escenas de grande heroísmo. Los franceses han sido rechazados. Por lo visto, Madrid entero se levanta contra ellos.

Al decir esto, una detonación terrible hizo estremecer la casa.

-¡Vuelven los franceses! Ese disparo ha sido de los nuestros, que siguen decididos a no entregarse. Dios y su santa Madre, y los cuatro patriarcas y los cuatro doctores nos asistan.

Juan de Dios continuaba en la puerta, sin que mis dos amigos, hondamente afectados por el próximo peligro hicieran caso de su presencia.

-Va a empezar otra vez -exclamó Inés huyendo de la ventana después de cerrarla-. Yo creí que se había concluido. ¡Cuántos tiros! ¡Qué gritos! ¿Pues y los cañones? Yo creí que el mundo se hacía pedazos; y puesta de rodillas no cesaba de rezar. Si vieras, Gabriel... Primero sentimos que unos soldados daban recios golpes en la puerta del parque. Después vinieron muchos hombres y algunas mujeres pidiendo armas. Dentro del patio un español con uniforme verde disputó un instante con otro de uniforme azul, y luego se abrazaron, abriendo enseguida las puertas. ¡Ay! ¡Qué voces, qué gritos! Mi tío se echó a llorar y dijo también «¡viva España!» tres veces, aunque yo le suplicaba que callase para no dar que hablar a la vecindad. Al momento empezaron los tirosde fusil, y al cabo de un rato los de cañón, que salieron empujados por dos o tres mujeres... El del uniforme azul mandaba el fuego, y otro del mismo traje, pero que se distinguía del primero por su mayor estatura, estaba dentro disponiendo cómo se habían de sacar la pólvora y las balas... Yo me estremecía al sentir los cañonazos; y si a veces me ocultaba en la alcoba, poniéndome a rezar, otras podía tanto la curiosidad, que sin pensar en el peligro me asomaba a la ventana para ver todo... ¡Qué espanto! Humo, mucho humo, brazos levantados, algunos hombres tendidos en el suelo y cubiertos de sangre y por todos lados el resplandor de esos grandes cuchillos que llevan en los fusiles.

Una segunda detonación seguida del estruendo de la fusilería, nos dejó paralizados de estupor. Inés miró a la Virgen, y el cura encarándose solemnemente con la santa imagen, dirigiole así la palabra:

-Señora: proteged a vuestros queridos españoles, de quienes fuisteis reina y ahora sois capitana. Dadles valor contra tantos y tan fieros enemigos, y haced subir al cielo a los que mueran en defensa de su patria querida.

Quise abrir la ventana; pero Inés se opuso a ello muy acongojada. Juan de Dios, que al fin traspasó el umbral, se había sentado tímidamente en el borde de una silla puesta junto a la misma puerta, donde Inés le reconoció al fin, mejor dicho, advirtió su presencia,y antes que formulara una pregunta, le dije yo:

-Es el Sr. Juan de Dios, que ha venido a acompañarme.

-Yo... yo... -balbució el mancebo en el momento en que la gritería de la calle apenas permitía oírle-. Gabriel habrá enterado a Vd...

-El miedo le quita a Vd. el habla -dijo Inés-. Yo también tengo mucho miedo. Pero Vd. tiembla, Vd. está malo...

En efecto, Juan de Dios parecía desmayarse, y alargaba sus brazos hacia la muchacha, que absorta y confundida no sabía si acercarse a darle auxilio o si huir con recelo de visitante tan importuno. Yo estaba an excitado, que sin parar mientes en lo que junto a mí ocurría, ni atender al pavor de mi amiga, abrí resueltamente la ventana. Desde allí pude ver los movimientos de los combatientes, claramente percibidos, cual si tuviera delante un plano de campaña con figuras movibles. Funcionaban cuatro piezas: he oído hablar de cinco, dos de a 8 y tres de a 4; pero yo creo que una de ellas no hizo fuego, o sólo trabajó hacia el fin de la lucha. Los artilleros me parece que no pasaban de veinte; tampoco eran muchos los de infantería mandados por Ruiz; pero el número de paisanos no era escaso ni faltaban algunas heroicas amazonas de las que poco antes vi en la Puerta del Sol. Un oficial de uniforme azul mandabalas dos piezas colocadas frente a la calle de San Pedro la Nueva. Por cuenta del otro del mismo uniforme y graduación corrían las que enfilaban la calle de San Miguel y de San José, apuntando una de ellas hacia la de San Bernardo, pues por allí se esperaban nuevas fuerzas francesas en auxilio de las que invadían la Palma Alta y sitios inmediatos a la iglesia de Maravillas. La lucha estaba reconcentrada entonces en la pequeña calle de San Pedro la Nueva, por donde atacaron los granaderos imperiales en número considerable. Para contrarrestar su empuje los nuestros disparaban las piezas con la mayor rapidez posible, empleándose en ello lo mismo los artilleros que los paisanos; y auxiliaba a los cañones la valerosa fusilería que tras las tapias del parque, en la puerta, y en la calle, hacía mortífero e incesante fuego.

Cuando los franceses trataban de tomar las piezas a la bayoneta, sin cesar el fuego por nuestra parte, eran recibidos por los paisanos con una batería de navajas, que causaban pánico y desaliento entre los héroes de las Pirámides y de Jena, al paso que el arma blanca en manos de estos aguerridos soldados, no hacía gran estrago moral en la gente española, por ser esta de muy antiguo aficionada acon ella, de modo que al verse heridos, antes les enfurecía que les desmayaba. Desde mi ventana abierta a la calle de San José, no se veía la inmediata de San Pedro la Nueva, aunque la casa hacía esquina a las dos, así es que yo, teniendo siempre a los españoles bajo mis ojos, no distinguía a los franceses, sino cuando intentaban caer sobre las piezas, desafiando la metralla, el plomo, el acero y hasta las implacables manos de los defensores del parque. Esto pasó una vez, y cuando lo vi pareciome que todo iba a concluir por el sencillo procedimiento de destrozarse simultáneamente unos a otros; pero nuestro valiente paisanaje, sublimado por su propio arrojo y el ejemplo, y la pericia, y la inverosímil constancia de los dos oficiales de artillería, rechazaba las bayonetas enemigas, mientras sus navajas, hacían estragos, rematando la obra de los fusiles. Cayeron algunos, muchos artilleros, y buen número de paisanos; pero esto no desalentaba a los madrileños. Al paso que uno de los oficiales de artillería hacía uso de su sable con fuerte puño sin desatender el cañón cuya cureña servía de escudo a los paisanos más resueltos, el otro, acaudillando un pequeño grupo, se arrojaba sobre la avanzada francesa, destrozándola antes de que tuviera tiempo de reponerse. Eran aquellos los dos oficiales oscuros y sin historia, que en un día, en una hora, haciéndose, por inspiración de sus almas generosas, instrumento de la conciencianacional, se anticiparon a la declaración de guerra por las juntas y descargaron los primeros golpes de la lucha que empezó a abatir el más grande poder que se ha señoreado del mundo. Así sus ignorados nombres alcanzaron la inmortalidad.

