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Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, Capítulo 15 (2)

Capítulo 15 (2)

—Diremos que lo encontramos flotando en la canastilla —sonrió.

—No se lo creerá nadie —dijo la monja.

—Si se lo creyeron a las Sagradas Escrituras —replicó Fernanda—, no veo por qué no han de creérmelo a mí.

La monja almorzó en casa, mientras pasaba el tren de regreso, y de acuerdo con la discreción que le habían exigido no volvió a mencionar al niño, pero Fernanda la señaló como un testigo indeseable de su vergüenza, y lamentó que se hubiera desechado la costumbre medieval de ahorcar al mensajero de malas noticias. Fue entonces cuando decidió ahogar a la criatura en la alberca tan pronto como se fuera la monja, pero el corazón no le dio para tanto y prefirió esperar con paciencia a que la infinita bondad de Dios la liberara del estorbo.

El nuevo Aureliano había cumplido un año cuando la tensión pública estalló sin ningún anuncio. José Arcadio Segundo y otros dirigentes sindicales que habían permanecido hasta entonces en la clandestinidad, aparecieron intempestivamente un fin de semana y promovieron manifestaciones en los pueblos de la zona bananera. La policía se conformó con vigilar el orden. Pero en la noche del lunes los dirigentes fueron sacados de sus casas y mandados con grillos de cinco kilos en los pies a la cárcel de la capital provincial. Entre ellos se llevaron a José Arcadio Segundo y a Lorenzo Gavilán, un coronel de la revolución mexicana, exilado en Macondo, que decía haber sido testigo del heroísmo de su compadre Artemio Cruz. Sin embargo, antes de tres meses estaban en libertad, porque el gobierno y la compañía bananera no pudieron ponerse de acuerdo sobre quién debía alimentarlos en la cárcel. La inconformidad de los trabajadores se fundaba esta vez en la insalubridad de las viviendas, el engaño de los servicios médicos y la iniquidad de las condiciones de trabajo. Afirmaban, además, que no se les pagaba con dinero efectivo, sino con vales que solo servían para comprar jamón de Virginia en los comisariatos de la compañía. José Arcadio Segundo fue encarcelado porque reveló que el sistema de los vales era un recurso de la compañía para financiar sus barcos fruteros, que de no haber sido por la mercancía de los comisariatos hubieran tenido que regresar vacíos desde Nueva Orleans hasta los puertos de embarque del banano. Los otros cargos eran del dominio público. Los médicos de la compañía no examinaban a los enfermos, sino que los hacían pararse en fila india frente a los dispensarios, y una enfermera les ponía en la lengua una píldora del color del piedralipe, así tuvieran paludismo, blenorragia o estreñimiento. Era una terapéutica tan generalizada, que los niños se ponían en la fila varias veces, y en vez de tragarse las píldoras se las llevaban a sus casas para señalar con ellas los números cantados en el juego de lotería. Los obreros de la compañía estaban hacinados en tambos miserables. Los ingenieros, en vez de construir letrinas, llevaban a los campamentos, por Navidad, un excusado portátil para cada cincuenta personas, y hacían demostraciones públicas de cómo utilizarlos para que duraran más. Los decrépitos abogados vestidos de negro que en otro tiempo asediaron al coronel Aureliano Buendía, y que entonces eran apoderados de la compañía bananera, desvirtuaban estos cargos con arbitrios que parecían cosa de magia. Cuando los trabajadores redactaron un pliego de peticiones unánime, pasó mucho tiempo sin que pudieran notificar oficialmente a la compañía bananera. Tan pronto como conoció el acuerdo, el señor Brown enganchó en el tren su suntuoso vagón de vidrio, y desapareció de Macondo junto con los representantes más conocidos de su empresa. Sin embargo, varios obreros encontraron a uno de ellos el sábado siguiente en un burdel, y le hicieron firmar una copia del pliego de peticiones cuando estaba desnudo con la mujer que se prestó para llevarlo a la trampa. Los luctuosos abogados demostraron en el juzgado que aquel hombre no tenía nada que ver con la compañía, y para que nadie pusiera en duda sus argumentos lo hicieron encarcelar por usurpador. Más tarde, el señor Brown fue sorprendido viajando de incógnito en un vagón de tercera clase, y le hicieron firmar otra copia del pliego de peticiones. Al día siguiente compareció ante los jueces con el pelo pintado de negro y hablando un castellano sin tropiezos. Los abogados demostraron que no era el señor Jack Brown, superintendente de la compañía bananera y nacido en Prattville, Alabama, sino un inofensivo vendedor de plantas medicinales, nacido en Macondo y allí mismo bautizado con el nombre de Dagoberto Fonseca. Poco después, frente a una nueva tentativa de los trabajadores, los abogados exhibieron en lugares públicos el certificado de defunción del señor Brown, autenticado por cónsules y cancilleres, y en el cual se daba fe de que el pasado nueve de junio había sido atropellado en Chicago por un carro de bomberos. Cansados de aquel delirio hermenéutico, los trabajadores repudiaron a las autoridades de Macondo y subieron con sus quejas a los tribunales supremos. Fue allí donde los ilusionistas del derecho demostraron que las reclamaciones carecían de toda validez, simplemente porque la compañía bananera no tenía, ni había tenido nunca ni tendría jamás trabajadores a su servicio, sino que los reclutaba ocasionalmente y con carácter temporal. De modo que se desbarató la patraña del jamón de Virginia, las píldoras milagrosas y los excusados pascuales, y se estableció por fallo de tribunal y se proclamó en bandos solemnes la inexistencia de los trabajadores.

