×

We use cookies to help make LingQ better. By visiting the site, you agree to our cookie policy.


image

Esp - VisualPolitik, El plan BIDEN : ¿Cómo NO terminar con la pobreza en América Latina? - VisualPolitik

El plan BIDEN : ¿Cómo NO terminar con la pobreza en América Latina? - VisualPolitik

América Latina es una de las regiones más pobres, más violentas y para colmo más azotadas

por el coronavirus de todo el planeta.

Para que os hagáis una idea, se estima que más del 30% de todas las muertes por la Covid-19

se han producido en Latinoamérica.

Sí, sí, lo habéis escuchado bien. A pesar de suponer menos del 9% de la población mundial,

los datos disponibles apuntan a que podrían haber sido el epicentro más castigado por

la Covid-19. 1 de cada 3 víctimas mortales. Esa es la estimación en el momento de preparar

este vídeo.

Y no importa si el resultado final es 1 de cada 3, 1 cada de cada 4 o 1 de cada 6. Sea

como sea todo apunta a que, una vez más, también en esta crisis América Latina se

ha llevado la peor parte.

("La pandemia está golpeando duramente América Latina [...] que es el epicentro del sufrimiento

de la Covid-19”. Carissa Etienne, Directora de la Organización Panamericana de la Salud.)

Tal y como os podéis imaginar esta es una situación que tiene consecuencias políticas,

económicas y sociales.

(Cubans Denounce ‘Misery' in Biggest Protests in Decades. The rallies, widely viewed as

astonishing for a country that limits dissent, were set off by economic crises worsened by

the pandemic. NYTimes)

(Cubanos denuncian la "miseria" en las mayores protestas en décadas

Las concentraciones, ampliamente consideradas como sorprendentes en un país que limita

la disidencia, fueron desencadenadas por la crisis económica agudizada por la pandemia.

NYTimes)

Mucho ánimo desde aquí, desde VisualPolitik a todos los cubanos que hartos de tanto oprobio,

tiranía y miseria han dicho basta.

[¿Podrá el coronavirus asentar un golpe de gracia al régimen castrista?

Mucha fuerza y ánimo. Tienen que llegar mejores días para la perla del caribe. Tienen que

estar al caer.]

Pero el ejemplo de Cuba no es ni mucho menos el único.

(El izquierdista Pedro Castillo se impone en un Perú partido en dos. El maestro rural

que busca «reescribir la historia» será el presidente del país andino tras un ajustado

triunfo. ABC)

Precisamente, hablando de Perú, hace un tiempo os contamos en VisualPolitik cómo invertir

en una mujer peruana podía ser tan rentable como invertir en el mismísimo S&P 500, el índice bursátil más importante del mundo.

Pero, ahora bien, ¿sigue siendo esto así tras la pandemia? ¿Cuál ha sido el impacto

del coronavirus en estos entornos y este tipo de inversión tan particular? ¿Sigue teniendo

sentido invertir en una emprendedora peruana en lugar de en la bolsa norteamericana?

Y quizás la pregunta más importante de todas, ¿Qué pueden hacer realmente los países

más ricos para apoyar que América Latina de una vez por todas se ponga en vías de

acabar con la pobreza?

Queridos amigos, amigas de VisualPolitik, en este vídeo que hemos preparado gracias

a la ayuda de nuestros amigos de Microwd, os vamos a contar qué está ocurriendo, por

qué demonios América Latina no despega y por qué el último plan de Joe Biden para

esta región puede ser algo así como la historia de un fracaso anunciado.

Por cierto, para los que aún no lo conozcáis, Microwd es una empresa de impacto social que

da microcréditos sin aval a mujeres emprendedoras de regiones muy pobres en países como Nicaragua,

Perú o México. Una fórmula que está explotando en los últimos tiempos y que puede llegar

a ser muy útil para las comunidades

más pobres. Os dejamos el link en la descripción por

si queréis conocer mejor este proyecto y todo lo que puede ofreceros.

Amigos, amigas, prestad atención porque no creo que este vídeo os deje indiferentes.

(USA TIENE UN PLAN)

El coronavirus ha tenido un impacto enorme en todo el mundo, pero tal y como os podéis

imaginar en los países más pobres sus consecuencias pueden llegar a ser muchísimo peores.

