×

We use cookies to help make LingQ better. By visiting the site, you agree to our cookie policy.


image

CuriosaMente - Videos Interessantes, Meditación para dejar ir (1)

Meditación para dejar ir (1)

Bienvenida, bienvenido a este ejercicio de meditación. Antes de comenzar busca un lugar

donde puedas estar a solas y en silencio. Siéntate en un cojín en el suelo, con las

piernas cruzadas o en una silla, lo que te sea más cómodo. Lo importante es que tu

espalda esté erguida y a la vez relajada. Esta sesión la vamos a dedicar a reflexionar

y meditar sobre algo que entendemos muy bien a nivel intelectual, pero no tan bien a nivel

emocional y es el hecho de que todo cambia. Asimilar este conocimiento es esencial para

dejar en el pasado lo que te dificulta seguir con tu vida de una manera más armónica.

En muchas tradiciones de oriente se utiliza un tipo de meditación llamado meditación

analítica para asimilar conocimientos intelectuales de manera que poco a poco se conviertan también

en entendimientos emocionales hasta que se vuelvan parte integral de nuestro ser. Estas

meditaciones analíticas no son otra cosa que una reflexión profunda.

Empecemos. Puedes descansar la mirada en el espacio frente a ti o, si lo prefieres, cierra

los ojos y prepárate. (P. 3 SEG) Siente cómo el abdomen se expande al inhalar y exhalar.

Respira profundamente tres veces. Inhala… mantén el aire… y exhala. Inhala, (P. 3

SEG) y exhala... y una vez más inhala, (3 s) y exhala.

Cuando escuchamos que todo cambia nos parece una obviedad, ¿no es cierto? Sabemos que

ni las cosas, ni las circunstancias, ni las personas permanecen estáticas. ¿Por qué

habríamos de dedicar tiempo a pensar en un aspecto tan evidente de la vida? Porque reflexionar

sobre el cambio y la impermanencia nos va a ayudar a entender esta realidad a nivel

emocional, a soltar, a dejar ir cuando las cosas se acaben, cuando las circunstancias

cambien, cuando las personas, por una razón u otra, se tengan que ir de nuestras vidas.

Reflexionar sobre la transitoriedad nos va a ayudar a sufrir menos y a navegar con más

serenidad los altibajos de la vida. Primero hablemos de las cosas. Sabemos que

las partículas que forman todo lo que percibimos se encuentran en constante movimiento. Desde

las partículas más ínfimas hasta las galaxias inconmensurables, no hay nada en el universo

que permanezca estático. Todo cambia y eventualmente llega a su fin.

Pero ¿qué pasa cuando algo que nos gusta se arruina? Cuando se rompe nuestra taza favorita

o cuando nuestro dispositivo más preciado se descompone nos preguntamos “¿por qué

a mí?” Pero ¿por qué no a ti si es algo que nos pasa a todos? (P. 3 SEG) Tarde o temprano

las cosas se desgastan, se rompen, se acaban. Cuando esto le sucede a algo que no nos importa

no tenemos mucho problema, pero cuando es algo que necesitamos o que nos gusta mucho,

o que nos costó mucho, el cambio nos toma por sorpresa.

Ahora trae a tu mente un objeto al cual le hayas tenido mucho cariño y hayas perdido.

(P. 3 SEG) Tal vez fue un regalo de alguien, algo por que te costó trabajo obtener o tal

vez representaba el recuerdo de un momento feliz pero un día lo buscaste por todos lados

y no lo encontraste. (P. 3 SEG) ¿Te enojaste contigo o con alguien más por haberlo perdido?