La huelga grande estalló. Los cultivos se quedaron a medias, la fruta se pasó en las cepas y los trenes de ciento veinte vagones se pararon en los ramales. Los obreros ociosos desbordaron los pueblos. La Calle de los Turcos reverberó en un sábado de muchos días, y en el salón de billares del Hotel de Jacob hubo que establecer turnos de veinticuatro horas. Allí estaba José Arcadio Segundo el día en que se anunció que el ejército había sido encargado de restablecer el orden público. Aunque no era hombre de presagios, la noticia fue para él como un anuncio de la muerte, que había esperado desde la mañana distante en que el coronel Gerineldo Márquez le permitió ver un fusilamiento. Sin embargo, el mal augurio no alteró su solemnidad. Hizo la jugada que tenía prevista y no erró la carambola. Poco después, las descargas de redoblante, los ladridos del clarín, los gritos y el tropel de la gente, le indicaron que no solo la partida de billar sino la callada y solitaria partida que jugaba consigo mismo desde la madrugada de la ejecución, habían por fin terminado. Entonces se asomó a la calle, y los vio. Eran tres regimientos cuya marcha pautada por tambor de galeotes hacía trepidar la tierra. Su resuello de dragón multicéfalo impregnó de un vapor pestilente la claridad del mediodía. Eran pequeños, macizos, brutos. Sudaban con sudor de caballo, y tenían un olor de carnaza macerada por el sol, y la impavidez taciturna e impenetrable de los hombres del páramo. Aunque tardaron más de una hora en pasar, hubiera podido pensarse que eran unas pocas escuadras girando en redondo, porque todos eran idénticos, hijos de la misma madre, y todos soportaban con igual estolidez el peso de los morrales y las cantimploras, y la vergüenza de los fusiles con las bayonetas caladas, y el incordio de la obediencia ciega y el sentido del honor. Úrsula los oyó pasar desde su lecho de tinieblas y levantó la mano con los dedos en cruz. Santa Sofía de la Piedad existió por un instante, inclinada sobre el mantel bordado que acababa de planchar, y pensó en su hijo, José Arcadio Segundo, que vio pasar sin inmutarse los últimos soldados por la puerta del Hotel de Jacob.

La ley marcial facultaba al ejército para asumir funciones de árbitro de la controversia, pero no se hizo ninguna tentativa de conciliación. Tan pronto como se exhibieron en Macondo, los soldados pusieron a un lado los fusiles, cortaron y embarcaron el banano y movilizaron los trenes. Los trabajadores, que hasta entonces se habían conformado con esperar, se echaron al monte sin más armas que sus machetes de labor, y empezaron a sabotear el sabotaje. Incendiaron fincas y comisariatos, destruyeron los rieles para impedir el tránsito de los trenes que empezaban a abrirse paso con fuego de ametralladoras, y cortaron los alambres del telégrafo y el teléfono. Las acequias se tiñeron de sangre. El señor Brown, que estaba vivo en el gallinero electrificado, fue sacado de Macondo con su familia y las de otros compatriotas suyos, y conducidos a territorio seguro bajo la protección del ejército. La situación amenazaba con evolucionar hacia una guerra civil desigual y sangrienta, cuando las autoridades hicieron un llamado a los trabajadores para que se concentraran en Macondo. El llamado anunciaba que el Jefe Civil y Militar de la provincia llegaría el viernes siguiente, dispuesto a interceder en el conflicto.

