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Narraciones inquietantes, La Dama de Picas - Alexander Pushkin - 04

La Dama de Picas - Alexander Pushkin - 04

Hermann era hijo de un alemán que se naturalizó ruso y le dejó un pequeño capital. Persuadido de la necesidad de robustecer su independencia, Hermann no tocaba la renta. Vivía con su sueldo únicamente y no se permitía el menor capricho. Por lo demás, era reservado y orgulloso, y sus compañeros raras veces tenían ocasión de burlarse de su extraordinaria parsimonia. Tenía pasiones fuertes y una fantasía ígnea, pero su firmeza le salvaba de los errores propios de la juventud. Así, por ejemplo, siendo en el fondo amigo del juego, no tocaba jamás una carta porque calculaba que su fortuna no le permitía, (según decía él), sacrificar lo indispensable a la esperanza de conseguir lo superfluo. Y sin embargo, se pasaban noches enteras al lado de las mesas de juego observando con temblor febril las diferentes alternativas de aquel.

La anécdota de las tres cartas había producido gran efecto en su fantasía, y durante la noche no pudo desecharla de su mente. Si la condesa me revelase su secreto, decía al siguiente día paseándose por San Petersburgo, o me indicase qué cartas son esas, ¿por qué no probar la suerte? Me presentaré a ella, conquistaré su benevolencia, me haré su favorito, diré que estoy enamorado de ella. Pero todo esto requiere tiempo, y ella tiene 87 años. Puede morirse en una semana, en dos días… Y hasta la misma anécdota… ¿es creíble? No. Cálculo, moderación y laboriosidad. Estas son mis tres cartas. Ellas triplicarán, multiplicarán mi capital y me darán la tranquilidad y la independencia. Razonando de este modo, llegó a una de las principales calles de San Petersburgo y reparó en una casa de antigua apariencia. La calle estaba llena de coches que iban acercándose uno tras otro a la puerta, cuyo zaguán estaba profusamente iluminado. De los coches asomaba unas veces el diminuto pie de una belleza juvenil, otras la crujiente bota de uniforme, otras, en fin, la media de seda y el zapato de baile de un diplomático. Las pellizas y los abrigos pasaban en grupo por delante del majestuoso suizo. Hermann se detuvo.

—¿De quién es esta casa? Preguntó al policía que estaba en la esquina.

—De la condesa… —Contestó éste.

Hermann se estremeció. La maravillosa anécdota acudió de nuevo a su mente. Púsose a pasear por los alrededores de la casa pensando en la dueña y en su maravilloso poder.

Volvió ya tarde a su pacífico rincón. Tardó largo rato en conciliar el sueño y cuando éste le embargó, soñó con barajas, mesas verdes, fajos de billetes y montones de monedas de oro. Puso las cartas una encima de otra. Dobló las puestas con energía. Ganó sin interrupción. Se guardó el oro en los bolsillos y los billetes en la cartera.

Al despertarse, ya muy tarde, suspiró ante la pérdida de sus fantásticas riquezas. Salió a pasear por la ciudad y volvió otra vez a casa de la condesa. Una fuerza desconocida le impulsaba hacia ella.

Se paseó y miró a las ventanas. En una de ellas vio una cabecita de negros cabellos inclinada sin duda sobre un libro o una labor. La cabecita se levantó. Hermann vio un rostro juvenil y unos ojos negros.

Aquel instante decidió su porvenir.

Apenas se había despojado Isabel Ivanovna de su sombrero y de su abrigo, le mandó un recado a la condesa y dispuso que volviesen a enganchar el coche. Ambas tomaron asiento en él. En el preciso instante en que dos lacayos levantaban a la condesa y la introducían por la portezuela, Isabel Ivanovna vio a su ingeniero junto a las mismas ruedas. El joven le cogió una mano. Su susto fue tan grande que no logró dominarse. El joven desapareció y la carta quedó en manos de ella. La ocultó en un guante y durante todo el camino ni vio nada ni oyó nada. La condesa tenía la costumbre de ir haciendo preguntas a cada paso. ¿A quién nos encontramos? ¿Cómo se llama este puente? ¿Qué dice ese rótulo? Esta vez Isabel Ivanovna le contestó sin saber lo que decía y la condesa se enfadó:

—¿Qué te ocurre, hija? ¿Estás dormida? Tú no me oyes o no me entiendes. A Dios, gracias. No soy tartamuda ni me he vuelto loca…

Isabel Ivanovna no la escuchaba.