El estruendo de aquella colisión, los gritos de unos y otros, la heroica embriaguez de los nuestros y también de los franceses, pues estos evocaban entre sí sus grandes glorias para salir bien de aquel empeño, formaban un conjunto terrible, ante el cual no existía el miedo, ni tampoco era posible resignarse a ser inmóvil espectador. Causaba rabia y al mismo tiempo cierto júbilo inexplicable lo desigual de las fuerzas, y el espectáculo de la superioridad adquirida por los débiles a fuerza de constancia. A pesar de que nuestras bajas eran inmensas, todo parecía anunciar una segunda victoria. Así lo comprendían sin duda los franceses, retirados hacia el fondo de la calle de San Pedro la Nueva; y viendo que para meter en un puño a los veinte artilleros ayudados de paisanos y mujeres, era necesaria más tropa con refuerzos de todas armas, trajeron más gente, trajeron un ejército completo; y la división de San Bernardino, mandada por Lefranc apareció hacia las Salesas Nuevas con varias piezas de artillería. Los imperiales daban al parque cercado de mezquinas tapias las proporciones de una fortaleza, y a la abigarrada pandilla las proporciones de un pueblo.

Hubo un momento de silencio, durante el cual no oí más voces que las de algunas mujeres, entre las cuales reconocí la de la Primorosa, enronquecida por la fatiga y el perpetuo gritar. Cuando en aquel breve respiro me aparté de la ventana, vi a Juan de Dios completamente desvanecido. Inés estaba a su lado, presentándole un vaso de agua.

-Este buen hombre -dijo la muchacha- ha perdido el tino. ¡Tan grande es su pavor! Verdad que la cosa no es para menos. Yo estoy muerta. ¿Se ha acabado, Gabriel? Ya no se oyen tiros. ¿Ha concluido todo? ¿Quién ha vencido?

Un cañonazo resonó estremeciendo la casa. A Inés cayósele el vaso de las manos, y en el mismo instante entró D. Celestino, que observaba la lucha desde otra habitación de la casa.

-Es la artillería francesa -exclamó-. Ahora es ella. Traen más de doce cañones. ¡Jesús, María y José nos amparen! Van a hacer polvo a nuestros valientes paisanos. ¡Señor de justicia! ¡Virgen María, santa patrona de España!

Juan de Dios abrió sus ojos buscando a Inés con una mirada calmosa y apagada como la de un enfermo. Ella, en tanto, puesta de rodillas ante la imagen, derramaba abundantes lágrimas.

-Los franceses son innumerables -continuó el cura-. Vienen cientos de miles. En cambio los nuestros, son menos cada vez. Muchos han muerto ya.¿Podrán resistir los que quedan? ¡Oh! Gabriel, y usted, caballero, quien quiera que sea, aunque presumo será español: ¿están Vds. en paz con su conciencia, mientras nuestros hermanos pelean abajo por la patria y por el Rey? Hijos míos, ánimo: los franceses van a atacar por tercera vez. ¿No veis cómo se aperciben los nuestros para recibirlos con tanto brío como antes? ¿No oís los gritos de los que han sobrevivido al último combate? ¿No oís las voces de esa noble juventud? Gabriel, Vd., caballero, cualquiera que sea, ¿habéis visto a las mujeres? ¿Darán lección de valor esas heroicas hembras a los varones que huyen de la honrosa lucha?

Al decir esto, el buen sacerdote, con una alteración que hasta entonces jamás había advertido en él, se asomaba al balcón, retrocedía con espanto, volvía los ojos a la imagen de la Virgen, luego a nosotros, y tan pronto hablaba consigo mismo como con los demás.

-Si yo tuviera quince años, Gabriel -continuó- si yo tuviera tu edad... Francamente, hijos míos, yo tengo muchísimo miedo. En mi vida había visto una guerra, ni oído jamás el estruendo de los mortíferos cañones; pero lo que es ahora cogería un fusil, sí señores, lo cogería... ¿No veis que va escaseando la gente? ¿No veis cómo los barre la metralla?... Mirad aquellas mujeres que con sus brazos despedazados empujan uno de nuestros cañoneshasta embocarle en esta calle. Mirad aquel montón de cadáveres del cual sale una mano increpando con terrible gesto a los enemigos. Parece que hasta los muertos hablan, lanzando de sus bocas exclamaciones furiosas... ¡Oh!, yo tiemblo, sostenedme; no, dejadme tomar un fusil, lo tomaré yo. Gabriel, caballero, y tú también, Inés; vamos todos a la calle, a la calle. ¿Oís? Aquí llegan las vociferaciones de los franceses. Su artillería avanza. ¡Ah!, perros: todavía somos suficientes, aunque pocos. ¿Queréis a España, queréis este suelo? ¿Queréis nuestras casas, nuestras iglesias, nuestros reyes, nuestros santos? Pues ahí está, ahí está dentro de esos cañones lo que queréis. Acercaos... ¡Ah! Aquellos hombres que hacían fuego desde la tapia han perecido todos. No importa. Cada muerto no significa más sino que un fusil cambia de mano, porque antes de que pierda el calor de los dedos heridos que lo sueltan, otros lo agarran... Mirad: el oficial que los manda parece contrariado, mira hacia el interior del parque y se lleva la mano a la cabeza con ademán de desesperación. Es que les faltan balas, les falta metralla. Pero ahora sale el otro con una cesta de piedras... sí... son piedras de chispa. Cargan con ellas, hacen fuego... ¡Oh!, que vengan, que vengan ahora. ¡Miserables! España tiene todavía piedras en sus calles para acabar con vosotros... Pero ¡ay!, los franceses parece que están cerca. Mueren muchos de los nuestros.Desde los balcones se hace mucho fuego; mas esto no basta. Si yo tuviera veinte años... Si yo tuviera veinte años, tendría el valor que ahora me falta, y me lanzaría en medio del combate, y a palos, sí señores, a palos, acabaría con todos esos franceses. Ahora mismo, con mis sesenta años... Gabriel, ¿sabes tú lo que es el deber? ¿Sabes tú lo que es el honor? Pues para que lo sepas, oye: Yo que soy un viejo inútil, yo que nunca he visto un combate, yo que jamás he disparado un tiro, yo que en mi vida he peleado con nadie, yo que no puedo ver matar un pollo, yo que nunca he tenido valor para matar un gusanito, yo que siempre he tenido miedo a todo, yo que ahora tiemblo como una liebre y a cada tiro que oigo parece que entrego el alma al Señor, voy a bajar al instante a la calle, no con armas, porque armas no me corresponden, sino para alentar a esos valientes, diciéndoles en castellano aquello de Dulce et decorum est pro patria mori!

Estas palabras, dichas con un entusiasmo que el anciano no había manifestado ante mí sino muy pocas veces, y siempre desde el púlpito, me enardeció de tal modo que me avergoncé de reconocerme cobarde espectador de aquella heroica lucha sin disparar un tiro, ni lanzar una piedra en defensa de los míos. A no contenerme la presencia de Inés, ni un instante habría yo permanecido en aquella situación. Después cuando vi al buen anciano precipitarse fuera de lacasa, dichas sus últimas palabras, miedo y amor se oscurecieron en mí ante una grande, una repentina iluminación de entusiasmo, de esas que rarísimas veces, pero con fuerza poderosa, nos arrastran a las grandes acciones.

