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Esp - VisualPolitik, ¿Está AFGANISTÁN en MANOS de CHINA? - VisualPolitik

¿Está AFGANISTÁN en MANOS de CHINA? - VisualPolitik

("China, nuestro "gran vecino", ayudará a Afganistán a forjar la paz: los talibanes")

("China, nuestro gran país vecino, puede tener un papel constructivo y positivo en

la reconstrucción de Afganistán y también en el desarrollo económico y la prosperidad

del pueblo afgano". Suhail Shaheen, portavoz de los Talibanes en la oficina de Doha)

Queridos amigos, amigas, el 7 de octubre de 2001 Estados Unidos puso en marcha la operación

Libertad Duradera por la que dio comienzo la invasión de Afganistán.

Arrancó una guerra que no se terminó hasta el 31 de agosto del 2021, casi 20 años después,

con los talibanes recuperando el poder.

A pesar de casi dos décadas controlando el país y de haber invertido cientos y cientos

de miles de millones de dólares, los Estados Unidos fueron incapaces de poner en pie un

estado afgano autónomo, eficaz y perdurable en el tiempo.

Es algo que todos pudimos ver con la fulminante caída del país a manos de los talibanes

tras la retirada de tropas norteamericanas.

En dos pasados vídeos, aquí en VisualPolitik, los cuáles os dejo en la descripción, os

contamos las claves que explican el rápido colapso del ejército afgano y la toma del

poder por parte de los talibanes.

Pero dejamos pendientes algunas preguntas clave:

¿Qué salió mal? ¿Por qué Estados Unidos fue incapaz durante 20 años de construir

un estado sólido, un aparato político eficaz?¿Y ahora, qué futuro le espera al país? ¿En

qué confían los talibanes? Y quizás la pregunta para muchos más importante de todas:

¿Qué demonios pasa con China? ¿Qué papel jugará en la construcción de este nuevo

Afganistán?

Atentos.

(UN ESTADO DE CARTÓN Y PIEDRA)

Durante años Estados Unidos intentó implantar y desarrollar en Afganistán un modelo de

estado democrático que permitiera modernizarse al país: Un estado con su Constitución,

sus órganos legislativos, unas fuerzas armadas modernas, tribunales independientes, etcétera,

etcétera.

Y lo cierto es que durante las dos décadas de control norteamericano se produjeron muchos

avances y por lo general el nivel de vida de los afganos mejoró considerablemente.

Por ejemplo, la atención médica y la educación se generalizaron, hoy van al colegio 8 millones

de niños más que en 2001, la proporción de jóvenes matriculados en la educación

secundaria pasó del 12 a más del 55%; y según el Banco Mundial Afganistán protagonizó

la reducción más rápida de la mortalidad infantil de entre todos los países de bajos

ingresos.

Y, por supuesto, la situación de la mujer aunque ha seguido siendo mala mejoró sustancialmente,

El problema, el problema amigos es que básicamente todo dependía de la enorme chequera del contribuyente

norteamericano, que era básicamente quien pagaba toda la fiesta.

Y de hecho las cosas empezaron a torcerse en 2014 a medida que los fondos norteamericanos

comenzaron a reducirse.

A la hora de la verdad los afganos no se sentían representados por el estado, el desarrollo

económico fue escaso y la credibilidad de las instituciones brillaba por su ausencia.

Para más inri desde el 2015 la economía dejó prácticamente de mejorar

Pero… En cierto modo sí hay algo que todos sabemos, si algo ha quedado claro, es que

el estado afgano y el modelo político-económico promovido por Estados Unidos era de todo menos

funcional.

La pregunta es, ¿por qué? ¿Por qué diantres la gran potencia del mundo fue incapaz de

poner en pie un modelo político que funcionara? Pues, amigos, amigas, podemos poner sobre

la mesa 3 claves, 3 grandes errores cometidos por los Estados Unidos de América en su incursión

afgana.

El primero de todos ellos tiene que ver con el modelo de estado: un centralismo asfixiante

que no tenía nada que ver con la realidad del país.

(Afganistán es un país fragmentado por tribus, étnicas y comunidades locales. Pese a ello,

los Estados Unidos desarrollaron uno de los modelos de estado más centralizados de todo

el mundo. Todo el poder y la toma de decisiones se concentraba en el gobierno central, en

Kabul.

Y claro, cuándo el país es tan diverso y además el control de Kabul sobre el conjunto

del territorio ha sido históricamente poco profundo, entonces surgen los problemas. Este

centralismo casi absoluto hizo que las comunidades y las elites locales no se sintieran partícipes

en la toma de decisiones y que el estado central distribuyera recursos y tomará decisiones

sin comprender bien las diferentes realidades o necesidades locales.

Además, también se dificultó la rendición de cuentas. Como nadie era responsable y no

existían mecanismos de control, pues nadie estaba dispuesto a pringarse denunciando el

trabajo de otros: desde contratistas hasta médicos que no pasaban nunca por los hospitales.

