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Cuándo ARGENTINA quiso VOLVER a ser RICA - VisualPolitik

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El día 14 de febrero del año 2021, quien fuera presidente de la Argentina durante dos

mandatos, Carlos Saúl Menem, falleció a la edad de 90 años.

Hablamos de una de las figuras más controvertidas de la política argentina. No hay término

medio, según con quien hablamos o bien lo eleva a los altares o bien lo demoniza.

Menem fue un político de raza, uno de esos líderes sociales a los que les gusta estar

rodeado de gente famosa, como deportistas, artistas y modelos, y que tampoco tienen reparos

a decir blanco y luego hacer negro.

("No se sabe cuánto tiempo pasará, y cuánta sangre se derramará, pero nuestro territorio

(Malvinas) volverá al pueblo". Carlos Saúl Menem, 14 de febrero de 1989 (un año antes

de retomar las relaciones con el Reino Unido))

Una estrategia que de alguna manera le sirvió tanto para ganar elecciones como para hacer

enemigos.

Durante 10 años, entre 1989 y 1999 fue presidente de la república Argentina. Y queridos amigos,

amigas, os puedo asegurar que este fue un periodo realmente intenso. Sus reformas de

corte liberal y las múltiples acusaciones de corrupción dieron forma a una etapa que

algunos han calificado como “el tiempo en el que la Argentina quiso cambiar”.

Pero… ¿Quién fue exactamente Carlos Saúl Menem? ¿Cómo cambió la Argentina? ¿Por

qué las reformas que promovió no se sostuvieron con el paso del tiempo? ¿Realmente tuvo un

plan para frenar la fatal tendencia al colapso que la Argentina lleva transitando desde hace

más de 70 años?

Pues… Atentos.

(SEMBLANTE DE CAUDILLO)

Carlos Menem nació en Anillaco, un pequeño pueblecito de la provincia argentina de la

Rioja el día 2 de julio de 1930. Hijo de inmigrantes sirios cuando Siria aún pertenecía

al Imperio Turco durante toda su vida fue conocido precisamente como el turco Menem.

Desde muy joven tuvo una clara inclinación por la política, militando en el movimiento

peronista, movimiento que pasó a estar prohibido tras la caída de Juan Domingo Perón en 1955.

(Sin embargo, al retornar la democracia en 1973, junto al regreso de Perón a la presidencia,

Menem fue elegido como gobernador de la Rioja, cargo que ocupó hasta el 24 de marzo de 1976,

día en el que se produjo un nuevo golpe militar.

A partir de ese momento, nuestro protagonista, como le ocurrió a tantos otros, a Menem le

tocó deambular de prisión en prisión. Un tema como veremos espinoso, porque una de

las medidas más polémicas y que más se le han criticado de cuando fue Presidente

fue precisamente la de indultar a los jefes militares de la dictadura. Lo que muchos desconocen

es que él mismo fue víctima de esa dictadura.)

Pero no nos adelantemos.

Tras la vuelta de la democracia en el año 1983, Menem volvió a ser elegido de nuevo

gobernador de La Rioja, cargo en el que se mantuvo hasta 1989 cuando renunció para ocupar

el sillón presidencial.

En ese momento, en la década de los 80, Menem era visto como un personaje extraño. Cuando

todavía no estaba tan de moda el término popular, Menem ya era populista.

Se reinvidicaba como un nacionalista empedernido, reclamaba la recuperación de las Malvinas

y defendía la lucha contra el imperialismo. Incluso su imagen se asimilaba a la de un

caudillo riojano de 1829, Facundo Quiroga.

Claro que a medida que se iba introduciendo en las altas esferas del poder nacional esas

exageradas patillas fueron poco a poco disminuyendo hasta desaparecer por completo.

Amigos, amigas, podéis creerme si os digo que el giro que Carlos Saul Menem dio como

Presidente aún causa perplejidad.

Atentos.

(DESDE EL MENEMÓVIL)

En 1988 la etapa del presidente Raúl Alfonsín llegaba a su final.

Tras un complicado y convulso mandato caracterizado por la amenaza de alzamientos militares, el

enfrentamiento con los sindicatos peronistas, una mala situación económica e incluso en

los últimos años la hiperinflación, todo parecía indicar que el próximo presidente

sería del principal partido de la oposición, el partido peronista.

Así que la disputa, la gran disputa electoral se produjo en el seno de este partido para

hacerse con la candidatura. Inicialmente el gran favorito era Antonio Cafiero, un tipo

que apenas un año antes, en 1987, había ganado la gobernación de la provincia de

Buenos Aires, la más rica y poblada del país.

Sin embargo, amigos, en esta ocasión por primera y única vez en la historia del partido

peronista se realizaron elecciones internas, primarias, para escoger al candidato a las

presidenciales de 1989. Y queridos amigos, saltó la sorpresa. Contra

todo pronóstico Menem derrotó a su contrincante por más de 100 mil votos. Había nacido una

nueva era, la era de los “menemistas”.