José Arcadio Segundo estaba entre la muchedumbre que se concentró en la estación desde la mañana del viernes. Había participado en una reunión de los dirigentes sindicales y había sido comisionado junto con el coronel Gavilán para confundirse con la multitud y orientarla según las circunstancias. No se sentía bien, y amasaba una pasta salitrosa en el paladar, desde que advirtió que el ejército había emplazado nidos de ametralladoras alrededor de la plazoleta, y que la ciudad alambrada de la compañía bananera estaba protegida con piezas de artillería. Hacia las doce, esperando un tren que no llegaba, más de tres mil personas, entre trabajadores, mujeres y niños, habían desbordado el espacio descubierto frente a la estación y se apretujaban en las calles adyacentes que el ejército cerró con filas de ametralladoras. Aquello parecía entonces, más que una recepción, una feria jubilosa. Habían trasladado los puestos de fritangas y las tiendas de bebidas de la Calle de los Turcos, y la gente soportaba con muy buen ánimo el fastidio de la espera y el sol abrasante. Un poco antes de las tres corrió el rumor de que el tren oficial no llegaría hasta el día siguiente. La muchedumbre cansada exhaló un suspiro de desaliento. Un teniente del ejército se subió entonces en el techo de la estación, donde había cuatro nidos de ametralladoras enfiladas hacia la multitud, y se dio un toque de silencio. Al lado de José Arcadio Segundo estaba una mujer descalza, muy gorda, con dos niños de unos cuatro y siete años. Cargó al menor y le pidió a José Arcadio Segundo, sin conocerlo, que levantara al otro para que oyera mejor lo que iban a decir. José Arcadio Segundo se acaballó al niño en la nuca. Muchos años después, ese niño había de seguir contando, sin que nadie se lo creyera, que había visto al teniente leyendo con una bocina de gramófono el Decreto Número 4 del Jefe Civil y Militar de la provincia. Estaba firmado por el general Carlos Cortes Vargas, y por su secretario, el mayor Enrique García Isaza, y en tres artículos de ochenta palabras declaraba a los huelguistas cuadrilla de malhechores y facultaba al ejército para matarlos a bala.

Leído el decreto, en medio de una ensordecedora rechifla de protesta, un capitán sustituyó al teniente en el techo de la estación, y con la bocina de gramófono hizo señas de que quería hablar. La muchedumbre volvió a guardar silencio.

—Señoras y señores —dijo el capitán con una voz baja, lenta, un poco cansada—, tienen cinco minutos para retirarse.

La rechifla y los gritos redoblados ahogaron el toque de clarín que anunció el principio del plazo. Nadie se movió.

—Han pasado cinco minutos —dijo el capitán en el mismo tono—. Un minuto más y se hará fuego.

José Arcadio Segundo, sudando hielo, se bajó al niño de los hombros y se lo entregó a la mujer. «Estos cabrones son capaces de disparar», murmuró ella. José Arcadio Segundo no tuvo tiempo de hablar, porque al instante reconoció la voz ronca del coronel Gavilán haciéndoles eco con un grito a las palabras de la mujer. Embriagado por la tensión, por la maravillosa profundidad del silencio y, además, convencido de que nada haría mover a aquella muchedumbre pasmada por la fascinación de la muerte, José Arcadio Segundo se empinó por encima de las cabezas que tenía enfrente, y por primera vez en su vida levantó la voz.

Capítulo 15 (2) Kapitel 15 (2) Chapter 15 (2) Capítulo 15 (2) Глава 15 (2) Розділ 15 (2)

—Diremos que lo encontramos flotando en la canastilla —sonrió. -We'll say we found it floating in the basket," he smiled.

—No se lo creerá nadie —dijo la monja. "No one will believe it," said the nun.

—Si se lo creyeron a las Sagradas Escrituras —replicó Fernanda—, no veo por qué no han de creérmelo a mí. "If they believed the Holy Scriptures," replied Fernanda, "I don't see why they shouldn't believe me." -S'ils ont cru aux Ecritures, répondit Fernanda, je ne vois pas pourquoi ils ne me croiraient pas.

