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Novelas ejemplares, de Miguel de Cervantes Saavedra, Segunda parte de "El celoso extremeño", de Las Novelas ejemplares.

Segunda parte de "El celoso extremeño", de Las Novelas ejemplares.

Tenían los amigos de Loaysa cuidado de venir de noche a escuchar por entre las puertas de la calle, y ver si su amigo les decía algo, o si había menester alguna cosa; y, haciendo una señal que dejaron concertada, conoció Loaysa que estaban a la puerta, y por el agujero del quicio les dio breve cuenta del buen término en que estaba su negocio, pidiéndoles encarecidamente buscasen alguna cosa que provocase a sueño, para dárselo a Carrizales; que él había oído decir que había unos polvos para este efeto.

Dijéronle que tenían un médico amigo que les daría el mejor remedio que supiese, si es que le había; y, animándole a proseguir la empresa y prometiéndole de volver la noche siguiente con todo recaudo, apriesa se despidieron.

Vino la noche, y la banda de las palomas acudió al reclamo de la guitarra. Con ellas vino la simple Leonora, temerosa y temblando de que no despertase su marido; que, aunque ella, vencida deste temor, no había querido venir, tantas cosas le dijeron sus criadas, especialmente la dueña, de la suavidad de la música y de la gallarda disposición del músico pobre (que, sin haberle visto, le alababa y le subía sobre Absalón y sobre Orfeo), que la pobre señora, convencida y persuadida dellas, hubo de hacer lo que no tenía ni tuviera jamás en voluntad. Lo primero que hicieron fue barrenar el torno para ver al músico, el cual no estaba ya en hábitos de pobre, sino con unos calzones grandes de tafetán leonado, anchos a la marineresca; un jubón de lo mismo con trencillas de oro, y una montera de raso de la misma color, con cuello almidonado con grandes puntas y encaje; que de todo vino proveído en las alforjas, imaginando que se había de ver en ocasión que le conviniese mudar de traje.

Era mozo y de gentil disposición y buen parecer; y, como había tanto tiempo que todas tenían hecha la vista a mirar al viejo de su amo, parecióles que miraban a un ángel. Poníase una al agujero para verle, y luego otra; y porque le pudiesen ver mejor, andaba el negro paseándole el cuerpo de arriba abajo con el torzal de cera encendido. Y, después que todas le hubieron visto, hasta las negras bozales, tomó Loaysa la guitarra, y cantó aquella noche tan estremadamente, que las acabó de dejar suspensas y atónitas a todas, así a la vieja como a las mozas; y todas rogaron a Luis diese orden y traza cómo el señor su maestro entrase allá dentro, para oírle y verle de más cerca, y no tan por brújula como por el agujero, y sin el sobresalto de estar tan apartadas de su señor, que podía cogerlas de sobresalto y con el hurto en las manos; lo cual no sucedería ansí si le tuviesen escondido dentro.

A esto contradijo su señora con muchas veras, diciendo que no se hiciese la tal cosa ni la tal entrada, porque le pesaría en el alma, pues desde allí le podían ver y oír a su salvo y sin peligro de su honra.

-¿Qué honra? -dijo la dueña-. ¡El Rey tiene harta! Estése vuesa merced encerrada con su Matusalén y déjenos a nosotras holgar como pudiéremos. Cuanto más, que este señor parece tan honrado que no querrá otra cosa de nosotras más de lo que nosotras quisiéremos.

-Yo, señoras mías -dijo a esto Loaysa-, no vine aquí sino con intención de servir a todas vuesas mercedes con el alma y con la vida, condolido de su no vista clausura y de los ratos que en este estrecho género de vida se pierden. Hombre soy yo, por vida de mi padre, tan sencillo, tan manso y de tan buena condición, y tan obediente, que no haré más de aquello que se me mandare; y si cualquiera de vuesas mercedes dijere: Maestro, siéntese aquí; maestro, pásese allí; echaos acá, pasaos acullá, así lo haré, como el más doméstico y enseñado perro que salta por el Rey de Francia.

-Si eso ha de ser así -dijo la ignorante Leonora-, ¿qué medio se dará para que entre acá dentro el señor maeso?

-Bueno -dijo Loaysa-: vuesas mercedes pugnen por sacar en cera la llave desta puerta de en medio, que yo haré que mañana en la noche venga hecha otra, tal que nos pueda servir.

-En sacar esa llave -dijo una doncella-, se sacan las de toda la casa, porque es llave maestra.

-No por eso será peor -replicó Loaysa.

-Así es verdad -dijo Leonora-; pero ha de jurar este señor, primero, que no ha de hacer otra cosa cuando esté acá dentro sino cantar y tañer cuando se lo mandaren, y que ha de estar encerrado y quedito donde le pusiéremos.

-Sí juro -dijo Loaysa.

-No vale nada ese juramento -respondió Leonora-; que ha de jurar por vida de su padre, y ha de jurar la cruz y besalla que lo veamos todas.

-Por vida de mi padre juro, -dijo Loaysa-, y por esta señal de cruz, que la beso con mi boca sucia.

Y, haciendo la cruz con dos dedos, la besó tres veces.

Esto hecho, dijo otra de las doncellas:

-Mire, señor, que no se le olvide aquello de los polvos, que es el tuáutem de todo.

Con esto cesó la plática de aquella noche, quedando todos muy contentos del concierto. Y la suerte, que de bien en mejor encaminaba los negocios de Loaysa, trujo a aquellas horas, que eran dos después de la medianoche, por la calle a sus amigos; los cuales, haciendo la señal acostumbrada, que era tocar una trompa de París, Loaysa los habló y les dio cuenta del término en que estaba su pretensión, y les pidió si traían los polvos o otra cosa, como se la había pedido, para que Carrizales durmiese. Díjoles, asimismo, lo de la llave maestra. Ellos le dijeron que los polvos, o un ungüento, vendría la siguiente noche, de tal virtud que, untados los pulsos y las sienes con él, causaba un sueño profundo, sin que dél se pudiese despertar en dos días, si no era lavándose con vinagre todas las partes que se habían untado; y que se les diese la llave en cera, que asimismo la harían hacer con facilidad. Con esto se despidieron, y Loaysa y su discípulo durmieron lo poco que de la noche les quedaba, esperando Loaysa con gran deseo la venidera, por ver si se le cumplía la palabra prometida de la llave. Y, puesto que el tiempo parece tardío y perezoso a los que en él esperan, en fin, corre a las parejas con el mismo pensamiento, y llega el término que quiere, porque nunca para ni sosiega.

Vino, pues, la noche y la hora acostumbrada de acudir al torno, donde vinieron todas las criadas de casa, grandes y chicas, negras y blancas, porque todas estaban deseosas de ver dentro de su serrallo al señor músico; pero no vino Leonora, y, preguntando Loaysa por ella, le respondieron que estaba acostada con su velado, el cual tenía cerrada la puerta del aposento donde dormía con llave, y después de haber cerrado se la ponía debajo de la almohada; y que su señora les había dicho que, en durmiéndose el viejo, haría por tomarle la llave maestra y sacarla en cera, que ya llevaba preparada y blanda, y que de allí a un poco habían de ir a requerirla por una gatera.

Maravillado quedó Loaysa del recato del viejo, pero no por esto se le desmayó el deseo. Y, estando en esto, oyó la trompa de París; acudió al puesto; halló a sus amigos, que le dieron un botecico de ungüento de la propiedad que le habían significado; tomólo Loaysa y díjoles que esperasen un poco, que les daría la muestra de la llave; volvióse al torno y dijo a la dueña, que era la que con más ahínco mostraba desear su entrada, que se lo llevase a la señora Leonora, diciéndole la propiedad que tenía, y que procurase untar a su marido con tal tiento, que no lo sintiese, y que vería maravillas. Hízolo así la dueña, y, llegándose a la gatera, halló que estaba Leonora esperando tendida en el suelo de largo a largo, puesto el rostro en la gatera. Llegó la dueña, y, tendiéndose de la misma manera, puso la boca en el oído de su señora, y con voz baja le dijo que traía el ungüento y de la manera que había de probar su virtud. Ella tomó el ungüento, y respondió a la dueña como en ninguna manera podía tomar la llave a su marido, porque no la tenía debajo de la almohada, como solía, sino entre los dos colchones y casi debajo de la mitad de su cuerpo; pero que dijese al maeso que si el ungüento obraba como él decía, con facilidad sacarían la llave todas las veces que quisiesen, y ansí no sería necesario sacarla en cera. Dijo que fuese a decirlo luego y volviese a ver lo que el ungüento obraba, porque luego luego le pensaba untar a su velado.

Bajó la dueña a decirlo al maeso Loaysa, y él despidió a sus amigos, que esperando la llave estaban. Temblando y pasito, y casi sin osar despedir el aliento de la boca, llegó Leonora a untar los pulsos del celoso marido, y asimismo le untó las ventanas de las narices; y cuando a ellas le llegó, le parecía que se estremecía, y ella quedó mortal, pareciéndole que la había cogido en el hurto. En efeto, como mejor pudo, le acabó de untar todos los lugares que le dijeron ser necesarios, que fue lo mismo que haberle embalsamado para la sepultura.

Poco espacio tardó el alopiado ungüento en dar manifiestas señales de su virtud, porque luego comenzó a dar el viejo tan grandes ronquidos, que se pudieran oír en la calle: música, a los oídos de su esposa, más acordada que la del maeso de su negro. Y, aún mal segura de lo que veía, se llegó a él y le estremeció un poco, y luego más, y luego otro poquito más, por ver si despertaba; y a tanto se atrevió, que le volvió de una parte a otra sin que despertase. Como vio esto, se fue a la gatera de la puerta y, con voz no tan baja como la primera, llamó a la dueña, que allí la estaba esperando, y le dijo:

-Dame albricias, hermana, que Carrizales duerme más que un muerto.

-Pues, ¿a qué aguardas a tomar la llave, señora? -dijo la dueña-. Mira que está el músico aguardándola más ha de una hora.

-Espera, hermana, que ya voy por ella -respondió Leonora.

Y, volviendo a la cama, metió la mano por entre los colchones y sacó la llave de en medio dellos sin que el viejo lo sintiese; y, tomándola en sus manos, comenzó a dar brincos de contento, y sin más esperar abrió la puerta y la presentó a la dueña, que la recibió con la mayor alegría del mundo.

Mandó Leonora que fuese a abrir al músico, y que le trujese a los corredores, porque ella no osaba quitarse de allí, por lo que podía suceder; pero que, ante todas cosas, hiciese que de nuevo ratificase el juramento que había hecho de no hacer más de lo que ellas le ordenasen, y que, si no le quisiese confirmar y hacer de nuevo, en ninguna manera le abriesen.

-Así será -dijo la dueña-; y a fe que no ha de entrar si primero no jura y rejura y besa la cruz seis veces.

-No le pongas tasa -dijo Leonora-: bésela él y sean las veces que quisiere; pero mira que jure la vida de sus padres y por todo aquello que bien quiere, porque con esto estaremos seguras y nos hartaremos de oírle cantar y tañer, que en mi ánima que lo hace delicadamente; y anda, no te detengas más, porque no se nos pase la noche en pláticas.

Alzóse las faldas la buena dueña, y con no vista ligereza se puso en el torno, donde estaba toda la gente de casa esperándola; y, habiéndoles mostrado la llave que traía, fue tanto el contento de todas, que la alzaron en peso, como a catredático, diciendo: ¡Viva, viva!

; y más, cuando les dijo que no había necesidad de contrahacer la llave, porque, según el untado viejo dormía, bien se podían aprovechar de la de casa todas las veces que la quisiesen.

-¡Ea, pues, amiga -dijo una de las doncellas-, ábrase esa puerta y entre este señor, que ha mucho que aguarda, y démonos un verde de música que no haya más que ver!

-Más ha de haber que ver -replicó la dueña-; que le hemos de tomar juramento, como la otra noche.

-Él es tan bueno -dijo una de las esclavas-, que no reparará en juramentos.

Abrió en esto la dueña la puerta, y, teniéndola entreabierta, llamó a Loaysa, que todo lo había estado escuchando por el agujero del torno; el cual, llegándose a la puerta, quiso entrarse de golpe; mas, poniéndole la dueña la mano en el pecho, le dijo:

-Sabrá vuesa merced, señor mío, que, en Dios y en mi conciencia, todas las que estamos dentro de las puertas desta casa somos doncellas como las madres que nos parieron, excepto mi señora; y, aunque yo debo de parecer de cuarenta años, no teniendo treinta cumplidos, porque les faltan dos meses y medio, también lo soy, mal pecado; y si acaso parezco vieja, corrimientos, trabajos y desabrimientos echan un cero a los años, y a veces dos, según se les antoja. Y, siendo esto ansí, como lo es, no sería razón que, a trueco de oír dos, o tres, o cuatro cantares, nos pusiésemos a perder tanta virginidad como aquí se encierra; porque hasta esta negra, que se llama Guiomar, es doncella. Así que, señor de mi corazón, vuesa merced nos ha de hacer, primero que entre en nuestro reino, un muy solene juramento de que no ha de hacer más de lo que nosotras le ordenáremos; y si le parece que es mucho lo que se le pide, considere que es mucho más lo que se aventura. Y si es que vuesa merced viene con buena intención, poco le ha de doler el jurar, que al buen pagador no le duelen prendas.

-Bien y rebién ha dicho la señora Marialonso -dijo una de las doncellas-; en fin, como persona discreta y que está en las cosas como se debe; y si es que el señor no quiere jurar, no entre acá dentro.

A esto dijo Guiomar, la negra, que no era muy ladina:

-Por mí, mas que nunca jura, entre con todo diablo; que, aunque más jura, si acá estás, todo olvida.