Desde ese momento nuestro protagonista comenzó a recorrer cada rincón del país a bordo

del “menemovil” un autobús desde el cual Menem no dejó de repetir una y otra vez su

emblemático eslogan de campaña:

“Siganme no los voy a defraudar”.

Durante la campaña prometió todo tipo de cosas, lanzar una revolución productiva,

subidas generales de los salarios o incluso recuperar las Malvinas a Sangre y Fuego. ¿Quién

se iba a resistir a esta nueva ola de ilusión?

(Voy a gobernar por los niños pobres que tienen hambre y por los niños ricos que tienen

tristeza".Carlos Saul Menem)

("Solo puedo ofrecerle a mi pueblo sacrificio, trabajo y esperanza (.). Solo puedo asegurarle

que seré el primer argentino a la hora de la austeridad, de poner el hombro, de apretar

los dientes, del esfuerzo". Carlos Saul Menem)

Aunque no fueron pocos quienes auguraron que con semejante populista al frente, el país

terminaría pareciéndose más a Cuba que a cualquier otro país. Estaba claro que en

ese momento nadie podía imaginarse el gran viraje que este político iba a protagonizar.

Pero así es cómo se alzó con la presidencia. Atentos a este último candidato, Álvaro

Alsogaray, de la Unión de Centro Democrático. Cuando Menem dio su golpe de timón se convirtió

en uno de sus principales asesores.

(EL GOLPE DE TIMÓN)

Queridos amigos, amigas, en 1989 la llegada de Menem a la Casa Rosada no fue precisamente

un camino de rosas. La situación económica en ese momento era caótica, lo que bueno,

tratándose de la Argentina tampoco creo que sea una sorpresa.

(El caso es que sus primeros meses no fueron muy diferentes a su predecesor. 1989 terminó

con una inflación superior al 3000% y en 1990 superó el 2.300%. Los primeros 20 meses

de Menem en el poder fueron tan erráticos como lo había sido el gobierno de su predecesor,

Raul Alfonsin.) Sin embargo, un momento, porque todo cambió

en 1991, cuando Menem revolucionó su gabinete nombrando como ministro de economía al entonces

ministro de exteriores, Domingo Felipe Cavallo. A partir de ese momento se comenzó a aplicar

de verdad la ley 23.696 de reforma del estado que se había aprobado en agosto de 1989,

nada más llegar al poder, pero que sin embargo se había quedado en stand by.

De repente la política económica del país y, sobre todo, lo que había sido históricamente

el peronismo dio un giro de 180 grados.

La crisis, la hiperinflación y el contexto internacional que se estaba viviendo con la

caída de la Unión Soviética y el muro de Berlín parecían dejar claro que a la Argentina

no le quedaba otra que cambiar de rumbo.

Y eso es exactamente lo que hizo nuestro protagonista de hoy, Carlos Saúl Menem. Quien puso sobre

la mesa un concepto completamente nuevo en la política argentina: la economía popular

de mercado.

Ahora bien, ¿en qué consistió exactamente este giro?

Pues digamos que en poner el país patas arribas, arremangarse la camisa y ponerse manos a la

obra para cambiarlo todo…. O como veremos casi todo.

(El 27 de marzo de 1991 se aprobó la ley 23.928 de Convertibilidad, con la que se creó

una nueva moneda para sustituir el austral: el peso.

Se eliminaron 4 ceros, de tal forma que 10.000 australes pasaron a convertirse en 1 peso,

que a su vez era convertible por 1 dólar. Es decir se estableció una paridad fija para

ganarse la confianza de los ahorradores y evitar la tentación de darle a la máquina

de imprimir billetes. El resultado es que los precios comenzaron

a estabilizarse y la inflación regresó a un nivel terrenal.

Luego en octubre de ese mismo año de 1991 se aprobó el decreto desregulatorio 2.284

que liberalizó el comercio interior, el comercio exterior, impulsó una reforma fiscal, una

reforma del mercado de capitales y la transformación del sistema de pensiones que pasó a ser privado.)

Y eso no es todo. Al mismo tiempo que se promovió la apertura económica el gobierno lanzó

un enorme plan de privatizaciones.

(Durante este primer mandato de Menem, el gobierno argentino privatizó empresas públicas

de telecomunicaciones, gas, agua, electricidad, ferrocarriles, correos, televisión, radio,

líneas aéreas e incluso producción de armamento. Paradójicamente, todas las empresas que Perón

había estatizado entre 1946 y 1949, fueron privatizadas por Menem entre 1992 y 1995,

gracias al respaldo mayoritario de los diputados y senadores peronistas.