De esta forma, el único incentivo de las elites y de los funcionarios del gobierno

pasaba por llenarse los bolsillos. Y ya si acaso, según fuera el caso, echar la culpa

a la capital o a los funcionarios locales.)

El caso es que este modelo de país hizo que las diferentes comunidades no desarrollaran

lazos ni vínculos con el gobierno de la República, un ente que les resultaba ajeno y que para

colmo había sido puesto en pie por una potencia extranjera.

Y no solo eso, está construcción estatal junto a las enormes cantidades de dinero que

llegaron con las tropas internacionales provocaron el segundo gran error: el desarrollo de un

modelo rentistas y terriblemente corrupto.

Es decir, los profesionales, las empresas, hasta los militares o los funcionarios, todos

las partes se especializaron en buscar los dólares del Tío Sam. Fue algo así como

la conocida maldición de los recursos naturales solo que en este caso transformada en la maldición

de la ayuda internacional.

Me explico. Digamos que la mejor forma de hacer dinero no era crear negocios reales

y empresas competitivas sino buscar como poner la mano o sacar la mayor tajada posible del

dinero internacional.

Y eso, eso no solo frenó el desarrollo sino que además alimentó una corrupción desenfrenada.

Empiezas buscando como sacar tajada de los dólares del Tio Sam y terminas exigiendo

sobornos a los conductores para poder usar una carretera.

Para que os hagáis según las estimaciones de Naciones Unidas y algunas fundaciones los

afganos pagaban en sobornos a los funcionarios públicos, incluyendo a la propia policía,

más de - ojo a la cifra - 2.500 millones de dólares cada año.

Y, claro, esto explica que en 2020 dos tercios de los afganos considerara que la corrupción

iba a más y suponía uno de los problemas más graves del país. De hecho, durante muchos

años la corrupción fue percibida por los afganos como un problema mayor que la propia

falta de seguridad.

("La gente me decía consistentemente que el régimen talibán era autoritario en formas

que detestaban, pero que no era corrupto". Sarah Chayes, ex-asesora del Presidente del

Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas de Estados Unidos)

Evidentemente esta situación tuvo dos consecuencias directas: por un lado el estado no era eficaz

en el cumplimiento de sus tareas, y por otro los afganos no se fiaban de él ni por supuesto

estaban dispuestos a jugarse la vida defendiendolo.

Pero, un momento amigos, porque aún no hemos terminado.

Junto al centralismo implantado por Estados Unidos y la permisividad con el estado rentista-corrupto

de Karzai, Ghani y compañía, podemos encontrar un tercer error falta:

la falta de visión no militar. Amigos, ya lo hemos comentado en un pasado

vídeo y también en nuestro boletín especial para todos los que nos apoyáis en Patreon.

Según las estimaciones del Watson Institute de la Universidad de Brown los Estados Unidos

se han gastado hasta la fecha en la campaña afgana unos 2,3 billones de dólares. ojo,

Billones hispanos, de los de 12 ceros.

Pues bien, ¿Sabéis qué porcentaje de esta descomunal cantidad de dinero se ha destinado

a políticas y planes para impulsar el desarrollo? Es decir a cosas como infraestructuras, equipamiento

agrícola, financiación a emprendedores, conectividad digital o , yo que se, colegios,

entre otras muchas posibilidades.

Pues… Agarraos a la silla porque os va a hacer falta: Menos del 1% del gasto total,

menos de 23.000 millones. Y quizás ni siquiera eso, porque con ese presupuesto se pagaron

muchos programas que no tenían nada que ver con el desarrollo.

¿Cómo quieres apoyar el desarrollo de un país si destinas menos del 1% del gasto a

la economía, las empresas y las infraestructuras y concentras casi todo el gasto en operaciones

militares, despliegues de tropas y lucha antinarcóticos?

No se puede, y eso, eso es exactamente lo que ocurrió.

Más de 2 billones de dólares después, el gobierno afgano se disolvió como un azucarillo,

el país sigue siendo uno de los más pobres de todo el mundo y la esperanza de vida es

de apenas 63 años.

Un desastre.

Y un momento, porque en toda esta historia hay algo que explica la debacle vivida.

Fijaos en este gráfico. (Lo que veis representa, con todos los matices

posibles, la evolución del PIB per capita en paridad de poder adquisitivo de Afganistán.

Al menos el de las actividades legales. Pues bien, tal como podéis ver, en torno al 2014

el crecimiento desapareció.

Y exactamente lo mismo ocurrió con las importaciones per cápita, que comenzaron a retroceder.

Y, ojo, porque eso en un país que apenas produce alimentos o bienes básicos y que

tiene que comprarlos en el exterior supone peores condiciones de vida y mucho más descontento

social.)

Y, ¿sabéis qué? Esta evolución no fue casual. Entre los años 2011 y 2015 el gasto

de Estados Unidos en Afganistán se redujo más de un 50%. Y claro, con una economía

inoperante, atestada por la corrupción y centrada en exprimir la ayuda internacional,

pues, cuándo esta dejó de crecer y comenzó a reducirse entonces, todo empezó a hacer

aguas.

