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Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, Capítulo 13 (3)

Capítulo 13 (3)

Fue un descanso para Fernanda. En los tedios del abandono, sus únicas distracciones eran los ejercicios de clavicordio a la hora de la siesta y las cartas de sus hijos. En las detalladas esquelas que les mandaba cada quince días, no había una sola línea de verdad. Les ocultaba sus penas. Les escamoteaba la tristeza de una casa que a pesar de la luz sobre las begonias, a pesar de la sofocación de las dos de la tarde, a pesar de las frecuentes ráfagas de fiesta que llegaban de la calle, era cada vez más parecida a la mansión colonial de sus padres. Fernanda vagaba sola entre tres fantasmas vivos y el fantasma muerto de José Arcadio Buendía, que a veces iba a sentarse con una atención inquisitiva en la penumbra de la sala, mientras ella tocaba el clavicordio. El coronel Aureliano Buendía era una sombra. Desde la última vez que salió a la calle a proponerle una guerra sin porvenir al coronel Gerineldo Márquez, apenas si abandonaba el taller para orinar bajo el castaño. No recibía más visitas que las del peluquero cada tres semanas. Se alimentaba de cualquier cosa que le llevaba Úrsula una vez al día, y aunque seguía fabricando pescaditos de oro con la misma pasión de antes, dejó de venderlos cuando se enteró de que la gente no los compraba como joyas sino como reliquias históricas. Había hecho en el patio una hoguera con las muñecas de Remedios, que decoraban su dormitorio desde el día de su matrimonio. La vigilante Úrsula se dio cuenta de lo que estaba haciendo su hijo, pero no pudo impedirlo.

—Tienes un corazón de piedra —le dijo.

—Esto no es asunto del corazón —dijo él—. El cuarto se está llenando de polillas.

Amaranta tejía su mortaja. Fernanda no entendía por qué le escribía cartas ocasionales a Meme, y hasta le mandaba regalos, y en cambio ni siquiera quería hablar de José Arcadio. «Se morirán sin saber por qué», contestó Amaranta cuando ella le hizo la pregunta a través de Úrsula, y aquella respuesta sembró en su corazón un enigma que nunca pudo esclarecer. Alta, espadada, altiva, siempre vestida con abundantes pollerines de espuma y con un aire de distinción que resistía a los años y a los malos recuerdos, Amaranta parecía llevar en la frente la cruz de ceniza de la virginidad. En realidad la llevaba en la mano, en la venda negra que no se quitaba ni para dormir, y que ella misma lavaba y planchaba. La vida se le iba en bordar el sudario. Se hubiera dicho que bordaba durante el día y desbordaba en la noche, y no con la esperanza de derrotar en esa forma la soledad, sino todo lo contrario, para sustentarla.

La mayor preocupación que tenía Fernanda en sus años de abandono, era que Meme fuera a pasar las primeras vacaciones y no encontrara a Aureliano Segundo en la casa. La congestión puso término a aquel temor. Cuando Meme volvió, sus padres se habían puesto de acuerdo no solo para que la niña creyera que Aureliano Segundo seguía siendo un esposo domesticado, sino también para que no notara la tristeza de la casa. Todos los años, durante dos meses, Aureliano Segundo representaba su papel de marido ejemplar, y promovía fiestas con helados y galletitas, que la alegre y vivaz estudiante amenizaba con el clavicordio. Era evidente desde entonces que había heredado muy poco del carácter de la madre. Parecía más bien una segunda versión de Amaranta, cuando esta no conocía a la amargura y andaba alborotando la casa con sus pasos de baile, a los doce, a los catorce años, antes de que la pasión secreta por Pietro Crespi torciera definitivamente el rumbo de su corazón. Pero al contrario de Amaranta, al contrario de todos, Meme no revelaba todavía el sino solitario de la familia, y parecía enteramente conforme con el mundo, aun cuando se encerraba en la sala a las dos de la tarde a practicar el clavicordio con una disciplina inflexible. Era evidente que le gustaba la casa, que pasaba todo el año soñando con el alboroto de adolescentes que provocaba su llegada, y que no andaba muy lejos de la vocación festiva y los desafueros hospitalarios de su padre. El primer signo de esa herencia calamitosa se reveló en las terceras vacaciones, cuando Meme apareció en la casa con cuatro monjas y sesenta y ocho compañeras de clase, a quienes invitó a pasar una semana en familia, por propia iniciativa y sin ningún anuncio.

—¡Qué desgracia! —se lamentó Fernanda—. ¡Esta criatura es tan bárbara como su padre!

Fue preciso pedir camas y hamacas a los vecinos, establecer nueve turnos en la mesa, fijar horarios para el baño y conseguir cuarenta taburetes prestados para que las niñas de uniformes azules y botines de hombre no anduvieran todo el día revoloteando de un lado a otro. La invitación fue un fracaso, porque las ruidosas colegialas apenas acababan de desayunar cuando ya tenían que empezar los turnos para el almuerzo, y luego para la cena, y en toda la semana solo pudieron hacer un paseo a las plantaciones. Al anochecer, las monjas estaban agotadas, incapacitadas para moverse, para impartir una orden más, y todavía el tropel de adolescentes incansables estaba en el patio cantando desabridos himnos escolares. Un día estuvieron a punto de atropellar a Úrsula, que se empeñaba en ser útil precisamente donde más estorbaba. Otro día, las monjas armaron un alboroto porque el coronel Aureliano Buendía orinó bajo el castaño sin preocuparse de que las colegialas estuvieran en el patio. Amaranta estuvo a punto de sembrar el pánico, porque una de las monjas entró a la cocina cuando ella estaba salando la sopa, y lo único que se le ocurrió fue preguntar qué eran aquellos puñados de polvo blanco.

—Arsénico —dijo Amaranta.

