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Viaje a la Alcarria - Cela, X UN VIAJE EN AUTOBÚS

X UN VIAJE EN AUTOBÚS

Viajando en autobús, el vuelo es gallináceo. JOSÉ PLA

El autobús va hasta los topes y al viajero le hacen un hueco en la última fila de asientos, entre unos gitanos. En la Alcarria, el viajero se encontró gitanos por todas partes, gitanos que viven en paz y buena armonía con los payos, gitanos trabajadores y buenos artesanos —chumajarós que ponen bien la suela de los zapatos, petalarós que cantan martinetes en la fragua, cascaroberós que fabrican los más relucientes calderos, bajirinanós que construyen livianas y resistentes cestas—, gitanos sedentarios que se inscriben en el registro civil, van a las quintas y viajan en coche de línea, gitanos que lo único que no hacen es casarse fuera de su raza.

El viajero, al intentar acomodarse, pisa sin querer a una gitana jovencilla, muy guapa. La mujer da un grito.

—¡Mal puñetaso te pegue un inglés borracho, esaborío!

Cuando el autobús echa a andar, la gente se va acoplando. El acoplamiento es, a veces, doloroso.

—¡Que me aplasta usted a la criatura!

El hombre, haciendo equilibrios, responde sin mirar; aunque quisiera, no podría volver la cabeza.

—Échela usted en la baca, señora, y cállese.

—Tendremos que esperar a agosto, que por ahora lo llevo dentro.

No más salir del pueblo, unas criadas empiezan a alborotar: ya irán así todo el camino. Antes de llegar al Tajo, una señora gorda dice perdone, y les vomita por encima a un guardia civil, a su señora y a un niño de pecho que llevaba al brazo. El niño iba dormidito, pero, como es natural, se despierta y empieza a gritar; el niño grita como si lo estuvieran matando; la cosa, como dice muy bien un joven de corbata de lazo y flexible verde claro, no era para tanto.

Las criadas cantan sin descanso, pero cambian constantemente de canción. Empezaron por Amapola, lindísima Amapola, y después siguieron con Dónde estarán nuestros mozos, con Rosa de Madrid, la flor de Chamberí, con la marcha de Adis-Abbeba en un arreglo especial, y con Pelona, sin pelo.

Al lado del chófer va un brigada de la guardia civil, un sargento de caballería y un señor serio y enlutado, con aire de curial.

La gente habla de los pantanos que están haciendo en el Tajo y en el Guadiela. Según aseguran, van a ser algo muy importante. Al salir de Sacedón se ve la sierra de San Cristóbal, de color verde oscuro y no muy alta. Un pastor cuida de sus cabras en un terreno que las aguas se tragarán. Al pie de la sierra han levantando unas fábricas de cemento, destinadas a surtir el pantano.

El viajero, de haber ido a pie, hubiera podido cruzar por el atajo de la Entrepeña, que también desaparecerá bajo las aguas.

El joven del lazo y el flexible explica al viajero, forzando mucho la postura para poder mirarle, que, ¡hay que ver!, que el pantano de Entrepeñas y el del Guadiela irán minados por un túnel para nivelarse “mutuamente”. El viajero le dice que sí, no muy convencido; en realidad, que los pantanos de Entrepeñas y del Guadiela se nivelen o no, es algo que le coge bastante de refilón.

No más cruzar el Tajo aparecen unas casas recién construidas; son los almacenes y las viviendas de los ingenieros: tienen un aire triste y estadístico, un vulgar aire de fabricación en serie. La carretera es una continua curva y la señora mareada tiene ya dos imitadoras que asoman medio cuerpo por las ventanillas. Las señoras, para llegar hasta las ventanillas, tuvieron que pasar por encima de los viajeros.

Como para compensarse de tanto potaje devuelto, el viajero, a la vista aún del Tajo y con el recuerdo puesto en el Jarama, en el Henares, en el Tajuña, en los ríos que cruzó, se divierte en componer, colgadas de la memoria, unas coplillas espirituales.

Por el Jarama

va un negro toro.

Muy de mañana

el río es de oro.

El río Henares

lleno de agua.

Negros pesares

y alba la enagua.

Pasa el Tajuña

lindando huertas.

Gata garduña,

la barbechera.

El río Tajo

como un lebrel.

Ni alto ni bajo:

plomo y cordel.

--

Una señora

y un caballero.

Corre la aurora

por el sendero.