Y, claro, si a la pobreza, le añadimos la criminalidad, la violencia y la falta de oportunidades,

entonces la cosa empieza a preocupar a los países más ricos, ¿por qué? Pues porque

es el caldo de cultivo perfecto para la emigración. Y si hablamos de América Latina entonces

hablamos de Estados Unidos. Fijaos.

(25 de junio de 2021: “Detenciones en la frontera sur de Estados Unidos superan el

millón en año fiscal 2021. Al ritmo actual, el total de detenciones en la frontera para

el año fiscal, que termina el 30 de septiembre, sería el más alto desde el 2000. Euronews)

Y si hablamos de Estados Unidos hablamos tradicionalmente de México y sobre todo últimamente también

de lo que se conoce como el triángulo norte, esto es Guatemala, Honduras y El Salvador.

Tres países que forman según los propios datos de Naciones Unidos uno de los espacios

más pobres, corruptos y peligrosos de todo el mundo.

Pero ahora Estados Unidos, Estados Unidos tiene un plan.

No, no, no...No me refiero a esto, sino a este otro:

(Biden quiere dar 4.000 millones de dólares en ayuda a Honduras, El Salvador y Guatemala

para reducir la inmigración.DailyMail)

Joe Biden le ha encomendado a su flamante VicePresidenta, Kamala Harris, que lidere

un plan multimillonario con el que enfrentar de raiz el problema de la inmigración ilegal.

La idea es que si la inmigración tiene que ver con la pobreza, la violencia y la falta

de oportunidades, entonces esta enorme inversión tiene que contribuir a frenarla.

Por ejemplo, se estima que cuando el PIB per cápita de un país sobrepasa los 8.000 dólares,

entonces el interés por emigrar, sobre todo a emigrar ilegalmente, se reduce sustancialmente.

Pero claro, el problema es que el PIB per cápita de Guatemala y El Salvador se sitúa

en torno a los 4.000 dólares y el de Honduras en unos 2.500.

Es decir, están muy lejos de ese umbral de los 8.000 USD. De ahí que Biden quiera inyectar

un montón de dinero en la región.

Suena bien, ¿verdad? Pues… Amigos, esperad un momento, antes de lanzar las campanas al

vuelo, porque a veces las intenciones y los resultados no van de la mano. Pero para entender

toda esta historia empecemos por el principio.

(Durante décadas el patrón regular de la emigración a Estados Unidos pasaba porque

fueran los mexicanos quienes trataran de cruzar la frontera en busca de una vida mejor. Sin

embargo, en 2014 se produjo un cambio de tendencia: una avalancha de familias centroamericanas

y niños no acompañados de esta misma región comenzó a llegar a la frontera sur de Estados

Unidos.)

Y, pregunta, ¿qué pensáis que hizo el gobierno norteamericano? Pues en ese momento a la Administración

Obama se le encendió la bombilla: ¿por qué no luchar contra la inmigración directamente

en el origen?

Y así fue como nació la Alianza por la Prosperidad del Triángulo Norte. Al frente de la cual,

Obama puso al actual presidente Joe Biden.

(La Alianza estratégica para la prosperidad del Triángulo Norte de América Central fue

el plan propuesto por la administración de Barack Obama para impulsar el desarrollo de

la región centroamericana.

Hasta el 2014, la colaboración entre Estados Unidos y estos países se había dado fundamentalmente

en materia de seguridad a través del Plan Mérida puesto en marcha por George Bush primero,

y más tarde con el CARSI, la Iniciativa de Seguridad Regional de Centroamérica puesta

en marcha por Obama en 2009. Dos planes a través de los cuales Estados Unidos ha destinado

más de 1.000 millones de dólares para entrenar y reforzar los cuerpos de seguridad de la

región.

Sin embargo, la Alianza para la Prosperidad pretendía impulsar no solo la seguridad sino

también el desarrollo de estos países.)

De esta forma, hasta 2018 se calcula que Estados Unidos invirtió en proyectos de desarrollo,

seguridad y gobernando unos 2.400 millones de dólares. Unos 1.100 millones en Guatemala,

unos 750 en Honduras y casi 500 en El Salvador. (“Cuando fui vicepresidente, me centré

en proporcionar la ayuda necesaria para abordar estas causas fundamentales de la migración.