La noche de su llegada, las estudiantes se embrollaron de tal modo tratando de ir al excusado antes de acostarse, que a la una de la madrugada todavía estaban entrando las últimas. Fernanda compró entonces setenta y dos bacinillas, pero solo consiguió convertir en un problema matinal el problema nocturno, porque desde el amanecer había frente al excusado una larga fila de muchachas, cada una con su bacinilla en la mano, esperando turno para lavarla. Aunque algunas sufrieron calenturas y a varias se les infectaron las picaduras de los mosquitos, la mayoría demostró una resistencia inquebrantable frente a las dificultades más penosas, y aun a la hora de más calor correteaban en el jardín. Cuando por fin se fueron, las flores estaban destrozadas, los muebles partidos y las paredes cubiertas de dibujos y letreros, pero Fernanda les perdonó los estragos en el alivio de la partida. Devolvió las camas y taburetes prestados y guardó las setenta y dos bacinillas en el cuarto de Melquíades. La clausurada habitación, en torno a la cual giró en otro tiempo la vida espiritual de la casa, fue conocida desde entonces como el cuarto de las bacinillas. Para el coronel Aureliano Buendía, ese era el nombre más apropiado, porque mientras el resto de la familia seguía asombrándose de que la pieza de Melquíades fuera inmune al polvo y la destrucción, él la veía convertida en un muladar. De todos modos, no parecía importarle quién tenía la razón, y si se enteró del destino del cuarto fue porque Fernanda estuvo pasando y perturbando su trabajo una tarde entera para guardar las bacinillas.

Por esos días reapareció José Arcadio Segundo en la casa. Pasaba de largo por el corredor, sin saludar a nadie, y se encerraba en el taller a conversar con el coronel. A pesar de que no podía verlo, Úrsula analizaba el taconeo de sus botas de capataz, y se sorprendía de la distancia insalvable que lo separaba de la familia, inclusive del hermano gemelo con quien jugaba en la infancia ingeniosos juegos de confusión, y con el cual no tenía ya ningún rasgo común. Era lineal, solemne, y tenía un estar pensativo, y una tristeza de sarraceno, y un resplandor lúgubre en el rostro color de otoño. Era el que más se parecía a su madre, Santa Sofía de la Piedad. Úrsula se reprochaba la tendencia a olvidarse de él al hablar de la familia, pero cuando lo sintió de nuevo en la casa, y advirtió que el coronel lo admitía en el taller durante las horas de trabajo, volvió a examinar sus viejos recuerdos, y confirmó la creencia de que en algún momento de la infancia se había cambiado con su hermano gemelo, porque era él y no el otro quien debía llamarse Aureliano. Nadie conocía los pormenores de su vida. En un tiempo se supo que no tenía una residencia fija, que criaba gallos en casa de Pilar Ternera, y que a veces se quedaba a dormir allí, pero que casi siempre pasaba la noche en los cuartos de las matronas francesas. Andaba al garete, sin afectos, sin ambiciones, como una estrella errante en el sistema planetario de Úrsula.

En realidad, José Arcadio Segundo no era miembro de la familia, ni lo sería jamás de otra, desde la madrugada distante en que el coronel Gerineldo Márquez lo llevó al cuartel, no para que viera un fusilamiento, sino para que no olvidara en el resto de su vida la sonrisa triste y un poco burlona del fusilado. Aquel no era solo su recuerdo más antiguo, sino el único de su niñez. El otro, el de un anciano con un chaleco anacrónico y un sombrero de alas de cuervo que contaba maravillas frente a una ventana deslumbrante, no lograba situarlo en ninguna época. Era un recuerdo incierto, enteramente desprovisto de enseñanzas o nostalgia, al contrario del recuerdo del fusilado, que en realidad había definido el rumbo de su vida, y regresaba a su memoria cada vez más nítido a medida que envejecía, como si el transcurso del tiempo lo hubiera ido aproximando. Úrsula trató de aprovechar a José Arcadio Segundo para que el coronel Aureliano Buendía abandonara su encierro. «Convéncelo de que vaya al cine», le decía. «Aunque no le gusten las películas tendrá por lo menos una ocasión de respirar aire puro». Pero no tardó en darse cuenta de que él era tan insensible a sus súplicas como hubiera podido serlo el coronel, y que estaban acorazados por la misma impermeabilidad a los afectos. Aunque nunca supo, ni lo supo nadie, de qué hablaban en los prolongados encierros del taller, entendió que fueran ellos los únicos miembros de la familia que parecían vinculados por las afinidades.