Al llegar a casa, corrió a su cuarto. Sacó la carta del guante. No estaba lacrada. Isabel Ivanovna la leyó. La carta contenía una declaración amorosa. Era tierna, respetuosa y parecía estar copiada literalmente de una novela alemana. Pero Isabel Ivanovna no sabía alemán y quedó muy satisfecha.

Esto no obstante, la carta que había aceptado la intranquilizó no poco. En primer lugar, se ponía en relaciones secretas e íntimas con un joven cuya osadía le infundía pavor. Reprochábase su impremeditada conducta y no sabía qué hacer. Si dejar de sentarse a la ventana y a fuerza de indiferencia quitarle todo deseo de ulteriores relaciones, devolverle la carta o contestar hasta última con frialdad y energía.

No tenía con quién consultar. Carecía de amigas y de maestras. Isabel Ivanovna resolvió contestar.

Sentóse a la mesita de escribir, cogió pluma y papel y se puso a reflexionar. Empezó varias veces su carta y otras tantas la rompió. Unas veces las frases le parecían demasiado indulgentes, otras demasiado duras. Por último, logró escribir unas pocas líneas que la dejaron satisfecha. «Tengo la evidencia, escribió, de que sus intenciones son honradas y de que no ha querido usted ofenderme dando un paso irreflexivo. Pero nuestras relaciones no pueden empezar de este modo. Le devuelvo su carta y espero que no tendré de antemano razones para deplorar un inmerecido desprecio».

La Dama de Picas - Alexander Pushkin - 04 Die Pique Dame - Alexander Puschkin - 04 The Queen of Spades - Alexander Pushkin - 04 La Dame de Pique - Alexandre Pouchkine - 04

Hermann era hijo de un alemán que se naturalizó ruso y le dejó un pequeño capital. Hermann was the son of a German who became a naturalized Russian and left him a small capital. Persuadido de la necesidad de robustecer su independencia, Hermann no tocaba la renta. Convinced of the need to strengthen his independence, Hermann never touched the income. Convaincu de la nécessité de renforcer son indépendance, Hermann ne touche pas au loyer. Vivía con su sueldo únicamente y no se permitía el menor capricho. He lived solely on his salary and did not allow himself the slightest indulgence. Por lo demás, era reservado y orgulloso, y sus compañeros raras veces tenían ocasión de burlarse de su extraordinaria parsimonia. Furthermore, he was reserved and proud, and his companions rarely had the opportunity to mock his extraordinary parsimony. Tenía pasiones fuertes y una fantasía ígnea, pero su firmeza le salvaba de los errores propios de la juventud. He had strong passions and a fiery imagination, but his steadfastness saved him from the mistakes of youth. Il avait de fortes passions et une fantaisie ardente, mais sa fermeté l'a préservé des erreurs de jeunesse. Así, por ejemplo, siendo en el fondo amigo del juego, no tocaba jamás una carta porque calculaba que su fortuna no le permitía, (según decía él), sacrificar lo indispensable a la esperanza de conseguir lo superfluo. For example, deep down he was fond of gambling, but he never touched a card because he calculated that his fortune did not allow him (as he said) to sacrifice the necessary for the hope of obtaining the superfluous. Y sin embargo, se pasaban noches enteras al lado de las mesas de juego observando con temblor febril las diferentes alternativas de aquel. And yet, he would spend entire nights by the gaming tables, feverishly trembling as he observed the different outcomes.