Ayudó a mantener a la gente en sus propios países en lugar de obligarla a marcharse.

Nuestro plan funcionó”. Joe Biden.).

Pero, no, el problema es que no funcionó. Tras gastarse miles de millones las cosas

no han mejorado sustancialmente y desde luego la inmigración sigue llegando.

Y por eso la nueva idea es redoblar esfuerzos. Y si en el primer plan se gastaron unos 2.400

millones ahora quieren gastarse casi el doble. ¿Funcionará esta vez? ¿Puede ser este plan

un esbozo de lo que necesita América Latina a gran escala para escapar de la pobreza?

Atentos.

(EL PINCHAZO DE LA AYUDA NORTEAMERICANA)

Sí, la lluvia de billetes del tío Sam cayó sobre América Central, pero las cosas no

han mejorado mucho. Ni siquiera está del todo claro que todo ese dinero haya tenido

algún impacto relevante.

Por ejemplo, con el dinero norteamericano se desarrollaron aplicaciones para que los

campesinos siguieran la cotización de los productos agrícolas o la forma de gastar

el dinero de los gobiernos locales. En este último programa se gastaron 30 millones de

dólares. El problema es que muchos campesinos, por no decir la mayoría, no tenían smartphones

ni datos.

(También se mejoraron las instalaciones de algunas escuelas, pero sin que ello mejorase

en nada la calidad docente. Decenas de miles de campesinos recibieron charlas sobre cómo

mejorar sus cultivos pero cuando quisieron buscar financiación para llevar a cabo los

nuevos proyectos les dijeron que el dinero de Estados Unidos no estaba pensado para eso.

Se pusieron en marcha portales de transparencia y webs, que luego nadie actualizaba.

Se gastaron 20 millones de dólares en instalar baños en el campo, baños que al poco tiempo

los lugareños desmontaron para venderlos como chatarra.)

Amigos, el 80% de los proyectos fueron encargados a contratistas estadounidenses, que ni conocían

del todo el terreno ni tenían ningún incentivo para ahorrar en “burocracia”. De hecho,

según muchos críticos en torno al 50% del presupuesto se gasta en administración, salarios,

dietas y desplazamientos de las propias empresas contratistas.

(“Es un negocio. Los mismos ejecutores ganan los contratos una y otra vez, a pesar de haber

sido malos ejecutores en el pasado, sin mostrar ningún nivel de impacto y sin cambiar nada”.

Carlos Ponce, Profesor de Gestión Empresarial en la Universidad de Columbia)

Ahora bien, un momento, no penséis que todas estas cosas fueron algo particular de la Alianza

por la Prosperidad. Para nada.

Lo cierto es que la inmensa mayor parte de la Ayuda al desarrollo de Estados Unidos - y

de casi cualquier otro país - tiene problemas similares.

Por ejemplo, la USAID, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional es

la agencia del gobierno responsable de distribuir la mayor parte de la ayuda gubernamental de

los Estados Unidos de corte no militar. Hablamos de una agencia que tiene un presupuesto anual

de casi 60 mil millones de dólares.

Pues bien, se sabe que muchos proyectos, siendo generosos con la propia agencia, digamos la

mitad del total, apenas logran la mitad de los resultados previstos. Y eso, siendo también

muy generosos.

Porque lo cierto es que uno de los problemas que tienen estas iniciativas es que es muy

complicado medir los resultados. Y si no lo puedes medir, pues al final recurren a cosas

como el número de asistentes a una charla, con independencia de si luego esta vale para

algo o no.

Por ejemplo, dos de los países dónde más dinero ha depositado la ayuda norteamericana,

y en general la comunidad internacional, además de América Central, han sido Afganistán

y Haití. [Mejor no comentamos nada, pero desarrollo lo que es desarrollo, pues, no

mucho]

Este es el reto al que se enfrenta Kamala Harris, armar un plan que no suponga dilapidar

4.000 millones en América Central.