La verdad es que ni José Arcadio Segundo hubiera podido sacar al coronel de su encierro. La invasión escolar había rebasado los límites de su paciencia. Con el pretexto de que el dormitorio nupcial estaba a merced de las polillas a pesar de la destrucción de las apetitosas muñecas de Remedios, colgó una hamaca en el taller, y entonces lo abandonó solamente para ir al patio a hacer sus necesidades. Úrsula no conseguía hilvanar con él una conversación trivial. Sabía que no miraba los platos de comida, sino que los ponía en un extremo del mesón mientras terminaba el pescadito, y no le importaba si la sopa se llenaba de nata y se enfriaba la carne. Se endureció cada vez más desde que el coronel Gerineldo Márquez se negó a secundarlo en una guerra senil. Se encerró con tranca dentro de sí mismo, y la familia terminó por pensar en él como si hubiera muerto. No se le volvió a ver una reacción humana, hasta un once de octubre en que salió a la puerta de la calle para ver el desfile de un circo. Aquella había sido para el coronel Aureliano Buendía una jornada igual a todas las de sus últimos años. A las cinco de la madrugada lo despertó el alboroto de los sapos y los grillos en el exterior del muro. La llovizna persistía desde el sábado, y él no hubiera tenido necesidad de oír su minucioso cuchicheo en las hojas del jardín, porque de todos modos lo hubiera sentido en el frío de los huesos. Estaba, como siempre, arropado con la manta de lana, y con los largos calzoncillos de algodón crudo que seguía usando por comodidad, aunque a causa de su polvoriento anacronismo él mismo los llamaba «calzoncillos de godo». Se puso los pantalones estrechos, pero no se cerró las presillas ni se puso en el cuello de la camisa el botón de oro que usaba siempre, porque tenía el propósito de darse un baño. Luego se puso la manta en la cabeza, como un capirote, se peinó con los dedos el bigote chorreado, y fue a orinar en el patio. Faltaba tanto para que saliera el sol que José Arcadio Buendía dormitaba todavía bajo el cobertizo de palmas podridas por la llovizna. Él no lo vio, como no lo había visto nunca, ni oyó la frase incomprensible que le dirigió el espectro de su padre cuando despertó sobresaltado por el chorro de orín caliente que le salpicaba los zapatos. Dejó el baño para más tarde, no por el frío y la humedad, sino por la niebla opresiva de octubre. De regreso al taller percibió el olor de pabilo de los fogones que estaba encendiendo Santa Sofía de la Piedad, y esperó en la cocina a que hirviera el café para llevarse su tazón sin azúcar. Santa Sofía de la Piedad le preguntó, como todas las mañanas, en qué día de la semana estaban, y él contestó que era martes, once de octubre. Viendo a la impávida mujer dorada por el resplandor del fuego, que ni en ese ni en ningún otro instante de su vida parecía existir por completo, recordó de pronto que un once de octubre, en plena guerra, lo despertó la certidumbre brutal de que la mujer con quien había dormido estaba muerta. Lo estaba, en realidad, y no olvidaba la fecha porque también ella le había preguntado una hora antes en qué día estaban. A pesar de la evocación, tampoco esta vez tuvo conciencia de hasta qué punto lo habían abandonado los presagios, y mientras hervía el café siguió pensando por pura curiosidad, pero sin el más insignificante riesgo de nostalgia, en la mujer cuyo nombre no conoció nunca, y cuyo rostro no vio con vida porque había llegado hasta su hamaca tropezando en la oscuridad. Sin embargo, en el vacío de tantas mujeres como llegaron a su vida en igual forma, no recordó que fue ella la que en el delirio del primer encuentro estaba a punto de naufragar en sus propias lágrimas, y apenas una hora antes de morir había jurado amarlo hasta la muerte. No volvió a pensar en ella, ni en ninguna otra, después de que entró al taller con la taza humeante, y encendió la luz para contar los pescaditos de oro que guardaba en un tarro de lata. Había diecisiete. Desde que decidió no venderlos, seguía fabricando dos pescaditos al día, y cuando completaba veinticinco volvía a fundirlos en el crisol para empezar a hacerlos de nuevo. Trabajó toda la mañana, absorto, sin pensar en nada, sin darse cuenta de que a las diez arreció la lluvia y alguien pasó frente al taller gritando que cerraran las puertas para que no se inundara la casa, y sin darse cuenta ni siquiera de sí mismo hasta que Úrsula entró con el almuerzo y apagó la luz.

Capítulo 13 (3) Kapitel 13 (3) Chapter 13 (3) Capitolo 13 (3) Capítulo 13 (3) Глава 13 (3)

Fue un descanso para Fernanda. En los tedios del abandono, sus únicas distracciones eran los ejercicios de clavicordio a la hora de la siesta y las cartas de sus hijos. Dans l'ennui de l'abandon, ses seules distractions étaient les exercices de clavecin à l'heure de la sieste et les lettres de ses enfants. En las detalladas esquelas que les mandaba cada quince días, no había una sola línea de verdad. In the detailed obituaries he sent them every fortnight, there was not a single line of truth. Dans les nécrologies détaillées qu'il leur envoyait tous les quinze jours, il n'y avait pas une seule ligne de vérité. Les ocultaba sus penas. He hid his sorrows from them. Il leur a caché son chagrin. Les escamoteaba la tristeza de una casa que a pesar de la luz sobre las begonias, a pesar de la sofocación de las dos de la tarde, a pesar de las frecuentes ráfagas de fiesta que llegaban de la calle, era cada vez más parecida a la mansión colonial de sus padres. Sie wurden von der Traurigkeit eines Hauses verdeckt, das trotz des Lichts auf den Begonien, trotz der Erstickung um zwei Uhr nachmittags, trotz der häufigen Partyböen, die von der Straße kamen, immer mehr dem Kolonialhaus seiner Eltern ähnelte Villa. It hid from them the sadness of a house that despite the light on the begonias, despite the suffocation at two in the afternoon, despite the frequent bursts of partying that came from the street, was more and more similar to the colonial mansion of his parents. Ils étaient dissimulés par la tristesse d'une maison qui, malgré la lumière des bégonias, malgré l'étouffement de deux après-midi, malgré les fréquentes rafales de fête qui venaient de la rue, ressemblait de plus en plus à la maison coloniale de ses parents. château. Fernanda vagaba sola entre tres fantasmas vivos y el fantasma muerto de José Arcadio Buendía, que a veces iba a sentarse con una atención inquisitiva en la penumbra de la sala, mientras ella tocaba el clavicordio. Fernanda wandered alone among three living ghosts and the dead ghost of José Arcadio Buendía, who sometimes would sit with inquisitive attention in the shadows of the room while she played the harpsichord. Fernanda errait seule parmi trois fantômes vivants et le fantôme mort de José Arcadio Buendía, qui s'asseyait parfois avec une attention curieuse dans l'ombre de la pièce pendant qu'elle jouait du clavicorde. El coronel Aureliano Buendía era una sombra. Colonel Aureliano Buendía was a shadow. Desde la última vez que salió a la calle a proponerle una guerra sin porvenir al coronel Gerineldo Márquez, apenas si abandonaba el taller para orinar bajo el castaño. Since the last time he went out into the street to propose a war without a future to Colonel Gerineldo Márquez, he hardly left the workshop to urinate under the chestnut tree. No recibía más visitas que las del peluquero cada tres semanas. He received no more visits than the hairdresser every three weeks. Se alimentaba de cualquier cosa que le llevaba Úrsula una vez al día, y aunque seguía fabricando pescaditos de oro con la misma pasión de antes, dejó de venderlos cuando se enteró de que la gente no los compraba como joyas sino como reliquias históricas. He ate anything that Úrsula brought him once a day, and although he continued to make gold fish with the same passion as before, he stopped selling them when he found out that people did not buy them as jewelry but as historical relics. Il mangeait une fois par jour tout ce qu'Úrsula lui apportait, et bien qu'il continuât à fabriquer des poissons rouges avec la même passion qu'avant, il cessa de les vendre lorsqu'il découvrit que les gens ne les achetaient pas comme bijoux mais comme reliques historiques. Había hecho en el patio una hoguera con las muñecas de Remedios, que decoraban su dormitorio desde el día de su matrimonio. Elle avait allumé un feu de joie dans le patio avec les poupées de Remedios, qui décoraient sa chambre depuis le jour de leur mariage. La vigilante Úrsula se dio cuenta de lo que estaba haciendo su hijo, pero no pudo impedirlo.