Y es que veréis, es algo relativamente bien documentado. Por ejemplo, según algunos estudios

de la Universidad de Oslo y también de la London School of Economics, el bajo crecimiento

económico, no el nivel de renta, sino el bajo crecimiento económico, la falta de prosperidad

favorece los procesos revolucionarios o insurgentes, más aún si se trata de países musulmanes

que no son del todo libres o democracias pobres.

[Sí, justo al centro de la diana]

Es decir, que cuándo la prosperidad empezó a desaparecer en 2014 y el crecimiento económico

per cápita entró incluso en terreno negativo, los talibanes encontraron la mejor ventana

de oportunidad para ganar adeptos y apoyo social por todo el país.

Sumad a todo eso la corrupción desenfrenada o la falta de sentimiento de representación

del gobierno central y entonces tenemos el cocktail perfecto para la debacle.

Y en este caso, creo que los hechos hablan por sí mismos.

Pero llegados a este punto, creo que ha llegado el momento de mirar hacia adelante: ¿A qué

futuro se enfrenta Afganistán? ¿Qué retos tienen por delante los talibanes? Y la pregunta

más importante de todas:

¿Se convertirá este país en una especie de colonia china?

Pues… Atentos.

(LA ECONOMÍA TALIBÁN)

Los talibanes han ganado, pero ahora se enfrentan a la parte más difícil de todas. Afganistán

lleva ya varios años en crisis, más de 3 de cada 4 afganos están sumidos en la pobreza

y el impacto del coronavirus y una fuerte sequía hicieron que Programa Mundial de Alimentos

de Naciones Unidas alertara de que más de 14 millones de afganos se enfrentaban a la

inseguridad alimentaria incluso antes de la caída del gobierno apoyado por Estados Unidos.

¿Y sabés qué? Con todo esto es con lo que tienen que lidiar ahora los talibanes. Ojo,

al tiempo que el país pierde las donaciones internacionales que hasta ahora financiaban

más del 70% del gasto público. Y eso, eso por no hablar del enorme éxodo de capital

humano que se está experimentando o del impacto de sus desquiciadas políticas. Fijaos.

(Durante los últimos años la industria de los medios ha sido una de las más pujantes.

Hablamos según las cifras del antiguo gobierno pre talibán de casi 250 cadenas de televisión,

más de 400 estaciones de radio o más de 1.500 medios impresos.

Ahora todo está cambiando. A pesar de que los talibanes han prometido libertad de prensa

- siempre que esta cumpla con la ley islámica - se está persiguiendo a periodistas, se

ha azotado en la vía pública a reporteros de televisión y se ha empezado a restringir

el trabajo de las mujeres en los medios.

Nadie da un duro por la supervivencia de una de las industrias más pujantes del país.)

Y no es una excepción. Así que las cosas, evidentemente, no pintan nada bien.

Para que os hagáis una idea, según datos del FMI el país necesita cada año más de

5.000 millones de dólares de financiación externa para que las cosas no se derrumben.

Y la pregunta ahora es, ¿Quien demonio va a prestar ese dinero a un país liderado por

un grupo extremista religioso?

En esta línea muchos expertos apuntan a que Afganistán se enfrenta a un escenario de

alto riesgo de hiperinflación, una fuerte caída del ingreso per cápita y serios problemas

para financiar incluso los servicios públicos más básicos.

Todo esto es algo que podría alimentar movimientos de oposición a los propios talibanes… O

incluso alimentar también a organizaciones más radicales como el propio ISIS-K. Una

de cal y otra de arena.

En semejante contexto la pregunta qué podemos hacernos es: ¿En qué confían los talibanes?

Pues queridos amigos, amigas, aquí la minería tiene mucho que decir.

(Acabar con la era del petróleo, el gas y el carbón exige una transición energética

que depende de algunos minerales clave como el cobre, el litio o las tierras raras, entre

otros.

Minerales que Afganistán podría tener en grandes cantidades. Por ejemplo, la Agencia

Internacional de la Energía publicó en mayo del 2021 una estimación que apuntaba a que

la demanda de Litio podría multiplicarse por hasta 40 veces en los próximos 20-30

años.

¿Y sabéis qué? Un informe del Pentágono del que se hizo eco el New York Times apuntaba

a que Afganistán gracias a sus enormes reservas de este mineral podría convertirse en una

especie de Arabia Saudita del Litio.

Asimismo, un informe del propio gobierno afgano apuntaba a que las reservas de cobre del país

podrían aproximarse a los 60 millones de toneladas lo que pondría al país en el top

5 por reservas de cobre de todo el mundo.)

Pero antes de echar las campanas al vuelo, pisad el freno. Una cosa es tener reservas

minerales y otra muy distinta poder explotarlas.

("La extracción minera realizada requiere más que abundancia geológica: también se

necesitan seguridad, infraestructura, recursos energéticos, hídricos, y una fuerza laboral

capacitada", Rod Schoonover, responsable del Programa de Seguridad Ecológica del Consejo

de Riesgos Estratégicos de Estados Unidos.)