Esa enorme ola de privatizaciones junto a todos los cambios aprobados hicieron que los

capitales extranjeros comenzaran a inundar el país. Según datos del INDEC, el Instituto

nacional argentino de estadísticas y censos, la inversión extranjera directa pasó de

unos 16.000 millones en 1992 a más de 65.000 en 1999.)

Para que os hagáis una idea la economía argentina creció entre 1991 y 1994 a un ritmo

del 7%.

De repente la prosperidad había llegado a un destino que parecía imposible. Y con ella,

la modernidad.

Fijaos por ejemplo en lo que ocurrió con la industria de las telecomunicaciones. Hasta

ese momento la compañía pública de teléfonos Entel podía tardar décadas en instalar una

nueva línea en un domicilio. De hecho las casas que tenían teléfono llegaron a costar

entre un 10 y un 20% más que las que no lo tenían porque era complicadísimo hacerse

con uno.

De locos. Y sí, estamos hablando de la década de los 80 y los 90, no de 1910.

Pues bien, la privatización de esta actividad y la llegada de empresas extranjeras como

Telefónica o Telecom Italia alimentó una enorme explosión en el sector. Instalar una

nueva línea pasó a ser cosa de unos pocos días, llegó la comunicación móvil y el

incipiente internet.

Exactamente lo mismo ocurrió con la electricidad. Hasta ese momento los apagones eran frecuentes

e incluso estaban programados por el propio gobierno. Sin embargo, con la privatización

los apagones se redujeron un montón al tiempo que la tarifa de los consumidores se redujo

en más de un 24%. Como os podéis imaginar todos estos cambios

y el crecimiento económico que se estaba produciendo mejoraron el nivel de vida de

los argentinos y de hecho la tasa de pobreza pasó del 47,3% en 1989 a menos de la mitad,

el 22,2% en 1995. (Pero los cambios no se limitaron exclusivamente

a la parte económica. Durante este primer mandato Menem con el objetivo de consolidar

la democracia impulsó también políticas como la de la “reconciliación nacional”

por la cual indultó a todos los militares e integrantes de grupos guerrilleros que habían

participado respectivamente en la dictadura o en la sucesión de atentados que el país

vivió durante los años 70 y 80.) Y amigos, así, con una Argentina que parecía

empezar a comerse de nuevo el mundo es como llegamos a la segunda legislatura de este

político.

(EL PACTO DE LOS OLIVOS)

Los primeros resultados del plan de reformas hicieron que en las elecciones parlamentarias

de 1993, que tenían que renovar un tercio del senado y la mitad de la cámara de diputados,

los candidatos peronistas arrasaran.

El apoyo que recibió Menem fue tan grande que por primera y única vez en la historia

el peronismo ganó en la mismísima ciudad de Buenos Aires.

(Sin embargo, había un problema. En ese momento la Constitución argentina fijaba un mandato

presidencial de 6 años y prohibía la reelección inmediata. Es decir, a pesar del triunfalismo

y el fervor popular, Menem no podía presentarse a las siguientes elecciones.

Y cambiar la constitución no parecía una tarea nada sencilla. Se necesita el apoyo

de dos tercios de cada cámara del congreso y en ese momento la oposición liderada por

la Unión Cívica Radical y su líder el expresidente Raúl Alfonsín no estaba por la labor.)

Y, ¿qué pensáis que hizo entonces el presidente argentino? Pues ni más ni menos

que llevar a cabo una sorprendente jugada política:

Veréis, como sabía que la mayoría del electorado estaba a favor de la reforma constitucional

anunció una consulta, un plebiscito no vinculante para decirle a la oposición:

Vamos, venga, decid ahora que os oponéis a la voluntad popular.

¡Menudo gambito de dama! Jaque mate.

(En 1994 Carlos Menem y Raul Alfonsin firmaron el “pacto de los olivos” que habilitó

la reforma constitucional que le permitiría presentarse a la reelección al tiempo que

se actualizó el sistema de elección: cada mandato pasó de 6 a 4 años y se eliminó

el colegio electoral para establecer la elección directa en segunda vuelta.)

Y así es como en 1995, Menem fue reelegido por una enorme mayoría. Simple y llanamente

arrasó en las elecciones.

Sin embargo, este nuevo mandato no iba a resultar tan exitoso como el primero.

Atentos.

(DEUDA, ESTANCAMIENTO Y POBREZA)

Todo parecía ir como la seda: había estabilidad monetaria, una inflación cercana al 0% y

la creciente libertad comercial había abierto a los argentinos todos los productos del gran

almacén que es el mundo.

Argentina parecía de vuelta a la primera línea del éxito internacional y el presidente

rodeado de actrices, artistas y deportistas parecía toda una estrella de rock.

Sin embargo, un momento amigos, no abráis aún la botella de champán. A pesar de todos

los cambios, hubo una cosa que nunca se corrigió: el gasto público y el enorme tamaño del

estado argentino, que no dejó de crecer.