(P. 3 SEG) ¿Por cuánto tiempo? ¿Valió la pena amargar días, tal vez semanas de

tu vida por una cosa de la cual de todos modos, tarde o temprano, te ibas a separar? Piensa

en esto por un momento (P. 3 SEG). Tal vez te preguntes si estamos insinuando

que sería mejor si fuéramos fríos e insensibles y no tuviéramos emociones. Pero no, no se

trata de volvernos de piedra ni de dejar de sentir, se trata de darnos cuenta de que el

aferramiento que le tenemos a las cosas nos causa mucho sufrimiento. A veces somos como

niños que lloran porque el mar destruyó su castillo de arena. (P. 3 SEG) Y este problema

es más grande de lo que creemos, porque el aferramiento no solo nos hace sufrir a nosotros;

cuando nos encontramos bajo su dominio también le hacemos la vida difícil a los demás.

(P. 3 SEG) Y no solo sufrimos cuando perdemos una preciada

posesión. Quizá lo más triste es que también sufrimos mientras la tenemos. Frecuentemente

el miedo a perder algo es el obstáculo más grande para disfrutarlo. ¿Te ha pasado? Toma

un momento para recordar alguna ocasión en la que obtuviste algo que querías mucho y

el miedo a dañarlo o a perderlo no te dejó disfrutarlo. (P. 3 SEG) ¿No es triste no

poder gozar lo que tenemos? (P. 3 SEG) ¿Y qué hay de compartirlo? (P. 3 SEG).

Con las circunstancias nos pasa igual; estas se encuentran en constante cambio. No hay

manera de acelerar ni de congelar las diferentes situaciones que se presentan en la vida. Si

nos relacionamos con ellas a través del aferramiento, esto nos va causar mucho sufrimiento innecesario.

Y esto aplica tanto a las circunstancias agradables como a las desagradables.

¿Qué significa vivir las situaciones desagradables a través del aferramiento? Significa que

las amplificamos y exageramos en nuestra mente. Permitimos que nos atormenten no solo mientras

suceden: antes de que sucedan ya la pasamos mal anticipando todo lo terrible que van a

traer. De igual manera, una vez que pasan, nos torturamos reviviéndolas constantemente

en vez de dejarlas ir. ¿Cómo sería vivir los tragos amargos de la vida sin aferrarnos

a ellos? (P. 3 SEG) ¿Crees que el recordarnos que todo pasa y nada permanece puede ayudarnos

a atravesar las circunstancias desagradables con un ánimo más sosegado? (P. 3 SEG)

Por favor, ten muy en cuenta que esto en ningún momento quiere decir que debas aceptar o permanecer

en circunstancias de abuso que atenten contra tu bienestar físico y mental. Es esencial

cuidarnos. Muchas veces escuchamos que hay que vivir

en el presente. Tal vez pensemos que esto significa que ya nunca debemos preocuparnos,

prever o planear. En realidad sería muy tonto nunca planear nada. Pero más tonto sería

permitir que nuestra vida se convierta en nada más que una cadena de preocupaciones.

El reflexionar acerca de la transitoriedad no solo nos ayuda a mantener los ánimos cuando

atravesamos una situación desagradable, también nos ayuda a apreciar los momentos bonitos

de la vida. Se trate del fin de semana, de un viaje, o de una reunión con nuestros seres

queridos, cuando estamos demasiado aferrados a una circunstancia feliz el miedo a que algo

salga mal o la angustia de que se termine se roba toda nuestra atención y no nos permite

gozarla. ¿Te ha sucedido? (P. 3 SEG) Revisa de nuevo tu postura corporal y respira

profundamente. (P. 3 SEG) Trae a tu mente una o dos circunstancias que día a día te

dan alegría y paz. Puede ser que disfrutes de cierta comida, algún tramo del recorrido

que haces todos los días, o la compañía de alguna persona o animal en particular.

(P. 3 SEG) Imagínalas vívidamente y siente la alegría que te causan. (P. 3 SEG) Prométete

que cuando estas breves circunstancias se presenten vas a darte la oportunidad de disfrutarlas.

(P. 3 SEG) Decide también que cuando se terminen no te vas a aferrar a ellas. (P. 3 SEG) Vas

a dejarlas ir, sabiendo que después vendrán otras. (P. 3 SEG) También prométete que

no te vas a aferrar a las malas circunstancias. (P. 3 SEG) Que no vas a exagerar su negatividad.