—Tienes un corazón de piedra —le dijo.

—Esto no es asunto del corazón —dijo él—. "This is not a matter of the heart," he said. El cuarto se está llenando de polillas. The room is filling with moths. La pièce se remplit de mites.

Amaranta tejía su mortaja. Amaranta a tricoté son linceul. Fernanda no entendía por qué le escribía cartas ocasionales a Meme, y hasta le mandaba regalos, y en cambio ni siquiera quería hablar de José Arcadio. Fernanda didn't understand why he wrote occasional letters to Meme, and even sent him gifts, and instead didn't even want to talk about José Arcadio. Fernanda ne comprenait pas pourquoi elle écrivait parfois des lettres à Meme, et lui envoyait même des cadeaux, et d'un autre côté, elle ne voulait même pas parler de José Arcadio. «Se morirán sin saber por qué», contestó Amaranta cuando ella le hizo la pregunta a través de Úrsula, y aquella respuesta sembró en su corazón un enigma que nunca pudo esclarecer. "They will die without knowing why," Amaranta answered when she asked the question through Úrsula, and that answer planted an enigma in her heart that she was never able to solve. "Ils mourront sans savoir pourquoi", répondit Amaranta lorsqu'elle lui posa la question par l'intermédiaire d'Úrsula, et cette réponse sema une énigme dans son cœur qu'elle ne put jamais clarifier. Alta, espadada, altiva, siempre vestida con abundantes pollerines de espuma y con un aire de distinción que resistía a los años y a los malos recuerdos, Amaranta parecía llevar en la frente la cruz de ceniza de la virginidad. Tall, sworded, haughty, always dressed in abundant foam skirts and with an air of distinction that resisted the years and bad memories, Amaranta seemed to carry on her forehead the ash cross of virginity. Grande, en forme d'épée, hautaine, toujours vêtue d'abondants jupons de mousse et avec un air de distinction qui résistait aux années et aux mauvais souvenirs, Amaranta semblait porter la croix de cendre de la virginité sur son front. En realidad la llevaba en la mano, en la venda negra que no se quitaba ni para dormir, y que ella misma lavaba y planchaba. In reality, she carried it in her hand, in the black bandage that she did not take off even to sleep, and that she washed and ironed herself. La vida se le iba en bordar el sudario. Life was going to embroider the shroud. La vie allait broder le linceul. Se hubiera dicho que bordaba durante el día y desbordaba en la noche, y no con la esperanza de derrotar en esa forma la soledad, sino todo lo contrario, para sustentarla. It would have been said that she embroidered during the day and overflowed at night, and not with the hope of defeating loneliness in that way, but quite the opposite, to sustain it.

La mayor preocupación que tenía Fernanda en sus años de abandono, era que Meme fuera a pasar las primeras vacaciones y no encontrara a Aureliano Segundo en la casa. The biggest concern that Fernanda had in her years of abandonment was that Meme was going to spend her first vacation and not find Aureliano Segundo in the house. La congestión puso término a aquel temor. Congestion put an end to that fear. Cuando Meme volvió, sus padres se habían puesto de acuerdo no solo para que la niña creyera que Aureliano Segundo seguía siendo un esposo domesticado, sino también para que no notara la tristeza de la casa. When Meme returned, her parents had arranged not only for the girl to believe that Aureliano Segundo was still a domesticated husband, but also for her not to notice the sadness in the house. Au retour de Meme, ses parents avaient accepté non seulement pour que la jeune fille croie qu'Aureliano Segundo était toujours un mari domestiqué, mais aussi pour qu'elle ne remarque pas la tristesse dans la maison. Todos los años, durante dos meses, Aureliano Segundo representaba su papel de marido ejemplar, y promovía fiestas con helados y galletitas, que la alegre y vivaz estudiante amenizaba con el clavicordio. Every year, for two months, Aureliano Segundo played his role as an exemplary husband, and promoted parties with ice creams and cookies, which the cheerful and lively student enlivened with the harpsichord. Chaque année, pendant deux mois, Aureliano Segundo a représenté son rôle de mari exemplaire et a organisé des fêtes avec des glaces et des biscuits, que l'étudiant joyeux et vif a égayés avec le clavicorde. Era evidente desde entonces que había heredado muy poco del carácter de la madre. Parecía más bien una segunda versión de Amaranta, cuando esta no conocía a la amargura y andaba alborotando la casa con sus pasos de baile, a los doce, a los catorce años, antes de que la pasión secreta por Pietro Crespi torciera definitivamente el rumbo de su corazón. Cela ressemblait plutôt à une seconde version d'Amaranta, alors qu'elle ne connaissait pas l'amertume et agitait la maison avec ses pas de danse, à l'âge de douze, quatorze ans, avant que la passion secrète pour Pietro Crespi ne change définitivement le cours de sa vie. votre cœur. Pero al contrario de Amaranta, al contrario de todos, Meme no revelaba todavía el sino solitario de la familia, y parecía enteramente conforme con el mundo, aun cuando se encerraba en la sala a las dos de la tarde a practicar el clavicordio con una disciplina inflexible. Mais contrairement à Amaranta, contrairement à tout le monde, Meme ne révélait toujours pas le sort solitaire de la famille, et semblait tout à fait à l'aise avec le monde, même lorsqu'elle s'enfermait dans le salon à deux heures de l'après-midi pour pratiquer le clavicorde d'un air discipliné. inflexible. Era evidente que le gustaba la casa, que pasaba todo el año soñando con el alboroto de adolescentes que provocaba su llegada, y que no andaba muy lejos de la vocación festiva y los desafueros hospitalarios de su padre. It was evident that he liked the house, that he spent the whole year dreaming of the adolescent uproar caused by his arrival, and that he was not far from the festive vocation and the hospitable excesses of his father. Il était évident qu'elle aimait la maison, qu'elle passait toute l'année à rêver au chahut d'adolescente que son arrivée provoquait, et qu'elle n'était pas très éloignée de la vocation festive et des excès hospitaliers de son père. El primer signo de esa herencia calamitosa se reveló en las terceras vacaciones, cuando Meme apareció en la casa con cuatro monjas y sesenta y ocho compañeras de clase, a quienes invitó a pasar una semana en familia, por propia iniciativa y sin ningún anuncio. Le premier signe de cet héritage calamiteux a été révélé lors des troisièmes vacances, lorsque Meme est apparue à la maison avec quatre religieuses et soixante-huit camarades de classe, qu'elle a invités à passer une semaine avec la famille, de sa propre initiative et sans aucune annonce.