La monja almorzó en casa, mientras pasaba el tren de regreso, y de acuerdo con la discreción que le habían exigido no volvió a mencionar al niño, pero Fernanda la señaló como un testigo indeseable de su vergüenza, y lamentó que se hubiera desechado la costumbre medieval de ahorcar al mensajero de malas noticias. La religieuse déjeuna chez elle, pendant que le train passait sur le chemin du retour, et conformément à la discrétion qui lui était demandée, elle ne mentionna plus l'enfant, mais Fernanda la désigna comme un témoin indésirable de sa honte, et regretta que la coutume médiévale de pendre le messager d'une mauvaise nouvelle ait été abandonnée. Fue entonces cuando decidió ahogar a la criatura en la alberca tan pronto como se fuera la monja, pero el corazón no le dio para tanto y prefirió esperar con paciencia a que la infinita bondad de Dios la liberara del estorbo. Da beschloss sie, die Kreatur im Teich zu ertränken, sobald die Nonne gegangen war, aber ihr Herz war nicht bei der Sache, und sie zog es vor, geduldig auf Gottes unendliche Güte zu warten, die sie von der Last befreien würde.

El nuevo Aureliano había cumplido un año cuando la tensión pública estalló sin ningún anuncio. José Arcadio Segundo y otros dirigentes sindicales que habían permanecido hasta entonces en la clandestinidad, aparecieron intempestivamente un fin de semana y promovieron manifestaciones en los pueblos de la zona bananera. La policía se conformó con vigilar el orden. The police were content to keep order. La police se contente de maintenir l'ordre. Pero en la noche del lunes los dirigentes fueron sacados de sus casas y mandados con grillos de cinco kilos en los pies a la cárcel de la capital provincial. But on Monday night the leaders were taken from their homes and sent with five-kilo shackles on their feet to the jail in the provincial capital. Mais lundi soir, les dirigeants ont été sortis de chez eux et envoyés, avec des grillons de cinq kilos aux pieds, en prison dans la capitale provinciale. Entre ellos se llevaron a José Arcadio Segundo y a Lorenzo Gavilán, un coronel de la revolución mexicana, exilado en Macondo, que decía haber sido testigo del heroísmo de su compadre Artemio Cruz. Among them they took José Arcadio Segundo and Lorenzo Gavilán, a colonel from the Mexican revolution, exiled in Macondo, who claimed to have witnessed the heroism of his compadre Artemio Cruz. Sin embargo, antes de tres meses estaban en libertad, porque el gobierno y la compañía bananera no pudieron ponerse de acuerdo sobre quién debía alimentarlos en la cárcel. However, within three months they were free because the government and the banana company could not agree on who should feed them in prison. La inconformidad de los trabajadores se fundaba esta vez en la insalubridad de las viviendas, el engaño de los servicios médicos y la iniquidad de las condiciones de trabajo. Die Unzufriedenheit der Arbeiter beruhte diesmal auf den ungesunden Unterkünften, der Täuschung durch die medizinischen Dienste und den ungerechten Arbeitsbedingungen. The workers' discontent was based this time on the unsanitary housing, the deceitfulness of the medical services and the iniquity of the working conditions. Afirmaban, además, que no se les pagaba con dinero efectivo, sino con vales que solo servían para comprar jamón de Virginia en los comisariatos de la compañía. Ils ont également affirmé qu'ils n'étaient pas payés en espèces, mais avec des bons qui ne servaient qu'à acheter du jambon de Virginie dans les économats de l'entreprise. José Arcadio Segundo fue encarcelado porque reveló que el sistema de los vales era un recurso de la compañía para financiar sus barcos fruteros, que de no haber sido por la mercancía de los comisariatos hubieran tenido que regresar vacíos desde Nueva Orleans hasta los puertos de embarque del banano. José Arcadio Segundo was imprisoned because he revealed that the voucher system was a resource of the company to finance its fruit boats, which, had it not been for the merchandise from the commissaries, would have had to return empty from New Orleans to the shipping ports of the banana. Los otros cargos eran del dominio público. The other charges were in the public domain. Los médicos de la compañía no examinaban a los enfermos, sino que los hacían pararse en fila india frente a los dispensarios, y una enfermera les ponía en la lengua una píldora del color del piedralipe, así tuvieran paludismo, blenorragia o estreñimiento. Die Ärzte der Kompanie untersuchten die Kranken nicht, sondern ließen sie im Gänsemarsch vor den Dispensarien stehen, und eine Krankenschwester drückte ihnen eine Pille in der Farbe von Kieselsteinen auf die Zunge, egal ob sie Malaria, Blennorrhöe oder Verstopfung hatten. The company doctors did not examine the sick, but made them stand in single file in front of the dispensaries, and a nurse put a stone-colored pill on their tongue, whether they had malaria, gonorrhea, or constipation. Les médecins de la compagnie n'examinent pas les malades, mais les font se tenir en file indienne devant les dispensaires, et une infirmière leur met sur la langue une pilule de la couleur d'un caillou, qu'il s'agisse de paludisme, de blennorrhée ou de constipation. Era una terapéutica tan generalizada, que los niños se ponían en la fila varias veces, y en vez de tragarse las píldoras se las llevaban a sus casas para señalar con ellas los números cantados en el juego de lotería. It was such a widespread therapeutic, that children would line up several times, and instead of swallowing the pills they would take them home to mark with them the numbers drawn in the lottery game. Cette pratique thérapeutique était si répandue que les enfants faisaient plusieurs fois la queue et, au lieu d'avaler les pilules, ils les