(P. 3 SEG) Que, tanto como puedas, vas a evitar prolongar artificialmente el dolor que causan.

(P. 3 SEG) Decide que la próxima vez que te encuentres en una circunstancia desagradable

vas a recordar que, tarde o temprano, esta también va a pasar. (P. 3 SEG).

Ahora hablemos de las relaciones. Sabemos, por lo menos a nivel intelectual, que todo

encuentro termina en despedida. De todo el dolor que la impermanencia nos causa, tal

vez el más agudo es aquel relacionado con nuestros vínculos personales. ¡Qué difícil

es dejar ir a nuestros seres queridos! Hay muchas razones por las cuales alguien se va

de nuestras vidas. Tal vez tomamos distintos caminos. Tal vez hubo un malentendido o incluso

una pelea. Tal vez solo fue la ineludible muerte. Lo cierto es que toda relación, tarde

o temprano, llega a su fin. Esto puede ser buenas noticias cuando se trata de alguien

que no queremos en nuestras vidas, puede ser alivio y aceptación cuando se trata de personas

con las que ya no tenemos mucho en común, pero puede ser dolorosísimo cuando se trata

de personas amadas. El reflexionar acerca de la impermanencia

de las relaciones puede parecer deprimente, incluso masoquista. Algunas personas tal vez

consideren que solo nos hará sentir miedo y ansiedad. Pero ¿quién es el verdadero

causante de la ansiedad? ¿No será el aferramiento? (P. 3 SEG) ¿Crees que reflexionar sobre la

fugacidad de nuestros vínculos una y otra vez pueda ayudarnos a aceptar esta dura realidad?

(P. 3 SEG) ¿Crees que recordarnos de vez en cuando que todos nos vamos a morir nos

lleve a apreciar más a las personas que nos rodean? (P. 3 SEG) ¿A poner los conflictos

en perspectiva? (P. 3 SEG) ¿A darles su justa importancia? (P. 3 SEG) ¿A no reaccionar

de manera desproporcionada complicando las cosas? (P. 3 SEG) ¿A perdonar más rápido?

(P. 3 SEG) ¿A soltar y dejar ir cuando la relación llega a su fin? (P. 3 SEG)

Cuando se termina alguna etapa importante de la vida, cuando se termina una relación

o cuando perdemos a un ser querido es natural atravesar un periodo de duelo. Estos periodos

de duelo son necesarios para hacer reajustes externos e internos en nuestras vidas. Pero

si perdemos a una persona con la cual nos relacionábamos a través del aferramiento,

nos será mucho más difícil aceptar el cambio. Tal vez incluso perdamos el piso y el proceso

del duelo se vuelva tortuoso, abrumador y prolongado. En resumen, sufriremos más. Si

reconoces que esto te ha sucedido antes, es importante que no te recrimines. Haz las paces

con el pasado y usa tu energía en identificar y desenraizar el hábito del aferramiento

exacerbado, que no nos trae más que dolor innecesario. Esto muchas veces empieza con

una respiración profunda y el pensamiento de “voy a estar bien”. Repítelo: “voy

a estar bien”. (P. 3 SEG) Por último hablemos del aspecto de la impermanencia

más difícil de procesar, el más duro y a la vez, del que menos estamos conscientes:

nuestra propia impermanencia. Primero que nada, sabemos que tanto nuestra mente como

nuestro cuerpo se encuentran en constante cambio. La ciencia nos dice que después de

algunos años todas las células de nuestro cuerpo se han reemplazado. ¿Qué hay de nuestros

aspectos mentales y emocionales? Si ponemos atención, nos daremos cuenta de que después

de algunos años, cosas que considerábamos parte esencial de nuestra identidad han cambiado

por completo. Tal vez en los últimos años hayas acumulado experiencias y aprendizajes.