Oyó con gran sosiego Loaysa la arenga de la señora Marialonso, y con grave reposo y autoridad respondió:

-Por cierto, señoras hermanas y compañeras mías, que nunca mi intento fue, es, ni será otro que daros gusto y contento en cuanto mis fuerzas alcanzaren; y así, no se me hará cuesta arriba este juramento que me piden; pero quisiera yo que se fiara algo de mi palabra, porque dada de tal persona como yo soy, era lo mismo que hacer una obligación guarentigia; y quiero hacer saber a vuesa merced que debajo del sayal hay ál, y que debajo de mala capa suele estar un buen bebedor. Mas, para que todas estén seguras de mi buen deseo, determino de jurar como católico y buen varón; y así, juro por la intemerata eficacia, donde más santa y largamente se contiene, y por las entradas y salidas del santo Líbano monte, y por todo aquello que en su prohemio encierra la verdadera historia de Carlomagno, con la muerte del gigante Fierabrás, de no salir ni pasar del juramento hecho y del mandamiento de la más mínima y desechada destas señoras, so pena que si otra cosa hiciere o quisierse hacer, desde ahora para entonces y desde entonces para ahora, lo doy por nulo y no hecho ni valedero.

Aquí llegaba con su juramento el buen Loaysa, cuando una de las dos doncellas, que con atención le había estado escuchando, dio una gran voz diciendo:

-¡Este sí que es juramento para enternecer las piedras! ¡Mal haya yo si más quiero que jures, pues con sólo lo jurado podías entrar en la misma sima de Cabra!

Y, asiéndole de los gregüescos, le metió dentro, y luego todas las demás se le pusieron a la redonda. Luego fue una a dar las nuevas a su señora, la cual estaba haciendo centinela al sueño de su esposo; y, cuando la mensajera le dijo que ya subía el músico, se alegró y se turbó en un punto, y preguntó si había jurado. Respondióle que sí, y con la más nueva forma de juramento que en su vida había visto.

-Pues si ha jurado -dijo Leonora-, asido le tenemos. ¡Oh, qué avisada que anduve en hacelle que jurase!

En esto, llegó toda la caterva junta, y el músico en medio, alumbrándolos el negro y Guiomar la negra. Y, viendo Loaysa a Leonora, hizo muestras de arrojársele a los pies para besarle las manos. Ella, callando y por señas, le hizo levantar, y todas estaban como mudas, sin osar hablar, temerosas que su señor las oyese; lo cual considerado por Loaysa, les dijo que bien podían hablar alto, porque el ungüento con que estaba untado su señor tenía tal virtud que, fuera de quitar la vida, ponía a un hombre como muerto.

-Así lo creo yo -dijo Leonora-; que si así no fuera, ya él hubiera despertado veinte veces, según le hacen de sueño ligero sus muchas indisposiciones; pero, después que le unté, ronca como un animal.

-Pues eso es así -dijo la dueña-, vámonos a aquella sala frontera, donde podremos oír cantar aquí al señor y regocijarnos un poco.

-Vamos -dijo Leonora-; pero quédese aquí Guiomar por guarda, que nos avise si Carrizales despierta.

A lo cual respondió Guiomar:

-¡Yo, negra, quedo; blancas, van. Dios perdone a todas!

Quedóse la negra; fuéronse a la sala, donde había un rico estrado, y, cogiendo al señor en medio, se sentaron todas. Y, tomando la buena Marialonso una vela, comenzó a mirar de arriba abajo al bueno del músico, y una decía: ¡Ay, qué copete que tiene tan lindo y tan rizado! Otra: ¡Ay, qué blancura de dientes! ¡Mal año para piñones mondados, que más blancos ni más lindos sean! Otra: ¡Ay, qué ojos tan grandes y tan rasgados! Y, por el siglo de mi madre, que son verdes; que no parecen sino que son de esmeraldas! Ésta alababa la boca, aquélla los pies, y todas juntas hicieron dél una menuda anatomía y pepitoria. Sola Leonora callaba y le miraba, y le iba pareciendo de mejor talle que su velado.

En esto, la dueña tomó la guitarra, que tenía el negro, y se la puso en las manos de Loaysa, rogándole que la tocase y que cantase unas coplillas que entonces andaban muy validas en Sevilla, que decían:

Madre, la mi madre, guardas me ponéis.

Cumplióle Loaysa su deseo. Levantáronse todas y se comenzaron a hacer pedazos bailando. Sabía la dueña las coplas, y cantólas con más gusto que buena voz; y fueron éstas:

Madre, la mi madre, guardas me ponéis; que si yo no me guardo, no me guardaréis. Dicen que está escrito, y con gran razón, ser la privación causa de apetito; crece en infinito encerrado amor; por eso es mejor que no me encerréis; que si yo, ... Si la voluntad por sí no se guarda, no la harán guarda miedo o calidad; romperá, en verdad, por la misma muerte, hasta hallar la suerte que vos no entendéis; que si yo, ... Quien tiene costumbre de ser amorosa, como mariposa se irá tras su lumbre, aunque muchedumbre de guardas le pongan, y aunque más propongan de hacer lo que hacéis; que si yo, ... Es de tal manera la fuerza amorosa, que a la más hermosa la vuelve en quimera; el pecho de cera, de fuego la gana, las manos de lana, de fieltro los pies; que si yo no me guardo, mal me guardaréis.

Al fin llegaban de su canto y baile el corro de las mozas, guiado por la buena dueña, cuando llegó Guiomar, la centinela, toda turbada, hiriendo de pie y de mano como si tuviera alferecía; y, con voz entre ronca y baja, dijo:

-¡Despierto señor, señora; y, señora, despierto señor, y levantas y viene!

Quien ha visto banda de palomas estar comiendo en el campo, sin miedo, lo que ajenas manos sembraron, que al furioso estrépito de disparada escopeta se azora y levanta, y, olvidada del pasto, confusa y atónita, cruza por los aires, tal se imagine que quedó la banda y corro de las bailadoras, pasmadas y temerosas, oyendo la no esperada nueva que Guiomar había traído; y, procurando cada una su disculpa y todas juntas su remedio, cuál por una y cuál por otra parte, se fueron a esconder por los desvanes y rincones de la casa, dejando solo al músico; el cual, dejando la guitarra y el canto, lleno de turbación, no sabía qué hacerse.

Torcía Leonora sus hermosas manos; abofeteábase el rostro, aunque blandamente, la señora Marialonso. En fin, todo era confusión, sobresalto y miedo. Pero la dueña, como más astuta y reportada, dio orden que Loaysa se entrase en un aposento suyo, y que ella y su señora se quedarían en la sala, que no faltaría escusa que dar a su señor si allí las hallase.

Escondióse luego Loaysa, y la dueña se puso atenta a escuchar si su amo venía; y, no sintiendo rumor alguno, cobró ánimo, y poco a poco, paso ante paso, se fue llegando al aposento donde su señor dormía y oyó que roncaba como primero; y, asegurada de que dormía, alzó las faldas y volvió corriendo a pedir albricias a su señora del sueño de su amo, la cual se las mandó de muy entera voluntad.

No quiso la buena dueña perder la coyuntura que la suerte le ofrecía de gozar, primero que todas, las gracias que ésta se imaginaba que debía tener el músico; y así, diciéndole a Leonora que esperase en la sala, en tanto que iba a llamarlo, la dejó y se entró donde él estaba, no menos confuso que pensativo, esperando las nuevas de lo que hacía el viejo untado. Maldecía la falsedad del ungüento, y quejábase de la credulidad de sus amigos y del poco advertimiento que había tenido en no hacer primero la experiencia en otro antes de hacerla en Carrizales.

En esto, llegó la dueña y le aseguró que el viejo dormía a más y mejor; sosegó el pecho y estuvo atento a muchas palabras amorosas que Marialonso le dijo, de las cuales coligió la mala intención suya, y propuso en sí de ponerla por anzuelo para pescar a su señora. Y, estando los dos en sus pláticas, las demás criadas, que estaban escondidas por diversas partes de la casa, una de aquí y otra de allí, volvieron a ver si era verdad que su amo había despertado; y, viendo que todo estaba sepultado en silencio, llegaron a la sala donde habían dejado a su señora, de la cual supieron el sueño de su amo; y, preguntándole por el músico y por la dueña, les dijo dónde estaban, y todas, con el mismo silencio que habían traído, se llegaron a escuchar por entre las puertas lo que entrambos trataban.

No faltó de la junta Guiomar, la negra; el negro sí, porque, así como oyó que su amo había despertado, se abrazó con su guitarra y se fue a esconder en su pajar, y, cubierto con la manta de su pobre cama, sudaba y trasudaba de miedo; y, con todo eso, no dejaba de tentar las cuerdas de la guitarra: tanta era (encomendado él sea a Satanás) la afición que tenía a la música.

Entreoyeron las mozas los requiebros de la vieja, y cada una le dijo el nombre de las Pascuas: ninguna la llamó vieja que no fuese con su epítecto y adjetivo de hechicera y de barbuda, de antojadiza y de otros que por buen respecto se callan; pero lo que más risa causara a quien entonces las oyera eran las razones de Guiomar, la negra, que por ser portuguesa y no muy ladina, era extraña la gracia con que la vituperaba. En efeto, la conclusión de la plática de los dos fue que él condecendería con la voluntad della, cuando ella primero le entregase a toda su voluntad a su señora.

Cuesta arriba se le hizo a la dueña ofrecer lo que el músico pedía; pero, a trueco de cumplir el deseo que ya se le había apoderado del alma y de los huesos y médulas del cuerpo, le prometiera los imposibles que pudieran imaginarse. Dejóle y salió a hablar a su señora; y, como vio su puerta rodeada de todas las criadas, les dijo que se recogiesen a sus aposentos, que otra noche habría lugar para gozar con menos o con ningún sobresalto del músico, que ya aquella noche el alboroto les había aguado el gusto.

Bien entendieron todas que la vieja se quería quedar sola, pero no pudieron dejar de obedecerla, porque las mandaba a todas. Fuéronse las criadas y ella acudió a la sala a persuadir a Leonora acudiese a la voluntad de Loaysa, con una larga y tan concertada arenga, que pareció que de muchos días la tenía estudiada. Encarecióle su gentileza, su valor, su donaire y sus muchas gracias. Pintóle de cuánto más gusto le serían los abrazos del amante mozo que los del marido viejo, asegurándole el secreto y la duración del deleite, con otras cosas semejantes a éstas, que el demonio le puso en la lengua, llenas de colores retóricos, tan demonstrativos y eficaces, que movieran no sólo el corazón tierno y poco advertido de la simple e incauta Leonora, sino el de un endurecido mármol. ¡Oh dueñas, nacidas y usadas en el mundo para perdición de mil recatadas y buenas intenciones! ¡Oh, luengas y repulgadas tocas, escogidas para autorizar las salas y los estrados de señoras principales, y cuán al revés de lo que debíades usáis de vuestro casi ya forzoso oficio! En fin, tanto dijo la dueña, tanto persuadió la dueña, que Leonora se rindió, Leonora se engañó y Leonora se perdió, dando en tierra con todas las prevenciones del discreto Carrizales, que dormía el sueño de la muerte de su honra.

Tomó Marialonso por la mano a su señora, y, casi por fuerza, preñados de lágrimas los ojos, la llevó donde Loaysa estaba; y, echándoles la bendición con una risa falsa de demonio, cerrando tras sí la puerta, los dejó encerrados, y ella se puso a dormir en el estrado, o, por mejor decir, a esperar su contento de recudida. Pero, como el desvelo de las pasadas noches la venciese, se quedó dormida en el estrado.

Bueno fuera en esta sazón preguntar a Carrizales, a no saber que dormía, que adónde estaban sus advertidos recatos, sus recelos, sus advertimientos, sus persuasiones, los altos muros de su casa, el no haber entrado en ella, ni aun en sombra, alguien que tuviese nombre de varón, el torno estrecho, las gruesas paredes, las ventanas sin luz, el encerramiento notable, la gran dote en que a Leonora había dotado, los regalos continuos que la hacía, el buen tratamiento de sus criadas y esclavas; el no faltar un punto a todo aquello que él imaginaba que habían menester, que podían desear,... Pero ya queda dicho que no había que preguntárselo, porque dormía más de aquello que fuera menester; y si él lo oyera y acaso respondiera, no podía dar mejor respuesta que encoger los hombros y enarcar las cejas y decir: ¡Todo aqueso derribó por los fundamentos la astucia, a lo que yo creo, de un mozo holgazán y vicioso, y la malicia de una falsa dueña, con la inadvertencia de una muchacha rogada y persuadida! Libre Dios a cada uno de tales enemigos, contra los cuales no hay escudo de prudencia que defienda ni espada de recato que corte.

Pero, con todo esto, el valor de Leonora fue tal, que, en el tiempo que más le convenía, le mostró contra las fuerzas villanas de su astuto engañador, pues no fueron bastantes a vencerla, y él se cansó en balde, y ella quedó vencedora y entrambos dormidos. Y, en esto, ordenó el cielo que, a pesar del ungüento, Carrizales despertase, y, como tenía de costumbre, tentó la cama por todas partes; y, no hallando en ella a su querida esposa, saltó de la cama despavorido y atónito, con más ligereza y denuedo que sus muchos años prometían. Y cuando en el aposento no halló a su esposa, y le vio abierto y que le faltaba la llave de entre los colchones, pensó perder el juicio. Pero, reportándose un poco, salió al corredor, y de allí, andando pie ante pie por no ser sentido, llegó a la sala donde la dueña dormía; y, viéndola sola, sin Leonora, fue al aposento de la dueña, y, abriendo la puerta muy quedo, vio lo que nunca quisiera haber visto, vio lo que diera por bien empleado no tener ojos para verlo: vio a Leonora en brazos de Loaysa, durmiendo tan a sueño suelto como si en ellos obrara la virtud del ungüento y no en el celoso anciano.