—¡Qué desgracia! —se lamentó Fernanda—. ¡Esta criatura es tan bárbara como su padre! This creature is as barbaric as his father!

Fue preciso pedir camas y hamacas a los vecinos, establecer nueve turnos en la mesa, fijar horarios para el baño y conseguir cuarenta taburetes prestados para que las niñas de uniformes azules y botines de hombre no anduvieran todo el día revoloteando de un lado a otro. Il a fallu demander aux voisins des lits et des hamacs, établir neuf quarts de travail à table, fixer des horaires pour la salle de bain et emprunter quarante tabourets pour que les filles en uniformes bleus et bottes d'homme ne papillonnent pas d'un endroit à l'autre toute la journée. . La invitación fue un fracaso, porque las ruidosas colegialas apenas acababan de desayunar cuando ya tenían que empezar los turnos para el almuerzo, y luego para la cena, y en toda la semana solo pudieron hacer un paseo a las plantaciones. Al anochecer, las monjas estaban agotadas, incapacitadas para moverse, para impartir una orden más, y todavía el tropel de adolescentes incansables estaba en el patio cantando desabridos himnos escolares. By evening the nuns were exhausted, unable to move, unable to issue another order, and still the throng of restless teenagers was in the courtyard singing bland school hymns. A la tombée de la nuit, les religieuses étaient épuisées, incapables de bouger, de donner un ordre de plus, et l'infatigable troupe d'adolescents était toujours dehors dans la cour en train de chanter des hymnes d'école insipides. Un día estuvieron a punto de atropellar a Úrsula, que se empeñaba en ser útil precisamente donde más estorbaba. Otro día, las monjas armaron un alboroto porque el coronel Aureliano Buendía orinó bajo el castaño sin preocuparse de que las colegialas estuvieran en el patio. Un autre jour, les religieuses firent des histoires parce que le colonel Aureliano Buendía urinait sous le marronnier sans se soucier que les écolières étaient dans le patio. Amaranta estuvo a punto de sembrar el pánico, porque una de las monjas entró a la cocina cuando ella estaba salando la sopa, y lo único que se le ocurrió fue preguntar qué eran aquellos puñados de polvo blanco. Amaranta was about to spread panic, because one of the nuns entered the kitchen when she was salting the soup, and the only thing that occurred to her was to ask what those handfuls of white powder were. Amaranta était sur le point de semer la panique, car une des religieuses est entrée dans la cuisine alors qu'elle saleait la soupe, et la seule chose qui lui vint à l'esprit fut de demander ce que c'était que ces poignées de poudre blanche.

—Arsénico —dijo Amaranta. "Arsenic," Amaranta said.

La noche de su llegada, las estudiantes se embrollaron de tal modo tratando de ir al excusado antes de acostarse, que a la una de la madrugada todavía estaban entrando las últimas. Le soir de leur arrivée, les étudiants se sont tellement mélangés en essayant d'aller aux toilettes avant d'aller se coucher qu'à une heure du matin, ils étaient encore les derniers à entrer. Fernanda compró entonces setenta y dos bacinillas, pero solo consiguió convertir en un problema matinal el problema nocturno, porque desde el amanecer había frente al excusado una larga fila de muchachas, cada una con su bacinilla en la mano, esperando turno para lavarla. Aunque algunas sufrieron calenturas y a varias se les infectaron las picaduras de los mosquitos, la mayoría demostró una resistencia inquebrantable frente a las dificultades más penosas, y aun a la hora de más calor correteaban en el jardín. Although some suffered from fevers and several became infected by mosquito bites, the majority showed unyielding resistance in the face of the most painful difficulties, and even in the hottest hours they ran around in the garden. Si certains souffraient de boutons de fièvre et plusieurs étaient infectés par des piqûres de moustiques, la plupart montraient une résistance sans faille face aux difficultés les plus douloureuses, et même à l'heure la plus chaude ils couraient dans le jardin. Cuando por fin se fueron, las flores estaban destrozadas, los muebles partidos y las paredes cubiertas de dibujos y letreros, pero Fernanda les perdonó los estragos en el alivio de la partida. When they finally left, the flowers were shattered, the furniture smashed, and the walls covered with drawings and signs, but Fernanda forgave them the ravages of their departure relief. Quand ils sont finalement partis, les fleurs ont été détruites, les meubles brisés et les murs couverts de dessins et de signes, mais Fernanda leur a pardonné les ravages causés par le soulagement de leur départ. Devolvió las camas y taburetes prestados y guardó las setenta y dos bacinillas en el cuarto de Melquíades. La clausurada habitación, en torno a la cual giró en otro tiempo la vida espiritual de la casa, fue conocida desde entonces como el cuarto de las bacinillas. La pièce fermée, autour de laquelle tournait autrefois la vie spirituelle de la maison, est depuis connue sous le nom de salle de pot. Para el coronel Aureliano Buendía, ese era el nombre más apropiado, porque mientras el resto de la familia seguía asombrándose de que la pieza de Melquíades fuera inmune al polvo y la destrucción, él la veía convertida en un muladar. Pour le colonel Aureliano Buendía, c'était le nom le plus approprié, car tandis que le reste de la famille continuait à s'étonner que la chambre de Melquiades soit à l'abri de la poussière et de la destruction, il la vit se transformer en fumier. De todos modos, no parecía importarle quién tenía la razón, y si se enteró del destino del cuarto fue porque Fernanda estuvo pasando y perturbando su trabajo una tarde entera para guardar las bacinillas. En tout cas, il ne semblait pas se soucier de savoir qui avait raison, et s'il avait appris le sort de la pièce, c'était parce que Fernanda était passée et avait dérangé son travail pendant tout un après-midi pour ranger les petits pots.