(Durante unos años los ingresos de las privatizaciones pagaron buena parte de las facturas, pero

luego… El gobierno argentino fue incrementando más y más su deuda exterior.

Para que os hagáis una idea, cuando Menem llegó al poder, Argentina tenía una deuda

de 63 mil millones de dólares. Cuando se marchó y a pesar de todos los ingresos recibidos

por las privatizaciones y el crecimiento económico, la deuda pública ascendía ya a 123.000 millones

de dólares. Los mercados internacionales habían confiado en la Argentina pero una

vez más el país se había excedido.) Además el tipo de cambio fijo con el dólar

mantenía al peso sobrevalorado lo que a corto plazo fue para las empresas argentinas -que

aún tuvieron que hacer frente a muchas rigideces laborales- un esfuerzo adicional que complicó

su competitividad internacional, lo que forzó una reestructuración productiva que afectó

sobremanera a las industria.

El sistema tenía un problema de sostenibilidad. Por un lado el estado no paraba de gastar

sin poder recurrir al banco central. Por el otro, mantener la convertibilidad 1:1 con

el dólar era algo que se conseguía apoyando el peso, lo que consumía dólares que había

que financiar con más emisiones de deuda externa.

Y para colmo, el tipo de cambio 1:1 estaba provocando reajustes justo en los sectores

económicos que tenían que proporcionar los dólares, lo que suponía menos dólares y

más paro. Y entonces más gasto público. Y vuelta a empezar. El resultado: un enorme

castillo de naipes. ¿El motivo? Pues porque i) el estado no quiso apretarse el cinturón,

ii) no se atrevió a tocar la convertibilidad por miedo a una enorme fuga de capitales y

iii) tampoco quiso meterse de lleno en la regulación laboral.

Y claro, quizás la economía argentina habría funcionado con una o dos de estas decisiones,

pero no con todas. El paro creció, la deuda se disparó, la pobreza repuntó y las finanzas

argentinas comenzaron a irse a pique.

(Por si fuera poco los gobiernos de Menem estuvieron también empañados con muchas

sombras de corrupción. Las privatizaciones se habían llevado a cabo pero la posterior

liberalización de los diferentes sectores no se ejecutó completamente, quizás porque

los incentivos apuntaban en otra dirección. Había muchas sospechas de corrupción:

El Yomagate, el contrabando de armas, los casos de sobres… Fue un no parar.

Mientras las cosas marchaban la sociedad miró para otro lado, pero cuando empezaron a no

ir bien, entonces su popularidad empezó a resentirse. Cuando se acercó el fin de su

segundo y por tanto último mandato y quiso volver a maniobrar para presentarse esta vez

ya no lo consiguió.)

De hecho en las elecciones del 99 fue la oposición quien se llevó el gato al agua, quien ganó

la batalla. Pero la situación volvió a ser tan problemática que en 2001 se produjo una

corrida contra el peso que desembocó en el colapso del 2001 y en el famoso corralito.

De repente en el país donde casi todo el mundo había sido forofo de Menem pareció

que nunca nadie lo hubiera apoyado. Fue el caso sin ir más lejos del matrimonio Kirchner.

A pesar de todo Menem lo volvió a intentar en 2003 y fue el candidato más votado en

primera vuelta. Sin embargo, sin opciones de cara a la segunda vuelta que le enfrentaba

a Nestor Kirchner que partía con muchos más apoyos, decidió tirar la toalla.

("¡Que Kirchner se quede con su 22 por ciento; yo me quedo con mi pueblo! Gané la primera

vuelta y me voy". Carlos Saul Menem)

Amigos, Menem ha sido uno de los políticos más carismáticos de la historia. A pesar

de llegar al poder en una situación muy difícil, hiperinflación incluida, su primer mandato

fue casi para enmarcar y por primera vez en décadas volvió a despertar el sueño argentino.

Sin embargo, la complacencia y el no completar los deberes hizo que ese sueño terminara

por estallar en una violenta explosión que acabó condenando todas las reformas.

Desde entonces el expresidente se pasó una gran parte de su vida en los tribunales y

si no entró en la cárcel fue por su inmunidad como senador. Cargo que ostentó hasta su

último día.

Pero llegados hasta aquí, turno para ti:

¿Cómo valoras la presidencia de Carlos Saul Menem? ¿En qué crees que falló? ¿Perseguía

un plan claro y predeterminado o las reformas fueron simplemente una forma de ganar tiempo?

¿Necesita quizás Argentina un nuevo Menem como el de principios de los 90?

Dejanos por aquí abajo tus comentarios y ya sabéis, si este vídeo os ha resultado

interesante no olvidéis darle a like y suscríbete a visualpolitik.

Un saludo y hasta la próxima.