La anécdota de las tres cartas había producido gran efecto en su fantasía, y durante la noche no pudo desecharla de su mente. The anecdote of the three cards had a great effect on his imagination, and during the night he couldn't shake it from his mind. L'anecdote des trois lettres avait produit un grand effet sur son imagination et, pendant la nuit, il ne put la chasser de son esprit. Si la condesa me revelase su secreto, decía al siguiente día paseándose por San Petersburgo, o me indicase qué cartas son esas, ¿por qué no probar la suerte? "If the countess were to reveal her secret to me," he said the next day while walking through St. Petersburg, "or indicate what those cards are, why not try my luck? Si la comtesse veut bien me révéler son secret", dit-elle le lendemain en se promenant dans Saint-Pétersbourg, "ou me dire quelles sont ces cartes, pourquoi ne pas tenter ma chance ? Me presentaré a ella, conquistaré su benevolencia, me haré su favorito, diré que estoy enamorado de ella. I will present myself to her, win her favor, become her favorite, say that I am in love with her. Pero todo esto requiere tiempo, y ella tiene 87 años. But all of this takes time, and she is 87 years old. Puede morirse en una semana, en dos días… Y hasta la misma anécdota… ¿es creíble? She could die in a week, in two days... And even the anecdote itself... is it believable? No. No. Cálculo, moderación y laboriosidad. Calculation, moderation, and hard work. Calcul, modération et travail acharné. Estas son mis tres cartas. These are my three cards. Ellas triplicarán, multiplicarán mi capital y me darán la tranquilidad y la independencia. They will triple, multiply my capital, and give me peace and independence. Ils tripleront, multiplieront mon capital et me donneront la tranquillité d'esprit et l'indépendance. Razonando de este modo, llegó a una de las principales calles de San Petersburgo y reparó en una casa de antigua apariencia. Reasoning in this way, he arrived at one of the main streets of St. Petersburg and noticed a house of ancient appearance. En raisonnant ainsi, il arriva dans l'une des rues principales de Saint-Pétersbourg et remarqua une vieille maison. La calle estaba llena de coches que iban acercándose uno tras otro a la puerta, cuyo zaguán estaba profusamente iluminado. The street was full of cars approaching one after the other to the door, whose entrance hall was profusely lit. La rue est pleine de voitures qui s'approchent l'une après l'autre de la porte, dont le hall d'entrée est très éclairé. De los coches asomaba unas veces el diminuto pie de una belleza juvenil, otras la crujiente bota de uniforme, otras, en fin, la media de seda y el zapato de baile de un diplomático. Sometimes a tiny foot of a young beauty peeked out of the cars, other times the crisp boot of a uniform, or, finally, the silk stocking and dancing shoe of a diplomat. Des voitures sortaient tantôt le petit pied d'une jeune beauté, tantôt la botte impeccable d'un uniforme, tantôt le bas de soie et le soulier de danse d'un diplomate. Las pellizas y los abrigos pasaban en grupo por delante del majestuoso suizo. The fur coats and jackets passed in a group in front of the majestic Swiss. Manteaux et manteaux défilent par groupes devant la majestueuse Suisse. Hermann se detuvo. Hermann stopped.

—¿De quién es esta casa? "Whose house is this?" He asked the policeman on the corner. Preguntó al policía que estaba en la esquina. "It belongs to the countess," he replied.

—De la condesa… —Contestó éste. Hermann shuddered.

Hermann se estremeció. The wonderful anecdote came back to his mind. La maravillosa anécdota acudió de nuevo a su mente. He started walking around the house thinking about the owner and her wonderful power. Púsose a pasear por los alrededores de la casa pensando en la dueña y en su maravilloso poder. He returned late to his peaceful corner. Il se promène dans la maison en pensant à la maîtresse et à son merveilleux pouvoir.

Volvió ya tarde a su pacífico rincón. It took him a long time to fall asleep and when sleep finally took over, he dreamed of cards, green tables, bundles of bills, and piles of gold coins. Il est retourné dans son coin paisible tard dans la nuit. Tardó largo rato en conciliar el sueño y cuando éste le embargó, soñó con barajas, mesas verdes, fajos de billetes y montones de monedas de oro. He stacked the cards on top of each other. Il met longtemps à s'endormir, et quand il y parvient, il rêve de jeux de cartes, de tables vertes, de liasses de billets de banque et de piles de pièces d'or. Puso las cartas una encima de otra. He shuffled the decks energetically. Dobló las puestas con energía. He won non-stop. Ganó sin interrupción. He pocketed the gold and put the bills in his wallet. Se guardó el oro en los bolsillos y los billetes en la cartera. Upon waking up, very late, he sighed at the loss of his fantastic riches.

Al despertarse, ya muy tarde, suspiró ante la pérdida de sus fantásticas riquezas. He went for a walk around the city and returned once again to the countess's house. Salió a pasear por la ciudad y volvió otra vez a casa de la condesa. An unknown force drove him towards her. Una fuerza desconocida le impulsaba hacia ella. He strolled and looked at the windows.

Se paseó y miró a las ventanas. In one of them, he saw a little head of black hair, undoubtedly leaning over a book or some needlework. En una de ellas vio una cabecita de negros cabellos inclinada sin duda sobre un libro o una labor. The little head lifted up. Dans l'une d'elles, il vit une petite tête aux cheveux noirs penchée, sans doute sur un livre ou un travail. La cabecita se levantó. Hermann vio un rostro juvenil y unos ojos negros. Hermann saw a youthful face and black eyes.

Aquel instante decidió su porvenir. That moment determined his future. Cet instant a décidé de son avenir.