ramenaient à la maison pour montrer les numéros tirés au sort. Los obreros de la compañía estaban hacinados en tambos miserables. The company's workers were crowded into miserable drums. Les travailleurs de l'entreprise sont entassés dans des fûts misérables. Los ingenieros, en vez de construir letrinas, llevaban a los campamentos, por Navidad, un excusado portátil para cada cincuenta personas, y hacían demostraciones públicas de cómo utilizarlos para que duraran más. The engineers, instead of building latrines, brought to the camps at Christmas one portable toilet for every fifty people, and made public demonstrations of how to use them to make them last longer. Los decrépitos abogados vestidos de negro que en otro tiempo asediaron al coronel Aureliano Buendía, y que entonces eran apoderados de la compañía bananera, desvirtuaban estos cargos con arbitrios que parecían cosa de magia. Die altersschwachen, schwarz gekleideten Anwälte, die einst Oberst Aureliano Buendía belagerten und dann als Vertreter des Bananenunternehmens auftraten, verzerrten diese Anschuldigungen mit einer Willkür, die wie Zauberei wirkte. The decrepit lawyers dressed in black who once besieged Colonel Aureliano Buendía, and who were then managers of the banana company, distorted these charges with devices that seemed like magic. Les avocats décrépits et vêtus de noir qui ont assiégé le colonel Aureliano Buendía, et qui étaient alors les mandataires de la compagnie bananière, ont déformé ces accusations avec un arbitraire qui ressemblait à de la magie. Cuando los trabajadores redactaron un pliego de peticiones unánime, pasó mucho tiempo sin que pudieran notificar oficialmente a la compañía bananera. When the workers drew up a unanimous list of demands, a long time passed before they were able to officially notify the banana company. Tan pronto como conoció el acuerdo, el señor Brown enganchó en el tren su suntuoso vagón de vidrio, y desapareció de Macondo junto con los representantes más conocidos de su empresa. Dès qu'il a eu connaissance de l'accord, M. Brown a accroché sa somptueuse voiture de verre au train et a disparu de Macondo avec les représentants les plus connus de sa société. Sin embargo, varios obreros encontraron a uno de ellos el sábado siguiente en un burdel, y le hicieron firmar una copia del pliego de peticiones cuando estaba desnudo con la mujer que se prestó para llevarlo a la trampa. However, several workers found one of them the following Saturday in a brothel, and made him sign a copy of the list of demands when he was naked with the woman who lent himself to take him to the trap. Los luctuosos abogados demostraron en el juzgado que aquel hombre no tenía nada que ver con la compañía, y para que nadie pusiera en duda sus argumentos lo hicieron encarcelar por usurpador. The mournful lawyers demonstrated in court that the man had nothing to do with the company, and so that no one would question their arguments, they had him jailed as a usurper. Más tarde, el señor Brown fue sorprendido viajando de incógnito en un vagón de tercera clase, y le hicieron firmar otra copia del pliego de peticiones. Plus tard, M. Brown a été surpris en train de voyager incognito dans un wagon de troisième classe et on lui a fait signer une autre copie de la pétition. Al día siguiente compareció ante los jueces con el pelo pintado de negro y hablando un castellano sin tropiezos. The next day he appeared before the judges with his hair painted black and speaking a smooth Castilian. Le lendemain, il s'est présenté devant les juges, les cheveux peints en noir et parlant couramment l'espagnol. Los abogados demostraron que no era el señor Jack Brown, superintendente de la compañía bananera y nacido en Prattville, Alabama, sino un inofensivo vendedor de plantas medicinales, nacido en Macondo y allí mismo bautizado con el nombre de Dagoberto Fonseca. Poco después, frente a una nueva tentativa de los trabajadores, los abogados exhibieron en lugares públicos el certificado de defunción del señor Brown, autenticado por cónsules y cancilleres, y en el cual se daba fe de que el pasado nueve de junio había sido atropellado en Chicago por un carro de bomberos. Shortly afterwards, faced with a new attempt by the workers, the lawyers exhibited in public places Mr. Brown's death certificate, authenticated by consuls and chancellors, and in which it was attested that on June 9 he had been run over in Chicago by a fire truck. Cansados de aquel delirio hermenéutico, los trabajadores repudiaron a las autoridades de Macondo y subieron con sus quejas a los tribunales supremos. Tired of that hermeneutical delirium, the workers repudiated the Macondo authorities and took their complaints to the supreme courts. Lassés de ce délire herméneutique, les travailleurs ont désavoué les autorités de Macondo et porté leurs plaintes devant les tribunaux suprêmes. Fue allí donde los ilusionistas del derecho demostraron que las reclamaciones carecían de toda validez, simplemente porque la compañía bananera no tenía, ni había tenido nunca ni tendría jamás trabajadores a su servicio, sino que los reclutaba ocasionalmente y con carácter temporal. It was there that the legal illusionists demonstrated that the claims were invalid, simply because the banana company did not have, had never had, and would never have workers, but recruited them occasionally and on a temporary basis. De modo que se desbarató la patraña del jamón de Virginia, las píldoras milagrosas y los excusados pascuales, y se estableció por fallo de tribunal y se proclamó en bandos solemnes la inexistencia de los trabajadores. So the hoax of Virginia ham, miraculous pills and Easter toilets was dismantled, and the non-existence of the workers was established by court decision and solemnly proclaimed.

