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El 19 de Marzo y el 2 de Mayo by Benito Pérez Galdós, XI

XI

Pasé todo aquel día durmiendo. Al caer de la tarde salí para observar el aspecto del pueblo, y en la taberna encontré a Lopito, que hacía con su navajita mil rúbricas en el aire, para que le viera Mariminguilla. Después, guardando el arma, me dijo:

-Le he caído en gracia a la muchacha, y si el tíoMalayerba no me la deja sacar de aquí, ya sabrá quién es Lopito. ¡Qué bien me porté anoche, Gabriel! Todos están entusiasmados conmigo, y para cuando tengamos al Príncipe en el trono, ya me han prometido darme una plaza de ocho mil reales en la contaduría del Consejo de Hacienda.

-Chico, si tienes buena letra...

-Ni buena ni mala, porque no sé escribir; pero eso será lo de menos. Me ha dicho Juan el cochero que ahora van a quitar de las oficinas a todos los que puso el Príncipe de la Paz, y como son cientos de miles, quedarán muchas plazas vacantes. Conque a toos nos han de poner... porque, chico, esto de la montería me cansa, y para algo más que para cuidar perros y machos de perdiz, me parece que nos echaron nuestras madres al mundo.

-Pero ¿ponen al Príncipe de Asturias, o no le ponen?

-Nos lo pondrán; y si no, ¿para qué vienen ahí las tropas de Napoleón? ¡Qué bueno estuvo lo de anoche! Dicen que el Rey temblaba como un chiquillo, y quería venir a calmarnos; pero parece que los ministrillos no le dejaron. La Reina decía que nos debían matar a todos para que no pasara aquí otra como la de Francia, donde le cortaron la cabeza a los reyes con un instrumento que llaman la tía Guillotina . Así me lo contó esta mañana Pujitos, que sabe de toas estas cosas, y lo ha leído en unpapel que tiene. Nosotros queremos al Rey, porque es el Rey, y esta mañana, cuando salió al balcón, gritamos mucho y le aclamamos. Él se llevaba la mano a los ojos para secarse las lágrimas; pero la condenada Reina estaba allí como un palo, y no nos saludó. Pujitos que lo sabe todo, dice que es porque está afligida con lo que hemos hecho en casa del Choricero, y asegura que ella lo tiene escondido en su camarín.

-Puede ser.

-Pues yo me he lucido -continuó Lopito alzando la voz para que lo oyera Mariminguilla-. Esta mañana cuando prendieron a D. Diego Godoy, hermano del ministro, íbamos toos gritando detrás, y yo le tiré una piedra, que si le llega a dar en metá la cara, lo deja en el sitio.

-¿Y qué había hecho ese señor?

-¿Te parece poco ser hermano de ese pillastrón? Era coronel de guardias, pero sus mismos soldados le quitaron las insignias y ahora me lo van a llevar a un castillo.

Aquella noche oí un nuevo discurso de Pujitos; pero haré a mis lectores el señalado favor de no copiarlo aquí. El poeta calagurritano que antes mencioné, jefe de la conspiración literaria fraguada contra El sí de las niñas , se arrimó a nosotros, acompañado de Cuarta y Media, y entre uno y otro nos descerrajaron la cabeza con media docena de sonetos yotros proyectiles fundidos en sus cerebros. Pero después que nos molieron a sonetazos, Lopito trabó cierta pendencia con el poeta, porque a este se le antojó requebrar a Mariminguilla, llamándola ninfa de no sé qué aguas o poéticos charcos. La navaja de Lopito salió a relucir, y si el poeta no hubiera sido el más cobarde de los cabalgantes del Pegaso, habría corrido mezclada en espantoso río la sangre de un futuro empleado de Hacienda, y la de un pretérito émulo del viejo Homero.

Nada más ocurrió en aquella noche, digno de ser transmitido a la posteridad; pero a la mañana siguiente se esparció con la rapidez del rayo por todo el pueblo la voz de que el Príncipe de la Paz había sido encontrado en su propia casa. La taberna del tío Malayerba se vació en dos minutos, y de todas partes cundió en gran masa la gente para verle salir.