(En la minería, pueden pasar 10 o 20 años desde el descubrimiento de un yacimiento hasta

su explotación: "ninguna empresa querrá invertir si no hay un marco político y jurídico

estable. Guillaume Pitron, autor del libro “La Guerra de los Metales Raros”.)

Amigos, Afganistán no tiene ni de lejos las infraestructuras necesarias para llevar a

cabo una explotación minera a gran escala. Montarlas llevaría en el mejor de los casos

muchos años y se necesitaría una inversión enorme.

Exactamente lo mismo que ocurre con proyectos de gasoductos como el TAPI del que ya os hablamos

en nuestro primer vídeo de esta trilogía sobre Afganistán.

Hace falta estabilidad, seguridad jurídica, conocimiento y mucho, muchísimo dinero.

Y es justo aquí, precisamente aquí dónde todos los ojos miran a China.

Atentos.

(¿LA ÚLTIMA COLONIA DE CHINA?)

¿Os acordáis de esta noticia?

("China, nuestro "gran vecino", ayudará a Afganistán a forjar la paz: los talibanes")

Los talibanes parecen tenerlo claro: China tiene el capital, la tecnología y el apetito

de minerales y negocios que su teocrático emirato necesita para salir adelante.

Y en cierto modo no es extraño. Fijaos.

(China lleva siendo el mayor inversor extranjero en Afganistán desde el 2010 y en 2007 la

Corporación Metalúrgica de China se hizo por 3.000 millones de dólares, la mayor inversión

extranjera en la historia del país, con el arrendamiento de una mina de cobre en Mes

Aynak, una región situada a 40 km al sur de Kabul.

Por su parte la China National Petroleum Corporation ganó en 2011 una licitación para perforar

durante 25 años tres yacimientos petrolíferos en la cuenca del río Amu Darya.)

Es decir, que el interés chino por los recursos afganos existe y viene ya de lejos.

Ahora con la retirada de Estados Unidos, todo parece despejado para que Pekín se convierta

en el actor más influyente en el país.

Pensadlo un momento: los talibanes necesitan dinero, inversión y quizás incluso protección

política.

China por su parte tiene dinero, experiencia en invertir en países de alto riesgo, veto

en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y está como loca por hacerse con las materias

primas que necesita en su guerra tecnológica con Estados Unidos.

Además la democracia o los derechos, bueno, digamos que no es que le importen precisamente

mucho.

En otras palabras: Parecen dos socios condenados a entenderse. De hecho, incluso antes de la

toma de Kabul, los talibanes ya habían prometido proteger las inversiones chinas en Afganistán.

Ahora bien, no todo es tan fácil como parece.

(¿Piensas que Afganistán se desarrollará pacífica y constantemente a partir de ahora?

¿Piensas que Afganistán tiene oportunidades de negocio ilimitadas de inmediato? ¿Piensas

que Afganistán es extremadamente importante para la nueva Ruta de la Seda? ¿Piensas que….?

¡Despierta!. Mei Xinyu, investigador del Ministerio de Comercio de la República Popular

China)

Amigos, amigas, explotar recursos en Afganistán implica inversiones gigantescas y un horizonte

muy largo de tiempo. Y no solo eso, también exige que de una vez por todas haya estabilidad

en el país. Un país, no olvidemos, que lleva 40 años en guerra.

El gobierno chino es consciente de que ahora tiene la sartén por el mango. La salida de

Estados Unidos de Afganistán convierte a China en un actor imprescindible para el país,

especialmente, claro está, para los talibanes.

(Pero también, por otra parte, muchos analistas chinos están advirtiendo que mucho ojo con

meterse demasiado en un avispero del que nadie logra salir bien. Las empresas chinas que

han invertido en Afganistán llevan años viendo como sus proyectos languidecen por

falta de seguridad, corrupción e infraestructuras básicas.

Además está el ejemplo de la India, tras invertir más de 3.000 millones en el país,

ahora la llegada de los talibanes les ha hecho quedarse fuera de juego. Afganistán es así,

impredecible e incontrolable)

Y luego no lo olvidemos, este país, Afganistán va a ser un escenario caliente de grupos yihadistas,

grupos como el ISIS-K o Movimiento Islámico del Turquestán Oriental, un grupo de militantes

uigures que sueñan con crear un califato islámico en una zona que incluiría territorio

chino.

¿Serán los talibanes capaces de frenar a estos grupos yihadistas? No está claro ni

que quieran ni que puedan.

En fin, como veis todo parece predispuesto para que Afganistán se convierta en una especie

de país lacayo del gigante asiático, pero mucho ojo, porque las cartas no están marcadas.

De momento hoy por hoy el futuro de Afganistán pinta mal, muy mal.

Pero llegados hasta aquí, turno para ti: ¿Crees que China se hará finalmente con

el control de Afganistán? Dejanos por aquí abajo tus comentarios y si este vídeo os

ha resultado interesante no olvidéis darle con mucha fuerza y cariño al botón de like.