La huelga grande estalló. The big strike broke out. Los cultivos se quedaron a medias, la fruta se pasó en las cepas y los trenes de ciento veinte vagones se pararon en los ramales. The crops were left halfway, the fruit was passed on the vines and the trains of one hundred and twenty wagons stopped on the branch lines. Les cultures sont à moitié terminées, les fruits sont épuisés dans les vignes et les trains de cent vingt wagons s'arrêtent sur les embranchements. Los obreros ociosos desbordaron los pueblos. Idle workers overflowed the towns. Les travailleurs désœuvrés envahissent les villes. La Calle de los Turcos reverberó en un sábado de muchos días, y en el salón de billares del Hotel de Jacob hubo que establecer turnos de veinticuatro horas. The Street of the Turks reverberated on a Saturday of many days, and in the billiards hall of the Hotel de Jacob twenty-four-hour shifts had to be established. Allí estaba José Arcadio Segundo el día en que se anunció que el ejército había sido encargado de restablecer el orden público. Aunque no era hombre de presagios, la noticia fue para él como un anuncio de la muerte, que había esperado desde la mañana distante en que el coronel Gerineldo Márquez le permitió ver un fusilamiento. Sin embargo, el mal augurio no alteró su solemnidad. However, the bad omen did not alter its solemnity. Hizo la jugada que tenía prevista y no erró la carambola. Er machte den geplanten Zug und verfehlte die Karambolage nicht. He made the move he had planned and did not miss the carom. Poco después, las descargas de redoblante, los ladridos del clarín, los gritos y el tropel de la gente, le indicaron que no solo la partida de billar sino la callada y solitaria partida que jugaba consigo mismo desde la madrugada de la ejecución, habían por fin terminado. Shortly after, the snare drum discharges, the bugle barks, the shouts and the throng of people, told him that not only the game of billiards but also the quiet and solitary game he had been playing with himself since the morning of the execution, had for end finished. Peu après, le fracas du tambour, l'aboiement du clairon, les cris et la cohue de la foule lui indiquèrent que non seulement le jeu de billard, mais aussi le jeu calme et solitaire auquel il jouait avec lui-même depuis les premières heures de l'exécution, étaient enfin terminés. Entonces se asomó a la calle, y los vio. Eran tres regimientos cuya marcha pautada por tambor de galeotes hacía trepidar la tierra. Es waren drei Regimenter, deren Marsch, unterbrochen von den Trommeln der Galeerensklaven, die Erde erzittern ließ. There were three regiments whose march, punctuated by the drum of galley slaves, made the earth tremble. Su resuello de dragón multicéfalo impregnó de un vapor pestilente la claridad del mediodía. His multicephalous dragon's breath impregnated the light of noon with a pestilential vapor. Eran pequeños, macizos, brutos. They were small, massive, brutish. Ils étaient petits, massifs, brutaux. Sudaban con sudor de caballo, y tenían un olor de carnaza macerada por el sol, y la impavidez taciturna e impenetrable de los hombres del páramo. They sweated with horse sweat, and they had the smell of sun-dried carnage, and the taciturn, impenetrable impassiveness of the men of the moor. Aunque tardaron más de una hora en pasar, hubiera podido pensarse que eran unas pocas escuadras girando en redondo, porque todos eran idénticos, hijos de la misma madre, y todos soportaban con igual estolidez el peso de los morrales y las cantimploras, y la vergüenza de los fusiles con las bayonetas caladas, y el incordio de la obediencia ciega y el sentido del honor. Although it took more than an hour to pass, one might have thought that they were a few squads turning around, because they were all identical, sons of the same mother, and they all bore with equal stolidity the weight of their backpacks and canteens, and the shame of rifles with fixed bayonets, and the nuisance of blind obedience and sense of honor. Úrsula los oyó pasar desde su lecho de tinieblas y levantó la mano con los dedos en cruz. Úrsula heard them pass from her bed of darkness and raised her hand with crossed fingers. Santa Sofía de la Piedad existió por un instante, inclinada sobre el mantel bordado que acababa de planchar, y pensó en su hijo, José Arcadio Segundo, que vio pasar sin inmutarse los últimos soldados por la puerta del Hotel de Jacob. Santa Sofía de la Piedad existed for an instant, bending over the embroidered tablecloth that she had just ironed, and she thought of her son, José Arcadio Segundo, who watched the last soldiers pass through the door of the Hotel de Jacob without flinching.