Un caballero

y una señora.

¡Vuele el sombrero,

cante la alondra!

Una señora

y un caballero.

Marca una hora

sobre el pañuelo.

Un caballero

y una señora.

Sobre el estero

va una amazona.

Al cruzar por Auñón las criadas van cantando lo de Rosa de Madrid. Una gorda, cachonda y descarada, grita: “¡Viva mi novio!” Las otras, que parecen más honestas, no gritan más que “¡Viva mi pueblo!”, o “¡Viva yo!”, que es un viva que nunca falta.

El paisaje es, en general, verde y con árboles, y así sigue hasta después de Albóndiga, hacia la casilla de peones camineros que hay en el cruce de la carretera que va a Fuentelaencina, donde empieza otra vez la meseta.

Albóndiga es un pueblo de adobes colgado sobre el río Arles, que baja desde el pico Berninches, en la sierra que hay detrás de El Olivar.

El viajero pregunta al cobrador cómo debe hacer para ir a Pastrana.

—Pues puede usted venirse hasta el empalme de Tendilla y allí esperar al otro coche, el que viene de Madrid.

—¿A qué hora pasa?

—A eso de las siete o siete y media de la tarde.

Cómo son las once de la mañana y de Tendilla al empalme no habrá, según el mapa, mucho más de una legua, el viajero decide apearse en Tendilla, para ver un poco el pueblo y almorzar, y después acercarse dando un paseíto hasta el cruce.

Dos o tres kilómetros antes de llegar a Tendilla, y a mano izquierda de la carretera, hay unas ruinas corrientes; el viajero no sabe si serán históricas, lo que sí sabe es que le parecieron poco interesantes.

Al pueblo, y a orillas del arroyo que lleva su mismo nombre, se entra por una alameda muy bonita y bastante frondosa.

Los gitanos van durmiendo y, al querer apearse, el viajero tiene que despertarlos para pasar.

—Adiós, señores, buen viaje.

—Adiós, hombre, que le vaya bien.

El viajero, al ponerse de pie en el suelo, nota que tiene las dos piernas dormidas y que casi no puede andar. Le duelen los riñones y la ropa la tiene toda torcida, toda fuera de su sitio. El autobús ha parado frente a una taberna y el viajero entra a tomarse un vaso y colocarse, poco a poco, la ropa donde debe ir.

Tendilla es un pueblo de soportales planos, largo como una longaniza y estirado todo lo largo de la carretera. En este pueblo es donde tiene un olivar el escritor don Pío Baroja, para poder tener aceite todo el año.

El viajero habla con las chicas de la taberna.

—¿Conocen ustedes a Pío Baroja?

—No, señor.

—¿Y no saben quién es?

—No, señor, tampoco.

La madre, que ha salido de la cocina, interviene.

—Sí, hijas, sí; ese señor es el señorito de la Eufrasia, es el que ha comprado ese terreno del sendero de Moratilla, el que está dando con el del tío Pierdecarros.

—¡Ah, sí! Pero ese señor no viene nunca por aquí, debe ser ya muy viejo; el secretario dice que es un señor muy importante, de lo más importante que hay.

El viajero, después de un rato de charla, sale a dejar el equipaje en algún lado y a ver el pueblo. Pasa por delante de un parador que tiene un letrero de tabla, colgado de un balcón; el letrero dice: “Parador Antiguo de Juan Nuevo”. El viajero entra, pero a recibirlo no sale nadie más que una perra ruin y flaca que le ladra desconsideradamente y le enseña los dientes. El viajero espera a que venga alguien o a que la perra se calle, pero ni la perra deja de ladrar ni el ama acaba de acudir. El viajero entra un poco en el portal y da dos palmadas. La perra se enfurece aún más y se le tira a morderle en las piernas. El viajero dio un paso atrás y le soltó semejante coz que por poco la mata contra el muro. ¡Pobre animalito, qué patada llevó! La perra empezó a aullar y salió cojeando y derrengada. A los aullidos salió una mujer.

—¿Qué le ha hecho usted a la Perlita?

—¡Cállese, señora, y déjeme en paz! ¿Puedo comer?

—No hay nada de comer, ¡largo de aquí! ¡Si no se va usted llamo a mi Juan y ya verá como lo echa a usted a palos!

—¡No grite, señora, que no es para tanto! No llame usted a su Juan, que ya me voy.