Un saludo y hasta la próxima.


¿Está AFGANISTÁN en MANOS de CHINA? - VisualPolitik Is AFGHANISTAN in CHINA'S HANDS? - VisualPolitik

("China, nuestro "gran vecino", ayudará a Afganistán a forjar la paz: los talibanes")

("China, nuestro gran país vecino, puede tener un papel constructivo y positivo en

la reconstrucción de Afganistán y también en el desarrollo económico y la prosperidad

del pueblo afgano". Suhail Shaheen, portavoz de los Talibanes en la oficina de Doha)

Queridos amigos, amigas, el 7 de octubre de 2001 Estados Unidos puso en marcha la operación

Libertad Duradera por la que dio comienzo la invasión de Afganistán.

Arrancó una guerra que no se terminó hasta el 31 de agosto del 2021, casi 20 años después,

con los talibanes recuperando el poder.

A pesar de casi dos décadas controlando el país y de haber invertido cientos y cientos

de miles de millones de dólares, los Estados Unidos fueron incapaces de poner en pie un

estado afgano autónomo, eficaz y perdurable en el tiempo.

Es algo que todos pudimos ver con la fulminante caída del país a manos de los talibanes

tras la retirada de tropas norteamericanas.

En dos pasados vídeos, aquí en VisualPolitik, los cuáles os dejo en la descripción, os

contamos las claves que explican el rápido colapso del ejército afgano y la toma del

poder por parte de los talibanes.

Pero dejamos pendientes algunas preguntas clave:

¿Qué salió mal? ¿Por qué Estados Unidos fue incapaz durante 20 años de construir

un estado sólido, un aparato político eficaz?¿Y ahora, qué futuro le espera al país? ¿En

qué confían los talibanes? Y quizás la pregunta para muchos más importante de todas:

¿Qué demonios pasa con China? ¿Qué papel jugará en la construcción de este nuevo

Afganistán?

Atentos.

(UN ESTADO DE CARTÓN Y PIEDRA)

Durante años Estados Unidos intentó implantar y desarrollar en Afganistán un modelo de

estado democrático que permitiera modernizarse al país: Un estado con su Constitución,

sus órganos legislativos, unas fuerzas armadas modernas, tribunales independientes, etcétera,

etcétera.

Y lo cierto es que durante las dos décadas de control norteamericano se produjeron muchos

avances y por lo general el nivel de vida de los afganos mejoró considerablemente.

Por ejemplo, la atención médica y la educación se generalizaron, hoy van al colegio 8 millones

de niños más que en 2001, la proporción de jóvenes matriculados en la educación

secundaria pasó del 12 a más del 55%; y según el Banco Mundial Afganistán protagonizó

la reducción más rápida de la mortalidad infantil de entre todos los países de bajos

ingresos.

Y, por supuesto, la situación de la mujer aunque ha seguido siendo mala mejoró sustancialmente,

El problema, el problema amigos es que básicamente todo dependía de la enorme chequera del contribuyente

norteamericano, que era básicamente quien pagaba toda la fiesta.

Y de hecho las cosas empezaron a torcerse en 2014 a medida que los fondos norteamericanos

comenzaron a reducirse.

A la hora de la verdad los afganos no se sentían representados por el estado, el desarrollo

económico fue escaso y la credibilidad de las instituciones brillaba por su ausencia.

Para más inri desde el 2015 la economía dejó prácticamente de mejorar

Pero… En cierto modo sí hay algo que todos sabemos, si algo ha quedado claro, es que

el estado afgano y el modelo político-económico promovido por Estados Unidos era de todo menos

funcional.

La pregunta es, ¿por qué? ¿Por qué diantres la gran potencia del mundo fue incapaz de

poner en pie un modelo político que funcionara? Pues, amigos, amigas, podemos poner sobre

la mesa 3 claves, 3 grandes errores cometidos por los Estados Unidos de América en su incursión

afgana.

El primero de todos ellos tiene que ver con el modelo de estado: un centralismo asfixiante

que no tenía nada que ver con la realidad del país.

(Afganistán es un país fragmentado por tribus, étnicas y comunidades locales. Pese a ello,

los Estados Unidos desarrollaron uno de los modelos de estado más centralizados de todo

el mundo. Todo el poder y la toma de decisiones se concentraba en el gobierno central, en

Kabul.

Y claro, cuándo el país es tan diverso y además el control de Kabul sobre el conjunto

del territorio ha sido históricamente poco profundo, entonces surgen los problemas. Este

centralismo casi absoluto hizo que las comunidades y las elites locales no se sintieran partícipes

en la toma de decisiones y que el estado central distribuyera recursos y tomará decisiones

sin comprender bien las diferentes realidades o necesidades locales.

Además, también se dificultó la rendición de cuentas. Como nadie era responsable y no

existían mecanismos de control, pues nadie estaba dispuesto a pringarse denunciando el

trabajo de otros: desde contratistas hasta médicos que no pasaban nunca por los hospitales.