Cuándo ARGENTINA quiso VOLVER a ser RICA - VisualPolitik Als ARGENTINIEN WIEDER REICH WERDEN WOLLTE - VisualPolitik When ARGENTINA wanted to BE RICH AGAIN - VisualPolitik アルゼンチンが再び豊かになりたかったとき - VisualPolitik

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El día 14 de febrero del año 2021, quien fuera presidente de la Argentina durante dos On February 14, 2021, the man who was President of Argentina for two years will be elected as

mandatos, Carlos Saúl Menem, falleció a la edad de 90 años. Carlos Saúl Menem passed away at the age of 90.

Hablamos de una de las figuras más controvertidas de la política argentina. No hay término

medio, según con quien hablamos o bien lo eleva a los altares o bien lo demoniza. Depending on who we talk to, the media either elevates it to the altars or demonizes it.

Menem fue un político de raza, uno de esos líderes sociales a los que les gusta estar

rodeado de gente famosa, como deportistas, artistas y modelos, y que tampoco tienen reparos

a decir blanco y luego hacer negro.

("No se sabe cuánto tiempo pasará, y cuánta sangre se derramará, pero nuestro territorio

(Malvinas) volverá al pueblo". Carlos Saúl Menem, 14 de febrero de 1989 (un año antes

de retomar las relaciones con el Reino Unido))

Una estrategia que de alguna manera le sirvió tanto para ganar elecciones como para hacer

enemigos.

Durante 10 años, entre 1989 y 1999 fue presidente de la república Argentina. Y queridos amigos,

amigas, os puedo asegurar que este fue un periodo realmente intenso. Sus reformas de

corte liberal y las múltiples acusaciones de corrupción dieron forma a una etapa que

algunos han calificado como “el tiempo en el que la Argentina quiso cambiar”.

Pero… ¿Quién fue exactamente Carlos Saúl Menem? ¿Cómo cambió la Argentina? ¿Por

qué las reformas que promovió no se sostuvieron con el paso del tiempo? ¿Realmente tuvo un

plan para frenar la fatal tendencia al colapso que la Argentina lleva transitando desde hace

más de 70 años?

Pues… Atentos.

(SEMBLANTE DE CAUDILLO)

Carlos Menem nació en Anillaco, un pequeño pueblecito de la provincia argentina de la

Rioja el día 2 de julio de 1930. Hijo de inmigrantes sirios cuando Siria aún pertenecía

al Imperio Turco durante toda su vida fue conocido precisamente como el turco Menem.

Desde muy joven tuvo una clara inclinación por la política, militando en el movimiento

peronista, movimiento que pasó a estar prohibido tras la caída de Juan Domingo Perón en 1955.

(Sin embargo, al retornar la democracia en 1973, junto al regreso de Perón a la presidencia,

Menem fue elegido como gobernador de la Rioja, cargo que ocupó hasta el 24 de marzo de 1976,

día en el que se produjo un nuevo golpe militar.

A partir de ese momento, nuestro protagonista, como le ocurrió a tantos otros, a Menem le

tocó deambular de prisión en prisión. Un tema como veremos espinoso, porque una de

las medidas más polémicas y que más se le han criticado de cuando fue Presidente

fue precisamente la de indultar a los jefes militares de la dictadura. Lo que muchos desconocen

es que él mismo fue víctima de esa dictadura.)

Pero no nos adelantemos.

Tras la vuelta de la democracia en el año 1983, Menem volvió a ser elegido de nuevo

gobernador de La Rioja, cargo en el que se mantuvo hasta 1989 cuando renunció para ocupar

el sillón presidencial.

En ese momento, en la década de los 80, Menem era visto como un personaje extraño. Cuando

todavía no estaba tan de moda el término popular, Menem ya era populista.

Se reinvidicaba como un nacionalista empedernido, reclamaba la recuperación de las Malvinas

y defendía la lucha contra el imperialismo. Incluso su imagen se asimilaba a la de un

caudillo riojano de 1829, Facundo Quiroga.

Claro que a medida que se iba introduciendo en las altas esferas del poder nacional esas

exageradas patillas fueron poco a poco disminuyendo hasta desaparecer por completo.

Amigos, amigas, podéis creerme si os digo que el giro que Carlos Saul Menem dio como

Presidente aún causa perplejidad.

Atentos.

(DESDE EL MENEMÓVIL)

En 1988 la etapa del presidente Raúl Alfonsín llegaba a su final.

Tras un complicado y convulso mandato caracterizado por la amenaza de alzamientos militares, el

enfrentamiento con los sindicatos peronistas, una mala situación económica e incluso en

los últimos años la hiperinflación, todo parecía indicar que el próximo presidente

sería del principal partido de la oposición, el partido peronista.

Así que la disputa, la gran disputa electoral se produjo en el seno de este partido para

hacerse con la candidatura. Inicialmente el gran favorito era Antonio Cafiero, un tipo

que apenas un año antes, en 1987, había ganado la gobernación de la provincia de

Buenos Aires, la más rica y poblada del país.