Ladra el can del señor Juan

Nuevo, el del Parador

Viejo, donde un “no, señor”

dan a quien les pide pan.

El viajero, de nuevo en la carretera y guiado por un niño, se fue al otro extremo del pueblo, a una fonda muy peripuesta, con baldosines en el suelo y retratos con marco dorado en las paredes. La patrona era una señora muy amable, y quedó en prepararle una perdiz al viajero para almorzar. El viajero salió al corral, sacó un cubo de agua del pozo y empezó a lavarse un poco. En el corral había muchas aves y de todas clases: palomas, dos docenas de gallinas, otros tantos patos, seis o siete pavos y dos gansos hermosos. Cuando el viajero estaba inclinado, refrescándose un poco la nuca, uno de los gansos le dio semejante picotazo en las posaderas que no le arrancó un pedazo de la carne blanda porque midió mal las distancias y pinchó en hueso. El viajero se dio un susto mayúsculo —porque nadie espera, mientras se lava, recibir semejante mordisco en el trasero— y soltó un grito algo destemplado. El corral se alborotó: las palomas levantaron el vuelo; las gallinas y los patos empezaron a huir de un lado para otro, despavoridos; los gansos graznaban como condenados; la patrona acudió a ver qué pasaba, y el viajero, con un palo en una mano y la otra en el dolor, estaba en dudas sobre si huir o arremeter contra su enemigo.

—¿Qué ha pasado?

—Pues ya lo ve, señora, que si me descuido no vuelvo a sentarme en la vida.

—Un ganso, ¿verdad?

—Sí, señora, un ganso.

—Claro, ¡como no lo conocen! ¿Le ha hecho sangre?

El viajero se palpó un poco.

—No, señora, parece que no.

Los pavos fueron los únicos que mantuvieron la calma.

El viajero salió y se puso a pensar que, en aquel pueblo, los animales eran de una bravura quizás excesiva. A lo mejor, esa copleja que empieza diciendo: No compres mula en Tendilla, está inventada para prevenir a los arrieros de una muerte a coces. ¡Quién sabe! Por lo menos, su anónimo autor se cura en salud y advierte, poco más abajo, que la mula saldrá falsa.

El viajero fue a dar un paseo hasta que fuese la una, para comer. En el camino del cementerio se encontró con unos muros muy bonitos, cubiertos de yedra por algunas esquinas, restos de un antiguo convento. A su lado y en una pequeña explanada, había una cruz de piedra, no alta pero sí airosa. Desde allí se divisaba bien toda la vega de Tendilla, con sus olivares en la ladera y sus huertas en el llano, al lado de la carretera y del arroyo.

Después de almorzar, el viajero salió andando despacio hacia el empalme. No se cruzó con un alma en la legua que anduvo, ni vio nada especial que llamara su atención. El terreno, por aquella parte, es pardo, monótono y aburrido, y la gente parece haberse dado cita para no ir.

En el empalme de Tendilla hay un merendero con un emparrado y un porche todo cubierto de enredadera florecida, fresca y aromática. Tienen botellas de cerveza fría —que refrescan metiéndolas en el pozo, dentro del cubo, y teniéndolas allí guardadas horas y horas— y buen chorizo y buen pan para merendar. Aquella tabernita de en medio del campo era realmente algo muy parecido al paraíso terrenal.

Al viajero le sacaron una silla de tijera, de lona, al emparrado, y allí comió pan con chorizo, bebió su cerveza, descabezó un sueñecito y esperó al autobús que había de llevarlo a Pastrana.

La dueña del merendero era muy amable y sabía bien el oficio, y el viajero, tumbado en una chaise-longue y, para colmo, en día descansado, se sintió feliz, notó que le invadía la imaginación una nube de dorados pensamientos y se acabó durmiendo como un bendito, quién sabe si hasta con la sonrisa en los labios.

De su dulce sueño lo despertó el autobús, que llegó con más de media hora de adelanto sobre el horario normal. Del autobús se apearon los que debían esperar a que llegase el que iba a Sacedón, y ¡ casi la mitad de las plazas quedaron vacías.

El coche de línea tiró por la carretera de Fuentelviejo, porque su camino de siempre, otra carretera que queda a la derecha, estaba estropeada, e incluso cortada en algunos trozos, por la inundación. Fuentelviejo es un pueblo pequeño y típico, muy bonito. En él se apea un matrimonio joven, de recién casados, que había pasado la luna de miel en Guadalajara.