Por esos días reapareció José Arcadio Segundo en la casa. Pasaba de largo por el corredor, sin saludar a nadie, y se encerraba en el taller a conversar con el coronel. Il passait dans le couloir, sans saluer personne, et s'enfermait dans l'atelier pour parler avec le colonel. A pesar de que no podía verlo, Úrsula analizaba el taconeo de sus botas de capataz, y se sorprendía de la distancia insalvable que lo separaba de la familia, inclusive del hermano gemelo con quien jugaba en la infancia ingeniosos juegos de confusión, y con el cual no tenía ya ningún rasgo común. Even though she couldn't see him, Úrsula studied the click of his foreman's boots and was surprised at the insurmountable distance that separated him from the family, including the twin brother with whom he played ingenious games of confusion in childhood, and with the which no longer had any common feature. Malgré le fait qu'elle ne pouvait pas le voir, Ursula analysa le claquement des bottes de son contremaître, et s'étonna de la distance infranchissable qui le séparait de la famille, y compris du frère jumeau avec qui elle jouait d'ingénieux jeux de confusion dans l'enfance, et avec le qui n'avait plus aucun trait commun. Era lineal, solemne, y tenía un estar pensativo, y una tristeza de sarraceno, y un resplandor lúgubre en el rostro color de otoño. It was linear, solemn, and had a pensiveness, and a Saracen sadness, and a gloomy glow on the autumn-colored face. Il était linéaire, solennel, et avait un regard pensif, et une tristesse sarrasine, et une lueur lugubre dans son visage aux couleurs d'automne. Era el que más se parecía a su madre, Santa Sofía de la Piedad. Úrsula se reprochaba la tendencia a olvidarse de él al hablar de la familia, pero cuando lo sintió de nuevo en la casa, y advirtió que el coronel lo admitía en el taller durante las horas de trabajo, volvió a examinar sus viejos recuerdos, y confirmó la creencia de que en algún momento de la infancia se había cambiado con su hermano gemelo, porque era él y no el otro quien debía llamarse Aureliano. Úrsula reproached herself for her tendency to forget him when talking about the family, but when she felt him in the house again, and noticed that the colonel admitted him to the workshop during working hours, she went back to examine her old memories, and confirmed the belief that at some point in his childhood he had switched with his twin brother, because it was he and not the other who should be called Aureliano. Ursula se reprochait d'avoir tendance à l'oublier quand on parlait de la famille, mais lorsqu'elle le sentit à nouveau chez lui, et qu'elle remarqua que le colonel le laissait entrer dans l'atelier pendant les heures de travail, elle examina à nouveau ses vieux souvenirs, et confirma la croyance qu'à un moment de son enfance, il avait emménagé avec son frère jumeau, car c'était lui et non l'autre qu'il fallait appeler Aureliano. Nadie conocía los pormenores de su vida. No one knew the details of his life. En un tiempo se supo que no tenía una residencia fija, que criaba gallos en casa de Pilar Ternera, y que a veces se quedaba a dormir allí, pero que casi siempre pasaba la noche en los cuartos de las matronas francesas. At one time it became known that she did not have a fixed residence, that she raised roosters at Pilar Ternera's house, and that sometimes she stayed there to sleep, but that she almost always spent the night in the rooms of the French matrons. Andaba al garete, sin afectos, sin ambiciones, como una estrella errante en el sistema planetario de Úrsula. He was adrift, without affection, without ambition, like a wandering star in Úrsula's planetary system.

En realidad, José Arcadio Segundo no era miembro de la familia, ni lo sería jamás de otra, desde la madrugada distante en que el coronel Gerineldo Márquez lo llevó al cuartel, no para que viera un fusilamiento, sino para que no olvidara en el resto de su vida la sonrisa triste y un poco burlona del fusilado. In reality, José Arcadio Segundo was not a member of the family, nor would he ever be a member of another, since the distant dawn when Colonel Gerineldo Márquez took him to the barracks, not so that he would see a shooting, but so that he would not forget in the rest of his life the sad and slightly mocking smile of the executed man. En réalité, José Arcadio Segundo n'était pas membre de la famille, et il ne serait jamais membre d'une autre, depuis l'aube lointaine où le colonel Gerineldo Márquez l'a emmené à la caserne, non pas pour qu'il voie un peloton d'exécution, mais pour qu'il n'oublierait pas de toute sa vie le sourire triste et légèrement moqueur du tireur. Aquel no era solo su recuerdo más antiguo, sino el único de su niñez. That was not only his oldest memory, but the only one from his childhood. Ce n'était pas seulement son plus vieux souvenir, mais le seul de son enfance. El otro, el de un anciano con un chaleco anacrónico y un sombrero de alas de cuervo que contaba maravillas frente a una ventana deslumbrante, no lograba situarlo en ninguna época. The other, that of an old man in an anachronistic waistcoat and a raven-winged hat, telling wonders in front of a dazzling window, he couldn't place it in any era. Era un recuerdo incierto, enteramente desprovisto de enseñanzas o nostalgia, al contrario del recuerdo del fusilado, que en realidad había definido el rumbo de su vida, y regresaba a su memoria cada vez más nítido a medida que envejecía, como si el transcurso del tiempo lo hubiera ido aproximando. It was an uncertain memory, entirely devoid of teachings or nostalgia, unlike the memory of the shot, which had actually defined the course of his life, and it returned to his memory more and more clearly as he grew older, as if the passage of time I would have been getting closer. C'était un souvenir incertain, entièrement dépourvu d'enseignement ou de nostalgie, contrairement au souvenir de l'homme abattu, qui avait en fait défini le cours de sa vie, et revenait à sa mémoire de plus en plus clairement à mesure qu'il vieillissait, comme si le passage de temps je me serais rapproché. Úrsula trató de aprovechar a José Arcadio Segundo para que el coronel Aureliano Buendía abandonara su encierro. Úrsula tried to take advantage of José Arcadio Segundo to get Colonel Aureliano Buendía to leave his confinement. Úrsula a tenté de profiter de José Arcadio Segundo pour que le colonel Aureliano Buendía quitte son emprisonnement. «Convéncelo de que vaya al cine», le decía. "Convince him to go to the movies," she would say. «Aunque no le gusten las películas tendrá por lo menos una ocasión de respirar aire puro». "Même si vous n'aimez pas les films, vous aurez au moins une chance de respirer de l'air frais." Pero no tardó en darse cuenta de que él era tan insensible a sus súplicas como hubiera podido serlo el coronel, y que estaban acorazados por la misma impermeabilidad a los afectos. Mais elle ne tarda pas à se rendre compte qu'il était aussi insensible à ses supplications que le colonel aurait pu l'être, et qu'ils étaient blindés par la même insensibilité à l'affection. Aunque nunca supo, ni lo supo nadie, de qué hablaban en los prolongados encierros del taller, entendió que fueran ellos los únicos miembros de la familia que parecían vinculados por las afinidades. Although he never knew, nor did anyone else, what they talked about in the prolonged confinement of the workshop, he understood that they were the only members of the family who seemed linked by affinities. Bien qu'il n'ait jamais su, ni personne ne sache, de quoi ils parlaient dans le confinement prolongé de l'atelier, il comprenait qu'ils étaient les seuls membres de la famille qui semblaient liés par des affinités.

