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Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, Capítulo 19 (3)

Capítulo 19 (3)

Aunque Aureliano se sentía vinculado a los cuatro amigos por un mismo cariño y una misma solidaridad, hasta el punto de que pensaba en ellos como si fueran uno solo, estaba más cerca de Gabriel que de los otros. El vínculo nació la noche en que él habló casualmente del coronel Aureliano Buendía, y Gabriel fue el único que no creyó que se estuviera burlando de alguien. Hasta la dueña, que no solía intervenir en las conversaciones, discutió con una rabiosa pasión de comadrona que el coronel Aureliano Buendía, de quien en efecto había oído hablar alguna vez, era un personaje inventado por el gobierno como un pretexto para matar liberales. Gabriel, en cambio, no ponía en duda la realidad del coronel Aureliano Buendía, porque había sido compañero de armas y amigo inseparable de su bisabuelo, el coronel Gerineldo Márquez. Aquellas veleidades de la memoria eran todavía más críticas cuando se hablaba de la matanza de los trabajadores. Cada vez que Aureliano tocaba el punto, no solo la propietaria, sino algunas personas mayores que ella, repudiaban la patraña de los trabajadores acorralados en la estación, y del tren de doscientos vagones cargados de muertos, e inclusive se obstinaban en lo que después de todo había quedado establecido en expedientes judiciales y en los textos de la escuela primaria: que la compañía bananera no había existido nunca. De modo que Aureliano y Gabriel estaban vinculados por una especie de complicidad, fundada en hechos reales en los que nadie creía, y que habían afectado sus vidas hasta el punto de que ambos se encontraban a la deriva en la resaca de un mundo acabado, del cual solo quedaba la nostalgia. Gabriel dormía donde lo sorprendiera la hora. Aureliano lo acomodó varias veces en el taller de platería, pero se pasaba las noches en vela, perturbado por el trasiego de los muertos que andaban hasta el amanecer por los dormitorios. Más tarde se lo encomendó a Nigromanta, quien lo llevaba a su cuartito multitudinario cuando estaba libre, y le anotaba las cuentas con rayitas verticales detrás de la puerta, en los pocos espacios disponibles que habían dejado las deudas de Aureliano.

A pesar de su vida desordenada, todo el grupo trataba de hacer algo perdurable, a instancias del sabio catalán. Era él, con su experiencia de antiguo profesor de letras clásicas y su depósito de libros raros, quien los había puesto en condiciones de pasar una noche entera buscando la trigesimoséptima situación dramática, en un pueblo donde ya nadie tenía interés ni posibilidades de ir más allá de la escuela primaria. Fascinado por el descubrimiento de la amistad, aturdido por los hechizos de un mundo que le había sido vedado por la mezquindad de Fernanda, Aureliano abandonó el escrutinio de los pergaminos, precisamente cuando empezaban a revelársele como predicciones en versos cifrados. Pero la comprobación posterior de que el tiempo alcanzaba para todo sin que fuera necesario renunciar a los burdeles, le dio ánimos para volver al cuarto de Melquíades, decidido a no flaquear en su empeño hasta descubrir las últimas claves. Eso fue por los días en que Gastón empezaba a esperar el aeroplano, y Amaranta Úrsula se encontraba tan sola, que una mañana apareció en el cuarto.

—Hola, antropófago —le dijo—. Otra vez en la cueva.