Sin pulsos quedó Carrizales con la amarga vista de lo que miraba; la voz se le pegó a la garganta, los brazos se le cayeron de desmayo, y quedó hecho una estatua de mármol frío; y, aunque la cólera hizo su natural oficio, avivándole los casi muertos espíritus, pudo tanto el dolor, que no le dejó tomar aliento. Y, con todo eso, tomara la venganza que aquella grande maldad requería si se hallara con armas para poder tomarla; y así, determinó volverse a su aposento a tomar una daga y volver a sacar las manchas de su honra con sangre de sus dos enemigos, y aun con toda aquella de toda la gente de su casa. Con esta determinación honrosa y necesaria volvió, con el mismo silencio y recato que había venido, a su estancia, donde le apretó el corazón tanto el dolor y la angustia que, sin ser poderoso a otra cosa, se dejó caer desmayado sobre el lecho.

Llegóse en esto el día, y cogió a los nuevos adúlteros enlazados en la red de sus brazos. Despertó Marialonso y quiso acudir por lo que, a su parecer, le tocaba; pero, viendo que era tarde, quiso dejarlo para la venidera noche. Alborotóse Leonora, viendo tan entrado el día, y maldijo su descuido y el de la maldita dueña; y las dos, con sobresaltados pasos, fueron donde estaba su esposo, rogando entre dientes al cielo que le hallasen todavía roncando; y, cuando le vieron encima de la cama callando, creyeron que todavía obraba la untura, pues dormía, y con gran regocijo se abrazaron la una a la otra. Llegóse Leonora a su marido, y asiéndole de un brazo le volvió de un lado a otro, por ver si despertaba sin ponerles en necesidad de lavarle con vinagre, como decían era menester para que en sí volviese. Pero con el movimiento volvió Carrizales de su desmayo, y, dando un profundo suspiro, con una voz lamentable y desmayada dijo:

-¡Desdichado de mí, y a qué tristes términos me ha traído mi fortuna!

No entendió bien Leonora lo que dijo su esposo; mas, como le vio despierto y que hablaba, admirada de ver que la virtud del ungüento no duraba tanto como habían significado, se llegó a él, y, poniendo su rostro con el suyo, teniéndole estrechamente abrazado, le dijo:

-¿Qué tenéis, señor mío, que me parece que os estáis quejando?

Oyó la voz de la dulce enemiga suya el desdichado viejo, y, abriendo los ojos desencajadamente, como atónito y embelesado, los puso en ella, y con grande ahínco, sin mover pestaña, la estuvo mirando una gran pieza, al cabo de la cual le dijo:

-Hacedme placer, señora, que luego luego enviéis a llamar a vuestros padres de mi parte, porque siento no sé qué en el corazón que me da grandísima fatiga, y temo que brevemente me ha de quitar la vida, y querríalos ver antes que me muriese.

Sin duda creyó Leonora ser verdad lo que su marido le decía, pensando antes que la fortaleza del ungüento, y no lo que había visto, le tenía en aquel trance; y, respondiéndole que haría lo que la mandaba, mandó al negro que luego al punto fuese a llamar a sus padres, y, abrazándose con su esposo, le hacía las mayores caricias que jamás le había hecho, preguntándole qué era lo que sentía, con tan tiernas y amorosas palabras, como si fuera la cosa del mundo que más amaba. Él la miraba con el embelesamiento que se ha dicho, siéndole cada palabra o caricia que le hacía una lanzada que le atravesaba el alma.

Ya la dueña había dicho a la gente de casa y a Loaysa la enfermedad de su amo, encareciéndoles que debía de ser de momento, pues se le había olvidado de mandar cerrar las puertas de la calle cuando el negro salió a llamar a los padres de su señora; de la cual embajada asimismo se admiraron, por no haber entrado ninguno dellos en aquella casa después que casaron a su hija.

En fin, todos andaban callados y suspensos, no dando en la verdad de la causa de la indisposición de su amo; el cual, de rato en rato, tan profunda y dolorosamente suspiraba, que con cada suspiro parecía arrancársele el alma.

Lloraba Leonora por verle de aquella suerte, y reíase él con una risa de persona que estaba fuera de sí, considerando la falsedad de sus lágrimas.

En esto, llegaron los padres de Leonora, y, como hallaron la puerta de la calle y la del patio abiertas y la casa sepultada en silencio y sola, quedaron admirados y con no pequeño sobresalto. Fueron al aposento de su yerno y halláronle, como se ha dicho, siempre clavados los ojos en su esposa, a la cual tenía asida de las manos, derramando los dos muchas lágrimas: ella, con no más ocasión de verlas derramar a su esposo; él, por ver cuán fingidamente ella las derramaba.

Así como sus padres entraron, habló Carrizales, y dijo:

-Siéntense aquí vuesas mercedes, y todos los demás dejen desocupado este aposento, y sólo quede la señora Marialonso.

Hiciéronlo así; y, quedando solos los cinco, sin esperar que otro hablase, con sosegada voz, limpiándose los ojos, desta manera dijo Carrizales:

-Bien seguro estoy, padres y señores míos, que no será menester traeros testigos para que me creáis una verdad que quiero deciros. Bien se os debe acordar (que no es posible se os haya caído de la memoria) con cuánto amor, con cuán buenas entrañas, hace hoy un año, un mes, cinco días y nueve horas que me entregastes a vuestra querida hija por legítima mujer mía. También sabéis con cuánta liberalidad la doté, pues fue tal la dote, que más de tres de su misma calidad se pudieran casar con opinión de ricas. Asimismo, se os debe acordar la diligencia que puse en vestirla y adornarla de todo aquello que ella se acertó a desear y yo alcancé a saber que le convenía. Ni más ni menos habéis visto, señores, cómo, llevado de mi natural condición y temeroso del mal de que, sin duda, he de morir, y experimentado por mi mucha edad en los estraños y varios acaescimientos del mundo, quise guardar esta joya, que yo escogí y vosotros me distes, con el mayor recato que me fue posible. Alcé las murallas desta casa, quité la vista a las ventanas de la calle, doblé las cerraduras de las puertas, púsele torno como a monasterio; desterré perpetuamente della todo aquello que sombra o nombre de varón tuviese. Dile criadas y esclavas que la sirviesen, ni les negué a ellas ni a ella cuanto quisieron pedirme; hícela mi igual, comuniquéle mis más secretos pensamientos, entreguéla toda mi hacienda. Todas éstas eran obras para que, si bien lo considerara, yo viviera seguro de gozar sin sobresalto lo que tanto me había costado y ella procurara no darme ocasión a que ningún género de temor celoso entrara en mi pensamiento. Mas, como no se puede prevenir con diligencia humana el castigo que la voluntad divina quiere dar a los que en ella no ponen del todo en todo sus deseos y esperanzas, no es mucho que yo quede defraudado en las mías, y que yo mismo haya sido el fabricador del veneno que me va quitando la vida. Pero, porque veo la suspensión en que todos estáis, colgados de las palabras de mi boca, quiero concluir los largos preámbulos desta plática con deciros en una palabra lo que no es posible decirse en millares dellas. Digo, pues, señores, que todo lo que he dicho y hecho ha parado en que esta madrugada hallé a ésta, nacida en el mundo para perdición de mi sosiego y fin de mi vida (y esto, señalando a su esposa), en los brazos de un gallardo mancebo, que en la estancia desta pestífera dueña ahora está encerrado.

Apenas acabó estas últimas palabras Carrizales, cuando a Leonora se le cubrió el corazón, y en las mismas rodillas de su marido se cayó desmayada. Perdió la color Marialonso, y a las gargantas de los padres de Leonora se les atravesó un nudo que no les dejaba hablar palabra. Pero, prosiguiendo adelante Carrizales, dijo:

-La venganza que pienso tomar desta afrenta no es, ni ha de ser, de las que ordinariamente suelen tomarse, pues quiero que, así como yo fui estremado en lo que hice, así sea la venganza que tomaré, tomándola de mí mismo como del más culpado en este delito; que debiera considerar que mal podían estar ni compadecerse en uno los quince años desta muchacha con los casi ochenta míos. Yo fui el que, como el gusano de seda, me fabriqué la casa donde muriese, y a ti no te culpo, ¡oh niña mal aconsejada! (y, diciendo esto, se inclinó y besó el rostro de la desmayada Leonora). No te culpo, digo, porque persuasiones de viejas taimadas y requiebros de mozos enamorados fácilmente vencen y triunfan del poco ingenio que los pocos años encierran. Mas, porque todo el mundo vea el valor de los quilates de la voluntad y fe con que te quise, en este último trance de mi vida quiero mostrarlo de modo que quede en el mundo por ejemplo, si no de bondad, al menos de simplicidad jamás oída ni vista; y así, quiero que se traiga luego aquí un escribano, para hacer de nuevo mi testamento, en el cual mandaré doblar la dote a Leonora y le rogaré que, después de mis días, que serán bien breves, disponga su voluntad, pues lo podrá hacer sin fuerza, a casarse con aquel mozo, a quien nunca ofendieron las canas deste lastimado viejo; y así verá que, si viviendo jamás salí un punto de lo que pude pensar ser su gusto, en la muerte hago lo mismo, y quiero que le tenga con el que ella debe de querer tanto. La demás hacienda mandaré a otras obras pías; y a vosotros, señores míos, dejaré con que podáis vivir honradamente lo que de la vida os queda. La venida del escribano sea luego, porque la pasión que tengo me aprieta de manera que, a más andar, me va acortando los pasos de la vida.

Esto dicho, le sobrevino un terrible desmayo, y se dejó caer tan junto de Leonora, que se juntaron los rostros: ¡estraño y triste espectáculo para los padres, que a su querida hija y a su amado yerno miraban! No quiso la mala dueña esperar a las reprehensiones que pensó le darían los padres de su señora; y así, se salió del aposento y fue a decir a Loaysa todo lo que pasaba, aconsejándole que luego al punto se fuese de aquella casa, que ella tendría cuidado de avisarle con el negro lo que sucediese, pues ya no había puertas ni llaves que lo impidiesen. Admiróse Loaysa con tales nuevas, y, tomando el consejo, volvió a vestirse como pobre, y fuese a dar cuenta a sus amigos del estraño y nunca visto suceso de sus amores.

En tanto, pues, que los dos estaban transportados, el padre de Leonora envió a llamar a un escribano amigo suyo, el cual vino a tiempo que ya habían vuelto hija y yerno en su acuerdo. Hizo Carrizales su testamento en la manera que había dicho, sin declarar el yerro de Leonora, más de que por buenos respectos le pedía y rogaba se casase, si acaso él muriese, con aquel mancebo que él la había dicho en secreto. Cuando esto oyó Leonora, se arrojó a los pies de su marido y, saltándole el corazón en el pecho, le dijo:

-Vivid vos muchos años, mi señor y mi bien todo, que, puesto caso que no estáis obligado a creerme ninguna cosa de las que os dijere, sabed que no os he ofendido sino con el pensamiento.

Y, comenzando a disculparse y a contar por extenso la verdad del caso, no pudo mover la lengua y volvió a desmayarse. Abrazóla así desmayada el lastimado viejo; abrazáronla sus padres; lloraron todos tan amargamente, que obligaron y aun forzaron a que en ellas les acompañase el escribano que hacía el testamento, en el cual dejó de comer a todas las criadas de casa, horras las esclavas y el negro, y a la falsa de Marialonso no le mandó otra cosa que la paga de su salario; mas, sea lo que fuere, el dolor le apretó de manera que al seteno día le llevaron a la sepultura.

Quedó Leonora viuda, llorosa y rica; y cuando Loaysa esperaba que cumpliese lo que ya él sabía que su marido en su testamento dejaba mandado, vio que dentro de una semana se entró monja en uno de los más recogidos monasterios de la ciudad. Él, despechado y casi corrido, se pasó a las Indias. Quedaron los padres de Leonora tristísimos, aunque se consolaron con lo que su yerno les había dejado y mandado por su testamento. Las criadas se consolaron con lo mismo, y las esclavas y esclavo con la libertad; y la malvada de la dueña, pobre y defraudada de todos sus malos pensamientos.

Y yo quedé con el deseo de llegar al fin deste suceso: ejemplo y espejo de lo poco que hay que fiar de llaves, tornos y paredes cuando queda la voluntad libre; y de lo menos que hay que confiar de verdes y pocos años, si les andan al oído exhortaciones destas dueñas de monjil negro y tendido, y tocas blancas y luengas. Sólo no sé qué fue la causa que Leonora no puso más ahínco en desculparse, y dar a entender a su celoso marido cuán limpia y sin ofensa había quedado en aquel suceso; pero la turbación le ató la lengua, y la priesa que se dio a morir su marido no dio lugar a su disculpa.


Segunda parte de "El celoso extremeño", de Las Novelas ejemplares. Zweiter Teil von "El celoso extremeño", aus Las Novelas ejemplares. Δεύτερο μέρος του "El celoso extremeño", από το Las Novelas ejemplares. Second part of "The jealous Extremaduran", from The Exemplary Novels. Deuxième partie de "El celoso extremeño", extrait de Las Novelas ejemplares. Tweede deel van "El celoso extremeño", uit Las Novelas ejemplares. Segunda parte de "El celoso extremeño", de Las Novelas ejemplares.

Tenían los amigos de Loaysa cuidado de venir de noche a escuchar por entre las puertas de la calle, y ver si su amigo les decía algo, o si había menester alguna cosa; y, haciendo una señal que dejaron concertada, conoció Loaysa que estaban a la puerta, y por el agujero del quicio les dio breve cuenta del buen término en que estaba su negocio, pidiéndoles encarecidamente buscasen alguna cosa que provocase a sueño, para dárselo a Carrizales; que él había oído decir que había unos polvos para este efeto. Приятелите на Лоайса внимаваха да идват през нощта, за да слушат през вратите на улицата и да видят дали техният приятел им е казал нещо или дали има нужда от нещо; и като даде знак, че са се уговорили, Лоайса научи, че са на вратата, и през дупката на вратата им даде кратък отчет за успеха на бизнеса им, като ги подкани да потърсят нещо, което да ги разспи, дайте го на Каризалес. че е чувал, че има някакви пудри за този ефект. Loaysa's friends were careful to come at night to listen through the doors of the street, and see if their friend was telling them something, or if there was something necessary; and, making a signal that they left in concert, Loaysa knew that they were at the door, and through the hole of the quice he gave them a brief account of the good term in which his business was, asking them strongly to look for something that caused a dream, to give it to Carrizales ; that he had heard that there were some powders for this effect.