Sin embargo, amigos, en esta ocasión por primera y única vez en la historia del partido

peronista se realizaron elecciones internas, primarias, para escoger al candidato a las

presidenciales de 1989. Y queridos amigos, saltó la sorpresa. Contra

todo pronóstico Menem derrotó a su contrincante por más de 100 mil votos. Había nacido una

nueva era, la era de los “menemistas”.

Desde ese momento nuestro protagonista comenzó a recorrer cada rincón del país a bordo

del “menemovil” un autobús desde el cual Menem no dejó de repetir una y otra vez su

emblemático eslogan de campaña:

“Siganme no los voy a defraudar”.

Durante la campaña prometió todo tipo de cosas, lanzar una revolución productiva,

subidas generales de los salarios o incluso recuperar las Malvinas a Sangre y Fuego. ¿Quién

se iba a resistir a esta nueva ola de ilusión?

(Voy a gobernar por los niños pobres que tienen hambre y por los niños ricos que tienen

tristeza".Carlos Saul Menem)

("Solo puedo ofrecerle a mi pueblo sacrificio, trabajo y esperanza (.). Solo puedo asegurarle

que seré el primer argentino a la hora de la austeridad, de poner el hombro, de apretar

los dientes, del esfuerzo". Carlos Saul Menem)

Aunque no fueron pocos quienes auguraron que con semejante populista al frente, el país

terminaría pareciéndose más a Cuba que a cualquier otro país. Estaba claro que en

ese momento nadie podía imaginarse el gran viraje que este político iba a protagonizar.

Pero así es cómo se alzó con la presidencia. Atentos a este último candidato, Álvaro

Alsogaray, de la Unión de Centro Democrático. Cuando Menem dio su golpe de timón se convirtió

en uno de sus principales asesores.

(EL GOLPE DE TIMÓN)

Queridos amigos, amigas, en 1989 la llegada de Menem a la Casa Rosada no fue precisamente

un camino de rosas. La situación económica en ese momento era caótica, lo que bueno,

tratándose de la Argentina tampoco creo que sea una sorpresa.

(El caso es que sus primeros meses no fueron muy diferentes a su predecesor. 1989 terminó

con una inflación superior al 3000% y en 1990 superó el 2.300%. Los primeros 20 meses

de Menem en el poder fueron tan erráticos como lo había sido el gobierno de su predecesor,

Raul Alfonsin.) Sin embargo, un momento, porque todo cambió

en 1991, cuando Menem revolucionó su gabinete nombrando como ministro de economía al entonces

ministro de exteriores, Domingo Felipe Cavallo. A partir de ese momento se comenzó a aplicar

de verdad la ley 23.696 de reforma del estado que se había aprobado en agosto de 1989,

nada más llegar al poder, pero que sin embargo se había quedado en stand by.

De repente la política económica del país y, sobre todo, lo que había sido históricamente

el peronismo dio un giro de 180 grados.

La crisis, la hiperinflación y el contexto internacional que se estaba viviendo con la

caída de la Unión Soviética y el muro de Berlín parecían dejar claro que a la Argentina

no le quedaba otra que cambiar de rumbo.

Y eso es exactamente lo que hizo nuestro protagonista de hoy, Carlos Saúl Menem. Quien puso sobre

la mesa un concepto completamente nuevo en la política argentina: la economía popular

de mercado.

Ahora bien, ¿en qué consistió exactamente este giro?

Pues digamos que en poner el país patas arribas, arremangarse la camisa y ponerse manos a la

obra para cambiarlo todo…. O como veremos casi todo.

(El 27 de marzo de 1991 se aprobó la ley 23.928 de Convertibilidad, con la que se creó

una nueva moneda para sustituir el austral: el peso.

Se eliminaron 4 ceros, de tal forma que 10.000 australes pasaron a convertirse en 1 peso,

que a su vez era convertible por 1 dólar. Es decir se estableció una paridad fija para

ganarse la confianza de los ahorradores y evitar la tentación de darle a la máquina

de imprimir billetes. El resultado es que los precios comenzaron

a estabilizarse y la inflación regresó a un nivel terrenal.

Luego en octubre de ese mismo año de 1991 se aprobó el decreto desregulatorio 2.284

que liberalizó el comercio interior, el comercio exterior, impulsó una reforma fiscal, una

reforma del mercado de capitales y la transformación del sistema de pensiones que pasó a ser privado.)

Y eso no es todo. Al mismo tiempo que se promovió la apertura económica el gobierno lanzó

un enorme plan de privatizaciones.

(Durante este primer mandato de Menem, el gobierno argentino privatizó empresas públicas

de telecomunicaciones, gas, agua, electricidad, ferrocarriles, correos, televisión, radio,

líneas aéreas e incluso producción de armamento. Paradójicamente, todas las empresas que Perón

había estatizado entre 1946 y 1949, fueron privatizadas por Menem entre 1992 y 1995,

gracias al respaldo mayoritario de los diputados y senadores peronistas.