Era cierto: Godoy se había refugiado en un desván donde le encerró uno de sus sirvientes, el cual, preso después, no pudo acudir a sacarle. A las treinta y seis horas de encierro, el Príncipe, prefiriendo sin duda la muerte a la angustia, hambre y sed que le devoraban, bajó de su escondite, presentándose a los guardias que custodiaban su morada. Estos, lejos de amparar al que un día antes era su jefe, alborotaron el vecindario, y la misma turbamulta de la noche del 17 acudió con heroico entusiasmo a apoderarse de él.

-¡Ya pareció, ya le cogimos, ya es nuestro! -exclamaban muchas voces.

Fuimos todos allá, y en la puerta del palacio el agolpado gentío formaba una muralla. Los feroces gritos, los aullidos de cólera componían espantoso y discorde concierto. Sorprendiome oír entre tanta algarabía las voces de algunas mujeres chillonas, que deshonraban a su sexo pidiendo venganza. Lopito no cabía en sí de satisfacción, y la navajilla fue blandida sobre nuestras cabezas, como si quisiera partir el firmamento en dos pedazos.

Empujábamos todos, pugnando cada cual por acercarse, y codazo por aquí, codazo por allí, Lopito y yo pudimos aproximarnos bastante a la puerta. El poeta y Cuarta y Media estaban en primera fila. El segundo de estos personajes se volvió a mí, y me dijo con gozo:

-Creo que no saldrá vivo de manos del pueblo.

-¿Y a Vd. qué le ha hecho ese caballero? -le pregunté.

-¡Oh! -me contestó-. Ese hombre es un infame, un pícaro que se ha hecho rico a costa del reino. Yo le aborrezco, le detesto: yo soy una víctima de sus picardías. Ha de saber Vd. que la tienda de calderería que tengo me la puso él, por ser yo hijo de la que le lavaba la ropa... Al año de tener la tienda me arruiné, y él me dio unos cuartos para seguir adelante; pero como le pidiese un destino donde condescanso y sin trabajar me ganase la vida, tuvo la poca vergüenza de contestarme que yo no debía ser empleado sino calderero, y añadió que yo era un animal. Vea Vd., ¡decir que yo soy un animal!

No quise oírle más, y me volví de otro lado. La turba chillaba: no he podido olvidar nunca aquellos gritos que relaciono siempre con la voz de los seres más innobles de la creación; y mientras aquel gatazo de mil voces mayaba, extendía determinadamente su garra con la decisión irrevocable y parecida al valor que resulta de la superioridad física, con la fuerte entereza que da el sentirse gato en presencia del ratón.

La tropa contenía al pueblo, anheloso de entrar, y algunos jinetes de la guardia se colocaron a derecha e izquierda de la puerta. No lejos de allí, Pujitos, que tenía, como hemos dicho, el instinto, el genio de la reglamentación del desorden, mandaba a la turba que se pusiese en fila, y decía alzando su garrote:

-Señores: a un laíto... de dos en dos. Formen en batallón, y no rempujen.

De pronto un clamor inmenso, compuesto de declamaciones groseras, de torpes dichos, de gritos rencorosos resonó en la calle. En la puerta había aparecido un hombre de mediana estatura, con el pelo en desorden, el rostro blanco como el mármol, los ojos hundidos y amoratados, los brazos caídos,en mangas de camisa y con un capote echado sobre los hombros. Era el ministro de ayer, el jefe de los ejércitos de mar y tierra, el árbitro del gobierno, el opulento Príncipe y prócer, señor de inmensos estados, el amigo íntimo de los Reyes, el dispensador de gracias, el dueño de España y de los españoles, pues de aquella y de estos disponía como de hacienda propia; el coloso de la fortuna, el que de nada se convirtió en todo, y de pobre en millonario, el guardia que a los veinticinco años subió desde las cuadras de su regimiento al trono de los Reyes, el conde de Eboramonte y duque de Sueca y duque de la Alcudia, y Príncipe de la Paz, y Alteza Serenísima que en un día, en un instante, en un soplo había caído desde la cumbre de su grandeza y poder al charco de la miseria y de la nulidad más espantosas.