Inés hizo un movimiento como para detenerme pero sin duda su admirable buen sentido comprendió cuánto habría desmerecido a mis propios ojos cediendo a los reclamos de la debilidad, y se contuvo ahogando todo sentimiento. Juan de Dios, que al volver de su desmayo era completamente extraño a la situación que nos encontrábamos, y no parecía tener ojos ni oídos más que para espectáculos y voces de su propia alma, se adelantó hacia Inés con ademán embarazoso, y le dijo:

-Pero Gabriel la habrá enterado a Vd. de todo. ¿La he ofendido a Vd. en algo? Bien habrá comprendido Vd...

-Este caballero -dijo Inés- está muerto de miedo, y no se moverá de aquí. ¿Quiere Vd. esconderse en la cocina?

-¡Miedo! ¡Que yo tengo miedo! -exclamó el mancebo con un repentino arrebato que le puso encendido como la grana-. ¿A dónde vas, Gabriel?

-A la calle -respondí saliendo-. A pelear por España. Yo no tengo miedo.

-Ni yo, ni yo tampoco -afirmó resuelta, furiosamente Juan de Dios corriendo detrás de mí.


XXVII (2)

Invadiendo la casa, la ocupamos desde el piso bajo a las buhardillas: por todas las ventanas se hacía fuego arrojando al mismo tiempo cuanto la diligente valentía de sus moradores encontraba a mano. Invading the house, we occupied it from the ground floor to the attics: fire was made from all the windows, throwing at the same time whatever the diligent bravery of its inhabitants found at hand. En el piso segundo un padre anciano, sosteniendo a sus dos hijas que medio desmayadas se abrazaban a sus rodillas, nos decía: «Haced fuego; coged lo que os convenga. On the second floor, an elderly father, holding his two daughters who half fainted hugged their knees, told us: «Make a fire; take what suits you. Aquí tenéis pistolas; aquí tenéis mi escopeta de caza. Arrojad mis muebles por el balcón, y perezcamos todos y húndase mi casa si bajo sus escombros ha de quedar sepultada esa canalla. Throw my furniture off the balcony, and let us all perish and my house sink if that scoundrel is to be buried under its rubble. ¡Viva Femando! ¡Viva España! ¡Muera Napoleón!».

Estas palabras reanimaban a las dos doncellas, y la menor nos conducía a una habitación contigua, desde donde podíamos dirigir mejor el fuego. Pero nos escaseó la pólvora, nos faltó al fin, y al cuarto de hora de nuestra entrada ya los mamelucos daban violentos golpes en la puerta. But we ran out of gunpowder, we finally lacked, and within a quarter of an hour after we entered, the Mamluks were pounding violently at the door.

-Quemad las puertas y arrojadlas ardiendo a la calle -nos dijo el anciano-. "Burn the doors and throw them burning into the street," the old man told us. Ánimo, hijas mías. No lloréis. En este día el llanto es indigno aun en las mujeres. On this day crying is unworthy even in women. ¡Viva España! ¿Vosotras sabéis lo que esEspaña? Pues es nuestra tierra, nuestros hijos, los sepulcros de nuestros padres, nuestras casas, nuestros reyes, nuestros ejércitos, nuestra riqueza, nuestra historia, nuestra grandeza, nuestro nombre, nuestra religión. Pues todo esto nos quieren quitar. Well, all this they want to take away from us. ¡Muera Napoleón!

Entretanto los franceses asaltaban la casa, mientras otros de los suyos cometían las mayores atrocidades en la de Oñate. Meanwhile the French attacked the house, while others of their own committed the greatest atrocities in Oñate's.

-Ya entran, nos cogen y estamos perdidos -exclamamos con terror, sintiendo que los mamelucos se encarnizaban en los defensores del piso bajo. "They're coming in, they catch us and we're lost," we exclaimed in terror, feeling that the Mamluks were attacking the defenders on the ground floor.

-Subid a la buhardilla -nos dijo el anciano con frenesí- y saliendo al tejado, echad por el cañón de la escalera todas las tejas que podáis levantar. "Go up to the attic," said the old man frenziedly, "and going out to the roof, throw all the tiles you can lift down the barrel of the stairs." ¿Subirán los caballos de estos monstruos hasta el techo?

Las dos muchachas, medio muertas de terror, se enlazaban a los brazos de su padre, rogándole que huyese.

-¡Huir! -exclamaba el viejo-. No, mil veces no. Enseñemos a esos bandoleros cómo se defiende el hogar sagrado. Traedme fuego, fuego, y apresarán nuestras cenizas, no nuestras personas. Bring me fire, fire, and they will seize our ashes, not our people.

Los mamelucos subían. Estábamos perdidos. Yo me acordé de la pobre Inés, y me sentí más cobarde que nunca. I remembered poor Ines, and I felt more cowardly than ever. Pero algunos de los nuestros habíanse en tanto internado en la casa, y con fuerte palancarompían el tabique de una de las habitaciones más escondidas. But some of our people had stayed in the house while they were in the house, and with strong lever they broke open the partition of one of the most hidden rooms. Al ruido, acudí allá velozmente, con la esperanza de encontrar escapatoria, y en efecto vi que habían abierto en la medianería un gran agujero, por donde podía pasarse a la casa inmediata. To the noise, I rushed there, hoping to find an escape, and indeed I saw that a large hole had been opened in the dividing wall, through which one could go to the immediate house. Nos hablaron de la otra parte, ofreciéndonos socorro, y nos apresuramos a pasar; pero antes de que estuviéramos del opuesto lado sentimos, a los mamelucos y otros soldados franceses vociferando en las habitaciones principales: oyose un tiro; después una de las muchachas lanzó un grito espantoso y desgarrador. Lo que allí debió ocurrir no es para contado. What should have happened there is not for nothing.

Cuando pasamos a la casa contigua, con ánimo de tomar inmediatamente la calle, nos vimos en una habitación pequeña y algo oscura, donde distinguí dos hombres, que nos miraban con espanto. Yo me aterré también en su presencia, porque eran el uno el licenciado Lobo, y el otro Juan de Dios.

Habíamos pasado a una casa de la calle de Postas, a la misma casa en cuyo cuarto entresuelo había yo vivido hasta el día anterior al servicio de los Requejos. We had gone to a house on Calle de Postas, to the same house in whose fourth mezzanine I had lived until the day before serving the Requejos. Estábamos en el piso segundo, vivienda del leguleyo trapisondista. We were on the second floor, the home of the trickster lawyer. El terror de este era tan grande que al vernos dijo: His terror was so great that when he saw us he said:

-¿Están ahí los franceses? ¿Vienen ya? Huyamos.

Juan de Dios estaba también tan pálido y alterado, que era difícil reconocerle.

-¡Gabriel! -exclamó al verme-. ¡Ah!, tunante; ¿qué has hecho de Inés? Ah, you rascal; What have you done with Ines?

-Los franceses, los franceses -exclamó Lobo saliendo a toda prisa de la habitación y bajando la escalera de cuatro en cuatro peldaños-. "The French, the French," Wolf exclaimed, hurrying out of the room and down the stairs four at a time. ¡Huyamos!