Era irresistible, con su vestido inventado, y uno de los largos collares de vértebras de sábalo, que ella misma fabricaba. Había desistido del sedal, convencida de la fidelidad del marido, y por primera vez desde el regreso parecía disponer de un rato de ocio. Aureliano no hubiera tenido necesidad de verla para saber que había llegado. Ella se acodó en la mesa de trabajo, tan cercana e inerme que Aureliano percibió el hondo rumor de sus huesos, y se interesó en los pergaminos. Tratando de sobreponerse a la turbación, él atrapó la voz que se le fugaba, la vida que se le iba, la memoria que se le convertía en un pólipo petrificado, y le habló del destino levítico del sánscrito, de la posibilidad científica de ver el futuro transparentado en el tiempo como se ve a contraluz lo escrito en el reverso de un papel, de la necesidad de cifrar las predicciones para que no se derrotaran a sí mismas, y de las Centurias de Nostradamus y de la destrucción de Cantabria anunciada por san Millán. De pronto, sin interrumpir la plática, movido por un impulso que dormía en él desde sus orígenes, Aureliano puso su mano sobre la de ella, creyendo que aquella decisión final ponía término a la zozobra. Sin embargo, ella le agarró el índice con la inocencia cariñosa con que lo hizo muchas veces en la infancia, y lo tuvo agarrado mientras él seguía contestando sus preguntas. Permanecieron así, vinculados por un índice de hielo que no transmitía nada en ningún sentido, hasta que ella despertó de su sueño momentáneo y se dio una palmada en la frente. «¡Las hormigas!», exclamó. Y entonces se olvidó de los manuscritos, llegó hasta la puerta con un paso de baile, y desde allí le mandó a Aureliano con la punta de los dedos el mismo beso con que se despidió de su padre la tarde en que la mandaron a Bruselas.

—Después me explicas —dijo—. Se me había olvidado que hoy es día de echar cal en los huecos de las hormigas.

Siguió yendo al cuarto ocasionalmente, cuando tenía algo que hacer por esos lados, y permanecía allí breves minutos, mientras su marido continuaba escrutando el cielo. Ilusionado con aquel cambio, Aureliano se quedaba entonces a comer en familia, como no lo hacía desde los primeros meses del regreso de Amaranta Úrsula. A Gastón le agradó. En las conversaciones de sobremesa, que solían prolongarse por más de una hora, se dolía de que sus socios lo estuvieran engañando. Le habían anunciado el embarque del aeroplano en un buque que no llegaba, y aunque sus agentes marítimos insistían en que no llegaría nunca porque no figuraba en las listas de los barcos del Caribe, sus socios se obstinaban en que el despacho era correcto, y hasta insinuaban la posibilidad de que Gastón les mintiera en sus cartas. La correspondencia alcanzó tal grado de suspicacia recíproca, que Gastón optó por no volver a escribir, y empezó a sugerir la posibilidad de un viaje rápido a Bruselas, para aclarar las cosas, y regresar con el aeroplano. Sin embargo, el proyecto se desvaneció tan pronto como Amaranta Úrsula reiteró su decisión de no moverse de Macondo aunque se quedara sin marido. En los primeros tiempos, Aureliano compartió la idea generalizada de que Gastón era un tonto en velocípedo, y eso le suscitó un vago sentimiento de piedad. Más tarde, cuando obtuvo en los burdeles una información más profunda sobre la naturaleza de los hombres, pensó que la mansedumbre de Gastón tenía origen en la pasión desmandada. Pero cuando lo conoció mejor, y se dio cuenta de que su verdadero carácter estaba en contradicción con su conducta sumisa, concibió la maliciosa sospecha de que hasta la espera del aeroplano era una farsa. Entonces pensó que Gastón no era tan tonto como lo aparentaba, sino al contrario, un hombre de una constancia, una habilidad y una paciencia infinitas, que se había propuesto vencer a la esposa por el cansancio de la eterna complacencia, del nunca decirle que no, del simular una conformidad sin límites, dejándola enredarse en su propia telaraña, hasta el día en que no pudiera soportar más el tedio de las ilusiones al alcance de la mano, y ella misma hiciera las maletas para volver a Europa. La antigua piedad de Aureliano se transformó en una animadversión virulenta. Le pareció tan perverso el sistema de Gastón, pero al mismo tiempo tan eficaz, que se atrevió a prevenir a Amaranta Úrsula. Sin embargo, ella se burló de su suspicacia, sin vislumbrar siquiera la desgarradora carga de amor, de incertidumbre y de celos que llevaba dentro. No se le había ocurrido pensar que suscitaba en Aureliano algo más que un afecto fraternal, hasta que se pinchó un dedo tratando de destapar una lata de melocotones, y él se precipitó a chuparle la sangre con una avidez y una devoción que le erizaron la piel.

—¡Aureliano! —rio ella, inquieta—. Eres demasiado malicioso para ser un buen murciélago.