Cuando apareció, mil puños cerrados se extendieron hacia él: los caballos tuvieron que recular, y los jinetes que hacer uso de sus sables, para que el cuerpo del Príncipe no desapareciera, arista devorada por aquel gran fuego del odio humano. El favorito dirigió al pueblo una mirada que imploraba conmiseración; pero el pueblo que en tales momentos es siempre una fiera, más se irritaba cuanto más le veía; sin duda el mayor placer de esa bestia que se llama vulgo, consiste en ver descender hasta su nivel a los que por mucho tiempo vio a mayor altura.

El piquete de guardias de a caballo trató de conducir al Príncipe al cuartel, para lo cual fue preciso que él se colocase entre dos caballos, apoyando sus brazos en los arzones, y siguiendo el paso de aquellos, que si al principio era lento, después fue muy acelerado con objeto de terminar pronto tan fatal viacrucis. Entre tanto la multitud pugnaba por apartar los caballos; por aquí se alargaba un brazo, por allí una pierna; los garrotes se blandían bajo la barriga de los corceles, y las piedras llovían por encima. Tanto menudeaban estas, que los jinetes empezaron a amoscarse y repartieron algunos linternazos.

Lopito, ebrio de gozo me dijo:

-He sido más listo que todos, porque me escurrí por entre las patas de los caballos, y le pinché con mi navaja. Mírala: entavía tiene sangre.

Cuarta y Media vociferaba diciendo:

-Es una iniquidad lo que hacen con nosotros. Esos guardias debían ser fusilados. ¿Por qué no nos dejan acercar?

Pujitos, que en su petulancia no carecía de generosidad, fue el único de los por mí conocidos, en quien advertí señales de compasión.

Hubo momentos angustiosos en que la turba se arremolinaba estrechándose, y parecía próxima a devorar al prisionero y a los jinetes que le custodiaban; pero estos sabían abrirse paso, y aclarándose el grupo volvía a aparecer la cara del mártir, asidocon convulsas manos a los arzones, cerrados sus ojos, la frente herida y cubierta de sangre, las piernas flojas y trémulas, llevado casi en volandas y casi arrastrando, con la respiración jadeante, la boca espumosa, las ropas desgarradas. Parecíame mentira que fuese aquel el mismo hombre que dos días antes me recibió en su palacio, el mismo a quien vi asediado por los pretendientes, agitado y receloso sin duda, pero seguro aún de su poder, y muy ajeno a aquella tan repentina y traidora y alevosa mudanza del destino... ¡Y los chicos más desarrapados se aventuraban entre los pies de las cabalgaduras para golpearle, y las mujeres le arrojaban el fango de las calles, menos repugnante que las exclamaciones de los hombres... y estos no disparaban sus escopetas por temor de herir a los soldados! No creo que haya ocurrido jamás caída tan degradante. Sin duda está escrito que la caída sea tan ignominiosa como la elevación.

Los favoritos que dejaron su cabeza sobre el tajo de un cadalso, fueron sin disputa menos mártires que D. Manuel Godoy, llevado en vergonzosa procesión entre feroces risas y torpes dicharachos, sin morir, porque no matan los arañazos y pellizcos.


XI XI

Pasé todo aquel día durmiendo. Al caer de la tarde salí para observar el aspecto del pueblo, y en la taberna encontré a Lopito, que hacía con su navajita mil rúbricas en el aire, para que le viera Mariminguilla. At dusk I went out to observe the appearance of the town, and in the tavern I found Lopito, who was making a thousand rubrics in the air with his pocketknife, for Mariminguilla to see him. Después, guardando el arma, me dijo: Then, putting the gun away, he said to me:

-Le he caído en gracia a la muchacha, y si el tíoMalayerba no me la deja sacar de aquí, ya sabrá quién es Lopito. -I have liked the girl, and if Uncle Malayerba won't let me get her out of here, she'll know who Lopito is. ¡Qué bien me porté anoche, Gabriel! How good I was last night, Gabriel! Todos están entusiasmados conmigo, y para cuando tengamos al Príncipe en el trono, ya me han prometido darme una plaza de ocho mil reales en la contaduría del Consejo de Hacienda. Everyone is enthusiastic about me, and by the time we have the Prince on the throne, they have already promised to give me a place of eight thousand reais in the accounting office of the Treasury Council.

-Chico, si tienes buena letra...