La esposa del licenciado y sus tres hijas, trémulas de miedo, corrían de aquí para allí, recogiendo algunos objetos para salir a la calle. The lawyer's wife and his three daughters, trembling with fear, ran from here to there, picking up some objects to go out into the street. No era ocasión de disputar con Juan de Dios, ni de darnos explicaciones sobre los sucesos de la madrugada anterior, así es que salimos a todo escape, temiendo que los mamelucos invadieran aquella casa. It was not an occasion to dispute with Juan de Dios, nor to give us explanations about the events of the previous morning, so we went out at full speed, fearing that the Mamluks would invade that house.

El mancebo no se separaba de mí, mientras que Lobo, harto ocupado de su propia seguridad, se cuidaba de mi presencia tanto como si yo no existiera. The young man did not leave me, while Wolf, tired of his own safety, took care of my presence as if I did not exist.

-¿A dónde vamos? -preguntó una de las niñas al salir-. ¿A la calle de San Pedro la Nueva, en casa de la primita?

-¿Estáis locas? ¿Frente al parque de Monteleón?

-Allí se están batiendo -dijo Juan de Dios-. "They are fighting there," said Juan de Dios. Se ha empeñado un combate terrible, porque la artillería española no quiere soltar el parque. A terrible fight has been waged, because the Spanish artillery does not want to release the park.

-¡Dios mío! ¡Corro allá! I run there! -exclamé sin poderme contener. I exclaimed, unable to contain myself.

-¡Perro! -gritó Juan de Dios, asiéndome por un brazo-. ¿Allí la tienes guardada?

-Sí, allí está -contesté sin vacilar-. Corramos.

Juan de Dios y yo partimos como dos insensatos en dirección a mi casa.

En nuestra carrera no reparábamos en los mil peligros que a cada paso ofrecían las calles y plazas de Madrid, y andábamos sin cesar, tomando las vías más apartadas del centro, con tantas vueltas y rodeos, que empleamos cerca de dos horas para llegar a la puerta de Fuencarral por los pozos de nieve. In our career we did not notice the thousand dangers that the streets and squares of Madrid offered at every step, and we walked incessantly, taking the roads farthest from the center, with so many twists and turns, that we spent about two hours to get to Fuencarral gate through the snow pits. Por un largo rato, ni yo hablaba a mi acompañante, ni él a mí tampoco, hasta que al fin Juan de Dios, con voz entrecortada por el fatigoso aliento, me dijo:

-¿Pero tú sacaste a Inés para entregármela después, o eres un tunante ladrón digno de ser fusilado por los franceses? "But did you take Ines out to give her to me later, or are you a rogue thief worthy of being shot by the French?"

-Sr. Juan de Dios -repuse apretando más el paso-. Juan de Dios, ”I replied, speeding up my pace. No es ocasión de disputar, y vamos más a prisa, porque si los franceses llegan a meterse en mi casa... It is not an occasion to dispute, and we are going faster, because if the French come to get into my house ...

-¡Cuánto se asustará la pobrecita! "How scared the poor thing will be!" Pero di, ¿por qué la sacaste, por qué me encontré encerrado en el sótano con aquella maldita mujer...? But say, why did you take it out, why did I find myself locked in the basement with that damn woman ...? ¡Oh!, me falta el aliento; pero no nos detengamos... ¿Inés no se asustó al verse en tu poder? Oh, I am short of breath; But let's not stop ... Inés wasn't scared when she saw herself in your power? ¿No te preguntó por mí, no te rogó que me llevases a su lado? Didn't he ask you about me, didn't he beg you to take me to his side? ¡Qué confusión! ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Quién eres tú? ¿Eres un infame o un hombre de bien? Ya me daráscuenta y razón de todo. You will give me an account and reason for everything. ¡Ay!, cuando me encontré en el sótano con Restituta... ¿Ves este rasguño que tengo en la mano?... Yo me quedé azorado y mudo de espanto cuando la vi. I was stunned and dumbfounded when I saw her. ¡Qué desdicha! Creo que fue castigo de Dios por los pecadillos de que te hablé... Ella me insultaba llamándome ladrón, y a mí un sudor se me iba y otro se me venía. I think it was God's punishment for the peccadilloes I told you about ... She insulted me, calling me a thief, and one sweat was leaving me and another was coming. Luego que tratamos de salir... La compuerta cerrada... ella parecía una gata rabiosa. ¿Ves este arañazo que tengo en la cara...? Descansemos un rato, porque me ahogo. ¿No llegamos nunca a tu casa? Don't we ever get to your house? ¿Y mi Inés está allí? Pero tunante, modera un poco el paso y dime: ¿Inés me espera? ¿Te mandó en busca mía? ¿Sabe que a mí me debe su libertad? Do you know that you owe me your freedom? Gabriel, te juro que tengo la cabeza como una jaula de grillos, y que no sé qué pensar. Gabriel, I swear my head is like a cricket cage, and I don't know what to think. Cuando vi entrar a Restituta... ¿Creerás que no puedo apartar de mi memoria su repugnante imagen? When I saw Restituta enter ... Do you think that I cannot remove his disgusting image from my memory? Lo que dije... aquellos dos pecadillos... Pero en cuanto Inés esté a mi lado, me confesaré... El Santísimo Sacramento sabe que mi intención es buena, y que el inmenso, el loco amor que me domina es causa de todo... ¿Pero no hablas? ¿Estás mudo? ¿Inés me espera? Dímelo francamente y no me hagas padecer. Tell me frankly and don't make me suffer. ¿Está contenta, está triste? ¿Ella quiso desde luego salir contigo para esperarme fuera?... She certainly wanted to go out with you to wait for me outside? ... ¡Mil demonios! ¿Cuándo llegamos a tu casa? Me aguarda, ¿no es verdad? Ahora le hablaré cara a cara por primera vez. ¿Sabes que me da vergüenza?...Pero ella quizás me dirá primero algunas palabras, dándome pie para que después siga yo hablando como un cotorro. Do you know that I am ashamed? ... But perhaps she will say a few words to me first, giving me footing so that later I continue talking like a parrot. ¿Estás tú seguro de que leyó mi carta? Pues si la leyó, ya está al corriente de mi ardiente amor, y en cuanto me vea se arrojará llorando en mis brazos, dándome gracias por su salvación. Well, if you read it, you are already aware of my ardent love, and as soon as you see me you will throw yourself crying into my arms, thanking me for your salvation. ¿No lo crees tú así? Don't you think so? ¿Pero por qué callas? ¿Te has quedado sin lengua? Have you run out of tongue? ¿Qué le has dicho tú, qué te ha dicho ella? What did you say to her, what did she say to you? ¿No te habló de aquel pasaje de la carta en que le decía que mi amor es tan casto como el de los ángeles del cielo?... Me faltó decirle que mi corazón es el altar en que la adoro con tanto fervor como al Dios que hizo el mundo para todos y para nosotros una isla desierta llena de flores y pajaritos muy lindos que canten día y noche... ¡Ah, Gabriel! ¿Sabes que soy rico? Cogí lo mío, aunque la condenada me clavó las uñas para arrebatármelo. I took mine, although the condemned woman nailed me to take it from me. ¡Cuánto luchamos! How much we fight! ¡Espantosa noche! Por fin, ya muy avanzado el día, llega D. Mauro y abre el sótano para sacarte... Salimos Restituta y yo; ella está medio muerta. Su hermano, al vernos... ¡Jesús, cómo se pone! His brother, seeing us ... Jesus, how does it get! Después de insultarnos, nos dice que tenemos que casarnos el mismo día. Luego, al saber que Inés se ha fugado contigo, brama como un león, arráncase los cabellos, y después de amenazar con la muerte a su hermana y a mí, enciende las dos velas al santo patrono. Yo salgo de la casa sin contestar a nada, y como ya empiezan los tiros, merefugio en la del licenciado Lobo... Todos están allí llenos de terror... los franceses, los franceses... ¡ban, bun!, golpean un tabique, acudimos: se abre un agujero y apareces tú... ¿Pero llegaremos al fin? ¡Qué impaciente estará la pobrecita! How impatient the poor thing will be! Cuando me vea entrar, ella romperá a hablar, ¿no lo crees tú? When she sees me come in, she will start talking, don't you think? Si no... yo estoy seguro de que me quedaré como una estatua. Si se me quitara esta vergüenza... If this shame were taken away ...

