¿Por qué UZBEKISTÁN ha abolido la ESCLAVITUD...? - Visu... (1)
Fijaos un momento en la camiseta que lleváis, o en vuestros vaqueros… o incluso en los
billetes que tenéis en el bolsillo. Todo eso está hecho de algodón. Sí, los billetes
también. Pues bien, tengo una mala noticia que daros, uno de cada cinco podéis estar
llevando ahora mismo un producto hecho por mano de obra esclava.
Es matemática pura. Mirad, una cuarta parte de todo el algodón del mundo se produce en
China. Pero dentro de China, el 88% de los cultivos de algodón están en la región
de Xinjiang. Y, si sois seguidores asiduos de VisualPolitik, ya sabéis qué está pasando
ahora en Xinjiang: discriminación de la etnia uigur, campos de reeducación y trabajo forzoso.
Vale, volvamos a las matemáticas: si una cuarta parte del algodón mundial se produce
en China, y de este algodón el 88% viene de Xinjiang, solo tenemos que hacer una regla
de tres para averiguar qué porcentaje de algodón se produce en esta región –en
la que la minoría uigur está prácticamente esclavizada por el gobierno chino–. No hace
falta que saquéis la calculadora, ya os lo digo yo: el 22%. Sí, como lo oís. El 22%
o una quinta parte de todo el algodón mundial que tanto nos gusta a todos es fruto de trabajo
forzoso. Y se utiliza por grandes marcas, como H&M, Adidas, Idea, Nike o Inditex Y, por si a alguien le parece que no es para tanto, preparaos, porque esto no es lo peor.
China no es el único país que se pasa por el forro los derechos humanos en la producción
de algodón. Y parece que no, pero hay algo peor que el trabajo forzoso. Atentos:
El mito de los "dedos ágiles" es particularmente relevante para la producción de semillas
de algodón, donde los empleadores afirman que las tareas de polinización cruzada, emasculación
y polinización manual las realizan mejor las niñas que no han alcanzado la pubertad,
como es el caso de la India. Habéis oído bien: en pleno siglo XXI todavía
hay productores que defienden el trabajo infantil. Y que quede claro: no solamente hablamos de
adolescentes, sino de niños que empiezan a trabajar a partir de los cinco años. También
es muy frecuente que sean empleados para recoger el algodón, porque frente a los recolectores
adultos tienen dos ventajas. Uno, que como los niños son más bajitos, no tienen que
agacharse para recoger el algodón y dos, que cobran mucho menos que cualquier adulto.
Vamos, si eres un empresario sin escrúpulos ni control gubernamental, lo mejor que puedes
hacer en tu campo de algodón es esclavizar a un colegio entero. Y lo estoy diciendo en
broma, pero hay países que hacen exactamente esto: cuando llega el otoño, sacan a todos
los estudiantes de las clases para que recojan algodón.
Y me diréis, ¿entonces en este vídeo vamos a hablar de cosas terribles, como la esclavitud
moderna y el trabajo infantil? Pues lo cierto es que no, porque en medio de este panorama
tan desolador tenemos una buena noticia: Sigue disminuyendo el trabajo forzoso e infantil
en los campos de algodón de Uzbekistán Y diréis, pero ¿a qué viene eso? Si recordáis,
en aquel vídeo de VisualPolitik en el que hablábamos de Uzbekistán, contábamos que
es una dictadura salvaje, abyecta, y que no tenía el más mínimo escrúpulo para esclavizar
a su población para que recogieran algodón. Y, por si alguno se lo preguntaba, el mismo
dictador que gobernaba entonces es el que gobierna ahora: hablamos del señor SHAVKAT
MIRZIYOYEV. En ese respecto, no ha cambiado nada. Los uzbecos siguen sufriendo un régimen
que considera que los Derechos Humanos son opcionales. Y os preguntaréis… entonces
¿Cómo es posible que, de repente, a este dictador le haya dado un ataque de bondad
y va a acabar con el trabajo forzoso e infantil? ¿Le han venido a ver los fantasmas de Dickens
y se ha dado cuenta de que tiene que cambiar las cosas? Pues realmente, no.