Dijéronle que tenían un médico amigo que les daría el mejor remedio que supiese, si es que le había; y, animándole a proseguir la empresa y prometiéndole de volver la noche siguiente con todo recaudo, apriesa se despidieron.

Vino la noche, y la banda de las palomas acudió al reclamo de la guitarra. Настъпи нощта и групата гълъби отиде да вземе китарата. Con ellas vino la simple Leonora, temerosa y temblando de que no despertase su marido; que, aunque ella, vencida deste temor, no había querido venir, tantas cosas le dijeron sus criadas, especialmente la dueña, de la suavidad de la música y de la gallarda disposición del músico pobre (que, sin haberle visto, le alababa y le subía sobre Absalón y sobre Orfeo), que la pobre señora, convencida y persuadida dellas, hubo de hacer lo que no tenía ni tuviera jamás en voluntad. С тях дойде проста Леонора, уплашена и трепереща да не би съпругът й да се събуди; Въпреки че тя, обзета от този страх, не искаше да дойде, нейните слуги й разказаха толкова много неща, особено господарката, за нежността на музиката и за галантния нрав на бедния музикант (който, без да го е виждал, го похвали и се изкачи над Авесалом и над Орфей), че бедната дама, убедена и убедена от тях, трябваше да направи това, което не е имала и никога не би направила. Lo primero que hicieron fue barrenar el torno para ver al músico, el cual no estaba ya en hábitos de pobre, sino con unos calzones grandes de tafetán leonado, anchos a la marineresca; un jubón de lo mismo con trencillas de oro, y una montera de raso de la misma color, con cuello almidonado con grandes puntas y encaje; que de todo vino proveído en las alforjas, imaginando que se había de ver en ocasión que le conviniese mudar de traje. Първото нещо, което направиха, беше да пробият струга, за да видят музиканта, който вече не беше в навиците на бедняк, а по-скоро с големи панталони от кафява тафта, широки в стила на марината; дублет от същия със златен ширит и сатенено боне от същия цвят, с колосана яка с големи точки и дантела; че цялото вино беше осигурено в алфорджас, като си въобразяваше, че понякога ще се види, че ще е удобно за него да смени костюма си.

Era mozo y de gentil disposición y buen parecer; y, como había tanto tiempo que todas tenían hecha la vista a mirar al viejo de su amo, parecióles que miraban a un ángel. Poníase una al agujero para verle, y luego otra; y porque le pudiesen ver mejor, andaba el negro paseándole el cuerpo de arriba abajo con el torzal de cera encendido. Един щеше да застане в дупката, за да го види, а след това друг; И за да могат да го видят по-добре, черният мъж ходеше нагоре-надолу по тялото му със запален восък. Y, después que todas le hubieron visto, hasta las negras bozales, tomó Loaysa la guitarra, y cantó aquella noche tan estremadamente, que las acabó de dejar suspensas y atónitas a todas, así a la vieja como a las mozas; y todas rogaron a Luis diese orden y traza cómo el señor su maestro entrase allá dentro, para oírle y verle de más cerca, y no tan por brújula como por el agujero, y sin el sobresalto de estar tan apartadas de su señor, que podía cogerlas de sobresalto y con el hurto en las manos; lo cual no sucedería ansí si le tuviesen escondido dentro. И след като всички го видяха, дори черните муцуни, Лоайса взе китарата и пееше онази вечер толкова силно, че остави всички в страхопочитание и учудени, както старицата, така и момичетата; и всички те молеха Луис да даде заповеди и да планира как техният господар, техният господар, ще влезе там, за да го чуе и види по-отблизо, и не толкова с компаса, колкото с дупката, и без шока, че е толкова далеч от господаря им, че може да ги хване с треска и с кражбата в ръцете им; което не би било така, ако го бяха скрили вътре.

A esto contradijo su señora con muchas veras, diciendo que no se hiciese la tal cosa ni la tal entrada, porque le pesaría en el alma, pues desde allí le podían ver y oír a su salvo y sin peligro de su honra.

-¿Qué honra? -dijo la dueña-. ¡El Rey tiene harta! Estése vuesa merced encerrada con su Matusalén y déjenos a nosotras holgar como pudiéremos. Cuanto más, que este señor parece tan honrado que no querrá otra cosa de nosotras más de lo que nosotras quisiéremos.

-Yo, señoras mías -dijo a esto Loaysa-, no vine aquí sino con intención de servir a todas vuesas mercedes con el alma y con la vida, condolido de su no vista clausura y de los ratos que en este estrecho género de vida se pierden. Hombre soy yo, por vida de mi padre, tan sencillo, tan manso y de tan buena condición, y tan obediente, que no haré más de aquello que se me mandare; y si cualquiera de vuesas mercedes dijere: Maestro, siéntese aquí; maestro, pásese allí; echaos acá, pasaos acullá, así lo haré, como el más doméstico y enseñado perro que salta por el Rey de Francia.

-Si eso ha de ser así -dijo la ignorante Leonora-, ¿qué medio se dará para que entre acá dentro el señor maeso?

-Bueno -dijo Loaysa-: vuesas mercedes pugnen por sacar en cera la llave desta puerta de en medio, que yo haré que mañana en la noche venga hecha otra, tal que nos pueda servir.

-En sacar esa llave -dijo una doncella-, se sacan las de toda la casa, porque es llave maestra.

-No por eso será peor -replicó Loaysa.

-Así es verdad -dijo Leonora-; pero ha de jurar este señor, primero, que no ha de hacer otra cosa cuando esté acá dentro sino cantar y tañer cuando se lo mandaren, y que ha de estar encerrado y quedito donde le pusiéremos.

-Sí juro -dijo Loaysa.

-No vale nada ese juramento -respondió Leonora-; que ha de jurar por vida de su padre, y ha de jurar la cruz y besalla que lo veamos todas.

-Por vida de mi padre juro, -dijo Loaysa-, y por esta señal de cruz, que la beso con mi boca sucia.

Y, haciendo la cruz con dos dedos, la besó tres veces.

Esto hecho, dijo otra de las doncellas: 다른 처녀들도 이렇게 말했습니다.

-Mire, señor, que no se le olvide aquello de los polvos, que es el tuáutem de todo. "보시오. 가루는 다 잊어 버리세요. 모든 것의 튜터입니다."

Con esto cesó la plática de aquella noche, quedando todos muy contentos del concierto. 이것으로 그날 밤의 대화는 끝났고 모든 사람들이 콘서트에 매우 만족했습니다. Y la suerte, que de bien en mejor encaminaba los negocios de Loaysa, trujo a aquellas horas, que eran dos después de la medianoche, por la calle a sus amigos; los cuales, haciendo la señal acostumbrada, que era tocar una trompa de París, Loaysa los habló y les dio cuenta del término en que estaba su pretensión, y les pidió si traían los polvos o otra cosa, como se la había pedido, para que Carrizales durmiese. 그리고 Loaysa의 사업을 더 잘 이끌고있는 행운은 자정 이후 두 시간 인 친구들과 거리에서 일했습니다. 로이 사는 프렌치 호른에 닿는 관습 사인을 만들어 자신의 주장이 담긴 용어를 말하고 파우더 나 다른 것을 가져 왔는지 묻습니다. Carrizales는 잤다. Díjoles, asimismo, lo de la llave maestra. 그는 또한 마스터 키에 대해 이야기했습니다. Ellos le dijeron que los polvos, o un ungüento, vendría la siguiente noche, de tal virtud que, untados los pulsos y las sienes con él, causaba un sueño profundo, sin que dél se pudiese despertar en dos días, si no era lavándose con vinagre todas las partes que se habían untado; y que se les diese la llave en cera, que asimismo la harían hacer con facilidad. 그들은 그에게 가루 또는 연고가 다음날 밤에 올 것이라고 말했다. 식초가 묻힌 모든 부분; 그리고 왁스 키가 주어졌고, 그들은 또한 쉽게 만들었습니다. Con esto se despidieron, y Loaysa y su discípulo durmieron lo poco que de la noche les quedaba, esperando Loaysa con gran deseo la venidera, por ver si se le cumplía la palabra prometida de la llave. 이것으로 그들은 작별 인사를했고, Loaysa와 그의 제자는 그들이 밤에 남은 것을 거의 잤다. Y, puesto que el tiempo parece tardío y perezoso a los que en él esperan, en fin, corre a las parejas con el mismo pensamiento, y llega el término que quiere, porque nunca para ni sosiega. И тъй като времето изглежда късно и мързеливо за тези, които го чакат, накратко, той тича към двойки с една и съща мисъл и терминът, който иска, идва, защото никога не спира и не се успокоява. 그리고 그것을 기다리는 사람들에게는 시간이 늦고 게으른 것처럼 보이므로, 같은 생각을 가진 부부에게 달려 가고 싶어합니다.

Vino, pues, la noche y la hora acostumbrada de acudir al torno, donde vinieron todas las criadas de casa, grandes y chicas, negras y blancas, porque todas estaban deseosas de ver dentro de su serrallo al señor músico; pero no vino Leonora, y, preguntando Loaysa por ella, le respondieron que estaba acostada con su velado, el cual tenía cerrada la puerta del aposento donde dormía con llave, y después de haber cerrado se la ponía debajo de la almohada; y que su señora les había dicho que, en durmiéndose el viejo, haría por tomarle la llave maestra y sacarla en cera, que ya llevaba preparada y blanda, y que de allí a un poco habían de ir a requerirla por una gatera. 밤이되자 선반에 갈 수있는 관습 시간이왔다. 모든 하녀들이 크고 작은, 검은 색과 흰색으로 왔는데, 그들은 모두 세라 글 리오 안에서 음악가를보고 싶어했기 때문이다. 그러나 레오노라는 오지 않았고,로 이사에게 그녀에게 그녀가 베일을 가지고 누워 있었다고 대답했다. 그녀는 열쇠로 잠을자는 방의 문을 닫았으며, 그것을 닫은 후 베개 밑에 놓았다. 그리고 그의 여주인은 노인이 잠들 때 마스터 키를 가져 와서 이미 준비하고 부드러운 왁스로 꺼내서 할 것이라고 말했다. 거기에서 그들은 고양이 플랩을 요구하기 위해 조금 가야한다고 말했다.

Maravillado quedó Loaysa del recato del viejo, pero no por esto se le desmayó el deseo. Loaysa는 노인의 겸손에 놀랐지 만 그의 욕망은 사라지지 않았습니다. Y, estando en esto, oyó la trompa de París; acudió al puesto; halló a sus amigos, que le dieron un botecico de ungüento de la propiedad que le habían significado; tomólo Loaysa y díjoles que esperasen un poco, que les daría la muestra de la llave; volvióse al torno y dijo a la dueña, que era la que con más ahínco mostraba desear su entrada, que se lo llevase a la señora Leonora, diciéndole la propiedad que tenía, y que procurase untar a su marido con tal tiento, que no lo sintiese, y que vería maravillas. И докато правеше това, той чу рога на Париж; отиде на поста; той намери свои приятели, които му дадоха малко шишенце мехлем от имота, който му беше определен; Лоайса го взе и им каза да изчакат малко, че той ще им даде пробата от ключа; Той се върна при струга и каза на duña, която беше тази, която показа, че иска неговото влизане най-много, да го занесе на сеньора Леонора, като й разкаже имуществото, което притежава, и да се опита да помаже съпруга й с такава грижа, че той не би го разбрал и че ще види чудеса. 그리고 이것 안에있는 그는 파리의 줄기를 들었다. 게시물에 갔다; 그는 친구를 찾았는데, 친구는 자신이 의도 한 재산으로 연고 한 병을 주었다. Loaysa는 그것을 가져 가서 조금 기다리라고 그들에게 열쇠 샘플을 주겠다고 말했습니다. 그는 바퀴를 돌려 들어가고 싶어하는 가장 큰 주인 인 주인에게 말했다. 레오노라 부인에게 가져 가서 재산을 말하고 남편에게 그런 부드러움으로 기름을 부어 주려고하지 말라고 말했다. 느낌, 그리고 당신은 불가사의를 볼 것입니다. Hízolo así la dueña, y, llegándose a la gatera, halló que estaba Leonora esperando tendida en el suelo de largo a largo, puesto el rostro en la gatera. 주인은 그렇게해서 고양이 플랩에 닿아 레오노라가 고양이 플랩에 얼굴을 대고 오랫동안 바닥에 누워 기다리고 있다는 것을 알게되었다. Llegó la dueña, y, tendiéndose de la misma manera, puso la boca en el oído de su señora, y con voz baja le dijo que traía el ungüento y de la manera que había de probar su virtud. 여주인이 도착하여 같은 방식으로 누워서 여주인의 귀에 입을 대고 낮은 목소리로 그녀가 연고를 가져오고 있으며 미덕을 입증하는 방식으로 그녀에게 말했다. Ella tomó el ungüento, y respondió a la dueña como en ninguna manera podía tomar la llave a su marido, porque no la tenía debajo de la almohada, como solía, sino entre los dos colchones y casi debajo de la mitad de su cuerpo; pero que dijese al maeso que si el ungüento obraba como él decía, con facilidad sacarían la llave todas las veces que quisiesen, y ansí no sería necesario sacarla en cera. 그녀는 연고를 가져 가서 남편에게 열쇠를 가져갈 수 없다고 주인에게 대답했습니다. 왜냐하면 남편이 열쇠를 베개 아래에 두지 않고 두 매트리스 사이와 거의 몸 중간에 있었기 때문입니다. 그러나 주인이 말한대로 연고가 효과가 있다면 원하는만큼 키를 쉽게 제거 할 수 있으므로 왁스로 제거 할 필요가 없다고 말하십시오. Dijo que fuese a decirlo luego y volviese a ver lo que el ungüento obraba, porque luego luego le pensaba untar a su velado. 그는 계속해서 그것을 말하고 연고가 무엇을하고 있는지 보았습니다.