Apenas se había despojado Isabel Ivanovna de su sombrero y de su abrigo, le mandó un recado a la condesa y dispuso que volviesen a enganchar el coche. Isabel Ivanovna had barely taken off her hat and coat when she sent a message to the countess and had the carriage hitched up again. Dès qu'Elizabeth Ivanovna eut enlevé son chapeau et son manteau, elle envoya un message à la comtesse et fit en sorte que la voiture soit de nouveau attelée. Ambas tomaron asiento en él. Both of them took a seat in it. En el preciso instante en que dos lacayos levantaban a la condesa y la introducían por la portezuela, Isabel Ivanovna vio a su ingeniero junto a las mismas ruedas. Just as two footmen lifted the countess and ushered her in through the door, Isabel Ivanovna saw her engineer next to the same wheels. Au moment où deux valets de pied soulèvent la comtesse et lui font franchir la porte, Élisabeth Ivanovna aperçoit son ingénieur qui se tient à la porte. El joven le cogió una mano. The young man took her hand. Su susto fue tan grande que no logró dominarse. Her shock was so great that she couldn't control herself. Le choc est tel qu'il n'arrive pas à se contrôler. El joven desapareció y la carta quedó en manos de ella. The young man disappeared and the letter remained in her hands. Le jeune homme disparaît et la lettre reste entre ses mains. La ocultó en un guante y durante todo el camino ni vio nada ni oyó nada. She hid it in a glove, and on the entire journey she neither saw nor heard anything. La condesa tenía la costumbre de ir haciendo preguntas a cada paso. The countess had the habit of asking questions at every turn. ¿A quién nos encontramos? Who did we encounter? ¿Cómo se llama este puente? What is this bridge called? ¿Qué dice ese rótulo? What does that sign say? Que dit le panneau ? Esta vez Isabel Ivanovna le contestó sin saber lo que decía y la condesa se enfadó: This time Isabel Ivanovna answered without knowing what she was saying, and the countess got angry:

—¿Qué te ocurre, hija? "What's the matter, child? Are you asleep? You either can't hear me or don't understand me." ¿Estás dormida? Tú no me oyes o no me entiendes. A Dios, gracias. Thank God. I'm not stuttering or going crazy… No soy tartamuda ni me he vuelto loca… Isabel Ivanovna wasn't listening to her. Je ne suis pas bègue et je ne suis pas devenu fou....

Isabel Ivanovna no la escuchaba.

Al llegar a casa, corrió a su cuarto. Sacó la carta del guante. No estaba lacrada. Il n'était pas scellé. Isabel Ivanovna la leyó. La carta contenía una declaración amorosa. Era tierna, respetuosa y parecía estar copiada literalmente de una novela alemana. Elle était tendre, respectueuse et semblait copiée mot pour mot d'un roman allemand. Pero Isabel Ivanovna no sabía alemán y quedó muy satisfecha.

Esto no obstante, la carta que había aceptado la intranquilizó no poco. En primer lugar, se ponía en relaciones secretas e íntimas con un joven cuya osadía le infundía pavor. Tout d'abord, elle est secrètement et intimement liée à un jeune homme dont l'audace l'effraie. Reprochábase su impremeditada conducta y no sabía qué hacer. Il se reproche son comportement non prémédité et ne sait pas quoi faire. Si dejar de sentarse a la ventana y a fuerza de indiferencia quitarle todo deseo de ulteriores relaciones, devolverle la carta o contestar hasta última con frialdad y energía. Whether to stop sitting at the window and by dint of indifference to remove all desire for further relations, to return the letter or to answer even the last one with coldness and energy. Qu'il s'agisse de cesser de s'asseoir à la fenêtre et, à force d'indifférence, d'ôter tout désir de relations ultérieures, de renvoyer la lettre ou de répondre, même à la dernière, avec froideur et énergie.

No tenía con quién consultar. Carecía de amigas y de maestras. Isabel Ivanovna resolvió contestar.

Sentóse a la mesita de escribir, cogió pluma y papel y se puso a reflexionar. Empezó varias veces su carta y otras tantas la rompió. Unas veces las frases le parecían demasiado indulgentes, otras demasiado duras. Por último, logró escribir unas pocas líneas que la dejaron satisfecha. «Tengo la evidencia, escribió, de que sus intenciones son honradas y de que no ha querido usted ofenderme dando un paso irreflexivo. Pero nuestras relaciones no pueden empezar de este modo. Le devuelvo su carta y espero que no tendré de antemano razones para deplorar un inmerecido desprecio». I return your letter and hope that I will not have reason beforehand to deplore an undeserved disdain. Je vous retourne votre lettre et j'espère que je n'aurai pas à déplorer auparavant un mépris immérité".