Yo no contestaba a ninguna de las atropelladas e inconexas razones de Juan de Dios, pues más que la verbosidad de aquel desgraciado, ocupaba mi mente la idea de los peligros que corrían Inés y su tío en mi casa. Nuestra marcha era sumamente fatigosa, pues algunas veces después de recorrer toda una calle, teníamos que volver atrás huyendo de los mamelucos: otras veces nos detenía algún grupo compuesto en su mayor parte de mujeres y ancianos que con lamentos y gritos rodeaban un cadáver, víctima reciente de los invasores; más adelante veíamos desfilar precipitadamente pelotones de granaderos que hacían retroceder a todo el mundo; luego el espectáculo de una lucha parcial, tan encarnizada como las anteriores, era lo que de improviso nos estorbaba el paso. Our march was extremely tiring, because sometimes after traveling a whole street, we had to go back fleeing from the mamelukes: other times we were stopped by a group made up mostly of women and old men who with lamentations and shouts surrounded a corpse, victim recent of the invaders; ahead we would see squads of grenadiers rush past, driving everyone back; then the spectacle of a partial struggle, as fierce as the previous ones, was what suddenly blocked our way.

En la calle de Fuencarral el gentío era grande, y todos corrían hacia arriba, como en dirección al parque. Oíanse fuertes descargas, que aterraron a mi acompañante, y cuando embocamos a la calle de laPalma por la casa de Aranda, los gritos de los héroes llegaban hasta nuestros oídos. Strong volleys were heard, which terrified my companion, and when we entered Calle de laPalma by Aranda's house, the screams of the heroes reached our ears.

Era entre doce y una. It was between twelve and one. Dando un gran rodeo pudimos al fin entrar en la calle de San José, y desde lejos distinguí las altas ventanas de mi casa entre el denso humo de la pólvora. Taking a long detour, we were finally able to enter Calle de San José, and from a distance I made out the tall windows of my house amid the dense smoke of gunpowder.

-No podemos subir a nuestra casa -dije a Juan de Dios-, a menos que no nos metamos en medio del fuego. "We can't go up to our house," I said to Juan de Dios, "unless we get into the middle of the fire."

-¡En medio del fuego! ¡Qué horror! No: no expongamos la vida. No: let's not expose life. Veo que también hacen fuego desde algún balcón. I see that they also make fire from a balcony. Escondámonos, Gabriel.

-No avancemos. Parece que cesa el fuego.

-Tienes razón. Ya no se oyen sino pocos tiros, y me parece que oigo decir: «victoria, victoria».

-Sí, y el paisanaje se despliega, y vienen algunos hacia acá. -Yes, and the peasantry unfolds, and some come here. ¡Ah! ¿No son franceses aquellos que corren hacia la calle de la Palma? Sí: ¿no ve Vd. los sombreros de piel?

-Vamos allá. ¡Qué algazara! Parece que están contentos. Mira cómo agitan las gorras aquellos que están en el balcón. Look how those on the balcony shake their caps.

-Inés, allí está Inés, en el balcón de arriba, arriba... Allí está: mira hacia el parque, parece que tiene miedo y se retira. -Inés, there is Inés, on the upper balcony, upstairs ... There she is: she looks towards the park, she seems to be afraid and she withdraws. También sale a curiosear don Celestino. Corramos y ahora nos será fácil entrar en la casa.

Después de una empeñada refriega, el combatehabía cesado en el parque con la derrota y retirada del primer destacamento francés que fue a atacarlo. After a determined skirmish, the fighting had ceased in the park with the defeat and withdrawal of the first French detachment that went to attack it. Pero si el crédulo paisanaje se entregó a la alegría creyendo que aquel triunfo era decisivo; los jefes militares conocieron que serían bien pronto atacados con más fuerzas, y se preparaban para la resistencia. Pacorro Chinitas, que había sido uno de los que primero acudieron a aquel sitio, se llegó a mí ponderándome la victoria alcanzada con las cuatro piezas que Daoíz había echado a la calle; pero bien pronto él y los demás se convencieron de que los franceses no habían retrocedido sino para volver pronto con numerosa artillería. Pacorro Chinitas, who had been one of those who first came to that place, came to me pondering the victory achieved with the four pieces that Daoíz had thrown out on the street; but very soon he and the others were convinced that the French had not retreated but were soon to return with numerous artillery. Así fue en efecto, y cuando subíamos la escalera de mi casa, sentí el alarmante rumor de la tropa cercana.

El mancebo tropezaba a cada peldaño, circunstancia que cualquiera hubiera atribuido al miedo, y yo atribuí a la emoción. The young man stumbled on every step, a circumstance that anyone would have attributed to fear, and I attributed to emotion. Cuando llegamos a presencia de Inés y D. Celestino, estos se alegraron en extremo de verme sano, y ella me señaló una imagen de la Virgen, ante la cual habían encendido dos velas. When we arrived in the presence of Inés and Don Celestino, they were extremely happy to see me healthy, and she pointed out an image of the Virgin, in front of which they had lit two candles. Juan de Dios permaneció un rato en el umbral, medio cuerpo fuera y dentro el otro medio, con el sombrero en la mano, el rostro pálido y contraído, la actitud embarazosa, sin atreverse a hablar ni tampoco a retirarse, mientras que Inés, enteramente ocupada de mi vuelta, no ponía en él la menor atención.

-Aquí, Gabriel -me dijo el clérigo-, hemos presenciado escenas de grande heroísmo. Los franceses han sido rechazados. Por lo visto, Madrid entero se levanta contra ellos. Apparently, the whole of Madrid is rising up against them.

Al decir esto, una detonación terrible hizo estremecer la casa.

-¡Vuelven los franceses! Ese disparo ha sido de los nuestros, que siguen decididos a no entregarse. That shot was ours, who remain determined not to surrender. Dios y su santa Madre, y los cuatro patriarcas y los cuatro doctores nos asistan.

Juan de Dios continuaba en la puerta, sin que mis dos amigos, hondamente afectados por el próximo peligro hicieran caso de su presencia. Juan de Dios continued at the door, without my two friends, deeply affected by the next danger, paying attention to his presence.

