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Narraciones inquietantes, La Dama de Picas - Alexander Pushkin – 08

La Dama de Picas - Alexander Pushkin – 08

Tres días después de la noche fatal, a eso de las nueve de la mañana, se encaminó Hermann al monasterio de… donde iba a verificarse el sepelio de la difunta condesa. Aún no teniendo remordimientos, no lograba, sin embargo, acallar la voz de su conciencia que repetía, «El asesino de la condesa eres tú.» Hermann no tenía mucha fe, pero tenía muchos prejuicios. Creía que la condesa podía ejercer sobre su vida una influencia fundada y resolvió asistir a su entierro para solicitar su perdón.

La iglesia estaba llena. A duras penas consiguió Hermann abrirse paso a través de la multitud. Descansaba el féretro sobre el lujoso catafalco bajo un dosel de terciopelo.

La muerta yacía en él con las manos cruzadas sobre el pecho, envuelta la cabeza en una gorra de encajes y vestida con un rico traje de seda. Alrededor de ella estaban sus criados con sendas libreas negras y hachones encendidos y sus hijos, nietos y bisnietos de riguroso luto.

Ninguno lloraba. Las lágrimas hubieran sido de mal gusto. La condesa era tan vieja que su muerte a nadie podía causar dolor y sus parientes la consideraban hacía tiempo como una persona que había perdido todo derecho a permanecer en este mundo.

El párroco pronunció la oración fúnebre. Con sentidas frases pintó la serena muerte de los justos para los cuales los largos años de tranquila existencia constituyen una preparación para el eterno viaje.

«El ángel de la muerte,» exclamó el orador, «la halló entregada a meditaciones celestiales esperando a su divino amante.» La triste ceremonia se efectuó con solemnidad. Los parientes se despidieron del cadáver los primeros. Después se inclinaron ante él los innumerables amigos que habían venido a despedirse de la que tantas veces les obsequió con mundanas distracciones. Los últimos fueron los sirvientes.

Entre ellos se acercó una vieja doncella de la condesa sostenida por dos criadas jóvenes. No tenía fuerzas ya para inclinarse hasta el suelo y al besar la helada mano de su señora derramó algunas lágrimas.

Después de ella se atrevió Hermann a acercarse al féretro. Inclinóse ante él profundamente y permaneció así unos instantes. Se incorporó al cabo de ellos tan pálido como la misma muerta. Subió los escalones del catafalco y se inclinó de nuevo. En aquel instante le pareció que la difunta le miraba con desprecio…

Hermann se echó rápidamente hacia atrás, tropezó y cayó al suelo. Le ayudaron a levantarse. Al mismo tiempo Isabel Ivanovna caía desmayada. Este incidente perturbó breve espacio la solemnidad del acto.

Hubo murmullos y un caballero, próximo pariente de la difunta, dijo al oído de un inglés que estaba a su lado que aquel oficial era hijo natural de la condesa, a lo que el inglés se limitó a contestar: ¡oh!

Durante todo aquel día fue presa Hermann de extraordinaria inquietud. Después de cenar en un restaurante solitario y de haber bebido bastante contra su costumbre, no más que para dominar su agitación, aunque sin lograrlo, volvió a su casa y, sin desnudarse, se acostó.

Cuando despertó era todavía de noche. La luz de la luna iluminaba la habitación. Miró al reloj. Eran las tres menos cuarto. Se sentó en la cama, desvelado, y se puso a pensar en el entierro de la condesa.

En aquel momento alguien miró por la ventana. Hermann no prestó atención. Al cabo de un minuto sintió que abrían la puerta del recibimiento. Hermann pensó que sería su asistente, que volvía ebrio de alguna excursión nocturna. Oyó en pero unos pasos desconocidos. Alguien andaba, arrastrando suavemente los pies.

Se abrió la puerta y entró una mujer vestida de blanco. Hermann creyó que sería su anciana sirvienta e iba a preguntarle qué se le ofrecía a horas tan intempestivas cuando la mujer se puso frente a él: era la condesa.

—He venido a verte contra mi voluntad, dijo con voz entera, pero me mandan que acceda a lo que solicitas.

El tres, el siete y el ocho son las cartas que te harán ganar, pero con la condición de que no juegues más que a una sola carta cada día y de que después no vuelvas a jugar más en toda tu vida. Te perdono mi muerte con tal que te cases con Isabel Ivanovna.

Diciendo estas palabras volvióse, echó a andar hacia la puerta y desapareció arrastrando lentamente los pies.

Hermann oyó que se cerraba la puerta de la calle y vio que una sombra cruzaba su ventana. Permaneció mudo de asombro durante algunas horas.