La ley marcial facultaba al ejército para asumir funciones de árbitro de la controversia, pero no se hizo ninguna tentativa de conciliación. Martial law empowered the army to arbitrate the dispute, but no attempt at conciliation was made. Tan pronto como se exhibieron en Macondo, los soldados pusieron a un lado los fusiles, cortaron y embarcaron el banano y movilizaron los trenes. As soon as they were displayed in Macondo, the soldiers put aside their rifles, cut and shipped the bananas, and mobilized the trains. Los trabajadores, que hasta entonces se habían conformado con esperar, se echaron al monte sin más armas que sus machetes de labor, y empezaron a sabotear el sabotaje. The workers, who until then had been content to wait, threw themselves into the mountains with no weapons other than their work machetes, and began to sabotage the sabotage. Incendiaron fincas y comisariatos, destruyeron los rieles para impedir el tránsito de los trenes que empezaban a abrirse paso con fuego de ametralladoras, y cortaron los alambres del telégrafo y el teléfono. They set fire to farms and police stations, destroyed the rails to prevent the transit of trains that were beginning to open their way with machine gun fire, and cut telegraph and telephone wires. Las acequias se tiñeron de sangre. El señor Brown, que estaba vivo en el gallinero electrificado, fue sacado de Macondo con su familia y las de otros compatriotas suyos, y conducidos a territorio seguro bajo la protección del ejército. La situación amenazaba con evolucionar hacia una guerra civil desigual y sangrienta, cuando las autoridades hicieron un llamado a los trabajadores para que se concentraran en Macondo. The situation threatened to evolve into an unequal and bloody civil war, when the authorities called on the workers to concentrate in Macondo. El llamado anunciaba que el Jefe Civil y Militar de la provincia llegaría el viernes siguiente, dispuesto a interceder en el conflicto. The call announced that the Civil and Military Chief of the province would arrive the following Friday, ready to intercede in the conflict.