Esa enorme ola de privatizaciones junto a todos los cambios aprobados hicieron que los

capitales extranjeros comenzaran a inundar el país. Según datos del INDEC, el Instituto

nacional argentino de estadísticas y censos, la inversión extranjera directa pasó de

unos 16.000 millones en 1992 a más de 65.000 en 1999.)

Para que os hagáis una idea la economía argentina creció entre 1991 y 1994 a un ritmo

del 7%.

De repente la prosperidad había llegado a un destino que parecía imposible. Y con ella,

la modernidad.

Fijaos por ejemplo en lo que ocurrió con la industria de las telecomunicaciones. Hasta

ese momento la compañía pública de teléfonos Entel podía tardar décadas en instalar una

nueva línea en un domicilio. De hecho las casas que tenían teléfono llegaron a costar

entre un 10 y un 20% más que las que no lo tenían porque era complicadísimo hacerse

con uno.

De locos. Y sí, estamos hablando de la década de los 80 y los 90, no de 1910.

Pues bien, la privatización de esta actividad y la llegada de empresas extranjeras como

Telefónica o Telecom Italia alimentó una enorme explosión en el sector. Instalar una

nueva línea pasó a ser cosa de unos pocos días, llegó la comunicación móvil y el

incipiente internet.

Exactamente lo mismo ocurrió con la electricidad. Hasta ese momento los apagones eran frecuentes

e incluso estaban programados por el propio gobierno. Sin embargo, con la privatización

los apagones se redujeron un montón al tiempo que la tarifa de los consumidores se redujo

en más de un 24%. Como os podéis imaginar todos estos cambios

y el crecimiento económico que se estaba produciendo mejoraron el nivel de vida de

los argentinos y de hecho la tasa de pobreza pasó del 47,3% en 1989 a menos de la mitad,

el 22,2% en 1995. (Pero los cambios no se limitaron exclusivamente

a la parte económica. Durante este primer mandato Menem con el objetivo de consolidar

la democracia impulsó también políticas como la de la “reconciliación nacional”

por la cual indultó a todos los militares e integrantes de grupos guerrilleros que habían

participado respectivamente en la dictadura o en la sucesión de atentados que el país

vivió durante los años 70 y 80.) Y amigos, así, con una Argentina que parecía

empezar a comerse de nuevo el mundo es como llegamos a la segunda legislatura de este

político.

(EL PACTO DE LOS OLIVOS)

Los primeros resultados del plan de reformas hicieron que en las elecciones parlamentarias

de 1993, que tenían que renovar un tercio del senado y la mitad de la cámara de diputados,

los candidatos peronistas arrasaran.

El apoyo que recibió Menem fue tan grande que por primera y única vez en la historia

el peronismo ganó en la mismísima ciudad de Buenos Aires.

(Sin embargo, había un problema. En ese momento la Constitución argentina fijaba un mandato

presidencial de 6 años y prohibía la reelección inmediata. Es decir, a pesar del triunfalismo

y el fervor popular, Menem no podía presentarse a las siguientes elecciones.

Y cambiar la constitución no parecía una tarea nada sencilla. Se necesita el apoyo

de dos tercios de cada cámara del congreso y en ese momento la oposición liderada por

la Unión Cívica Radical y su líder el expresidente Raúl Alfonsín no estaba por la labor.)

Y, ¿qué pensáis que hizo entonces el presidente argentino? Pues ni más ni menos

que llevar a cabo una sorprendente jugada política:

Veréis, como sabía que la mayoría del electorado estaba a favor de la reforma constitucional

anunció una consulta, un plebiscito no vinculante para decirle a la oposición:

Vamos, venga, decid ahora que os oponéis a la voluntad popular.

¡Menudo gambito de dama! Jaque mate.

(En 1994 Carlos Menem y Raul Alfonsin firmaron el “pacto de los olivos” que habilitó

la reforma constitucional que le permitiría presentarse a la reelección al tiempo que

se actualizó el sistema de elección: cada mandato pasó de 6 a 4 años y se eliminó

el colegio electoral para establecer la elección directa en segunda vuelta.)

Y así es como en 1995, Menem fue reelegido por una enorme mayoría. Simple y llanamente

arrasó en las elecciones.

Sin embargo, este nuevo mandato no iba a resultar tan exitoso como el primero.

Atentos.

(DEUDA, ESTANCAMIENTO Y POBREZA)

Todo parecía ir como la seda: había estabilidad monetaria, una inflación cercana al 0% y

la creciente libertad comercial había abierto a los argentinos todos los productos del gran

almacén que es el mundo.

Argentina parecía de vuelta a la primera línea del éxito internacional y el presidente

rodeado de actrices, artistas y deportistas parecía toda una estrella de rock.