(Para colmo, algunas investigaciones apuntan a que la ayuda extranjera en América Central

es casi inutil a la hora de impulsar el desarrollo y que incluso, al contrario de lo esperado,

pueden aumentar los niveles de emigración. Digamos que los fondos repartidos financian

muchos viajes a Estados Unidos.)

En cualquier caso, regresando a la pregunta del principio sobre qué pueden hacer los

países ricos para apoyar la lucha contra la pobreza en América Latina, quizás tengan

otras vías. Y el coronavirus ha sido un buen ejemplo.

Amigos, los países pobres no necesitan peces, ni tampoco, frente a lo que se ha dicho siempre,

cañas de pescar. Lo que necesitan es financiación para poder comprarlas y montar luego negocios

dónde comercializar los peces.Y ganas, ganas no les faltan.

Mejor que

gastarse decenas de millones en apps que no van a ninguna parte sería mejor por ejemplo

armar programas de financiación participativa en zonas muy pobres o abrir líneas para apoyar

microcréditos. También financiar el desarrollo de asociaciones y cooperativas.

Aquí los datos que nos han pasado nuestros amigos de Microwd son reveladores. A pesar

del coronavirus la rentabilidad de los proyectos que están pilotando se ha incrementado. No

se ha reducido, sino que se ha incrementado. Es decir, que las ganas por montar negocios

y salir adelante no han desaparecido, solo hacen falta recursos para poder llevarlo a

cabo. En fin, queríamos insistir una vez más con

este enfoque porque, ¿qué queréis que os diga? Me parece muy revelador. ¡Qué mal

se hacen algunas cosas cuándo se dispara con el dinero de todos! ¡Qué mal para todos!

Es muy fácil hablar de ayuda al desarrollo pero muy difícil poner resultados sobre la

mesa.

Pero llegados hasta aquí, turno para ti: ¿Crees que el nuevo plan de Joe Biden y Kamala

Harris funcionará? ¿Aprenderán de los errores pasados o seguiran dilapidando cientos y cientos

de millones de dólares en países que cada vez están peor?

Déjanos tus impresiones por aquí abajo en los comentarios y ya sabéis, si este vídeo

os ha resultado interesante no olvidéis darle al botón de like.

Un saludo y hasta la próxima.


El plan BIDEN : ¿Cómo NO terminar con la pobreza en América Latina? - VisualPolitik The BIDEN plan : How NOT to end poverty in Latin America? - VisualPolitik

América Latina es una de las regiones más pobres, más violentas y para colmo más azotadas

por el coronavirus de todo el planeta.

Para que os hagáis una idea, se estima que más del 30% de todas las muertes por la Covid-19

se han producido en Latinoamérica.

Sí, sí, lo habéis escuchado bien. A pesar de suponer menos del 9% de la población mundial,

los datos disponibles apuntan a que podrían haber sido el epicentro más castigado por

la Covid-19. 1 de cada 3 víctimas mortales. Esa es la estimación en el momento de preparar

este vídeo.

Y no importa si el resultado final es 1 de cada 3, 1 cada de cada 4 o 1 de cada 6. Sea

como sea todo apunta a que, una vez más, también en esta crisis América Latina se

ha llevado la peor parte.

("La pandemia está golpeando duramente América Latina [...] que es el epicentro del sufrimiento

de la Covid-19”. Carissa Etienne, Directora de la Organización Panamericana de la Salud.)

Tal y como os podéis imaginar esta es una situación que tiene consecuencias políticas,

económicas y sociales.

(Cubans Denounce ‘Misery' in Biggest Protests in Decades. The rallies, widely viewed as

astonishing for a country that limits dissent, were set off by economic crises worsened by

the pandemic. NYTimes)

(Cubanos denuncian la "miseria" en las mayores protestas en décadas

Las concentraciones, ampliamente consideradas como sorprendentes en un país que limita

la disidencia, fueron desencadenadas por la crisis económica agudizada por la pandemia.

NYTimes)

Mucho ánimo desde aquí, desde VisualPolitik a todos los cubanos que hartos de tanto oprobio,

tiranía y miseria han dicho basta.

[¿Podrá el coronavirus asentar un golpe de gracia al régimen castrista?

Mucha fuerza y ánimo. Tienen que llegar mejores días para la perla del caribe. Tienen que

estar al caer.]