Entonces Aureliano se desbordó. Dándole besitos huérfanos en el cuenco de la mano herida, abrió los pasadizos más recónditos de su corazón, y se sacó una tripa interminable y macerada, el terrible animal parasitario que había incubado en el martirio. Le contó cómo se levantaba a medianoche para llorar de desamparo y de rabia en la ropa íntima que ella dejaba secando en el baño. Le contó con cuánta ansiedad le pedía a Nigromanta que chillara como una gata, y sollozara en su oído gastón gastón gastón, y con cuánta astucia saqueaba sus frascos de perfume para encontrarlos en el cuello de las muchachitas que se acostaban por hambre. Espantada con la pasión de aquel desahogo, Amaranta Úrsula fue cerrando los dedos, contrayéndolos como un molusco, hasta que su mano herida, liberada de todo dolor y todo vestigio de misericordia, se convirtió en un nudo de esmeraldas y topacios, y huesos pétreos e insensibles.

—¡Bruto! —dijo, como si estuviera escupiendo—. Me voy a Bélgica en el primer barco que salga.

Álvaro había llegado una de esas tardes a la librería del sabio catalán, pregonando a voz en cuello su último hallazgo: un burdel zoológico. Se llamaba El Niño de Oro, y era un inmenso salón al aire libre, por donde se paseaban a voluntad no menos de doscientos alcaravanes que daban la hora con un cacareo ensordecedor. En los corrales de alambre que rodeaban la pista de baile, y entre grandes camelias amazónicas, había garzas de colores, caimanes cebados como cerdos, serpientes de doce cascabeles, y una tortuga de concha dorada que se zambullía en un minúsculo océano artificial. Había un perrazo blanco, manso y pederasta, que sin embargo prestaba servicios de padrote para que le dieran de comer. El aire tenía una densidad ingenua, como si lo acabaran de inventar, y las bellas mulatas que esperaban sin esperanza entre pétalos sangrientos y discos pasados de moda, conocían oficios de amor que el hombre había dejado olvidados en el paraíso terrenal. La primera noche en que el grupo visitó aquel invernadero de ilusiones, la espléndida y taciturna anciana que vigilaba el ingreso en un mecedor de bejuco sintió que el tiempo regresaba a sus manantiales primarios, cuando entre los cinco que llegaban descubrió un hombre óseo, cetrino, de pómulos tártaros, marcado para siempre y desde el principio del mundo por la viruela de la soledad.

—¡Ay —suspiró—, Aureliano!

Estaba viendo otra vez al coronel Aureliano Buendía, como lo vio a la luz de una lámpara mucho antes de las guerras, mucho antes de la desolación de la gloria y el exilio del desencanto, la remota madrugada en que él fue a su dormitorio para impartir la primera orden de su vida: la orden de que le dieran amor. Era Pilar Ternera. Años antes, cuando cumplió los ciento cuarenta y cinco, había renunciado a la perniciosa costumbre de llevar las cuentas de su edad, y continuaba viviendo en el tiempo estático y marginal de los recuerdos, en un futuro perfectamente revelado y establecido, más allá de los futuros perturbados por las acechanzas y las suposiciones insidiosas de las barajas.

Desde aquella noche, Aureliano se había refugiado en la ternura y la comprensión compasiva de la tatarabuela ignorada. Sentada en el mecedor de bejuco, ella evocaba el pasado, reconstruía la grandeza y el infortunio de la familia y el arrasado esplendor de Macondo, mientras Álvaro asustaba a los caimanes con sus carcajadas de estrépito, y Alfonso inventaba la historia truculenta de los alcaravanes que les sacaron los ojos a picotazos a cuatro clientes que se portaron mal la semana anterior, y Gabriel estaba en el cuarto de la mulata pensativa que no cobraba el amor con dinero, sino con cartas para un novio contrabandista que estaba preso al otro lado del Orinoco, porque los guardias fronterizos lo habían purgado y lo habían sentado luego en una bacinilla que quedó llena de mierda con diamantes. Aquel burdel verdadero, con aquella dueña maternal, era el mundo con que Aureliano había soñado en su prolongado cautiverio. Se sentía tan bien, tan próximo al acompañamiento perfecto, que no pensó en otro refugio la tarde en que Amaranta Úrsula le desmigajó las ilusiones. Fue dispuesto a desahogarse con palabras, a que alguien le zafara los nudos que le oprimían el pecho, pero solo consiguió soltarse en un llanto fluido y cálido y reparador, en el regazo de Pilar Ternera. Ella lo dejó terminar, rascándole la cabeza con la yema de los dedos, y sin que él le hubiera revelado que estaba llorando de amor, ella reconoció de inmediato el llanto más antiguo de la historia del hombre.