Tal vez hayas cultivado distintas habilidades y cualidades. Tal vez algunos de tus gustos,

opiniones, sentires y hábitos hayan cambiado radicalmente. Sabemos que ya no somos la misma

persona. Pero ¿nos sentimos así? Si, por ejemplo, alguien insultó a la persona que

fuimos hace cinco años, ¿seguimos pensando que “me insultaron a mí”? (P. 3 SEG)

¿Por qué sentimos con frecuencia que este viejo insulto todavía nos atañe? (P. 3 SEG)

La humanidad ha invertido muchísimos recursos, tiempo y esfuerzo en intentar combatir los

efectos del tiempo en nuestro ser, a veces de maneras francamente ridículas o hasta

riesgosas. Pero el envejecimiento y la muerte siguen siendo parte de nuestra vida. Un día

nos vamos a separar de todo lo que queremos y conocemos. El mero hecho de pensarlo puede

ser aterrador. Se necesita valentía para encarar esta realidad, para aceptarla, pero

asimilarla nos ayudará poner en perspectiva las otras pérdidas, a dejar atrás los rencores

y aferramientos que nos hacen sufrir, a vivir con más paz y alegría.

Vamos a cerrar con una última reflexión. De nuevo, revisa tu postura corporal. Inhala

y exhala profundamente (P. 3 SEG) Ahora pregúntate: ¿Cómo quiero pasar el resto de mi vida?

(P. 3 SEG) ¿Cómo me quiero sentir? (P. 3 SEG) ¿Qué quiero cultivar? (P. 3 SEG) ¿Qué


Meditación para dejar ir (1) Meditation des Loslassens (1) Meditation to let go (1) Méditation sur le lâcher-prise (1) 冥想放下(1)

Bienvenida, bienvenido a este ejercicio de meditación. Antes de comenzar busca un lugar Welcome to this meditation exercise. Before you begin, find a place

donde puedas estar a solas y en silencio. Siéntate en un cojín en el suelo, con las

piernas cruzadas o en una silla, lo que te sea más cómodo. Lo importante es que tu

espalda esté erguida y a la vez relajada. Esta sesión la vamos a dedicar a reflexionar

y meditar sobre algo que entendemos muy bien a nivel intelectual, pero no tan bien a nivel

emocional y es el hecho de que todo cambia. Asimilar este conocimiento es esencial para emotional and is the fact that everything changes. Assimilating this knowledge is essential to

dejar en el pasado lo que te dificulta seguir con tu vida de una manera más armónica.

En muchas tradiciones de oriente se utiliza un tipo de meditación llamado meditación

analítica para asimilar conocimientos intelectuales de manera que poco a poco se conviertan también

en entendimientos emocionales hasta que se vuelvan parte integral de nuestro ser. Estas

meditaciones analíticas no son otra cosa que una reflexión profunda.

Empecemos. Puedes descansar la mirada en el espacio frente a ti o, si lo prefieres, cierra

los ojos y prepárate. (P. 3 SEG) Siente cómo el abdomen se expande al inhalar y exhalar. eyes and get ready. (P. 3 SEG) Feel the abdomen expand as you inhale and exhale.

Respira profundamente tres veces. Inhala… mantén el aire… y exhala. Inhala, (P. 3

SEG) y exhala... y una vez más inhala, (3 s) y exhala.

Cuando escuchamos que todo cambia nos parece una obviedad, ¿no es cierto? Sabemos que When we hear that everything changes, it seems like a no-brainer, doesn't it? We know that

ni las cosas, ni las circunstancias, ni las personas permanecen estáticas. ¿Por qué

habríamos de dedicar tiempo a pensar en un aspecto tan evidente de la vida? Porque reflexionar

sobre el cambio y la impermanencia nos va a ayudar a entender esta realidad a nivel

emocional, a soltar, a dejar ir cuando las cosas se acaben, cuando las circunstancias emotional, to let go, to let go when things are over, when circumstances

cambien, cuando las personas, por una razón u otra, se tengan que ir de nuestras vidas. change, when people, for one reason or another, have to leave our lives.