Después se levantó y entró en la habitación inmediata. Su asistente estaba durmiendo en el suelo. Le despertó a la fuerza. El asistente, como de costumbre, estaba borracho. No fue posible averiguar nada. La puerta de la calle estaba cerrada. Hermann volvió a su cuarto, encendió una luz y escribió las palabras que le había dicho la condesa.

Así como en la naturaleza física no pueden dos cuerpos ocupar el mismo lugar al mismo tiempo, en la naturaleza moral tampoco puede haber dos ideas fijas.

El tres, el siete y el as expulsaron muy pronto de la imaginación de Hermann la tétrica figura de la condesa. Todos sus pensamientos se concentraban alrededor de las tres cartas misteriosas.

El tres, el siete y el as le perseguían en sueños bajo las formas más diversas y más raras. Todos sus pensamientos se fundían en uno solo. Aprovecharse del secreto que le había revelado la anciana.

Pensó en dejar el servicio y en hacer un viaje. Quería labrar una fortuna en las casas de juego de París. La casualidad le evitó estas molestias. Había en Moscú una sociedad de acaudalados jugadores presidida por el famoso Chekalinsky que se había pasado la vida con las cartas en la mano derrochando millones.

Su larga experiencia le había conquistado la confianza de los amigos y su hospitalidad. Su excelente cocinero, su carácter amable y su alegría hacían que le respetase la gente. Marchó a San Petersburgo. Los jóvenes acudieron en tropel a su casa olvidando los bailes por tal de jugar a las cartas y prefiriendo las emociones del faraón a los encantos del galanteo. Narumov llevó allí a Hermann.

Cruzaron ambos los espléndidos salones llenos de visitantes. Los generales y los consejeros jugaban al solust. Los muchachos tendidos en divanes sorbían helados y fumaban pipas.

La Dama de Picas - Alexander Pushkin – 08 Die Pique Dame - Alexander Puschkin - 08 The Queen of Spades - Alexander Pushkin - 08 La Dame de Pique - Alexandre Pouchkine - 08 La dama di picche - Alexander Pushkin - 08

Tres días después de la noche fatal, a eso de las nueve de la mañana, se encaminó Hermann al monasterio de… donde iba a verificarse el sepelio de la difunta condesa. Three days after the fatal night, around nine in the morning, Hermann headed to the monastery of ... where the burial of the deceased countess was taking place. Trois jours après la nuit fatale, vers neuf heures du matin, Hermann se mit en route pour le monastère de ... où devaient avoir lieu les funérailles de la comtesse défunte. Aún no teniendo remordimientos, no lograba, sin embargo, acallar la voz de su conciencia que repetía, «El asesino de la condesa eres tú.» Hermann no tenía mucha fe, pero tenía muchos prejuicios. Not having remorse, he still couldn't silence the voice of his conscience that repeated, "You are the murderer of the countess." Hermann didn't have much faith, but he had many prejudices. Creía que la condesa podía ejercer sobre su vida una influencia fundada y resolvió asistir a su entierro para solicitar su perdón. He believed that the countess could have a significant influence on his life and decided to attend her funeral to ask for her forgiveness.

La iglesia estaba llena. The church was full. A duras penas consiguió Hermann abrirse paso a través de la multitud. Hermann barely managed to make his way through the crowd. Descansaba el féretro sobre el lujoso catafalco bajo un dosel de terciopelo. The coffin rested on the luxurious catafalque under a velvet canopy. Le cercueil repose sur un luxueux catafalque sous un dais de velours.

La muerta yacía en él con las manos cruzadas sobre el pecho, envuelta la cabeza en una gorra de encajes y vestida con un rico traje de seda. The deceased lay in it with hands crossed on her chest, her head wrapped in a lace cap, and dressed in a rich silk gown. La morte gisait là, les mains croisées sur la poitrine, la tête enveloppée d'un bonnet de dentelle et vêtue d'une riche robe de soie. Alrededor de ella estaban sus criados con sendas libreas negras y hachones encendidos y sus hijos, nietos y bisnietos de riguroso luto. Around her were her servants in black liveries and lit torches, as well as her children, grandchildren, and great-grandchildren in strict mourning. Autour d'elle, ses domestiques en livrée noire et torches enflammées, ses enfants, petits-enfants et arrière-petits-enfants en deuil.

Ninguno lloraba. No one was crying. Las lágrimas hubieran sido de mal gusto. Tears would have been inappropriate. La condesa era tan vieja que su muerte a nadie podía causar dolor y sus parientes la consideraban hacía tiempo como una persona que había perdido todo derecho a permanecer en este mundo. The countess was so old that her death could not cause anyone grief, and her relatives had long considered her a person who had lost all right to remain in this world.