Pero el ejemplo de Cuba no es ni mucho menos el único.

(El izquierdista Pedro Castillo se impone en un Perú partido en dos. El maestro rural

que busca «reescribir la historia» será el presidente del país andino tras un ajustado

triunfo. ABC)

Precisamente, hablando de Perú, hace un tiempo os contamos en VisualPolitik cómo invertir

en una mujer peruana podía ser tan rentable como invertir en el mismísimo S&P 500, el índice bursátil más importante del mundo.

Pero, ahora bien, ¿sigue siendo esto así tras la pandemia? ¿Cuál ha sido el impacto

del coronavirus en estos entornos y este tipo de inversión tan particular? ¿Sigue teniendo

sentido invertir en una emprendedora peruana en lugar de en la bolsa norteamericana?

Y quizás la pregunta más importante de todas, ¿Qué pueden hacer realmente los países

más ricos para apoyar que América Latina de una vez por todas se ponga en vías de

acabar con la pobreza?

Queridos amigos, amigas de VisualPolitik, en este vídeo que hemos preparado gracias

a la ayuda de nuestros amigos de Microwd, os vamos a contar qué está ocurriendo, por

qué demonios América Latina no despega y por qué el último plan de Joe Biden para

esta región puede ser algo así como la historia de un fracaso anunciado.

Por cierto, para los que aún no lo conozcáis, Microwd es una empresa de impacto social que

da microcréditos sin aval a mujeres emprendedoras de regiones muy pobres en países como Nicaragua,

Perú o México. Una fórmula que está explotando en los últimos tiempos y que puede llegar

a ser muy útil para las comunidades

más pobres. Os dejamos el link en la descripción por

si queréis conocer mejor este proyecto y todo lo que puede ofreceros.

Amigos, amigas, prestad atención porque no creo que este vídeo os deje indiferentes.

(USA TIENE UN PLAN)

El coronavirus ha tenido un impacto enorme en todo el mundo, pero tal y como os podéis

imaginar en los países más pobres sus consecuencias pueden llegar a ser muchísimo peores.

Y, claro, si a la pobreza, le añadimos la criminalidad, la violencia y la falta de oportunidades,

entonces la cosa empieza a preocupar a los países más ricos, ¿por qué? Pues porque

es el caldo de cultivo perfecto para la emigración. Y si hablamos de América Latina entonces

hablamos de Estados Unidos. Fijaos.

(25 de junio de 2021: “Detenciones en la frontera sur de Estados Unidos superan el

millón en año fiscal 2021. Al ritmo actual, el total de detenciones en la frontera para

el año fiscal, que termina el 30 de septiembre, sería el más alto desde el 2000. Euronews)

Y si hablamos de Estados Unidos hablamos tradicionalmente de México y sobre todo últimamente también

de lo que se conoce como el triángulo norte, esto es Guatemala, Honduras y El Salvador.

Tres países que forman según los propios datos de Naciones Unidos uno de los espacios

más pobres, corruptos y peligrosos de todo el mundo.

Pero ahora Estados Unidos, Estados Unidos tiene un plan.

No, no, no...No me refiero a esto, sino a este otro:

(Biden quiere dar 4.000 millones de dólares en ayuda a Honduras, El Salvador y Guatemala

para reducir la inmigración.DailyMail)

Joe Biden le ha encomendado a su flamante VicePresidenta, Kamala Harris, que lidere

un plan multimillonario con el que enfrentar de raiz el problema de la inmigración ilegal.

La idea es que si la inmigración tiene que ver con la pobreza, la violencia y la falta

de oportunidades, entonces esta enorme inversión tiene que contribuir a frenarla.

Por ejemplo, se estima que cuando el PIB per cápita de un país sobrepasa los 8.000 dólares,

entonces el interés por emigrar, sobre todo a emigrar ilegalmente, se reduce sustancialmente.

Pero claro, el problema es que el PIB per cápita de Guatemala y El Salvador se sitúa

en torno a los 4.000 dólares y el de Honduras en unos 2.500.

Es decir, están muy lejos de ese umbral de los 8.000 USD. De ahí que Biden quiera inyectar

un montón de dinero en la región.