-Ni buena ni mala, porque no sé escribir; pero eso será lo de menos. -Neither good nor bad, because I don't know how to write; but that will be the least. Me ha dicho Juan el cochero que ahora van a quitar de las oficinas a todos los que puso el Príncipe de la Paz, y como son cientos de miles, quedarán muchas plazas vacantes. Juan the coachman told me that now they are going to remove from the offices all those who put the Prince of Peace, and since there are hundreds of thousands, many vacancies will remain. Conque a toos nos han de poner... porque, chico, esto de la montería me cansa, y para algo más que para cuidar perros y machos de perdiz, me parece que nos echaron nuestras madres al mundo. So they have to put us all ... because, boy, this hunting thing tires me, and for something more than to take care of dogs and male partridge, it seems to me that our mothers threw us into the world.

-Pero ¿ponen al Príncipe de Asturias, o no le ponen?

-Nos lo pondrán; y si no, ¿para qué vienen ahí las tropas de Napoleón? -They will put it on us; and if not, why do Napoleon's troops come there? ¡Qué bueno estuvo lo de anoche! How good was last night! Dicen que el Rey temblaba como un chiquillo, y quería venir a calmarnos; pero parece que los ministrillos no le dejaron. They say that the King trembled like a child, and wanted to come and calm us down; but it seems that the ministrillos did not let him. La Reina decía que nos debían matar a todos para que no pasara aquí otra como la de Francia, donde le cortaron la cabeza a los reyes con un instrumento que llaman la  tía Guillotina . The Queen said that they should kill us all so that another one like the one in France would not pass here, where they cut off the heads of the kings with an instrument they call Aunt Guillotina. Así me lo contó esta mañana Pujitos, que sabe de toas estas cosas, y lo ha leído en unpapel que tiene. So Pujitos told me this morning, who knows all these things, and has read it on a piece of paper he has. Nosotros queremos al Rey, porque es el Rey, y esta mañana, cuando salió al balcón, gritamos mucho y le aclamamos. Él se llevaba la mano a los ojos para secarse las lágrimas; pero la condenada Reina estaba allí como un palo, y no nos saludó. He raised his hand to his eyes to wipe his tears; But the damned Queen was there like a stick, and she didn't greet us. Pujitos que lo sabe todo, dice que es porque está afligida con lo que hemos hecho en casa del Choricero, y asegura que ella lo tiene escondido en su camarín. Pujitos, who knows everything, says it is because she is afflicted with what we have done at Choricero's house, and assures that she has it hidden in her dressing room.

-Puede ser.

-Pues yo me he lucido -continuó Lopito alzando la voz para que lo oyera Mariminguilla-. "Well, I have excelled," Lopito continued, raising his voice for Mariminguilla to hear. Esta mañana cuando prendieron a D. Diego Godoy, hermano del ministro, íbamos toos gritando detrás, y yo le tiré una piedra, que si le llega a dar en metá la cara, lo deja en el sitio. This morning when they arrested Don Diego Godoy, the minister's brother, we were all shouting behind him, and I threw a stone at him, which if it hits him in the face, he will leave it in place.

-¿Y qué había hecho ese señor? -And what had that man done?

-¿Te parece poco ser hermano de ese pillastrón? -Does it seem little to you to be the brother of that pillatron? Era coronel de guardias, pero sus mismos soldados le quitaron las insignias y ahora me lo van a llevar a un castillo. He was a colonel of guards, but his own soldiers took his insignia from him and now they are going to take him to a castle.

Aquella noche oí un nuevo discurso de Pujitos; pero haré a mis lectores el señalado favor de no copiarlo aquí. That night I heard a new speech from Pujitos; but I will do my readers the aforementioned favor not to copy it here. El poeta calagurritano que antes mencioné, jefe de la conspiración literaria fraguada contra  El sí de las niñas , se arrimó a nosotros, acompañado de Cuarta y Media, y entre uno y otro nos descerrajaron la cabeza con media docena de sonetos yotros proyectiles fundidos en sus cerebros. The Calagurritan poet I mentioned earlier, head of the literary conspiracy forged against The Girls Yes, approached us, accompanied by Cuarta y Media, and between one and the other they smashed our heads with half a dozen sonnets and other projectiles fused in their brains. Pero después que nos molieron a sonetazos, Lopito trabó cierta pendencia con el poeta, porque a este se le antojó requebrar a Mariminguilla, llamándola  ninfa de no sé qué aguas o poéticos charcos. But after we were beaten to death, Lopito got into a certain quarrel with the poet, because he wanted to challenge Mariminguilla, calling her a nymph of I don't know what waters or poetic puddles. La navaja de Lopito salió a relucir, y si el poeta no hubiera sido el más cobarde de los cabalgantes del Pegaso, habría corrido mezclada en espantoso río la sangre de un futuro empleado de Hacienda, y la de un pretérito émulo del viejo Homero. Lopito's razor came to light, and if the poet had not been the most cowardly of the Pegasus riders, the blood of a future Treasury employee and that of a past emulator of old Homer would have flowed mixed in a horrible river.