El párroco pronunció la oración fúnebre. The priest delivered the funeral prayer. Le prêtre de la paroisse a prononcé l'oraison funèbre. Con sentidas frases pintó la serena muerte de los justos para los cuales los largos años de tranquila existencia constituyen una preparación para el eterno viaje. With heartfelt phrases, he depicted the serene death of the righteous for whom the long years of quiet existence were a preparation for the eternal journey. Avec des phrases sincères, il a peint la mort sereine des justes pour qui les longues années d'existence tranquille sont une préparation au voyage éternel.

«El ángel de la muerte,» exclamó el orador, «la halló entregada a meditaciones celestiales esperando a su divino amante.» La triste ceremonia se efectuó con solemnidad. "The angel of death," the speaker exclaimed, "found her immersed in heavenly meditations, awaiting her divine lover." The sad ceremony was conducted with solemnity. "L'ange de la mort, s'exclama l'orateur, l'a trouvée occupée à des méditations célestes, attendant son divin amant. La triste cérémonie est solennellement célébrée. Los parientes se despidieron del cadáver los primeros. The relatives said goodbye to the corpse first. Después se inclinaron ante él los innumerables amigos que habían venido a despedirse de la que tantas veces les obsequió con mundanas distracciones. Then the countless friends who had come to bid farewell to the one who had often entertained them with earthly distractions also bowed before it. Puis s'inclinent devant lui les innombrables amis venus faire leurs adieux à celui qui les a si souvent régalés de distractions mondaines. Los últimos fueron los sirvientes. The last ones were the servants.

Entre ellos se acercó una vieja doncella de la condesa sostenida por dos criadas jóvenes. Among them approached an old maid of the countess, supported by two young maids. No tenía fuerzas ya para inclinarse hasta el suelo y al besar la helada mano de su señora derramó algunas lágrimas. She no longer had the strength to bow to the ground and as she kissed her lady's cold hand, she shed a few tears.

Después de ella se atrevió Hermann a acercarse al féretro. Inclinóse ante él profundamente y permaneció así unos instantes. Se incorporó al cabo de ellos tan pálido como la misma muerta. Subió los escalones del catafalco y se inclinó de nuevo. Il gravit les marches du catafalque et s'incline à nouveau. En aquel instante le pareció que la difunta le miraba con desprecio…

Hermann se echó rápidamente hacia atrás, tropezó y cayó al suelo. Le ayudaron a levantarse. Al mismo tiempo Isabel Ivanovna caía desmayada. Au même moment, Elizabeth Ivanovna s'évanouit. Este incidente perturbó breve espacio la solemnidad del acto.

Hubo murmullos y un caballero, próximo pariente de la difunta, dijo al oído de un inglés que estaba a su lado que aquel oficial era hijo natural de la condesa, a lo que el inglés se limitó a contestar: ¡oh!

Durante todo aquel día fue presa Hermann de extraordinaria inquietud. Tout au long de cette journée, Hermann est pris d'une angoisse extraordinaire. Después de cenar en un restaurante solitario y de haber bebido bastante contra su costumbre, no más que para dominar su agitación, aunque sin lograrlo, volvió a su casa y, sin desnudarse, se acostó.

Cuando despertó era todavía de noche. La luz de la luna iluminaba la habitación. Miró al reloj. Eran las tres menos cuarto. Se sentó en la cama, desvelado, y se puso a pensar en el entierro de la condesa.

En aquel momento alguien miró por la ventana. Hermann no prestó atención. Al cabo de un minuto sintió que abrían la puerta del recibimiento. Au bout d'une minute, il sentit la porte de la réception s'ouvrir. Hermann pensó que sería su asistente, que volvía ebrio de alguna excursión nocturna. Hermann thought it would be his assistant, returning drunk from some nighttime excursion. Oyó en pero unos pasos desconocidos. But he heard some unknown footsteps. Alguien andaba, arrastrando suavemente los pies. Someone was walking, dragging their feet softly.

Se abrió la puerta y entró una mujer vestida de blanco. The door opened and a woman dressed in white entered. Hermann creyó que sería su anciana sirvienta e iba a preguntarle qué se le ofrecía a horas tan intempestivas cuando la mujer se puso frente a él: era la condesa. Hermann thought it would be his elderly servant and was about to ask her what she wanted at such an untimely hour when the woman stood in front of him: it was the countess. Hermann pensait qu'il s'agissait de sa vieille fille et s'apprêtait à lui demander ce qu'on lui proposait à une heure aussi indue lorsque la femme se dressa devant lui : c'était la comtesse.

—He venido a verte contra mi voluntad, dijo con voz entera, pero me mandan que acceda a lo que solicitas. "I have come to see you against my will," she said with a steady voice, "but I am commanded to agree to what you request.