A los lados del camino se ven cuevas con un asiento hecho en la misma tierra y un porchecillo de ramas secas. El terreno es ondulado y verde. Al llegar a la desviación que lleva a Moratilla de los Meleros, el autobús se para para que se bajen tres o cuatro personas que han de subir andando el kilómetro escaso que les separa del pueblo.

—¡Ha habido suerte viniendo por aquí! —les dice el chófer.

—Hombre, ¡no iban a ser todo desgracias con la inundación!

Hasta Hueva la carretera discurre ya entre huertecillas trabajadas muy curiosamente. Hueva tiene la torre de la iglesia torcida, como la de Pisa. El autobús va ya casi vacío y la gente empieza a ordenar sus bultos, sus maletas, sus bolsas, sus capachos.

—¿Es usted de Pastrana?

—No, señor.

—¿Viajante, quizá?

—Tampoco, no señor.

—¡Ah! ¿Entonces va usted a visitar algún preso?


X UN VIAJE EN AUTOBÚS X A BUSFAHRT X A BUS TRIP X UN VOYAGE EN BUS ×バス旅行 X EN BUSSRESA X BİR OTOBÜS GEZİSİ

Viajando en autobús, el vuelo es gallináceo. Traveling by bus, the flight is gallinaceous. En bus, le vol est gallinacé. JOSÉ PLA

El autobús va hasta los topes y al viajero le hacen un hueco en la última fila de asientos, entre unos gitanos. En la Alcarria, el viajero se encontró gitanos por todas partes, gitanos que viven en paz y buena armonía con los payos, gitanos trabajadores y buenos artesanos —chumajarós que ponen bien la suela de los zapatos, petalarós que cantan martinetes en la fragua, cascaroberós que fabrican los más relucientes calderos, bajirinanós que construyen livianas y resistentes cestas—, gitanos sedentarios que se inscriben en el registro civil, van a las quintas y viajan en coche de línea, gitanos que lo único que no hacen es casarse fuera de su raza. In the Alcarria, the traveler found gypsies everywhere, gypsies who live in peace and good harmony with the payos, gypsy workers and good craftsmen -chumajarós who put the soles of their shoes well, petalarós who sing martinetes in the forge, cascaroberós who make the most shining cauldrons, bajirinanós who build light and resistant baskets-, sedentary gypsies who register in the civil registry, go to the quintas and travel by car, gypsies that the only thing they do not do is to marry outside their race.

El viajero, al intentar acomodarse, pisa sin querer a una gitana jovencilla, muy guapa. Le voyageur, qui tente de s'installer, marche involontairement sur une jolie jeune gitane. La mujer da un grito.

—¡Mal puñetaso te pegue un inglés borracho, esaborío! -Bad punch from a drunken Englishman, you sorehead! -Tu vas recevoir un mauvais coup de poing d'un Anglais ivre, espèce d'aigrefin !

Cuando el autobús echa a andar, la gente se va acoplando. Au fur et à mesure que le bus s'éloigne, les gens commencent à se joindre à lui. El acoplamiento es, a veces, doloroso. L'accouplement est parfois douloureux.

—¡Que me aplasta usted a la criatura!

El hombre, haciendo equilibrios, responde sin mirar; aunque quisiera, no podría volver la cabeza.

—Échela usted en la baca, señora, y cállese. -Vous le mettez sur la galerie, madame, et vous vous taisez.

—Tendremos que esperar a agosto, que por ahora lo llevo dentro. -Il faudra attendre le mois d'août, que je retiens pour l'instant.

No más salir del pueblo, unas criadas empiezan a alborotar: ya irán así todo el camino. Antes de llegar al Tajo, una señora gorda dice perdone, y les vomita por encima a un guardia civil, a su señora y a un niño de pecho que llevaba al brazo. Avant d'atteindre le Tage, une grosse dame dit "excusez-moi" et vomit sur un garde civil, sa femme et le bébé qu'elle portait sur son bras. El niño iba dormidito, pero, como es natural, se despierta y empieza a gritar; el niño grita como si lo estuvieran matando; la cosa, como dice muy bien un joven de corbata de lazo y flexible verde claro, no era para tanto. Le garçon dormait, mais, bien sûr, il se réveille et commence à crier ; le garçon crie comme s'il était en train d'être tué ; la chose, comme le dit si bien un jeune homme en nœud papillon et en pantalon vert clair, n'était pas si grave.