Reflexionar sobre la transitoriedad nos va a ayudar a sufrir menos y a navegar con más

serenidad los altibajos de la vida. Primero hablemos de las cosas. Sabemos que

las partículas que forman todo lo que percibimos se encuentran en constante movimiento. Desde the particles that make up everything we perceive are in constant motion. From

las partículas más ínfimas hasta las galaxias inconmensurables, no hay nada en el universo

que permanezca estático. Todo cambia y eventualmente llega a su fin.

Pero ¿qué pasa cuando algo que nos gusta se arruina? Cuando se rompe nuestra taza favorita

o cuando nuestro dispositivo más preciado se descompone nos preguntamos “¿por qué

a mí?” Pero ¿por qué no a ti si es algo que nos pasa a todos? (P. 3 SEG) Tarde o temprano But why not you if it happens to all of us?" (P. 3 SEG) Sooner or later

las cosas se desgastan, se rompen, se acaban. Cuando esto le sucede a algo que no nos importa

no tenemos mucho problema, pero cuando es algo que necesitamos o que nos gusta mucho,

o que nos costó mucho, el cambio nos toma por sorpresa.

Ahora trae a tu mente un objeto al cual le hayas tenido mucho cariño y hayas perdido.

(P. 3 SEG) Tal vez fue un regalo de alguien, algo por que te costó trabajo obtener o tal (P. 3 SEG) Maybe it was a gift from someone, something you had a hard time getting, or maybe it was a gift from someone else, something you had a hard time getting, or maybe it was a gift from someone else.

vez representaba el recuerdo de un momento feliz pero un día lo buscaste por todos lados

y no lo encontraste. (P. 3 SEG) ¿Te enojaste contigo o con alguien más por haberlo perdido? (Q. 3 SEG) Were you angry with yourself or someone else for losing it?

(P. 3 SEG) ¿Por cuánto tiempo? ¿Valió la pena amargar días, tal vez semanas de

tu vida por una cosa de la cual de todos modos, tarde o temprano, te ibas a separar? Piensa

en esto por un momento (P. 3 SEG). Tal vez te preguntes si estamos insinuando on this for a moment (Q. 3 SEG). You may wonder whether we are implying

que sería mejor si fuéramos fríos e insensibles y no tuviéramos emociones. Pero no, no se

trata de volvernos de piedra ni de dejar de sentir, se trata de darnos cuenta de que el it's about turning us to stone and not to stop feeling, it's about realizing that the

aferramiento que le tenemos a las cosas nos causa mucho sufrimiento. A veces somos como

niños que lloran porque el mar destruyó su castillo de arena. (P. 3 SEG) Y este problema

es más grande de lo que creemos, porque el aferramiento no solo nos hace sufrir a nosotros;

cuando nos encontramos bajo su dominio también le hacemos la vida difícil a los demás.

(P. 3 SEG) Y no solo sufrimos cuando perdemos una preciada

posesión. Quizá lo más triste es que también sufrimos mientras la tenemos. Frecuentemente

el miedo a perder algo es el obstáculo más grande para disfrutarlo. ¿Te ha pasado? Toma

un momento para recordar alguna ocasión en la que obtuviste algo que querías mucho y

el miedo a dañarlo o a perderlo no te dejó disfrutarlo. (P. 3 SEG) ¿No es triste no fear of damaging it or losing it kept you from enjoying it. (P. 3 SEG) Isn't it sad not to

poder gozar lo que tenemos? (P. 3 SEG) ¿Y qué hay de compartirlo? (P. 3 SEG). (P. 3 SEG) What about sharing it (P. 3 SEG).

Con las circunstancias nos pasa igual; estas se encuentran en constante cambio. No hay

manera de acelerar ni de congelar las diferentes situaciones que se presentan en la vida. Si

nos relacionamos con ellas a través del aferramiento, esto nos va causar mucho sufrimiento innecesario.

Y esto aplica tanto a las circunstancias agradables como a las desagradables.