Nada más ocurrió en aquella noche, digno de ser transmitido a la posteridad; pero a la mañana siguiente se esparció con la rapidez del rayo por todo el pueblo la voz de que el Príncipe de la Paz había sido encontrado en su propia casa. Nothing else happened that night, worthy of being transmitted to posterity; but the next morning the word spread with lightning speed throughout the town that the Prince of Peace had been found in his own home. La taberna del tío Malayerba se vació en dos minutos, y de todas partes cundió en gran masa la gente para verle salir. Uncle Malayerba's tavern was emptied in two minutes, and people from everywhere flocked to see him go out.

Era cierto: Godoy se había refugiado en un desván donde le encerró uno de sus sirvientes, el cual, preso después, no pudo acudir a sacarle. It was true: Godoy had taken refuge in an attic where one of his servants locked him up, who, later imprisoned, could not come to get him out. A las treinta y seis horas de encierro, el Príncipe, prefiriendo sin duda la muerte a la angustia, hambre y sed que le devoraban, bajó de su escondite, presentándose a los guardias que custodiaban su morada. Estos, lejos de amparar al que un día antes era su jefe, alborotaron el vecindario, y la misma turbamulta de la noche del 17 acudió con heroico entusiasmo a apoderarse de él. These, far from protecting the one who was their boss the day before, made an uproar in the neighborhood, and the same mob on the night of the 17th came with heroic enthusiasm to seize him.

-¡Ya pareció, ya le cogimos, ya es nuestro! -It seemed, we already caught him, he is already ours! -exclamaban muchas voces.

Fuimos todos allá, y en la puerta del palacio el agolpado gentío formaba una muralla. Los feroces gritos, los aullidos de cólera componían espantoso y discorde concierto. Sorprendiome oír entre tanta algarabía las voces de algunas mujeres chillonas, que deshonraban a su sexo pidiendo venganza. Lopito no cabía en sí de satisfacción, y la navajilla fue blandida sobre nuestras cabezas, como si quisiera partir el firmamento en dos pedazos. Lopito did not fit himself with satisfaction, and the knife was brandished over our heads, as if he wanted to split the sky into two pieces.

Empujábamos todos, pugnando cada cual por acercarse, y codazo por aquí, codazo por allí, Lopito y yo pudimos aproximarnos bastante a la puerta. El poeta y Cuarta y Media estaban en primera fila. El segundo de estos personajes se volvió a mí, y me dijo con gozo:

-Creo que no saldrá vivo de manos del pueblo.

-¿Y a Vd. qué le ha hecho ese caballero? what has that gentleman done to him? -le pregunté.

-¡Oh! -me contestó-. Ese hombre es un infame, un pícaro que se ha hecho rico a costa del reino. That man is an infamous, a rogue who has become rich at the expense of the kingdom. Yo le aborrezco, le detesto: yo soy una víctima de sus picardías. Ha de saber Vd. You must know. que la tienda de calderería que tengo me la puso él, por ser yo hijo de la que le lavaba la ropa... Al año de tener la tienda me arruiné, y él me dio unos cuartos para seguir adelante; pero como le pidiese un destino donde condescanso y sin trabajar me ganase la vida, tuvo la poca vergüenza de contestarme que yo no debía ser empleado sino calderero, y añadió que yo era un animal. He gave me the boiler shop that I have, because I was the son of the one who washed his clothes ... A year after having the shop I was ruined, and he gave me some rooms to keep going; But as I asked him for a destination where I could rest and without working I could earn a living, he had the little shame to answer me that I should not be an employee but a coppersmith, and added that I was an animal. Vea Vd., ¡decir que yo soy un animal!