Sin embargo, un momento amigos, no abráis aún la botella de champán. A pesar de todos

los cambios, hubo una cosa que nunca se corrigió: el gasto público y el enorme tamaño del

estado argentino, que no dejó de crecer.

(Durante unos años los ingresos de las privatizaciones pagaron buena parte de las facturas, pero

luego… El gobierno argentino fue incrementando más y más su deuda exterior.

Para que os hagáis una idea, cuando Menem llegó al poder, Argentina tenía una deuda

de 63 mil millones de dólares. Cuando se marchó y a pesar de todos los ingresos recibidos

por las privatizaciones y el crecimiento económico, la deuda pública ascendía ya a 123.000 millones

de dólares. Los mercados internacionales habían confiado en la Argentina pero una

vez más el país se había excedido.) Además el tipo de cambio fijo con el dólar

mantenía al peso sobrevalorado lo que a corto plazo fue para las empresas argentinas -que

aún tuvieron que hacer frente a muchas rigideces laborales- un esfuerzo adicional que complicó

su competitividad internacional, lo que forzó una reestructuración productiva que afectó

sobremanera a las industria.

El sistema tenía un problema de sostenibilidad. Por un lado el estado no paraba de gastar

sin poder recurrir al banco central. Por el otro, mantener la convertibilidad 1:1 con

el dólar era algo que se conseguía apoyando el peso, lo que consumía dólares que había

que financiar con más emisiones de deuda externa.

Y para colmo, el tipo de cambio 1:1 estaba provocando reajustes justo en los sectores

económicos que tenían que proporcionar los dólares, lo que suponía menos dólares y

más paro. Y entonces más gasto público. Y vuelta a empezar. El resultado: un enorme

castillo de naipes. ¿El motivo? Pues porque i) el estado no quiso apretarse el cinturón,

ii) no se atrevió a tocar la convertibilidad por miedo a una enorme fuga de capitales y

iii) tampoco quiso meterse de lleno en la regulación laboral.

Y claro, quizás la economía argentina habría funcionado con una o dos de estas decisiones,

pero no con todas. El paro creció, la deuda se disparó, la pobreza repuntó y las finanzas

argentinas comenzaron a irse a pique.

(Por si fuera poco los gobiernos de Menem estuvieron también empañados con muchas

sombras de corrupción. Las privatizaciones se habían llevado a cabo pero la posterior

liberalización de los diferentes sectores no se ejecutó completamente, quizás porque

los incentivos apuntaban en otra dirección. Había muchas sospechas de corrupción:

El Yomagate, el contrabando de armas, los casos de sobres… Fue un no parar.

Mientras las cosas marchaban la sociedad miró para otro lado, pero cuando empezaron a no

ir bien, entonces su popularidad empezó a resentirse. Cuando se acercó el fin de su

segundo y por tanto último mandato y quiso volver a maniobrar para presentarse esta vez

ya no lo consiguió.)

De hecho en las elecciones del 99 fue la oposición quien se llevó el gato al agua, quien ganó

la batalla. Pero la situación volvió a ser tan problemática que en 2001 se produjo una

corrida contra el peso que desembocó en el colapso del 2001 y en el famoso corralito.

De repente en el país donde casi todo el mundo había sido forofo de Menem pareció

que nunca nadie lo hubiera apoyado. Fue el caso sin ir más lejos del matrimonio Kirchner.

A pesar de todo Menem lo volvió a intentar en 2003 y fue el candidato más votado en

primera vuelta. Sin embargo, sin opciones de cara a la segunda vuelta que le enfrentaba

a Nestor Kirchner que partía con muchos más apoyos, decidió tirar la toalla.

("¡Que Kirchner se quede con su 22 por ciento; yo me quedo con mi pueblo! Gané la primera

vuelta y me voy". Carlos Saul Menem)

Amigos, Menem ha sido uno de los políticos más carismáticos de la historia. A pesar

de llegar al poder en una situación muy difícil, hiperinflación incluida, su primer mandato

fue casi para enmarcar y por primera vez en décadas volvió a despertar el sueño argentino.

Sin embargo, la complacencia y el no completar los deberes hizo que ese sueño terminara

por estallar en una violenta explosión que acabó condenando todas las reformas.

Desde entonces el expresidente se pasó una gran parte de su vida en los tribunales y

si no entró en la cárcel fue por su inmunidad como senador. Cargo que ostentó hasta su

último día.

Pero llegados hasta aquí, turno para ti:

¿Cómo valoras la presidencia de Carlos Saul Menem? ¿En qué crees que falló? ¿Perseguía

un plan claro y predeterminado o las reformas fueron simplemente una forma de ganar tiempo?

¿Necesita quizás Argentina un nuevo Menem como el de principios de los 90?

Dejanos por aquí abajo tus comentarios y ya sabéis, si este vídeo os ha resultado

interesante no olvidéis darle a like y suscríbete a visualpolitik.

Un saludo y hasta la próxima.