Bajó la dueña a decirlo al maeso Loaysa, y él despidió a sus amigos, que esperando la llave estaban. 주인은로 이사 마스터에게 말을하기 위해 내려 왔고, 열쇠를 기다리는 친구들을 해산시켰다. Temblando y pasito, y casi sin osar despedir el aliento de la boca, llegó Leonora a untar los pulsos del celoso marido, y asimismo le untó las ventanas de las narices; y cuando a ellas le llegó, le parecía que se estremecía, y ella quedó mortal, pareciéndole que la había cogido en el hurto. 떨리는 작은 발걸음, 그리고 입에서 숨을 쉴 대담한 거의없이 레오노라는 질투하는 남편의 맥박에 기름을 바르고 콧 구멍을 닦았습니다. 그것이 그들에게 왔을 때, 그녀는 그녀가 떨고있는 것처럼 보였고, 그녀는 도둑질에서 그녀를 붙잡 았다고 생각하면서 필사자였습니다. En efeto, como mejor pudo, le acabó de untar todos los lugares que le dijeron ser necesarios, que fue lo mismo que haberle embalsamado para la sepultura. 사실, 그가 할 수있는 한 최선을 다해 그는 자신이 들었던 모든 장소에 기름 부음을 마쳤습니다.

Poco espacio tardó el alopiado ungüento en dar manifiestas señales de su virtud, porque luego comenzó a dar el viejo tan grandes ronquidos, que se pudieran oír en la calle: música, a los oídos de su esposa, más acordada que la del maeso de su negro. 동맹 연고가 미덕의 징후를 나타내는 데 약간의 시간이 걸렸습니다. 노인은 거리에서 들릴 수있는 큰 코를 began 기 시작했습니다. 음악, 아내의 귀, 주인의 귀보다 더 많이 기억되었습니다. 검은 색. Y, aún mal segura de lo que veía, se llegó a él y le estremeció un poco, y luego más, y luego otro poquito más, por ver si despertaba; y a tanto se atrevió, que le volvió de una parte a otra sin que despertase. 그리고 여전히 그녀가보고있는 것을 확실하지 않은 채, 그녀는 그에게 와서 그를 깨고 조금 더, 그리고 조금 더, 그가 일어 났는지 확인했습니다. 그는 너무나 감히 깨어나지 않고 한 부분에서 다른 부분으로 돌아 왔습니다. Como vio esto, se fue a la gatera de la puerta y, con voz no tan baja como la primera, llamó a la dueña, que allí la estaba esperando, y le dijo: 그녀가 이것을 보았을 때, 그녀는 문 옆의 고양이 플랩에 갔고, 그녀를 기다리고 있던 주인이라고 불리는 첫 번째만큼 낮은 목소리로 다음과 같이 말했습니다.

-Dame albricias, hermana, que Carrizales duerme más que un muerto. "캐리 잘 레스가 죽은 사람보다 더 많이 자고 있다는 좋은 소식을 알려주세요."

-Pues, ¿a qué aguardas a tomar la llave, señora? "음, 열쇠를 받기 위해 무엇을 기다리고 있습니까?" -dijo la dueña-. 주인이 말했다. Mira que está el músico aguardándola más ha de una hora. 음악가가 한 시간 이상 그녀를 기다리고 있음을보십시오.

-Espera, hermana, que ya voy por ella -respondió Leonora. 레오노라가 대답했다.

Y, volviendo a la cama, metió la mano por entre los colchones y sacó la llave de en medio dellos sin que el viejo lo sintiese; y, tomándola en sus manos, comenzó a dar brincos de contento, y sin más esperar abrió la puerta y la presentó a la dueña, que la recibió con la mayor alegría del mundo. 그리고 침대로 돌아와서, 그는 매트리스 사이에 손을 넣고 노인이 느끼지 않고 그 가운데에서 열쇠를 꺼 냈습니다. 그리고 그것을 손에 들고 기뻐서 뛰어 넘기 시작했고, 기다리지 않고 문을 열어서 세상에서 가장 큰 기쁨을 가진 주인에게 그 선물을주었습니다.

Mandó Leonora que fuese a abrir al músico, y que le trujese a los corredores, porque ella no osaba quitarse de allí, por lo que podía suceder; pero que, ante todas cosas, hiciese que de nuevo ratificase el juramento que había hecho de no hacer más de lo que ellas le ordenasen, y que, si no le quisiese confirmar y hacer de nuevo, en ninguna manera le abriesen. Leonora는 그에게 음악가를 열고 주자를 속이도록 명령했습니다. 그러나 그는 모든 일을하기 전에 그가 주문한 것보다 더 많이하지 않기로 한 맹세를 다시 비준하게 만들 것이며, 확인하고 다시하고 싶지 않다면 결코 그를 열지 않을 것입니다.

-Así será -dijo la dueña-; y a fe que no ha de entrar si primero no jura y rejura y besa la cruz seis veces. "그렇게 될 것"이라고 주인이 말했다. 처음에는 맹세하고 회춘하지 않고 십자가에 6 번 입 맞추면 들어 가지 않을 것이라는 믿음.

-No le pongas tasa -dijo Leonora-: bésela él y sean las veces que quisiere; pero mira que jure la vida de sus padres y por todo aquello que bien quiere, porque con esto estaremos seguras y nos hartaremos de oírle cantar y tañer, que en mi ánima que lo hace delicadamente; y anda, no te detengas más, porque no se nos pase la noche en pláticas. „Не я облагайте с данък“, каза Леонора, „той я целува и го прави колкото пъти иска; но вижте да се кълне в живота на родителите си и за всичко, което желае добро, защото с това ще сме в безопасност и ще се уморим да го слушаме да пее и свири, че в душата ми той го прави деликатно; И хайде не спирай повече, че не нощуваме в приказки. Leonora는 "그에게 세금을 부과하지 말고 그에게 입 맞추고 원하는만큼 여러 번 행동하십시오. 그러나 그가 부모의 삶을 맹세하고 그가 사랑하는 모든 것을 위해 맹세한다는 것을보십시오. 왜냐하면 이것으로 우리는 안전 할 것이며 우리는 그가 노래하고 노는 것을 듣는 것에 지칠 것입니다. 우리는 대화에 밤을 보내지 않기 때문에 더 이상 멈추지 마십시오.

Alzóse las faldas la buena dueña, y con no vista ligereza se puso en el torno, donde estaba toda la gente de casa esperándola; y, habiéndoles mostrado la llave que traía, fue tanto el contento de todas, que la alzaron en peso, como a catredático, diciendo: ¡Viva, viva! Добрата стопанка повдигнала полите си и с невиждана лекота се настанила в струга, където я чакали всички вкъщи; и като им показа ключа, който донесе, всички бяха толкова щастливи, че го вдигнаха на тежест, като на професор, казвайки: Да живее, да живее! 좋은 주인은 그녀의 치마를 들었고 눈에 띄지 않는 가벼움으로 그녀는 선반에 자신을 두었습니다. 집에서 온 모든 사람들이 그녀를 기다리고있었습니다. 그리고 그들이 가지고있는 열쇠를 그들에게 보여 주었을 때, 그는 모든 사람에게 너무나 기뻤습니다. 그들은 무게와 무게를 들어 cathedrat에게 들었습니다.

; y más, cuando les dijo que no había necesidad de contrahacer la llave, porque, según el untado viejo dormía, bien se podían aprovechar de la de casa todas las veces que la quisiesen. ; 더구나, 그들에게 열쇠를 뒤집을 필요가 없다고 말했을 때, 기름 부음받은 옛 사람에 따르면, 잠을 자면서 집 열쇠를 원하는만큼 이용할 수 있기 때문입니다.

-¡Ea, pues, amiga -dijo una de las doncellas-, ábrase esa puerta y entre este señor, que ha mucho que aguarda, y démonos un verde de música que no haya más que ver! 하녀 중 한 사람이 말했다.

-Más ha de haber que ver -replicó la dueña-; que le hemos de tomar juramento, como la otra noche. "더 많은 것을보아야합니다." 우리는 다른 밤처럼 맹세를해야합니다.

-Él es tan bueno -dijo una de las esclavas-, que no reparará en juramentos. 노예 중 한 사람은 이렇게 말했습니다. "그는 선서하지 않습니다.

Abrió en esto la dueña la puerta, y, teniéndola entreabierta, llamó a Loaysa, que todo lo había estado escuchando por el agujero del torno; el cual, llegándose a la puerta, quiso entrarse de golpe; mas, poniéndole la dueña la mano en el pecho, le dijo: При това duña отвори вратата и като я държеше открехната, повика Лоайса, която слушаше всичко през дупката в струга; който, приближавайки се до вратата, искаше да влезе внезапно; но като постави ръката на собственика си на гърдите му, тя каза: 여주인이 문을 열고 선반에있는 구멍을 통해 모든 것을 듣고 있던 Loaysa라고 불렀습니다. 문에 와서 갑자기 들어온 사람; 그러나 주인의 손을 가슴에 대고 말했다.

-Sabrá vuesa merced, señor mío, que, en Dios y en mi conciencia, todas las que estamos dentro de las puertas desta casa somos doncellas como las madres que nos parieron, excepto mi señora; y, aunque yo debo de parecer de cuarenta años, no teniendo treinta cumplidos, porque les faltan dos meses y medio, también lo soy, mal pecado; y si acaso parezco vieja, corrimientos, trabajos y desabrimientos echan un cero a los años, y a veces dos, según se les antoja. -Ваша милост ще знае, господарю, че в Бога и в моята съвест всички ние, които сме вътре в вратите на тази къща, сме моми като майките, които са ни родили, с изключение на жена ми; и въпреки че трябва да изглеждам на четиридесет години, дори не на трийсет, защото са след два месеца и половина, аз също съм, лош грях; И ако случайно изглеждам стар, гафове, работа и нещастия слагат нула на годините, а понякога и две, както си искат. "주님, 당신의 자비는 하나님과 나의 양심 안에서이 집의 문 안에있는 우리 모두가 내 여자를 제외한 우리를 낳은 어머니와 같은 처녀라는 것을 알게 될 것입니다. 나는 40 개월이 지나야 칭찬을받지 않아야하지만, 2 개월 반이 부족하기 때문에 나도 나쁜 죄입니다. 그리고 내가 늙어 보인다면, 교대, 일자리 및 실망은 그들이 원하는대로 몇 년에 0을, 때로는 2를 줄 것입니다. Y, siendo esto ansí, como lo es, no sería razón que, a trueco de oír dos, o tres, o cuatro cantares, nos pusiésemos a perder tanta virginidad como aquí se encierra; porque hasta esta negra, que se llama Guiomar, es doncella. 그리고 이것이 그렇게 되었기 때문에, 2, 3, 또는 4 개의 노래를 듣는 대가로 여기에 동봉 된 것만 큼 많은 처녀성을 잃어야하는 이유는 아닙니다. 이름이 Guiomar 인이 흑인 여성도 처녀이기 때문입니다. Así que, señor de mi corazón, vuesa merced nos ha de hacer, primero que entre en nuestro reino, un muy solene juramento de que no ha de hacer más de lo que nosotras le ordenáremos; y si le parece que es mucho lo que se le pide, considere que es mucho más lo que se aventura. 그러므로 내 마음의 군주여, 당신의 자비는 우리가 먼저 왕국에 들어갈 때, 우리가 주문한 것 이상을하지 않을 것이라는 엄숙한 맹세로 우리를 만들어야합니다. 그리고 많은 것이 당신에게 요구되고 있다고 생각한다면, 훨씬 더 많은 것이 투자되고 있다고 생각하십시오. Y si es que vuesa merced viene con buena intención, poco le ha de doler el jurar, que al buen pagador no le duelen prendas. 그리고 당신의 자비가 좋은 의도를 가지고 있다면, 선한 지불자가 옷을 다치게하지 않는다고 맹세하는 것은 크게 아프지 않을 것입니다.

-Bien y rebién ha dicho la señora Marialonso -dijo una de las doncellas-; en fin, como persona discreta y que está en las cosas como se debe; y si es que el señor no quiere jurar, no entre acá dentro. 하녀 중 한 명은“세 노라 마리아론 소는 잘 말했다. 간단히 말해서, 자신이해야 할 일에있는 신중한 사람으로서; 남자가 맹세하고 싶지 않다면 여기에 들어 가지 마십시오.

A esto dijo Guiomar, la negra, que no era muy ladina: 라 디노가 아닌 흑인 여성 인이 Guiomar에게 다음과 같이 말했다.

-Por mí, mas que nunca jura, entre con todo diablo; que, aunque más jura, si acá estás, todo olvida. -나보다 맹세하는 모든 악마와 함께 들어가십시오. 그는 더 맹세하지만, 당신이 여기 있다면, 그는 모든 것을 잊어 버립니다.

Oyó con gran sosiego Loaysa la arenga de la señora Marialonso, y con grave reposo y autoridad respondió: Loaysa는 Marialonso 부인의 연설을 매우 평온하게 들었고 중대한 안식처와 권위가 대답했습니다.