Suena bien, ¿verdad? Pues… Amigos, esperad un momento, antes de lanzar las campanas al

vuelo, porque a veces las intenciones y los resultados no van de la mano. Pero para entender

toda esta historia empecemos por el principio.

(Durante décadas el patrón regular de la emigración a Estados Unidos pasaba porque

fueran los mexicanos quienes trataran de cruzar la frontera en busca de una vida mejor. Sin

embargo, en 2014 se produjo un cambio de tendencia: una avalancha de familias centroamericanas

y niños no acompañados de esta misma región comenzó a llegar a la frontera sur de Estados

Unidos.)

Y, pregunta, ¿qué pensáis que hizo el gobierno norteamericano? Pues en ese momento a la Administración

Obama se le encendió la bombilla: ¿por qué no luchar contra la inmigración directamente

en el origen?

Y así fue como nació la Alianza por la Prosperidad del Triángulo Norte. Al frente de la cual,

Obama puso al actual presidente Joe Biden.

(La Alianza estratégica para la prosperidad del Triángulo Norte de América Central fue

el plan propuesto por la administración de Barack Obama para impulsar el desarrollo de

la región centroamericana.

Hasta el 2014, la colaboración entre Estados Unidos y estos países se había dado fundamentalmente

en materia de seguridad a través del Plan Mérida puesto en marcha por George Bush primero,

y más tarde con el CARSI, la Iniciativa de Seguridad Regional de Centroamérica puesta

en marcha por Obama en 2009. Dos planes a través de los cuales Estados Unidos ha destinado

más de 1.000 millones de dólares para entrenar y reforzar los cuerpos de seguridad de la

región.

Sin embargo, la Alianza para la Prosperidad pretendía impulsar no solo la seguridad sino

también el desarrollo de estos países.)

De esta forma, hasta 2018 se calcula que Estados Unidos invirtió en proyectos de desarrollo,

seguridad y gobernando unos 2.400 millones de dólares. Unos 1.100 millones en Guatemala,

unos 750 en Honduras y casi 500 en El Salvador. (“Cuando fui vicepresidente, me centré

en proporcionar la ayuda necesaria para abordar estas causas fundamentales de la migración.

Ayudó a mantener a la gente en sus propios países en lugar de obligarla a marcharse.

Nuestro plan funcionó”. Joe Biden.).

Pero, no, el problema es que no funcionó. Tras gastarse miles de millones las cosas

no han mejorado sustancialmente y desde luego la inmigración sigue llegando.

Y por eso la nueva idea es redoblar esfuerzos. Y si en el primer plan se gastaron unos 2.400

millones ahora quieren gastarse casi el doble. ¿Funcionará esta vez? ¿Puede ser este plan

un esbozo de lo que necesita América Latina a gran escala para escapar de la pobreza?

Atentos.

(EL PINCHAZO DE LA AYUDA NORTEAMERICANA)

Sí, la lluvia de billetes del tío Sam cayó sobre América Central, pero las cosas no

han mejorado mucho. Ni siquiera está del todo claro que todo ese dinero haya tenido

algún impacto relevante.

Por ejemplo, con el dinero norteamericano se desarrollaron aplicaciones para que los

campesinos siguieran la cotización de los productos agrícolas o la forma de gastar

el dinero de los gobiernos locales. En este último programa se gastaron 30 millones de

dólares. El problema es que muchos campesinos, por no decir la mayoría, no tenían smartphones

ni datos.

(También se mejoraron las instalaciones de algunas escuelas, pero sin que ello mejorase

en nada la calidad docente. Decenas de miles de campesinos recibieron charlas sobre cómo

mejorar sus cultivos pero cuando quisieron buscar financiación para llevar a cabo los

nuevos proyectos les dijeron que el dinero de Estados Unidos no estaba pensado para eso.

Se pusieron en marcha portales de transparencia y webs, que luego nadie actualizaba.

Se gastaron 20 millones de dólares en instalar baños en el campo, baños que al poco tiempo

los lugareños desmontaron para venderlos como chatarra.)