Capítulo 19 (3) Chapter 19 (3) Rozdział 19 (3) Capítulo 19 (3) Глава 19 (3) Bölüm 19 (3)

Aunque Aureliano se sentía vinculado a los cuatro amigos por un mismo cariño y una misma solidaridad, hasta el punto de que pensaba en ellos como si fueran uno solo, estaba más cerca de Gabriel que de los otros. El vínculo nació la noche en que él habló casualmente del coronel Aureliano Buendía, y Gabriel fue el único que no creyó que se estuviera burlando de alguien. The bond was born the night he casually spoke of Colonel Aureliano Buendía, and Gabriel was the only one who didn't believe he was making fun of someone. Hasta la dueña, que no solía intervenir en las conversaciones, discutió con una rabiosa pasión de comadrona que el coronel Aureliano Buendía, de quien en efecto había oído hablar alguna vez, era un personaje inventado por el gobierno como un pretexto para matar liberales. Gabriel, en cambio, no ponía en duda la realidad del coronel Aureliano Buendía, porque había sido compañero de armas y amigo inseparable de su bisabuelo, el coronel Gerineldo Márquez. Aquellas veleidades de la memoria eran todavía más críticas cuando se hablaba de la matanza de los trabajadores. Those vagaries of memory were even more critical when talking about the massacre of the workers. Cada vez que Aureliano tocaba el punto, no solo la propietaria, sino algunas personas mayores que ella, repudiaban la patraña de los trabajadores acorralados en la estación, y del tren de doscientos vagones cargados de muertos, e inclusive se obstinaban en lo que después de todo había quedado establecido en expedientes judiciales y en los textos de la escuela primaria: que la compañía bananera no había existido nunca. Every time Aureliano touched on the point, not only the owner, but also some people older than her, repudiated the hoax of the workers cornered at the station, and of the train of two hundred wagons loaded with dead people, and they even persisted in what after it had all been established in court records and elementary school textbooks: that the banana company had never existed. De modo que Aureliano y Gabriel estaban vinculados por una especie de complicidad, fundada en hechos reales en los que nadie creía, y que habían afectado sus vidas hasta el punto de que ambos se encontraban a la deriva en la resaca de un mundo acabado, del cual solo quedaba la nostalgia. So that Aureliano and Gabriel were linked by a kind of complicity, based on real events that no one believed, and that had affected their lives to the point that both found themselves adrift in the undertow of a finished world, of the which only nostalgia remained. Gabriel dormía donde lo sorprendiera la hora. Aureliano lo acomodó varias veces en el taller de platería, pero se pasaba las noches en vela, perturbado por el trasiego de los muertos que andaban hasta el amanecer por los dormitorios. Más tarde se lo encomendó a Nigromanta, quien lo llevaba a su cuartito multitudinario cuando estaba libre, y le anotaba las cuentas con rayitas verticales detrás de la puerta, en los pocos espacios disponibles que habían dejado las deudas de Aureliano.