-Por cierto, señoras hermanas y compañeras mías, que nunca mi intento fue, es, ni será otro que daros gusto y contento en cuanto mis fuerzas alcanzaren; y así, no se me hará cuesta arriba este juramento que me piden; pero quisiera yo que se fiara algo de mi palabra, porque dada de tal persona como yo soy, era lo mismo que hacer una obligación guarentigia; y quiero hacer saber a vuesa merced que debajo del sayal hay ál, y que debajo de mala capa suele estar un buen bebedor. - Между другото, мои сестри и спътници, моето намерение никога не е било, нито ще бъде друго освен да ви доставя удоволствие и задоволство веднага щом силата ми достигне; и по този начин тази клетва, която искат от мен, няма да бъде трудна; но бих искал да се доверите на думата ми донякъде, защото предвид човек като мен, това беше същото като да поемете задължение за guarentigia; и искам да ви кажа, че под вретището е той и че под лоша пелерина обикновено има добър пияч. 내 방식의 숙녀, 자매 및 동반자로서, 나의 의도는 결코 없었으며, 나의 힘이 도달하자마자 당신에게 즐거움과 만족을주는 것 외에는 결코 없을 것입니다. 그러므로 그들이 나에게 묻는이 맹세는 오르막에서 이루어지지 않을 것입니다. 그러나 나는 당신이 내 자신의 말을 믿기를 바랍니다. 왜냐하면 저는 그런 사람을 주었으므로 그것은 보증인 의무를하는 것과 같습니다. 그리고 나는 자루에 누군가가 있고 나쁜 코트 아래에는 보통 술을 잘 마시는 사람이 있다는 것을 당신의 자비에게 알리고 싶습니다. Mas, para que todas estén seguras de mi buen deseo, determino de jurar como católico y buen varón; y así, juro por la intemerata eficacia, donde más santa y largamente se contiene, y por las entradas y salidas del santo Líbano monte, y por todo aquello que en su prohemio encierra la verdadera historia de Carlomagno, con la muerte del gigante Fierabrás, de no salir ni pasar del juramento hecho y del mandamiento de la más mínima y desechada destas señoras, so pena que si otra cosa hiciere o quisierse hacer, desde ahora para entonces y desde entonces para ahora, lo doy por nulo y no hecho ni valedero. 그러나 모든 사람이 나의 좋은 소망을 확신 할 수 있도록 가톨릭과 선한 사람으로 맹세합니다. 그러므로 나는 가장 거룩하고 오래 담겨있는 정수 효과와 거룩한 레바논 산의 입구와 출구, 그리고 프로 헤미 안의 샤를 마뉴의 진실 이야기가 담긴 거대 피 에라 브라스의 죽음과 모든 것에 대해 맹세합니다. 다른 어떤 일을하고 싶거나하고 싶을 때, 지금부터 그때까지 그리고 그때부터 지금까지의 고통 속에서, 맹세와 최하부와 거부 된 맹세 자들의 맹세와 명령을 떠나지 않거나 통과하지 않을 것입니다. .

Aquí llegaba con su juramento el buen Loaysa, cuando una de las dos doncellas, que con atención le había estado escuchando, dio una gran voz diciendo: 여기에주의 깊게 듣고 있던 두 처녀 중 하나가 큰 목소리로 말했을 때, 좋은 Loaysa가 그의 맹세와 함께왔다.

-¡Este sí que es juramento para enternecer las piedras! ¡Mal haya yo si más quiero que jures, pues con sólo lo jurado podías entrar en la misma sima de Cabra!

Y, asiéndole de los gregüescos, le metió dentro, y luego todas las demás se le pusieron a la redonda. Luego fue una a dar las nuevas a su señora, la cual estaba haciendo centinela al sueño de su esposo; y, cuando la mensajera le dijo que ya subía el músico, se alegró y se turbó en un punto, y preguntó si había jurado. Respondióle que sí, y con la más nueva forma de juramento que en su vida había visto.

-Pues si ha jurado -dijo Leonora-, asido le tenemos. ¡Oh, qué avisada que anduve en hacelle que jurase!

En esto, llegó toda la caterva junta, y el músico en medio, alumbrándolos el negro y Guiomar la negra. Y, viendo Loaysa a Leonora, hizo muestras de arrojársele a los pies para besarle las manos. Ella, callando y por señas, le hizo levantar, y todas estaban como mudas, sin osar hablar, temerosas que su señor las oyese; lo cual considerado por Loaysa, les dijo que bien podían hablar alto, porque el ungüento con que estaba untado su señor tenía tal virtud que, fuera de quitar la vida, ponía a un hombre como muerto.

-Así lo creo yo -dijo Leonora-; que si así no fuera, ya él hubiera despertado veinte veces, según le hacen de sueño ligero sus muchas indisposiciones; pero, después que le unté, ronca como un animal.

-Pues eso es así -dijo la dueña-, vámonos a aquella sala frontera, donde podremos oír cantar aquí al señor y regocijarnos un poco.

-Vamos -dijo Leonora-; pero quédese aquí Guiomar por guarda, que nos avise si Carrizales despierta.

A lo cual respondió Guiomar:

-¡Yo, negra, quedo; blancas, van. Dios perdone a todas!

Quedóse la negra; fuéronse a la sala, donde había un rico estrado, y, cogiendo al señor en medio, se sentaron todas. Y, tomando la buena Marialonso una vela, comenzó a mirar de arriba abajo al bueno del músico, y una decía: ¡Ay, qué copete que tiene tan lindo y tan rizado! Otra: ¡Ay, qué blancura de dientes! ¡Mal año para piñones mondados, que más blancos ni más lindos sean! Otra: ¡Ay, qué ojos tan grandes y tan rasgados! Y, por el siglo de mi madre, que son verdes; que no parecen sino que son de esmeraldas! Ésta alababa la boca, aquélla los pies, y todas juntas hicieron dél una menuda anatomía y pepitoria. Sola Leonora callaba y le miraba, y le iba pareciendo de mejor talle que su velado.

En esto, la dueña tomó la guitarra, que tenía el negro, y se la puso en las manos de Loaysa, rogándole que la tocase y que cantase unas coplillas que entonces andaban muy validas en Sevilla, que decían:

Madre, la mi madre, guardas me ponéis.

Cumplióle Loaysa su deseo. Levantáronse todas y se comenzaron a hacer pedazos bailando. Sabía la dueña las coplas, y cantólas con más gusto que buena voz; y fueron éstas:

Madre, la mi madre, guardas me ponéis; que si yo no me guardo, no me guardaréis. Dicen que está escrito, y con gran razón, ser la privación causa de apetito; crece en infinito encerrado amor; por eso es mejor que no me encerréis; que si yo, ... Si la voluntad por sí no se guarda, no la harán guarda miedo o calidad; romperá, en verdad, por la misma muerte, hasta hallar la suerte que vos no entendéis; que si yo, ... Quien tiene costumbre de ser amorosa, como mariposa se irá tras su lumbre, aunque muchedumbre de guardas le pongan, y aunque más propongan de hacer lo que hacéis; que si yo, ... Es de tal manera la fuerza amorosa, que a la más hermosa la vuelve en quimera; el pecho de cera, de fuego la gana, las manos de lana, de fieltro los pies; que si yo no me guardo, mal me guardaréis.

Al fin llegaban de su canto y baile el corro de las mozas, guiado por la buena dueña, cuando llegó Guiomar, la centinela, toda turbada, hiriendo de pie y de mano como si tuviera alferecía; y, con voz entre ronca y baja, dijo:

-¡Despierto señor, señora; y, señora, despierto señor, y levantas y viene!

Quien ha visto banda de palomas estar comiendo en el campo, sin miedo, lo que ajenas manos sembraron, que al furioso estrépito de disparada escopeta se azora y levanta, y, olvidada del pasto, confusa y atónita, cruza por los aires, tal se imagine que quedó la banda y corro de las bailadoras, pasmadas y temerosas, oyendo la no esperada nueva que Guiomar había traído; y, procurando cada una su disculpa y todas juntas su remedio, cuál por una y cuál por otra parte, se fueron a esconder por los desvanes y rincones de la casa, dejando solo al músico; el cual, dejando la guitarra y el canto, lleno de turbación, no sabía qué hacerse.

Torcía Leonora sus hermosas manos; abofeteábase el rostro, aunque blandamente, la señora Marialonso. En fin, todo era confusión, sobresalto y miedo. Pero la dueña, como más astuta y reportada, dio orden que Loaysa se entrase en un aposento suyo, y que ella y su señora se quedarían en la sala, que no faltaría escusa que dar a su señor si allí las hallase.

Escondióse luego Loaysa, y la dueña se puso atenta a escuchar si su amo venía; y, no sintiendo rumor alguno, cobró ánimo, y poco a poco, paso ante paso, se fue llegando al aposento donde su señor dormía y oyó que roncaba como primero; y, asegurada de que dormía, alzó las faldas y volvió corriendo a pedir albricias a su señora del sueño de su amo, la cual se las mandó de muy entera voluntad.

No quiso la buena dueña perder la coyuntura que la suerte le ofrecía de gozar, primero que todas, las gracias que ésta se imaginaba que debía tener el músico; y así, diciéndole a Leonora que esperase en la sala, en tanto que iba a llamarlo, la dejó y se entró donde él estaba, no menos confuso que pensativo, esperando las nuevas de lo que hacía el viejo untado. Maldecía la falsedad del ungüento, y quejábase de la credulidad de sus amigos y del poco advertimiento que había tenido en no hacer primero la experiencia en otro antes de hacerla en Carrizales.

En esto, llegó la dueña y le aseguró que el viejo dormía a más y mejor; sosegó el pecho y estuvo atento a muchas palabras amorosas que Marialonso le dijo, de las cuales coligió la mala intención suya, y propuso en sí de ponerla por anzuelo para pescar a su señora. Y, estando los dos en sus pláticas, las demás criadas, que estaban escondidas por diversas partes de la casa, una de aquí y otra de allí, volvieron a ver si era verdad que su amo había despertado; y, viendo que todo estaba sepultado en silencio, llegaron a la sala donde habían dejado a su señora, de la cual supieron el sueño de su amo; y, preguntándole por el músico y por la dueña, les dijo dónde estaban, y todas, con el mismo silencio que habían traído, se llegaron a escuchar por entre las puertas lo que entrambos trataban.

No faltó de la junta Guiomar, la negra; el negro sí, porque, así como oyó que su amo había despertado, se abrazó con su guitarra y se fue a esconder en su pajar, y, cubierto con la manta de su pobre cama, sudaba y trasudaba de miedo; y, con todo eso, no dejaba de tentar las cuerdas de la guitarra: tanta era (encomendado él sea a Satanás) la afición que tenía a la música. Гуиомар, черният, не липсваше на дъската; черният направи, защото щом чу, че господарят му се е събудил, той се прегърна с китарата си и отиде да се скрие в купата си сено, и, покрит с одеялото на бедното си легло, той се потеше и потеше от страх; и при всичко това той не спря да изкушава струните на китарата: такава беше (той го препоръчва на Сатана) любовта, която имаше към музиката.

Entreoyeron las mozas los requiebros de la vieja, y cada una le dijo el nombre de las Pascuas: ninguna la llamó vieja que no fuese con su epítecto y adjetivo de hechicera y de barbuda, de antojadiza y de otros que por buen respecto se callan; pero lo que más risa causara a quien entonces las oyera eran las razones de Guiomar, la negra, que por ser portuguesa y no muy ladina, era extraña la gracia con que la vituperaba. En efeto, la conclusión de la plática de los dos fue que él condecendería con la voluntad della, cuando ella primero le entregase a toda su voluntad a su señora.

Cuesta arriba se le hizo a la dueña ofrecer lo que el músico pedía; pero, a trueco de cumplir el deseo que ya se le había apoderado del alma y de los huesos y médulas del cuerpo, le prometiera los imposibles que pudieran imaginarse. Dejóle y salió a hablar a su señora; y, como vio su puerta rodeada de todas las criadas, les dijo que se recogiesen a sus aposentos, que otra noche habría lugar para gozar con menos o con ningún sobresalto del músico, que ya aquella noche el alboroto les había aguado el gusto. Il le quitta et sortit pour parler à sa maîtresse ; Et, comme il voyait sa porte entourée de toutes les bonnes, il leur dit de se rassembler dans leurs chambres, qu'une autre nuit il y aurait un endroit pour s'amuser avec moins ou pas de frayeur de la part du musicien, qui déjà cette nuit-là l'agitation avait arrosé leur goût.

Bien entendieron todas que la vieja se quería quedar sola, pero no pudieron dejar de obedecerla, porque las mandaba a todas. Ils comprirent tous bien que la vieille femme voulait rester seule, mais ils ne pouvaient s'empêcher de lui obéir, car elle leur commandait à tous. Fuéronse las criadas y ella acudió a la sala a persuadir a Leonora acudiese a la voluntad de Loaysa, con una larga y tan concertada arenga, que pareció que de muchos días la tenía estudiada. Прислужниците си тръгнаха и тя отиде във всекидневната, за да убеди Леонора да се съобрази с волята на Лоайса, с дълга и съгласувана реч, която изглеждаше изучавана в продължение на много дни. Les bonnes partirent et elle se rendit au salon pour persuader Leonora d'aller au testament de Loaysa, avec une longue harangue si concertée qu'il lui sembla qu'elle l'avait étudié pendant de nombreux jours. Encarecióle su gentileza, su valor, su donaire y sus muchas gracias. Il a apprécié sa gentillesse, son courage, sa grâce et ses nombreux remerciements. Pintóle de cuánto más gusto le serían los abrazos del amante mozo que los del marido viejo, asegurándole el secreto y la duración del deleite, con otras cosas semejantes a éstas, que el demonio le puso en la lengua, llenas de colores retóricos, tan demonstrativos y eficaces, que movieran no sólo el corazón tierno y poco advertido de la simple e incauta Leonora, sino el de un endurecido mármol. Il peignit combien plus de plaisir seraient les étreintes du jeune amant que celles du vieux mari, l'assurant du secret et de la durée du délice, avec d'autres choses semblables à celles-ci, que le diable lui mit sur la langue, pleine de des couleurs rhétoriques, si démonstratives et efficaces, qui ont ému non seulement le cœur tendre et peu remarqué de la simple et imprudente Léonora, mais celui d'un marbre durci. ¡Oh dueñas, nacidas y usadas en el mundo para perdición de mil recatadas y buenas intenciones! Oh propriétaires, nés et utilisés dans le monde à la destruction de mille sages et bonnes intentions ! ¡Oh, luengas y repulgadas tocas, escogidas para autorizar las salas y los estrados de señoras principales, y cuán al revés de lo que debíades usáis de vuestro casi ya forzoso oficio! О, дълги и тънки щрихи, избрани да упълномощават стаите и подиумите на водещи дами, и как противно на това, което трябва да използвате почти вече натрапената си търговия! Oh, longs et repoussés attouchements, choisis pour autoriser les couloirs et les grands estrades des dames, et combien contraire à ce que vous auriez dû utiliser de votre office presque déjà forcé ! En fin, tanto dijo la dueña, tanto persuadió la dueña, que Leonora se rindió, Leonora se engañó y Leonora se perdió, dando en tierra con todas las prevenciones del discreto Carrizales, que dormía el sueño de la muerte de su honra. Bref, le propriétaire a tellement dit, le propriétaire a tellement persuadé que Leonora se rendait, Leonora se trompait et Leonora se perdait, heurtant le sol avec toutes les précautions du discret Carrizales, qui dormait le rêve de la mort de son honneur.