Las criadas cantan sin descanso, pero cambian constantemente de canción. Empezaron por Amapola, lindísima Amapola, y después siguieron con Dónde estarán nuestros mozos, con Rosa de Madrid, la flor de Chamberí, con la marcha de Adis-Abbeba en un arreglo especial, y con Pelona, sin pelo.

Al lado del chófer va un brigada de la guardia civil, un sargento de caballería y un señor serio y enlutado, con aire de curial. À côté du chauffeur se trouvent un brigadier de la Garde civile, un sergent de cavalerie et un monsieur sérieux et endeuillé à l'air curial.

La gente habla de los pantanos que están haciendo en el Tajo y en el Guadiela. On parle des réservoirs qui sont construits sur le Tage et le Guadiela. Según aseguran, van a ser algo muy importante. Al salir de Sacedón se ve la sierra de San Cristóbal, de color verde oscuro y no muy alta. En quittant Sacedón, on aperçoit la chaîne de montagnes San Cristóbal, de couleur vert foncé et peu élevée. Un pastor cuida de sus cabras en un terreno que las aguas se tragarán. Un berger garde ses chèvres sur une terre qui sera engloutie par les eaux. Al pie de la sierra han levantando unas fábricas de cemento, destinadas a surtir el pantano. Au pied de la chaîne de montagnes, des cimenteries ont été construites pour alimenter le réservoir.

El viajero, de haber ido a pie, hubiera podido cruzar por el atajo de la Entrepeña, que también desaparecerá bajo las aguas.

El joven del lazo y el flexible explica al viajero, forzando mucho la postura para poder mirarle, que, ¡hay que ver!, que el pantano de Entrepeñas y el del Guadiela irán minados por un túnel para nivelarse “mutuamente”. Le jeune homme au ruban et au flex explique au voyageur, en forçant sa position pour qu'il puisse le regarder, que les réservoirs d'Entrepeñas et de Guadiela seront sapés par un tunnel pour se "niveler mutuellement". El viajero le dice que sí, no muy convencido; en realidad, que los pantanos de Entrepeñas y del Guadiela se nivelen o no, es algo que le coge bastante de refilón. The traveler says yes, not very convinced; in fact, whether the Entrepeñas and Guadiela reservoirs are level or not, is something that catches him quite by surprise. Le voyageur répond par l'affirmative, mais il n'est pas très convaincu. En fait, il n'est pas du tout convaincu que les réservoirs d'Entrepeñas et de Guadiela soient nivelés ou non.

No más cruzar el Tajo aparecen unas casas recién construidas; son los almacenes y las viviendas de los ingenieros: tienen un aire triste y estadístico, un vulgar aire de fabricación en serie. Dès que nous traversons le Tage, des maisons nouvellement construites apparaissent ; ce sont les entrepôts et les habitations des ingénieurs : elles ont un air triste et statistique, un air vulgaire de production de masse. La carretera es una continua curva y la señora mareada tiene ya dos imitadoras que asoman medio cuerpo por las ventanillas. La route est une courbe continue et la dame étourdie a déjà deux imitateurs qui sont à moitié sortis par les fenêtres. Las señoras, para llegar hasta las ventanillas, tuvieron que pasar por encima de los viajeros. Pour atteindre les fenêtres, les dames devaient enjamber les passagers.

Como para compensarse de tanto potaje devuelto, el viajero, a la vista aún del Tajo y con el recuerdo puesto en el Jarama, en el Henares, en el Tajuña, en los ríos que cruzó, se divierte en componer, colgadas de la memoria, unas coplillas espirituales. Comme pour se dédommager d'une telle quantité de nourriture rendue, le voyageur, toujours en vue du Tage et avec le souvenir du Jarama, du Henares, du Tajuña et des fleuves qu'il a traversés, s'amuse à composer, suspendus à sa mémoire, quelques couplets spirituels.

Por el Jarama

va un negro toro.

Muy de mañana

el río es de oro.

El río Henares

lleno de agua.

Negros pesares

y alba la enagua. et de l'aube le jupon.

Pasa el Tajuña

lindando huertas.

Gata garduña, Chat guépard,

la barbechera. le barbechera.

El río Tajo

como un lebrel.

Ni alto ni bajo:

plomo y cordel. le plomb et la corde.

--

Una señora

y un caballero.

Corre la aurora

por el sendero.

Un caballero

y una señora.