-Va a empezar otra vez -exclamó Inés huyendo de la ventana después de cerrarla-. Yo creí que se había concluido. ¡Cuántos tiros! ¡Qué gritos! ¿Pues y los cañones? Yo creí que el mundo se hacía pedazos; y puesta de rodillas no cesaba de rezar. I believed that the world was falling apart; and kneeling did not stop praying. Si vieras, Gabriel... Primero sentimos que unos soldados daban recios golpes en la puerta del parque. If you could see, Gabriel ... First we felt that some soldiers were knocking loudly at the park gate. Después vinieron muchos hombres y algunas mujeres pidiendo armas. Later many men and some women came asking for weapons. Dentro del patio un español con uniforme verde disputó un instante con otro de uniforme azul, y luego se abrazaron, abriendo enseguida las puertas. Inside the courtyard, a Spaniard in a green uniform disputed for a moment with another in a blue uniform, and then they embraced, immediately opening the doors. ¡Ay! ¡Qué voces, qué gritos! Mi tío se echó a llorar y dijo también «¡viva España!» tres veces, aunque yo le suplicaba que callase para no dar que hablar a la vecindad. My uncle burst into tears and also said "Long live Spain!" three times, although I begged him to shut up so as not to give the neighborhood a talk. Al momento empezaron los tirosde fusil, y al cabo de un rato los de cañón, que salieron empujados por dos o tres mujeres... El del uniforme azul mandaba el fuego, y otro del mismo traje, pero que se distinguía del primero por su mayor estatura, estaba dentro disponiendo cómo se habían de sacar la pólvora y las balas... Yo me estremecía al sentir los cañonazos; y si a veces me ocultaba en la alcoba, poniéndome a rezar, otras podía tanto la curiosidad, que sin pensar en el peligro me asomaba a la ventana para ver todo... ¡Qué espanto! At the moment the rifle shots began, and after a while the cannon shots, which came out pushed by two or three women ... The one in the blue uniform commanded the fire, and another in the same suit, but who was distinguished from the first by his greater stature, I was inside arranging how the powder and bullets were to be removed ... I shuddered when I felt the cannon shots; and if sometimes I hid in the bedroom, praying, other times curiosity could so much that without thinking about the danger I leaned out the window to see everything ... How scary! Humo, mucho humo, brazos levantados, algunos hombres tendidos en el suelo y cubiertos de sangre y por todos lados el resplandor de esos grandes cuchillos que llevan en los fusiles. Smoke, a lot of smoke, raised arms, some men lying on the ground covered in blood, and everywhere the glare of those big knives they carry on their rifles.

Una segunda detonación seguida del estruendo de la fusilería, nos dejó paralizados de estupor. A second detonation followed by the roar of the riflemen, left us paralyzed with stupor. Inés miró a la Virgen, y el cura encarándose solemnemente con la santa imagen, dirigiole así la palabra: Inés looked at the Virgin, and the priest, solemnly facing the holy image, addressed her thus:

-Señora: proteged a vuestros queridos españoles, de quienes fuisteis reina y ahora sois capitana. -Madam: protect your dear Spaniards, of whom you were queen and now you are captain. Dadles valor contra tantos y tan fieros enemigos, y haced subir al cielo a los que mueran en defensa de su patria querida.

Quise abrir la ventana; pero Inés se opuso a ello muy acongojada. Juan de Dios, que al fin traspasó el umbral, se había sentado tímidamente en el borde de una silla puesta junto a la misma puerta, donde Inés le reconoció al fin, mejor dicho, advirtió su presencia,y antes que formulara una pregunta, le dije yo: Juan de Dios, who at last crossed the threshold, had timidly sat on the edge of a chair placed next to the same door, where Ines finally recognized him, rather, noticed his presence, and before he asked a question, he I said:

-Es el Sr. Juan de Dios, que ha venido a acompañarme.

-Yo... yo... -balbució el mancebo en el momento en que la gritería de la calle apenas permitía oírle-. Gabriel habrá enterado a Vd...

-El miedo le quita a Vd. -Fear takes away from you. el habla -dijo Inés-. Yo también tengo mucho miedo. Pero Vd. tiembla, Vd. está malo...

En efecto, Juan de Dios parecía desmayarse, y alargaba sus brazos hacia la muchacha, que absorta y confundida no sabía si acercarse a darle auxilio o si huir con recelo de visitante tan importuno. Indeed, Juan de Dios seemed to faint, and stretched out his arms towards the girl, who, absorbed and confused, did not know whether to come to help him or to flee with suspicion of such an importunate visitor. Yo estaba an excitado, que sin parar mientes en lo que junto a mí ocurría, ni atender al pavor de mi amiga, abrí resueltamente la ventana. I was still excited, that without stopping to think about what was happening with me, or attend to my friend's fear, I resolutely opened the window. Desde allí pude ver los movimientos de los combatientes, claramente percibidos, cual si tuviera delante un plano de campaña con figuras movibles. From there I could see the movements of the combatants, clearly perceived, as if I had in front of a campaign plan with movable figures. Funcionaban cuatro piezas: he oído hablar de cinco, dos de a 8 y tres de a 4; pero yo creo que una de ellas no hizo fuego, o sólo trabajó hacia el fin de la lucha. Four pieces worked: I've heard of five, two 8's and three 4's; but I believe that one of them did not fire, or only worked towards the end of the fight. Los artilleros me parece que no pasaban de veinte; tampoco eran muchos los de infantería mandados por Ruiz; pero el número de paisanos no era escaso ni faltaban algunas heroicas amazonas de las que poco antes vi en la Puerta del Sol. The gunners, it seems to me, were no more than twenty; Nor were there many infantry commanded by Ruiz; But the number of countrymen was not scarce, nor was there a lack of some heroic Amazons, of the kind that I saw a short time before in Puerta del Sol. Un oficial de uniforme azul mandabalas dos piezas colocadas frente a la calle de San Pedro la Nueva. Por cuenta del otro del mismo uniforme y graduación corrían las que enfilaban la calle de San Miguel y de San José, apuntando una de ellas hacia la de San Bernardo, pues por allí se esperaban nuevas fuerzas francesas en auxilio de las que invadían la Palma Alta y sitios inmediatos a la iglesia de Maravillas. On behalf of the other with the same uniform and graduation ran those that lined the streets of San Miguel and San José, pointing one of them towards San Bernardo, because there new French forces were expected to help those who invaded Palma Alta and sites near the church of Maravillas. La lucha estaba reconcentrada entonces en la pequeña calle de San Pedro la Nueva, por donde atacaron los granaderos imperiales en número considerable. Para contrarrestar su empuje los nuestros disparaban las piezas con la mayor rapidez posible, empleándose en ello lo mismo los artilleros que los paisanos; y auxiliaba a los cañones la valerosa fusilería que tras las tapias del parque, en la puerta, y en la calle, hacía mortífero e incesante fuego. To counteract their thrust, ours fired the pieces as quickly as possible, using the same artillery as the countrymen; and the brave riflemen assisted the cannons, which behind the walls of the park, at the gate, and in the street, made deadly and incessant fire.