De esta forma, el único incentivo de las elites y de los funcionarios del gobierno

pasaba por llenarse los bolsillos. Y ya si acaso, según fuera el caso, echar la culpa

a la capital o a los funcionarios locales.)

El caso es que este modelo de país hizo que las diferentes comunidades no desarrollaran

lazos ni vínculos con el gobierno de la República, un ente que les resultaba ajeno y que para

colmo había sido puesto en pie por una potencia extranjera.

Y no solo eso, está construcción estatal junto a las enormes cantidades de dinero que

llegaron con las tropas internacionales provocaron el segundo gran error: el desarrollo de un

modelo rentistas y terriblemente corrupto.

Es decir, los profesionales, las empresas, hasta los militares o los funcionarios, todos

las partes se especializaron en buscar los dólares del Tío Sam. Fue algo así como

la conocida maldición de los recursos naturales solo que en este caso transformada en la maldición

de la ayuda internacional.

Me explico. Digamos que la mejor forma de hacer dinero no era crear negocios reales

y empresas competitivas sino buscar como poner la mano o sacar la mayor tajada posible del

dinero internacional.

Y eso, eso no solo frenó el desarrollo sino que además alimentó una corrupción desenfrenada.

Empiezas buscando como sacar tajada de los dólares del Tio Sam y terminas exigiendo

sobornos a los conductores para poder usar una carretera.

Para que os hagáis según las estimaciones de Naciones Unidas y algunas fundaciones los

afganos pagaban en sobornos a los funcionarios públicos, incluyendo a la propia policía,

más de - ojo a la cifra - 2.500 millones de dólares cada año.

Y, claro, esto explica que en 2020 dos tercios de los afganos considerara que la corrupción

iba a más y suponía uno de los problemas más graves del país. De hecho, durante muchos

años la corrupción fue percibida por los afganos como un problema mayor que la propia

falta de seguridad.

("La gente me decía consistentemente que el régimen talibán era autoritario en formas

que detestaban, pero que no era corrupto". Sarah Chayes, ex-asesora del Presidente del

Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas de Estados Unidos)

Evidentemente esta situación tuvo dos consecuencias directas: por un lado el estado no era eficaz

en el cumplimiento de sus tareas, y por otro los afganos no se fiaban de él ni por supuesto

estaban dispuestos a jugarse la vida defendiendolo.

Pero, un momento amigos, porque aún no hemos terminado.

Junto al centralismo implantado por Estados Unidos y la permisividad con el estado rentista-corrupto

de Karzai, Ghani y compañía, podemos encontrar un tercer error falta:

la falta de visión no militar. Amigos, ya lo hemos comentado en un pasado

vídeo y también en nuestro boletín especial para todos los que nos apoyáis en Patreon.

Según las estimaciones del Watson Institute de la Universidad de Brown los Estados Unidos

se han gastado hasta la fecha en la campaña afgana unos 2,3 billones de dólares. ojo,

Billones hispanos, de los de 12 ceros.

Pues bien, ¿Sabéis qué porcentaje de esta descomunal cantidad de dinero se ha destinado

a políticas y planes para impulsar el desarrollo? Es decir a cosas como infraestructuras, equipamiento

agrícola, financiación a emprendedores, conectividad digital o , yo que se, colegios,

entre otras muchas posibilidades.

Pues… Agarraos a la silla porque os va a hacer falta: Menos del 1% del gasto total,

menos de 23.000 millones. Y quizás ni siquiera eso, porque con ese presupuesto se pagaron

muchos programas que no tenían nada que ver con el desarrollo.

¿Cómo quieres apoyar el desarrollo de un país si destinas menos del 1% del gasto a

la economía, las empresas y las infraestructuras y concentras casi todo el gasto en operaciones

militares, despliegues de tropas y lucha antinarcóticos?

No se puede, y eso, eso es exactamente lo que ocurrió.

Más de 2 billones de dólares después, el gobierno afgano se disolvió como un azucarillo,

el país sigue siendo uno de los más pobres de todo el mundo y la esperanza de vida es

de apenas 63 años.

Un desastre.

Y un momento, porque en toda esta historia hay algo que explica la debacle vivida.

Fijaos en este gráfico. (Lo que veis representa, con todos los matices

posibles, la evolución del PIB per capita en paridad de poder adquisitivo de Afganistán.

Al menos el de las actividades legales. Pues bien, tal como podéis ver, en torno al 2014

el crecimiento desapareció.

Y exactamente lo mismo ocurrió con las importaciones per cápita, que comenzaron a retroceder.

Y, ojo, porque eso en un país que apenas produce alimentos o bienes básicos y que

tiene que comprarlos en el exterior supone peores condiciones de vida y mucho más descontento

social.)

Y, ¿sabéis qué? Esta evolución no fue casual. Entre los años 2011 y 2015 el gasto

de Estados Unidos en Afganistán se redujo más de un 50%. Y claro, con una economía

inoperante, atestada por la corrupción y centrada en exprimir la ayuda internacional,

pues, cuándo esta dejó de crecer y comenzó a reducirse entonces, todo empezó a hacer

aguas.