¡Vuele el sombrero,

cante la alondra!

Una señora

y un caballero.

Marca una hora

sobre el pañuelo.

Un caballero

y una señora.

Sobre el estero

va una amazona.

Al cruzar por Auñón las criadas van cantando lo de Rosa de Madrid. Una gorda, cachonda y descarada, grita: “¡Viva mi novio!” Las otras, que parecen más honestas, no gritan más que “¡Viva mi pueblo!”, o “¡Viva yo!”, que es un viva que nunca falta.

El paisaje es, en general, verde y con árboles, y así sigue hasta después de Albóndiga, hacia la casilla de peones camineros que hay en el cruce de la carretera que va a Fuentelaencina, donde empieza otra vez la meseta. Le paysage est généralement vert et boisé, et ce jusqu'après Albóndiga, vers la cabane d'ouvriers agricoles au carrefour de la route de Fuentelaencina, où le plateau recommence.

Albóndiga es un pueblo de adobes colgado sobre el río Arles, que baja desde el pico Berninches, en la sierra que hay detrás de El Olivar. Albóndiga est un village en pisé perché au-dessus de la rivière Arles, qui descend du pic Berninches dans la sierra derrière El Olivar.

El viajero pregunta al cobrador cómo debe hacer para ir a Pastrana.

—Pues puede usted venirse hasta el empalme de Tendilla y allí esperar al otro coche, el que viene de Madrid. -Eh bien, vous pouvez arriver au carrefour de Tendilla et y attendre l'autre voiture, celle qui vient de Madrid.

—¿A qué hora pasa?

—A eso de las siete o siete y media de la tarde.

Cómo son las once de la mañana y de Tendilla al empalme no habrá, según el mapa, mucho más de una legua, el viajero decide apearse en Tendilla, para ver un poco el pueblo y almorzar, y después acercarse dando un paseíto hasta el cruce. Comme il est onze heures du matin et que, d'après la carte, il n'y a pas plus d'une lieue entre Tendilla et la jonction, le voyageur décide de descendre à Tendilla, de visiter un peu le village et de déjeuner, puis de marcher un peu jusqu'à la jonction.

Dos o tres kilómetros antes de llegar a Tendilla, y a mano izquierda de la carretera, hay unas ruinas corrientes; el viajero no sabe si serán históricas, lo que sí sabe es que le parecieron poco interesantes.

Al pueblo, y a orillas del arroyo que lleva su mismo nombre, se entra por una alameda muy bonita y bastante frondosa.

Los gitanos van durmiendo y, al querer apearse, el viajero tiene que despertarlos para pasar.

—Adiós, señores, buen viaje.

—Adiós, hombre, que le vaya bien.

El viajero, al ponerse de pie en el suelo, nota que tiene las dos piernas dormidas y que casi no puede andar. Le duelen los riñones y la ropa la tiene toda torcida, toda fuera de su sitio. Il a mal aux reins et ses vêtements sont tout croches, tout déplacés. El autobús ha parado frente a una taberna y el viajero entra a tomarse un vaso y colocarse, poco a poco, la ropa donde debe ir. Le bus s'est arrêté devant une taverne et le voyageur entre pour boire un verre et remettre lentement ses vêtements à leur place.

Tendilla es un pueblo de soportales planos, largo como una longaniza y estirado todo lo largo de la carretera. Tendilla est un village d'arcades plates, longues comme un saucisson et étirées tout le long de la route. En este pueblo es donde tiene un olivar el escritor don Pío Baroja, para poder tener aceite todo el año. C'est dans ce village que l'écrivain Pío Baroja possède une oliveraie, ce qui lui permet d'avoir de l'huile toute l'année.

El viajero habla con las chicas de la taberna.

—¿Conocen ustedes a Pío Baroja?

—No, señor.

—¿Y no saben quién es?

—No, señor, tampoco.

La madre, que ha salido de la cocina, interviene.

—Sí, hijas, sí; ese señor es el señorito de la Eufrasia, es el que ha comprado ese terreno del sendero de Moratilla, el que está dando con el del tío Pierdecarros.

—¡Ah, sí! Pero ese señor no viene nunca por aquí, debe ser ya muy viejo; el secretario dice que es un señor muy importante, de lo más importante que hay.