Tomó Marialonso por la mano a su señora, y, casi por fuerza, preñados de lágrimas los ojos, la llevó donde Loaysa estaba; y, echándoles la bendición con una risa falsa de demonio, cerrando tras sí la puerta, los dejó encerrados, y ella se puso a dormir en el estrado, o, por mejor decir, a esperar su contento de recudida. Marialonso prit sa maîtresse par la main, et, presque de force, ses yeux pleins de larmes, la conduisit là où était Loaysa ; et, les bénissant d'un faux rire de diable, fermant la porte derrière lui, il les enferma, et elle s'endormit sur l'estrade, ou, pour mieux dire, attendit leurs répugnances pour être heureuse. Pero, como el desvelo de las pasadas noches la venciese, se quedó dormida en el estrado. Mais, tandis que l'éveil des nuits passées la submergeait, elle s'endormit sur la scène.

Bueno fuera en esta sazón preguntar a Carrizales, a no saber que dormía, que adónde estaban sus advertidos recatos, sus recelos, sus advertimientos, sus persuasiones, los altos muros de su casa, el no haber entrado en ella, ni aun en sombra, alguien que tuviese nombre de varón, el torno estrecho, las gruesas paredes, las ventanas sin luz, el encerramiento notable, la gran dote en que a Leonora había dotado, los regalos continuos que la hacía, el buen tratamiento de sus criadas y esclavas; el no faltar un punto a todo aquello que él imaginaba que habían menester, que podían desear,... Pero ya queda dicho que no había que preguntárselo, porque dormía más de aquello que fuera menester; y si él lo oyera y acaso respondiera, no podía dar mejor respuesta que encoger los hombros y enarcar las cejas y decir: ¡Todo aqueso derribó por los fundamentos la astucia, a lo que yo creo, de un mozo holgazán y vicioso, y la malicia de una falsa dueña, con la inadvertencia de una muchacha rogada y persuadida! Би било добре в този момент да попитате Каризалес, без да знае, че спи, къде са предупредени неговите предпазливост, неговите подозрения, предупреждения, убеждавания, високите стени на къщата му, без да е влизал в нея, дори в сенките , някой, който имаше мъжко име, тесният струг, дебелите стени, прозорците без светлина, забележителното заграждение, голямата зестра, с която беше дарил Леонора, непрекъснатите подаръци, които й даваше, доброто отношение към прислужниците и робите му; без да пропусне всичко, от което си представяше, че имат нужда, което биха могли да желаят,... Но вече беше казано, че не беше необходимо да го молим, защото той спеше повече от необходимото; и ако го е чул и може би е отговорил, той не би могъл да даде по-добър отговор от това да свие рамене и да повдигне вежди и да каже: Вярвам, всичко това победи хитростта на един мързелив и порочен млад мъж и злобата на фалшив собственик, с невнимание на момиче измолен и убеден! Il était bon à ce moment-là de demander à Carrizales, à moins qu'il ne sache qu'il dormait, où étaient sa pudeur avertie, ses inquiétudes, ses avertissements, ses convictions, les hauts murs de sa maison, qu'il n'y était pas entré, pas même dans l'ombre, quelqu'un qui avait un nom d'homme, le tour étroit, les murs épais, les fenêtres sans lumière, l'enfermement remarquable, la grande dot dont il avait doté Leonora, les cadeaux continus qu'il lui faisait, le bon traitement de ses servantes et des esclaves; ne pas manquer un point à tout ce qu'il imaginait dont ils avaient besoin, qu'ils pouvaient souhaiter,... Mais on a déjà dit qu'il n'était pas nécessaire de lui demander, car il dormait plus qu'il n'en fallait ; Et s'il l'entendait et répondait, il ne pourrait donner une meilleure réponse que de hausser les épaules et de lever les sourcils et de dire : Tous ceux qui ont renversé la ruse, à ce que je crois, d'un jeune homme paresseux et malice d'une fausse maîtresse, avec l'inadvertance d'une fille suppliée et persuadée ! Libre Dios a cada uno de tales enemigos, contra los cuales no hay escudo de prudencia que defienda ni espada de recato que corte.

Pero, con todo esto, el valor de Leonora fue tal, que, en el tiempo que más le convenía, le mostró contra las fuerzas villanas de su astuto engañador, pues no fueron bastantes a vencerla, y él se cansó en balde, y ella quedó vencedora y entrambos dormidos. Y, en esto, ordenó el cielo que, a pesar del ungüento, Carrizales despertase, y, como tenía de costumbre, tentó la cama por todas partes; y, no hallando en ella a su querida esposa, saltó de la cama despavorido y atónito, con más ligereza y denuedo que sus muchos años prometían. Y cuando en el aposento no halló a su esposa, y le vio abierto y que le faltaba la llave de entre los colchones, pensó perder el juicio. Pero, reportándose un poco, salió al corredor, y de allí, andando pie ante pie por no ser sentido, llegó a la sala donde la dueña dormía; y, viéndola sola, sin Leonora, fue al aposento de la dueña, y, abriendo la puerta muy quedo, vio lo que nunca quisiera haber visto, vio lo que diera por bien empleado no tener ojos para verlo: vio a Leonora en brazos de Loaysa, durmiendo tan a sueño suelto como si en ellos obrara la virtud del ungüento y no en el celoso anciano. Mais, rapportant un peu, il sortit dans le couloir, et de là, marchant pied à pied parce qu'on ne le sentait pas, il atteignit la chambre où dormait le propriétaire ; Et, la voyant seule, sans Léonora, il se rendit dans la chambre du propriétaire, et, ouvrant la porte très doucement, il vit ce qu'il n'aurait jamais voulu avoir vu, il vit ce qu'il faudrait pour de bon de ne pas avoir d'yeux pour le voir : il vit Léonora dans les bras de Loaysa, dormant si profondément que si la vertu de la pommade agissait sur eux et non sur le vieillard jaloux.

Sin pulsos quedó Carrizales con la amarga vista de lo que miraba; la voz se le pegó a la garganta, los brazos se le cayeron de desmayo, y quedó hecho una estatua de mármol frío; y, aunque la cólera hizo su natural oficio, avivándole los casi muertos espíritus, pudo tanto el dolor, que no le dejó tomar aliento. Без пулс Каризалес остана с горчивата гледка на това, което гледаше; гласът заседна в гърлото му, ръцете му паднаха от припадък и той беше направен статуя от студен мрамор; и въпреки че гневът свърши естествената си работа, разбунвайки почти мъртвия му дух, болката беше толкова силна, че не му позволи да си поеме дъх. Sans pouls, Carrizales a été laissé avec la vue amère de ce qu'il regardait; sa voix s'accrochait à sa gorge, ses bras tombaient de consternation, et il était transformé en une statue de marbre froid ; et, bien que la colère ait fait son travail naturel, attisant les esprits presque morts, elle était si puissante que la douleur ne lui a pas permis de reprendre son souffle. Y, con todo eso, tomara la venganza que aquella grande maldad requería si se hallara con armas para poder tomarla; y así, determinó volverse a su aposento a tomar una daga y volver a sacar las manchas de su honra con sangre de sus dos enemigos, y aun con toda aquella de toda la gente de su casa. Et, avec tout cela, il se vengerait de ce grand mal s'il se trouvait avec des armes pour le prendre ; Et ainsi, il résolut de retourner dans sa chambre pour prendre un poignard et enlever les taches de son honneur avec le sang de ses deux ennemis, et même avec celui de tout le peuple de sa maison. Con esta determinación honrosa y necesaria volvió, con el mismo silencio y recato que había venido, a su estancia, donde le apretó el corazón tanto el dolor y la angustia que, sin ser poderoso a otra cosa, se dejó caer desmayado sobre el lecho. С тази почтена и необходима решителност той се върна със същото мълчание и скромност, с които беше дошъл, в стаята си, където болката и мъката свиха сърцето му толкова много, че без да може да направи нищо друго, той падна припаднал на леглото . Avec cette détermination honorable et nécessaire, il retourna, avec le même silence et la même modestie qu'il était venu, dans sa chambre, où la douleur et l'angoisse lui serraient tellement le cœur que, sans pouvoir rien d'autre, il s'écroula sur le lit dans un faible.

Llegóse en esto el día, y cogió a los nuevos adúlteros enlazados en la red de sus brazos. Despertó Marialonso y quiso acudir por lo que, a su parecer, le tocaba; pero, viendo que era tarde, quiso dejarlo para la venidera noche. Marialonso s'est réveillé et a voulu y aller à cause de ce qui, à son avis, était son tour ; mais, voyant qu'il était tard, il voulut le laisser pour la nuit à venir. Alborotóse Leonora, viendo tan entrado el día, y maldijo su descuido y el de la maldita dueña; y las dos, con sobresaltados pasos, fueron donde estaba su esposo, rogando entre dientes al cielo que le hallasen todavía roncando; y, cuando le vieron encima de la cama callando, creyeron que todavía obraba la untura, pues dormía, y con gran regocijo se abrazaron la una a la otra. Léonora était bouleversée de voir le jour si tard, et maudissait son insouciance et celle du maudit propriétaire ; et tous deux, d'un pas effrayé, se rendirent à l'endroit où se trouvait son mari, suppliant le ciel de le trouver encore en train de ronfler ; et quand ils le virent sur le lit se tenant tranquille, ils crurent que l'onction fonctionnait encore, pendant qu'il dormait, et avec une grande joie ils s'embrassèrent. Llegóse Leonora a su marido, y asiéndole de un brazo le volvió de un lado a otro, por ver si despertaba sin ponerles en necesidad de lavarle con vinagre, como decían era menester para que en sí volviese. Léonora vint vers son mari, et lui prenant le bras, elle le tourna d'un côté à l'autre, pour voir s'il se réveillerait sans qu'ils aient besoin de le laver avec du vinaigre, car ils disaient qu'il fallait qu'il revienne à lui-même . Pero con el movimiento volvió Carrizales de su desmayo, y, dando un profundo suspiro, con una voz lamentable y desmayada dijo: Mais avec le mouvement Carrizales revint de son évanouissement, et, poussant un profond soupir, d'une voix lamentable et faible il dit :

-¡Desdichado de mí, y a qué tristes términos me ha traído mi fortuna! -Аз нещастен, а до какви тъжни условия ме доведе съдбата ми! "Mauvais moi, et quelles tristes conditions ma fortune m'a-t-elle apportée!"

No entendió bien Leonora lo que dijo su esposo; mas, como le vio despierto y que hablaba, admirada de ver que la virtud del ungüento no duraba tanto como habían significado, se llegó a él, y, poniendo su rostro con el suyo, teniéndole estrechamente abrazado, le dijo: Leonora ne comprenait pas très bien ce que disait son mari ; Mais comme elle le vit éveillé et parlant, étonnée de voir que la vertu de la pommade ne durait pas aussi longtemps qu'ils l'avaient voulu, elle s'approcha de lui, et, mettant son visage contre le sien, le serrant fort dans ses bras, dit :

-¿Qué tenéis, señor mío, que me parece que os estáis quejando? « Qu'avez-vous, mon seigneur, que je pense que vous vous plaignez ? »

Oyó la voz de la dulce enemiga suya el desdichado viejo, y, abriendo los ojos desencajadamente, como atónito y embelesado, los puso en ella, y con grande ahínco, sin mover pestaña, la estuvo mirando una gran pieza, al cabo de la cual le dijo: Oyó la voz de la dulce enemiga suya el desdichado viejo, y, abriendo los ojos desencajadamente, como atónito y embelesado, los puso en ella, y con grande ahínco, sin mover pestaña, la estuvo mirando una gran pieza, al cabo de la cual il lui a dit:

-Hacedme placer, señora, que luego luego enviéis a llamar a vuestros padres de mi parte, porque siento no sé qué en el corazón que me da grandísima fatiga, y temo que brevemente me ha de quitar la vida, y querríalos ver antes que me muriese. `` Faites-moi plaisir, madame, et puis faites venir vos parents pour moi, car je sens que je ne sais pas ce que dans mon cœur cela me fatigue beaucoup, et je crains que brièvement cela me prenne la vie, et je j'aimerais les voir avant de mourir.

Sin duda creyó Leonora ser verdad lo que su marido le decía, pensando antes que la fortaleza del ungüento, y no lo que había visto, le tenía en aquel trance; y, respondiéndole que haría lo que la mandaba, mandó al negro que luego al punto fuese a llamar a sus padres, y, abrazándose con su esposo, le hacía las mayores caricias que jamás le había hecho, preguntándole qué era lo que sentía, con tan tiernas y amorosas palabras, como si fuera la cosa del mundo que más amaba. Sans aucun doute, Léonora croyait vrai ce que son mari lui disait, pensant d'avance que la force de la pommade, et non ce qu'elle avait vu, l'avait mis dans cette transe ; Et, répondant qu'il ferait ce qu'il ordonnait, il ordonna à l'homme noir d'appeler immédiatement ses parents, et, s'embrassant avec son mari, il lui fit les plus grandes caresses qu'il ait jamais faites, lui demandant ce qu'il ressentait, avec tant de tendresse et d'amour. mots, comme si c'était la chose au monde qu'il aimait le plus. Él la miraba con el embelesamiento que se ha dicho, siéndole cada palabra o caricia que le hacía una lanzada que le atravesaba el alma. Il la regarda avec le ravissement qui a été dit, chaque mot ou caresse étant une lance qui transperçait son âme.