No quise oírle más, y me volví de otro lado. I didn't want to hear him anymore, and turned away. La turba chillaba: no he podido olvidar nunca aquellos gritos que relaciono siempre con la voz de los seres más innobles de la creación; y mientras aquel gatazo de mil voces mayaba, extendía determinadamente su garra con la decisión irrevocable y parecida al valor que resulta de la superioridad física, con la fuerte entereza que da el sentirse gato en presencia del ratón. The mob screamed: I have never been able to forget those cries that I always associate with the voice of the most ignoble beings of creation; and while that big cat with a thousand Mayan voices, determinedly extended its claw with irrevocable decision and similar to the value that results from physical superiority, with the strong integrity that comes from feeling like a cat in the presence of the mouse.

La tropa contenía al pueblo, anheloso de entrar, y algunos jinetes de la guardia se colocaron a derecha e izquierda de la puerta. The troop held back the people, eager to enter, and some horsemen of the guard stood to the right and left of the gate. No lejos de allí, Pujitos, que tenía, como hemos dicho, el instinto, el genio de la reglamentación del desorden, mandaba a la turba que se pusiese en fila, y decía alzando su garrote: Not far from there, Pujitos, who had, as we have said, the instinct, the genius of the regulation of disorder, ordered the mob to line up, and said, raising his club:

-Señores: a un laíto... de dos en dos. - Gentlemen: to a lot ... two by two. Formen en batallón, y no rempujen.

De pronto un clamor inmenso, compuesto de declamaciones groseras, de torpes dichos, de gritos rencorosos resonó en la calle. En la puerta había aparecido un hombre de mediana estatura, con el pelo en desorden, el rostro blanco como el mármol, los ojos hundidos y amoratados, los brazos caídos,en mangas de camisa y con un capote echado sobre los hombros. A man of medium height had appeared at the door, his hair in disarray, his face white as marble, his eyes sunken and purple, his arms dropped, in shirt sleeves and a cape thrown over his shoulders. Era el ministro de ayer, el jefe de los ejércitos de mar y tierra, el árbitro del gobierno, el opulento Príncipe y prócer, señor de inmensos estados, el amigo íntimo de los Reyes, el dispensador de gracias, el dueño de España y de los españoles, pues de aquella y de estos disponía como de hacienda propia; el coloso de la fortuna, el que de nada se convirtió en todo, y de pobre en millonario, el guardia que a los veinticinco años subió desde las cuadras de su regimiento al trono de los Reyes, el conde de Eboramonte y duque de Sueca y duque de la Alcudia, y Príncipe de la Paz, y Alteza Serenísima que en un día, en un instante, en un soplo había caído desde la cumbre de su grandeza y poder al charco de la miseria y de la nulidad más espantosas. He was the minister of yesterday, the chief of the armies of sea and land, the arbitrator of the government, the opulent Prince and hero, lord of immense states, the intimate friend of the Kings, the dispenser of graces, the owner of Spain and of the Spaniards, then, of that and of these had as their own property; the colossus of fortune, the one who became everything from nothing, and from poor to millionaire, the guard who at the age of twenty-five rose from the stables of his regiment to the throne of the Kings, the Count of Eboramonte and Duke of Sueca and Duke of Alcudia, and Prince of Peace, and Serene Highness who in a day, in an instant, in a breath had fallen from the peak of his greatness and power into the pool of misery and the most frightening nullity.

Cuando apareció, mil puños cerrados se extendieron hacia él: los caballos tuvieron que recular, y los jinetes que hacer uso de sus sables, para que el cuerpo del Príncipe no desapareciera, arista devorada por aquel gran fuego del odio humano. When he appeared, a thousand clenched fists were extended towards him: the horses had to retreat, and the riders had to use their sabers, so that the body of the Prince would not disappear, an edge devoured by that great fire of human hatred. El favorito dirigió al pueblo una mirada que imploraba conmiseración; pero el pueblo que en tales momentos es siempre una fiera, más se irritaba cuanto más le veía; sin duda el mayor placer de esa bestia que se llama vulgo, consiste en ver descender hasta su nivel a los que por mucho tiempo vio a mayor altura. The favorite gave the people a look that implored pity; but the people, who at such moments are always a beast, became more irritated the more they saw him; Undoubtedly the greatest pleasure of that beast called vulgar, consists in seeing descend to its level those that for a long time it saw at a greater height.