El viajero, después de un rato de charla, sale a dejar el equipaje en algún lado y a ver el pueblo. Pasa por delante de un parador que tiene un letrero de tabla, colgado de un balcón; el letrero dice: “Parador Antiguo de Juan Nuevo”. El viajero entra, pero a recibirlo no sale nadie más que una perra ruin y flaca que le ladra desconsideradamente y le enseña los dientes. El viajero espera a que venga alguien o a que la perra se calle, pero ni la perra deja de ladrar ni el ama acaba de acudir. El viajero entra un poco en el portal y da dos palmadas. Le voyageur s'avance un peu dans l'embrasure de la porte et frappe deux fois dans ses mains. La perra se enfurece aún más y se le tira a morderle en las piernas. La chienne devient encore plus furieuse et le mord aux jambes. El viajero dio un paso atrás y le soltó semejante coz que por poco la mata contra el muro. Le voyageur recula d'un pas et lança un tel coup qu'il faillit la tuer contre le mur. ¡Pobre animalito, qué patada llevó! Pauvre petit animal, quel coup de pied il a reçu ! La perra empezó a aullar y salió cojeando y derrengada. A los aullidos salió una mujer.

—¿Qué le ha hecho usted a la Perlita?

—¡Cállese, señora, y déjeme en paz! ¿Puedo comer?

—No hay nada de comer, ¡largo de aquí! ¡Si no se va usted llamo a mi Juan y ya verá como lo echa a usted a palos! Si vous ne partez pas, j'appelle mon Juan et il va vous casser la gueule !

—¡No grite, señora, que no es para tanto! -Ne criez pas, madame, ce n'est pas grave ! No llame usted a su Juan, que ya me voy.

Ladra el can del señor Juan Aboiement du chien du Señor Juan

Nuevo, el del Parador Nouveau, celui du Parador

Viejo, donde un “no, señor” Vieil homme, où un "non, monsieur"

dan a quien les pide pan. ils donnent à ceux qui demandent du pain.

El viajero, de nuevo en la carretera y guiado por un niño, se fue al otro extremo del pueblo, a una fonda muy peripuesta, con baldosines en el suelo y retratos con marco dorado en las paredes. Le voyageur, remis en route et guidé par un enfant, se rendit à l'autre bout du village, dans une auberge très péripatéticienne, avec des carreaux au sol et des portraits encadrés de dorures aux murs. La patrona era una señora muy amable, y quedó en prepararle una perdiz al viajero para almorzar. El viajero salió al corral, sacó un cubo de agua del pozo y empezó a lavarse un poco. En el corral había muchas aves y de todas clases: palomas, dos docenas de gallinas, otros tantos patos, seis o siete pavos y dos gansos hermosos. Cuando el viajero estaba inclinado, refrescándose un poco la nuca, uno de los gansos le dio semejante picotazo en las posaderas que no le arrancó un pedazo de la carne blanda porque midió mal las distancias y pinchó en hueso. Alors que le voyageur se penchait pour se rafraîchir un peu la nuque, l'une des oies lui donna un tel coup de bec sur les fesses qu'elle n'arracha pas un morceau de la chair tendre, car elle avait mal évalué la distance et percé l'os. El viajero se dio un susto mayúsculo —porque nadie espera, mientras se lava, recibir semejante mordisco en el trasero— y soltó un grito algo destemplado. El corral se alborotó: las palomas levantaron el vuelo; las gallinas y los patos empezaron a huir de un lado para otro, despavoridos; los gansos graznaban como condenados; la patrona acudió a ver qué pasaba, y el viajero, con un palo en una mano y la otra en el dolor, estaba en dudas sobre si huir o arremeter contra su enemigo.

—¿Qué ha pasado?

—Pues ya lo ve, señora, que si me descuido no vuelvo a sentarme en la vida.

—Un ganso, ¿verdad?

—Sí, señora, un ganso.

—Claro, ¡como no lo conocen! -Bien sûr, ils ne le connaissent pas ! ¿Le ha hecho sangre?

El viajero se palpó un poco.

—No, señora, parece que no.

Los pavos fueron los únicos que mantuvieron la calma.

El viajero salió y se puso a pensar que, en aquel pueblo, los animales eran de una bravura quizás excesiva. Le voyageur sortit et commença à penser que, dans ce village, les animaux étaient peut-être excessivement courageux. A lo mejor, esa copleja que empieza diciendo: No compres mula en Tendilla, está inventada para prevenir a los arrieros de una muerte a coces. La copleja qui commence par "N'achetez pas de mule à Tendilla" a peut-être été inventée pour éviter que les muletiers ne soient tués à coups de pied. ¡Quién sabe! Por lo menos, su anónimo autor se cura en salud y advierte, poco más abajo, que la mula saldrá falsa. Au moins, l'auteur anonyme prend soin de sa propre santé et prévient, un peu plus loin, que la mule s'avérera être un faux.