A pesar de su vida desordenada, todo el grupo trataba de hacer algo perdurable, a instancias del sabio catalán. Despite their messy life, the whole group tried to do something lasting, at the behest of the Catalan wise man. Era él, con su experiencia de antiguo profesor de letras clásicas y su depósito de libros raros, quien los había puesto en condiciones de pasar una noche entera buscando la trigesimoséptima situación dramática, en un pueblo donde ya nadie tenía interés ni posibilidades de ir más allá de la escuela primaria. It was he, with his experience as a former professor of classical letters and his depository of rare books, who had put them in a position to spend a whole night looking for the thirty-seventh dramatic situation, in a town where no one had the interest or the possibility of going any further. from elementary school. Fascinado por el descubrimiento de la amistad, aturdido por los hechizos de un mundo que le había sido vedado por la mezquindad de Fernanda, Aureliano abandonó el escrutinio de los pergaminos, precisamente cuando empezaban a revelársele como predicciones en versos cifrados. Fascinated by the discovery of friendship, stunned by the spells of a world that had been closed to him by Fernanda's pettiness, Aureliano abandoned his scrutiny of the parchments, precisely when they were beginning to reveal themselves to him as predictions in encrypted verses. Pero la comprobación posterior de que el tiempo alcanzaba para todo sin que fuera necesario renunciar a los burdeles, le dio ánimos para volver al cuarto de Melquíades, decidido a no flaquear en su empeño hasta descubrir las últimas claves. But the later verification that time was enough for everything without it being necessary to give up the brothels, encouraged him to return to Melquíades' room, determined not to falter in his efforts until he discovered the last clues. Eso fue por los días en que Gastón empezaba a esperar el aeroplano, y Amaranta Úrsula se encontraba tan sola, que una mañana apareció en el cuarto. That was around the days when Gastón began to wait for the airplane, and Amaranta Úrsula found herself so alone that one morning she appeared in the room.

—Hola, antropófago —le dijo—. "Hello, cannibal," he said. Otra vez en la cueva. Back in the cave.

Era irresistible, con su vestido inventado, y uno de los largos collares de vértebras de sábalo, que ella misma fabricaba. She was irresistible, with her invented dress and one of the long shad vertebrae necklaces that she made herself. Había desistido del sedal, convencida de la fidelidad del marido, y por primera vez desde el regreso parecía disponer de un rato de ocio. She had given up the line, convinced of her husband's fidelity, and for the first time since her return she seemed to have a moment of leisure. Aureliano no hubiera tenido necesidad de verla para saber que había llegado. Aureliano would not have needed to see her to know that she had arrived. Ella se acodó en la mesa de trabajo, tan cercana e inerme que Aureliano percibió el hondo rumor de sus huesos, y se interesó en los pergaminos. She leaned on the work table, so close and defenseless that Aureliano heard the deep rumble of her bones, and became interested in the parchments. Tratando de sobreponerse a la turbación, él atrapó la voz que se le fugaba, la vida que se le iba, la memoria que se le convertía en un pólipo petrificado, y le habló del destino levítico del sánscrito, de la posibilidad científica de ver el futuro transparentado en el tiempo como se ve a contraluz lo escrito en el reverso de un papel, de la necesidad de cifrar las predicciones para que no se derrotaran a sí mismas, y de las Centurias de Nostradamus y de la destrucción de Cantabria anunciada por san Millán. Trying to overcome his embarrassment, he caught the voice that was leaking out of him, the life that was going out of him, the memory that was turning into a petrified polyp, and told him about the Levitical destiny of Sanskrit, about the scientific possibility of seeing the future transparent in time as what is written on the back of a paper is seen against the light, of the need to encrypt predictions so that they do not defeat themselves, and of the Centuries of Nostradamus and the destruction of Cantabria announced by Saint Millan. De pronto, sin interrumpir la plática, movido por un impulso que dormía en él desde sus orígenes, Aureliano puso su mano sobre la de ella, creyendo que aquella decisión final ponía término a la zozobra. Suddenly, without interrupting the conversation, moved by an impulse that had been dormant in him since its origins, Aureliano placed his hand on hers, believing that this final decision put an end to the anxiety. Sin embargo, ella le agarró el índice con la inocencia cariñosa con que lo hizo muchas veces en la infancia, y lo tuvo agarrado mientras él seguía contestando sus preguntas. Nevertheless, she took hold of his index finger with the affectionate innocence with which she had done it many times in childhood, and held it while he continued to answer her questions. Permanecieron así, vinculados por un índice de hielo que no transmitía nada en ningún sentido, hasta que ella despertó de su sueño momentáneo y se dio una palmada en la frente. They remained like that, linked by an icy index that conveyed nothing in any sense, until she woke from her momentary slumber and slapped her forehead. «¡Las hormigas!», exclamó. "The ants!" he exclaimed. Y entonces se olvidó de los manuscritos, llegó hasta la puerta con un paso de baile, y desde allí le mandó a Aureliano con la punta de los dedos el mismo beso con que se despidió de su padre la tarde en que la mandaron a Bruselas. And then she forgot about the manuscripts, reached the door with a dance step, and from there she sent Aureliano with her fingertips the same kiss with which she said goodbye to her father the afternoon she was sent to Brussels.