Entonces, ¿por qué Uzbekistán ha decidido acabar con la mano de obra forzosa e infantil?
¿Cómo lo está haciendo, y hasta qué punto puede servir como modelo para el resto de
países productores de algodón? Hoy vamos a responder a todas estas preguntas, pero
antes, vamos a ver un poco de historia. ESTÁ POR TODAS PARTES
Puede que os sorprenda, pero el algodón es uno de los diez cultivos más plantados del
mundo, tan solo por detrás del trigo, maíz, arroz, soja y algunos cereales. El 2,6% de
toda la tierra cultivada del planeta son plantaciones de algodón, lo que es más o menos lo mismo
que el tamaño de Alemania o de Polonia. Además, ya sabéis que, a diferencia del trigo o el
maíz, el algodón no se come, pero, aun así, ocupa el doble de tierra que, por ejemplo,
las plantaciones de patatas. Es más, hasta 300 millones de personas, es decir, el 3%
de la población mundial, trabajan en alguna de las fases de la cadena de producción del
algodón. Y diréis: “pero ¿por qué se planta tanto
algodón?” Si en principio solo se utiliza para la ropa, y no toda, porque también hay
ropa que es de lino, de cáñamo o de mil tejidos más. Sí, pero resulta que el algodón
se utiliza para todo en esta vida. Mirad, este billete de cinco euros es, en
realidad, algodón puro. Pensadlo bien, si los billetes fueran de papel, sería imposible
que duraran tanto, soportaran la humedad e incluso algún que otro centrifugado en la
lavadora. En cambio, al estar hechos con fibra de algodón, son más robustos, flexibles
y resistentes. Pero eso no es todo: el algodón también se utiliza en un sinfín de objetos
que usamos en nuestro día a día: los textiles del hogar, los filtros de café, los cordones
de los zapatos e incluso es un componente de las pantallas planas de televisión. De
las semillas de algodón se extrae el aceite que se usa en la producción de jabones, margarina
y algunos plásticos. Es más, el algodón se utiliza hasta en los trajes espaciales.
Y, de hecho, en 2019 China intentó plantar algodón en la cara oculta de la luna.
Visto el percal, es más fácil entender por qué hay tantos países que se dedican a cultivar
algodón – son 90, prácticamente la mitad del mundo. Los principales productores son
la India, China y los Estados Unidos, y el Tío Sam es el que más algodón exporta al
resto del mundo. Por su parte, la Unión Europea se queda muy atrás: solamente se cultiva
algodón en España y en Grecia, y no alcanza ni de cerca la producción en otros continentes.
Pero hoy nos vamos a centrar en una región diferente, en la que el algodón es tan importante
que, en proporción, son unos de los mayores productores de este “oro blanco” por kilómetro
cuadrado y por habitante. Vamos, son países que son tan dependientes del cultivo de algodón
que incluso lo han dibujado en sus escudos nacionales. Y también cuentan con unas condiciones
climáticas bastante favorables para volcarse a producir el oro blanco. Hablamos de Asia
Central. O, como todos lo conocemos, la tierra de los ISTANES. Ya sabéis: Uzbequistán,
Turkmenistán, Tayiskistan, Kyrgistán, Kazajistán, Pakistán y Afganistán.
Y es que el algodón tiene una propiedad muy curiosa, porque es una planta que no soporta
heladas, así que necesita un clima cálido, pero sin llegar a los 35º. Además, lo ideal
es que haya poca humedad ambiental, porque durante el proceso de la recogida el algodón
tiene que estar seco. Pero a la vez necesita muchísima agua. Por ejemplo, para plantar
200 gramos de algodón, que es lo que puede servir para hacer una camiseta, se necesitan
2.000 litros de agua. De toda el agua que se usa en las labores agrícolas, el 3,5%
va exclusivamente para la producción del algodón.