El tres, el siete y el ocho son las cartas que te harán ganar, pero con la condición de que no juegues más que a una sola carta cada día y de que después no vuelvas a jugar más en toda tu vida. The three, seven, and eight are the cards that will make you win, but on the condition that you only play one card each day and that you never play again for the rest of your life. Le trois, le sept et le huit sont les cartes qui vous feront gagner, mais à condition que vous ne jouiez qu'une seule carte par jour et que vous ne jouiez plus jamais de carte de votre vie. Te perdono mi muerte con tal que te cases con Isabel Ivanovna. I grant you my death on the condition that you marry Isabel Ivanovna.

Diciendo estas palabras volvióse, echó a andar hacia la puerta y desapareció arrastrando lentamente los pies. With these words, she turned around, walked towards the door, and disappeared, dragging her feet slowly.

Hermann oyó que se cerraba la puerta de la calle y vio que una sombra cruzaba su ventana. Hermann heard the street door close and saw a shadow cross his window. Permaneció mudo de asombro durante algunas horas. He remained speechless with astonishment for a few hours.

Después se levantó y entró en la habitación inmediata. Then he got up and entered the next room. Su asistente estaba durmiendo en el suelo. His assistant was sleeping on the floor. Le despertó a la fuerza. He woke him up forcefully. El asistente, como de costumbre, estaba borracho. The assistant, as usual, was drunk. No fue posible averiguar nada. It was not possible to find out anything. La puerta de la calle estaba cerrada. The street door was closed. Hermann volvió a su cuarto, encendió una luz y escribió las palabras que le había dicho la condesa. Hermann returned to his room, lit a lamp, and wrote down the words the countess had told him.

Así como en la naturaleza física no pueden dos cuerpos ocupar el mismo lugar al mismo tiempo, en la naturaleza moral tampoco puede haber dos ideas fijas. Just as in physical nature two bodies cannot occupy the same space at the same time, in moral nature two fixed ideas cannot coexist as well. De même que, dans la nature physique, deux corps ne peuvent occuper la même place au même moment, de même, dans la nature morale, deux idées ne peuvent être fixes.

El tres, el siete y el as expulsaron muy pronto de la imaginación de Hermann la tétrica figura de la condesa. The three, the seven, and the ace soon expelled the gloomy figure of the countess from Hermann's imagination. Le trois, le sept et l'as ont tôt fait de chasser la sombre figure de la comtesse de l'imagination d'Hermann. Todos sus pensamientos se concentraban alrededor de las tres cartas misteriosas. All his thoughts revolved around the three mysterious letters.

El tres, el siete y el as le perseguían en sueños bajo las formas más diversas y más raras. The three, the seven, and the ace haunted him in dreams in the most diverse and rare forms. Todos sus pensamientos se fundían en uno solo. All his thoughts merged into one. Aprovecharse del secreto que le había revelado la anciana. Taking advantage of the secret revealed to him by the old woman.

Pensó en dejar el servicio y en hacer un viaje. He thought about leaving the service and taking a trip. Quería labrar una fortuna en las casas de juego de París. He wanted to make a fortune in the gambling houses of Paris. Il veut faire fortune dans les maisons de jeu de Paris. La casualidad le evitó estas molestias. Coincidence spared him these troubles. Le hasard lui a épargné ce désagrément. Había en Moscú una sociedad de acaudalados jugadores presidida por el famoso Chekalinsky que se había pasado la vida con las cartas en la mano derrochando millones. In Moscow, there was a society of wealthy gamblers led by the famous Chekalinsky who had spent his life with cards in hand squandering millions. Il existe à Moscou une société de riches joueurs, présidée par le célèbre Chekalinsky, qui a passé sa vie les cartes à la main, dilapidant des millions.

Su larga experiencia le había conquistado la confianza de los amigos y su hospitalidad. His extensive experience had earned him the confidence of friends and his hospitality. Su excelente cocinero, su carácter amable y su alegría hacían que le respetase la gente. His excellent chef, kind character, and joy made people respect him. Marchó a San Petersburgo. He went to St. Petersburg. Los jóvenes acudieron en tropel a su casa olvidando los bailes por tal de jugar a las cartas y prefiriendo las emociones del __faraón__ a los encantos del galanteo. Young people flocked to his house forgetting the dances in favor of playing cards and preferring the excitement of pharaoh to the charms of courting. Les jeunes hommes affluent chez elle, oubliant les danses pour jouer aux cartes et préférant les frissons du pharaon aux charmes de la cour. Narumov llevó allí a Hermann. Narumov took Hermann there.

Cruzaron ambos los espléndidos salones llenos de visitantes. Both crossed the splendid salons filled with visitors. Los generales y los consejeros jugaban al __solust__. The generals and counselors played solust. Les généraux et les conseillers ont joué au soliste. Los muchachos tendidos en divanes sorbían helados y fumaban pipas. The boys lying on couches sipped ices and smoked pipes. Les garçons sont allongés sur des canapés, sirotant des glaces et fumant des pipes.