Amigos, el 80% de los proyectos fueron encargados a contratistas estadounidenses, que ni conocían

del todo el terreno ni tenían ningún incentivo para ahorrar en “burocracia”. De hecho,

según muchos críticos en torno al 50% del presupuesto se gasta en administración, salarios,

dietas y desplazamientos de las propias empresas contratistas.

(“Es un negocio. Los mismos ejecutores ganan los contratos una y otra vez, a pesar de haber

sido malos ejecutores en el pasado, sin mostrar ningún nivel de impacto y sin cambiar nada”.

Carlos Ponce, Profesor de Gestión Empresarial en la Universidad de Columbia)

Ahora bien, un momento, no penséis que todas estas cosas fueron algo particular de la Alianza

por la Prosperidad. Para nada.

Lo cierto es que la inmensa mayor parte de la Ayuda al desarrollo de Estados Unidos - y

de casi cualquier otro país - tiene problemas similares.

Por ejemplo, la USAID, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional es

la agencia del gobierno responsable de distribuir la mayor parte de la ayuda gubernamental de

los Estados Unidos de corte no militar. Hablamos de una agencia que tiene un presupuesto anual

de casi 60 mil millones de dólares.

Pues bien, se sabe que muchos proyectos, siendo generosos con la propia agencia, digamos la

mitad del total, apenas logran la mitad de los resultados previstos. Y eso, siendo también

muy generosos.

Porque lo cierto es que uno de los problemas que tienen estas iniciativas es que es muy

complicado medir los resultados. Y si no lo puedes medir, pues al final recurren a cosas

como el número de asistentes a una charla, con independencia de si luego esta vale para

algo o no.

Por ejemplo, dos de los países dónde más dinero ha depositado la ayuda norteamericana,

y en general la comunidad internacional, además de América Central, han sido Afganistán

y Haití. [Mejor no comentamos nada, pero desarrollo lo que es desarrollo, pues, no

mucho]

Este es el reto al que se enfrenta Kamala Harris, armar un plan que no suponga dilapidar

4.000 millones en América Central.

(Para colmo, algunas investigaciones apuntan a que la ayuda extranjera en América Central

es casi inutil a la hora de impulsar el desarrollo y que incluso, al contrario de lo esperado,

pueden aumentar los niveles de emigración. Digamos que los fondos repartidos financian

muchos viajes a Estados Unidos.)

En cualquier caso, regresando a la pregunta del principio sobre qué pueden hacer los

países ricos para apoyar la lucha contra la pobreza en América Latina, quizás tengan

otras vías. Y el coronavirus ha sido un buen ejemplo.

Amigos, los países pobres no necesitan peces, ni tampoco, frente a lo que se ha dicho siempre,

cañas de pescar. Lo que necesitan es financiación para poder comprarlas y montar luego negocios

dónde comercializar los peces.Y ganas, ganas no les faltan.

Mejor que

gastarse decenas de millones en apps que no van a ninguna parte sería mejor por ejemplo

armar programas de financiación participativa en zonas muy pobres o abrir líneas para apoyar

microcréditos. También financiar el desarrollo de asociaciones y cooperativas.

Aquí los datos que nos han pasado nuestros amigos de Microwd son reveladores. A pesar

del coronavirus la rentabilidad de los proyectos que están pilotando se ha incrementado. No

se ha reducido, sino que se ha incrementado. Es decir, que las ganas por montar negocios

y salir adelante no han desaparecido, solo hacen falta recursos para poder llevarlo a

cabo. En fin, queríamos insistir una vez más con

este enfoque porque, ¿qué queréis que os diga? Me parece muy revelador. ¡Qué mal

se hacen algunas cosas cuándo se dispara con el dinero de todos! ¡Qué mal para todos!

Es muy fácil hablar de ayuda al desarrollo pero muy difícil poner resultados sobre la

mesa.

Pero llegados hasta aquí, turno para ti: ¿Crees que el nuevo plan de Joe Biden y Kamala

Harris funcionará? ¿Aprenderán de los errores pasados o seguiran dilapidando cientos y cientos

de millones de dólares en países que cada vez están peor?

Déjanos tus impresiones por aquí abajo en los comentarios y ya sabéis, si este vídeo

os ha resultado interesante no olvidéis darle al botón de like.

Un saludo y hasta la próxima.