Ya la dueña había dicho a la gente de casa y a Loaysa la enfermedad de su amo, encareciéndoles que debía de ser de momento, pues se le había olvidado de mandar cerrar las puertas de la calle cuando el negro salió a llamar a los padres de su señora; de la cual embajada asimismo se admiraron, por no haber entrado ninguno dellos en aquella casa después que casaron a su hija. Ya la dueña había dicho a la gente de casa ya Loaysa la enfermedad de su amo, encareciéndoles que debía de ser de momento, pues se le había olvidado de mandar cerrar las puertas de la calle cuando el negro salió a llamar a los padres de su Madame; ambassade qu'ils admiraient aussi, pour n'avoir fait entrer aucun d'eux dans cette maison après avoir épousé leur fille.

En fin, todos andaban callados y suspensos, no dando en la verdad de la causa de la indisposición de su amo; el cual, de rato en rato, tan profunda y dolorosamente suspiraba, que con cada suspiro parecía arrancársele el alma. Bref, ils étaient tous silencieux et suspendus, ne réalisant pas la cause de l'indisposition de leur maître ; qui, de temps en temps, soupirait si profondément et douloureusement qu'à chaque soupir il semblait lui arracher l'âme.

Lloraba Leonora por verle de aquella suerte, y reíase él con una risa de persona que estaba fuera de sí, considerando la falsedad de sus lágrimas. Léonora pleura de le voir dans un tel sort, et il rit du rire d'une personne hors de lui, considérant la fausseté de ses larmes.

En esto, llegaron los padres de Leonora, y, como hallaron la puerta de la calle y la del patio abiertas y la casa sepultada en silencio y sola, quedaron admirados y con no pequeño sobresalto. À cela, les parents de Leonora sont arrivés, et comme ils ont trouvé la porte de la rue et la porte du patio ouvertes et la maison enterrée dans le silence et seuls, ils ont été stupéfaits et sans petit choc. Fueron al aposento de su yerno y halláronle, como se ha dicho, siempre clavados los ojos en su esposa, a la cual tenía asida de las manos, derramando los dos muchas lágrimas: ella, con no más ocasión de verlas derramar a su esposo; él, por ver cuán fingidamente ella las derramaba. Ils allèrent dans la chambre de leur gendre et le trouvèrent, comme on l'a dit, regardant toujours sa femme, dont il tenait les mains, versant toutes deux beaucoup de larmes : elle, n'ayant plus l'occasion de voir son mari verser ; lui, pour voir avec quelle feinte elle les renversait.

Así como sus padres entraron, habló Carrizales, y dijo:

-Siéntense aquí vuesas mercedes, y todos los demás dejen desocupado este aposento, y sólo quede la señora Marialonso.

Hiciéronlo así; y, quedando solos los cinco, sin esperar que otro hablase, con sosegada voz, limpiándose los ojos, desta manera dijo Carrizales:

-Bien seguro estoy, padres y señores míos, que no será menester traeros testigos para que me creáis una verdad que quiero deciros. « Je suis bien sûr, pères et messieurs, qu'il ne sera pas nécessaire d'amener des témoins pour que vous me croyiez une vérité que je veux vous dire. Bien se os debe acordar (que no es posible se os haya caído de la memoria) con cuánto amor, con cuán buenas entrañas, hace hoy un año, un mes, cinco días y nueve horas que me entregastes a vuestra querida hija por legítima mujer mía. Bien se os debe acordar (que no es posible se os haya caído de la memoria) con cuánto amor, con cuán buenas entrañas, hace hoy un año, un mes, cinco días y nueve horas que me entregastes a vuestra querida hija por legítima mujer mienne. También sabéis con cuánta liberalidad la doté, pues fue tal la dote, que más de tres de su misma calidad se pudieran casar con opinión de ricas. Vous savez aussi combien je l'ai généreusement dotée, puisque la dot était telle que plus de trois de même qualité pouvaient se marier avec l'opinion des femmes riches. Asimismo, se os debe acordar la diligencia que puse en vestirla y adornarla de todo aquello que ella se acertó a desear y yo alcancé a saber que le convenía. De même, vous devez vous rappeler la diligence que j'ai mise à l'habiller et à la parer de tout ce qu'elle avait raison de souhaiter et j'ai compris que cela lui convenait. Ni más ni menos habéis visto, señores, cómo, llevado de mi natural condición y temeroso del mal de que, sin duda, he de morir, y experimentado por mi mucha edad en los estraños y varios acaescimientos del mundo, quise guardar esta joya, que yo escogí y vosotros me distes, con el mayor recato que me fue posible. Vous n'avez vu ni plus ni moins, messieurs, comment, tiré de ma condition naturelle et craignant le mal que, sans aucun doute, je mourrai, et éprouvé par mon grand âge dans les étrangers et les divers événements du monde, j'ai voulu garde ce bijou, que j'ai choisi et que tu m'as offert, avec la plus grande modestie possible. Alcé las murallas desta casa, quité la vista a las ventanas de la calle, doblé las cerraduras de las puertas, púsele torno como a monasterio; desterré perpetuamente della todo aquello que sombra o nombre de varón tuviese. J'ai élevé les murs de cette maison, j'ai détourné les yeux des fenêtres de la rue, j'ai doublé les serrures des portes, je l'ai retournée comme un monastère ; J'en ai perpétuellement banni tout ce qu'avait d'ombre ou de nom masculin. Dile criadas y esclavas que la sirviesen, ni les negué a ellas ni a ella cuanto quisieron pedirme; hícela mi igual, comuniquéle mis más secretos pensamientos, entreguéla toda mi hacienda. Dites aux servantes et aux esclaves de la servir, et je ne leur ai pas refusé non plus ce qu'ils voulaient me demander ; Je l'ai faite mon égale, je lui ai communiqué mes pensées les plus secrètes, je lui ai donné toutes mes finances. Todas éstas eran obras para que, si bien lo considerara, yo viviera seguro de gozar sin sobresalto lo que tanto me había costado y ella procurara no darme ocasión a que ningún género de temor celoso entrara en mi pensamiento. Tous ces travaux étaient faits pour que, même si j'y réfléchissais, je vivrais assuré de jouir sans effroi de ce qui m'avait tant coûté et elle essaierait de ne pas me laisser l'occasion d'une quelconque peur jalouse d'entrer dans mes pensées. Mas, como no se puede prevenir con diligencia humana el castigo que la voluntad divina quiere dar a los que en ella no ponen del todo en todo sus deseos y esperanzas, no es mucho que yo quede defraudado en las mías, y que yo mismo haya sido el fabricador del veneno que me va quitando la vida. Mais, puisque le châtiment que la volonté divine veut donner à ceux qui n'y mettent pas pleinement leurs désirs et leurs espérances ne peut être empêché avec une diligence humaine, ce n'est pas grand-chose que je sois déçu du mien, et que j'ai été moi-même le faiseur du poison qui me prend la vie. Pero, porque veo la suspensión en que todos estáis, colgados de las palabras de mi boca, quiero concluir los largos preámbulos desta plática con deciros en una palabra lo que no es posible decirse en millares dellas. Mais, parce que je vois la suspension dans laquelle vous êtes tous, accrochés aux mots de ma bouche, je veux conclure les longs préambules de cet exposé en vous disant en un mot ce qui ne peut pas être dit dans des milliers d'autres. Digo, pues, señores, que todo lo que he dicho y hecho ha parado en que esta madrugada hallé a ésta, nacida en el mundo para perdición de mi sosiego y fin de mi vida (y esto, señalando a su esposa), en los brazos de un gallardo mancebo, que en la estancia desta pestífera dueña ahora está encerrado.

Apenas acabó estas últimas palabras Carrizales, cuando a Leonora se le cubrió el corazón, y en las mismas rodillas de su marido se cayó desmayada. Perdió la color Marialonso, y a las gargantas de los padres de Leonora se les atravesó un nudo que no les dejaba hablar palabra. Pero, prosiguiendo adelante Carrizales, dijo:

-La venganza que pienso tomar desta afrenta no es, ni ha de ser, de las que ordinariamente suelen tomarse, pues quiero que, así como yo fui estremado en lo que hice, así sea la venganza que tomaré, tomándola de mí mismo como del más culpado en este delito; que debiera considerar que mal podían estar ni compadecerse en uno los quince años desta muchacha con los casi ochenta míos. -Отмъщението, което възнамерявам да предприема за това оскърбление, не е, нито трябва да бъде, от тези, които обикновено се предприемат, защото искам това, точно както бях екстремист в това, което направих, така да бъде и отмъщението, което ще предприема, вземайки го от себе си като от по-виновен в това престъпление; че трябва да считам, че петнадесетте години на това момиче не могат да бъдат симпатични в едно с моите почти осемдесет години. Yo fui el que, como el gusano de seda, me fabriqué la casa donde muriese, y a ti no te culpo, ¡oh niña mal aconsejada! (y, diciendo esto, se inclinó y besó el rostro de la desmayada Leonora). No te culpo, digo, porque persuasiones de viejas taimadas y requiebros de mozos enamorados fácilmente vencen y triunfan del poco ingenio que los pocos años encierran. Mas, porque todo el mundo vea el valor de los quilates de la voluntad y fe con que te quise, en este último trance de mi vida quiero mostrarlo de modo que quede en el mundo por ejemplo, si no de bondad, al menos de simplicidad jamás oída ni vista; y así, quiero que se traiga luego aquí un escribano, para hacer de nuevo mi testamento, en el cual mandaré doblar la dote a Leonora y le rogaré que, después de mis días, que serán bien breves, disponga su voluntad, pues lo podrá hacer sin fuerza, a casarse con aquel mozo, a quien nunca ofendieron las canas deste lastimado viejo; y así verá que, si viviendo jamás salí un punto de lo que pude pensar ser su gusto, en la muerte hago lo mismo, y quiero que le tenga con el que ella debe de querer tanto. La demás hacienda mandaré a otras obras pías; y a vosotros, señores míos, dejaré con que podáis vivir honradamente lo que de la vida os queda. La venida del escribano sea luego, porque la pasión que tengo me aprieta de manera que, a más andar, me va acortando los pasos de la vida.

Esto dicho, le sobrevino un terrible desmayo, y se dejó caer tan junto de Leonora, que se juntaron los rostros: ¡estraño y triste espectáculo para los padres, que a su querida hija y a su amado yerno miraban! No quiso la mala dueña esperar a las reprehensiones que pensó le darían los padres de su señora; y así, se salió del aposento y fue a decir a Loaysa todo lo que pasaba, aconsejándole que luego al punto se fuese de aquella casa, que ella tendría cuidado de avisarle con el negro lo que sucediese, pues ya no había puertas ni llaves que lo impidiesen. Admiróse Loaysa con tales nuevas, y, tomando el consejo, volvió a vestirse como pobre, y fuese a dar cuenta a sus amigos del estraño y nunca visto suceso de sus amores.

En tanto, pues, que los dos estaban transportados, el padre de Leonora envió a llamar a un escribano amigo suyo, el cual vino a tiempo que ya habían vuelto hija y yerno en su acuerdo. Hizo Carrizales su testamento en la manera que había dicho, sin declarar el yerro de Leonora, más de que por buenos respectos le pedía y rogaba se casase, si acaso él muriese, con aquel mancebo que él la había dicho en secreto. Cuando esto oyó Leonora, se arrojó a los pies de su marido y, saltándole el corazón en el pecho, le dijo:

-Vivid vos muchos años, mi señor y mi bien todo, que, puesto caso que no estáis obligado a creerme ninguna cosa de las que os dijere, sabed que no os he ofendido sino con el pensamiento.

Y, comenzando a disculparse y a contar por extenso la verdad del caso, no pudo mover la lengua y volvió a desmayarse. Abrazóla así desmayada el lastimado viejo; abrazáronla sus padres; lloraron todos tan amargamente, que obligaron y aun forzaron a que en ellas les acompañase el escribano que hacía el testamento, en el cual dejó de comer a todas las criadas de casa, horras las esclavas y el negro, y a la falsa de Marialonso no le mandó otra cosa que la paga de su salario; mas, sea lo que fuere, el dolor le apretó de manera que al seteno día le llevaron a la sepultura.

Quedó Leonora viuda, llorosa y rica; y cuando Loaysa esperaba que cumpliese lo que ya él sabía que su marido en su testamento dejaba mandado, vio que dentro de una semana se entró monja en uno de los más recogidos monasterios de la ciudad. Él, despechado y casi corrido, se pasó a las Indias. Quedaron los padres de Leonora tristísimos, aunque se consolaron con lo que su yerno les había dejado y mandado por su testamento. Las criadas se consolaron con lo mismo, y las esclavas y esclavo con la libertad; y la malvada de la dueña, pobre y defraudada de todos sus malos pensamientos.

Y yo quedé con el deseo de llegar al fin deste suceso: ejemplo y espejo de lo poco que hay que fiar de llaves, tornos y paredes cuando queda la voluntad libre; y de lo menos que hay que confiar de verdes y pocos años, si les andan al oído exhortaciones destas dueñas de monjil negro y tendido, y tocas blancas y luengas. Sólo no sé qué fue la causa que Leonora no puso más ahínco en desculparse, y dar a entender a su celoso marido cuán limpia y sin ofensa había quedado en aquel suceso; pero la turbación le ató la lengua, y la priesa que se dio a morir su marido no dio lugar a su disculpa. Je ne sais tout simplement pas ce qui a poussé Leonora à ne pas faire plus d'efforts pour s'excuser et à faire comprendre à son mari jaloux à quel point elle était restée propre et sans offense dans cet événement ; mais son embarras lui lia la langue, et la hâte de mourir de son mari ne donna pas lieu à ses excuses.