El viajero fue a dar un paseo hasta que fuese la una, para comer. En el camino del cementerio se encontró con unos muros muy bonitos, cubiertos de yedra por algunas esquinas, restos de un antiguo convento. A su lado y en una pequeña explanada, había una cruz de piedra, no alta pero sí airosa. Desde allí se divisaba bien toda la vega de Tendilla, con sus olivares en la ladera y sus huertas en el llano, al lado de la carretera y del arroyo.

Después de almorzar, el viajero salió andando despacio hacia el empalme. No se cruzó con un alma en la legua que anduvo, ni vio nada especial que llamara su atención. Il n'a pas rencontré âme qui vive pendant les kilomètres qu'il a parcourus, et n'a rien vu de spécial qui ait attiré son attention. El terreno, por aquella parte, es pardo, monótono y aburrido, y la gente parece haberse dado cita para no ir. Le terrain de ce côté est morne, terne et ennuyeux, et les gens semblent s'être donné rendez-vous pour ne pas y aller.

En el empalme de Tendilla hay un merendero con un emparrado y un porche todo cubierto de enredadera florecida, fresca y aromática. Au carrefour de Tendilla, il y a une aire de pique-nique avec une tonnelle et un porche, le tout recouvert de vignes fleuries, fraîches et aromatiques. Tienen botellas de cerveza fría —que refrescan metiéndolas en el pozo, dentro del cubo, y teniéndolas allí guardadas horas y horas— y buen chorizo y buen pan para merendar. Aquella tabernita de en medio del campo era realmente algo muy parecido al paraíso terrenal.

Al viajero le sacaron una silla de tijera, de lona, al emparrado, y allí comió pan con chorizo, bebió su cerveza, descabezó un sueñecito y esperó al autobús que había de llevarlo a Pastrana.

La dueña del merendero era muy amable y sabía bien el oficio, y el viajero, tumbado en una chaise-longue y, para colmo, en día descansado, se sintió feliz, notó que le invadía la imaginación una nube de dorados pensamientos y se acabó durmiendo como un bendito, quién sabe si hasta con la sonrisa en los labios.

De su dulce sueño lo despertó el autobús, que llegó con más de media hora de adelanto sobre el horario normal. Il est tiré de son doux sommeil par le bus, qui arrive avec plus d'une demi-heure d'avance sur l'horaire prévu. Del autobús se apearon los que debían esperar a que llegase el que iba a Sacedón, y ¡ casi la mitad de las plazas quedaron vacías. Ceux qui ont dû attendre le bus pour Sacedón sont descendus, et près de la moitié des sièges étaient vides.

El coche de línea tiró por la carretera de Fuentelviejo, porque su camino de siempre, otra carretera que queda a la derecha, estaba estropeada, e incluso cortada en algunos trozos, por la inundación. Fuentelviejo es un pueblo pequeño y típico, muy bonito. En él se apea un matrimonio joven, de recién casados, que había pasado la luna de miel en Guadalajara. Un jeune couple de jeunes mariés, qui avait passé sa lune de miel à Guadalajara, est descendu du train.

A los lados del camino se ven cuevas con un asiento hecho en la misma tierra y un porchecillo de ramas secas. El terreno es ondulado y verde. Al llegar a la desviación que lleva a Moratilla de los Meleros, el autobús se para para que se bajen tres o cuatro personas que han de subir andando el kilómetro escaso que les separa del pueblo.

—¡Ha habido suerte viniendo por aquí! —les dice el chófer.

—Hombre, ¡no iban a ser todo desgracias con la inundación! -Il n'y a pas eu que des inondations !

Hasta Hueva la carretera discurre ya entre huertecillas trabajadas muy curiosamente. Hueva tiene la torre de la iglesia torcida, como la de Pisa. El autobús va ya casi vacío y la gente empieza a ordenar sus bultos, sus maletas, sus bolsas, sus capachos.

—¿Es usted de Pastrana?

—No, señor.

—¿Viajante, quizá?

—Tampoco, no señor.

—¡Ah! ¿Entonces va usted a visitar algún preso?