La verdad es que ni José Arcadio Segundo hubiera podido sacar al coronel de su encierro. The truth is that not even José Arcadio Segundo would have been able to get the colonel out of his confinement. La invasión escolar había rebasado los límites de su paciencia. The school invasion had exceeded the limits of his patience. L'invasion de l'école avait dépassé les limites de sa patience. Con el pretexto de que el dormitorio nupcial estaba a merced de las polillas a pesar de la destrucción de las apetitosas muñecas de Remedios, colgó una hamaca en el taller, y entonces lo abandonó solamente para ir al patio a hacer sus necesidades. Prétextant que la chambre nuptiale était à la merci des mites malgré la destruction des appétissantes poupées de Remedios, il accrocha un hamac dans l'atelier, puis il ne le quitta que pour aller se soulager dans le patio. Úrsula no conseguía hilvanar con él una conversación trivial. Úrsula could not string together a trivial conversation with him. Úrsula n'arrivait pas à enchaîner avec lui une conversation triviale. Sabía que no miraba los platos de comida, sino que los ponía en un extremo del mesón mientras terminaba el pescadito, y no le importaba si la sopa se llenaba de nata y se enfriaba la carne. I knew he didn't look at the plates of food, but put them on one end of the counter while he finished the fish, and he didn't care if the soup got creamy and the meat got cold. Elle savait qu'elle ne regardait pas les assiettes de nourriture, mais qu'elle les posait au bout du comptoir pendant qu'elle finissait le petit poisson, et elle se fichait que la soupe devienne crémeuse et que la viande refroidisse. Se endureció cada vez más desde que el coronel Gerineldo Márquez se negó a secundarlo en una guerra senil. He became increasingly hardened since Colonel Gerineldo Márquez refused to second him in a senile war. Il s'endurcit de plus en plus depuis que le colonel Gerineldo Márquez a refusé de le soutenir dans une guerre sénile. Se encerró con tranca dentro de sí mismo, y la familia terminó por pensar en él como si hubiera muerto. Il s'est enfermé et la famille en est venue à le considérer comme mort. No se le volvió a ver una reacción humana, hasta un once de octubre en que salió a la puerta de la calle para ver el desfile de un circo. No human reaction was seen from him again, until one October eleventh, when he went out to the street door to watch a circus parade. Aquella había sido para el coronel Aureliano Buendía una jornada igual a todas las de sus últimos años. That had been for Colonel Aureliano Buendía a day like any other in his last years. A las cinco de la madrugada lo despertó el alboroto de los sapos y los grillos en el exterior del muro. At five in the morning he was awakened by the racket of toads and crickets outside the wall. La llovizna persistía desde el sábado, y él no hubiera tenido necesidad de oír su minucioso cuchicheo en las hojas del jardín, porque de todos modos lo hubiera sentido en el frío de los huesos. The drizzle had persisted since Saturday, and he wouldn't have needed to hear its detailed whispering in the leaves in the garden, because he would have felt it in the cold to the bone anyway. Le crachin avait persisté depuis samedi, et il n'aurait pas eu besoin de l'entendre chuchoter méticuleusement dans les feuilles du jardin, car de toute façon il l'aurait senti dans le froid jusqu'aux os. Estaba, como siempre, arropado con la manta de lana, y con los largos calzoncillos de algodón crudo que seguía usando por comodidad, aunque a causa de su polvoriento anacronismo él mismo los llamaba «calzoncillos de godo». He was, as always, wrapped in the woolen blanket, and in the long johns of unbleached cotton that he still wore for comfort, although because of their dusty anachronism he himself called them "Goth's breeches." Il était, comme toujours, emmitouflé dans la couverture de laine, et dans les caleçons longs en coton brut qu'il continuait à porter pour plus de confort, bien qu'en raison de leur anachronisme poussiéreux, il les appelait lui-même « caleçons gothiques ». Se puso los pantalones estrechos, pero no se cerró las presillas ni se puso en el cuello de la camisa el botón de oro que usaba siempre, porque tenía el propósito de darse un baño. Il a enfilé son pantalon serré, mais il n'a pas fermé les passants de ceinture ni mis le bouton doré qu'il portait toujours sur le col de sa chemise, car il avait l'intention de prendre un bain. Luego se puso la manta en la cabeza, como un capirote, se peinó con los dedos el bigote chorreado, y fue a orinar en el patio. Puis il mit la couverture sur sa tête, comme une cagoule, peigna de ses doigts sa moustache dégoulinante et alla uriner dans le patio. Faltaba tanto para que saliera el sol que José Arcadio Buendía dormitaba todavía bajo el cobertizo de palmas podridas por la llovizna. It was so long before the sun rose that José Arcadio Buendía was still dozing under the shed of palms rotten by the drizzle. Le lever du soleil était si long que José Arcadio Buendía somnolait encore sous la canopée des palmiers pourris par la bruine. Él no lo vio, como no lo había visto nunca, ni oyó la frase incomprensible que le dirigió el espectro de su padre cuando despertó sobresaltado por el chorro de orín caliente que le salpicaba los zapatos. He did not see it, as he had never seen it before, nor did he hear the incomprehensible phrase that his father's ghost addressed to him when he woke up startled by the jet of hot urine that splashed on his shoes. Il ne le vit pas, comme il ne l'avait jamais vu, ni n'entendit la phrase incompréhensible que lui adressait le spectre de son père lorsqu'il se réveilla en sursaut par le jet d'urine