—Después me explicas —dijo—. -You can explain later," he said. Se me había olvidado que hoy es día de echar cal en los huecos de las hormigas.

Siguió yendo al cuarto ocasionalmente, cuando tenía algo que hacer por esos lados, y permanecía allí breves minutos, mientras su marido continuaba escrutando el cielo. Ilusionado con aquel cambio, Aureliano se quedaba entonces a comer en familia, como no lo hacía desde los primeros meses del regreso de Amaranta Úrsula. Excited about that change, Aureliano would then stay to eat with the family, as he had not done since the first months after Amaranta Úrsula's return. A Gastón le agradó. Gaston liked it. En las conversaciones de sobremesa, que solían prolongarse por más de una hora, se dolía de que sus socios lo estuvieran engañando. In the after-dinner conversations, which used to last for more than an hour, he grieved that his partners were cheating on him. Le habían anunciado el embarque del aeroplano en un buque que no llegaba, y aunque sus agentes marítimos insistían en que no llegaría nunca porque no figuraba en las listas de los barcos del Caribe, sus socios se obstinaban en que el despacho era correcto, y hasta insinuaban la posibilidad de que Gastón les mintiera en sus cartas. They had announced the airplane's shipment to him on a ship that did not arrive, and although his shipping agents insisted that it would never arrive because it was not on the lists of ships in the Caribbean, his associates were adamant that the dispatch was correct, and even hinted at the possibility that Gaston was lying to them in his letters. La correspondencia alcanzó tal grado de suspicacia recíproca, que Gastón optó por no volver a escribir, y empezó a sugerir la posibilidad de un viaje rápido a Bruselas, para aclarar las cosas, y regresar con el aeroplano. Sin embargo, el proyecto se desvaneció tan pronto como Amaranta Úrsula reiteró su decisión de no moverse de Macondo aunque se quedara sin marido. However, the project vanished as soon as Amaranta Úrsula reiterated her decision not to move from Macondo even if she was left without a husband. En los primeros tiempos, Aureliano compartió la idea generalizada de que Gastón era un tonto en velocípedo, y eso le suscitó un vago sentimiento de piedad. In the early days, Aureliano shared the general idea that Gastón was a fool on a velocipede, and that aroused in him a vague feeling of pity. Más tarde, cuando obtuvo en los burdeles una información más profunda sobre la naturaleza de los hombres, pensó que la mansedumbre de Gastón tenía origen en la pasión desmandada. Later, when he obtained more in-depth information about the nature of men in brothels, he thought that Gastón's meekness had its origin in unbridled passion. Pero cuando lo conoció mejor, y se dio cuenta de que su verdadero carácter estaba en contradicción con su conducta sumisa, concibió la maliciosa sospecha de que hasta la espera del aeroplano era una farsa. Entonces pensó que Gastón no era tan tonto como lo aparentaba, sino al contrario, un hombre de una constancia, una habilidad y una paciencia infinitas, que se había propuesto vencer a la esposa por el cansancio de la eterna complacencia, del nunca decirle que no, del simular una conformidad sin límites, dejándola enredarse en su propia telaraña, hasta el día en que no pudiera soportar más el tedio de las ilusiones al alcance de la mano, y ella misma hiciera las maletas para volver a Europa. Then he thought that Gastón was not as stupid as he appeared, but on the contrary, a man of infinite perseverance, skill and patience, who had set out to defeat his wife by the exhaustion of eternal complacency, of never saying no. , from feigning limitless conformity, letting her get entangled in her own web, until the day she could no longer bear the tedium of the illusions at hand, and she herself packed her bags to return to Europe. La antigua piedad de Aureliano se transformó en una animadversión virulenta. Aureliano's former piety turned into virulent hostility. Le pareció tan perverso el sistema de Gastón, pero al mismo tiempo tan eficaz, que se atrevió a prevenir a Amaranta Úrsula. Gastón's system seemed so perverse to her, but at the same time so effective, that she dared to warn Amaranta Úrsula. Sin embargo, ella se burló de su suspicacia, sin vislumbrar siquiera la desgarradora carga de amor, de incertidumbre y de celos que llevaba dentro. Yet she scoffed at his suspicion, not even glimpsing the heartbreaking charge of love, uncertainty, and jealousy within. No se le había ocurrido pensar que suscitaba en Aureliano algo más que un afecto fraternal, hasta que se pinchó un dedo tratando de destapar una lata de melocotones, y él se precipitó a chuparle la sangre con una avidez y una devoción que le erizaron la piel. It had not occurred to him to think that he aroused in Aureliano anything more than brotherly affection, until he pricked his finger trying to open a can of peaches, and he rushed to suck her blood with a greed and devotion that made her skin crawl. .