¿Qué significa vivir las situaciones desagradables a través del aferramiento? Significa que

las amplificamos y exageramos en nuestra mente. Permitimos que nos atormenten no solo mientras

suceden: antes de que sucedan ya la pasamos mal anticipando todo lo terrible que van a

traer. De igual manera, una vez que pasan, nos torturamos reviviéndolas constantemente

en vez de dejarlas ir. ¿Cómo sería vivir los tragos amargos de la vida sin aferrarnos

a ellos? (P. 3 SEG) ¿Crees que el recordarnos que todo pasa y nada permanece puede ayudarnos

a atravesar las circunstancias desagradables con un ánimo más sosegado? (P. 3 SEG)

Por favor, ten muy en cuenta que esto en ningún momento quiere decir que debas aceptar o permanecer

en circunstancias de abuso que atenten contra tu bienestar físico y mental. Es esencial

cuidarnos. Muchas veces escuchamos que hay que vivir

en el presente. Tal vez pensemos que esto significa que ya nunca debemos preocuparnos,

prever o planear. En realidad sería muy tonto nunca planear nada. Pero más tonto sería

permitir que nuestra vida se convierta en nada más que una cadena de preocupaciones.

El reflexionar acerca de la transitoriedad no solo nos ayuda a mantener los ánimos cuando

atravesamos una situación desagradable, también nos ayuda a apreciar los momentos bonitos

de la vida. Se trate del fin de semana, de un viaje, o de una reunión con nuestros seres

queridos, cuando estamos demasiado aferrados a una circunstancia feliz el miedo a que algo

salga mal o la angustia de que se termine se roba toda nuestra atención y no nos permite

gozarla. ¿Te ha sucedido? (P. 3 SEG) Revisa de nuevo tu postura corporal y respira

profundamente. (P. 3 SEG) Trae a tu mente una o dos circunstancias que día a día te

dan alegría y paz. Puede ser que disfrutes de cierta comida, algún tramo del recorrido

que haces todos los días, o la compañía de alguna persona o animal en particular.

(P. 3 SEG) Imagínalas vívidamente y siente la alegría que te causan. (P. 3 SEG) Prométete

que cuando estas breves circunstancias se presenten vas a darte la oportunidad de disfrutarlas.

(P. 3 SEG) Decide también que cuando se terminen no te vas a aferrar a ellas. (P. 3 SEG) Vas

a dejarlas ir, sabiendo que después vendrán otras. (P. 3 SEG) También prométete que

no te vas a aferrar a las malas circunstancias. (P. 3 SEG) Que no vas a exagerar su negatividad.

(P. 3 SEG) Que, tanto como puedas, vas a evitar prolongar artificialmente el dolor que causan.

(P. 3 SEG) Decide que la próxima vez que te encuentres en una circunstancia desagradable

vas a recordar que, tarde o temprano, esta también va a pasar. (P. 3 SEG).

Ahora hablemos de las relaciones. Sabemos, por lo menos a nivel intelectual, que todo

encuentro termina en despedida. De todo el dolor que la impermanencia nos causa, tal

vez el más agudo es aquel relacionado con nuestros vínculos personales. ¡Qué difícil

es dejar ir a nuestros seres queridos! Hay muchas razones por las cuales alguien se va

de nuestras vidas. Tal vez tomamos distintos caminos. Tal vez hubo un malentendido o incluso

una pelea. Tal vez solo fue la ineludible muerte. Lo cierto es que toda relación, tarde

o temprano, llega a su fin. Esto puede ser buenas noticias cuando se trata de alguien

que no queremos en nuestras vidas, puede ser alivio y aceptación cuando se trata de personas

con las que ya no tenemos mucho en común, pero puede ser dolorosísimo cuando se trata

de personas amadas. El reflexionar acerca de la impermanencia

de las relaciones puede parecer deprimente, incluso masoquista. Algunas personas tal vez

consideren que solo nos hará sentir miedo y ansiedad. Pero ¿quién es el verdadero

causante de la ansiedad? ¿No será el aferramiento? (P. 3 SEG) ¿Crees que reflexionar sobre la

fugacidad de nuestros vínculos una y otra vez pueda ayudarnos a aceptar esta dura realidad?