Y es que veréis, es algo relativamente bien documentado. Por ejemplo, según algunos estudios

de la Universidad de Oslo y también de la London School of Economics, el bajo crecimiento

económico, no el nivel de renta, sino el bajo crecimiento económico, la falta de prosperidad

favorece los procesos revolucionarios o insurgentes, más aún si se trata de países musulmanes

que no son del todo libres o democracias pobres.

[Sí, justo al centro de la diana]

Es decir, que cuándo la prosperidad empezó a desaparecer en 2014 y el crecimiento económico

per cápita entró incluso en terreno negativo, los talibanes encontraron la mejor ventana

de oportunidad para ganar adeptos y apoyo social por todo el país.

Sumad a todo eso la corrupción desenfrenada o la falta de sentimiento de representación

del gobierno central y entonces tenemos el cocktail perfecto para la debacle.

Y en este caso, creo que los hechos hablan por sí mismos.

Pero llegados a este punto, creo que ha llegado el momento de mirar hacia adelante: ¿A qué

futuro se enfrenta Afganistán? ¿Qué retos tienen por delante los talibanes? Y la pregunta

más importante de todas:

¿Se convertirá este país en una especie de colonia china?

Pues… Atentos.

(LA ECONOMÍA TALIBÁN)

Los talibanes han ganado, pero ahora se enfrentan a la parte más difícil de todas. Afganistán

lleva ya varios años en crisis, más de 3 de cada 4 afganos están sumidos en la pobreza

y el impacto del coronavirus y una fuerte sequía hicieron que Programa Mundial de Alimentos

de Naciones Unidas alertara de que más de 14 millones de afganos se enfrentaban a la

inseguridad alimentaria incluso antes de la caída del gobierno apoyado por Estados Unidos.

¿Y sabés qué? Con todo esto es con lo que tienen que lidiar ahora los talibanes. Ojo,

al tiempo que el país pierde las donaciones internacionales que hasta ahora financiaban

más del 70% del gasto público. Y eso, eso por no hablar del enorme éxodo de capital

humano que se está experimentando o del impacto de sus desquiciadas políticas. Fijaos.

(Durante los últimos años la industria de los medios ha sido una de las más pujantes.

Hablamos según las cifras del antiguo gobierno pre talibán de casi 250 cadenas de televisión,

más de 400 estaciones de radio o más de 1.500 medios impresos.

Ahora todo está cambiando. A pesar de que los talibanes han prometido libertad de prensa

- siempre que esta cumpla con la ley islámica - se está persiguiendo a periodistas, se

ha azotado en la vía pública a reporteros de televisión y se ha empezado a restringir

el trabajo de las mujeres en los medios.

Nadie da un duro por la supervivencia de una de las industrias más pujantes del país.)

Y no es una excepción. Así que las cosas, evidentemente, no pintan nada bien.

Para que os hagáis una idea, según datos del FMI el país necesita cada año más de

5.000 millones de dólares de financiación externa para que las cosas no se derrumben.

Y la pregunta ahora es, ¿Quien demonio va a prestar ese dinero a un país liderado por

un grupo extremista religioso?

En esta línea muchos expertos apuntan a que Afganistán se enfrenta a un escenario de

alto riesgo de hiperinflación, una fuerte caída del ingreso per cápita y serios problemas

para financiar incluso los servicios públicos más básicos.

Todo esto es algo que podría alimentar movimientos de oposición a los propios talibanes… O

incluso alimentar también a organizaciones más radicales como el propio ISIS-K. Una

de cal y otra de arena.

En semejante contexto la pregunta qué podemos hacernos es: ¿En qué confían los talibanes?

Pues queridos amigos, amigas, aquí la minería tiene mucho que decir.

(Acabar con la era del petróleo, el gas y el carbón exige una transición energética

que depende de algunos minerales clave como el cobre, el litio o las tierras raras, entre

otros.

Minerales que Afganistán podría tener en grandes cantidades. Por ejemplo, la Agencia

Internacional de la Energía publicó en mayo del 2021 una estimación que apuntaba a que

la demanda de Litio podría multiplicarse por hasta 40 veces en los próximos 20-30

años.

¿Y sabéis qué? Un informe del Pentágono del que se hizo eco el New York Times apuntaba

a que Afganistán gracias a sus enormes reservas de este mineral podría convertirse en una

especie de Arabia Saudita del Litio.

Asimismo, un informe del propio gobierno afgano apuntaba a que las reservas de cobre del país

podrían aproximarse a los 60 millones de toneladas lo que pondría al país en el top

5 por reservas de cobre de todo el mundo.)

Pero antes de echar las campanas al vuelo, pisad el freno. Una cosa es tener reservas

minerales y otra muy distinta poder explotarlas.

("La extracción minera realizada requiere más que abundancia geológica: también se

necesitan seguridad, infraestructura, recursos energéticos, hídricos, y una fuerza laboral

capacitada", Rod Schoonover, responsable del Programa de Seguridad Ecológica del Consejo

de Riesgos Estratégicos de Estados Unidos.)