—¡Aureliano! —rio ella, inquieta—. Eres demasiado malicioso para ser un buen murciélago. You're too bitchy to be a good bat.

Entonces Aureliano se desbordó. Then Aureliano overflowed. Dándole besitos huérfanos en el cuenco de la mano herida, abrió los pasadizos más recónditos de su corazón, y se sacó una tripa interminable y macerada, el terrible animal parasitario que había incubado en el martirio. Giving him little orphan kisses in the bowl of his wounded hand, he opened the most recondite passageways of his heart, and pulled out an endless and macerated gut, the terrible parasitic animal that had hatched in martyrdom. Le contó cómo se levantaba a medianoche para llorar de desamparo y de rabia en la ropa íntima que ella dejaba secando en el baño. She told him how she got up at midnight to cry with helplessness and rage into the underwear that she left drying in the bathroom. Le contó con cuánta ansiedad le pedía a Nigromanta que chillara como una gata, y sollozara en su oído gastón gastón gastón, y con cuánta astucia saqueaba sus frascos de perfume para encontrarlos en el cuello de las muchachitas que se acostaban por hambre. She told him how anxiously she asked Nigromanta to squeal like a cat, and sob in her ear, gastón gastón gastón, and how cunningly she looted her perfume bottles to find them around the necks of little girls who went to bed because of hunger. Espantada con la pasión de aquel desahogo, Amaranta Úrsula fue cerrando los dedos, contrayéndolos como un molusco, hasta que su mano herida, liberada de todo dolor y todo vestigio de misericordia, se convirtió en un nudo de esmeraldas y topacios, y huesos pétreos e insensibles. Frightened by the passion of that outpouring, Amaranta Úrsula closed her fingers, contracting them like a mollusk, until her wounded hand, freed from all pain and all traces of mercy, became a knot of emeralds and topazes, and stony bones and insensitive

—¡Bruto! -Rough! —dijo, como si estuviera escupiendo—. Me voy a Bélgica en el primer barco que salga. I'm going to Belgium on the first boat out.

Álvaro había llegado una de esas tardes a la librería del sabio catalán, pregonando a voz en cuello su último hallazgo: un burdel zoológico. Álvaro had arrived one of those afternoons at the Catalan scholar's bookstore, loudly proclaiming his latest find: a zoological brothel. Se llamaba El Niño de Oro, y era un inmenso salón al aire libre, por donde se paseaban a voluntad no menos de doscientos alcaravanes que daban la hora con un cacareo ensordecedor. It was called El Niño de Oro, and it was an immense open-air hall, where no less than two hundred stone curlews walked at will, striking the hour with a deafening cackle. En los corrales de alambre que rodeaban la pista de baile, y entre grandes camelias amazónicas, había garzas de colores, caimanes cebados como cerdos, serpientes de doce cascabeles, y una tortuga de concha dorada que se zambullía en un minúsculo océano artificial. Había un perrazo blanco, manso y pederasta, que sin embargo prestaba servicios de padrote para que le dieran de comer. There was a big white dog, meek and pederast, who nevertheless served as a pimp so that they would feed him. El aire tenía una densidad ingenua, como si lo acabaran de inventar, y las bellas mulatas que esperaban sin esperanza entre pétalos sangrientos y discos pasados de moda, conocían oficios de amor que el hombre había dejado olvidados en el paraíso terrenal. La primera noche en que el grupo visitó aquel invernadero de ilusiones, la espléndida y taciturna anciana que vigilaba el ingreso en un mecedor de bejuco sintió que el tiempo regresaba a sus manantiales primarios, cuando entre los cinco que llegaban descubrió un hombre óseo, cetrino, de pómulos tártaros, marcado para siempre y desde el principio del mundo por la viruela de la soledad. The first night that the group visited that greenhouse of illusions, the splendid and taciturn old woman who guarded the entrance in a rattan rocker felt that time was returning to its primary springs, when among the five who arrived she discovered a bony man, sallow, Tartar cheekbones, marked forever and since the beginning of the world by the smallpox of loneliness.