(P. 3 SEG) ¿Crees que recordarnos de vez en cuando que todos nos vamos a morir nos

lleve a apreciar más a las personas que nos rodean? (P. 3 SEG) ¿A poner los conflictos

en perspectiva? (P. 3 SEG) ¿A darles su justa importancia? (P. 3 SEG) ¿A no reaccionar

de manera desproporcionada complicando las cosas? (P. 3 SEG) ¿A perdonar más rápido?

(P. 3 SEG) ¿A soltar y dejar ir cuando la relación llega a su fin? (P. 3 SEG)

Cuando se termina alguna etapa importante de la vida, cuando se termina una relación

o cuando perdemos a un ser querido es natural atravesar un periodo de duelo. Estos periodos

de duelo son necesarios para hacer reajustes externos e internos en nuestras vidas. Pero

si perdemos a una persona con la cual nos relacionábamos a través del aferramiento,

nos será mucho más difícil aceptar el cambio. Tal vez incluso perdamos el piso y el proceso

del duelo se vuelva tortuoso, abrumador y prolongado. En resumen, sufriremos más. Si

reconoces que esto te ha sucedido antes, es importante que no te recrimines. Haz las paces

con el pasado y usa tu energía en identificar y desenraizar el hábito del aferramiento

exacerbado, que no nos trae más que dolor innecesario. Esto muchas veces empieza con

una respiración profunda y el pensamiento de “voy a estar bien”. Repítelo: “voy

a estar bien”. (P. 3 SEG) Por último hablemos del aspecto de la impermanencia

más difícil de procesar, el más duro y a la vez, del que menos estamos conscientes:

nuestra propia impermanencia. Primero que nada, sabemos que tanto nuestra mente como

nuestro cuerpo se encuentran en constante cambio. La ciencia nos dice que después de

algunos años todas las células de nuestro cuerpo se han reemplazado. ¿Qué hay de nuestros

aspectos mentales y emocionales? Si ponemos atención, nos daremos cuenta de que después

de algunos años, cosas que considerábamos parte esencial de nuestra identidad han cambiado

por completo. Tal vez en los últimos años hayas acumulado experiencias y aprendizajes.

Tal vez hayas cultivado distintas habilidades y cualidades. Tal vez algunos de tus gustos,

opiniones, sentires y hábitos hayan cambiado radicalmente. Sabemos que ya no somos la misma

persona. Pero ¿nos sentimos así? Si, por ejemplo, alguien insultó a la persona que

fuimos hace cinco años, ¿seguimos pensando que “me insultaron a mí”? (P. 3 SEG)

¿Por qué sentimos con frecuencia que este viejo insulto todavía nos atañe? (P. 3 SEG)

La humanidad ha invertido muchísimos recursos, tiempo y esfuerzo en intentar combatir los

efectos del tiempo en nuestro ser, a veces de maneras francamente ridículas o hasta

riesgosas. Pero el envejecimiento y la muerte siguen siendo parte de nuestra vida. Un día

nos vamos a separar de todo lo que queremos y conocemos. El mero hecho de pensarlo puede

ser aterrador. Se necesita valentía para encarar esta realidad, para aceptarla, pero

asimilarla nos ayudará poner en perspectiva las otras pérdidas, a dejar atrás los rencores

y aferramientos que nos hacen sufrir, a vivir con más paz y alegría.

Vamos a cerrar con una última reflexión. De nuevo, revisa tu postura corporal. Inhala

y exhala profundamente (P. 3 SEG) Ahora pregúntate: ¿Cómo quiero pasar el resto de mi vida?

(P. 3 SEG) ¿Cómo me quiero sentir? (P. 3 SEG) ¿Qué quiero cultivar? (P. 3 SEG) ¿Qué