El piquete de guardias de a caballo trató de conducir al Príncipe al cuartel, para lo cual fue preciso que él se colocase entre dos caballos, apoyando sus brazos en los arzones, y siguiendo el paso de aquellos, que si al principio era lento, después fue muy acelerado con objeto de terminar pronto tan fatal viacrucis. The picket of horse guards tried to lead the Prince to the barracks, for which it was necessary for him to place himself between two horses, leaning his arms on the pommel, and following the pace of those, which if at first it was slow, later it was very accelerated in order to soon end this fatal way of the cross. Entre tanto la multitud pugnaba por apartar los caballos; por aquí se alargaba un brazo, por allí una pierna; los garrotes se blandían bajo la barriga de los corceles, y las piedras llovían por encima. Tanto menudeaban estas, que los jinetes empezaron a amoscarse y repartieron algunos linternazos. These were so frequent that the riders began to show off and distributed some flashlights.

Lopito, ebrio de gozo me dijo:

-He sido más listo que todos, porque me escurrí por entre las patas de los caballos, y le pinché con mi navaja. -I have been smarter than all, because I slipped through the horses' legs, and pricked him with my knife. Mírala: entavía tiene sangre.

Cuarta y Media vociferaba diciendo:

-Es una iniquidad lo que hacen con nosotros. -It is an iniquity what they do with us. Esos guardias debían ser fusilados. ¿Por qué no nos dejan acercar?

Pujitos, que en su petulancia no carecía de generosidad, fue el único de los por mí conocidos, en quien advertí señales de compasión.

Hubo momentos angustiosos en que la turba se arremolinaba estrechándose, y parecía próxima a devorar al prisionero y a los jinetes que le custodiaban; pero estos sabían abrirse paso, y aclarándose el grupo volvía a aparecer la cara del mártir, asidocon convulsas manos a los arzones, cerrados sus ojos, la frente herida y cubierta de sangre, las piernas flojas y trémulas, llevado casi en volandas y casi arrastrando, con la respiración jadeante, la boca espumosa, las ropas desgarradas. There were moments of agony when the mob swirled together, narrowing, and seemed about to devour the prisoner and the horsemen who guarded him; But these knew how to break through, and as the group cleared up, the martyr's face reappeared, clutching the pommel with convulsive hands, his eyes closed, his forehead wounded and covered with blood, his legs weak and trembling, carried almost flying and almost dragging , with gasping breath, foamy mouth, torn clothes. Parecíame mentira que fuese aquel el mismo hombre que dos días antes me recibió en su palacio, el mismo a quien vi asediado por los pretendientes, agitado y receloso sin duda, pero seguro aún de su poder, y muy ajeno a aquella tan repentina y traidora y alevosa mudanza del destino... ¡Y los chicos más desarrapados se aventuraban entre los pies de las cabalgaduras para golpearle, y las mujeres le arrojaban el fango de las calles, menos repugnante que las exclamaciones de los hombres... y estos no disparaban sus escopetas por temor de herir a los soldados! It seemed a lie to me that he was the same man who two days before received me in his palace, the same one whom I saw besieged by the suitors, agitated and suspicious without a doubt, but still sure of his power, and very alien to that so sudden and treacherous and treacherous change of fate ... And the most ragged boys ventured between the feet of the horses to beat him, and the women threw the mud from the streets at him, less disgusting than the exclamations of the men ... and these were not! they fired their shotguns for fear of hurting the soldiers! No creo que haya ocurrido jamás caída tan degradante. I don't think such a degrading fall has ever occurred. Sin duda está escrito que la caída sea tan ignominiosa como la elevación. No doubt it is written that the fall is as ignominious as the rise.

Los favoritos que dejaron su cabeza sobre el tajo de un cadalso, fueron sin disputa menos mártires que D. Manuel Godoy, llevado en vergonzosa procesión entre feroces risas y torpes dicharachos, sin morir, porque no matan los arañazos y pellizcos. The favorites who left their heads on the gash of a scaffold, were without dispute less martyrs than D. Manuel Godoy, led in a shameful procession between fierce laughter and clumsy talk, without dying, because scratches and pinches do not kill.