chaude qui éclaboussait ses chaussures. Dejó el baño para más tarde, no por el frío y la humedad, sino por la niebla opresiva de octubre. She put off bathing for later, not because of the cold and damp, but because of the oppressive October fog. De regreso al taller percibió el olor de pabilo de los fogones que estaba encendiendo Santa Sofía de la Piedad, y esperó en la cocina a que hirviera el café para llevarse su tazón sin azúcar. On his way back to the workshop he smelled the wick smelling from the stoves that Santa Sofía de la Piedad was lighting, and he waited in the kitchen for the coffee to boil before taking his mug without sugar. De retour à l'atelier, il sentit l'odeur de mèche du poêle que Santa Sofía de la Piedad allumait, et il attendit dans la cuisine que le café bout avant de prendre son bol sans sucre. Santa Sofía de la Piedad le preguntó, como todas las mañanas, en qué día de la semana estaban, y él contestó que era martes, once de octubre. Santa Sofía de la Piedad lui demanda, comme chaque matin, quel jour de la semaine on était, et il répondit que c'était le mardi 11 octobre. Viendo a la impávida mujer dorada por el resplandor del fuego, que ni en ese ni en ningún otro instante de su vida parecía existir por completo, recordó de pronto que un once de octubre, en plena guerra, lo despertó la certidumbre brutal de que la mujer con quien había dormido estaba muerta. Seeing the impassive woman gilded by the glow of the fire, who neither at that moment nor at any other moment in his life seemed to exist completely, he suddenly remembered that on October 11, in the middle of the war, he was awakened by the brutal certainty that the woman he had slept with was dead. Voyant l'intrépide femme dorée par la lueur du feu, qui ni à ce moment ni à aucun autre moment de sa vie ne semblait exister pleinement, il se souvint soudain qu'un 11 octobre, en pleine guerre, il avait été réveillé par la brutale certitude que la femme avec qui il avait couché était morte. Lo estaba, en realidad, y no olvidaba la fecha porque también ella le había preguntado una hora antes en qué día estaban. He was, actually, and he didn't forget the date because she had also asked him an hour before what day it was. Il l'était, en fait, et il n'oublia pas la date car elle aussi lui avait demandé quel jour on était une heure auparavant. A pesar de la evocación, tampoco esta vez tuvo conciencia de hasta qué punto lo habían abandonado los presagios, y mientras hervía el café siguió pensando por pura curiosidad, pero sin el más insignificante riesgo de nostalgia, en la mujer cuyo nombre no conoció nunca, y cuyo rostro no vio con vida porque había llegado hasta su hamaca tropezando en la oscuridad. Despite the evocation, this time he was not aware to what extent the forebodings had abandoned him, and while he boiled the coffee he kept thinking out of pure curiosity, but without the slightest risk of nostalgia, about the woman whose name he never knew, and whose face he did not see alive because he had come to his hammock stumbling in the dark. Malgré l'évocation, cette fois encore il ne se rendait pas compte à quel point les présages l'avaient abandonné, et pendant que le café bouillait, il continuait à penser par pure curiosité, mais sans le moindre risque de nostalgie, à la femme dont il s'appelait. n'avait jamais connu, et dont il n'a pas vu le visage vivant parce qu'il avait atteint son hamac en trébuchant dans l'obscurité. Sin embargo, en el vacío de tantas mujeres como llegaron a su vida en igual forma, no recordó que fue ella la que en el delirio del primer encuentro estaba a punto de naufragar en sus propias lágrimas, y apenas una hora antes de morir había jurado amarlo hasta la muerte. However, in the emptiness of so many women who came into his life in the same way, he did not remember that it was she who, in the delirium of the first meeting, was about to drown in her own tears, and barely an hour before dying she had sworn love him to death. Cependant, dans le vide de tant de femmes qui sont entrées dans sa vie de la même manière, il ne se souvenait pas que c'était elle qui, dans le délire de la première rencontre, allait se noyer dans ses propres larmes, et à peine une heure avant de mourir, elle avait juré de l'aimer jusqu'à la mort. No volvió a pensar en ella, ni en ninguna otra, después de que entró al taller con la taza humeante, y encendió la luz para contar los pescaditos de oro que guardaba en un tarro de lata. He didn't think about her again, or about any other, after he entered the workshop with the steaming cup, and turned on the light to count the little gold fishes that he kept in a tin jar. Il ne pensa plus à elle, ni à personne d'autre, après être entré dans l'atelier avec la tasse fumante, et avoir allumé la lumière pour compter les poissons rouges qu'il gardait dans un bocal en étain. Había diecisiete. Ils étaient dix-sept. Desde que decidió no venderlos, seguía fabricando dos pescaditos al día, y cuando completaba veinticinco volvía a fundirlos en el crisol para empezar a hacerlos de nuevo. Trabajó toda la mañana, absorto, sin pensar en nada, sin darse cuenta de que a las diez arreció la lluvia y alguien pasó frente al taller gritando que cerraran las puertas para que no se inundara la casa, y sin darse cuenta ni siquiera de sí mismo hasta que Úrsula entró con el almuerzo y apagó la luz. He worked all morning, absorbed, without thinking about anything, without realizing that at ten o'clock the rain got heavier and someone passed in front of the workshop shouting to close the doors so that the house would not be flooded, and without even noticing himself. until Úrsula came in with lunch and turned off the light.