(En la minería, pueden pasar 10 o 20 años desde el descubrimiento de un yacimiento hasta

su explotación: "ninguna empresa querrá invertir si no hay un marco político y jurídico

estable. Guillaume Pitron, autor del libro “La Guerra de los Metales Raros”.)

Amigos, Afganistán no tiene ni de lejos las infraestructuras necesarias para llevar a

cabo una explotación minera a gran escala. Montarlas llevaría en el mejor de los casos

muchos años y se necesitaría una inversión enorme.

Exactamente lo mismo que ocurre con proyectos de gasoductos como el TAPI del que ya os hablamos

en nuestro primer vídeo de esta trilogía sobre Afganistán.

Hace falta estabilidad, seguridad jurídica, conocimiento y mucho, muchísimo dinero.

Y es justo aquí, precisamente aquí dónde todos los ojos miran a China.

Atentos.

(¿LA ÚLTIMA COLONIA DE CHINA?)

¿Os acordáis de esta noticia?

("China, nuestro "gran vecino", ayudará a Afganistán a forjar la paz: los talibanes")

Los talibanes parecen tenerlo claro: China tiene el capital, la tecnología y el apetito

de minerales y negocios que su teocrático emirato necesita para salir adelante.

Y en cierto modo no es extraño. Fijaos.

(China lleva siendo el mayor inversor extranjero en Afganistán desde el 2010 y en 2007 la

Corporación Metalúrgica de China se hizo por 3.000 millones de dólares, la mayor inversión

extranjera en la historia del país, con el arrendamiento de una mina de cobre en Mes

Aynak, una región situada a 40 km al sur de Kabul.

Por su parte la China National Petroleum Corporation ganó en 2011 una licitación para perforar

durante 25 años tres yacimientos petrolíferos en la cuenca del río Amu Darya.)

Es decir, que el interés chino por los recursos afganos existe y viene ya de lejos.

Ahora con la retirada de Estados Unidos, todo parece despejado para que Pekín se convierta

en el actor más influyente en el país.

Pensadlo un momento: los talibanes necesitan dinero, inversión y quizás incluso protección

política.

China por su parte tiene dinero, experiencia en invertir en países de alto riesgo, veto

en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y está como loca por hacerse con las materias

primas que necesita en su guerra tecnológica con Estados Unidos.

Además la democracia o los derechos, bueno, digamos que no es que le importen precisamente

mucho.

En otras palabras: Parecen dos socios condenados a entenderse. De hecho, incluso antes de la

toma de Kabul, los talibanes ya habían prometido proteger las inversiones chinas en Afganistán.

Ahora bien, no todo es tan fácil como parece.

(¿Piensas que Afganistán se desarrollará pacífica y constantemente a partir de ahora?

¿Piensas que Afganistán tiene oportunidades de negocio ilimitadas de inmediato? ¿Piensas

que Afganistán es extremadamente importante para la nueva Ruta de la Seda? ¿Piensas que….?

¡Despierta!. Mei Xinyu, investigador del Ministerio de Comercio de la República Popular

China)

Amigos, amigas, explotar recursos en Afganistán implica inversiones gigantescas y un horizonte

muy largo de tiempo. Y no solo eso, también exige que de una vez por todas haya estabilidad

en el país. Un país, no olvidemos, que lleva 40 años en guerra.

El gobierno chino es consciente de que ahora tiene la sartén por el mango. La salida de

Estados Unidos de Afganistán convierte a China en un actor imprescindible para el país,

especialmente, claro está, para los talibanes.

(Pero también, por otra parte, muchos analistas chinos están advirtiendo que mucho ojo con

meterse demasiado en un avispero del que nadie logra salir bien. Las empresas chinas que

han invertido en Afganistán llevan años viendo como sus proyectos languidecen por

falta de seguridad, corrupción e infraestructuras básicas.

Además está el ejemplo de la India, tras invertir más de 3.000 millones en el país,

ahora la llegada de los talibanes les ha hecho quedarse fuera de juego. Afganistán es así,

impredecible e incontrolable)

Y luego no lo olvidemos, este país, Afganistán va a ser un escenario caliente de grupos yihadistas,

grupos como el ISIS-K o Movimiento Islámico del Turquestán Oriental, un grupo de militantes

uigures que sueñan con crear un califato islámico en una zona que incluiría territorio

chino.

¿Serán los talibanes capaces de frenar a estos grupos yihadistas? No está claro ni

que quieran ni que puedan.

En fin, como veis todo parece predispuesto para que Afganistán se convierta en una especie

de país lacayo del gigante asiático, pero mucho ojo, porque las cartas no están marcadas.

De momento hoy por hoy el futuro de Afganistán pinta mal, muy mal.

Pero llegados hasta aquí, turno para ti: ¿Crees que China se hará finalmente con

el control de Afganistán? Dejanos por aquí abajo tus comentarios y si este vídeo os

ha resultado interesante no olvidéis darle con mucha fuerza y cariño al botón de like.

Un saludo y hasta la próxima.