Cuando los franceses trataban de tomar las piezas a la bayoneta, sin cesar el fuego por nuestra parte, eran recibidos por los paisanos con una batería de navajas, que causaban pánico y desaliento entre los héroes de las Pirámides y de Jena, al paso que el arma blanca en manos de estos aguerridos soldados, no hacía gran estrago moral en la gente española, por ser esta de muy antiguo aficionada acon ella, de modo que al verse heridos, antes les enfurecía que les desmayaba. When the French tried to take the pieces with the bayonet, without ceasing fire on our part, they were received by the countrymen with a battery of knives, which caused panic and discouragement among the heroes of the Pyramids and Jena, while the A knife in the hands of these brave soldiers, did not cause great moral damage to the Spanish people, since they were very fond of it, so that when they saw themselves wounded, they were infuriated before that they fainted. Desde mi ventana abierta a la calle de San José, no se veía la inmediata de San Pedro la Nueva, aunque la casa hacía esquina a las dos, así es que yo, teniendo siempre a los españoles bajo mis ojos, no distinguía a los franceses, sino cuando intentaban caer sobre las piezas, desafiando la metralla, el plomo, el acero y hasta las implacables manos de los defensores del parque. From my window open to the street of San José, you could not see the immediate San Pedro la Nueva, although the house was on the corner at two o'clock, so I, always having the Spanish under my eyes, did not distinguish the French But when they tried to fall on the pieces, defying shrapnel, lead, steel and even the relentless hands of the park's defenders. Esto pasó una vez, y cuando lo vi pareciome que todo iba a concluir por el sencillo procedimiento de destrozarse simultáneamente unos a otros; pero nuestro valiente paisanaje, sublimado por su propio arrojo y el ejemplo, y la pericia, y la inverosímil constancia de los dos oficiales de artillería, rechazaba las bayonetas enemigas, mientras sus navajas, hacían estragos, rematando la obra de los fusiles. This happened once, and when I saw it it seemed to me that everything was going to end by the simple procedure of simultaneously destroying each other; but our brave peasant, sublimated by his own courage and example, and the skill, and the improbable constancy of the two artillery officers, rejected the enemy bayonets, while their knives wreaked havoc, finishing off the work of the rifles. Cayeron algunos, muchos artilleros, y buen número de paisanos; pero esto no desalentaba a los madrileños. Al paso que uno de los oficiales de artillería hacía uso de su sable con fuerte puño sin desatender el cañón cuya cureña servía de escudo a los paisanos más resueltos, el otro, acaudillando un pequeño grupo, se arrojaba sobre la avanzada francesa, destrozándola antes de que tuviera tiempo de reponerse. While one of the artillery officers made use of his saber with a strong fist without neglecting the cannon whose carriage served as a shield for the most determined countrymen, the other, leading a small group, threw himself on the French advance, destroying it before that he had time to recover. Eran aquellos los dos oficiales oscuros y sin historia, que en un día, en una hora, haciéndose, por inspiración de sus almas generosas, instrumento de la conciencianacional, se anticiparon a la declaración de guerra por las juntas y descargaron los primeros golpes de la lucha que empezó a abatir el más grande poder que se ha señoreado del mundo. Those were the two dark and historyless officers, who in one day, in an hour, making themselves, by inspiration of their generous souls, an instrument of national conscience, anticipated the declaration of war by the junta and unleashed the first blows of the struggle that began to bring down the greatest power that has ruled the world. Así sus ignorados nombres alcanzaron la inmortalidad.

El estruendo de aquella colisión, los gritos de unos y otros, la heroica embriaguez de los nuestros y también de los franceses, pues estos evocaban entre sí sus grandes glorias para salir bien de aquel empeño, formaban un conjunto terrible, ante el cual no existía el miedo, ni tampoco era posible resignarse a ser inmóvil espectador. The roar of that collision, the cries of one and the other, the heroic intoxication of our people and also of the French, since they evoked among themselves their great glories to get out of that endeavor, formed a terrible set, before which there was no fear, nor was it possible to resign oneself to being a motionless spectator. Causaba rabia y al mismo tiempo cierto júbilo inexplicable lo desigual de las fuerzas, y el espectáculo de la superioridad adquirida por los débiles a fuerza de constancia. The unevenness of the forces and the spectacle of the superiority acquired by the weak by dint of perseverance caused anger and at the same time a certain inexplicable joy. A pesar de que nuestras bajas eran inmensas, todo parecía anunciar una segunda victoria. Although our casualties were immense, everything seemed to announce a second victory. Así lo comprendían sin duda los franceses, retirados hacia el fondo de la calle de San Pedro la Nueva; y viendo que para meter en un puño a los veinte artilleros ayudados de paisanos y mujeres, era necesaria más tropa con refuerzos de todas armas, trajeron más gente, trajeron un ejército completo; y la división de San Bernardino, mandada por Lefranc apareció hacia las Salesas Nuevas con varias piezas de artillería. This was undoubtedly understood by the French, retired towards the end of the street of San Pedro la Nueva; And seeing that in order to put the twenty artillerymen aided by civilians and women into a fist, it was necessary more troops with reinforcements of all weapons, they brought more people, they brought a complete army; and the San Bernardino division, commanded by Lefranc, appeared towards the New Salesas with various artillery pieces. Los imperiales daban al parque cercado de mezquinas tapias las proporciones de una fortaleza, y a la abigarrada pandilla las proporciones de un pueblo. The Imperials gave the park surrounded by petty walls the proportions of a fortress, and the motley gang the proportions of a town.

Hubo un momento de silencio, durante el cual no oí más voces que las de algunas mujeres, entre las cuales reconocí la de la Primorosa, enronquecida por la fatiga y el perpetuo gritar. Cuando en aquel breve respiro me aparté de la ventana, vi a Juan de Dios completamente desvanecido. Inés estaba a su lado, presentándole un vaso de agua.

-Este buen hombre -dijo la muchacha- ha perdido el tino. "This good man," said the girl, "has lost his mind." ¡Tan grande es su pavor! Verdad que la cosa no es para menos. Truth that the thing is not for less. Yo estoy muerta. I am dead. ¿Se ha acabado, Gabriel? Is it over, Gabriel? Ya no se oyen tiros. Shots are no longer heard. ¿Ha concluido todo? ¿Quién ha vencido? Who has won?

Un cañonazo resonó estremeciendo la casa. A Inés cayósele el vaso de las manos, y en el mismo instante entró D. Celestino, que observaba la lucha desde otra habitación de la casa.

-Es la artillería francesa -exclamó-. Ahora es ella. Now it's her. Traen más de doce cañones. ¡Jesús, María y José nos amparen! Van a hacer polvo a nuestros valientes paisanos. They are going to dust our brave countrymen. ¡Señor de justicia! Lord of justice! ¡Virgen María, santa patrona de España!

Juan de Dios abrió sus ojos buscando a Inés con una mirada calmosa y apagada como la de un enfermo. Juan de Dios opened his eyes looking for Ines with a calm and dull look like that of a sick person. Ella, en tanto, puesta de rodillas ante la imagen, derramaba abundantes lágrimas. She, meanwhile, kneeling before the image, shed abundant tears.