José Arcadio Segundo estaba entre la muchedumbre que se concentró en la estación desde la mañana del viernes. José Arcadio Segundo was among the crowd that had gathered at the station since Friday morning. Había participado en una reunión de los dirigentes sindicales y había sido comisionado junto con el coronel Gavilán para confundirse con la multitud y orientarla según las circunstancias. He had participated in a meeting of union leaders and had been commissioned along with Colonel Gavilán to blend in with the crowd and direct it according to the circumstances. No se sentía bien, y amasaba una pasta salitrosa en el paladar, desde que advirtió que el ejército había emplazado nidos de ametralladoras alrededor de la plazoleta, y que la ciudad alambrada de la compañía bananera estaba protegida con piezas de artillería. He didn't feel well, and he had a salty paste on his palate, since he noticed that the army had placed machine-gun nests around the small square, and that the fenced-in city of the banana company was protected with artillery pieces. Hacia las doce, esperando un tren que no llegaba, más de tres mil personas, entre trabajadores, mujeres y niños, habían desbordado el espacio descubierto frente a la estación y se apretujaban en las calles adyacentes que el ejército cerró con filas de ametralladoras. By twelve o'clock, waiting for a train that did not arrive, more than three thousand people, including workers, women and children, had overflowed the open space in front of the station and crowded into the adjacent streets that the army closed with rows of machine guns. Aquello parecía entonces, más que una recepción, una feria jubilosa. That seemed then, more than a reception, a jubilant fair. Habían trasladado los puestos de fritangas y las tiendas de bebidas de la Calle de los Turcos, y la gente soportaba con muy buen ánimo el fastidio de la espera y el sol abrasante. They had moved the fried food stalls and drink shops from Calle de los Turcos, and people were enduring the hassle of waiting and the scorching sun in high spirits. Un poco antes de las tres corrió el rumor de que el tren oficial no llegaría hasta el día siguiente. La muchedumbre cansada exhaló un suspiro de desaliento. Un teniente del ejército se subió entonces en el techo de la estación, donde había cuatro nidos de ametralladoras enfiladas hacia la multitud, y se dio un toque de silencio. An army lieutenant then climbed onto the roof of the station, where there were four machine-gun nests aimed at the crowd, and called for silence. Al lado de José Arcadio Segundo estaba una mujer descalza, muy gorda, con dos niños de unos cuatro y siete años. Cargó al menor y le pidió a José Arcadio Segundo, sin conocerlo, que levantara al otro para que oyera mejor lo que iban a decir. He carried the minor and asked José Arcadio Segundo, without knowing him, to pick up the other so that he could better hear what they were going to say. José Arcadio Segundo se acaballó al niño en la nuca. José Arcadio Segundo tötete den Jungen mit einem Schuss in den Nacken. José Arcadio Segundo finished off the child on the back of the neck. Muchos años después, ese niño había de seguir contando, sin que nadie se lo creyera, que había visto al teniente leyendo con una bocina de gramófono el Decreto Número 4 del Jefe Civil y Militar de la provincia. Estaba firmado por el general Carlos Cortes Vargas, y por su secretario, el mayor Enrique García Isaza, y en tres artículos de ochenta palabras declaraba a los huelguistas cuadrilla de malhechores y facultaba al ejército para matarlos a bala.

Leído el decreto, en medio de una ensordecedora rechifla de protesta, un capitán sustituyó al teniente en el techo de la estación, y con la bocina de gramófono hizo señas de que quería hablar. La muchedumbre volvió a guardar silencio.

—Señoras y señores —dijo el capitán con una voz baja, lenta, un poco cansada—, tienen cinco minutos para retirarse. “Ladies and gentlemen,” the captain said in a low, slow, slightly tired voice, “you have five minutes to retire.

La rechifla y los gritos redoblados ahogaron el toque de clarín que anunció el principio del plazo. The hissing and redoubled shouting drowned out the clarion call that announced the start of the deadline. Nadie se movió.

—Han pasado cinco minutos —dijo el capitán en el mismo tono—. Un minuto más y se hará fuego. One more minute and it will catch fire.

José Arcadio Segundo, sudando hielo, se bajó al niño de los hombros y se lo entregó a la mujer. José Arcadio Segundo, sweating ice, took the child off his shoulders and handed him to the woman. «Estos cabrones son capaces de disparar», murmuró ella. José Arcadio Segundo no tuvo tiempo de hablar, porque al instante reconoció la voz ronca del coronel Gavilán haciéndoles eco con un grito a las palabras de la mujer. José Arcadio Segundo did not have time to speak, because he instantly recognized Colonel Gavilán's hoarse voice, echoing the woman's words with a shout. Embriagado por la tensión, por la maravillosa profundidad del silencio y, además, convencido de que nada haría mover a aquella muchedumbre pasmada por la fascinación de la muerte, José Arcadio Segundo se empinó por encima de las cabezas que tenía enfrente, y por primera vez en su vida levantó la voz. Intoxicated by the tension, by the marvelous depth of the silence and, moreover, convinced that nothing would move that crowd stunned by the fascination of death, José Arcadio Segundo rose above the heads in front of him, and for the first time in his life he raised his voice.