—¡Ay —suspiró—, Aureliano! "Oh," he sighed, "Aureliano!

Estaba viendo otra vez al coronel Aureliano Buendía, como lo vio a la luz de una lámpara mucho antes de las guerras, mucho antes de la desolación de la gloria y el exilio del desencanto, la remota madrugada en que él fue a su dormitorio para impartir la primera orden de su vida: la orden de que le dieran amor. He was seeing Colonel Aureliano Buendía again, as he had seen him by the light of a lamp long before the wars, long before the desolation of glory and the exile of disenchantment, the remote dawn when he went to his bedroom to give the first order of his life: the order to give him love. Era Pilar Ternera. Años antes, cuando cumplió los ciento cuarenta y cinco, había renunciado a la perniciosa costumbre de llevar las cuentas de su edad, y continuaba viviendo en el tiempo estático y marginal de los recuerdos, en un futuro perfectamente revelado y establecido, más allá de los futuros perturbados por las acechanzas y las suposiciones insidiosas de las barajas.

Desde aquella noche, Aureliano se había refugiado en la ternura y la comprensión compasiva de la tatarabuela ignorada. Sentada en el mecedor de bejuco, ella evocaba el pasado, reconstruía la grandeza y el infortunio de la familia y el arrasado esplendor de Macondo, mientras Álvaro asustaba a los caimanes con sus carcajadas de estrépito, y Alfonso inventaba la historia truculenta de los alcaravanes que les sacaron los ojos a picotazos a cuatro clientes que se portaron mal la semana anterior, y Gabriel estaba en el cuarto de la mulata pensativa que no cobraba el amor con dinero, sino con cartas para un novio contrabandista que estaba preso al otro lado del Orinoco, porque los guardias fronterizos lo habían purgado y lo habían sentado luego en una bacinilla que quedó llena de mierda con diamantes. Sitting in the vine rocker, she evoked the past, reconstructed the greatness and misfortune of the family and the devastated splendor of Macondo, while Álvaro scared the alligators with his boisterous laughter, and Alfonso invented the gruesome story of the stone curlews that They pecked out the eyes of four customers who had misbehaved the week before, and Gabriel was in the room of the pensive mulatto woman who didn't earn love with money, but with letters for a smuggler boyfriend who was in jail on the other side of the Orinoco. , because the border guards had purged him and then sat him on a bedpan that was left full of diamond shit. Aquel burdel verdadero, con aquella dueña maternal, era el mundo con que Aureliano había soñado en su prolongado cautiverio. That real brothel, with that maternal owner, was the world Aureliano had dreamed of during his prolonged captivity. Se sentía tan bien, tan próximo al acompañamiento perfecto, que no pensó en otro refugio la tarde en que Amaranta Úrsula le desmigajó las ilusiones. He felt so good, so close to the perfect accompaniment, that he thought of no other refuge the afternoon that Amaranta Ursula crumbled his illusions. Fue dispuesto a desahogarse con palabras, a que alguien le zafara los nudos que le oprimían el pecho, pero solo consiguió soltarse en un llanto fluido y cálido y reparador, en el regazo de Pilar Ternera. He was willing to let off steam with words, to have someone loosen the knots that oppressed his chest, but he only managed to let go in a flowing and warm and repairing cry, in Pilar Ternera's lap. Ella lo dejó terminar, rascándole la cabeza con la yema de los dedos, y sin que él le hubiera revelado que estaba llorando de amor, ella reconoció de inmediato el llanto más antiguo de la historia del hombre. She let him finish, scratching his head with her fingertips, and without his having revealed to her that he was crying out of love, she immediately recognized the oldest cry in the history of man.