-Los franceses son innumerables -continuó el cura-. Vienen cientos de miles. Hundreds of thousands come. En cambio los nuestros, son menos cada vez. On the other hand, ours are less every time. Muchos han muerto ya.¿Podrán resistir los que quedan? ¡Oh! Gabriel, y usted, caballero, quien quiera que sea, aunque presumo será español: ¿están Vds. Gabriel, and you, gentleman, whoever it is, although I presume it will be Spanish: are you here? en paz con su conciencia, mientras nuestros hermanos pelean abajo por la patria y por el Rey? Hijos míos, ánimo: los franceses van a atacar por tercera vez. Courage, my children: the French are going to attack for the third time. ¿No veis cómo se aperciben los nuestros para recibirlos con tanto brío como antes? Don't you see how our people are ready to receive them with as much enthusiasm as before? ¿No oís los gritos de los que han sobrevivido al último combate? ¿No oís las voces de esa noble juventud? Gabriel, Vd., caballero, cualquiera que sea, ¿habéis visto a las mujeres? Gabriel, you gentleman, whatever it is, have you seen the women? ¿Darán lección de valor esas heroicas hembras a los varones que huyen de la honrosa lucha?

Al decir esto, el buen sacerdote, con una alteración que hasta entonces jamás había advertido en él, se asomaba al balcón, retrocedía con espanto, volvía los ojos a la imagen de la Virgen, luego a nosotros, y tan pronto hablaba consigo mismo como con los demás. When he said this, the good priest, with an alteration that he had never noticed in him until then, leaned out onto the balcony, recoiled in horror, turned his eyes to the image of the Virgin, then to us, and as soon as he spoke to himself as with the rest.

-Si yo tuviera quince años, Gabriel -continuó- si yo tuviera tu edad... Francamente, hijos míos, yo tengo muchísimo miedo. En mi vida había visto una guerra, ni oído jamás el estruendo de los mortíferos cañones; pero lo que es ahora cogería un fusil, sí señores, lo cogería... ¿No veis que va escaseando la gente? I had never seen a war in my life, never heard the roar of deadly cannons; but what is now would take a rifle, yes gentlemen, would take it ... Don't you see that people are getting scarce? ¿No veis cómo los barre la metralla?... Can't you see how the shrapnel sweeps them away? ... Mirad aquellas mujeres que con sus brazos despedazados empujan uno de nuestros cañoneshasta embocarle en esta calle. Look at those women who with their shattered arms push one of our cannons into this street. Mirad aquel montón de cadáveres del cual sale una mano increpando con terrible gesto a los enemigos. Look at that pile of corpses from which a hand comes out, rebuking the enemies with a terrible gesture. Parece que hasta los muertos hablan, lanzando de sus bocas exclamaciones furiosas... It seems that even the dead speak, casting furious exclamations from their mouths ... ¡Oh!, yo tiemblo, sostenedme; no, dejadme tomar un fusil, lo tomaré yo. Oh, I tremble, hold me; no, let me take a rifle, I'll take it. Gabriel, caballero, y tú también, Inés; vamos todos a la calle, a la calle. ¿Oís? Aquí llegan las vociferaciones de los franceses. Here comes the screams of the French. Su artillería avanza. ¡Ah!, perros: todavía somos suficientes, aunque pocos. Ah, dogs: we are still enough, although few. ¿Queréis a España, queréis este suelo? Do you want Spain, do you want this soil? ¿Queréis nuestras casas, nuestras iglesias, nuestros reyes, nuestros santos? Pues ahí está, ahí está dentro de esos cañones lo que queréis. Well, there it is, there is what you want inside those canyons. Acercaos... ¡Ah! Aquellos hombres que hacían fuego desde la tapia han perecido todos. No importa. Cada muerto no significa más sino que un fusil cambia de mano, porque antes de que pierda el calor de los dedos heridos que lo sueltan, otros lo agarran... Mirad: el oficial que los manda parece contrariado, mira hacia el interior del parque y se lleva la mano a la cabeza con ademán de desesperación. Es que les faltan balas, les falta metralla. It is that they lack bullets, they lack shrapnel. Pero ahora sale el otro con una cesta de piedras... sí... son piedras de chispa. But now the other one comes out with a basket of stones ... yes ... they are spark stones. Cargan con ellas, hacen fuego... They carry them, they make fire ... ¡Oh!, que vengan, que vengan ahora. ¡Miserables! España tiene todavía piedras en sus calles para acabar con vosotros... Pero ¡ay!, los franceses parece que están cerca. Spain still has stones in its streets to kill you ... But alas, the French seem to be close. Mueren muchos de los nuestros.Desde los balcones se hace mucho fuego; mas esto no basta. Many of our people die. From the balconies there is a lot of fire; but this is not enough. Si yo tuviera veinte años... Si yo tuviera veinte años, tendría el valor que ahora me falta, y me lanzaría en medio del combate, y a palos, sí señores, a palos, acabaría con todos esos franceses. If I were twenty years old ... If I were twenty years old, I would have the courage that I now lack, and I would throw myself in the middle of the fight, and with sticks, yes gentlemen, with sticks, I would end all those French. Ahora mismo, con mis sesenta años... Gabriel, ¿sabes tú lo que es el deber? ¿Sabes tú lo que es el honor? Pues para que lo sepas, oye: Yo que soy un viejo inútil, yo que nunca he visto un combate, yo que jamás he disparado un tiro, yo que en mi vida he peleado con nadie, yo que no puedo ver matar un pollo, yo que nunca he tenido valor para matar un gusanito, yo que siempre he tenido miedo a todo, yo que ahora tiemblo como una liebre y a cada tiro que oigo parece que entrego el alma al Señor, voy a bajar al instante a la calle, no con armas, porque armas no me corresponden, sino para alentar a esos valientes, diciéndoles en castellano aquello de  Dulce et decorum est pro patria mori!

Estas palabras, dichas con un entusiasmo que el anciano no había manifestado ante mí sino muy pocas veces, y siempre desde el púlpito, me enardeció de tal modo que me avergoncé de reconocerme cobarde espectador de aquella heroica lucha sin disparar un tiro, ni lanzar una piedra en defensa de los míos. A no contenerme la presencia de Inés, ni un instante habría yo permanecido en aquella situación. Después cuando vi al buen anciano precipitarse fuera de lacasa, dichas sus últimas palabras, miedo y amor se oscurecieron en mí ante una grande, una repentina iluminación de entusiasmo, de esas que rarísimas veces, pero con fuerza poderosa, nos arrastran a las grandes acciones.

Inés hizo un movimiento como para detenerme pero sin duda su admirable buen sentido comprendió cuánto habría desmerecido a mis propios ojos cediendo a los reclamos de la debilidad, y se contuvo ahogando todo sentimiento. Juan de Dios, que al volver de su desmayo era completamente extraño a la situación que nos encontrábamos, y no parecía tener ojos ni oídos más que para espectáculos y voces de su propia alma, se adelantó hacia Inés con ademán embarazoso, y le dijo:

-Pero Gabriel la habrá enterado a Vd. de todo. ¿La he ofendido a Vd. Have I offended you? en algo? Bien habrá comprendido Vd...

-Este caballero -dijo Inés- está muerto de miedo, y no se moverá de aquí. ¿Quiere Vd. esconderse en la cocina?

-¡Miedo! ¡Que yo tengo miedo! -exclamó el mancebo con un repentino arrebato que le puso encendido como la grana-. ¿A dónde vas, Gabriel?

-A la calle -respondí saliendo-. A pelear por España. Yo no tengo miedo.

-Ni yo, ni yo tampoco -afirmó resuelta, furiosamente Juan de Dios corriendo detrás de mí.