Y si ahora te pones a buscar en el mapa un lugar cálido, pero no demasiado, sin heladas,
con un clima medianamente seco, y que haya mucha agua, la verdad es que te vas a encontrar
con que hay bastante pocas zonas con condiciones óptimas para el cultivo de algodón. Por
eso, el 73% del algodón mundial se produce gracias a sistemas de irrigación. Y esto
significa que, si se cultiva mucho algodón, se gasta mucha, mucha agua. Tanta que hay
regiones que están perdiendo sus ríos y lagos debido a la producción masiva del oro
blanco. Quedaos con esto, porque en unos minutos os voy a hablar de la mayor tragedia acuática
jamás causada por el algodón. Pero no solamente hablamos de catástrofes
ecológicas, sino también humanitarias, porque hay países en los que el algodón se recoge
por mano de obra esclava o, incluso, infantil. Y, lo que es peor, es muy difícil saber si
la camiseta que llevas puesta ahora mismo es una de estas prendas hechas por trabajo
forzoso, porque la cadena de producción de algodón es una de las más complejas del
mundo. Os voy a contar la historia de una camiseta
de algodón. Primero, se planta una semilla en algún campo de estos de los que hemos
hablado: cálido, seco y con mucha agua. Unos meses después, alguien tiene que recoger
las típicas bolitas de algodón y llevarlas a una fábrica de desmotado, donde la pelusa
se separa de la semilla y de cualquier tipo de impurezas. La pelusa de algodón, que es
lo que se utiliza en la industria textil, viaja a otro lugar, en el que se lava y pasa
por una prensa, para convertirse en un bloque de algodón, que también se llama bala. Esta
bala pasa a la siguiente fase de producción, en la que se transforma en un hilo. Luego
viene el proceso de tejido, en el que este hilo se convierte en una tela. Y, finalmente,
alguien confeccionará nuestra camiseta, que después puede pasar a los escaparates de
las principales marcas de moda. Ahora bien, todo lo que os he contado podría
ocurrir en un solo país, pero la verdad es que esto no es lo frecuente. Lo más habitual
es que el algodón se recoja en el país A, se transforme en tejido en el país B, se
confeccione en el país C y se venda finalmente en el país D. Hablamos de un sector súper
tradicional, con una cadena de producción larguísima y un montón de manos por las
que la bola de algodón pasa antes de convertirse en una camiseta. Por eso, al final es muy
difícil saber quién produce el algodón crudo que se acaba por utilizar para confeccionar
las camisetas de Zara. Y ya sé lo que os estaréis preguntando ahora
mismo… si el algodón tiene tanta demanda ¿Por qué no se recoge de forma automatizada?
Puede que os sorprenda pero la agricultura es uno de los sectores que más ha cambiado
en el último siglo. A día de hoy, casi nadie recoge trigo a mano: lo hacen máquinas cosechadoras.
Entonces ¿Por qué en el caso del algodón, se siguen empleando a niños? Pues ahora mismo
lo vamos a ver. LA TRAMPA SOVIÉTICA
Normalmente, cuando se habla de los grandes imperios del mundo todos pensamos en las colonias
británicas, francesas, españolas…, pero no en el Imperio ruso. Porque normalmente
damos por hecho que el Imperio ruso era tan grande porque… pues porque Rusia es grande,
sin más. Qué sé yo, que cuando los primeros países del mundo se repartieron toda la tierra
del planeta, Rusia dijo “dame dos” o que le tocó el comodín. Pues no.
En realidad, el Gran Imperio Ruso se fue expandiendo muy poco a poco, y solo se hizo grande como
tal en el siglo XVIII, cuando se quedó con toda Siberia ¡Pero no se quedaron ahí! Siguieron
expandiéndose por el Sur hasta llegar a Asia Central. Y ahí es donde encontraron el lugar
perfecto para plantar algodón: clima cálido, seco y, a la vez con varios ríos.
¿El problema? El problema era que, por alguna razón no se fiaban de toda esta población